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domingo, 7 de abril de 2013

El coraje de Miss Redfield

Con esta novela de Ana G. Cañil de título "El coraje de Miss Redfield" nos trasladamos al Madrid de 1962 junto a la joven nanny británica que da título al libro. La eficiente Elsa Redfield acude al palacete de Cerroalto para hacerse cargo del más pequeño de la noble familia Peñalara. Nos encontramos con la España de los últimos años del régimen franquista, cuando las familias pudientes acostumbran a criar a sus hijos con nannies inglesas o mademoiselles francesas o frauleins alemanas en una manera de demostrar su buena posición y como garantía de exquisita educación. Estas nannies frecuentan junto con sus pupilos el club de Puerta de Hierro a donde van a pasar las tardes, a merendar y a codearse con el resto de cachorros de la alta sociedad afín al régimen. Elsie Redfield llega a España recomendada por la que fue su mentora, Miss. Hibbs, junto a la que padeció la ocupación alemana de la isla de Jersey en la que vivían y la que hasta ese momento ha sido su patrón de conducta personal y humana. Miss Hibbs se ocupa ahora del cuidado de los nietos del mismísimo caudillo, por lo que su posición no puede ser más envidiable.

Pero en la casa de los Peñalara Elsie descubrirá que hay otras cosas en la vida aparte de dedicarse a cuidar a los hijos de otros y aplicar las estrictas normas aprendidas en la escuela de Norland, principal centro de formación de nannies inglesas. La rigidez y la formalidad de la joven se verán minadas por la calidez y el trato desenfadado tanto de su señora, doña Lily, del hijo de esta, Manuel, de su ahijado Alejo y del resto del servicio, con los que aprenderá a convivir y compartirá una triste historia en la que se vió envuelta la familia y que hará a Elsie plantearse todo lo que anteriormente consideraba como inamovible.

La historia que cuenta la novela tiene puntos bastante interesantes, como es el papel de las instritutrices extranjeras en la España de los años 60 en que la sociedad española se debatía entre conservar las costumbres más añejas y las costumbres de la antigua nobleza tradicional con los nuevos aires de modernidad que vienen de Europa, las nuevas modas, la música moderna…. El ambiente que se retrata de la capital está bien reflejado en los viejos palacetes señoriales, los reuniones de café de las señoras, el club de campo. Por la novela desfilan todos los personajes que eran "alguien" en esos años, desde Don Juan Carlos y su reciente esposa Doña Sofía, hasta los nietos de Franco, la joven Cayetana de Alba y toda la clase alta de la España de la época, todos ellos vistos desde la perspectiva de una extranjera recién llegada y que trata de mantener las distancias lo más posible.

No puedo acabar de decir que la historia me haya conquistado por completo, no me convence la parte del romance imposible, aunque por otro lado previsible, que se da entre la nanny y el "conde rojo" pero a pesar de ello no niego que es una novela muy entretenida de leer, que nos acerca a una época de nuestro país que siempre es interesante de conocer y que el personaje de Elsie, aunque no haya logrado conmoverme con sus luchas internas entre el deber y el placer, entre las imposiciones del estricto carácter británico y las nuevas posibilidades que la vida le plantea, no deja de resultarme un personaje al que se le coge cariño y al que se le desea que finalmente la vida le sonría.

lunes, 2 de julio de 2012

Si a los tres años no he vuelto

La historia que cuenta Ana Cañil en esta novela con el evocador nombre de Si a los tres años no he vuelto, es verdaderamente dura y sobrecogedora. Al inicio de la misma nos encontramos con el romance entre dos jóvenes de distinta extracción social: Jimena Bartolomé es apenas una niña, la mayor de una familia humilde del pueblo serrano de Rascafría, que trabaja en la posada que su abuela regenta junto al monasterio del Paular, a donde acuden a veranear las familias acomodadas de la capital que pasan allí largas temporadas. En aquel lugar la joven conoce a Luis Masa y ambos se enamoran. Cuando comienza la guerra civil, Luis, educado en la Institución Libre de Enseñanza con criterios liberales, se alista en las filas republicanas contra la opinión de su madre, conservadora acérrima. Tras casarse civilmente, la pareja se instalan en Madrid donde experimentan las durísimas condiciones de vida de la capital asediada por las tropas enemigas hasta su caída final, momento en que Luis debe huir de España para evitar ser perseguido por su condición de comunista y deja a Jimena al cuidado de su hermano menor, Ramón, que ha conseguido hacerse hueco entre los vencedores gracias a sus numerosos contactos.

Cuando Jimena debe instalarse en casa de su suegra, que la desprecia y la ignora, bajo la protección de su cuñado, descubre que se encuentra embarazada. No tienen manera de contactar con Luis para tratar de reunirse con él, y al poco tiempo las influencias de su cuñado no son suficientes para evitar que sea detenida y acabe encarcelada, aunque en ningún momento se la llegue a acusar de cargo alguno. En prisión descubre un terrible panorama de mujeres maltratadas hasta la muerte, violadas y hacinadas en condiciones inhumanas.

A estas alturas de la novela, pasamos a conocer la historia de María Topete, relacionada por lazos familiares con los grandes apellidos de la industria vasca, cercanos al círculo de amistades de la familia real durante sus veraneos en las playas del norte, pero la fortuna de su padre no está a la altura de las jóvenes con las que se relacionan, lo que hace que las hijas Topete no lo tengan fácil a la hora de encontrar marido y varias de ellas opten por profesar como religiosas. Cuando el pretendiente que corteja a María acaba casándose con una chica de mayor fortuna que ella, María abandona toda esperanza de casarse. El estallido de la guerra la hace acabar encarcelada junto con otras mujeres de clase alta y numerosas religiosas, entre las que se encuentran algunas de sus hermanas que logran escapar de España, mientras que ella hallará refugio en la sede diplomática noruega hasta que finalice la guerra. Allí conocerá a Elvira Pérez de Santos, la suegra de Jimena y esa relación será de vital importancia cuando María comience a trabajar como funcionaria en la prisión de mujeres donde Jimena es encerrada.

La novela es bastante dura ya que narra con crueldad las circunstancias extremas que tuvieron que padecer muchas mujeres encerradas en las cárceles franquistas, sin las mínimas condiciones de higiene o salubridad, acompañadas de sus hijos pequeños que morían por hambre y enfermedades. Unos hechos que es importante hacer salir a la luz, teniendo en cuenta que aún viven algunas de las protagonistas de la historia, muchas de las cuales han luchado durante años para que no se olviden las injusticias que con ellas y sus familias se cometieron.

Tengo que hacer una reflexión, sin embargo, sobre el tratamiento de los personajes en la novela: mientras que los protagonistas del bando republicano están retratados con bastante positivismo, se ensalzan numerosas virtudes de fortaleza, convicción política e integridad, en lo que se refiere a los personajes del bando nacional, en particular a María Topete y Elvira, pero en general a todos los demás también, se les describe de manera global como personas insensibles, vengativos, crueles, imbuidos de una tremenda mojigatería y un absoluto sometimiento a la religión, hasta el punto de que cuando aparecen como víctimas de los abusos de los republicanos lo asumen con la satisfacción de ser mártires de la causa católica. No veo equilibrio entre ambas partes. Entiendo que la novela se centra en los protagonistas pertenecientes al bando que perdió la guerra, pero así y todo, aprecio que pasa sobre las penalidades sufridas por el bando nacional, que también las hubo, como de puntillas, sin profundizar en ellas y destacando el resentimiento que estas humillaciones dejan en los supervivientes lo que les llena de ansia de venganza y convierte a todos sus miembros en sádicos insensibles llenos de un enconado odio irracional contra los rojos, aúna como sinónimos catolicismo con fanatismo falangista y apenas se dibuja algún rasgo positivo en el carácter de ninguno de sus miembros, tal vez sólo algo en Ramón Masa, pero que aparece como débil e incapaz de salvar a su cuñada de la cárcel a pesar de su buena intención. ¡Si hasta las monjas son crueles e inhumanas!

Me vale, por tanto, la novela como testimonio de unos hechos terribles, pero con la pega de que se cuentan desde un punto de vista muy escorado hacia uno de los bandos, válido como denuncia absolutamente necesaria de los sufrimientos de aquellos que perdieron la guerra, pero me resulta sorprendente el hecho de que no sea posible encontrar una sola persona buena en el bando de los vencedores, ni una nota de humanidad, ni un personaje ausente de fanatismo entre ellos. No creo que la realidad haya sido tan radical.