No había sido capricho pasajero lo del Verano fatal parido a medias con Nacho Vegas. Tu labio superior (2008) confirmaba un año más tarde que el castellano había vuelto para quedarse en la obra de la madrileña Christina Rosenvinge. La parte folk o acústica reclama su importancia desde el principio, bien sea más cercana al pop y con Vegas haciendo coros, La distancia adecuada, o al rock, Anoche (el puñal y la memoria), antes de que Eclipse —nómada y enigmática— dé con una de las canciones definitivas del trabajo. Tu boca es una delicia pop que tiene en su base a la Velvet y Sonic Youth. Las horas arrastran su languidez deliberada e incluyen unos versos finales en inglés antes de que Nadie como tú opte por la balada entristecida, pues
Huele a foxtrot Tu negro cinturón (con algún guitarrazo que otro), donde se acaba declarando que "No pienso volver al infierno / de la vida conyugal". La Rosenvinge punk se reivindica en Tres minutos, en contraste deliberado con Animales vertebrados, ya que aquí la encontramos sola con el piano cantando cosas como que "ha salido el sol, arrogante y español" en lo que parece a todas luces un pliego de cargos sentimental. Por la noche se relame entre el blues y el pop y constituye uno de los momentos privilegiados de un álbum que concluye cual delicado adagio Alta tensión. Un álbum llamado Tu labio superior que no sería igual de bueno sin esa banda compuesta por Steven Shelley, Chris Brokaw, Jeremy Wilms y Charlie Bautista, aunque su carácter tan personal —naíf y punzante al mismo tiempo (o cómo acariciar con la ironía y el dolor)— se lo debamos en última instancia, por supuesto, a la autora de La joven Dolores, su siguiente y magistral disco en el que repetirán los músicos citados.