¿Por qué nos cuesta tanto posar? ¿Porque, en el fondo, no nos gustamos reflejados en el espejo? ¿Tampoco se gustan los guapos? Qué difícil -y qué gratificante para el fotógrafo- es encontrar a esa persona que mira con tranquilidad, no digo ya con seducción, a la cámara.
Desde luego, la niña lo tiene muy claro: de posar, nada. La mujer parece más segura de sus encantos, o ha llegado a controlarse mejor, o simplemente se encuentra a gusto. A saber.
Kadar (http://kadar.es/), 27 de julio de 2008