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domingo, 19 de febrero de 2023

2 X 1: "VINIERON DE DENTRO DE..." y "RABIA" (David Cronenberg)

Vinieron de dentro de… (Shivers, 1975) 

Después de varios cortos y un par de películas artesanales donde el director canadiense David Cronenberg escribe, produce, fotografía, monta y dirige sus filmes, por fin se da a conocer en su país, y luego en la comunidad internacional cinematográfica, con dos películas casi iguales: Vinieron de dentro de… y Rabia

En la primera, el médico de una urbanización de lujo experimenta con unos parásitos que inserta en el cuerpo de un paciente con el objetivo de curar sus órganos enfermos. Algo falla cuando está curando a una joven y provoca una epidemia donde las víctimas se van pasando unas a otras los parásitos mediante encuentros sexuales violentos. 

Interesado por la ciencia, y obsesionado por las mutaciones, las epidemias, los virus y, en general, los males que acechan a la humanidad ⸺nos imaginamos muy en su salsa en la actualidad con la pandemia del Coronavirus⸺, Cronenberg rueda Vinieron de dentro de… con fluidez, directo al grano, de forma explícita, con un exceso de gore y pobre de efectos. Una historia de terror al estilo de las películas clásicas de los años cincuenta, en especial La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasión of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956). De hecho, el primer título que Cronenberg barajó fue el de Invasion of the Blood Parasites.

 

La cinta está producida por su colega Ivan Reitman (Los cazafantasmas) e interpretada por actores desconocidos, con la excepción de la actriz de culto Barbara Steele, que tiene un pequeño, pero contundente papel, conocida entre los aficionados al género por su participación en algunas de las mejores películas giallo de los sesenta y setenta. 

A pesar de que en la actualidad el largometraje ha perdido parte de su encanto, que son evidentes los fallos de estructura y que ha envejecido notoriamente, Cronenberg siempre ha sostenido que Vinieron de dentro de… tuvo una influencia decisiva en otros autores, en particular adelantó muchas de las secuencias, y casi la trama entera, de la saga Alien.

 

 Rabia (Rabid, 1977)

La siguiente película de Cronenberg discurre por los mismos derroteros que la anterior: esta vez es un implante de piel el que provoca una reacción contraria en una paciente que acaba de sufrir un accidente de motocicleta. Sedienta de sangre, poco a poco va contagiando a otras personas por una especie de parásito que tiene en el cuerpo. Esto provoca una epidemia donde los enfermos se convierten en zombis. Los síntomas y las mordeduras de las victimas hace que se piense en un brote de rabia.

Entre la clásica película de vampiros y, prácticamente, el remake de Vinieron de dentro de… navega esta cinta del director canadiense, donde ahora rueda con mayor presupuesto, con el mismo productor, Ivan Reitman, y con una protagonista que es una conocida actriz porno: Marilyn Chambers.

Cronenberg rueda de nuevo sin ambages, aún con ciertos fallos de estructura, pero con mejores medios, un guion también escrito por él. Una historia de terror, una de las de mayor éxito en taquilla de Canadá, quizás más clásica que la anterior (las víctimas no desean sexo, se conforman con la sangre), donde la tensión va progresivamente en aumento hasta un final tan abierto como el de la primera.

 

En Rabia nada cambia en las pretensiones del realizador: sigue su interés por la ciencia y por denunciar los peligros de los experimentos con el cuerpo humano ⸺a este tipo de películas, que Cronenberg pone de moda, se le ha llamado “body horror”⸺, ya sean implantes “neutros”, que deberían sanar la piel con cirugía plástica, o parásitos “domesticados”, que supuestamente curan los órganos desde dentro; en ambos casos, elementos externos que transforman el cuerpo de los pacientes y originan una epidemia sin control y sin aparente solución ¿les suena?






jueves, 24 de octubre de 2013

GRAVITY (Alfonso Cuarón, 2013)

Medio ganado nos tenía Gravity después de leer alguna brillante reseña y tras saber que el director era el mismo que el de una de nuestras películas preferidas del siglo XXI: Y tu mamá también. Así que, predispuestos a ver algo diferente y de calidad, pero eso sí evitando el 3D que nos provoca dolor de cabeza, acudimos a la sala de cine; y lo que vimos nos gustó.

 

Antes de entrar en materia nos atrevemos a comparar estas dos películas tan diferentes para descubrir que en ambas se narran sendos viajes dobles, el de la protagonista, allí Maribel Verdú, aquí Sandra Bullock, hacía una playa paradisíaca o hacía una estación espacial, respectivamente; y el de su interior para encontrarse a sí misma (aspecto, éste, mucho mejor llevado por el primer largometraje que por el segundo). Claro que aquí se acaban las similitudes, acaban porque Cuarón, en esta ocasión, se ha embarcado en un megaproyecto USA, en una película de género con algunas referencias a lo mejor que se ha hecho en la ciencia-ficción.

En efecto, tanto el arranque (pausado y espectacular) como algunos planos (la posición fetal de Bullock, la persecución en el radar de la estación china, el final, etc.) son guiños a 2001:Una odisea del espacio —más bien toda la película es un parpadeo continuo a la obra maestra de Kubrick, lo que ya le da cierta calidad y empaque—, pero es que también son evidentes los puntos en común con Apolo XIII —¿la única película buena de Ron Howard?—, hasta la voz del director de la operación en Huston (“tenemos un problema”) es la misma, la de Ed Harris. Y todo eso sin olvidarnos que de nuevo sufrimos con una heroína en camiseta caqui intentando sobrevivir: si bien ahora no es un Alien quien la acosa, si no la propia estupidez humana que ha provocado una avalancha de residuos espaciales más peligrosos aún que la bestia que perseguía a Ripley.

 

Apoyos en cintas del género, bien utilizados por Cuarón, para un filme que… ¿es en realidad una película de ciencia-ficción? No exactamente, cuando la situación que plantea se puede dar en la realidad (el llamado síndrome de Kessler, una teoría del científico de la NASA que predijo que todo esto puede suceder) y cuando la ambientación científica es la actual; o casi, si no tenemos en cuenta alguna licencia de Cuarón cuando supone que la estación espacial china ya está concluida, cosa que no sucederá hasta 2022 (hoy en día sólo se compone de un módulo).

La intertextualidad y el contexto no son lo único atractivo del largometraje, también lo es la utilización de los personajes para propósitos arriesgados, con Cuarón emulando al osado de Hitchcock en Psicosis; o para sorpresas oníricas muy bien narradas por el realizador y llevadas a cabo con efectividad por George Clooney (lo mejor de la película).

 

Del apartado técnico sólo decir que por una vez los efectos especiales están justificados; todos. No nos sobran como en la mayoría de las propuestas comerciales que inundan la pantalla. Son tan necesarios, tan protagonistas como lo eran en 2001. La banda sonora también destaca cuando ruidos y silencios acentúan el suspense y la tensión, o acompañan a la contemplación de muy bellas imágenes de la Tierra.
 
Sin un guión al uso, simplemente una aventura de superación, pero con un equipaje tan atractivo como el descrito, parte Cuarón para ofrecer un simulador espacial al espectador que asiste a la proyección con ciertas dificultades para respirar y con ansias de pisar suelo firme, anhelando sentir la gravedad para pesar, ¡pesar! Y es que nadie deseó tanto sentir sus kilos como la protagonista de esta odisea donde las lágrimas son pequeñas esferas de agua que flotan en la pantalla.




Ver Ficha de Gravity








domingo, 28 de agosto de 2011

SÚPER 8 (J.J. Abrams, 2011)

“Esta escena me suena”, frase repetida que acude a nuestra mente cuando ves la última cinta de Abrams, o de Spielberg que casi viene a ser lo mismo. Y eso que no es un remake, al menos no de un solo largometraje. Veamos:



Súper 8, se ha dicho hasta la saciedad, se trata de un ejercicio nostálgico destinado a recuperar el espíritu de aquellas excelentes películas de los años ochenta. Es un homenaje de Abrams a su jefe Spielberg —será pelota el tío— con constantes idas y venidas a varias de sus obras, ya sean dirigidas, escritas o producidas por el afamado realizador. Encuentros en la tercera fase, E.T. (la más evidente), Los Goonies, etc. vuelven a la pantalla —y a nuestra mente— para intentar hacernos cómplices del largometraje de Abrams y, de esta forma, aprobar la iniciativa. Sin embargo, no queremos entrar en el juego —aunque sea difícil resistirse— de este tramposo revival.

No lo hacemos desde el hartazgo de la falta de ideas que imperan el cine actual. Estamos cansados de que nos la intenten meter una y otra vez. Lo siento, pero queremos cosas nuevas. Lo reclamamos desde nuestro legítimo derecho, el que nos da nuestra posición de espectador que paga la entrada religiosamente. Para recurrir a los clásicos ya tenemos nuestras vías (gracias a Dios, si no nuestra afición estaría en grave riesgo de perecer).


Y es que la historia del “marciano” que quiere volver a su casa, del ejército/gobierno que quiere impedirlo y de los niños que andan por medio, ya está muy vista, al menos por nuestra generación; y ojo, hablamos como pertenecientes a ella, otros espectadores de otras edades que no hayan visto las películas de referencia pueden tener su punto de vista positivo, y si lo tienen es un tanto en el casillero del tándem Spielberg-Abrams y no tendríamos nada que decir al respecto.

Nosotros a lo nuestro: si no cuela la trama principal, menos aún las secundarias. Encima con el agravante de que los puntos de giros se encuentran muy mal disimulados en el académico guión, demasiado subrayados. La historia de la pandilla estereotipada (el gordito, el locuelo, el guapo protagonista, etc.) que acude a la amistad para alejarse de los problemas que tienen dentro de sus familias (Cuenta Conmigo, ¿recuerdan?) está demasiado trillada a estas alturas.

¿Podemos salvar algo de este deja vu, donde hasta la guarida del extraterrestre se parece a la de Alien? Sí, podemos. Hay algo que nos resulta especialmente atractivo dentro del empeño de Abrams de recordar al "mago". Curiosamente, su aproximación menos costosa en términos de presupuesto: la recreación del rodaje de películas caseras con una cámara de súper 8. Ahí consigue emocionarnos el director. Nos decantamos por esas secuencias, las de la filmación de un corto de zombies, una sesión de maquillaje, o una chica ensayando una escena de amor (estaremos atentos a la carrera de Elle Fanning). No son sólo homenajes a la infancia del propio Spielberg, son también un reconocimiento a la profesión, al propio cine en general. Por eso queremos terminar con una recomendación: si no se han cansando del refrito antes de tiempo, quédense a ver los créditos.


Ver Ficha de Súper 8.






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