Este mes de noviembre se estrena en Estados Unidos
la película The book thief, adaptación
de la novela del escritor australiano Markus Zusak La ladrona de libros. Me ha parecido una buena ocasión para
recomendar la lectura de esta maravillosa historia, ya que en España el largometraje no llegará hasta marzo de
2014. Así que, aquellos que aún no lo hayáis leído, tenéis cuatro meses para
haceros con el libro y disfrutar de sus
quinientas páginas.
El comienzo es de lo más original, porque lo
encabeza un prólogo donde la narradora se presenta a sí misma, y ésta no es
otra que la mismísima Muerte:
“Primero los colores.
Luego los humanos.
Así es como acostumbro a ver las cosas.
O, al menos, así intento verlas.”
De
esta manera tan curiosa se nos va revelando la historia de una niña de nueve
años, Liesel Meminger, que empieza una nueva vida al irse a vivir a un
pueblecito cerca de Múnich donde se encuentra su familia de acogida, un
matrimonio humilde y entrañable.
La acción, que transcurre en la Alemania nazi, da inicio un poco antes de que estalle la Segunda Guerra Mundial y continúa durante el conflicto que devastó la Europa de los años treinta y cuarenta. Mientras Adolf Hitler y su partido dominan el país imponiendo su política totalitaria, Liesel encuentra la manera de evadirse de todo ese horror a través de los libros. Gracias a su nueva familia, que la enseña a leer y le hace descubrir el valor de la lectura, la niña aprende que la literatura es un preciado refugio con el que poder superar la dureza de la época que le ha tocado vivir.
La acción, que transcurre en la Alemania nazi, da inicio un poco antes de que estalle la Segunda Guerra Mundial y continúa durante el conflicto que devastó la Europa de los años treinta y cuarenta. Mientras Adolf Hitler y su partido dominan el país imponiendo su política totalitaria, Liesel encuentra la manera de evadirse de todo ese horror a través de los libros. Gracias a su nueva familia, que la enseña a leer y le hace descubrir el valor de la lectura, la niña aprende que la literatura es un preciado refugio con el que poder superar la dureza de la época que le ha tocado vivir.
“Poco a
poco, la estancia empezó a encogerse hasta que la ladrona de libros pudo tocar
las estanterías, a unos pocos pasos de ella. Pasó la palma de la mano por la
primera, atenta al rumor de las yemas de los dedos deslizándose sobre la
columna vertebral de los libros. Sonaba como un instrumento o como las notas de
unos pies a la carrera. Utilizó ambas manos. Recorrieron una estantería tras
otra. Y rió. La voz resonó en su garganta, y cuando al fin se detuvo en medio
de la habitación, pasó varios minutos dirigiendo la mirada de las estanterías a
sus dedos y de estos a las estanterías…
¿Cuántos
libros había tocado?
¿Cuántos
había sentido?”
La
escritura ágil y algo mordaz hace que el relato no caiga en el sentimentalismo,
algo a lo que también ayudan los pintorescos personajes y muchas de las
anécdotas que forman la novela. A pesar de que hay momentos que reflejan a la
perfección la dureza de esos años, la narración destaca los aspectos más
favorables del ser humano y, sobretodo, su capacidad para resistir.
La ladrona de libros es una fábula deliciosa
ambientada en uno de los más terribles episodios de la historia. Un cuento tan
lleno de luz que nos hace perder el miedo al temor.