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sábado, 25 de marzo de 2023

El espejo de nuestras penas

Con "El espejo de nuestras penas" finaliza la trilogía que Pierre Lemaitre ha dedicado al periodo histórico que transcurre entre las dos guerras mundiales con París como escenario principal y que se aúnan bajo el título común de Los hijos del desastre. 

Al inicio de esta tercera parte, una nueva guerra ha estallado en Europa pero hasta el centro de París apenas llegan noticias desde el frente de batalla; la vida continúa prácticamente sin cambios. Louise Belmont es una joven maestra que se ve envuelta en un extraño incidente que amenaza con desequilibrar su frágil existencia y la lleva a descubrir los secretos que su difunta madre le ocultó durante toda su vida. A Louise ya la conocimos en la primera entrega de esta trilogía como la niña que acompañaba y entretenía al soldado Péricourt cuando éste se ocultaba de su padre junto a su camarada Maillard, tras haber sido seriamente desfigurado en la guerra. Pero esta es una historia diferente y no conectada con las anteriores.

Por otro lado conocemos al joven Gabriel, un maestro que sirve ahora en el Ejército destinado en la línea Maginot a la espera del inminente ataque alemán. De su mano asistiremos a la sonrojante actuación del ejército francés ante el imparable avance del enemigo mucho mejor entrenado y provisto que las fatuas y anticuadas fuerzas francesas. A su lado en sus desventuras se topará con el soldado Raoul Landrade, un golfo experimentado, trilero, especialista en organizar chanchullos con los que sacar beneficios a costa del Ejército, que llevará al bueno de Gabriel por el camino de la amargura. El camino de los dos camaradas que acabarán convertidos en amigos a la fuerza se cruzará con la del guardia móvil Fernand que se debate entre sus obligaciones para con el Ejército que le ordenan escoltar hacia el sur a los presos de una cárcel desalojada de París y su deseo de proteger a su mujer de los riesgos de la guerra que se aproxima imparable hacia la capital.

Y por último, la tercera línea argumental es la protagonizada por el personaje fascinante de Désiré, un embaucador profesional, rey del disfraz, del engaño y la simulación que pasa por distintos papeles a lo largo de la novela buscándose la vida a base de situarse en empleos para los que en absoluto se encuentra capacitado, pero donde logra ascender por su dominio del arte del fingimiento y su total ausencia de escrúpulos.

Con la vorágine de la guerra como fondo, Lemaitre prueba su capacidad de crear escenarios históricos habitados por numerosos personajes y lograr que todos ellos sean convincentes, bien dibujados y con una historia a sus espaldas que nunca es menor, enfrentados a un destino inesperado al que deben adaptarse aunque sea a costa de su dignidad o sus principios. Porque en esta novela no hay héroes, sólo seres humanos de verdad, con sus virtudes y sobre todo con sus defectos. En este magnífico relato coral, Lemaitre narra la huida de los parisinos de la ciudad en junio de 1940 ante la inminente llegada del ejército alemán que avanza imparable en su ocupación del país y muestra a sus compatriotas con una mirada descarnada y sin reparar en exponer sus grandes defectos nacionales: la petulancia, la soberbia y la cobardía pero también la fraternidad y la compasión. El episodio histórico es el mismo que retrató mi muy admirada Irène Némirovsky en su obra cumbre "Suite francesa". El portento narrativo de Lemaitre en esta ocasión se muestra en su máximo esplendor en esta obra que se lee con la pasión y el entusiasmo que despiertan las grandes novelas a las que, libro tras libro, el francés nos está acostumbrado a sus cada vez más fieles lectores.

viernes, 20 de enero de 2023

Los colores del incendio

Tras la magnífica novela  "Nos vemos allí arriba", Pierre Lemaitre continua con "Los colores del incendio" su trilogía histórica de Los hijos del desastre, ambientada en la Francia del periodo de entreguerras. Tengo la sensación de que esta segunda novela supera a su antecesora en complejidad y profundidad de los personajes, lo que ya era difícil pero, para gran fortuna de sus lectores, Lemaitre ha logrado superarse a sí mismo una vez más.

Nos reencontramos con personajes que ya aparecieron en la anterior entrega pero que ahora cobran un protagonismo con el que no contaron antes. A la muerte del banquero Pèricourt, todo su entorno trata de adaptarse a las nuevas circunstancias. Su hija Madeleine es su principal heredera y debe quedar al mando de los negocios a pesar del drama sufrido por su hijo Paul, paralítico tras lanzarse desde el segundo piso de su vivienda el mismo día del funeral de su abuelo. A la hora de gestionar el banco, cuenta con Gustave Joubert, el que fue mano derecha de su padre y aspiraba a suceder a éste y hacerse dueño de su fortuna mediante un matrimonio que veía casi asegurado con Madeleine, hasta que esta le rechazó por su amante además de preceptor de su hijo Paul, André Delcourt, un don nadie con ínfulas de escritor. Enfrente tendrá a su tío Charles Péricourt, que ha forjado toda su carrera política gracias a la generosidad y las influencias de su hermano y ahora, acuciado por las deudas, confiaba en que la herencia de su hermano le favoreciera más de lo que en realidad lo ha hecho.

Como el narrador portentoso que es, Lemaitre ha logrado crear todo un universo propio con unos personajes de una personalidad bien definida y una profunda caracterización. Desde los detalles más superficiales a los más ocultos secretos del corazón humano, Lamaitre nos lleva a lo largo de esta novela por un retrato de la Francia de los años 30 destripando su sociedad, el inicio de la gran crisis financiera que acabaría con el sistema económico en vigor, la amenaza de una segunda guerra europea y la complejidad de la política de aquellos años, al tiempo que nos introduce en los más oscuros recovecos del alma de sus personajes: la avaricia, la envidia, el despecho, los más viles sentimientos y debilidades humanas desfilan por las páginas de esta historia plagada de traiciones, secretos, venganzas que se van tramando ante los ojos del lector, fortunas que se desmoronan y otras que se erigen sobre los despojos de los caídos. Ningún personaje es menor, ningún hilo argumental es de relleno, pero destaca por encima de todos el relato de una terrible venganza tramada con paciencia y detalle y llevada a cabo de manera implacable y meticulosa. Una novela magistral que, en mi opinión, eleva al autor francés a lo más alto del panorama de la literaria europea contemporánea.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Nos vemos allá arriba

Descubrí a Pierre Lemaitre a través de su faceta de autor de novelas policíacas con la serie del inspector Camile Verhoeven de la cuál me fascinó su capacidad de sorprender al lector con sus tramas altamente inquietantes y sus giros sorprendentes. Y después del éxito de aquella colección el autor dio un giro para adentrarse en otros géneros con igual acierto, así que tras la interesante "Tres días y una vida" me adentro ahora en su serie de ficción histórica situaba en torno a la I Guerra Mundial y siempre con París como escenario principal.

"Nos vemos allá arriba" inicia su acción en noviembre de 1918, a pocos días del armisticio que pondrá fin a la guerra, días en los que el ánimo ente los soldados del frente es básicamente de impaciencia y expectación ante la promesa del deseado regreso a casa y la esperanza de recuperar pronto sus vidas de antes. Un acto irresponsable y egoísta por parte del teniente Pradelle, un oficial ansioso por hacer méritos que le reporten un interesante ascenso antes del próximo fin de la guerra, obliga al batallón de soldados a sus órdenes a asaltar una colina cercana, acción en la que los soldados Albert Maillard y Édouard Péricourt se verán arrastrados al borde de la muerte y sufrirán unas consecuencias que dará lugar a que nunca vuelvan a ser los jóvenes ilusionados y llenos de proyectos que eran hasta ese momento.

Una vez desmovilizados, Pradelle alcanzará un gran éxito económico, emprenderá boyantes negocios y entrará a formar parte de la élite del país gracias a un acertado matrimonio y la falta de escrúpulos para aprovecharse de las circunstancias, mientras que Maillard y Péricourt se convertirán en dos miserables excombatientes quedando relegados a los más bajos escalones de la sociedad. Albert abandona sus planes de casarse con su novia Cecile y llevar una feliz y sencilla vida burguesa, mientras que Edouard desaparecerá literalmente del mundo haciéndose pasar por fallecido para no volver junto a su adinerado e intransigente padre; convertido en un completo incapacitado, optará por vivir escondido de todos, quedando bajo los cuidados de su amigo Albert.

La historia que nos cuenta Lemaitre está plagada de cadáveres, de cuerpos destrozados y mutilados, de almas rotas, algunos con daños bien visibles y otros invisibles a simple vista, de hombres absolutamente corrompidos por dentro, "inválidos del corazón", víctimas todos de la guerra. Nos encontramos con especuladores que hacen negocio a costa del dolor ajeno y de oportunistas que se enriquecen gracias al homenaje a los héroes caídos, mientras que los excombatientes a los que se debería honrar adecuadamente por el sacrificio realizado por el país no son más que unos desgraciados de los que nadie se preocupa y que malviven arrastrando sus lesiones y apenas subsisten con unas exiguas pensiones y ningún reconocimiento por parte de sus conciudadanos. La novela nos muestra un amargo retrato de personajes llenos de claroscuros, de matices, intensos y profundos, que no siempre son completamente positivos o negativos sino hombres con debilidades y sufrimientos que se mueven por maldad, por codicia, por cobardía, miedo o remordimientos, mostrando las numerosas y variadas respuestas del ser humano frente a las dificultades que la vida les plantea. Un novela muy intensa y altamente recomendable que muestra que nada bueno resulta nunca de las guerras.

lunes, 22 de mayo de 2017

Tres días y una vida

Tenía ganas de conocer a Pierre Lemaitre fuera de su faceta de gran autor de novela policíaca, con lo que tenía por fuerza que leerme esta otra obra suya titulada "Tres días y una vida" en la que el genial autor francés demuestra que, independientemente del género que toque, su capacidad para retratar personajes de manera profunda no queda afectada en absoluto, tenga como protagonista de sus relatos a adultos involucrados en asuntos policiales o niños envueltos en hechos dramáticos.

En este caso nos presenta a un protagonista infantil llamado Antoine, un niño de doce años algo solitario y bastante sensato pero al que la vida le da un vuelco total cuando, a causa de un arrebato acaba involuntariamente con la vida de Rémi, su pequeño vecino y decide ocultar su cuerpo en una zona boscosa cercana a su casa. A partir de aquí, el niño no conocerá ni un minuto de paz; la desaparición de Rémi sacude el pequeño pueblo de Beauval, la población en pleno se vuelca en ayudar a los padres en la búsqueda del niño, el ambiente se tensa rápidamente ante falta de pistas, las dudas, los rumores, las antipatías y rencillas entre vecinos surgen a la hora de señalar a los posibles sospechosos potenciales de la desaparición, todo el mundo duda de todos, buscan posibles culpables, la desconfianza también se vuelve hacia las autoridades y su incapacidad de dar con el pequeño de manera eficaz.

Antoine observa todo el trajín de gente desde su ventana, observa a las fuerzas vivas del pueblo que pasan por el jardín de los vecinos para mostrar su apoyo, prestar ayudar, criticar la acción de la policía o del alcalde o simplemente cotillear sobre las ultimas novedades de la búsqueda. Al mismo tiempo que se ve obligado a acompañar a las partidas de búsqueda que remueven el estanque, que recorren el bosque en busca de Remí, Antoine va planificando en su mente la huida del lugar; ve que su única opción es escapar antes de que lo detengan, al tiempo que su viva imaginación va recreando futuras escenas de detención por parte de la policía, se ve confesando el crimen y también se ve huyendo, escapando del país, viviendo una vida de prófugo. La mala conciencia, los remordimientos y el miedo no le deja descansar y ni siquiera el transcurso de los años logrará librarle del peso de la culpabilidad que arrastrará constantemente.

La narración es absolutamente correcta, los personajes y sus sentimientos están muy bien retratados, los distintos habitantes de Beauval cobran vida ante nuestros ojos y nos atrapa la narración, pero es cierto que he echado en falta ese efecto que he sentido con la lectura de otras novelas de Lemaitre de que la historia te agarra las tripas y te las revuelve, esa sensación de no poder dejar la lectura a pesar de la crueldad y la irracionalidad que se muestra, esa aceleración constante en la trama que te hace seguir leyendo de manera compulsiva, aunque sí es verdad que en este caso el autor logra transmitir la angustia, la incertidumbre, la inquietud del culpable que espera ver caer la espada de la justicia sobre su cabeza en cualquier momento, el tono general del libro no es exactamente el de la serie del detective Verhoeven, pero, así y todo, se puede decir que esta es igualmente una novela notable, dejando al margen las siempre odiosas comparaciones.

jueves, 16 de febrero de 2017

Camille

El comandante Camille Verhoeven, protagonista de la serie policíaca del francés Pierre Lamaitre, no es un hombre afortunado; después de los dramas que le ha tocado vivir con anterioridad parece que ahora que ha rehecho de algún modo su vida junto a Anne, esta resulta ser la víctima de un brutal atraco, sin más razón que la de encontrarse en el lugar erróneo en el peor momento. Lamaitre nos describe en "Camille", con su usual detallismo no exento de detalles cruentos el devenir de los hechos, el salvaje ataque que sufre Anne, las sensaciones de Verhoeven al revivir los hechos a través de las grabaciones de las cámaras y de los relatos de los testigos del asalto, la manera en la que se involucra en la investigación sin informar a sus superiores ni compañeros de la relación que le une con la principal víctima del caso, el modo en que carga sobre sus hombros la responsabilidad de salvarla del asesino que parece acecharla, que quiere acabar con ella a toda costa.


A diferencia de la mayoría de las novelas de misterio o de género negro que van incrementando el suspense hasta un final explosivo, las novelas de Lamaitre comienzan en alto y en ningún momento bajan a un momento valle, a todo lo largo de la lectura nos mantenemos en vilo esperando un golpe de gracia, un estallido de violencia, un acontecimiento inesperado, el corazón constantemente en un puño, porque los personajes negativos no son racionales, son crueles sin medida y no bajan la guardia en ningún momento. Y el lector tampoco puede relajarse ni un minuto, hay momentos en que la angustia por no entender qué está pasando te ata al libro y te hace leer a toda velocidad para lograr salir del laberinto en el que el pobre Camille se encuentra atrapado.

Esta es la última novela de la serie protagonizada por Verhoeven, una serie de las que hay que leer siguiendo su orden de publicación, en la que te llegas a encariñar del comandante y algunos de sus peculiares compañeros y que garantiza en todas sus entregas emoción máxima, profundización en los sentimientos y la mente de los personajes y, sobre todo, un enorme disfrute lector, a pesar de que en ocasiones haya que entrecerrar los ojos ante la crueldad de algunos de los episodios narrados. Pero así y todo, no dudo en recomendar su lectura por su indudable calidad literaria y acierto en el retrato humano de los personajes.

miércoles, 20 de julio de 2016

Rosy & John

Desde la primera novela de Pierre Lamaitre que cayó en mis manos me convertí de inmediato en fan número uno del autor francés, sin remedio y sin deseo de remisión. Así que voy siguiendo, sin prisa pero sin pausa, todo aquello que va publicando, especialmente su serie protagonizada por el teniente Verhoeven. Esta de "Rosy & John" es uno de los capítulos de dicha serie, aunque no lo sería estrictamente hablando. Me explico: Lamaitre recibió el encargo de crear una obra breve apta para ser leída en el transporte publico a través de dispositivos móviles, (¡Oh, Dios, el futuro sí que ya está aquí!) De ahí el formato breve, los capítulos cortos, aptos para ser leídos en breves recorridos en metro o en el trasbordo de un autobús a otro. Retoma en este libro, claro está, a su protagonista ya mítico, el comandante Verhoeven, y lo coloca frente a un caso que de nuevo resulta trepidante, como es habitual tiene como escenario el París más actual que sufre una nueva amenaza con los tiempos marcados, breves plazos que hay que superar y que provoca un ritmo de urgencia constante en la acción, peligros inminentes que el afilado talento del reducido investigador tendrá que solventar para evitar una catástrofe. Esta es, por tanto, una novela de Verhoeven, pero que no necesariamente continúa la serie temporalmente, toma los elementos de la historia personal, los mismos personajes pero es independiente dentro de la serie.

Siendo esta una novela breve, destaca más aún la capacidad de Lemaitre para dibujarnos en breves trazos la acción, los escenarios y a los personajes, comprobamos su maestría para crear tramas novedosas, originales, para perfilarnos en unas pocas líneas la situación, ponernos en antecedentes y resolver un nuevo caso que cada vez es diferente pero que mantiene el estilo propio que ya le ha hecho estar en la cima del éxito por méritos propios, con argumentos contemporáneos situados en el siglo XXI y a la vez conservando lo mejor de los clásicos de la novela negra.
" Es la primera vez que ven a un asesino traer las facturas para demostrar que es el culpable"

jueves, 10 de marzo de 2016

Alex

Hay algo de masoquismo en el hecho de tomar la decisión voluntaria de volver a Pierre Lemaitre y a su serie policíaca protagonizada por el comandante Verhoeven que comenzó con "Irene" y que continúa en esta ocasión con "Alex". Y es que sabemos a ciencia cierta que lo vamos a pasar mal, que nos vamos a encontrar con una historia que nos va a inquietar, asquear, que va a hacernos sufrir al enfrentarnos a la maldad y a la crueldad en estado puro (otra vez) encarnada en personajes a los que nos cuesta comprender, que actúan aparentemente sin una razón lógica, porque el crimen siempre es irracional pero es que Lemaitre es especialista en mostrarnos a unos asesinos que parecen matar sin una razón, sin una explicación que nos pueda hacer entender sus motivaciones. En este caso, todo comienza cuando en una tranquila noche parisina Alex es secuestrada en mitad de la calle; un único testigo denuncia el hecho a la policía que debe iniciar la investigación desconociendo, no sólo la identidad del secuestrador sino incluso la de la misma secuestrada, nadie ha denunciado la desaparición de la joven, no saben por dónde buscar, porqué la han secuestrado, quién es. El lector sabe que Alex es una mujer en peligro, otra víctima en manos de un loco cruel e imprevisible. demasiados aspectos en común con el caso de Irene, la fallecida esposa del comandante Verhoeven, lo que despierta su rechazo radical a ocuparse de este caso pero al tiempo le obliga a imponerse la responsabilidad de resolver el caso.

Pero no creeremos que Lemaitre sea tan comodón como para crear una trama tan simple, un personaje tan plano como el de una pobre joven inocente que se limita a ser la víctima en manos de un maníaco irracional del que debe escapar, sabemos que no va a ser así. Nuestro protagonista, con su carácter agrio, sus intensos silencios y su mente inquisitiva tendrá que enfrentarse a un caso en el que el concepto de víctima no tiene un perfil nítido, donde todo se complica demasiado. Los inquietantes escenarios que crea, la introspección en la mente de los personajes, los macabros detalles que nos facilita, todo eso nos pone cara a cara con el horror y el dolor que sufren las víctimas, pero al mismo tiempo Alex continuará siendo un misterio para el lector igual que para la policía. Acompañaremos a Verhoeven en su intento de tratar de descubrir en primer lugar quién es ella, y luego comprender qué es lo que le mueve, hasta introducirnos en el infierno en vida que resultará ser toda su vida. La novela está cuajada de asesinatos aparentemente innecesarios y brutales, demasiadas muertes a las que no se les encuentra sentido hasta que descubramos la trágica realidad. Esta lectura supone un puñetazo de crueldad en pleno estómago del lector, una novela impactante que hace subir muchos puestos a Lemaitre en la escala de autores a seguir, a pesar de que sepamos que nos hará sufrir de nuevo.

domingo, 5 de julio de 2015

Irène

Llevada por el interés que el autor francés Pierre Lemaitre despertó en mí tras leer su magnífico "Vestido de novia", me he propuesto recuperar su producción literaria anterior a esa enorme novela, tarea que he comenzado con la primera entrega de su serie sobre el comisario Camille Verhoeven, "Irène". Esta en una novela de desarrollo lento, ritmo pausado, a pesar de tratarse de una investigación criminal que habitualmente se narran con ritmo más acelerado, en este caso nos encontramos con un lenguaje pausado, con un protagonista, el comisario Verhoeven, un hombre peculiar físicamente, altamente inteligente y excelente profesional que, a pesar de su activa e imparable vida profesional, es un hombre calmado, de naturaleza más reflexiva que activa, que medita los hechos, analiza los elementos y que intenta no dejar de lado, cuando la acción de sus casos lo permite, su apacible vida familiar con  su amada esposa Iréne, especialmente ahora que se encuentra embarazada de ocho meses. Las escenas del relato de su relación matrimonial están cargadas de ternura y reflejan vivamente la relación de amor total que les une.

No era buena señal que el título de la novela sea justamente el nombre de la esposa del policía protagonista, no hará falta ser muy despierto para intuir enseguida que Iréne va a tener mucho que ver en la trama de la novela. Es uno de esos casos en los que la traducción, en esta ocasión del original francés "Travail soigné" (yo tampoco soy especialista en la lengua gala, pero no me cuadra nada que esto se traduzca literalmente por "Irene", de verdad) nos prevenga demasiado sobre hacia donde se encaminará en algún momento la acción de la novela. Tal vez me pueda consolar que tambíen los editores anglosajones han optado por este título en sus traducciones. Bueno, en realidad este sería un caso típico de aquello de "mal de muchos..." A pesar de todo ello, aún sospechando hacia donde nos dirigimos en esta historia, debo decir que la novela está muy bien elaborada, los hechos desembocarán en el clímax previsto, eso sí, sin prisa ninguna, con ese tono reposado que antes comentaba, incluso en medio del frenesí lógico de la investigación criminal hay espacio para la descripción detallada, para el retrato de personajes y sentimientos. 

Volviendo a la trama que nos ocupa, tras perseguir sin gran éxito a un asesino bastante peculiar que reproduce en sus crímenes escenas de novelas de género policíaco con extremada precisión, sin ahorrar ningún detalle de las escabrosas descripciones plasmadas en los libros, el comandante Verhoeven entablará una relación directa con el criminal que le irá informando detalladamente de su proceso "creativo". Sin embargo todo dará un giro inesperado cuando nos demos cuenta de que nos encontramos en una novela dentro de otra novela; descubriremos con asombro que lo que estamos leyendo no es sino la "obra maestra" creada por el propio asesino, la sublimación de la novela negra, una narración en la que el asesino va plasmando por escrito sus macabros crímenes así como el trabajo de los mismos policías que le persiguen para atraparlo, convirtiéndolos de tal modo en personajes de esta novela suya, con lo cual será preciso distinguir entre la realidad y lo que nos ha estado contando el asesino a través de sus escritos. 

El lenguaje del libro es depurado, abundante en frases cortas y efectivas, pero que logra transmitir el ambiente y las sensaciones de los policías que persiguen a un criminal en un caso que me ha evocado por momentos al asesino de la novela "Crímenes exquisitos". Si bien en aquel caso lo que se reproducía con los cadáveres eran cuadros famosos y en este otro son escenas de novelas, en ambos relatos nos encontramos con asesinos obsesionados por recrear obras de arte a través de sus crímenes y convertirse de ese modo ellos mismos en "artistas" por llamarlos de algún modo. No puedo determinar si esta coincidencia argumental entre las dos novelas es fruto del azar o si se ha debido a una inspiración de una sobre otra. El caso es que la coincidencia existe. En cualquier caso, no puedo dejar de recomendar la lectura de "Irène" como una novela muy bien estructurada, muy bien contada y que provoca gran inquietud en el lector, cosa que, al fin y al cabo, es uno de los objetivos que se persiguen con este tipo de novelas, ¿o no?

miércoles, 7 de enero de 2015

Vestido de novia

De tantas novelas como vamos leyendo, nos encontramos con muchas obras que tienen algo destacable, que nos gustan por motivos diversos. Con frecuencia encontramos historias entretenidas, divertidas, emocionantes en distintos grados, algunas que nos entusiasman y otras que simplemente nos hacen pasar el rato, sin hablar de las que, sinceramente, podíamos haber omitido si llegamos a saber previamente que no nos iban a aportar mucho o nada. Yo suelo tener dificultades para establecer esos ránkings de "mejor lectura del año" que tanto he visto publicado en estos últimos días y que, lo confieso, siempre consulto para encontrar orientaciones de otros lectores sobre posibles buenas lecturas que haya podido pasar por alto y que me apetezca añadir a la siempre creciente lista de libros por leer. Pero nunca me resulta fácil determinar cuál ha sido mi libro favorito de todos los leídos en un año completo, cada uno tiene algo: puede haber una mejor comedia, una mejor novela romántica o una estupenda histórica, sin poder decidirme por un solo libro para situar por encima de todos los demás. Este año, sin embargo, voy a hacer una excepción y voy a entronizar además una novela que he leído en la última semana del año, pero que considero que me ha salvado doce meses completos de lectura y sospecho que a lo largo del año que viene va a ser uno de esos casos de recomendaciones que va pasando de boca a oreja entre amigos y conocidos y que va a resultar también el gran éxito del nuevo año 2015. Yo al menos no paro de recomendársela a todo aquel con el que me cruzo y que pronuncia la palabra "libro" al alcance de mi oído.

Y es que no es frecuente encontrarse con novelas como este "Vestido de novia", de Pierre Lemaitre, con una historia que te explota de repente entre las manos, que te deja (al menos a mí me ha pasado) con la boca abierta y los ojos como platos, que te hace sentir rabia, sorpresa, incredulidad, auténtica inquietud; que te agarra por el cuello y no te permite soltar el libro hasta resolver el endemoniado enredo que tienes ante los ojos. El relato es intenso, perturbador, confuso. Sophie, la protagonista, no recuerda, cree estar loca, la encontramos desquiciada, angustiada. Huye, no sabe bien de qué. Aunque Sophie es una asesina que se esconde, no podemos más que sentir simpatía por ella de algún modo, desear que nunca la encuentren, tal vez porque no tenemos muy claro que haya cometido esos terribles crímenes sin sentido, en realidad ni ella misma lo cree, una parte de su cabeza, donde aún queda algo de cordura no lo acaba de creer. Sólo vemos una mujer que sufre intensamente, que lucha contra su propia locura y que desea dejar de huir en algún momento. Y, repentinamente, el argumento da un giro que te deja petrificado, todo cambia de perspectiva y nos presenta otra cara de la historia, algo sorprendente y aterrador, la verdadera cara de una pesadilla que no imaginamos a dónde nos lleva ni de donde procede, cuál ha sido su origen, lo que la ha motivado ni cuál será su desenlace. Y necesitamos saber y para ello habrá que leer a toda velocidad, sin poder soltar el libro, ansiando llegar al final y resolver el asunto, o tal vez no queramos en realidad que se resuelva si sospechamos que puede no ser agradable. Reconozco que tras la explosión del argumento, tras ese momento en que la experiencia de la lectura se convierte en el pico de una enorme montaña rusa, era difícil que el final de la historia acabara mucho más en alto, todo es desde entonces caída libre, no hay un nuevo punto álgido a la conclusión pero no hace falta tampoco, ya hemos tenido suficiente emoción y sólo estamos deseando ver cómo acaba esta enloquecida historia. Creo que no soy capaz de transmitir toda la angustia y la desazón que he experimentado leyendo esta novela, así que no puedo más que repetir lo que vengo diciendo estos días a diestro y siniestro: "tienes que leer esta novela". Y ya no os puedo contar más.