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viernes, 5 de agosto de 2016

La última salida

Este de Federico Axat es uno de esos libros cuyo arranque te deja enganchado sin remedio a la lectura, sin poder dejar de pasar páginas, porque necesitas saber cómo continúa la increíble historia que tenemos entre manos. Tal vez este sea uno de los puntos fuertes de "La última salida": la incertidumbre más allá del suspense clásico que te fuerza a continuar leyendo para entender qué es lo que está ocurriendo. Y que cuanto más lees, menos entiendes. Comenzando a apuntar el argumento, podemos contar que Ted, el protagonista, ha decidido suicidarse; lo tiene todo bien pensado y organizado. Ha descubierto recientemente que sufre un tumor cerebral y está dispuesto a evitar a su familia el sufrimiento de verle agonizar. La suya es una huída hacia adelante, su propia versión de una muerte digna. Pero en el mismo momento en que se apunta con una pistola a la sien, el timbre de su casa comienza a sonar con insistencia. Cuando abre la puerta un desconocido le ofrece un trato: darle un nuevo sentido a su muerte, hacerla de utilidad uniéndose a una cadena de suicidas que, de paso que se ayudan mutuamente a morir, eliminan a indeseables que merecen abandonar este mundo tras haber escapado a la justicia humana.

No es esta la primera novela en la que Axat crea un argumento que resulta en ocasiones desquiciante para el lector, también en Benjamin nos encontrábamos con una historia en la que se entremezclaba la realidad tal y como parecía estar ocurriendo con la vida interior de una mente desconectada de tal realidad. A lo largo del relato con frecuencia nos vemos al borde de confundir la realidad con la paranoia, o tal vez la confundimos realmente; no sabemos si lo que se nos cuentan son delirios del protagonista o si hemos entrado con él en un bucle temporal donde se crean recuerdos de un pasado que no ha existido y una realidad que no ha ocurrido más que en la mente de Ted y que se reviven una y otra vez. Y es que entendemos que algún tipo de trauma ha provocado que Ted olvide su pasado, que los recuerdos que va recuperando estén desordenados que ni siquiera sean auténticos recuerdos y tendrá que ir reconstruyendo esas memorias ayudado (¿o no?) por Laura, su terapeuta. Por momentos sentiremos que estamos atrapados junto a él en una conjura en su contra, que todos se han puesto de acuerdo en hacerle perder la razón, nos volveremos con él un poco paranoicos, viendo enemigos en todas partes. O tal vez sea ciertamente un loco que necesita que le ayuden a lograr enfrentar su pasado y asumir aquello que provocó su caída a los infiernos. 
"El ajedrez es de por sí un juego un poco paranoico, estás todo el tiempo anticipándote a amenazas que quizás nunca llegarán, y las posibilidades son virtualnente infinitas. Estas mentes analizan variaciones, que son jugadas posibles, una tras otra, con ramificaciones que no tienen límite."
En cualquier caso, la lectura de esta novela no dejará indiferente a nadie, aunque sólo sea por tenernos en vilo pensando en cómo acabará esto, en si finalmente terminaremos por comprender lo que ocurre dentro de la cabeza del protagonista. No podemos negar que Axat se trabaja intensamente sus argumentos, y eso siempre es de agradecer.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Benjamin

"Benjamin" es la primera obra publicada por el argentino Federico Axat, anterior a "El pantano de las mariposas", otra historia con niños como protagonistas de la que guardo muy buen recuerdo. Esta es una novela de misterio con un inicio de aire realista al que se le van incorporando muchos otros elementos que rozan lo paranormal, con un estilo de terror similar a algunos clásicos de Stephen King donde el mundo interior de los personajes, las voces de la mente y otras fuerzas ocultas intervienen en la trama, creando un clima de inquietud y desasosiego que no abandonan al lector en ningún momento.

El argumento gira en torno al pequeño Ben, un crío de nueve años que, enfadado con su irascible madre, se esconde en el desván de su casa para escapar de un castigo, pero una vez allí arriba y alertada la familia de la desaparición del chico, Ben no encuentra el momento de volver a dejarse ver, por lo que permanece oculto bajo el tejado y desde allí comprueba que puede vigilar a su familia a través de orificios en el suelo y respiraderos en la pared. Transcurrido un tiempo, parece que una personalidad extraña se apodera del niño, este ya no es el que era ni piensa ni actúa como se esperaría de él, sino que comienza a planificar una venganza hacia su familia. En medio de la lógica preocupación del pueblo en general que organiza batidas para encontrar al chico, será Mike Dawson, el mejor amigo de Robert, el padre Ben, junto a Allison, una ayudante de la comisaria local, el que más haga por localizar a Ben, y descubra el secreto que se oculta en el desván.

La novela es una buena muestra de miedo psicológico. Asistimos a la presencia de voces que hablan a la cabeza de los personajes, lo que en ocasiones se consideraría como "la voz de la conciencia" pasa a convertirse en un personaje ajeno al que lo escucha. Encontramos en la novela párrafos en cursiva que sabemos que no son escenas que estén ocurriendo en realidad ni auténticos diálogos, sino fruto de la imaginación o ideas susurradas por no sabemos qué personalidad oculta. La narración desde el principio es fluida, la acción constante mantiene la tensión y la va incrementando según avanzan los hechos. Los personajes están bien retratados y llegamos a sentir simpatía por muchos de ellos y rechazo hacia otros que así lo merecen. Vamos conociendo escenas de la vida pasada de los distintos personajes de una manera muy descriptiva, de modo que somos capaces de comprenderlos a raíz de conocer aspectos de sus infancias, de la relación con sus padres, tanto los adultos como los niños resultan creíbles y cercanos.

En cuanto al desenlace sorprendente de la historia, confieso que me he pasado algunos días dándole vueltas, replanteándome algunas escenas, revisitándolas a la luz de lo que se nos desvela al final del libro. Es cierto que durante la lectura ha habido algunos elementos que no me cuadraban pero estaba segura de que todo tendría su explicación en algún momento, que me faltaba por conocer datos que más adelante me serian revelados y así ha sido en parte: cuando se va exponiendo la trama y llega el desenlace se van aclarando e iluminando los aspectos oscuros o confusos que nos ha ido mostrando el autor, descubres que lo que pensabas no era lo que en realidad ocurría y la sorpresa por lo que se descubre es grande. Sin embargo también me han quedado puntos oscuros, todavía no tengo muy claro que me haya convencido algunas escenas que sigo sin comprender bien, incluso vistas ya con todos los datos para reconstruir la totalidad de la historia. Lo que no niego es que he pasado miedo por momentos, me he sorprendido y en ocasiones me he encontrada enganchada a la lectura sin poder soltarla. Una lectura, en fin, que me ha hecho sentir emociones intensas y que precisa una revisión posterior para terminar de encajar todas las piezas pero que, en conjunto, se disfruta mucho.

lunes, 28 de octubre de 2013

El pantano de las mariposas

El comienzo de esta novela del escritor argentino Federico Axat,  "El pantano de las mariposas" es de los que te enganchan fácilmente, tiene ritmo, es inquietante y con un punto de misterio, con lo que te da paso a una historia sobre la que deseas saber qué es lo que va a ocurrir a continuación. Si bien en las siguientes páginas me costó un poco ubicar la acción, tanto geográfica como temporalmente, la historia de Sam Jackson es verdaderamente atractiva.

Desde el momento en que perdió a su madre, Sam vive en la granja de los Carroll junto con otra decena de niños acogidos por ese generoso, aunque estricto, matrimonio. Entre estos niños los hay de las más variadas edades, unos más adaptados a su nueva familia que otros, algunos con un pasado de plagado de horfanatos y familias desestructuradas, pero todos bien atendidos bajo la férrea disciplina de los Carroll. Sam es relativalmente feliz, apenas recuerda a su madre más que levemente y se dedica, a sus doce años, a disfrutar de las diversiones habituales en los niños de su edad durante el largo verano de 1985. Junto con su amigo Billy, un chico ingenioso y decidido, recorren en bicicleta los alrededores de la pequeña población de Carnival Falls, perdiéndose en sus bosques y disfrutando de la libertad que proporcionan las interminables vacaciones. Pronto aparecerá en escena Miranda Matheson, una niña de su misma edad que constituye la novedad en el pueblo al mudarse a la gran mansión de la calle Maple. Los tres chicos protagonizan una historia de amistad infantil, en el límite de la adolescencia, con el descubrimiento del primer amor y compartiendo unas experiencias que los marcarán para siempre. Todo lo relativo a este aspecto de la novela me ha resultado entretenido y bien tratado, me gusta como los protagonistas emplean el ingenio y la camaradería y se apoyan unos a otros para resolver sus problemas, imponiendo valores y actitudes positivos frente a los personajes negativos que aparecen en el relato.

Otro tema destacado en el libro es el asunto del avistamiento de naves extraterrestres en la zona, que parece un elemento menor al principio de la historia, una anécdota más de la que hablar en medio de la rutinaria vida de una pequeña localidad, pero al avanzar la novela va cobrando más peso en el argumento, involucrando a los protagonistas de manera ineludible. Tal vez sea esta faceta más fantasiosa la que menos me ha gustado de la novela, ya que tampoco termina de convertirse en el asunto fundamental y no está equilibrada con el tono general de la historia.

Y no puedo obviar, por supuesto, porque es un elemento esencial de la novela, el giro absoluto que da la historia, no ya al final, sino en la última página del libro. Con un levísimo gesto, apenas unas palabras que podrían pasar desapercibidas, el autor nos pone delante de los ojos una información fundamental que hasta entonces no habíamos visto y que nos hace plantearnos absolutamente toda la esencia del libro que acabamos de leer, verlo todo desde una perspectiva diferente. Yo me quedé con la boca abierta durante un buen rato, mientras rebobinaba a gran velocidad en mi mente toda la historia que acababa de terminar y volvía a analizar cada escena, cada personaje y todas sus relaciones y reacciones a la búsqueda de alguna pista que hubiera podido estar ahí y yo hubiera pasado por alto. Y aún ahora me puedo parar a pensar en ello y me imagino al autor riéndose a solas, pensando en cómo sus lectores reaccionarán ante ese magnífico truco final. Genial, sin duda.