Acabé la quinta temporada de Doctor Who. Los capítulos fueron pasando bastante de prisa, aunque no con el afán compulsivo con el que vi las temporadas de David Tennant. No ha sido mi temporada favorita, pese a la mano de Moffat, de la que aún se habla y supongo que se seguirá hablando. Ha sido una temporada excelente, y sorprendente, muy cuidada en los detalles, con muchos giros, vueltas, tirabuzones... ¡¡Y con una companion maravillosa: Amy Pond!!
Para los amantes de los juegos temporales, para aquellos que no tienen claro si el futuro está escrito o si se puede cambiar... Es una temporada que te hace pensar y que te pone la imaginación, como es habitual, a tropecientas revoluciones por minuto. Y aunque Matt Smith me hizo gracia en seguida y me ha gustado mucho su interpretación, mi Doctor favorito (de los tres que conozco) sigue siendo David Tennant.
Acabé también con la cuarta temporada de 30 Rock. Impresionante. Nunca me acuerdo de lo mucho que me hace reir esta serie hasta que no estoy metida en faena. El momento en el que Jack trata a Jon Bon Jovi como basura, el personaje del británico Wesley Snipes, el capítulo de las madres, y el corte de mangas buenrollista de Kenneth, son de los mejores momentos y episodios que recuerdo.
Ha llegado el momento de hablar de True Blood, tras haber visto ya cuatro episodios de esta nueva temporada. No voy a decir que es la serie del verano, no voy a decir que es mi serie favorita, pero me está entreteniendo. Cada semana la veo con bastante puntualidad y esa hora que en la segunda temporada se me hacía eterna, ahora pasa en un suspiro. Buena señal de que ocurren cosas y que el bizarrismo de Alan Ball tiene captada mi morbosa atención.
No descarto un post completo dedicado a esta tercera temporada, ya que los momentos impactantes abundan, y los nuevos personajes que van apareciendo no me han dejado indiferente. Por el momento, destacar la escena "retorcida" entre Bill y Lorena, y la manera en la que nos engaña Alan Ball, mostrándonos escenas eróticas de todo tipo que al final resultan no ser lo que parecen.
Ha vuelto también Hung y, al contrario de lo que estoy haciendo con Entourage, he visto ya los dos primeros episodios. Entourage merece más consideración por mi parte, consideración que se la otorgo en forma de paciencia, de acumular episodios, para luego disfrutar de un buen maratón. Pero Hung no merece tanto cariño y esta segunda temporada ha vuelto, a mis ojos, peor de lo que se fue la primera. Está en la cuerda floja.
La franja de 20 y tantos minutos que hasta ahora ha estado llenando 30 Rock, tiene dos candidatas: Arrested Development y The IT Crowd, unos regalos de Noechan que todavía no he desenvuelto. Y otra comedia de breve duración que sí he probado y que además he aprobado es Hot in Cleveland. Leo en Twitter que no tiene buenas críticas. A mí me ha hecho reir mucho en sus dos primeros capítulos, así que continuaré mientras la serie se comporte y hasta donde me lo permita la cadena.
Pero no todas son buenas noticias y buenas impresiones: la cuarta temporada de Boston Legal está acabando con mi paciencia. Los chistes cada vez me parecen más ridículos y facilones. La ironía fina ha dejado paso a algún que otro momento escatológico, y la avalancha de nuevos personajes sin potencia da la sensación de vacío de poder. Ni Denny Crane está en su mejor momento, así que en este punto no sé si puedo darla por abandonada, ya que hace muchas semanas que no la toco, y ni me apetece ponerme con ella.
Mientras, ya estoy a punto de terminar esta última temporada de The Tudors, que no ha sido ni de lejos la mejor y sobre la que me gustaría escribir largo y tendido en un futuro. Desde la explosión de The Vampire Diaries y el gran impacto de la quinta temporada de Doctor Who, ninguna serie me ha dado grandes alegrías. Puede que el rescate de una vieja conocida, así como el comienzo de nuevas amistades me alegren el verano, pero eso ya os lo contaré otro día.
Acabé también con la cuarta temporada de 30 Rock. Impresionante. Nunca me acuerdo de lo mucho que me hace reir esta serie hasta que no estoy metida en faena. El momento en el que Jack trata a Jon Bon Jovi como basura, el personaje del británico Wesley Snipes, el capítulo de las madres, y el corte de mangas buenrollista de Kenneth, son de los mejores momentos y episodios que recuerdo.
Ha llegado el momento de hablar de True Blood, tras haber visto ya cuatro episodios de esta nueva temporada. No voy a decir que es la serie del verano, no voy a decir que es mi serie favorita, pero me está entreteniendo. Cada semana la veo con bastante puntualidad y esa hora que en la segunda temporada se me hacía eterna, ahora pasa en un suspiro. Buena señal de que ocurren cosas y que el bizarrismo de Alan Ball tiene captada mi morbosa atención.
Ha vuelto también Hung y, al contrario de lo que estoy haciendo con Entourage, he visto ya los dos primeros episodios. Entourage merece más consideración por mi parte, consideración que se la otorgo en forma de paciencia, de acumular episodios, para luego disfrutar de un buen maratón. Pero Hung no merece tanto cariño y esta segunda temporada ha vuelto, a mis ojos, peor de lo que se fue la primera. Está en la cuerda floja.
La franja de 20 y tantos minutos que hasta ahora ha estado llenando 30 Rock, tiene dos candidatas: Arrested Development y The IT Crowd, unos regalos de Noechan que todavía no he desenvuelto. Y otra comedia de breve duración que sí he probado y que además he aprobado es Hot in Cleveland. Leo en Twitter que no tiene buenas críticas. A mí me ha hecho reir mucho en sus dos primeros capítulos, así que continuaré mientras la serie se comporte y hasta donde me lo permita la cadena.
Mientras, ya estoy a punto de terminar esta última temporada de The Tudors, que no ha sido ni de lejos la mejor y sobre la que me gustaría escribir largo y tendido en un futuro. Desde la explosión de The Vampire Diaries y el gran impacto de la quinta temporada de Doctor Who, ninguna serie me ha dado grandes alegrías. Puede que el rescate de una vieja conocida, así como el comienzo de nuevas amistades me alegren el verano, pero eso ya os lo contaré otro día.