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jueves, 9 de enero de 2014

El ocupante. Sarah Waters




     "Yo tenía diez años la primera vez que vi Hundreds Hall. fue en el verano después de la guerra y los Ayres conservaban casi todo su dinero, eran todavía personas importantes en la comarca. Se celebraba la fiesta del Día del Imperio: yo estaba en la cola con otros chicos del pueblo que hicieron el saludo de los boy scouts cuando la señora Ayres y el coronel pasaron por delante de nosotros, entregando medallas conmemorativas; después nos sentamos a tomar el té con nuestros padres en unas mesas largas, en lo que supone era el jardín del sur."

     Hay temáticas que nos llaman la atención y determinado tipo de historias de fantasmas o que los insinúan pero tras las que podemos pensar que hay otra cosa, me llaman la atención a mi. Por eso me fijé en este libro. Luego se acumularon las buenas opiniones y poco tardé en decidirme. Hoy traigo a mi estantería virtual, El ocupante.

     Conocemos a Faraday, un médico que es llamado a Hundreds Hall, la mansión del pueblo. Él ya la había visitado siendo niño y la casa le fascinaba. Su misión será tratar a una joven criada llamada Betty que parece estar aterrorizada por lo que presiente en una casa que ha resistido muy mal el paso de los años, exactamente igual que la familia que habita en ella. Poco queda del esplendor de casa y familia, ya que los Ayres han quedado reducidos a la madre, una gloria que mantiene como puede su dignidad, un hijo herido de guerra llamado Roderick y una hija, Caroline, convertido en una excéntrica. Será la excusa de sanar a Roderick la que permita a Faraday seguir visitando la casa en la que trabajó su madre y contarnos su historia.

     Esta vez os he presentado a los personajes de la historia en la sinopsis. Una historia que, si bien comienza situándonos perfectamente en el contexto histórico que se desarrolla, durante el final del Imperialismo Británico y los cambios que se producen con el auge obrero y la decadencia de las viejas clases, pronto nos dirige hacia la historia de una casa y sus ocupantes. Valiéndose de un narrador en primera persona Sarah se adentra en un clásico de la literatura de fantasmas, las presencias en las casas. Y lo hace de una forma magnífica dejando rastros de ruidos y arañazos mientras nos enfrenta dos posibles explicaciones; la del doctor, más científica, y la de la joven criada, basada en supersticiones. Y, por supuesto, nos enseña mucha tensión psicológica y una dosis de miedo.
     La ambientación es impecable, y pronto tenemos la sensación de que el propio Faraday es quien nos relata la historia mientras paseamos por esa mansión, Hundreds Hall, que llega a convertirse en la gran protagonista de la historia. Hay que decir que dista mucho de ser una simple historia de fantasmas, el contexto social tiene mucho peso en el que la casa bien puede ser un símbolo de lo que sucede con las familias de rancia tradición en un país en pleno cambio. Pero no sólo por eso, sino por la duda que consigue meternos y que hace que las páginas nos vuelen entre las manos intentando saber si Betty tiene razón y algo ocupa la casa o si por el contrario está loca. Pronto queremos saber lo que sucede en esa casa, miramos con lupa cada sombra, cada ruido, porque de eso se trata, de que no los presenciemos para así poder dudar y sentir el peso de esas dudas, la presión añadida que puede llegar a suponer no tener la certeza... y para que conozcamos a quienes la habitan. Sus miedos, sus pasiones, sus secretos. Porque también se tejen historias secundarias como en toda buena novela.

     Hoy os invito a disfrutar de la pluma de Waters, minuciosa, sencilla, fácil de seguir y dejarse caer en su libro. Y lo hago dejando encima de la mesa la dirección de Hundreds Hall, es una invitación a entrar. Seguro que disfrutaréis la estancia, aunque tal vez oigáis algunos ruidos.

     Y vosotros, ¿también os sentís atraídos por este tipo de historias?

     Gracias