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miércoles, 22 de noviembre de 2023

En el nombre del hijo

No pasa nunca mucho tiempo sin que pase por mis manos una novela de Donna Leon, la autora norteamericana que ha retratado la ciudad de Venecia con pasión y veracidad, buscando transmitir la visión de los auténticos venecianos, la vida cotidiana de los vecinos que transcurre al margen de las muchedumbres de turistas y los grandes cruceros que pasan a diario por la ciudad de los canales. Los seguidores de esta serie tenemos la fortuna de que la Leone es una escritora enormemente prolífica y además continúa en activo, con lo que el número de sus libros sigue creciendo año a año y nos permite zambullirnos en esa Venecia tan particular con relativa frecuencia. 

En el caso que ocupa al comisario Brunetti en esta nueva novela, "En el nombre del hijo", que hace el número 28 de la serie, el argumento se inicia en torno a una serie de rumores que corren por la ciudad y que afectan a un amigo personal del conte Falier, rsuegro de Brunetti, al que prácticamente considera como un miembro más de su familia. Se trata de Gonzalo Rodríguez de Tejada un marchante de arte de origen español que pretende adoptar a un hombre mucho más joven que él con el objetivo de convertirlo en su heredero. 

La investigación que le encarga a Brunetti su suegro atañe a un asunto absolutamente privado, es una cuestión que plantea cuestiones en torno al decoro y la moral, a las relaciones familiares y los lazos privados que unen a las personas frente a lo que establecen las leyes. Pero el de Rodríguez de Tejada no es el único caso no oficial en el que le toca intervenir al comisario, ya que su jefe, el vicequestore Patta, también le pide que indague, extraoficialmente, sobre unos vecinos con los que tiene problemas de convivencia. 

En esta novela, al fin, las legendarias dotes de investigadora de la signorina Elettra, secretaria de Patta, quedan completamente al descubierto y son formalmente reconocidas por sus superiores. Si hasta ahora el commisario Brunetti y sus compañeros hacían uso del gran talento de la signorina para obtener cualquier tipo de información relevante que figurara en cualquier archivo, biblioteca, hemeroteca o base de datos oficial o ectraoficial y lo hacían siempre a la espalda de su superior, en esta ocasión es el propio vicequestore el que recurre a la secretaria para un asunto personal en el que sólo ella es capaz de indagar con éxito. 

La novela se desarrolla en un ambiente que nos muestra el ámbito más privado de sus protagonistas; se tratan asuntos familiares e íntimos en torno a los cuales se pone de manifiesto la importancia que las influencias y los contactos personales tienen en la sociedad más selecta de la ciudad de Venecia, que al final no resulta muy distinta a la de cualquier pequeño pueblo donde todos se conocen, comentan y opinan sobre los asuntos privados de los demás. Un nuevo episodio este con el que nos asomamos a la vida familiar de Brunetti y otros compañeros de la comisaría en uno de los capítulos más centrado en sus asuntos íntimos de la serie. 

domingo, 18 de junio de 2023

Muerte entre líneas

"Muerte entre líneas" constituye la entrega número 23 de la serie protagonizada por el comisario Brunetti, personaje ya mítico nacido de la pluma de la escritora norteamericana Donna Leon, una autora que escribe sobre Venezia como si fuera nativa del lugar (aunque nunca ha autorizado que sus novelas se traduzcan al italiano) o al menos con el corazón de una autentica veneciana que se atreve a denunciar la corrupción en los organismo publicos, la degradación que el turismo masivo representado en los inmensos cruceros causa en la ciudad, en sus edificios históricos, en la vida cotidiana de sus habitantes o en el paisaje de la laguna.

En esta ocasión, Brunetti se ve envuelto en un caso que implica el robo de libros antiguos de la biblioteca Merula. Todas las sospechas recaen sobre un profesor universitario norteamericano que pronto se revelará como un impostor; también parece  implicado junto a aquel un exsacerdote, lector habitual de la biblioteca. La trama se desarrolla entre libros antiguos, coleccionismo, legados familiares ancestrales. Entre todas estas temáticas, además de ofrecernos reflexiones sobre el amor a los libros y la pasión por conservar los bienes históricos, Brunetti vuelve a ofrecernos la oportunidad de recorrer la Venecia más auténtica, conocer a algunos de sus habitantes más peculiares, sus maravillosas calles, plazas y canales, descubriendo aquellos rincones donde todavía se conserva un ambiente genuino y tranquilo, casi de pueblo, alejado del bullicio de las áreas indicar a diario por el turismo. Al mismo tiempo seguimos asistiendo a escenas de la vida familiar de Brunetti, a su relación con su esposa Paola y sus hijos adolescentes, con sus compañeros de la comisaría y con la misma ciudad de Venezia que tiene, como ya es habitual, un papel casi protagónico. Y todo ello contado con el estilo ágil y de muy amena lectura al que ya nos tiene acostumbrados la Leon después de tantas entregas de esta exitosa serie que parece no agotarse a pesar del paso de los años.

viernes, 30 de julio de 2021

Con el agua al cuello

Es curioso que las novelas de Donna Leon se han convertido para mi en un clásico veraniego y cada año cae alguna entre mis lecturas vacacionales. En este caso "Con el agua al cuello" nos transporta nuevamente a Venecia en unos abrasadores días de verano, de un calor sofocante y húmedo, con la ciudad invadida por turistas que abarrotan las calles, plazas y canales causando auténticos atascos en la circulación de lancha, barcos y taxis acuáticos. Mientras tanto la vida cotidiana de los veneciados continúa con sus rutinas habituales y los policías de la questura con Guido Brunetti a la cabeza, junto a su compañera la commissaria Claudia Griffoni, se encuentran con varios casos entre manos: por un lado, el de unas carteristas detenidas decenas de veces que incomodan al alcalde y del que el vicequestore Patta, jefe de la questura, desea deshacerse para que no ensucien la imagen de la ciudad de cara a los medios. Otro asunto del que tienen poca información pero que despierta su interés es el de la viuda de un empleado del servicio de aguas que hace llamar a los comisarios poco antes de fallecer, para hacerles saber que la reciente muerte de su marido no fue un accidente sino provocada por una información de la que disponía relacionada con los controles de calidad del agua potable en la ciudad a los que se dedica la empresa para la que trabajaba.

Como es habitual en las novela de la Leon, nos encontramos aquí con personajes tremendamente humanos, personas de verdad con interés vitales que van más allá de su relación con el caso en curso en el que estén implicados. Casi se podría decir que los casos policiales son una excusa para hablar de las personas, que no es tan importante si los comisarios desmontan los delitos o detienen a los culpables como las historias personales que nos hacen descubrir.

Siempre que leo una novela de Brunetti nos encontram8s frente a una serie de temas recurrentes que son, probablemente, lo que más me atrae y me conquista de esta serie: el humor peculiar e inteligente del commissario, las diferencias culturales y de carácter entre el norte y el sur del país, las peculiaridades del dialecto véneto que distingue a los orgullosos locales de los foráneos, el permanente mal funcionamiento de las instituciones políticas, la lucha contra la invasión descontrolada del turismo, la preocupación por la preservación del medio ambiente de la laguna y de la autenticidad de su entorno cultural, así como la complicada gestión municipal de una ciudad tan particular como Venecia con los distintos barrios que componen el entorno de la ciudad y su laguna que generan unos problemas de infraestructuras y mantenimiento absolutamente peculiares dada su configuración geográfica. Todos esos asuntos son los que enriquecen el argumento puramente policial y suman valor a la obra de la Leon y a los casos de nuestro ya querido Brunetti. 

"—Dígame si está dispuesto a reunirse conmigo y, en caso afirmativo, dónde y cuándo.

—¿No se supone que la policía tiene que dar órdenes y amenazar a la gente a que se presente en la questura cuando ellos lo manden?

—Creo que eso pasa más que nada en la televisión —sugirió Brunetti—. Los que trabajamos aquí, en este edificio sin aire acondicionado, estamos siempre buscando excusas para escaparnos.

—¿Vendría a la Giudecca?

—Sólo si me permite ir con mi compañera. Es napolitana, e intento exponerla a cuanto más dialecto veneciano mejor; tengo la esperanza de que acabe encajando."

jueves, 6 de agosto de 2020

Restos mortales

Arranco el mes de agosto con una lectura en la que recupero la muy agradable compañía del comisario Guido Brunetti de la mano de la prolífica Donna Leon a la que hace tiempo que tenía bastante abandonada. En esta nueva entrega de su serie titulada "Restos mortales", nos encontramos precisamente en mitad del asfixiante verano veneciano, inmersos en una terrible ola de calor que acompaña al comisario mientras que investiga un caso que involucra a algunos personajes de la alta sociedad local, ese grupo cerrado de personas bastante chapados a la antigua en cuanto a su afán por mantener los privilegios de clase propios de su círculo cerrado y reducido de amistades de toda la vida y familias importantes que muchas veces tratan de actuar al margen de las reglas que se aplican al resto de los ciudadanos. Este es, sin duda, un tema recurrente en las novelas de la León y suele aparecer con frecuencia en las diferentes entregas de esta serie.

En esta ocasión, sin embargo, Brunetti no podrá culminar la investigación en curso ya que se verá forzado a tomarse unos días de descanso por prescripción médica que le aconseja permanecer alejado del estresante ritmo cotidiano de la comisaría e incluso abandonar la ciudad, plagada durante esas fechas de turistas a los que no siquiera el sofocante calor veraniego les impide invadir por millares los espacios que la auténticos venecianos consideran como propios.

El caso es que Brunetti se marcha a refugiarse en una de las muchas  propiedades de la adinerada familia de su esposa Paola, en este caso en la isla de Sant'Erasmo situada a poca distancia de la ciudad, en medio de la laguna, pero que resulta un lugar paradisíaco, alejado del tumulto urbano donde el policía disfrutará de su ritmo de vida lento y donde se dedicará a desconectar, dormir ocho horas diarias, leer, montar en bicicleta y retomar el ejercicio del remo que solía practicar en compañía de su padre. Traba allí cierta amistad con el viejo Casari, el guardés de la finca en la que se aloja y excelente remero con quién recorre la laguna mientras visitan las colmenas de abejas que Casari mantiene repartidas por las diversas islas, ocasión que el hombre aprovecha para compartir con Brunetti su preocupación por el gran número de abejas que están muriendo últimamente en sus panales. Durante las horas dedicadas a diario a navegar, Guido redescubre las maravillas naturales que rodean a Venecia: la multitud de aves acuáticas, la asombrosa naturaleza salvaje de horizontes que se pierden a la vista sin edificaciones de ningún tipo en medio de un silencio absoluto entre multitud de canales, aguas abiertas y cañaverales, las mareas cambiantes llenas de corrientes "ese otro mundo de espacio interminable y horizontes sin límite."

Cuando tras una tremenda tormenta Casati desaparece con su barca, se inicia su búsqueda por parte de la guarda costera y la Capitanía, búsqueda  en la que Brunetti colabora al ser una de las últimas personas que estuvieron junto al desaparecido. Como policía que es, y a pesar de encontrarse oficialmente fuera de servicio, no podrá evitar realizar una investigación por su cuenta aunque sea a nivel particular; de hecho sigue apartado oficialmente del trabajo, pero siente la necesidad de descubrir qué le ocurrió realmente a Casati, cómo fueron sus últimas horas, qué le preocupaba con respecto a la muerte sus abejas, intenta conocer un poco más a fondo al hombre bueno que tanto amaba la laguna y descubrir cómo un hábil navegante como él pudo verse sorprendido por una tormenta.

A lo largo de la novela aparecerán algunos de los temas que se repiten en los libros de la Leon como es el constante proceso de decadencia en que se encuentra inmersa la bella ciudad de Venecia, su lucha permanente contra l'acqua alta, el turismo o la contaminación de la laguna y contra el progreso en general que amenaza la esencia antigua de la ciudad de la que tan profundamente orgullosos de muestran sus habitantes. Una vez más, el caso policíaco no es sino una excusa para volver a homenajear a la ciudad que la autora norteamericana ha adoptado como lugar de trabajo y de residencia. Y esa es, como casi siempre, la mejor parte de todas sus novelas.
"Guardaron silencio durante un momento: tres venecianos, familiares en el velatorio de una ciudad que había sido un imperio y que ahora vendía las cucharillas del café para pagar las facturas de la calefacción."

jueves, 12 de julio de 2018

Las aguas de la eterna juventud

Regreso nuevamente a enfrentarme con un caso del comisario Brunetti de cuya mano vuelvo a adentrarme en la Venecia más auténtica e intrigante y que tan bien retrata la escritora norteamericana Donna Leon. Curiosamente, debo comentar el hecho de que la propia autora tiene prohibido que sus novelas se traduzcan al italiano, no sé si se deberá a no estar muy segura de que la imagen de la ciudad Venecia que transmiten sus libros sea criticada por los propios habitantes de la ciudad de los canales. En cualquier caso debo decir que a mí sí que me tiene conquistada esta versión que la Leon hace de la ciudad italiana. Será porque no vivo allí y por lo tanto no puedo juzgar más que por lo que ella misma me muestra, tal vez.

Cuando se publica "Las aguas de la eterna juventud" han pasado veinticinco años desde la primera entrega de la serie y se nota el paso del tiempo en algunos aspectos como en que nuestro protagonista ya ha entrado, ¡por fin!, en el mundo del teléfono móvil (aunque sea para tenerlo guardado en cajón de su despacho) o que nos hablan del faraónico proyecto de ingeniería Mose, , actualmente en construcción, que pretende proteger a la ciudad de los canales de las mareas que, año tras año, siglo tras siglo, amenazan con terminar por hundirla para siempre. Incluso hemos dado el tremendo paso de emplear internet o el correo electrónico. Para otras muchas cosas, poco ha cambiado la vieja Venecia, la de las grandes familias, los palacios ruinosos, y es que muchos de los cambios recientes tampoco es que hayan sido para bien: la invasión de turistas o la gentrificacion preocupan y mucho a los venecianos de toda la vida.

En este caso, el comisario se enfrenta a un caso bastante peculiar, ya que debe investigar unos sucesos ocurridos hace quince años, cuando Manuela, nieta de la condesa Lando-Continui, gran amiga de la suegra del comisario, cayó al agua en uno de los canales de la ciudad y quedó incapacitada a causa del accidente. No hay muchos datos a los que agarrarse para retomar la investigación, pero el conocer a la dulce y para siempre infantil Manuela insufla en Brunetti el ánimo para descifrar los secretos que se ocultan tras el desgraciado accidente. La investigación no transcurre por caminos demasiado complicados pero, como suele ser habitual, el mayor atractivo de la novela reside en los ambientes y personajes típicamente venecianos que nos presentan, siendo el caso a investigar poco más que una excusa para adentrarnos en la siempre misteriosa, peculiar y atractiva ciudad de Venecia. Una nueva ocasión de viajar virtualmente subida en las alas de una entretenida lectura. Y eso ya es más que suficiente.

viernes, 18 de agosto de 2017

Acqua alta

Repito nuevamente con Donna Leon, cosa que, según puedo comprobar en base a mi escasa experiencia, viene siendo garantía de buena lectura. Esta vez lo hago con "Acqua alta", título que evoca indudablemente al escenario habitual de las novelas del comisario Brunetti. Volvemos, efectivamente, a Venecia a reencontrarnos con los personajes a los que conocimos en la anterior novela reseñada de la autora, "Muerte en la Fenice". Y curiosamente, a pesar de no tratarse de obras consecutivas, sino que existen otras tres publicadas entre medias, resulta que precisamente de aquel caso proceden dos de las protagonistas de esta nueva entrega: la diva de la ópera Flavia Petrelli y su compañera, la arqueóloga norteamericana Brett Lynch. En esta ocasión ambas mujeres se ven involucradas en un caso relacionado con robo, tráfico y falsificación de obras de arte procedentes de China, asunto en el que se ve envuelto también el director del museo del palazzo Ducal.

Nuevamente tenemos el gusto de introducirnos en la vida cotidiana de la Venecia más profunda, en las entrañas de una ciudad que se asemeja a un pequeño pueblo donde los vecinos se conocen y los extranjeros o desconocidos son vistos con desconfianza. Destaca la descripción de la ciudad calmada y silenciosa alejada de los centros de atracción del turismo masivo, la paz que se respira en los canales menos transitados, en ese lugar peculiar en donde no circulan coches ni ningún otro vehículo a motor lo que garantiza la paz y el sosiego. Y es en los meses de invierno, precisamente cuando apenas asoman turistas por allí, cuando se da el fenómeno del acqua alta, cuando la lluvia y las corrientes marinas se confabulan para elevar el nivel de las aguas del Adriático que cubren así calles y también viviendas y locales hasta más arriba de los tobillos, es entonces cuando los venecianos muestran la cara más resistente de su carácter, cuando se pone a prueba su intenso amor y lealtad por su ciudad a pesar de la dureza de las condiciones en las que se ven obligados a vivir.

La novela desarrolla la trama policíaca al modo clásico, con gran incidencia en los retratos humanos, siendo preciso recordar que la fecha de publicación original de esta serie se remonta a los años 90 del pasado siglo, lo que no parece mucho tiempo en algunos aspectos, pero sí que supone un salto en lo que a la prevalencia de la tecnología se refiere, por lo que en la lectura se aprecia la ausencia de teléfonos móviles, del uso de internet como fuente de información en el desarrollo de la investigación que todavía se realiza, en gran medida, al modo tradicional, analizando la información que van obteniendo por los medios más básicos de la observación y el interrogatorio, aplicando sus conocimientos sobre arte y cultura en general, su experiencia previa, la manera de analizar a todos aquellos implicados en el caso, su capacidad de elaborar conclusiones a la vista de los datos obtenidos, el uso de los contactos personales y combatiendo, como no, de la mejor manera posible el ritmo lento de la burocracia y el sector público en general de los italianos. Una estupenda novela policíaca que garantiza que siga considerando a Donna Leon como un valor seguro con la que seguro que repetiré cuando tenga la ocasión y se cruce en mi camino cualquier otra de sus recomendables novelas.

domingo, 30 de abril de 2017

Muerte en la Fenice

Tengo la firme intención de ir, poco a poco, descubriendo autores consagrados de la Literatura contemporánea que hasta el momento no he tenido el gusto de frecuentar. Sé que el mundo literario avanza a una velocidad que resulta imposible de alcanzar, ni aún dedicando las veinticuatro horas del día en exclusiva a la lectura; sé, por tanto, que quedarán muchas grandes obras que nunca conseguiré conocer, pero así y todo me he propuesto ir alternando de vez en cuando los últimos lanzamientos, los best sellers del momento, con esas novelas que se van convirtiendo en clásicos, sin ser necesariamente obras maestras, pero que creo que merecen ser descubiertas y disfrutadas. Una de esas autoras a las que no había tenido todavía el placer de leer es la estadounidense Donna Leon, una de las clásicas reinas del suspense con una amplísima producción de éxito y que me he decidido a descubrir precisamente a través de su serie policíaca cuya acción ha tenido el buen gusto de situar en el magnífico escenario que es la ciudad italiana de Venecia y que protagoniza el ya famoso comisario Guido Brunetti. Así pues, esta de "Muerte en la Fenice" no es sino el primer caso protagonizado por el comisario, que así es como deben empezarse las cosas, por el principio; y debo decir que mi impresión personal tras este primer acercamiento ha sido bastante favorable y presumo que probablemente regresaré a la ciudad de los canales de la mano de alguna otra de sus novelas.

Centrándonos ya en el argumento de la novela, nos encontramos con que un famosísimo director de orquesta, de tanto talento como mal carácter, es asesinado, más concretamente envenenado con cianuro, durante un entreacto de la interpretación de La Traviata en el teatro veneciano de la Fenice. El inspector de policía Guido Brunetti tendrá que solventar el caso y descubrir quién ha sido el asesino, investigar quién podría desear y ejecutar la muerte del maestro. Pronto se hará palpable que existen numerosos candidatos a ocupar el puesto de sospechoso. La razón está tanto en el pasado del músico, siendo conocida su simpatía por el régimen nazi, como en el presente, dado su carácter poco agradable y que le granjeó numerosas rivalidades dentro mundo ópera en el que contaba con pocas amistades.

Descubro al hilo de la trama policial parte de la auténtica vida cotidiana de Venecia, fascinante ciudad monumental pero que cuenta también con una imagen peculiar, la del día a día de sus habitantes que, lejos de los lugares tópicos y típicos visitados por hordas de turistas, frecuentan otras plazuelas, pequeños canales canales, conviven con la realidad cotidiana de la humedad que cala los edificios, de la niebla persistente, del trasiego de vaporetos, de ahí la naturaleza desconfiada y reservada de los venecianos de cuna que viven o sufren su ciudad a la que adoran y odian en igual medida.

Claro ejemplo de esos venecianos de origen que conservan su particular dialecto y el orgullo de su pasado glorioso es la distinguida familia de Paola, la esposa de Brunetti, descendientes de antiguas fortunas aferrada a las ancestrales tradiciones de su rancio abolengo, que habitan húmedos palazzi llenos de desconchones y obras de arte. En este mundo del que nada quiere saber Brunetti no le quedará más remedio que introducirse para entrar en contacto con aquella sociedad que frecuenta la ópera, con los que se codeaba el fallecido y que le servirán de medio para resolver el caso que lleva entre manos.

La novela presenta el esquema clásico del investigador que resuelve el asesinato tras conversar con los diversos sospechosos, adentrándose en el entorno que rodea a la víctima, conociendo su pasado, a sus enemigos, dialogando con mucha gente y sacando conclusiones lógicas; nada de pruebas forenses, indicios periciales ni procedimientos científicos, esta no es una novela del siglo XXI, es una obra de corte clásico donde el investigador basa su método en hurgar en la naturaleza humana, en la observación y el interrogatorio, en descubrir las relaciones de amor y odio, los resortes clásicos y básicos que mueven las emociones humanas ahora y siempre.