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6 feb 2010

Baldwing y el cortejo

Sencillo empezó aquello de verla de nuevo.
Función de la obra 15.30, repeticiones 20.30. Función especial 00.00 hs. Era sencillisimo de calcular, entre las tres funciones los artistas recaudaban entre cincuenta y cien personas, dependiendo el día, el valor del dolar, el clima y los descuentos en el cine habia menor o mayor audiencia.
El plan, y si lo seguia al pié de la letra, concretaria con que ella se fijase en él. Acudiría al lugar media hora antes del espéctaculo. Entraría primero  y se sentaria en segunda fila justo en el asiento que dá al medio. Durante todos los shows anteriores leerìa el diario, alguna revista o ese libro de de Kypling que tanto le gustaba, ignorando agresivamente a los artistas.
Pero llegado el show de ella la cotemplaria absorto como un genio relee su obra maestra. Conociendose cada rugocidad de la página, cada salpicon de tinta, cada parentesis y punto seguido.  Saborearia la elongación de los músculos en su elástico cuerpo,  sus brillantes rodillas como soles flexionandoce en busca el suelo, sus pechos diminutos de pezones erectos tratando de librarse de aquel vestido, y sus costillas que en cada respiración subían y bajaban en perfecta fase con cada díastole y sístole cardiaca.

Margot chistó los dedos frente a un Baldwing distinto al que podriamos reconocer, vestía de manera más casual y parecia un poco más libre.
_ ¿Y crees que eso de irla a ver cada día podría funcionar?  -preguntó Margot  que  hedia a cigarro-
_ Usted que cree.
_ Va a pensar que sos un psicópata.

Baldwing jugaba con el café, lo removia y miraba sus ojos en el reflejo. Terminada la frase de Margot levantó los ojos.
_ ¿Y es que acaso no lo soy, Margot?
_ Todos en este mundo lo son. -Contestó la protistuta apagando su segundo cigarrillo. Al ponerse de pié sus varices en aquel vestido acortado se dejaban ver en las carnes flacidas. Baldwing pensó en la belleza de la mujer  como una manzana roja y espléndida que se deja al aire libre y se fotografía hasta la putrefacción gris y enflaquecida cargada de gusanos-

_ Aveces pienso Baldwing, que tu padre era el único cuerdo en un mundo de locos.

El bar se habia silenciado unos segundos antes, todos los presentes miraban a la excéntrica mujer de espeso perfume y corset a lentejuelas.
_ Ojala podamos lograr contigo algo de lo que el fué.

Baldwing pago y se fué molesto. No podía confiar en la puta para contarle sus íntimidades. Para ella el mundo seguía girando entorno a Alexander.  Eran las 14.50, debia correr al teatrillo.

19 sept 2009

Baldwing y el rencuentro con Margot.


Cuando Baldwing volvío a ver a Margot fué en circustancias muy distintas al primer crucé. Cuando era pequeño admiraba verla escribir, por la destresa de sus manos, por la prolijidad de sus tipeos, por la inigualable seguridad de la mujer.
Margot era la secretaría de su padre. Mujer adulta, de grandes dotes intelectuales y físicos. Solía venir los días que su madre se encontraba dando clases en los colegios rurales. Durante horas su padre y ella se encerraban a pasar textos. Luego de que su padre muriera, Baldwing jamás la volvío a ver.
Cierta noche un hombrecito detuvo a Baldwing con la vieja excusa de "oiga amigo, necesita compañia?"

Baldwing subió por una pequeña escalerita de la calle corrientes y la madama le presentó a las chicas. Entró con una jovencita chaqueña rubia de ojos verdes y entró a una habitación diminuta donde en el centro habia una dura cama y olor a humedad. Terminó en un condón que desecho inmediatamente en un tacho rojo y automáticamente la chica se fue sin saludar.
Se cambio sólo en la habitación mientrás escuchaba sirenas afuera. Un perro aullaba cuando termino de abrochar su cinto y salió afuera. Al pagar le entregó el dinero a la madama. La mujer estaba protejida por un gigantesco hombre que permanecia sentado en una banqueta.
Al contar el dinero, Baldwing no pudo evitar mirarle los dedos añejos pero ágiles a la madama.
_ Margot. -la reconocío de inmdiato-

La mujer lo miró deteniendo su cuenta. El hombre del periodico bajo el diario y llevo su mano a la cintura, quizás para buscar un arma. Margot y el hombre se miraron silenciosos.

_ Soy el hijo de Alexander Ruit.

La mujer permaneció sorprendida y se escudó.

_ No señor, no conozco ninguna Margot.

Baldwing volteó y comenzó a marcharse, escuchó ruidos de cajones. El hombre del diario estaba confundido.
_ Señor, se olvida el vuelto.
dijo la madama.

Baldwing volvío y la mujer le dió una hoja plegada.

Baldwing no abrió el papel hasta llegar a su casa. En el papel estaba uno de los últimos textos de las memorias de su padre...

13 sept 2009

El hobby de Baldwing


  1. Baldwing tiene una obsesión extraña. Desarma clips y tratá de armar figuras de animales. Cuando tuvo que pedir mas clips y su jefe lo regaño por realizar tan absurda tarea con elementos laborales, Baldwing simplemente salió de la oficina molesto.
Como venganza pensó en usar los clips para perforarle la cornea a su jéfe pero esto lo enviaría a la carcel, entonces aplicó pequeñas venganzas como tipear mal el número de los pagos o redactando notas y cartas con alguna pequeña variación de sentido. Hasta llegó al limite de archivar cosas del A en la B.

Sin embargo si algo transendente cambio desde ese día es que Silgfredo ya no recibe el café unicamente con endulzante sino también con abundante azúcar. Ahora que Baldwing ya no puede hacer mas animalitos de clips se entretiene calculando cuanta azúcar se necesita en un café para hacer colapsar el cuerpo de un diabético.


11 sept 2009

Baldwing Ruit y las dos balas.

A la edad de dieciseis años el padre de Baldwing muere debido a un derrame cerebral. Dejando así a su hijo condenado a pasar la mitad de su existencia amortizando la monótona vida de su madre, una mujer grotesca y desequilibrada.

La única herencia que le quedó a Baldwing de su padre, Alexander Ruit, fué una Magnum Carry.

Diminuta y gastada fué cepultada en el cajón que Baldwing abre y cierra con llave a diario controlando que nada le falte.

La guarda celosameente junto con dos balas.
No cabe duda que una es para acabar consigo mismo.

La pregunta es ¿Para quien guarda la otra?

10 sept 2009

Baldwing y el insomnio



Tres noches sin poder dormir fueron suficientes.
Baldwing habia vaciado entera una lata de café y la música emitida por cadena nacional hacia parecer interminables las noches.
El ascensor subia y bajaba una y otra vez con ese sonido caracterizticos de los viejos edificios.
Lo que no le permitía dormir era la nueva mascota de su vecina de 5to b.

Baldwing salió al balcón. Desde allí se podía ver el campanario de la iglesia y los taxis gastando las calles.

Encencdió el último cigarro de la cajetilla Romeo y Julieta y pensaba que aquel animal parecia confundir la noche con el día. " Es un ave nocturna" habia escuchado decir a su vecina quien desoia su mascota dado que trabajaba de noche cortando entradas en una confiteria.

Baldwing volvió a su habitación. En la radio sonaba "El pastor solitario". Arranco una amarillenta hoja de su block de notas y la enrrollo.

Después de un pequeño esfuerzo cruzó medio cuerpo al balcón del lado y logró encontrarse con el ave. Metió prolijamente la hoja en la jaula del animal y antes de la última pitada encendió el papel.

Baldwing yació quieto mirando las llamas y el desesperado cantar del ave mientrás se preguntaba donde conseguiría a esas horas otra cajetilla de Romeo y Julieta.

Sobre el asfalto esa noche llovieron plumas de fenix y en adelante, Baldwing, no volvío a tener problemas de insomnio.

Baldwing y la navaja de su padre.




Baldwing no extraño ni una vez a su madre desde que murio. No habia diferencia. Tan sólo el telefono habia dejado de sonar puntualmente a las 21 hs de cada noche, mientrás Baldwing servia su plato hondo blanco lleno de sopa de aguada consistencia y fideos tirabuzones en su departamento.

Cierto domingo, dos meses después de la muerte de su madre se le dió por entrar de nuevo al roido palacete de casa familiar. Luego de revolver cajones encontró una navaja de afeitar de su padre, que seguramente habia utilizado en vida. Le dió curiosidad que nunca su madre se la hubiese mostrado.

Por la noche se afeito con la navaja.

Al acostarse soño que hacia el amor con su madre.

Se despertó inquieto a mitad de la noche hasta pensar que él sólo fue un pasivo observador desde la subjetiva de su padre. Quizás en la muerte habia logrado unir a dos seres que por mucho tiempo estuvieron alejando.

Baldwing por la mañana guardo la navaja en el cajón que asegura con llave todas las mañanas antes de ir a trabajar y partió a tipear informes que debia archivar antes del mediodia.