26 Nov Sé valiente ¡Atrévete a pensar!
SÉ VALIENTE ¡ATRÉVETE A PENSAR!
Me viene a la cabeza una frase de Immanuelle Kant, sí, es él, uno de los filósofos más importantes de la historia. Es un lema que destacó en su ensayo «¿Qué es la Ilustración?»(1), publicado en 1784. Cuando otros quieren que dejes llevar tu voluntad exactamente por donde ellos desean, se hace esencial eso que dice ese lema:
¡Atrévete a pensar! En latín, «Sapere aude»
La frase pertenece en realidad al poeta romano Horacio, pero aplicada al contexto del pensamiento ilustrado, el que tuvo que vivir Kant allá por finales del siglo XVIII, adquiere una relevancia revolucionaria. Y esto es porque la convierte en el lema de la Ilustración (1) y en un llamado a la autonomía intelectual y a la liberación de depender de la autoridad.
Seguir fielmente las tradiciones como base cultural es una especie de rito al que nos vemos sometidos todos, incluso los menos tradicionalistas.
La fe cristiana en nuestro caso, de la que el 55 % es seguidor en España (2), es otro dogma que adopta la sociedad para unificarse en una creencia y unos principios. Bueno, al menos es algo que sirve como nexo de unión entre ciudadanos, y no como otra forma malintencionada más del poder para crear un pensamiento único del que no puedes salir pues si lo haces te excluyen, te cancelan. La religión no cancela a nadie. Puedes entrar y salir libremente de ella.
Y otro dogma social, este es el que creo que representa un peligro público, es el de ese poder fáctico que quiere meterte en la misma cesta que al resto de individuos para así poder dominar todas las voluntades.
Con ellos no puedes pasar de ciertos límites y estos son muchos. Además cuentan con lo que ellos llaman “las bases” para incendiar las calles y todo eso lo hacen ¿para qué?, para salirse con la suya y seguir gobernando. Totalitarismo puro.
Aceptar dogmas y depender de terceros poderosos para saber, por ejemplo, si podemos elegir entre leer este libro o aquel otro, nos lleva a “Fahrenheit 451”, novela escrita en 1953 por Ray Bradbury.
El protagonista de la historia es un bombero cuyo trabajo es quemar libros. Tras conocer a su excéntrica vecina Clarisse, comienza a hacerse preguntas existenciales sobre su vida vacía y la sociedad que los rodea, dominada por la televisión y actividades de entretenimiento superficial. Después de un evento traumático, Montag roba un libro, se une a un grupo de intelectuales resistentes que memorizan obras literarias para no perder los valiosos contenidos de los libros que los bomberos queman y se ve forzado a huir cuando le da caza su jefe, que sospecha de él. Pero aquí no acaba la historia. Dejo que lo leáis; muy recomendable.
En el libro de Bradbury, los bomberos actúan en nombre del gobierno para erradicar los libros, que se consideran peligrosos y una amenaza para el control social, la superficialidad y la falta de pensamiento crítico. Estos tres factores son fundamentales, junto al miedo en su estado más puro, para que los instalados en el poder puedan tenernos atenazados por tiempo indefinido.
Y esos tres factores conducen ¿a qué? A la desinformación, el arma más contundente contra la voluntad de los individuos y su libre albedrío. El fin último es causar confusión en la gente para acabar sintiendo ese mal indefinible que es el miedo. El miedo guarda la viña, no es la primera vez que lo digo.
Imaginaos una sociedad donde no puedes tomar decisiones que no estén aprobadas oficialmente por el gobierno, donde saben lo que haces a través de monitores de televisión que capturan tu actividad en cada momento de tu vida, la procesan y envían agentes de la autoridad a tu domicilio para interrogarte y detenerte si llega el caso.
Claro, siempre debe haber unas normas básicas de civismo, valores éticos y comportamiento adecuado para seguir una convivencia pacífica, pero cuando el poder toma las riendas de la vida de los individuos minuto a minuto…
Pues de eso mismo trata otro gran clásico de la literatura: “1984”, escrita por George Orwell ¡entre 1947 y 1948!, cuando aún no se había comercializado la televisión de forma asequible para el público en general. Esto último sucedería en la década de 1950.
El visionario Orwell (que en realidad se llamaba Eric Arthur Blair) luchó contra el imperialismo, el socialismo democrático y los totalitarismos.
Su experiencia como oficial de policía en la Birmania británica le causó una profunda aversión por el imperialismo, lo que plasmó en su crítica a las estructuras coloniales. Al observar las penurias de las clases trabajadoras en Londres y París, quiso defender el socialismo democrático. Sin embargo, la realidad le obligó a introducir en su obra la crítica a las corrientes que se alejaron de estos principios.
Escribió 1984 basándose en sus experiencias durante la Guerra Civil Española y en la creciente amenaza social por el auge de los gobiernos totalitarios, inspirándose en el comunismo y el fascismo. Orwell usó esas vivencias para alertar en sus creaciones sobre los peligros del poder absoluto.
Traigo esta reflexión aquí porque veo que ha llegado un momento en que parece que todo vale con tal de que quienes forman el ejecutivo se salgan con la suya. No hay normas más allá de las que aplica de forma implacable el poder instalado en una democracia que le viene grande, que en realidad no es el régimen donde quieren desenvolverse.
Ya hay una “policía del Pensamiento” y una “neolengua” creada sin que nos enteremos. Seguro que más de una vez te has parado a pensar, antes de escribir o hablar de ciertos temas donde has evitado utilizar palabras concretas, probablemente porque tu mente ya está colonizada, invadida de “tics” y tocs” sobre lo que está bien y lo que no. Es la forma más malévola (y creativa) de manipular a las masas.
Si vas a las redes sociales es inevitable dar con opiniones o más bien escarnios que sueltan los usuarios unos contra otros como flechas de fuego para intentar ensartarlas donde más duelan. En fin, otro día dedicaremos a este lenguaje una publicación aparte.
Es como si el diablo se vistiera de demócrata y pretendiera hacernos creer que todo lo que hace es por el bien de los ciudadanos a los que ha apresado en un pacto donde él es arte y parte.
Sírvanse escribir su opinión en la sección de comentarios, si lo tienen a bien.
Notas al pie
(1) El pensamiento ilustrado fue un movimiento intelectual del siglo XVIII que promovía la razón, la ciencia y el conocimiento como las principales herramientas para alcanzar la verdad y el progreso humano, en contraposición a la superstición, el dogma religioso y el absolutismo.
(2) Según encuestas recientes de entidades como Ipsos y Funcas, aproximadamente el 54-55% de los españoles se declara católico o cristiano. En 2023, Ipsos indicó que el 54% de la población se declaraba cristiana, siendo el 44% específicamente católicos. En junio de 2025, Funcas situaba este porcentaje en el 55%.
Funcas dice que el avance de la secularización de la sociedad es especialmente notable entre los jóvenes: en 2002, el 60% de la población de 18 a 29 años se identificaba como católica, mientras que en 2024 solo lo hacía el 32%
El Rincón de Keren
Posted at 07:54h, 30 noviembre¡Bueno! El tema es bien calentito. Creo que, nos ha tocado vivir una era en la que todo viene muy masticado, Hasta tal punto que si no es en un ensayo o artículo de renombre poco se puede hacer para sacar a relucir la reflexión, el diálogo y conexión. Poco puedo decir más que aprendamos de esta reflexión tuya para animarnos/animar al que lee a que sintetice, analice y reflexione. Gran post, Un saludo!!!
marcosplanet
Posted at 12:04h, 01 diciembreMe alegra mucho que te haya sido útil esta reflexión, Keren. Debemos ser más resolutivos y buscar más la unión que la separación, por nuestro bien más que nada.
Un saludo!
Artesanos de la palabra
Posted at 23:37h, 29 noviembreHola Marcos, es muy interesante lo que decís en tu post, la sociedad sea allá, o sea acá está cada vez más complicada, difícil. No es extraño ni loco eso que decís de las redes sociales, existe mucha agresividad verbal en la gente, sea por el tema que sea, no importa creo que sólo agreden, hacen comentarios hirientes para descargar sus frustraciones y broncas en otros.
Muchas veces me abstengo de dejar un comentario, porque hasta los positivos pueden recibir un comentario agresivo, realmente el mundo está mal.
No hay respeto por nada ni por nadie.
Un abrazo.
PATRICIA F.
marcosplanet
Posted at 12:06h, 01 diciembreHola Patricia. Con lo sencillo que sería dejar a un lado todas las frustraciones precisamente para encontrar una válvula de escape en nosotros mismos y cambiar la rutina de pensar mal por la de reflexionar más antes de reaccionar de forma hiriente y descontrolada ante todo lo que vemos, oímos o leemos.
Un abrazo.
Luferura
Posted at 11:08h, 27 noviembre¡Atrévete a pensar!… que yo te diré como. Es la manipulación a la que hoy están recurriendo todas las corrientes. Un desafío que lanzan a todas las audiencias con el añadido de lo que tienen que pensar. Dentro de la complejidad social actual la invitación a pensar diferente se está convirtiendo también en un elemento de control. Creo que nuestra realidad es que necesitamos una brújula moral en una sociedad en la que cada vez hay menos principios.
Muy buenas las referencias a Bradbury y Orwell, aunque me permito discrepar en lo referente a «1984», creo que se va imponiendo pero no completamente. Creo que nos encontramos en una situación más parecida a la de «Rebelión en la granja» también de Orwell. Si en «1984» nos explica cómo se mantiene el poder en la «Rebelión en la granja» nos explica cómo se adquiere.
Si te interesa lo desarrollo en: https://luferura.blogspot.com/2024/10/hacia-la-tirania-y-x.html
Un saludo
marcosplanet
Posted at 12:22h, 27 noviembrePero en «1984», Orwell escribe sobre una sociedad que ya está en marcha, como la nuestra (por desgracia), una sociedad que es disfuncional, que está siendo bombardeada a diario con consignas interesadas de quien domina el cotarro y se sabe muy seguro en su posición apoltronada. Ya estamos como los ciudadanos de «1984», eso es lo destacable. El modo en que quienes gobiernan adquieren su poder no interesa a quienes vivimos sometidos a un poder consolidado, por más que les estén moviendo la poltrona.
Leeré, cómo no, tu artículo de opinión.
Saludos