La lectura de este libro me ha encontrado de viaje en la propia Roma y cada noche descubría entre sus páginas un nuevo rincón que visitar, una historia del pasado sucedida en alguna calle cercana a nuestro alojamiento, una obra de arte digna de contemplar en nuestra siguiente salida por la ciudad. Ha sido una guía de viaje extraordinaria con la cual, de la mano del autor y siguiendo sus pasos, movernos libremente a través de los siglos y las callejuelas, entre los habitantes y los lugares más peculiares de esta ciudad de tráfico insoportable, ruido constante, fuentes cantarinas y pinos que diseñar el perfil del horizonte de una urbe universalmente reconocida, odiada y amada a partes iguales y que nunca es posible terminar de conocer del todo. Afortunadamente siempre existirán excusas para regresar una y mil veces a Roma
sábado, 6 de abril de 2024
Roma desordenada. La ciudad y lo demás
jueves, 26 de enero de 2023
La autopista Lincoln
Towles es un narrador prodigioso, algunas de sus escenas o capítulos podrían constituir por si mismos un cuento completo; es capaz de encerrar en unas pocas páginas toda una historia, todo el retrato de un personajes, toda una vida. Es un placer inmenso poder disfrutar de la forma de narrar de este autor que nos hace adentrarnos en la Norteamérica de los años cincuenta con esta novela llena de ternura y dolor, en un viaje en el que hay lugar para las aventuras del Conde de Montecristo que, igual que los chicos, escapó de una prisión y cumplió con su venganza y de grandes viajeros como Ulises, Simbad y Jasón que recorrieron los mares como ellos recorren el país, viviendo también una aventura que se convertirá en un viaje tan épico como lo de aquellos, digno de figurar en los libros.
"Un crío de Nebraska se presenta en su puerta con buenos modales y una historia fantástica. Pero, cuidado: no una historia extraída de un libro encuadernado en cuero. Ni de un poema épico escrito en una lengua muerta. Ni de un archivo, ni de un ateneo, sino de la propia vida.
Con qué facilidad olvidamos quienes nos dedicamos a contar historias que lo importante, desde el principio, era la vida."
Y a lo largo de este trayecto se va forjando una fuerte amistad, la personalidad de cada uno de los personajes se va enriqueciendo a lo largo de este viaje que transcurre en paralelo a los sueños de unos chicos que comprenden que la integridad, la bondad y la justicia siempre son el camino correcto. Y como extra bonus nos quedamos con la receta de los fettucini Mio Amore de Leonello's que pasa a mi recetario personal y que cocinaré, seguro, en homenaje a Duchess y todos los protagonistas de este maravilloso viaje.
martes, 2 de agosto de 2022
Historias de Roma
Acompañamos al periodista en sus muchos paseos trufados de lugares y monumentos bellísimos, rincones curiosos o pintorescos y su relato va navegando por la fascinante Historia de la ciudad y también y sobre todo por historias, esta vez con minúsculas, sobre personajes, habitantes peculiares de Roma y reflexiones sobre el carácter de los italianos, sus particularidades en los asuntos políticos, familiares o culturales. De Alberto Sordi a Berlusconi pasando por los últimos días de Juan Pablo II, en este libro nos encontramos con anécdotas y asuntos tan italianos como el arte, la burocracia, la corrupción, la figura de la mamma, el calcio, o el café.
Me gusta mucho este tipo de diarios urbanos que nos adentran en el corazón de las ciudades desde el punto de vista del extranjero que durante un breve periodo de tiempo, pueden ser unos meses o unos años, observa la ciudad entre sorprendido y maravillado, que nos transporta a sus lugares favoritos, nos pasea por calles, plazas y edificios, no necesariamente por los más famosos, sino aquellos que cobran más significado para el autor, los que protagonizan sus paseos cotidianos o se encuentran asociados a sus recuerdos más queridos o divertidos. Una buena lectura esta para reactivar nuestro amor por la Ciudad Eterna o para tomar notas para preparar un próximo viaje o, sencillamente, hacernos la ilusión de que este verano, al menos durante el tiempo que duró esta lectura, también nosotros hemos viajado de algún modo a Roma.
lunes, 25 de octubre de 2021
Suite italiana
último libro publicado por el veterano escritor, periodista pero sobre todo viajero impenitente Javier Reverte pocos meses antes de su fallecimiento en octubre de 2020. Podemos detectar en la lectura que el propio autor ya prevé que este sería uno de los últimos viajes que emprendería en su vida y así lo señala en las primeras paginas:
"La idea de que éste sería uno de mis últimos viajes libres, de esos en los que tomaba mi mochila, echaba dentro unas pocas cosas y me iba de España sin preocuparme en exceso por lo que dejaba atrás, despertaba en mi ánimo una corriente de melancolía. Los números no engañan y era consciente de que la vida se me iba escapando. Pero también de que el hecho de deambular por el mundo, cuando emprendes la marcha en solitario y guiado por alguna suerte de pasión, te hace recuperar un aroma de la juventud perdida."
El recorrido que abarca el viaje relatado en estas páginas recorre su amada Italia de norte a sur, desde Venecia hasta Sicilia, pasando por Trieste, ciudades cargadas de belleza, patrimonio, historia y, cada una a su manera, símbolos del espíritu y el carácter italiano.
Parte memorias de viaje, parte guía turística, el libro se dedica en parte a proporcionar consejos sobre alojamiento y restauración, paseos y visitas a lugares con pasado histórico, si es que no lo son todos en este país. Dedica su tiempo a pasear por los museos, visitar monumentos y, por supuesto, para disfrutar de la cocina local. Pero no es este su contenido fundamental. El viaje de Reverte nunca es el de un turista sino el de un viajero que contempla las ciudades con sus propios ojos pero también a través de los testimonios de ilustres viajeros que le precedieron: Venecia según Thomas Mann y Lord Byron, el paso de Joyce y Rilke por Trieste. Los paseos le sirven para evocar a aquellos que pasaron antes por aquellos mismos lugares, las calles que recorrieron o los alojamientos en los que vivieron y las obras que fueron inspiradas y creadas en estas ciudades de belleza inasible.
La segunda parte del libro transcurre en Sicilia en un recorrido a través del cual el autor nos retrotrae hasta los tiempos de su pasado esplendor como parte de la Magna Grecia, desde las guerras contra los atenienses a la invasión de las tropas aliadas durante la II Guerra Mundial, finalizando con un espeluznante recorrido por la historia de la Mafia, sus orígenes y su historial de crímenes, el autor nos ilustra sobre algunos de los episodios más relevantes dentro de la larguísima e intensa Historia de la isla. Si a estos fenómenos violentos le unimos multitud de invasiones a lo largo de los siglos, terremotos, pandemias y otras catástrofes naturales, podemos hacernos a la idea de que la vida en Sicilia nunca ha sido lo que se dice apacible. A esta sensación se suman las descripciones de sus áridos paisajes, sus pueblos arrasados por el sol, el verdadero soberano de Sicilia y carreteras infernales entre montañas pedregosas y con todo eso el retrato de la mayor isla del Mediterráneo nos queda que ni pintado. Sólo la ciudad de Palermo de la mano de Lampedusa se salva en parte del crudo retrato que nos proporciona Reverte:
"Todo está en Palermo. Y sin Palermo no se explica Sicilia. Y sin Sicilia no puede comprenderse Italia, porque la isla es la llave de todo el país, según acertó a señalar Goethe. Por mi parte, no eludo los riesgos que supone el decir que, en cierta manera, quien no ha estado en esta tierra del mezzogiorno no conoce el mundo."
No hay duda de que se trata de un libro de viajes, pero esta etiqueta se le queda corta; probablemente habrá que considerarlo como el relato de un viaje al pasado casi más que un retrato de la Italia actual, además de un libro de Historia y de Litetatura y de Arte y de Humanismo. Probablemente Reverte compartía totalmente lo que afirma el príncipe de Lampedusa, que a Sicilia sólo se la comprende a través de su Historia:
"Hace por lo menos veinticinco siglos que llevamos sobre nosotros el peso de magníficas civilizaciones heterogéneas, todas venidas de fuera, ninguna germinada entre nosotros, ninguna con la que nosotros hayamos entonado...; desde hace dos mil quinientos años, somos colonia."
sábado, 10 de julio de 2021
La mia Londra (Mi Londres)
El libro es un paseo en parte turístico, pero obviando los lugares típicos, más bien una suerte de guía para iniciados pero también es un recorrido emocional y sentimental donde nos relata sus primeras impresiones, sus paseos y lugares favoritos, la adaptación como extranjera a un modo diferente de vivir y pensar, su lucha por compatibilizar familia y trabajo y la manera en que, tras tantos años de residencia en Inglaterra, ya no se considera una extraña sino que ha adoptado e integrado muchos de los aspectos más característicos de su país de adopción y en especial de su adorada ciudad de Londres.
Declara admirar de los londinenses su espíritu cívico, su pasión por la cultura en todos los aspectos y su apertura de miras. Desde su punto de vista absolutamente subjetivo, repasa temas de lo más diverso desde los hábitos culinarios, la organización de los partidos políticos, los pubs y restaurantes o la gastronomía local, el papel de la Corona, la diversidad racial, los teatros, museos y mercados. También observa de cerca los aspectos más peculiares de la antigua tradición de la City con sus maneras exquisitas y sus rituales ancestrales. Sobre todo nos ilustra sobre aquellos aspectos en los que los londinenses más se distinguen de otras nacionalidades e incluso del resto de habitantes del Reino Unido, desde su punto de vista de extranjera que se ha integrado con sumo gusto al modo de vida londinense, destaca aspectos de las relaciones sociales, la forma de comportarse o costumbres que resultan más peculiares.
Sin dejar de lado asuntos polémicos, la autora nos da su visión de los convulsos años 80 con sus disturbios sociales, conflictos políticos y laborales. Lo cierto es que el recorrido por la ciudad que nos proporciona abarca amplios escenarios y temas que no obvian los grandes problemas como los que padece la población inmigrante en Inglaterra de la que ella misma, aunque desde una posición privilegiada, se siente parte o los suburbios poblados por minorías raciales víctimas de la violencia policial.
Pero en el cómputo final no hay duda de que la italiana es una enamorada absoluta de Londres, con lo que es libro resulta ser, de manera resumida y en palabras de la propia autora, "una declaración de amor a un gran ciudad y a sus habitantes"
viernes, 11 de junio de 2021
Orient-Express. El tren de Europa
Stefan Zweig, Mata Hari, Agatha Christie, Coco Chanel y otros muchos personajes de lo más más variopinto como espías, escritores, músicos, aristócratas, políticos y reyes protagonizan romances, negociaciones, intrigas o simplemente disfrutan del propio viaje y todos ellos desfilan por esta mirada nostálgica a aquel que el admirado Zweig denominó como "El mundo de ayer", un repaso a la historia de aquella vieja Europa vista desde el vagón de un (lujosísimo) tren.
domingo, 25 de octubre de 2020
Un otoño romano
Vuelvo a combinar gracias a la lectura de "Un otoño romano" dos de mis grandes pasiones: la literatura de viajes y la ciudad de Roma. En esta ocasión es el escritor Javier Reverte junto al que ya paseamos con anterioridad por las calles de Nueva York, el que nos lleva a disfrutar de la Ciudad Eterna, de los monumentos, las calles y los innumerables rastros de tantos siglos de Historia que allí se conservan, pero sobre todo el autor se dedica a seguir los pasos de muchos de los escritores y artistas, clásicos y contemporáneos, que recorrieron la ciudad antes que él, compartiendo abundantes citas y referencias de tantos otros que también disfrutaron de la ciudad, que en ocasiones la amaron y otras veces la odiaron pero que, en cualquier caso, dejaron escritas sus impresiones sobre esta ciudad única.
Y eso es algo en lo que todos están de acuerdo: Roma es una ciudad irrepetible, llena de peculiaridades y particularidades que hacen que no se parezca a ninguna otra. El autor dedica sus días a patear las calles llenas de turistas o las plazuelas sólo frecuentadas por los habitantes locales, almorzar en restaurantes tradicionales, regresar una y otra vez a su amada plaza de Campo dei Fiori y a su mercado diario, recorrer el barrio judío, sorprenderse ante las tiendas de vestimentas religiosas y ornamentos litúrgicos y por supuesto disfrutar de las innumerables iglesias plagadas de obras de arte sin igual.
Al hilo de sus paseos, reflexiona el autor sobre el arte y los artistas, sobre Dios y las religiones, sobre los viajes y los turistas, en un texto que no sigue una estructura determinada ni un plan organizado más allá de tratarse de una suerte de diario en el que va plasmando los pensamientos que cada uno de esos paseos le provocan y las impresiones que la ciudad deja en el autor referidos a los más diversos temas y asuntos.
"Escribo ya vencido el día, con los ventanales de mi estudio abiertos a Roma, mientras una luna gorda y sensual brilla en el cielo, hacia el este, y la brisa del amable verano sopla sobre el Gianicolo. Suena la campana de alguna de las iglesias que se ven desde la altura de San Pietro in Montorio. Campana y luna llena, ¡qué hermosa conjunción! La colina es un excelente lugar para escribir, y el inicio de la noche es una buena hora para hacerlo."
No hace mucho tiempo reseñaba otra obra similar a esta; en aquel caso se trataba también de un diario escrito por el escritor norteamericano Anthony Doer que igualmente recogía sus impresiones durante su estancia en la ciudad becado por la American Academy, cuya sede se encuentra bastante cercana a la Real Academia Española desde donde escribe Reverte, en lo alto de la colina del Gianicolo, con lo que me gusta pensar que ambos autores compartirían probablemente unas vistas semejantes sobre la ciudad mientras escribían sus respectiva obras. No hay duda de que este debe ser ciertamente uno de los lugares más inspiradores del mundo y gracias a los libros tenemos la fortuna de transportarnos hasta allí aunque sólo sea con la imaginación. En estos tiempos inciertos en los que los viajes se restringen a lo puramente necesario, en que el turismo anda de vacas flacas y se nos recomienda quedarnos en casa lo máximo posible, debemos sentirnos más agradecidos que nunca a la literatura que desde siempre ha supuesto una magnífica manera de descubrir el mundo desde la comodidad de nuestro sofá. Por ahora nos tendremos que conformar con esto mientras seguimos soñando con volver a Roma algún día, esperemos que no muy lejano.
domingo, 1 de diciembre de 2019
Un año en Roma
"Los puerros están dispuestos como árboles nacientes descortezados; las lechugas de hoja roja se ven distantes y mudas; arden como llamas de antorcha. Sobre todo con tiempo húmedo, el mercado es luminoso: el aire un poco humeante, los puestos como arrimados para protegerse del frío, los montones de color esmeralda de espinacas, las pirámides anaranjadas de zanahorias, una docena de sombrillas hechas jirones que relucen por efecto de las gotas de lluvia. Y entonces, a mediodía, se echan las persianas, se vienen abajo los toldos, se retira el banquete y al atardecer pasamos por allí de regreso de un restaurante y lo único que queda del mercado son puestos cerrados, desperdicios en las aceras y los reflejos de las farolas en los charcos."
martes, 31 de octubre de 2017
Viaje con Clara por Alemania
"Hasta la fecha no le he contado que yo también escribo, aunque no soy escritor en el sentido en que ella concibe la tarea de escribir. Ni gozo ni sufro cuando en mis ratos libres converso conmigo por escrito, a veces, como en este instante, mientras se cuecen las legumbres sobre el fuego de la cocina. Redacto a mi aire recuerdos de nuestro viaje; pero cuando quiero me detengo y cuando quiero prosigo, sin que jamás me atosiguen la angustia o las responsabilidades, libre de críticos y lectores, de plazos y reglas, como no sea las que respeto sin darme cuenta o por capricho. Que me perdone la literatura si me río de ella."
viernes, 8 de septiembre de 2017
New York, New York...
"Voy descubriendo Nueva York como un flâneur, un deambulador, un callejeador, al modo en que Baudelaire y Walter Benjamin gustaban de describir a este espécimen: un tipo inquieto, holgazán, observador apasionado, inmerso en la multitud como un ser anónimo, espectador urbano (...), como «un botánico de las aceras»."
domingo, 17 de enero de 2016
Un año en el otro mundo
martes, 14 de enero de 2014
The last runaway (El último refugio)
Pues en este caso, el mundo al que nos traslada la autora se sitúa en el agreste y apenas civilizado estado de Ohio a mediados del siglo XIX a donde llega la joven Honor Bright, una inexperimentada cuáquera procedente de Inglaterra que acompaña a su hermana que viaja al nuevo continente con el objetivo de casarse. Pero pronto Honor se encontrará sola en un país extraño, rodeada por desconocidos, sin familia ni amigos y sin saber qué hacer con su vida, necesitada de tomar una decisión sobre su vida pero con el lógico miedo ante lo que le rodea. Siendo una joven educada, discreta y hacendosa, acepta las novedades que su nueva vida le plantea y trata de adaptarse a los cambios y la nueva sociedad en la que debe vivir, tan distinta en muchos aspectos de su tradicional ciudad de origen donde se sentía protegida y donde las costumbres eran diferentes a lo que ahora se enfrenta. La vida en América no es en absoluto fácil, las tierras son agrestes, el clima extremo y sus habitantes mayoritariamente supervivientes natos, personas rudas en busca de nuevas oportunidades y con una vida de mucho trabajo y pocas habilidades sociales, viven en poblaciones que no son más que unas cuantas casas de madera bordeando calles embarradas y rodeadas de inmensos bosques amenazadores, lugares donde será muy difícil que la joven pueda llegar a sentirse como en casa.
Hay muchos temas apasionantes en esta novela, algunos muy simples y relacionados con el ámbito doméstico, como es el de la confección de edredones, los significados que estos pueden llegar a tener para las mujeres que los elaboran o los reciben como obsequio, como manera de transmitirse el amor de la familia o las amistades, igual que su valor como único patrimonio que las mujeres aportan al matrimonio. También el arte de elaborar sombreros o tocados, única pieza ornamental que se permiten las mujeres en esa austera sociedad tan ajena a las costumbres corteses o a las modas en boga. Otro asunto es la peculiar forma de vida de los cuáqueros, su adhesión a la vida simple, ajenos a la mentira y el engaño de cualquier tipo y su posición ante la esclavitud, que es el gran tema de la novela. Porque en los años que recoge el libro se presenta la gran división que existía en el país entre los estados esclavistas y los del norte donde se considera que todos los hombres deben ser libres. De ahí que se asista constantemente a la huída de esclavos fugitivos que arriesgan su vida en busca de su libertad más allá del sur. Y Ohio es una de las puertas hacia esa libertad, por la que cruzan cientos de estas personas, lo que obligará a los habitantes de estas regiones a plantearse un constante conflicto moral entre lo que ordenan las leyes y lo que les dicta su propia conciencia. Honor Bright, como buena cuáquera, verá poner al límite sus creencias en la igualdad, la no violencia y su incapacidad para mentir al enfrentarse a las duras situaciones a las que se verá expuesta.
La novela, en definitiva, es una obra preciosa, llena de hermosas estampas de los magníficos paisajes, las duras condiciones climáticas, los veranos abrasadores y los inviernos extremos, alternadas con acertadas descripciones de sentimientos y sensaciones, de las relaciones personales, de la amistad, del miedo, de la incertidumbre... y con una delicada protagonista a la que llegamos a conocer bien, gracias a la eficaz introspección en su conciencia y en su corazón. Una lectura absolutamente recomendable para quien quiera sumergirse en otras vidas mediante un gesto tan sencillo como es abrir un libro.
miércoles, 4 de diciembre de 2013
La canción de los maoríes
Debo decir que al principio me costó un poco retomar el hilo de los personajes. Si bien la novela se puede leer perfectamente por separado de la anterior, al haber leído la historia previa, aunque hubiera pasado ya bastante tiempo, preferí hacer el esfuerzo de recordar quién era quién en la trama, rememorar los principales hechos de la novela anterior, refrescar la información archivada en mi cabeza y situarme así en perspectiva para afrontar las nuevas peripecias de los (casi mejor decir "de las") protagonistas de la historia. En este caso, también en la trama han pasado igualmente algunos años desde los hechos descritos en la novela previa y ahora son las nietas de aquellas protagonistas que conocimos a su llegada a la isla, Gwyneira y Helen, las que toman el puesto de primacía en la narración. Kura y Lainie son primas pero no se parecen demasiado: Kura es hija de una nativa maorí y del heredero de la gran finca de cría de ovejas de Kiward Station, aunque su futuro apunta a quedar al mando de las tierras y el negocio de la lana, ella tiene otras expectativas, más relacionadas con triunfar en la ópera y convertirse en una gran diva, a ser posible en Londres; su exótica y arrebatadora belleza la convierte en el foco de atención, allá donde va. Lainie, por su parte, es la discreta nieta de las anteriores protagonistas, pero su vida es más sencilla, ayudando en los negocios familiares en la ciudad y soñando con encontrar un marido bueno con el que casarse y formar una familia feliz.
Sin embargo, ninguna de las dos protagonistas verán realizarse sus sueños en un principio. Muy al contrario, ambas padecerán al ver sus planes saltar por los aires y tendrán que huir de sus casas y alejarse por distintos motivos de sus familias y llevar adelante una vida que poco se parecerá a lo que en un principio tenían planeado para su futuro. Las dos primas tomarán caminos separados que acabarán por confluir, pero hasta entonces conoceremos a través de sus vivencias las duras condiciones de vida en las colonias neozelandesas de principìos del siglo XX, donde ambas tendrán que hacerse a una nueva vida rodeadas de hombres duros que se juegan la vida en las inseguras minas de carbón, que conviven con los animales en las inmensas granjas de ganado y conoceremos como la agreste colonia va poco a poco desarrollándose, fundándose ciudades que comienzan a crecer y a prosperar a base de trabajo duro en pésimas condiciones, cómo se van forjando grandes fortunas entre los industriales y los ganaderos y al mismo tiempo nos acercamos a la forma en que los nativos logran conservar sus tradiciones ancestrales a la vez que se integran en la nueva sociedad que les rodea.
La novela se lee con fluidez, ya que la narración es ágil y sencilla, los personajes, aunque no demasiado complejos, están bien dibujados, siendo fácilmente identificables los caracteres positivos y los negativos y la trama, aunque resulta bastante previsible, se sigue con agrado ya que combina bien las escenas, se mantiene el ritmo y el equilibrio entre las historias de las dos primas y en general es una novela bastante rápida, a pesar de su extensión. No es una obra maestra en absoluto pero sí que se acaba cogiendo cariño a sus personajes, por lo que no creo que tarde mucho en continuar por la tercera y última entrega de la serie y no me quedaré sin saber qué es lo que le depara el futuro a estas familias y en qué acaban sus agitadas vidas en las inhóspitas y lejanas tierras de Nueva Zelanda.
miércoles, 7 de agosto de 2013
En compañía del sol
El relato parte de los días de la primera juventud de Francés de Jassu, el menor de una noble familia navarra originaria del castillo de Xavier que ve como el emperador Carlos V se impone al entonces rey de Navarra en cuyo bando lucharán los hermanos mayores y varios tíos del joven Francés. Tratando de alejarlo de los conflictos políticos, la madre de Francés lo envía a estudiar a París donde espera que se convierta en un hombre de Iglesia. Pero el joven Jassu es apasionado y prefiere ocupar su tiempo en disfrutar de los placeres que le ofrece la vida de joven adinerado en el París de la época, compatibiliza así sus estudios con la práctica de deportes pero también en gozar de la vida sin plantearse siquiera el profesar en la vida religiosa. Será a través de su compañero de cuarto, Peter Fabre, como entre en contacto con el estrafalario Íñigo de Loyola, extraño personaje de ideas descabelladas y considerado por algunos como un santo y por otros como un hereje por sus hábitos de pobreza extrema, su renuncia a las riquezas y privilegios y su entrega absoluta a los necesitados. Será la muerte de su querida madre y posteriormente de su hermana religiosa las que supondrán un cambio en la mentalidad de Francés y en el planteamiento de lo que quiere hacer con su vida.
En la segunda parte de la novela se da un salto en el tiempo y se nos presenta a un Francés ya ordenado sacerdote y formando parte de la recién creada orden de la Compañía de Jesús. Conoceremos cómo fue su acercamiento a Ignacio de Loyola y nos lo encontramos de camino a la India como vicario del Papa en aquellas tierras en poder entonces de la Corona de Portugal. Hacia aquellos territorios desconocidos se dirige Francés con la intención de evangelizar a los pueblos con los que se encuentre. Esta parte entra de lleno en el género de novela de aventuras, desarrollándose en exóticos escenarios, con innumerables avatares y peligros vividos por el protagonista al contacto con culturas y costumbres totalmente ajenas a él y donde el religioso trata de adaptarse al entorno y de conocer la forma de vida de aquellas sociedades exóticas y extrañas para él, a la vez que persevera en su misión de dar a conocer a Dios a aquellos que no lo conocen.
En la tercera parte de la novela sabemos que Francés ha muerto en su viaje a China. En estas páginas se nos hace un resumen de sus últimos días contados a través de los testimonios de aquellos que lo conocieron en sus viajes por India, China o Japón. Ya en aquellos días, antes incluso de su muerte, su figura era admirada en Europa a donde llegaba su correspondencia que era distribuida por iglesias, cortes y universidades donde los relatos de su vida misionera, los avatares de sus aventuras por tierras exóticas y su incansable esfuerzo evangelizador ya le habían ganado la fama de santo en vida.
Esta es una obra que, a pesar de contar la vida de un santo, se puede leer perfectamente desde el plano más puramente de novela histórica y de aventuras, entra poco en los aspectos más relacionados con la religiosidad del personaje y más en sus inquietudes personales y en los aspectos de su carácter como hombre inquieto, apasionado y tenaz en toda aquella misión que emprendió a lo largo de su fascinante vida.
lunes, 26 de diciembre de 2011
En el país de la nube blanca
Las protagonistas son dos jóvenes británicas: Gwyneira Silkham pertenece a una noble familia terrateniente dedicada a la cría de ovejas. Debido a una apuesta de juego se ve prometida a Lucas Warden, heredero de un gran productor de lana ubicado en la lejanísima y aún inexplorada colonia de Nueva Zelanda, circunstancia que, lejos de atemorizarla, se le presenta a la inquieta joven como una oportunidad de comenzar una nueva y excitante vida lejos de la monótona rutina que caracteriza el entorno de la nobleza rural en la que se ha criado. Helen Davenport, por su parte, es una institutriz culta y de gustos refinados que se encuentra rozando el límite de edad a partir del cual empieza a plantearse si no será su destino acabar convertida en solterona. La oportunidad de encontrar un marido entre los colonos establecidos en Nueva Zelanda se le presenta en bandeja al entrar en contacto a través de la correspondencia con Howard O’Keefe, un ganadero que parece ser su alma gemela y tras el cual emprenderá la travesía que la lleve al otro lado del mundo.
Durante el viaje hacia Nueva Zelanda las mujeres iniciarán una amistad que tendrá continuación una vez instaladas en su nuevo destino, si bien al llegar a su destino ninguna de las dos se encontrará exactamente con lo que imaginaba cuando partieron y tendrán que luchar por labrarse una nueva vida.
La novela tiene aspectos propios del género romántico que son los que menos me han gustado, aunque supongo que también puede ser el mayor atractivo para aquellas lectoras que frecuenten dicho género, como el capataz guapo y musculoso que nada más aparecer en escena ya se sabe cuál va a ser su papel en el relato, o las descripciones de los personajes que, con una extraña frecuencia tienen ojos grises (cosa que no he visto jamás en la vida real) o en su defecto verdes, así como el cabello pelirrojo como el fuego o las apasionadas escenas de romance. Detalles, en fin, que no restan interés a la parte más atractiva de la novela que, para mi gusto, está constituida por el retrato de una sociedad de pioneros en un nuevo mundo, el escenario de la colonización de Nueva Zelanda con sus paisajes espectaculares y su naturaleza generosa en la que los nativos maoríes no fueron, por lo general, reacios a la llegada de los nuevos habitantes que vinieron a ocupar sus tierras y con los que se produjo una convivencia bastante pacífica. Lo cierto es que, a diferencia de la conquista del oeste norteamericano, lo que se desprende de la novela de Sarah Lark es que la conquista de esta lejana isla del Pacífico se realizó de manera bastante tranquila, tratando de extrapolar en la medida de lo posible los usos y costumbres de Gran Bretaña y tratando de crear una sociedad que conservara lo mejor de la metrópolis combinado con las nuevas e inmensas posibilidades de crecimiento que ofrecían los nuevos territorios.
Si bien el final de la novela no me ha parecido espectacular, sí es cierto que he disfrutado el viaje de su lectura. A lo largo de toda la novela he ido siguiendo, de la mano de los protagonistas, la aventura colonizadora, el descubrimiento de las enormes fuentes de riqueza natural que permitieron el surgimiento y crecimiento de los nuevos núcleos de población y el establecimiento de una economía que favorecía una nueva sociedad de ganaderos, comerciantes, y personas dispuestas a trabajar duro para labrarse un futuro. Una lectura bastante recomendable, sin duda.
martes, 13 de septiembre de 2011
Hoy caviar, mañana sardinas
La obra es (supuestamente) autobiográfica: describe las peripecias que la familia Posadas vive en los distintos destinos que el padre de los autores, diplomático uruguayo, recorre por Europa entre los años 60 y los 80. Combina partes que supuestamente va escribiendo la señora embajadora, en parte para recordar en el futuro sus andanzas por el mundo, pero, sobre todo, para dejar constancia de los diversos menús que ofrece en las recepciones y cenas que tiene que dar y para conservar algunas recetas que irá recopilando por aquellos destinos, eso sí, siempre con un gran sentido del humor y sacando de donde muchas veces no hay. Este relato se va complementando con comentarios de los hijos, especialmente de Carmen, sobre cómo veían ellos los distintos países en los que iban viviendo. No sé si será cierta la existencia del cuaderno de recetas en el que la madre va escribiendo sus pensamientos, pero lo cierto es que el relato resulta simpático y entretenido.
Al final de cada capítulo nos regalan una receta de algún plato del que se ha hablado previamente y tengo que decir que, prácticamente todas, son perfectamente reproducibles, así que, por el mismo precio, tenemos novela más breve recetario de cocina.
Sobre los destinos que visitan, comienzan su andadura en el Madrid de los 60, donde las clases altas disfrutaban de unos privilegios negados a la mayoría de la población y donde el buen nombre, las familias "de toda la vida" y el "qué dirán" eran las bases de las relaciones sociales. Es bastante gracioso el punto de vista de una extranjera que asiste asombrada a la peculiar forma de vida de la alta sociedad madrileña de la época. De Madrid pasan a Moscú, en plena guerra fría. Una ciudad gris y uniformada alejada de los brillos de la cultura rusa tradicional. Allí tendrán que enfrentarse a una burocracia rígida, a las escuchas de los espías y tendrán que ser capaces de mostrar algo de paciencia e ingenio para organizar comidas decentes con los escasos medios con los que cuentan. Finalmente llegan al Londres de los años 80 con todo lo que la Corte de Buckingham supone de rígida etiqueta y las extravagantes normas de conducta que rigen las relaciones sociales en torno a la Corona.
La novela se lee muy fácilmente, es simpático ver cómo se van adaptando a las distintas culturas y costumbres tratando de no perder nunca su carácter propio y manteniendo unas relaciones familiares bastante divertidas y relajadas a pesar de vivir en un continuo proceso de mudanzas inacabables, renovación de casas medio desvencijadas y redecoración constante. Eso sí, vayan donde vayan, nunca les falta su abundante dosis de dulce de leche, emblema supremo de la gastronomía uruguaya.
Una lectura, en fin, distraída para pasar unas cuantas tardes de entretenimiento.
viernes, 11 de marzo de 2011
Nueva York
Edward Rutherfurd es un escritor del que ya leí hace tiempo su novela “London” que sigue el mismo esquema que esta que ahora comento solo que, lógicamente, referida a la ciudad de Londres. En “Nueva York” realiza una completa crónica de la historia de la ciudad desde sus orígenes holandeses bajo la autoridad británica donde los indios nativos aún ocupaban la península de Manhattan, pasa por la Independencia, la Guerra Civil, los años de las guerras mundiales y la crisis bursátil, hasta llegar al presente más actual que culmina con la caída de las Torres Gemelas. El hilo conductor de todo el relato se estructura en torno a las vidas de una serie de familias cuyos destinos se van entrecruzando a través de los siglos y reflejan fielmente los distintos grupos sociales, los distintos orígenes culturales, étnicos y religiosos que han ido confluyendo en Nueva York a lo largo de su historia y han convertido a esta la ciudad el centro del mundo que conocemos en la actualidad, donde todo es posible, todo se puede encontrar y conseguir.
No hay apenas nada que uno no pueda encontrar en Nueva YorkLos miembros de la alta sociedad comparten espacio con los inmigrantes irlandeses e italianos, los albañiles que construyen los grandes rascacielos, las oficinistas que dan los primeros pasos hacia la liberación femenina, los artistas y músicos de jazz, los gángsters y los tiburones de las finanzas... todos pasan por estas páginas codeándose constantemente con personajes históricos reales que constituyeron piezas fundamentales para el avance de la ciudad, como pueden ser George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln, los Astors, Vanderbilts , J.P. Morgan, alcaldes como La Guardia o Rudy Giuliani.
Aunque no estaba muy seguro, Master tenía la impresión de que el edificio Chrysler acababa de superar a la propia torre Eiffel.
Por otra parte, sería algo muy adecuado. Nueva York era el centro del mundo. La Bolsa estaba en pleno auge. Los rascacielos crecían por doquier. Aquél era el espíritu de la época.
Lo cierto es que cuando paseas por las calles de la Gran Manzana y levantas los ojos a lo alto de los rascacielos sientes algo similar a lo que debieron sentir los ciudadanos medievales al entrar en las catedrales góticas: te das cuenta de que Nueva York no es sólo una ciudad grande, sino también una gran ciudad creada por hombres, necesariamente, con grandes aspiraciones y capacidades y entiendes por qué se dice que allí todo es posible. ¿Dónde si no?
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Guías del Museo del Prado
lunes, 31 de agosto de 2009
Leyendo sobre Roma
Estoy leyendo estos días “Roma. La novela de la Antigua Roma” de Steven Saylor, novela que narra de manera muy amena, a la vez que intensamente documentada, la historia de la ciudad de Roma, desde sus primeros fundadores hasta el fin del Imperio y me está sirviendo para revivir mi viaje a la que, para mi gusto, es la ciudad más bella del mundo, la Ciudad Eterna, porque no hay otro sitio donde puedas pasear sin necesidad de llevar guía, ni de planificar rutas, sólo dejarte llevar por sus calles y plazas, refrescarte en sus surtidores (nasoni) (instrucciones de uso: aquí ) siempre abiertos, perderte por sus callejones y tomar una pizza en cualquier esquina, porque, será que la pasión me ciega, pero en Roma todas las pizzas son deliciosas, todos los helados son sabrosos y no hay un spresso que defraude, si bien, tengo que recomendar, como el mejor café que he probado nunca, el que me sirvieron en el barecillo instalado en lo alto de la azotea de la Basílica de San Pedro, el que hay antes de emprender el ascenso por escalera a lo alto de la cúpula: un ristretto de verdad (apenas dos dedos de café) pero cuyo sabor aún hoy recuerdo como el auténtico sabor de Roma, junto con el de la ensalada de rúcula omnipresente.