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sábado, 29 de octubre de 2022

Follator y Follatrice

ADVERTENCIA: SI ERES UN ALMA SENSIBLE,
NO SIGAS LEYENDO.

  Dormida en la cama, sueño con zumbidos de máquinas. Vuelo en un avión sin control y muerta de miedo quiero buscar el paracaídas, pero mis piernas no obedecen y la angustia va in crescendo. Un tintineo metálico suena de lejos. ¿Viajarán también monaguillos de iglesia haciendo sonar sus campanillas? 
  De repente, un fundido en negro. Un goteo persistente se acerca: tap, tap, tap, tap. Poco a poco vuelvo al mundo real sintiendo el roce de las sábanas, la respiración pausada de mi marido en mi nuca y su brazo rodeando mi pecho.
  Disipada ya la pesadilla, respiro hondo, me remuevo un poco en la cama y me dispongo a seguir durmiendo. 
  Tap, tap, tap.... -¡Un momento! Eso no lo he soñado-. Tap, tap, tap. Ahí está de nuevo, es real. Son los tacones de Gloria, ha vuelto otra vez. 
  Me despejo por completo. Ya se lo que he estado oyendo. El zumbido lejano es el ascensor de casa subiendo. Las campanillas son las llaves del piso. El goteo es el sensual caminar de Gloria ondulando las caderas por el pasillo mientras ese Follator la sigue en celo.
  Menos mal que tengo en la mesita de noche las gafas de cerca y el e-book. Totalmente despejada me siento en la cama a leer, ya se que ocurrirá a continuación.
  Ñiiiieeeec -la puerta del armario ropero-, ella coge las sábanas limpias y hace la cama en silencio. Tap, tap, tap, en el silencio de la noche resuena el taconeo. Se inclina para ajustar las ropa del lecho luciendo su culo para disfrute de Follator. El la mira con lujuria mientras se masajea la polla por encima de los pantalones. Ella sonríe ladina, lo quiere bien duro y dispuesto para la sesión de folleteo. Sólo pensarlo se le hace agua el coño y siente hinchados los labios de su sexo.
  Tap, tap, tap, tres pasos para colocarse frente a él y con destreza abrirle la bragueta. Tiene húmedo el slip de líquido preseminal y sigue pensando en el culo de ella. Gloria se agacha en silencio y despacio tira de pantalón y calzoncillo a la vez para liberar esa polla que pugna con la tela por lanzarse hacia ella, la mira golosa y se relame los labios. El no puede esperar más, sujeta a Gloria de la melena y se mete brusco en su boca pintada de rojo. 
  Entra y sale, entra y sale. Mientras, ella succiona. Cada uno concentrado en su tarea.
  Yo sigo a lo mio. No he encendido la luz, no la necesito, el e-book la lleva incorporada en la pantalla. Son las tres de la madrugada y estoy de un humor de perros, ya sé de memoria la función de la casa de al lado.
  Escucho a Follator susurrarle a Gloria:
- ¡Para guarra! ¡No quiero correr me en tu boca! La levanta con brusquedad y la pone a cuatro patas sobre la cama mientras ordena: - ¡agárrate al cabecero! -. 
  Suspiro con resignación. Ahí va la primera tanda de ruidos.
  Pum, pum, pum, el cabecero impacta contra su gemelo al otro lado de la pared, en que yo apoyo mi espalda mientras leo. Oigo a Gloria pegada a mi cabeza decirle: ¡Fóllame más fuerte! ¡No pares! ¡Lléname el coño! ¡Dame más, daaaaameeee! ¡Aaaah! ¡Aaaah! ¡Siiiiiiiiii, sigueeee! Pum, pum, pum... Y cae exhausta sobre el colchón. 
  Follator respirar entrecortadamente, sudando se deja caer sobre ella y mordisquea sus pezones. En cuanto ella comienza a gemir de gusto, le hinca la polla en el coño dilatado y chorreante y comienza otra vez el bombeo.
  Ñic, ñic, ñic, ñic protesta el somier de la cama. Gloria intercala sus gritos con cada uno de los "ñics" del somier, mientras Follator, ciego de adrenalina, prosigue sus rítmicos embates hasta regalarle un segundo orgasmo a esa fiera con la que folla. 
  Miro de nuevo el reloj, las cuatro y veinte de la madrugada. ¿Esos dos no se cansan nunca?
  Un instante de silencio sigue al momento en que él abandona la tibia cueva donde se alojaba para comerle el coño a esa ninfómana, que de nuevo solloza de gusto pellizcándose las tetas.
- ¡Chúpamelo! ¡Ay siiii! ¡Muerde, muerde, muerdemeloooo! ¡Voy a correrme, me corrooooo! 
  ¿Y con este lleva tres o ya son cuatro? - me ando yo preguntando- necesito dormir, ¿no se cansan nunca? ¡Hijos de puta!
  Ella, agotada, se revuelca mórbidamente sobre la humeda sábana, sintiendo cada arruga en su espalda. El la mira y, de nuevo, se empalma. Le ve el coño abierto con restos de semen goteando y sin pensarlo mete dos dedos hasta el fondo, los mete y los saca con brusquedad, disfrutando de ese ruido de chapoteo. Añade un tercer dedo para ensanchar más la entrada. Gloria pellizca la Sábana con sus manos y alza las caderas para salir al encuentro de esa mano experta. Él, cada vez más duro, saca la mano y se tumba sobre el colchón.
- ¡Montame zorra! ¡Vamos, devuélveme el favor! -, ordena con voz ronca. 
  Ella complaciente se sube a horcajadas sobre el y comienza la cabalgata. De nuevo se escuchan los ¡Oooooh! ¡Aaaaah! ¡Siiiiii! -Pégame, pégame, pégame- súplica ella. El golpeteo de las palmas de las manos de él sobre el culo se Gloria no se hace esperar: plas, plas, plas, resuena cada vez con más brío intercalado con el "ñic-ñic" del somier.
  Esa ha debido ser la gota que colma el vaso, porque me levanto echa una furia a las cinco menos dos minutos de la madrugada y corro por el pasillo hacia la puerta de mi casa.
  Llevo un camisón malva cortito, solo unos centímetros por debajo de las bragas, pero no me entretengo en ponerme nada encima. Salgo a la escalera con toda la furia del infierno contenida en mi mirada y toco el timbre de la casa de al lado. Naturalmente nadie sale a abrir, pero estoy cabreada y mi dedo se pega al timbre sin piedad. 
  Los gemidos de Gloria se han apagado, pero a mi ya no hay quien me pare. Mi dedo tiene vida propia y continua machacando el timbre.
  Al silencio de la madrugada le sigue un ruido de pasos leves. La puerta de la casa de al lado se abre de golpe y ahí tengo a Follator, cubierto únicamente con el slip de algodón blanco... ¿Y este espécimen de cincuentón fofo y paliducho es el tío que hace tocar el nirvana con las puntas de los dedos a Gloria? ¡Hostia puta, que decrépito! Tiene que ir de viagra hasta las raíces del pelo.
  Con cara de mala hostia y malas maneras me dispara a bocajarro: -¿que pasa?-. Yo llena de veneno le suelto:
 -Ya esta bien de escándalo, vete a follar a tu casa. 
 Ese sapo repugnante y baboso en vez de arrugarse me contesta con rabia: -¡yo follo donde quiero!-.
  En un momento de inspiración, respiro hondo y le digo muy serena:
-Me parece bien, pero si vuelvo a oír lo más mínimo llamaré al propietario de la casa, sea la hora que sea, para decirle que hay alguien dentro y que le llamo a él antes que a la policía. Por si en vez de un ladron es alguien de la familia. 
  Di la vuelta muy digna y entré en mi casa. No les oí marcharse, seguramente me quedé dormida. Por suerte ellos no han vuelto y yo me he ahorrado de llamar al dueño del piso y padre de Gloria. Que el hombre ya tiene una edad y el teléfono sonando a las tres de la madrugada sobresalta a cualquiera.

EPÍLOGO
  A día de hoy la feliz pareja no ha vuelto. Por cierto, el timbre de la casa se rompió. Al parecer se quemó de sonar sin interrupción durante varios minutos.
  El resto de los vecinos no salió a la escalera, pero todos cotilleaban pegados a sus puertas. Tuvieron el descaro de preguntarme al día siguiente que cara tenía Follator.

FIN 

domingo, 25 de julio de 2021

"Mister 7" de Nadia Noor


  Cristian Cros juega en un importante equipo de fútbol con el número 7.
Joven, guapo, rico, famoso, pero quiere ser padre y no encuentra al amor de su vida. Decidido a satisfacer su deseo a toda costa busca una donante de óvulos en una clínica de fertilidad que encarne su ideal de madre perfecta y un vientre de alquiler donde gestar ese óvulo fecundado. De esa forma piensa que el niño será enteramente suyo y no habrá molestas reclamaciones ni problemas de custodia.
  Todo sale según lo planeado y, al contrario de lo que muchos pensaban, el niño no es un  capricho pasajero, Cristian es un padre entregado. Pero los años pasan y ese pequeño crece y plantea incómodas preguntas sobre su madre. El futbolista, acorralado por su hijo, decide localizar a la mujer que donó el óvulo.
  Minerva está a punto de elegir plaza como MIR tras sus estudios de medicina. Se decanta por la pediatría porque le gustan los niños. Casi en el olvido quedan ya sus problemas económicos al llegar a Madrid para comenzar la carrera, esos que la llevaron a ser donante de óvulos.

  Desde el principio de la novela el personaje central masculino me recordó a CR7, claro que no fue hasta después que caí en que podía ser un "fanfic", que efectivamente lo es.
  Cristian tiene algunas reacciones bastante infantiles, otras exageradamente violentas ante los acontecimientos que le perturban y un comportamiento de divo que provoca fuertes ganas de darle todas las collejas que debió darle su madre en el proceso de criarle y educarle, cosa que al parecer no hizo. A ratos saca un lado tierno, que no se si compensará a la mujer que tenga que aguantarle.
  Minerva es muy racional y está bastante segura de lo que desea profesionalmente, la cuestión sentimental ya es otra cosa. Pierde la cabeza deprisa por un futbolista famoso, mujeriego e infiel por naturaleza. Sabe que viven en mundos diferentes, aún así está dispuesta a dejarse llevar y averiguar que depara el futuro a esa relación.
  El hijo de ambos desaparece pronto de escena, eso me decepcionó un poco, esperaba algo más de protagonismo para él.
  Los problemas a enfrentar por la pareja serán múltiples: la clandestinidad de una relación para evitar repercusiones mediáticas, la desconfianza sobre las intenciones, la incomprensión del comportamiento del otro por provenir de mundos completamente distintos, la persecución de la prensa una vez que todo sale a la luz y exparejas por ambas partes.
  En definitiva, una historia entretenida de chico rico y famoso con chica anónima y pobre. De lectura ágil y desarrollo predecible, pero estupenda para pasar un buen rato de lectura y evasión.
  La autora hace concesiones a la inclusión y todas esas cosas, otorgando una relación homosexual al hermano de Minerva, relación que no tiene nada que ver con la trama ni influye en ella para nada. En mi opinión, ojo que es sólo una opinión, está ahí únicamente para seguir una tendencia sin aportar absolutamente nada.
  Algo que se me ha empalagado totalmente es la palabra "médica", utilizada con excesiva frecuencia. Ni una sola vez se utiliza "doctora".

Sobre la autora
  Nadia Noor, casada y con hijos, vive en Valencia. Estudió Ingeniería Técnica y trabaja actualmente en el departamento de exportación de una empresa.
  "Míster 7" ha sido su primera incursión en la novela romántica a la que seguro seguirán más novelas del género.

miércoles, 13 de mayo de 2020

"Un cajón caótico" de Chistian Martinez Silva


  Imposible quedar indiferente ante esta colección de relatos cortos, poemas y reflexiones, con las que Christian Martinez Silva regala sentimientos a sus lectores e invita a pensar, amabas cosas muy raras hoy en día.
  Ahora que la moda son las sagas interminables, es refrescante encontrar a alguien que decide conscientemente ir a contracorriente con un libro corto, pero intenso. El autor es capaz de contarnos múltiples historias con economía de palabras y tocar con ellas tu corazón.
  Hay temas recurrentes en los textos de Martinez Silva. ¿Se puede hablar de temas recurrentes en alguien que solo ha publicado dos libros? En fín, es común a ambos libros la denuncia social, el amor como un sentimiento puro, la influencia de padres y abuelos en la forja de caracteres, las relaciones familiares y ciertos coqueteos con thriller o novela negra. Algo más, común a todos los textos de este autor, es el cuidado exquisito con el lenguaje y la precisión con que lo utiliza, cualidad muy de agradecer en estos tiempos en los que parece valer todo.
  He leido "Un cajón caótico" de un tirón, pero se que voy a releerlo, despacio, saboreando cada una de sus historias y sus palabras. 


Sobre su autor
  Christian Martínez Silva nació en 1985. Actualmente reside en Madrid con su pareja y su hijo. Su primera obra publicada fue "Sin más respuesta que el silencio", que gozó de una calurosa acogida.
  Persona muy accesible y con carisma. Seguro que, si alguien desea hablar con él sobre su libro, estará encantado de responder.
Es posible localizarle a través de instagram en su cuenta:

martes, 7 de abril de 2020

"Adiós"




  La mochila del caminante cada vez pesaba más en su espalda, cuando vio el banco pensó agradecido en dar un descanso a su flaco cuerpo. La madera, caliente del sol de la mañana, ofreció consuelo a aquel hombre derrotado.

  Se sentó mirando aquel mar azul en calma, sólo el grito de alguna gaviota interrumpía el silencio del paseo marítimo. Y pensó, con los ojos cerrados, en otra mañana a la orilla de otro mar, cuando, en vez de arrastrar su miseria, arrastraba a dos críos de la mano. Inspiró el olor salobre y volvió a beber vino directamente del cartón. Que fácil era perderlo todo.

  Puso la mochila en la esquina del banco y se tendió usándola de almohada, dio algunos tragos más a aquel vino barato y se fue adormeciendo. Poco a poco, casi sin sentirlo, cruzó el umbral de la consciencia envuelto en el bendito sopor que anestesiaba las emociones.

  La pareja de la policía local caminaba despacio aquel lunes de abril por el puerto, vieron al mendigo borracho durmiendo la mona al sol y se acercaron sin prisa a espabilarlo. El más joven se inclinó sobre él y lo zarandeó con desgana. El brazo que cubría su rostro se deslizó dejando al descubierto los ojos abiertos, fijos para siempre en los críos que llevaba de su mano.
 

viernes, 3 de abril de 2020

"Nápoles A. D. 1723"



Parecía ayer cuando aquel signor espagnolo  vino a él con un encargo de la lejana Cartagena, pidiendo una Pietá al estilo del gran Michelangelo.
Giaccomo Colombo contemplaba absorto su obra terminada. Frente a él, tras muchos meses de laborioso trabajo, maese Giaccomo tenía a aquella extraordinaria bellezza  de tez clara y ojos oscuros, reflejando el dolor de una madre con su hijo muerto en brazos.
El maestro se despedía de su obra. Acarició con mimo su rostro y vio brillar por última vez bajo el sol napolitano las cinco lágrimas que adornaban su rostro. Memorizó las tenues arrugas de su frente, rozó las manos implorantes de la Madre de Cristo con respeto reverencial.
Era hora de dejarla marchar. Suspirando se apartó de ella y con el corazón tembloroso susurró: -Addio amore mio, buon viaggio-.

 

viernes, 20 de marzo de 2020

"La muñeca"

  Martina y su mamá paseaban entre los estantes de la juguetería. De repente mamá se paró frente a la estantería de las muñecas de porcelana. Se quedó mirando una de ellas. Tenía unos preciosos bucles dorados y sus ojos de cristal, con iris azul cobalto, devolvían con intensidad la mirada a mamá.
- Mira que bonita es Martina -dijo mamá-, ¿que te parece si la adoptamos?
  Martina se encogió, haciéndose pequeñita al lado de mamá:
- No mami. No me gusta, me mira mal. Déjala, por favor.
- No digas tonterías cielo, es una monada. Ya verás encima de tu cama quedará genial, la vamos a llamar Rosita. Se viene a casa con nosotras. 
  De vuelta a casa en el coche, cada vez que Martina miraba de reojo el asiento de al lado percibía los maliciosos destellos que las luces de la calle arrancaban  de las pupilas de Rosita.
  Ya en casa, los días eran más llevaderos, Martina solo tenía que evitar entrar a su habitación para no ver a Rosita. A la hora de dormir no quedaba más remedio que compartir la habitación con ella. Mamá sentaba a la intrusa en la sillita de Martina, junto a la ventana y la luna hacía brillar con maldad sus ojos de cristal.
  Martina se tapaba la cabeza con el edredón y apretaba sus párpados cerrados, pero era inútil, la mirada de la muñeca se colaba en sus pesadillas. Siempre le decía lo mismo: "Mamá es mía, me la llevaré conmigo y nunca más la verás"
  La pobre Martina perdió peso y las ojeras devoraron su cara. El pelo le caía triste sobre los hombros y se volvió taciturna y solitaria.
  Mamá apenas notó los cambios de Martina, estaba demasiado ocupada confeccionando vestidos para Rosita o peinando sus tirabuzones o poniendole lazos en el pelo o buscando por internet unos zapatos de charol que conjuntaran con el nuevo abriguito que había comprado para su preciosa muñeca. Estaba tan ocupada con Rosita que se olvidó de Martina.
  Al final Martina ideó una solución. Se desharía de Rosita. A escondidas de mamá tiraría la maldita muñeca a la basura y todo volvería a la normalidad.
Aquella noche, como todas las demás, Rosita invadió sus sueños. Amenazadora avanzaba hacia ella mientras repetía:
- Mamá es mía, nunca te la devolveré. Mamá me pertenece, es mía para siempre.
  Martina quería gritar, pero su garganta se negaba a obedecer y no pudo emitir sonido alguno. Cuando se despertó cubierta de sudor vio a Rosita junto a su cama con sus fríos ojos azules fijos en ella. Un grito estrangulado surgió de sus cuerdas vocales y salió a toda velocidad de la cama. Trastabillando en la oscuridad llegó hasta la mochila del colegio y la vacío con manos torpes. Entonces, introdujo a Rosita y cerró con fuerza la cremallera.
 
A la mañana siguiente...
Martina salió de casa con su mochila rosa de la mano de mamá. Mamá la ignoraba, caminaba pendiente de los escaparates buscando novedades para Rosita. Martina contaba con ello. Despacito se quito la mochila y la dejo en el suelo con disimulo, junto al contenedor de basura. Continuó caminando al lado de mamá y  la tomó de la mano de nuevo.
Fue al cruzar la calle. Martina se sentía eufórica y victoriosa. En un instante mamá caminaba a su lado y al siguiente se volvió como si alguien la hubiese llamado. Un coche que pasaba en ese momento no pudo frenar a tiempo.
Ahora mamá estaba en el suelo, en un charco se sangre. Martina incapaz de moverse y sin soltar la mano inerte de mamá miró en la dirección hacia la que se giró su madre.  Y allí estaba Rosita, con un brillo triunfante en sus diabólicos ojillos. ¿Como consiguió la muy maldita salir de la cartera?  

  Tras el funeral, papá quiso ver a mamá por última vez y pidió que abriesen el ataúd. Nadie vio a Martina en un rinconcito llorando, pero ella si vio a papá meter a Rosita en el féretro con mamá. Y un soplo de viento le trajo las malévolas palabras de Rosita:
- Ahora es mía para siempre, mamá es mía, te lo dije.

Fin

jueves, 31 de octubre de 2019

"La llamada"

  Lucía llegó echando chispas a casa. El atontado de su hermano Tomás la había dejado tirada. Cuando se dignase a aparecer se la iba a cargar con todo el equipo. Tenía que recogerla a la salida del instituto, pero, como de costumbre, encontró algo mejor que hacer. Ser la hermana pequeña es un rollo. Todos te dan ordenes y todos pasan de ti cuando necesitas algo.
  Lucía esperó sentada en los escalones de acceso al centro casi una hora, hasta que se quedó sola y supo seguro que su hermano se había olvidado de ella.
  Ya en casa se sentó a rumiar su enfado en el sofá y abrió su instagram para cotillear lo que hacía el resto de la clase. En buscar a Tomás no perdía el tiempo, el muy odioso tenía la cuenta oficial, la extraoficial y la falsa. Seguro que si subía algo era en otra cuenta que ella nunca llegaría a saber que existía.
  De repente sonó su teléfono, era Tomás. No iba a contestar. Lo dejó sonar hasta que se cortó la llamada. Volvió a sonar, otra vez Tomás.
- ¡Que pesado! -exclamó Lucía en voz alta-. Si piensas que voy a contestar vas fresco -dijo para sí-.
Sonó una tercera vez. Harta del insistente ruido contestó de mala manera:
- ¿Que!?
- Hola canija, no te enfades conmigo.
  Lucía frunció el entrecejo y gritó: Me he pasado una hora esperando. Me has dejado plantada, hundida en la miseria, harta de por vida. ¡Te odio! -sollozó- ¡Vete a paseo!
  Tomás calló un instante y luego dijo con voz contrita:
- Lo siento, de verdad. Perdóname Luci. Estaba con Patricia, nos tomamos unas cervezas y me olvidé de la hora. Cuando me di cuenta me puse las pilas, pero la he cagado. Intenté llegar, te lo prometo. Me vas a perdonar ¿verdad canija?
Tomás sonaba auténticamente apenado y Lucía no fue capaz de mantener su enfado. Se secó los ojos y sorbiendo por la nariz le dijo: vale, te perdono. Pero no lo vuelvas a hacer ¡prométemelo! -exigió-.
Aliviado, Tomás respondió desde el otro lado de la línea:
- Gracias Lucía, me has quitado un gran peso de encima. Puede que a ratos sea idiota contigo, pero te quiero muchísimo.
  De pronto el teléfono fijo de la casa empezó a sonar. Lucía notó una extraña sensación en su interior, no deseaba cortar la llamada de Tomás. Se sintió tonta con el teléfono en la mano y en silencio, pero quería seguir con su hermano un poco más.
  Al final fue Tomás el que habló:
- Vamos, cuelga, tienes que coger el otro teléfono. Y no olvides lo que te he dicho, te quiero hermanita. Adiós.
- Adiós, pesado, nos vemos luego.
Lucía colgó el móvil y respondió al fijo.
- ¿Si? Dígame...
Una voz seria desde el otro lado preguntó ¿hablo con algún familiar de Tomás Rodríguez Vera?
- Si, soy su hermana. ¿Quien es usted?
- Verá -dijo la voz- su hermano ha tenido un accidente con la moto. Se ha salido en una curva de una carretera de incorporación a la autovía...
  Lucía sintió una fuerte opresión en el pecho y con un sollozo estrangulado se dirigió a la voz del teléfono:
- Tomás está bien ¿verdad? ¡He hablado con él hace un momento desde el móvil! ¡Nos acabamos de despedir!
- Lo siento señorita -la voz titubeó un instante-, el golpe fue fatal. Su hermano murió instantáneamente, le aseguro que no sufrió. Un agente de policía ha traído sus efectos personales aquí, el teléfono móvil está completamente destrozado a causa del accidente. No sabe lo afortunada que ha sido pudiendo despedirse de él por última vez.
  Lucía sintió que las fuerzas le fallaban. Se deslizó al suelo y doblada por la cintura su alma gritó de pena dejando que de sus ojos fluyera el dolor en forma de lágrimas.
La voz del teléfono titubeante preguntó:
- Señorita, ¿sigue usted ahí?

Fin

"El concierto"


  Raúl y Susi fueron al mismo jardín de infancia, hicieron juntos Primaria y pasaron a la vez a Secundaria. Raúl descubrió entonces sus inquietudes solidarias. Colaboraba en el Banco de Alimentos, recogía firmas para ACNUR, ayudaba en el comedor social y hacia voluntariado en la residencia de ancianos.
  Susi se volcó en la música. Comenzó a estudiar canto en el Conservatorio, compuso sus primeras canciones y tocaba en pequeños locales. Un día llegó la Gran Oportunidad, así con mayúsculas. Un productor musical la escuchó en un video de YouTube y de ahí al estrellato fue un visto y no visto.
  Susi dejo de llamar a Raúl, estaba muy ocupada con su música. Raúl sí que siguió llamando, pero Susi siempre tenía prisa por colgar. Poco a poco empezó a espaciar las llamadas hasta que un día simplemente no llamó.

  Raúl continuó con su vida, dejó en pausa su amistad con Susi y dedicó toda su energía a los proyectos solidarios. Los abuelos de la "Resi" eran su causa favorita. Necesitaban medicinas, necesitaban ropa, necesitaban alimentos, pero por encima de todas las cosas necesitaban cariño. Y Raúl se lo daba a raudales.
  La llegada del invierno trajo los problemas a la "Resi" . El tejado de la residencia de ancianos estaba tan viejo como los abuelos y necesitado, más que de parches, de una operación a corazón abierto y un trasplante de pulmón.
  Los arquitectos valoraron la situación, el contratista vino a verlo y cuando el director tuvo el presupuesto de reparación encima de su mesa supo que no podría hacerse. Nunca reuniría ese dineral. El ayuntamiento puso su granito de arena en la catástrofe: o arreglaban el tejado o cerraban la residencia por ruina el edificio.
  Al final alguien tuvo una idea para salvar la "Resi": un concierto benéfico. Pero uno grande, para recaudar mucho dinero, por aquello de los "ya que": ya que cambiamos las tejas arreglamos el impermeabilizado, ya que estamos miramos el aislamiento térmico, ya que nos ponemos colocamos una rampa aquí y un elevador allá...
  Raúl decidió que era el momento de volver a llamar a Susi, que ya no era Susi sino Susana León. Tuvo que insistir varias veces, pero por los abuelos merecía la pena. Al final ella cogió el teléfono, hablaron de los viejos tiempos, de como se divertían juntos, de sus sueños. Y, antes de que a Susana le entrará la prisa por colgar, Raúl le contó el problema de los abuelos y la idea del concierto. Le habló de todos los artistas locales que participarían y le pidió ayuda. Si ella viniese la recaudación sería mucho mayor. Había tantas cosas por hacer...
  Susana iba a negarse, la verdad no le apetecía nada, pero en el último momento pensó en lo rentable que sería para su imagen un evento como ese. Al final dijo que sí y las entradas se agotaron a las tres horas de salir a la venta. Y se puso fecha de inicio a la obra de la residencia de ancianos.
  El día del concierto el teatro estaba lleno a reventar y todos los artistas entre bambalinas bullían nerviosos. Sólo faltaba por llegar la gran estrella de la velada.
  Raúl nervioso llamó a Susana. Tras insistir varias veces ella descolgó el móvil.
-¿Si?
- Susi, digo Susana, ¿que sucede? Deberías estar ya aquí.
- Bueno, ha habido un cambio de planes. No podré ir... Lo siento. Tampoco es como si hubiese un contrato firmado. Además tienes un montón de músicos y cantantes ahí. Te apañarás.
¡Susi! ¿como me haces esto? -Raúl no se lo podía creer-. ¡Cientos de personas están ahí por ti! ¿Que les digo yo ahora?
  Temblando pensó en el dinero de la recaudación, gran parte estaba gastado. Si la gente pedía la devolución del importe de la entrada sería una catástrofe.
Susi, Susana, por lo que  más quieras -suplicó Raúl-, no nos dejes tirados.
Lo siento Raúl, ya está hecho. Estoy en una avioneta privada -contestó Susana- y vamos a despegar. Tengo que apagar el móvil.
  Un clic y luego se hizo el silencio en la línea.
  Raúl se quedó en shock. ¿Como arreglarlo? Estuvo así un minuto o quizá una hora ¿o fueron dos? Al final hizo de tripas corazón y se dirigió al escenario. Cogería el micrófono y lo diría, después ya se vería.
  Terminó el último grupo y todo el mundo esperaba a Susana León. Raúl salió al escenario caminando en dirección al micrófono, lo cogió y tomó aire. Iba a empezar a hablar cuando sintió un escalofrío recorrer su columna. Un frío inquietante se acercó a él desde atrás. Contuvo la respiración sin atreverse a mirar a su espalda. Entonces una mano suave y liviana se apoyó en su hombro y oyó a Susi decir junto a él:
- ¿Vas a presentarme o no?
Sorprendido, solo atinó a decir: "has venido..."
- Si Raúl, estoy aquí -contestó Susi- en mi último segundo comprendí qué es lo realmente importante. No iba a dejar en la estacada a mi mejor amigo y a sus abuelos de la "Resi".
  Raúl sonrió y le cedió el micro.
  Susi dio el mejor concierto de su vida. Al terminar una cortina de humo llenó el escenario y cuando se disipó la cantante se había ido con él.
  Raúl la buscó un buen rato, pero nadie pudo dar razón de ella. Se marchó apenado a casa, sin haber agradecido a su amiga el cambio de planes de última hora.

  A la mañana siguiente...
  Raúl se levantó y preparó el desayuno. Puso la radio, como todos los días, para escuchar las noticias y mientras llenaba su taza de café oyó al locutor decir: "Esta mañana el mundo de la música se viste de luto. Ayer, a las ocho de la tarde, el avión donde viajaba Susana León, se estrelló al poco de despegar. No hubo ningún superviviente..."
¡Dios mio! -exclamó Raúl- No es posible, a las diez salió a escena para cantar. ¿Que fue lo que ocurrió?
Un soplo de aire gélido erizó los pelos de su nuca. Sobresaltado se enderezó y frente a él estaba Susi. Su cuerpo translúcido fue tomando consistencia y con la mirada fija en los ojos de su amigo le respondió:
- Te lo dije anoche Raúl, en mi último segundo descubrí  lo realmente importante.
Y con un "cuidate" dicho a media voz se desvaneció frente a los atónitos ojos de Raúl.

domingo, 27 de octubre de 2019

"Eli"

  Era una fría noche de febrero.
  Pedro volvía a casa andando mientras maldecía su despiste. Había olvidado el gorro y los guantes en casa de Estrella, la profesora se inglés. Se le estaban congelando las orejas y tiritaba con las manos en los bolsillos. Haciendo un esfuerzo sacó la mano izquierda para mirar el reloj.
  Las diez y veinte.
  El autobús pasaba por una parada cercana a las diez y media. Apretó el paso, llegaría a tiempo de cogerlo. No se veía con ánimo de hacer todo el camino hasta casa caminando, tenía los pies como carámbanos de hielo.
  Al volver la esquina tropezó con ella. Llevaba una mochila rosa chicle y un chaquetón largo casi hasta las rodillas. La chica perdió el equilibrio y cayó al suelo aparatosamente. La estúpida mochila rosa se abrió vomitando todo su contenido en la acera. Libros, cuadernos y lápices se esturrearon a su alrededor.
  Pedro la miró sentada en el suelo, la escasa luz se había confabulado con la capucha bordeada de piel del chaquetón para ocultar el rostro de la chica en sombras. Por un momento contempló la posibilidad de seguir andando para no perder el autobús. Entonces ella levantó el rostro y le atrapó con su sonrisa triste y su hipnótica mirada.
- Ayudame a ponerme de pie, por favor - pidió la chica desde la acera-. Menudo golpe, me va a doler el culo toda la vida.
  Con desgana y mirando el reloj, Pedro ayudó a la chica a levantarse y empezó a recoger cosas del suelo a toda prisa pensando en el maldito autobús.  Ella en pie se frotaba el trasero con una mueca de dolor. Cuando todo estuvo de nuevo dentro de la mochila rosa Pedro ojeó el reloj otra vez.
- Bueno, ya está todo listo. Hasta luego chica.
- ¡Espera! -exclamó la chica con angustia-. Espera -repitió suavemente con ansiedad-. Espera -dijo de nuevo en un tono suplicante-.
- Se me escapa el autobús -contestó Pedro-, ya casi no llego.
- Por favor -insistió ella-, solo un instante más... No me has dicho tu nombre. Yo soy Eli ¿y tu?
- Pedro. Tengo que irme, adiós Eli.
  Pedro echó a correr en dirección a la parada. El frío le cortaba las mejillas mientras la carrera le robaba la respiración. Al volver la esquina vio dsde lejos como el autobús se acercaba a la parada.
- ¡Mierda! ¡Se me escapa, no llego a tiempo! Y todo por culpa de esa chica torpe.
  Se paró con resignación y  miró hacia el autobús. De repente una de las enormes ruedas del vehículo patinó en una placa de hielo de la calzada. El conductor perdió el control y la inmensa mole de hierro se subió a la acera lanzándose contra el banco y la marquesina de la parada.
  El corazón de Pedro se salto un par de latidos para luego echar una loca carrera. Si hubiese llegado a tiempo a la parada habría muerto atropellado. Cuando consiguió reaccionar encaminó sus pasos a casa. 

  A la mañana siguiente...
  Pedro iba hacia el instituto cuando vio un grupo de chavales que colocaban velas encendidas y pequeños ramilletes de flores en el suelo. Uno de ellos le saludó, era Fernando, de 4°B. La curiosidad pudo con la prisa por llegar a clase y se acercó a ellos.
- Hola Fernando, ¿que hacéis?
- Pedro, tío, ¿no te acuerdas? El año pasado a la salida del "Insti" un coche atropelló a una chica de 1°A. Esa -dijo señalando a una compañera que lloraba- es su hermana mayor, Teresa.
Teresa se limpió las lágrimas y sacó un cartel con una foto de su hermana para pegarla en un muro cercano, encima de las velas y las flores.
Pedro miró el cartel y desde la pared Eli le regaló su sonrisa y su hipnótica mirada.

Fin.

jueves, 3 de enero de 2019

"Un mes con Montalbano" de Andrea Camilleri



  Un mes con Montalbano se escribe entre 1996 y 1998. Es una colección de treinta relatos y según nota del autor, incluida en el libro, está pensado para que se lea un relato al dia hasta finalizar los 30, de ahí el título de Un mes con Montalbano, que sería el tiempo invertido en leer el libro y conocer al comisario y su universo.
  De esos treinta relatos veintiocho son inéditos y dos ya habían visto la luz. El compañero de Viaje apareció en la revista Sintesi de mayo de 1997 y en el libro Raccontare Trieste en junio de 1997. El pacto se imprimió en 1997 en La grotta della vipera de Cagliari.
  Todos los relatos son protagonizados por Salvo Montalbano y casi todos transcurren en Vigàta, de donde es comisario. No guardan un orden temporal. Algunos se remontan al pasado de Montalbano antes de su llegada a Vigáta o al inicio de su estancia allí.
  Historia a historia nos vamos sumergiendo lentamente en la Sicilia de Montalbano y conociendo a sus gentes al tiempo que conocemos al comisario. Hay un poco de todo, asesinatos, escarceos con la mafia, robos, misterios del pasado mas o menos remoto, equívocos, malentendidos, etc.
  Es el libro perfecto para trabar conocimiento con Montalbano  ver sus fantásticas dotes deductivas, su maravilloso manejo de la psicología humana y tomarle afecto.
  Andrea Camilleri llamó Montalbano a su comisario por dos razones, porque es un apellido muy común en Sicilia y como homenaje Manuel Vázquez Montalbán, creador de otro célebre investigador: Carvalho. Por eso el escritor español prologa este libro que, por cierto, en 1998 encabezó las listas de libros más vendidos en Italia.

Sobre su autor
  Andrea Camilleri nació en 1925 en Porto Empedocle, provincia de Agrigento, Sicilia, y actualmente vive en Roma, donde imparte clases en la Academia de Arte Dramático. Durante cuarenta años fue guionista y director de teatro y televisión. En 1994 crea el personaje de Salvo Montalbano, comisario siciliano protagonista de una serie de novelas.
  Camilleri alcanza el éxito a los 73 años y a dia de hoy es uno de los autores más leidos de Europa.

domingo, 2 de septiembre de 2018

"Almería de película" Relatos de verano (IV) varios autores



 Cuatro relatos cortos muy distintos entre sí, los cuatro de autores almerienses. Todos sobre cine y ambientados en Almería.

"La busqueda tuvo un precio" de Carlos Díaz Domínguez
   A la muerte de una italiana que participó en los años 60 y 70 en los rodajes de películas del oeste en Almería su hijo ilegítimo, concebido en aquella época y a quien nunca confesó quien era su padre, inicia un viaje de búsqueda de sus orígenes con un resultado imprevisto.
  Un buen argumento para una película centrado en la figura de Clint Eastwood y los spaghetti western que se filmaron en Almería.
"El otro Paradiso" José Gonzalez Núñez
  LLeno de parlelismos cinemátográficos nos narra la historia del cine Avenida (Cinema Paradiso) en Turre y la vida de Curro (Salvatore).
  Parece más un documental que una novela... demasiados datos para mí y poca historia.
"Juan el Moreno" Pedro Felipe Granados
  Juan, gitano y casado con una paya, primero minero y luego extra en las películas de romanos y vaqueros que se filmaron en Almería. Narra su vida a petición de su hija estudiante, que utilizará esas memorias como base para un trabajo universitario.
  A través del fresco e ingénuo relato de Juan vemos como el cine cambió la economía almeriense e influyó en sus costumbres y sus gentes.
"Doce días de agosto" Diego Reche
  Un chico que quiere ser actor va de casting en casting por Almería para intentar trabajar en la película Exodus de Ridley Scott que, si nos ponemos en plan cinematográfico, fue un poco como aquel Mr. Marshall que pasó de largo.
  Muy bien retratada en clave de humor la competencia feroz entre los aspirantes y el desdén y la altanería con que son tratados por las gentes del cine americano.

sábado, 20 de julio de 2013

"La Zapatilla de Cristal" Shotaro Yasuoka






   El libro engloba una colección de nueve relatos cortos: "El Juglar Errante", "La Zaptilla de Cristal", "Deberes", "El Guardés", "Jingle Bells", "Las Orejas del Rey", "El Baile de las Espadas", "La Medalla" y "Una Habitación en Tsukiji".
   Pese a lo que pudiera hacer pensar el título bajo el que son engobadas todas las historias no se trata de cuentos de hadas ni hay en ellas rastro alguno de romanticismo. Están ubicadas en los años previos a la II Guerra Mundial o en los inmediatamente posteriores, son relatos tristes, a veces opresivos y con finales previsiblemente desastrosos.
   Por otra parte en ninguno de ellos se refleja ese concepto que tenemos de los japoneses como gente organizada, muy trabajadora y lista para plegarse a las ordenes y sacrificarse, obedientes en extremo e incapaces de rebelión.
   En fín que lo mejor es no sentarse a leerlo a menos que ese día estemos con el ánimo sereno y equilibrado y a prueba de cuentos deprimentes.