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lunes, 3 de agosto de 2015

Los amantes de Hiroshima

Me reencuentro nuevamente en "Los amantes de Hiroshima" con el inspector hispano-argentino Héctor Salgado, del cuerpo de los mossos d'esquadra destinado en Barcelona, en esta tercera entrega de la trilogía policíaca de Toni Hill. Es esta una serie que me ha resultado enormemente entretenida, con unos argumentos intrigantes y con una trama de relaciones personales capaz de despertar mi interés por los personajes e involucrarme en sus conflictos familiares, profesionales y sentimentales. El inspector Salgado es, sin duda, un protagonista que despierta fácilmente la empatía del lector, con sus reflexiones sobre la condición humana, la sociedad actual y las relaciones personales, siempre acertadas y llenas de sinceridad; es éste uno de esos personajes llenos de defectos y debilidades, pero que se hace de querer porque los acepta y los reconoce, porque lo vemos esforzarse en superarse a sí mismo y lograr ser un buen profesional, un buen padre y, en fin, una buena persona.

Volvemos, por tanto, a la Barcelona más actual en este nuevo caso que se inicia a raíz de la aparición de los cadáveres de una pareja de jóvenes cuya desaparición fue denunciada siete años antes. Las extrañas circunstancias y el escenario en que son descubiertos los cuerpos, en una casa abandonada, acostados en posición durmiente y acompañados por una gran cantidad de dinero, llevan a Salgado y su equipo más cercano, Leire Castro y el agente Fort, a iniciar una investigación que les obligará a indagar en las relaciones familiares y de amistad de los asesinados, lo que les acercará a sus compañeros de piso, a su grupo más íntimo de amigos con quienes compartían grupo musical, Los Amantes de Hiroshima que dan título a la novela, además de a un grupo de escritura creativa en el que participaban. Al mismo tiempo vamos asistiendo a la investigación que en paralelo continúa centrando la atención de Salgado: la desaparición de su exesposa, hilo conductor de las tres entregas de la serie que, finalmente, será resuelto aquí, cerrando definitivamente, por tanto, la trilogía.

Comentaba que la trama nos trasladaba a la Barcelona más actual, y es que como fondo del argumento policial nos encontramos con la ciudad condal en los días del estallido del fenómeno del 15-M, las protestas contra el sistema social y político protagonizado por los autodenominados "indignados", escenario que el autor aprovecha para manifestar muchas de las críticas sociales enarboladas por este movimiento, a dejar de manifiesto el desencanto generalizado hacia la clase política, el problema de los deshaucios y del fenómeno "okupa", pero sin que esto llegue a hacer que el libro se convierta en una novela de crítica social, sino que supone el entorno de actualidad en el que se mueven los personajes, y en especial el ambiente de descontento y falta de ilusión por el futuro en que se encuadran los personajes más jóvenes de la historia.

La novela se lee de un tirón, a pesar de que la trama presenta algunas complejidades e historias entrecruzadas, pero siempre se mantiene el hilo de la narración a través de capítulos cortos de ritmo rápido que permite al lector permanecer enganchado a la lectura de principio a fin. Esta es una trilogía que no necesariamente hay que seguir en su orden, es posible leer cualquiera de sus entregas de manera independiente, pero sí que se disfruta más si se sigue la trama desde el principio, asistiendo, no solo al desarrollo del caso central referido, sino que se aprecia la evolución de los protagonistas principales, de sus relaciones personales, de trabajo y sentimentales, además de que es una trilogía muy accesible, ya que las tres novelas son muy atractivas, no demasiado extensas y sobre todo de fácil y entretenida lectura.

lunes, 25 de agosto de 2014

Los buenos suicidas

"Los buenos suicidas"es la segunda novela del escritor catalán Toni Hill, y continuación de "El verano de los juguetes rotos" que leí hace no mucho tiempo. Como se puede comprobar, no he faltado a mi palabra de ponerme con ella tan pronto como he podido, y es que la anterior me dejó un buen sabor de boca y tenía ganas de repetir con este autor. En esta nueva entrega ya no nos encontramos en verano, han pasado seis meses desde aquellos hechos y se acaba de iniciar el nuevo año. Si bien reencontramos a los mismos personajes de la novela anterior, el inspector Héctor Salgado, su ayudante, la agente Leire Castro, apartada del servicio debido a su avanzado estado de gestación, la subinspectora Martina Andreu y, en fin, los mismos habitantes de la comisaría de los mossos d'esquadra de Barcelona, con alguna nueva incorporación, ello no supone que esta novela tenga que leerse obligatoriamente a continuación de aquella anterior, aunque sí reconozco que ayuda a situarse y a empatizar desde el principio con los personajes, al conocer previamente sus antecedentes personales y profesionales. Así ocurre con el caso de la desaparición de Ruth Valldaura, la exmujer de Salgado, que sigue sin resolverse. El inspector continúa visitando periódicamente al psicólogo y tratando de seguir adelante con su vida y ocuparse lo mejor posible de su hijo adolescente, mientras que la agente Castro decide reincorporarse extraoficialmente al trabajo, incapaz de soportar la obligada inactividad que su estado le impone y decide retomar, a espaldas de su superior, la investigación del caso que continúa, seis meses después, en punto muerto.

Y si en la anterior novela el sofocante calor del verano lo cubría todo, ahora acabamos de pasar las fiestas navideñas, fechas no muy gratas para nuestros protagonistas que no son precisamente gente familiar. En este inicio de año el inspector Salgado se enfrenta al suicidio de una mujer en el metro de la ciudad, un hecho que podría pasar más bien desapercibido si no fuera porque, casualmente, resulta que la suicida trabajaba en la misma empresa que otro individuo que acabó con su vida y la de su mujer e hija pocos meses antes. Esa extraña coincidencia es la que enciende las luces de alerta en Salgado que decide investigar los motivos reales de ambas muertes.

La novela está muy bien escrita, diría yo que supera a su antecesora, resulta más compleja y más completa. La trama está muy bien hilada y profundiza bastante acertadamente en los distintos personajes, tanto protagonistas como secundarios. La narración es ligera y se lee sin dificultad, de manera que es fácil acabarse el libro en pocos días, manteniendo todo el rato el interés, especialmente al final, cuando debe desvelarse la trama. Sin duda, una novela recomendadísima para estas vacaciones y, por si alguien no se ha iniciado aún con Toni Hill, recomendaría incluso leerse las dos novelas seguidas, a pesar de que cada una supone un caso diferente, los temas en común permiten verlas como dos capítulos de una misma serie; no son demasiado largas ninguna de las dos, se leen fácilmente y resultan muy entretenidas. Es una opción muy válida para las largas tardes del verano. Y además, así ya estaremos listos para recibir la siguiente entrega de la serie que, estoy convencida, tiene que llegar, sí o sí.

jueves, 26 de junio de 2014

El verano de los juguetes muertos

Cuando acaba de hacer su entrada el verano, rescato esta novela de hace ya tres años que tantos comentarios positivos recibió en su día y que tenía abandonada entre mis libros pendientes de lectura."El verano de los juguetes muertos" ópera prima del, hasta ese momento traductor, Toni Hill, es una novela policíaca con un estilo y una estructura bastante clásicos en este género: un argumento con dos tramas en paralelo, unos personajes de los que se nos dan algunos apuntes de sus vidas personales al hilo de sus quehaceres profesionales y un lenguaje fácil que da lugar a una novela que se lee rápidamente y sin mayores dificultades, manteniendo de manera eficaz la intriga hasta el último momento.

El argumento principal gira en torno a la muerte, aparentemente accidental, de un chico de buena familia barcelonesa al caer desde la ventana de su habitación. Sin embargo, durante la obligada investigación presuntamente rutinaria comienzan a asomar algunos indicios que hacen sospechar que tal vez no se trate de un simple accidente. Profundizando en estos detalles se descubrirá que los implicados en el asunto tienen algo más que esconder. El inspector Héctor Salgado, de la policía de Barcelona, se pone al frente del equipo a cargo del caso. Acaba de regresar de un mes de vacaciones forzosas durante las cuales trató de apartarse de un feo asunto en cuya investigacion participó y en la que acabó dando una tremenda paliza a un sospechoso. Se reincorpora, por tanto, con cautela a su trabajo pero aquel caso no acaba de estar rematado y, de hecho, aunque en segundo plano tras la trama principal, sigue dando problemas al inspector, de manera que sabemos que tarde o temprano acabará reclamando su protagonismo en la historia que se nos cuenta.

La acción de la novela se desarrolla en una  Barcelona sumida en lo más agobiante del bochorno veraniego. Recorremos junto a los personajes la ciudad, desde el puerto y las calles más turísticas hasta las zonas altas donde viven los ciudadanos más acomodados entre los que se encuentran los implicados en la extraña muerte del joven Marc Castells. Los policías se internan en las diferentes zonas de Barcelona y tenemos ante los ojos una completa visión de la ciudad, sus barrios, sus distintos ambientes y sus habitantes. La novela no es muy larga pero es que además se hace aún más corta al ser muy ágil en su narración, muy visual en sus descripciones y se lee cómodamente, acelerándose adecuadamente el ritmo según avanza la trama y concluyendo en un desenlace donde todas las piezas encajan aunque ello no signifique que se cierre por completo el argumento ya que, muy hábilmente, el autor nos deja un hilo suelto para engancharnos a la siguiente novela de la serie que, muy probablemente, leeré en breve, ya que me ha picado el gusanillo de la curiosidad de saber cómo continúa la historia.