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viernes, 31 de agosto de 2018

Alias Grace

Grace Marks es la joven protagonista de "Alias Grace", este libro en el que la afamada autora canadiense Margaret Atwood novela unos hechos reales ocurridos en su país natal en el siglo XIX y que fueron ampliamente publicitados y comentados en su momento, debido al morbo y la curiosidad que el caso de la joven Marks despertó en el público de la época. Grace cumple condena por colaborar en el asesinato de su patrón, Thomas Kinnear y de su ama de llaves y amante, Nancy Montgomery. Con apenas diecisiete años fue condenada junto a James McDermott a pena de muerte pero se le condonó capital la pena capital, con lo que permanece en prisión teóricamente de por vida.

La vida de Grace nunca fue fácil: procedente de Irlanda junto a su numerosa y mísera familia, cruzó el océano para instalarse en Canadá donde soñaban con alcanzar una vida mejor. Encargada de cuidar a sus hermanos menores, acostumbrada al trabajo duro desde muy pronto, sin haber conocido nunca el amor de su familia, la joven trata de ganarse la vida trabajando de criada hasta que se ve envuelta en los sucesos que la llevan a prisión. Debido a su inestable estado mental, Grace ha pasado brevemente por un manicomio y de vuelta al penal trabaja como criada y costurera en casa del alcaide, cuya esposa forma parte de un comité de buenos ciudadanos reformistas que luchan por la mejora de las condiciones de vida en las prisiones y los manicomios, especialmente de mujeres arrastradas al crimen por su incultura, falta de apoyo familiar e inapropiada defensa jurídica, así como por lograr el indulto de estas presas. Para apoyar la teoría de la inocencia de Grace, este grupo acude al consejo del joven doctor estadounidense estudioso de la mente humana Simon Jordan para que determine el estado de salud mental de la joven, logre entrar en su pensamiento y devolverle los recuerdos que ella declara perdidos y así descubrir cómo ocurrieron realmente los asesinatos de los que se le acusa.

Pero, ¿es Grace realmente inocente? ¿No recuerda realmente lo que ocurrió ni su participación en los hechos o finge locura para librarse de lo más duro de su condena? Corre la mitad del siglo XIX y la psiquiatría está naciendo, al mismo tiempo que están en boga otras técnicas como el hipnotismo y otras pseudo ciencias como el mesmerismo o el espiritismo. Es ciertamente difícil distinguir a los auténticos científicos, aquellos que buscan descubrir los mecanismos ocultos del cerebro, de los charlatanes de feria. A través de las conversaciones con el doctor Jordan, vamos siguiendo la narración detallada de la vida de Grace, con sus sufrimientos pero también con sus momentos de risas con su amiga Mary Whitney, desde la salida de Irlanda junto a su numerosa familia, su llegada a Canadá y sus distintos empleos como criada. Grace recuerda hasta los más simples detalles de aquellos días pero no es capaz de recordar lo que ocurrió con la muerte del señor Kinnear y Nancy Montgomery. Los recuerdos esquivos se mezclan con las distintas y contradictorias declaraciones que ella misma y su supuesto cómplice, James MacDermott, hicieron en el momento de la detención y en el juicio, con las declaraciones de los testigos, con las crónicas de la prensa que siguió el caso y los rumores que corrieron sobre los hechos. La joven confunde sus sueños con sus recuerdos, alterna momentos de amnesia con visiones y no sabemos si miente o realmente no recuerda .
"la culpa no procede de lo que has hecho, sino de lo que los demás te han hecho a ti"
La historia profundiza en las malas condiciones de vida de las mujeres en la sociedad de aquellos años, la supeditación al hombre, a las buenas costumbres que obligan a una mujer honrada a soportar a su marido bajo cualquier circunstancia; vemos las contradicciones entre la ciencia médica y la tradición, la superstición y los métodos no científicos y, aunque situada en tiempos pasados, la novela sirve para reflexionar sobre la situación de la mujer hoy día, sobre los prejuicios y modelos que se arrastran desde aquellos tiempos en la mentalidad de la sociedad y la necesidad de continuar la lucha por que a las mujeres se las considere en términos de igualdad completa con los hombres, acabando con la idea del "sexo débil" o la diferente condición psíquica o mental de las mujeres por el mero hecho de serlo.

viernes, 14 de julio de 2017

El cuento de la criada

Cada cierto tiempo se da el caso de libros que se convierten en lecturas obligadas, en trending topic globales que nos avasallan por su omnipresencia en todos los medios de comunicación: te asomas por internet, lees blogs, miras en Instagram y descubres que todo el mundo está leyendo la misma novela, lo que te hace sentirte fuera de la realidad si no lo haces tú también.  Y esta temporada ese libro "de obligado cumplimiento" es "El cuento de la criada", novela publicada por Margaret Atwood allá por los años 80 y que ha vuelto triunfalmente a la actualidad en estos meses debido al éxito de la serie televisiva basada en la misma. Sea como sea, siempre es de agradecer que la que se ponga de moda sea una buena novela aunque sea con algunos decenios de retraso porque lo cierto es que con este revival literario he tenido ocasión de encontrarme con un relato absolutamente inquietante, una distopía que da terror, de puro creíble que resulta, por la cantidad de elementos reconocibles en los riesgos y amenazas que nos rodean en la convulsa sociedad actual y las radicales medidas que, para contrarrestar los peligros, se toman en la ficción literaria pero que no se ven como desmesurados o implanteables aquí y ahora si pensamos en las ideas y actuaciones de algunos dirigentes de hoy día que tratan de combatir unas ideas extremas con otras igual de radicales aunque sea hacia el extremo contrario del espectro ideológico.

La protagonista de la novela de Atwood es Defred (un nombre que significa que pertenece a un hombre llamado Fred), es una Criada, una de esas mujeres fértiles que, ocultas bajo vestiduras rojas y tocas blancas, constituyen el futuro reproductivo seguro del régimen, cumplen con la misión de garantizar la continuidad de la República, son esclavas de los Señores y odiadas y envidiadas por las Señoras que desean, sin embargo, sus hijos para criarlos como propios. Pero peor sería ser una No Mujer, incapaz de procrear, lo que provocaría ser enviada a las Colonias, un lejano lugar pasto de la contaminación más atroz del que nadie regresa. La acción se desarrolla en la república de Giled, en un pueblito de aspecto idílico ubicado en lo que antes eran los Estados Unidos, en la parte donde el nuevo sistema ha triunfado, un lugar que rezuma una falsa paz, un mundo perfectamente ordenado, organizado, puritano y decente.
"Me gustaría creer que esto no es más que un cuento que estoy contando. Necesito creerlo. Debo creerlo.(...) Esto no es un cuento que estoy contando. También es un cuento que estoy contando, en mi imaginación, sobre la marcha. Contando, más que escribiendo, porque no tengo con qué escribir y, de todos modos, escribir está prohibido. Pero si es un cuento, aunque sólo sea en mi imaginación tengo que contárselo a alguien. Nadie se cuenta un cuento a sí mismo. Siempre hay otra persona. Aunque no haya nadie."
En esta sociedad autoritaria existe una vigilancia constante sobre las obligaciones que corresponden a cada uno, cada persona tiene asignada una tarea, una función en esta sociedad jerarquizada y rígida donde no se permite a nadie escapar a su destino, dejar de cumplir con su papel.

Defred recuerda que hubo un tiempo pasado diferente, donde tuvo un verdadero nombre, un esposo y una hija, y una madre que hoy se encuentra en las Colonias, que luchaba por los derechos de las mujeres en una sociedad que, ahora se da cuenta, era pura libertad, una libertad que ahora no está permitido ni siquiera mencionar, igual que no está permitido opinar ni disentir. Las Criadas no pueden ni hablar con los demás fuera de su ámbito, ni mantener contacto físico ni visual con hombres que no sean su Capitán, son mujeres consagradas a su labor de engendrar. Pero hay otras prohibiciones terribles, la peor de todas: la palabra escrita. Ni libros, ni diarios, ni revistas están permitidos, ni las tiendas tienen carteles, sino que se identifican con dibujos, como las antiguas tabernas medievales. La palabra es expresión de voluntad, manifestación de pensamiento, expresión de libertad ¡¡lo peor que puede existir!!

Entiendo el éxito que ha tenido esta obra, ya que es una lectura que no deja indiferente a nadie, te obliga a cuestionarte muchos aspectos de nuestra sociedad, lo que tiene de bueno y los peligros que la amenazan y los valores que están en riesgo y que no nos esforzamos apenas por defender, confiados en que prevalecerán siempre por su bondad, cosa que al vez no esté garantizada en el futuro.