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sábado, 27 de mayo de 2017

Calle de las tiendas oscuras

Llevo una racha intensamente francesa en los escenarios y autores de mis ultimas lecturas; sin buscarlo expresamente, llevo todo un mes anclada en la literatura francesa y con esta novela "Calle de las tiendas oscuras" continúo por ese camino. Fue precisamente una de mis ultimas lecturas la que me creó la necesidad de releer a Patrick Modiano, al que sólo había conocido brevemente con anterioridad pero que supongo que era necesario que volviera a él para culminar con honores esta fase mía de "afrancesamiento" literario.

De Modiano sabemos que es un autor eminentemente parisino, en sus obras la ciudad tiene tanto protagonismo como los propios personajes y también sabemos que los argumentos no son tanto de acción como de reflexión, más centrados en la introspección y el papel de los recuerdos y el pasado que en la recreación del momento presente. Todo esto lo tenemos en esta obra donde nuestro protagonista, Guy Roland, aparece como un hombre sin pasado ni recuerdos, ni su nombre es verdaderamente el suyo, lo ha olvidado todo y trata de descubrir su verdadera identidad preguntando, indagando entre aquellos que pudieron conocerlo, recorriendo bares u hoteles que pudo frecuentar, trazando el discurrir de otras vidas que pudieron rozar la suya, una existencia que pudo ser la suya, pero se encuentra solo, todos aquellos que lo conocieron han desaparecido. Acompañamos a Roland en su constante incertidumbre sobre propia identidad y lo que fue de la vida que vivió, a donde fue a parar aquel tiempo y todos los que lo habitaron.

El relato cuenta con escasas descripciones, los diálogos no cuentan con referencias previas, traza las escenas con breves apuntes dibujando un ambiente propio de cine negro, aunque se puede deber a la época en que transcurre la acción, los oscuros años de la ocupación, con tantos muertos,  tantos huecos en la memoria, tantas personas que Guy conoció y que ya no están: han muerto o han escapado o se ocultan, parece que no queda vivo ninguno de los que podían haberle conocido en otra época y que podían hacerle saber quien fue él mismo. Roland callejea por París tratando de encontrar un lugar que le resulte familiar o a alguien que le reconozca y le recuerde, una calle, un portal, pasea por avenidas, cruza puentes esperando que los recuerdos de la que fue su vida, los momentos que transcurrieron por aquellos lugares regresen a su memoria, algo que le devuelva sus recuerdos que van volviendo inconexos, poco a poco, a través de fogonazos de momentos vividos, de lugares que no logra ubicar. Mediante encuentros con aquellos que pudieron conocerle, a través de las vagas referencias que va descubriendo se nos presenta un relato creado a base de escenas en muchos casos inconexas, no hay una narración común ni un claro hilo argumental sino que nos lleva saltando de un lugar a otro, de un recuerdo a otro de personaje en personaje, lo que ayuda a compartir la sensación de inseguridad, de no tener un suelo firme en el que apoyarnos, en no poder, como no puede el protagonista, reconstruir su vida de manera completa, sino que vamos cosiendo retazos de momentos y personas con las que creamos un puzle que refleja de algún modo esa vida que se le escapó con la perdida de la memoria pero también la vida que perdieron todos con los oscuros años de la ocupación, con la vergüenza del colaboracionismo y el drama interminable de la guerra.

Una lectura intensa y en la que el lector tiene que tomar parte activa, no se lee con comodidad dejándonos llevar por el relato, sino que debemos trabajar para reconstruir el pasado de Roland, investigar con él y descubrir quién fue y qué fue de su pasado.

viernes, 24 de julio de 2015

Accidente nocturno

Tenía, necesariamente, que conocer de una vez la obra de Patrick Modiano, escritor francés reciente premio Nobel de literatura y autor absolutamente desconocido para mí hasta el momento. Y lo cierto es que su obra es bastante amplia y no sabía por dónde empezar, así que me decidí por este "Accidente nocturno", una novela de poca extensión y en donde aparece uno de los temas recurrentes del autor, la ciudad de París retratada desde el prisma del parisino de a pie que se mueve por sus calles con naturalidad.

El protagonista de la novela nos va haciendo partícipe de unos hechos ocurridos hace algún tiempo: una noche en París es atropellado por un coche, el accidente nada grave pero que supone un giro en su vida, lo quiere ver como una señal de cambio pero desconocemos el pasado que quiere dar por finalizado y el futuro al que desea encaminarse. Confieso que como lectora, en ocasiones me he sentido algo perdida siguiendo las reflexiones del protagonista, no logra saber o transmitir de dónde viene, ni da mucha información sobre su relación con su padre, de cuál fue su problema con él, qué les distanció, si bien se adivina una infancia solitaria y desgraciada. El joven da tumbos por París, de café en café, se reúne con frecuencia con el padre, cada vez en un lugar diferente. La turbación del protagonista se contagia al lector, que no acaba de encontrar su razón de ser. Sólo la obsesión por encontrar a la causante del accidente le mantiene despierto.

No puedo decir que esta sea una novela en la que cuente ante todo el argumento, más bien la manera de describir las sensaciones, los estados de ánimo y sobre todo de presentar a la ciudad de París como un mundo propio, generalmente solitario, donde se mueve un protagonista que no acaba de mostrarse, que hay que adivinar más que conocer. Seguramente no he acertado en esta mi primera aproximación a Modiano, no puedo decir que haya conectado con él, me he encontrado con una novela muy bien escrita pero en la que no he logrado entrar, no ha despertado mi interés, tal vez porque yo esperaba que me contara una historia y tan solo me la ha presentado en breves pinceladas, me la ha enseñado de lejos para que yo la recree o la complete a mi gusto. Acepto, por tanto, sugerencias para seguir conociendo al autor que seguro que tiene la capacidad de contar historias que me lleguen más que esta.