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martes, 1 de junio de 2010

Parones, ruegos y barquitos de recreo

Uno tipos con aspecto de haber salido de un catálogo de ropa de algún centro comercial aparecen en pantalla. Se les ve felices, sonrientes y con una barbita muy a la moda, de esas pretendidamente descuidadas que intentan otorgar un aspecto juvenil pero que solo acaban goteando una falta de personalidad abrumadora. Se ligan a un par de tías buenas y se van en un yate con ellas. Caminan, bailan y tontean sobre todos los tópicos posibles, un mediterraneo idílico ausente de ladrillo y trajes de marca, unas fiestas populares como reclamo de cultura y tradición, atardeceres de novela rosa con portada troquelada, todo mecido por una canción tan buenrollera que deberían poner una advertencia para el público con problemas de azúcar. Al final del anuncio el chico, probablemente auditor de cuentas, besa a la chica. Y todo para decirnos que bebamos cerveza, o mejor, asociando todos esos momentos de postal a una marca de cerveza concreta. No nos venden cuerpo o sabor, nos venden felicidad total.
Y yo en el sofá, mirando con cara de estupefacción a la tele, inventando un nuevo final para el spot, algo leve, algo como que un submarino alemán perdido por azares del destino y la historia en tan mediterraneas islas, acabe torpedeando al puto yate, y no haya ni final feliz ni nada, y las tías buenas, los imbéciles de la barbita y todo el equipo de producción se hundan más que la decencia de un banquero.
Cuando acabo de relamerme imaginando los trocitos de madera del barquito de recreo flotando, caigo en la cuenta de que ya ha llegado oficialmente el verano (olvidensé de la astronomía, es algo decimonónico), y de que ya ando por casa en camiseta y calzoncillos en unas noches madrileñas que anuncian una canícula de manicomio.
Me asomo a la ventana y veo unos cuantos tipos paseando sin rumbo aparente. Pienso que el ayuntamiento contrata a gente para que ande por las calles y así estas parezcan más humanas a cualquier hora del día. Me retiro el flequillo con la mano y resoplo, me acuerdo de las cosas pendientes, los cambios y el oscurísimo azar laboral que parece se empieza a disipar en mi vida (esperemos).
También pienso en pasarme por aquí, a dejar una pequeña nota a mis exiguos lectores, para que sepan que esto esta parado por cuestiones técnicas nada más y que pronto volveremos a dar guerra. Mientras sean felices, beban la cerveza que les de la gana e intenten llevar el verano con dignidad.
No nos desintonicen, se lo rogamos.

martes, 27 de abril de 2010

Searching for the young mod rebels

"Sólo recuerdo como a partir de un determinado año empezaron a oírse las primeras voces reclamando reglas; los primeros gritos que trataban de establecer vallas, poner cercados, limitar mentes que volaban alto. Aquellos que nunca habían visto el brillo trataron de amordazarlo...
...Con el tiempo empezó a surgir una reacción, muy parecida a las reacciones políticas que suceden a las grandes revoluciones. Pedían todas las cosas que eran anatema al brillo: limitación, imitación, tradición, repetición. Finalmente, lo mod quedó adscrito a una mera repetición de detalles pasados."

Kiko Amat. Los Años del Frescor. LEM #2


Y de repente saltaron escandalizados, guardianes autoeregidos de un culto que me pertenecía tanto como a ellos. Criticaron ferozmente algunos tópicos, sacaron colmillo ante dos imprecisiones, obviaron las palabras que les sonaban raro o directamente sentenciaron con la maza de la tradición museística. Lo que más gracia me hizo fue la amenaza de la masividad. Si por un artículo de tres páginas en un suplemento consiguiéramos que la gente joven cambiara a Lady Gaga por Etta James, estaríamos a las puertas de la toma del palacio de invierno de la normalidad.

Tienen todo el derecho a pensar como quieran, a ser reduccionistas, encapsular las pasiones, a legislar, incluso sin haber sido elegidos. Tienen todo el derecho a hablar de la música como si se tratara de un compendio farmacéutico, trazando tantas líneas entre estilos que el otro día me pareció ver a Georgie Fame esposado en espera de sentencia. Tienen todo el derecho a confundir la subversión cultural modernista con un elitismo más propio de La Regenta que del Flamingo Club. Tienen todo el derecho, lo cual no significa que les vayamos a hacer caso, lo cual no significa que representen algo, más allá de representarse a ellos mismos.

Porque esto no empezó en sillones aterciopelados donde uno se sentaba a observar más que a participar, a criticar con barroquismo de tebeo la inexperiencia. Esto es la historia de un incendio, y es caliente, con garra, como Many Corchado sudando y golfeando entre las nínfulas latinas del Harlem. A ver si nos enteramos que los mods no venimos del jodido palacio de Buckingham, que la realeza de todas clases nos apesta. Venimos de las calles del Soho, de La Ciudad de Ébano, donde nos encontrábamos al margen de los estrechos, los anglos squares , incapaces de ver el fulgor de lo que se estaba cociendo en aquella olla de gente rara.

Es que esto al final es una cuestión de filosofía, si me apuráis. Las recreaciones están bien, de hecho el otro día estuve en un museo y me encantaron sus dioramas, figuras decorativas estáticas que intentan crear una escena de un momento y un lugar pasado. Lo que me temo es el completo fracaso de intentar trasladar un diorama al mundo real. No sé vosotros, yo no quiero ser parte de un museo, no quiero ser parte de algo estático, de algo que coge polvo sobre los hombros como no se le pase una balletita de vez en cuando. No quiero porque esto es algo vivo, y tan dinámico que todos los fines de semana mucha gente sale a vivir la idea mod, la de vivir limpio bajo circunstancias difíciles, la de aprender y avanzar, la del gang irreductible, la de sentirte un absolute beginner cada sábado, como gente del Rockola que se mezcla con chavales de diecisiete.

Y serían más me temo, si lo mod no desprendiera a veces ese hedor a cerrado, ese tufo insoportable a tergal, a ropero viejo, a uniforme de guardia civil de posguerra. Y serían más porque conozco a los expatriados, a los que llevan camisetas de rayas, pelo largo, fulares o pitillos con Rekords. Y porque conozco a los que nunca fueron por miedo a ser señalados, por miedo a percibir la hostilidad de los próceres, de los jueces, del consejo de la tribu. Y mira que pena, porque todos ellos tienen un gusto musical acojonante, colecciones de vinilos asombrosas e incluso cierto gusto al vestir. Pero no, no me llames mod, parecen decir.

A mi a pesar de todo, esto me sigue gustando, a pesar de que los chicos a veces no están bien, a pesar de que somos pocos y mal avenidos, a mi me sigue gustando. Y espero estar aquí mucho tiempo, andando, como Al Apollo, o corriendo, como Colin Smith. Voy a seguir levantando el puño cada vez que oiga aquello de quizá mañana (por muy básico y callejero que os resulte), o recordando mi emoción teenager cuando sonaba aquel bajo en the riverboat song. Pienso seguir bailando hasta que me ardan los pies ese northern que detestáis, y siendo un seven day fool en los sótanos de malasaña en los que nos recluimos en espera de tomar las calles. Y lo voy a hacer porque me gusta y porque quiero, y porque soy MOD. No se os ocurra decirme lo contrario.



martes, 6 de abril de 2010

La allnighter (un año después)


Llegamos a la estación de autobuses, de nuevo el aeropuerto para pobres, y encontramos la cafetería reformada, intentando aparentar sofisticación cuando solo debería ofrecer normalidad. Nos fuimos juntando poco a poco en una mesa, y vi el brillo, el instinto depredador en los ojos, pero no ya en mi, si no en alguno de los que esa noche iban a bailar como sólo un mod lo puede hacer, dejándose la jodida alma en la pista.

Supongo que es curioso ver a un grupo de tipos tan variado subirse a un autobús sin maletas, de nuevo en un viaje suicida, sin equipaje, de los que se hacen sin miedo a no volver. Había un rango de edades tan dispar que para un atento observador externo (de los que no hay, no nos engañemos) podría tratarse de una familia, con tíos, sobrinos, casi padres, pero sobre todo hermanos.

Mis amigos, los de verdad, los que están ahí y saben todo, los que no te ríen las gracias y te dicen lo que has hecho mal, los que te explican que el precio ha sido muy caro, me ponían la mano en el hombro, me apretaban, interesándose por mis heridas como cirujanos de campo, diciéndome que no tenían buena pinta, pero que no me moriría, al menos de momento, al menos esa noche.

Tras horas de un viaje demente, en el que había chistes desesperados, un humor tan concreto y absurdo que parecía un código de una máquina enigma, llegamos a nuestro campo de juego. Yo iba delante porque me apetecía, porque a veces, incluso para los que no competimos y lo de quedar primeros nos da igual, es bonito girarse disimuladamente y ver a la columna en formación, con sus Parkas, sus Harringtons y Pea-Coats, desfilando por las calles del Mediterraneo como si la cosa no fuera con ellos, como un grupo de húsares que se dirigen altivos a tomar una posición muy concreta.

Y me precio de ir con ellos, de ser excéntricos, de tener la heterodoxia tan lejos, y haber superado con creces la mera recreación. Eso era de verdad, tan de verdad como el aire que respiraba cada vez que pensaba en la pelota de tenis golpeando la red y cayendo en mi campo, como el ruido que hacían mis zapatos y el brillo de mis hebillas, como el pendiente que ya no llevo pero que hecho tanto de menos, como el rastro de digna tristeza que iba dejando a cada paso.

Me salto las vueltas y las primeras copas, y las tomas de contacto, y los olvidos por ciudades, y me salto lo que no me apetece poner aquí, porque a veces los chicos no están bien, porque a veces los chicos pierden las cosas con las que juegan demasiado, y la química les puede, y la química les lleva a olvidar el porque hacen tantos kilómetros para poder sentir eso con esa canción, y sentirlo con más gente como ellos, o al menos imaginarlo, pero imaginarlo en grupo.

Y empecé a bailar, y no paré. Y empecé a bailar como si me fuera la vida en ello, con precaución ante la extraña expectación y miradas, pero bailé porque era lo que había ido hacer allí y no pensaba detenerme por nada. Y recuerdo la sala, tan extraña, tan de otro momento, tan de otra gente, como una ciudad ocupada, está vez no por bárbaros, si no por liberadores. Cómo caían los temas, como tuve esa sensación, al menos por un rato, de empezar a sudar, de olvidarme de los pasos y dejar que todo fluyera, de ser un derbiche al punto de perder la conciencia para pagar mis pecados con el baile.

Y sonó Marvin Gaye, no recuerdo el tema, y vi como se me empezaron a abrir las heridas, a salir el egoísmo y la jactancia, el narcisismo y la inseguridad, el ansia, el desastre, la codicia. Sin gente como Marvin estaríamos perdidos, estaríamos a merced de las tendencias, de la manipulación, de las estrategias de mercado. Y me jode porque sé que una allnighter no arregla nada, que determinadas asociaciones están sólo en las cabezas de unos pocos. Pero más allá de eso me hizo sentir humano y falible, me hizo sentir tan solo que me acordé de mi autosuficiencia, de lo que al final nos queda a gente que sabemos los que es perder, pero que no dejamos que se nos arrugue la camisa.

La vuelta me la reservo. Es posible que por momentos, a la luz del día pareciéramos huidos del frenopático, recién expulsados de un ovni, supervivientes de un naufragio en alta mar. Pero volvíamos juntos, sin darnos la espalda, aceptando los excesos y enfrentándonos a nuestros fantasmas, pasados y presentes, algunos más hundidos que otros, pero todos, incluso los más tocados, permaneciendo con la barbilla alta frente a la puta adversidad.

Hoy escribo esto solo, sin cenar, con varias cervezas vacías y una botella de ese escocés que me da cierta constancia ante el teclado. Tengo los ojos hinchados, aspecto de Conde Orlock y una montaña de enemigos que vencer antes de dormirme. Hoy escribo esto acordándome de la allnighter del pasado, de la electricidad y la esperanza, pero también del remordimiento y de la culpabilidad. Pero no me arrepiento, no me arrepiento porque mientras que mis pies bailen, mientras que me sienta humano y libre podré seguir adelante.

(Dedicado especialmente a mis amigos, no hace falta que les nombre, estuvieran o no allí, y a todos aquellos que se emocionan ante una bonito tema de SOUL, de los que ya nadie oye, nadie salvo nosotros).

lunes, 6 de abril de 2009

Arreglando problemas al estilo Belushi


Queridos lectores, no nos desintonicen, estamos arreglando unos problemas técnicos y en breve volveremos a la carga.

miércoles, 18 de marzo de 2009

100 entradas

Hoy estamos de conmemoración en La Aurora Moderna, tratado de navegación del absurdo cotidiano. Hemos llegado, por fin a la entrada número 100, y eso merece una celebración, al menos para alguien tan inconstante como yo.

Estoy seguro que las miríadas de lectores que arrastramos detrás (esta redacción es unipersonal, pero me siento más arropado si hablo en plural) están brincando y danzando, al menos en sus corazones. Muchos de ellos, ya previsores, me escribieron cartas felecitándome por tan gozoso evento. Sí, han leído bien, cartas. Nuestros lectores son tan elegantes que prescinden de la abyecta tecnología y siguen utilizando el correo analógico.

Juan Pedro, de Alcorcón, trabaja en una fábrica de tapones para botellas y nos cuenta emocionado que se identificó plenamente con la entrada sobre Umbral, no tanto por su bagaje literario, que reconoce nulo, si no por la foto que acompaña al texto. Al parecer baja al parque de al lado de su casa de la misma guisa que el fallecido escritor, Se queja de que los vecinos no le hablan.

Conchita, de Almansa, me escribe azorada solicitándome que le haga un hijo. Según ella la simpleza de la entrada sobre el constructivismo la cautivó. Amiga, no suelo utilizar la cosa internetera para ampliar mis horizontes amatorios, y además según me cuenta, tiene usted 72 años, con lo que veo difícil la procreación.

El Sr. Jurado, de Olot, me manda una misiva amenazante, donde expresa su descontento en unas catorce páginas. Las primeras trece son la repetición de la palabra "hijoputa" de su puño y letra, en la última dice que a él sí le gustó El Orfanato.

La ASCRT, Asociación Segoviana para un Consumo Responsable de Televisión, me invita a su cena anual. Mi crítica destructiva sobre Supermodelo 2007, fenecido espacio televisivo, colmó sus expectativas de mala leche por párrafo. Gracias amigos, en el fondo es todo pose, admito que a mí también me gusta la telebasura, eso sí, previo detournement personal.

Mandy Musgrave, 20 años, de Chicago, Illinois me secunda en el aprecio hacía Bill Murray, actor fetiche escritor de este blog. Me cuenta además que fue animadora en su High School y que ahora es modelo de lencería. No dice nada sobre hijos.

Desde Elbasán, Albania, Namik Ceka me pregunta sobre que fue del cura volador brasileño. Desconocemos el destino final de tan insigne vanguardista aéreo, si alguien lo sabe algo que me lo haga saber a mi también.

Un tal N.S. desde París, nos increpa a propósito de la entrada sobre el documental de Mayo del 68 de Klein. Dice que se me ven las trazas y que soy un rojo desconsiderado. Sarkozy, bribón, te hemos descubierto, haz comunal a Carla y entonces te diremos aquello de "todos somos contingentes pero tu eres necesario".

El propio Matías en persona nos felicita por el perfil que realizamos de su ínclita persona. Gracias, le contestamos con entusiasmo desde aquí, escribiendo en mangas de camisa y con nuestra mejor sonrisa, hacemos lo que podemos.

El Frente Armado de Libreros Especializados, me propone engrosar sus filas. Mi experiencia de la Feria del Libro les iluminó. Chicos, dejadme que me lo piense, pero he de avisaros que mi compromiso es nulo y soy un hedonista irreductible, quizás no acabemos de llevarnos bien.

Por último recibo una carta de María Isabel, la niña prodigio venida a menos. Se queja de lo duro que soy con la música ligera. María Isabel, guapa, con la música ligera sí, pero tu eras vanguardia, eras modernidad, eras gloria. Antes muerta que sencilla es nuestro lema de cabecera, lo llevamos tatuado en nuestros cuerpos para que no se nos olvide nunca. Queremos que vuelvas y nos transmitas tu mensaje.

Y ahora en serio, gracias a los lectores eventuales de este artefacto, y un abrazo a los que han comentado alguna vez.

Salud, nos vemos un día de estos.


martes, 12 de agosto de 2008

Bukowsky y los derechos de autor

No soy un experto en historia del derecho, pero me imagino que las leyes acerca de los derechos de autor surgieron por un par de necesidades, reconocer a los creadores su obra y proporcionarles una forma de sustento. Años después los derechos de autor se han convertido en una fuente de ingresos indecente, no tanto para los autores como para los que los gestionan, así como en un freno a la distribución cultural.

No voy a escribir más acerca de esto. Internet está lleno de artículos tanto a favor del copyight como del copyleft y derivados, la mayoría bastante estúpidos y prescindibles. En una sociedad capitalista, donde todo y todos somos mercancía, la cultura también lo es, y es absurdo confundir deseos con realidades.

La cuestión es que hace unos meses escribí un post sobre Bukowski, donde utilizaba una foto para ilustrarlo donde se veía al escritor acompañado de una mujer. En la página de donde tomé la foto (la cual soy incapaz de encontrar ahora) atribuían la imagen a un tal Ulvis Alberts, y la titulaban: "Bukowsky and transvestite". El caso es que la foto me sirvió para escribir unas líneas acerca de una imagen verdadera, cruda, marginal, potente, desasosegante y a la vez conmovedora, en contraste con el brillo bovino que encontramos hoy por todas partes. En principio fin de la historia.

Hasta hoy, donde recibo varios correos, en graduación de la advertencia semisimpática a la amenaza legal, donde tanto la autora de la foto como una señora que pasaba por allí, me exigen la retirada inmediata de la imagen, además de reclamarme una cantidad de 3000 euros y poco más que llevarme al TPI junto a Karadzic.

Hubiera comprendido un correo donde se me advirtiera de que la foto que utilizaba tenía una autoría compartida, y que se me explicara que el presunto travesti era una mujer (este punto de la narración es chungo, lo sé), lo que no entiendo es la exagerada necesidad de andar pidiendo dinero, amenazando con abogados y asociaciones de fotoperiodistas.

Esto es un blog, más concretamente un puto blog de tres al cuarto con una audiencia limitadísima. Y lo más importante, lo escribo por que me da la gana, ni me pagan por ello ni obtengo ningún ingreso por su publicación. Lo .cual no quita para que suela contrastar la información cuando la uso, citar las fuentes y a menudo los autores de las fotos, no tanto por que lo diga una ley sino por educación y reconocimiento. La única misión de los derechos de autor frente a un blog sin ánimo de lucro y donde se cita a los autores es la recaudación pura y dura. Cosa por otra parte poco inteligente, ya que juzgar por los resultados que arrojaba google, este blog si había contribuido a la difusión de la imágen y del autor (en este caso sólo la mitad del autor).

He retirado la imagen y el post, porque aunque probablemente las amenazas fueran bravuconadas legales, cuanto más lejos se esté de tipos con toga y puñetas mejor.

Historias kafkianas para canículas nocturnas.

martes, 15 de julio de 2008

Congelaciones veraniegas, crisis y mudanzas

Ciudadano preocupado por la quiebra de Martinsa-Fadesa


Sirva esta entrada de aviso a posibles lectores de que este blog no está abandonado, simplemente se encuentra en periodo de congelación obligatoria a causa de una mudanza del autor del mismo, y a la incompetencia de las compañías de telecomunicaciones españolas, incapaces de instalar un línea telefónica y un adsl en una ciudad de 200.000 habitantes al sur de Madrid.

Por otra parte, y como deduzco que el mundo puede seguir girando de momento, sin las actualizaciones de este tratado de navegación de la vida moderna, esperaré a Septiembre para retomar la actividad, a no ser que aparezca algún vecino generoso que comparta amablemente su wi-fi.

Aunque es verano, y si cabe la estulticia se hace más patente en todos los poros de las maltrechas mentes humanas, los malos siguen conspirando, no en las sombras si no a plena luz del día. Por eso les recomiendo encarecidamente la lectura del Blog Ganas de Escribir, del profesor de Economía Juan Torres. Este buen hombre tiene mucho criterio en el tema económico y lo explica de una forma entendible, incluso a neofitos en la cosa económica como usted, querido lector. Y en estos momentos de confusiones interesadas, de ocultaciones y juegos de manos, nos tenemos que acordar quien tiene la culpa de que le suba la hipoteca o le hechen de su trabajo.

Saludos y buen verano.