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lunes, 27 de noviembre de 2023

Monk's Music

La segunda mitad de la década de 1950 significa el momento álgido de la obra en estudio de Thelonious Monk, grabando para Riverside piezas maestras absolutas de la historia del jazz como Brilliant Corners, Misterioso o su mítico elepé con John Coltrane que también sale parcialmente de la sesiones de 25 y 26 de junio que dan lugar a Monk's Music y a la mitad de Thelonious Monk With John Coltrane. Liderando un septeto sensacional, Monk continúa desarrollando y consolidando su elegancia y su increíble personalidad, y no hace falta esperar mucho para que seamos conscientes de ello.

Tras un breve prólogo puesto en escena exclusivamente por los vientos del grupo (Coleman Hawkins y Coltrane, saxos tenores, Gigi Gryce, saxo alto, y Ray Copeland, trompeta) y llamado Abide With Me, damos con los extasiantes once minutos y medio de Well, You Needn't, que dominan la primera cara. Una vez expuesto el motivo principal, puro y clásico bebop, entran en juego los dedos monkianos, aplicándose libres y felices en ese lugar entre Art Tatum y el silencio que solo ellos ocupaban. Tras Monk, Trane, Copeland,  Wilbur Ware (contrabajo), Art Blakey (batería), Hawkins y Gryce ejecutan solos de belleza descomunal —el orden de la improvisaciones, con las de la base rítmica en medio, es un dato importante para comprender mejor el poco aprecio (o la indiferencia) por la convenciones y las estructuras típicas que sentía el autor de Monk's Dream— antes de que nuestro pianista retome las riendas y el motivo principal vuelva a ser ejecutado. El último tema de la cara A se pasa a la balada y reduce a cuarteto la formación (convenciones, ¿qué es eso?) mediante un Ruby, My Dear en el que manda —romántico y convencido— el saxo de Coleman Hawkins en compañía no menos sensual y delicada de Monk, Ware y Blakey.

La cara B contiene asimismo tres cortes, en todos ellos presente el septeto al completo. Off Minor goza de solos brillantes y no demasiado largos pero yo me quedo con la labor de las baquetas de Blakey, que me parece espléndida y muy especial. De duración cercana a la de Well, You Needn't, Epistrophy es el segundo tour de force del plástico, allí donde escuchamos improvisar a Coltrane, Copeland, Gryce, Ware, Blakey, Hawkins y Monk en un espectáculo artístico aplastante y sin fisuras que supone, en mi opinión, una de las cimas artísticas y sensoriales de la música popular del siglo XX. La yuxtaposición elegida y la duración democrática de cada una de las interpretaciones (no quería, pero destaco la impresionante de Blakey, ¡qué manera de tocar la batería!, ¡qué percusión tan estratosférica!, ¡qué pedazo de solo!) resalta la inteligencia de Thelonious Monk a la hora de colocar el conjunto por encima de las individualidades y buscar el efecto global de los siete miembros de la banda. Los que despiden en modo de relajado blues y Crepuscule With Nellie un elepé que, por muchas docenas de veces que se enfrenten a él, guarda inmutable su ejemplaridad. Monk's Music, sí, la música de Monk.


 

lunes, 27 de febrero de 2023

Thelonious

Publicado a nombre del Thelonious Monk Trio en 1953, Thelonious está divido en dos partes bien diferenciadas de cuatro temas cortos cada una, como corresponde a un elepé de diez pulgadas. La primera nace el 15 de octubre de 1952, Monk al piano, Gary Mapp al contrabajo y Art Blakey a la batería. Encabezada por Little Rootie Tootie, estupenda composición del autor de Misterioso, las teclas de nuestro hombre dominan la sesión con claridad, repleto de ideas al servicio de un personalísimo estilo que rebosa melodía mientras se desliza hacia una atonalidad que nunca llega. No por ello esconde Blakey sus baquetas, que en el fluir caribeño de Bye-Ya realzan el tono de calipso. Cierra esta primera cara el Monk's Dream que dará título a su futura obra maestra, aquí en su muy brillante versión original. Se marcha Blakey en los otros cuatro cortes (del 18 de diciembre) y pasa a encargarse de la percusión Max Roach. La música es del mismo nivel, aunque sobresale el espectacular Bemsha Swing, tema que curiosamente atacarán de nuevo cuatro años después Monk y Roach (y Sonny Rollins, Paul Chambers y Clark Terry) en el soberbio Brilliant Corners. Los ocho cortes del Thelonious volverán a editarse junto con dos más registrados el 22 de septiembre de 1954 bajo el título de Thelonious Monk Trio y ya en vinilo grande de doce pulgadas. Sea como fuere, nos sirven ambos para disfrutar de los dedos privilegiados de Thelonious Monk y de quienes le cubren.



martes, 1 de marzo de 2016

Monk's Dream


Es obvio para cualquier amante del jazz y de la música en general que el Thelonious Monk que llega a Columbia en 1962 es ya un maestro consagrado que no necesita demostrar que su arte al piano es pura excelencia. Sin embargo, en las cuatro diferentes sesiones de octubre y noviembre de las que se nutrirá Monk's Dream, finalmente publicado en 1963, Monk dejará impreso su genio hasta casi sus últimos extremos y logrará uno de sus elepés más exquisitos, como si de una señal de cortesía a su nuevo sello discográfico se tratara. Su peculiar estilo —expresado por unos dedos que son la extensión de unas venas que en lugar de sangre parecen contener bebop, hard bop y blues— sigue siendo aquí el de siempre, pero, en compañía de Charlie Rouse (saxo tenor), John Ore (contrabajo) y Frankie Dunlop (batería), es llevado a su nivel más alto, el alcanzado previamente en Brilliant Corners o las grabaciones con John Coltrane. Monk retoma temas ya registrados por él (excepto Bright Mississippi, si no ando errado) para desarrollar nuevas improvisaciones, sucesivas intuiciones poéticas reluctantes a cualquier canon que no sea el suyo, y en las que no faltan las notas juguetonas de la mano izquierda introduciendo las conocidas disonancias del pianista. Comparadas con las de Ornette Coleman o Charles Mingus a la sazón, las formas de Thelonious Monk han pasado de irreverentes a clásicas, pero no dejan de ser vanguardistas a su manera y mantienen, por supuesto, esa distancia irónica. Ajustándose a la categoría que demanda el líder del cuarteto, los solos de Rouse están repletos de buen gusto y la base rítmica los apoya, al igual que los de Monk, con una solidez que no excluye el matiz sincopado y heterodoxo. Concluimos señalando que en dos de los ochos cortes del disco (Body And Soul, Just A Gigolo) podemos disfrutar del autor de Criss-Cross en solitario, placer añadido a todos los que nos deslumbran mientras el trabajo se va desgranando. Un trabajo llamado Monk's Dream y que no debería faltar en ninguna discoteca seria.

lunes, 21 de julio de 2014

Thelonious Monk Plays The Music Of Duke Ellington



De la relación de Thelonious Monk con Riverside Records saldrán obras tan excepcionales como Brilliant Corners, Monk's Music o su colaboración con John Coltrane, pero también hay que destacar este acercamiento a la música de Duke Ellington registrado en julio de 1955. La idea de que el primer elepé para Riverside se centrara en la música del gran maestro del jazz fue sugerida por la propia compañía —según palabras del productor, Orrin Keepnews— "para dar al álbum una cierta coherencia y para estar seguros de que el material sobre el que trabajara Monk fuera apropiado para él". Excusatio non petita, accusatio manifesta —siempre ha habido que vender discos—, el infantil pero comprensible eufemismo de Keepnews —persona que, aclaremos (salvo descubrimiento futuro), goza de todos mis respetos— en las notas originales que acompañaban la grabación del pianista, tiene como contraposición otra observación totalmente cierta: sin perder su personalidad, Monk "no comete el error de tratar las composiciones de Duke como meros vehículos". Absolutamente. No es que aquél ni sus acompañantes (Kenny Clarke y Oscar Pettitford, batería y contrabajo respectivamente) renuncien al bebop al que han ayudado a formar (y les ha formado a ellos), sino que los temas de Ellington tienen una personalidad tan grande y unas melodías tan excelsas que para romperlos y deconstruirlos completamente es mejor no trabajar con ellos. Así, conjugando su lenguaje con el del autor de Sophisticated Lady, Thelonious Monk deja una serie de improvisaciones bellísimas en las que el balance entre el respeto y la audacia lo equilibra el sustantivo elegancia, con el que también tiene mucho que ver la base rítmica. Thelonious Monk Plays The Music Of Duke Ellington, en definitiva, nos enseña una cara menos revolucionaria del pianista pero que afirma su habilidad para cambiar (relativamente) de registro sin perder un gramo de prestancia. La de un genio homenajeando a otro sin salirse de sus líneas maestras, pero otorgándoles su particular dinamismo.

lunes, 2 de diciembre de 2013

At The Five Spot Cafe, New York City, August 1958


Puesto en circulación por Giants Of Jazz en su serie de Inmortal Concerts, At The Five Spot Cafe, New York City, August 1958 reúne material de los dos elepés en directo —Thelonious In Action y Misterioso— que habían dejado registrada la estancia de Thelonious Monk y su cuarteto en el verano de aquel año en el mítico club neoyorquino. Tienen gran importancia dichos discos y la recopilación que comentamos porque documentan el (breve) paso de Johnny Griffin por el grupo de Monk en un momento en que ambos se hallan en plenitud de facultades, como evidencia el hecho de que vengan de grabar, el año anterior, dos obras de la maestría de A Blowin' Session (el saxofonista) y Brilliant Corners (el pianista). No poseo In Action o Misterioso, pero At The Five Spot Cafe es suficiente para afirmar que lo que el 7 de agosto de 1958 (si no hay tomas de otra fecha) se cocinó en tan emblemático local es para sentir envidia de los espectadores (a los que se oye hablar de fondo, ¡sacrilegio!) que allí estuvieron presentes. Los solos de Griffin y Monk son espléndidos en todos los temas incluidos en el CD, y los dos músicos no cesan de irradiar belleza mediante improvisaciones plenas de swing apoyadas en una base rítmica a la altura: Roy Haynes (batería) y Ahmed Abdul-Malik (contrabajo). La elegancia innegociable del autor de Monk's Dream y la sensualidad y armonía de Griffin esculpen formas de alegre densidad a encuadrar, claro, entre el bebop y el hard bop, pero, siendo justos, entre la historia completa del jazz y la personalidad marcadísima de tan nobles intérpretes. En una época en la que el número de músicos sobresalientes en Estados Unidos es inabarcable, esta pareja feliz aunque fugaz es capaz de destacar, lo cual tiene un mérito difícil de calcular. Unos tocan bien; otros, mejor; el resto, no muchos, tiene nombres como Thelonious Monk o Johnny Griffin.

sábado, 4 de mayo de 2013

Thelonious Monk. Sonny Rollins


Anterior a la reunión de la que en 1956 saldrá una de las obras maestras de la década, Brilliant Corners, aquélla de Thelonious Monk y Sonny Rollins, cuyo título responde al nombre de tan ilustres músicos, recoge tres sesiones esparcidas entre 1953 y 1954. Registradas por diferentes grupos, que varían numérica y nominalmente, este hecho resta coherencia al conjunto, o lo acerca más a un recopilatorio, pero resulta indiferente cuando escuchamos uno a uno los temas que lo componen.

Yendo hacia atrás en el tiempo, The Way You Look Tonight y I Want You To Be Happy, extraídas de una sesión del 25 de octubre de 1954, abren el disco interpretadas excelsamente por un cuarteto compuesto por el piano de Monk, el saxo tenor de Rollins, el contrabajo de Tommy Potter y la batería de Art Taylor. Articulando un bebop que se convierte en hard bop (o un hard bop que todavía enseña sus costuras), el grupo roza la perfección, aunque sea Rollins quien más se acerque a ella. Un mes antes, en concreto el 22 de septiembre (fecha de la que saldrán otros dos temas para el disco Thelonious Monk Trio), Monk grababa con un trío que completaban Percy Heath al contrabajo y Art Blakey a la batería dos de sus más míticas composiciones: Work y Nutty. Reconociendo la belleza de las improvisaciones de Monk, me gustaría destacar la extraordinaria labor de Blakey llevando el ritmo y haciendo de sus dos pequeños solos joyas de la percusión. El más largo de los temas, Friday The Thirteenth, da término a esta colaboración entre Thelonious Monk y Sonny Rollins, a quienes se suman Julius Watkins (trompa), Willie Jones (batería) y Percy Heath, que repite al contrabajo. El quinteto resultante se extendía, un 13 de noviembre de 1953, durante más de diez minutos de los que, aquí sí, hay que destacar la elocuente y siempre peculiar elegancia de su pianista.


Publicado finalmente en 1955, para complicar más el asunto, Thelonious Monk. Sonny Rollins no debe pasar como una anécdota en la carrera de dos figuras responsables no solo de elepés esenciales de la historia del jazz, sino del desarrollo técnico y artístico de esta misma. Su naturaleza dispersa no quiere decir caótica, pues cada una de las piezas que forman el álbum exhibe su propio orden y lo extrapola a la totalidad, resultando ésta sobresaliente sea cual sea su origen. O dicho en otras palabras: un disco hecho de retales de los que sale un traje tan hermoso como si hubiera sido hecho a medida. Espero que quede claro.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Brilliant Corners

Músico esencial para el desarrollo del bebop y del jazz en general, Thelonious Monk publicó en 1957 Brilliant Corners, lección magistral en la que el pianista neoyorquino (aunque nacido en Carolina del Norte) y sus acompañantes llevan su arte a la perfección.

Brilliant Corners, el tema, es el primero de los cinco —registrados en diciembre de 1956— que componen el álbum. El fraseo que, en contrapunto armónico, hacen de la melodía compuesta por Monk Sonny Rollins y Ernie Henry, saxo tenor y alto respectivamente, antes de entrar en las improvisaciones, llama la atención por su curiosa sonoridad. Los solos de Monk, Henry y Rollins son excelentes, pero destaca el asombroso trabajo de Max Roach a la batería, con ese estilo suyo tan crudo y elegante, tan primitivo y sofisticado al mismo tiempo. Ba-Lue Bolivar Ba-Lues-Are es el tema más largo del elepé, con un estupendo, extenso y contenido solo de Monk, al igual que el de Rollins y el de Oscar Pettiford al contrabajo. Pannonica, una delicia sin igual, riza el rizo, al tocar Monk —atención— con su mano derecha una celesta y con la izquierda el piano. En I Surrender Dear, el único tema de Brilliant Corners que no compone Monk, encontramos al pianista sin acompañamiento alguno, desnudo antes unas teclas que parecen gozar al sentir el contacto de los dedos de Monk. Clark Terry toca la trompeta, Paul Chambers sustituye a Pettiford y Ernie Henry ya no está en Bemsha Swing, que concluye el disco con un experimento similar al de Pannonica, pues Max Roach toca batería y timbal de orquesta y se erige en protagonista absoluto. No había límites para unos músicos en estado de gracia y conscientes —que no soberbios— de su prestancia. Los que grabaron Brilliant Corners.