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viernes, 15 de diciembre de 2017

Muerte en mar abierto

Después de salir de un thriller nórdico como ha sido mi estreno con el investigador Harry Hole, volver a leer a Andrea Camilleri es como recibir un soplo de aire fresco porque, aunque parezca extraño tratándose como se trata este "Muerte en mar abierto" de un libro de relatos policíacos, las novelas del viejo autor italiano son para mí como las "comfort food" de la lectura, esas a las que se vuelve de vez en cuando para descansar del ajetreo diario y encontrar un puerto seguro. El ambiente en el que se mueve Montalbano, este comisario siciliano ya icónico y con un numeroso club de fans entre los que me cuento, es el contrapunto de aquellos gélidos paisajes y personajes de la Noruega de Nesbø, en el mundo de Montalbano siempre brilla el sol, hace calor, la vida transcurre relajada a orillas del Mediterráneo en el pueblo de Vigàta, en Motelusa y sus alrededores, a pesar de la intervención de las familias mafiosas en la vida cotidiana de sus habitantes o de los crímenes que suceden de vez en cuando y que el inspector debe resolver de la mejor manera posible. En cualquier caso este entorno es siempre un mundo de gente sencilla, de personajes bastante prototípicos: el ingeniero, el doctor, el ama de casa, el amante, que actúan llevados por los principales impulsos que rigen a la mayoría de los hombres: el dinero, la venganza o el amor, por lo que seguir los razonamientos que llevan a Montalbano a resolver los casos es como pasear por un paisaje familiar, seguir un camino ya conocido y saludar a viejos amigos. Al margen de las relativas sorpresas que cada relato pueda deparar, las deducciones que llevan hasta la resolución de los crímenes siempre siguen una lógica básica fundamentada en el conocimiento de los mecanismos más básicos de la naturaleza humana que, resultando siempre sorprendentes, al mismo tiempo responden a patrones mil veces repetidos a lo largo de los siglos.

Los seis relatos breves que componen este libro incluyen incendios intencionados, desapariciones de esposas, muertes inesperadas o crímenes accidentales y en cada uno de los casos el trabajo de Montalbano se basa en conversar con los implicados, conocer sus antecedentes personales, familiares y económicos y sin hacer uso de ninguna técnica de análisis de restos biológicos, conexiones de internet ni modernas teorías conductuales, alcanzar la resolución del caso en base al razonamiento y la deducción. La narración es bastante acelerada, no se para en descripciones innecesarias ni en reflexiones superfluas, va presentando los datos, las entrevistas, los datos recabados y culmina en una solución rápida de cada caso, con lo que cada relato ocupa unas pocas horas de lectura. Tal vez no sea el mejor libro de Camilleri, más bien se trata de una novela menor pero posee todos los elementos que los apasionados del autor siciliano esperamos encontrar en sus libros, en este caso en formato breve y concentrado. Una gozada, en cualquier caso.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Juego de espejos

Vuelvo a Andrea Camilleri, como suelo hacer de vez en cuando, al gran escritor italiano y a su veterana serie protagonizada por el inspector Montalbano, un clásico ya de la novela policíaca, de lo que los italianos llaman "giallo" que en realidad significa "amarillo", nombre derivado del color predominante en las portadas de las novelas clásicas de policías de este país. Pero es que en realidad la novela policíaca italiana no es tan negra, figuradamente hablando, como en otros lugares. Este género tiene en Italia mucho de humor, de novela costumbrista, de crítica social, de situaciones absurdas. Y las novelas de Camilleri son de esas, sin duda. 

Nuevamente, por tanto, me traslado con este "Juego de Espejos" a la pequeña ciudad de Vigàta, en Montelusa, localizaciones ficticias pero que se encuentran claramente ubicadas, geográfica y socialmente, en la costa sur de Sicilia. En este caso nos encontramos con un supuesto ajuste de cuentas de la mafia que coincide con un extraño caso de sabotaje al coche de la nueva vecina del propio inspector Montalbano, vecina que resulta ser una donna italiana atractiva y seductora, como suele ocurrir casi siempre con alguno de los personajes de cada novela de Montalbano, gran admirador de las mujeres hermosas. Este es uno de los citados aspectos de crítica social a los que me refería anteriormente, el papel de la mujer en las novelas de Camilleri, siempre con una visión claramente machista, es una constante, pero no es más que un reflejo de la sociedad italiana meridional, en cualquier caso es un elemento puramente Camilleri.
"Llevaba un vestido ligerísimo, cortísimo y ajustadísimo. Parecía pintado sobre la piel. Montalbano la siguió como un autómata, completamente hipnotizado por la armoniosa ondulación de la esfera andante. Otra esfera celeste para añadir a las cantadas por los poetas."
Acompañado de sus siempre leales Mimì Augello, Gallo y Fazio, Montalbano conserva en esta entrega sus elementos característicos: desde sus pantagruélicas comidas típicamente sicilianas, a sus razonamientos algo caóticos que tienen lugar habitualmente a lo largo de sus frecuentes paseos por la playa que le ayudan tanto a realizar la digestión como a aclarar sus ideas y reunir los cabos de la investigación, pero que siempre, en cualquier caso, terminan por destapar las motivaciones que mueven a los criminales a los que persiguen, la relación a distancia con su amada Livia que en esta entrega apenas se asoma por el argumento, todo el universo Montalbano se conserva en este caso enmarañado de engaños varios, "juegos de espejos" que tratan de confundir a la Policía pero que finalmente vendrá resuelto con éxito.

Cada entrega de la serie supone sumergirse en el mundo de la Sicilia más típica, con todos los elementos de novela costumbrista que nos muestra el modo de vida de estas pequeñas localidades costeras, con su particular dialecto (que en esta ocasión, al tratarse de una versión traducida al castellano no he podido disfrutar plenamente como en anteriores ocasiones de este peculiar habla, en particular en boca del inefable Catarella), su machismo ancestral, la Mafia como parte integrante de modo natural de la sociedad o la gastronomía local, gran debilidad y pasión de Montalbano, por encima incluso de las mujeres:
"Degustar los arancini de Adelina era una experiencia absoluta, existencial; una vez que uno los había probado, conservaba recuerdo eterno de ellos como de un paraíso perdido."
A Montalbano nos lo encontramos ya algo madurito, muestra de que los inevitables síntomas de la edad no perdonan ni siquiera a los personajes de ficción: por momentos se siente mayor, no es tan rápido y su agilidad mental no es la que solía, no en vano, pasan ya de 20 las entregas de la serie. Así y todo, conserva todo lo mejor del personaje: su estilo no propiamente humorístico pero sí generalmente burlón, que hacen que la novela se lea con una media sonrisa permanente, que no se toma a nadie en serio, ni a los propios detectives protagonistas ni, por supuesto, al resto de personajes. Sigue teniendo ese aire relajado y reflexivo que le caracteriza, esa mezcla de hombre normal y de ligón en horas bajas que le proporciona mucho encanto. En definitiva, yo diría que va madurando correctamente. Será cosa de que soy muy fan. Será.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Ferragosto in giallo

Este librito fue un souvenir que se vino conmigo después de un viaje que hice el mes pasado a Italia, más concretamente a la ciudad de Milán, en pleno Ferragosto; fue amor a primera vista, de esas cosas que aparecen en el momento justo en el lugar apropiado y no tuve más remedio que hacerme con él. Por si alguien desconoce en qué consiste eso del Ferragosto, le diré que es un fenómeno exclusivo de Italia y que se da anualmente en torno al día 15 de Agosto. Nada que ver con lo que ocurre aquí en España en pleno verano, cuando las ciudades relajan algo su ritmo habitual pero en ningún caso se paralizan, es más, es la ocasión propicia para aprovechar y salir a callejear, se encuentra más sitio para aparcar y las terracitas te ofrecen una limonada para pasar al fresco las tardes calurosas y casi se agradece poder disfrutar de todas las ventajas y ofertas de la ciudad sin muchos de sus inconvenientes. Nada de eso es posible en Ferragosto; en Italia por esas fechas todo se paraliza, absolutamente todo. Incluso en una gran ciudad como es Milán te encuentras con la inmensa mayoría de negocios y locales cerrados por unos días con el consecuente cartel de "Chiuso per ferie", cientos de carteles iguales por todas partes. Pero incluso muchos hoteles en el centro histórico cierran por el Ferragosto, algo impensable aquí en pleno verano que es, por antonomasia, la temporada alta-altísima para el turismo. Pero así son ellos para sus cosas: toca cerrar y cierran. Y así, durante dos o tres días, la ciudad entera permanece en estado de domingo por la tarde: ni coches por las calles, ni una mala terraza donde tomarse una birra.

Menos mal que llegó el día 17 y la cosa se relajó un poco y fuimos capaces de encontrar algún que otro negocio que se decidió a abrir sus puertas, y en eso que, buscando cosas típicas que traernos a casa, me topo en un supermercado, en medio de un montón de best sellers y revistas del cuore, con este pequeño librito azul, en el primoroso e inconfundible estilo de Sellerio, editor de toda la serie de mi querido detective Montalbano, el famoso detective de Camilleri, y luciendo el atractivo título de "Ferragosto en giallo". Y, claro está, no tuve más remedio que añadirlo a mi cesta de la compra ya que, me pregunto, qué puede haber mejor que encontrarte en la misma circunstancia que los protagonistas de una novela, entender el ambiente, el calor abrasador del verano italiano y la modorra de las avenidas desiertas en pleno Ferragosto, de haber pasado por las calles en las que transcurre la acción y, sobre todo, disfrutar de la bellísima lengua italiana justo después de haber pasado unos días por aquellas tierras escuchándola y practicándola a tu antojo. Era el libro perfecto para mí justo en aquel momento, no me queda la menor duda.

Esta colección de relatos detectivescos ("giallo" es el nombre con el que se denomina en italiano a este género literario) es la continuación de una tradición de la citada editorial que ya publicó anteriormente "Un Natale in giallo" o "Capodanno in giallo" en los cuales, igual que en esta ocasión, la casa editorial invitaba a sus escritores de cabecera a escribir un breve relato detectivesco ambientado en una época determinada del año, en este caso en el ya comentado periodo vacacional veraniego. Nos encontramos en esta ocasión con el Montalbano de Camilleri, o a la española Petra Delicado de la mano de su autora, Alicia Giménez-Bartlett, cuya edición en italiano corre habitualmente a cargo de Sellerio, junto a otros tres autores: Gian Mauro Costa, Marco Malvaldi, Antonio Manzini y Francesco Recami. Todos ellos nos presentan una historia corta en la que se da algún tipo de misterio o caso policíaco a resolver con la única coincidencia de ocurrir los sucesos narrados en esos calurosos días de  mitad del mes de agosto en que toda Italia parece paralizarse en el tiempo bajo el calor asfixiante propio de la fecha, aunque ya es bien sabido, como dijo no recuerdo quién, que el crimen no descansa nunca, ni siquiera en Ferragosto.

lunes, 25 de octubre de 2010

Camilla Läckberg y Andrea Camilleri

A primera vista, no existen demasiadas razones que me puedan llevar a aunar en una misma entrada a estos dos autores, ambos especializados en series policíacas (Lackberg casi parece novata con sus escasos diez títulos frente al veterano Camilleri que ya lleva en torno a veinticinco de su particular detective) situadas en los dos casos en pequeñas ciudades costeras, siendo éste, sin duda, el principal punto que tienen en común, si bien es cierto que casi podríamos decir que también es el único ya que son multitud los aspectos que los distancian:

Camilla Lackberg es una joven escritora sueca que ha obtenido gran éxito editorial a través de sus novelas de misterio centradas en una pequeña localidad de la costa oeste de su Suecia natal llamada Fjällbacka (que es, además, la localidad natal de la autora) Sus personajes, liderados por el principal protagonista, el policía Patrik Hedströn, son por lo general jóvenes profesionales preocupados por temas como la pareja, los hijos, las relaciones personales en un lugar donde reina el aislamiento y la falta de vida social ... todo esto en medio del clima extremo propio del país nórdico donde la falta de luz invernal, el frío y las grandes tormentas marcan el ambiente gris y gélido de todas las historias.

Por otra parte, y marchándonos a la otra punta de Europa, en todos los sentidos, nos encontramos, de la mano del viejo Andrea Camilleri (ya cumplidos los 85 años) en la localidad siciliana de Vigata donde el comisario Montalbano trata de resolver los distintos casos que se presentan en su comisaría contando con la ayuda inestimable de una serie de compañeros que se caracterizan, al igual que el protagonista, por mostrar la actitud relajada y despreocupada propia de los habitantes del sur, donde las principales ocupaciones se centran en mantenerse lo más alejado posible de los jefes, disfrutar de una buena mesa y la compañía de los amigos y , en la medida de lo posible, del los placeres amorosos que puedan ir surgiendo, encontrando algún tiempo, a pesar de todo, para ocuparse de sus asuntos profesionales.

Dos actitudes diferentes ante la vida, casi tan distantes en carácter como geográficamente. Así y todo, un hecho une a estas dos novelas que en el momento ocupan mi lectura simultáneamente, "L’età del dubbio" y "Las hijas del frío", coinciden en su arranque con un cadáver descubierto en el mar, uno hallado casualmente por un criador de langostas y el otro aparece dentro de una barca a la deriva, los dos son trasladados al puerto y allí empiezan las pesquisas. Desgracias coincidentes que dan arranque a dos historias que, aún siendo policíacas, tienen tanto interés por la trama puramente de la investigación criminal como por las peripecias vitales de sus personajes. Dos lecturas altamente recomendables.