Pues eso es, básicamente, en lo que consiste esta novela: una muy entretenida historia en la que un profesor universitario, Gideon Chase recibe la noticia del suicidio de su padre, un eminente arqueólogo que había amasado una gran fortuna a base de expoliar yacimientos a todo lo largo del planeta y vender sus hallazgos al mejor postor, política que desagradaba seriamente al hijo, lo que había causado el distanciamiento entre ambos en los últimos años. Ahora Gideon vuelve a la mansión de su difunto padre, situada cerca de Stonehenge, donde descubrirá a qué se dedicaba su padre en los últimos tiempos y cuál fue la razón que le llevó a acabar con su vida. La inspectora Megan Baker tiene asignada la investigación del suicidio pero pronto comprenderá que el asunto no es tan sencillo como parecía al principio.
Sectas secretas, ritos arcanos, creencias sobrenaturales, todo un mundo de misterio sustenta al grupo de Adeptos, Observantes, al Gran Maestre, encargados todos ellos de custodiar las antiguas piedras del círculo mágico que forman Stonehenge, los Sacros, como ellos las llaman, fuente de bendiciones y enseñanzas y que les lleva a defender su secreto con los medios que sean necesarios.
En fin, un argumento clásico de buenos contra malos que se lee muy fácil, proporciona un buen número de horas de lectura desenfadada y nos dan otra explicación (una más) sobre uno de los grandes misterios de la Antigüedad que continúa aún sin resolver: el del origen y la razón de ser de las formaciones de Stonehenge. Y mientras siga siendo un misterio, seguirán escribiéndose libros sobre él y esperemos que todos sean entretenidos como éste y encima es posible que alguna vez se nos cuente algo que pueda acercarse a la verdad. Aunque lo dudo.