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371 pages, Paperback
First published January 1, 1950
'Antes de la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales:
fueron las cordilleras, en cuya onda raída
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.'
'Vuela una montaña marina
hacia las islas, una luna
de aves que van hacia el Sur,
sobre las islas fermentadas
del Perú.
Es un río vivo de sombra,
es un cometa de pequeños
corazones innumerables
que oscurecen el sol del mundo
como un astro de cola espesa
palpitando hacia el archipiélago.'
'Alguien que me esperó entre los violines
encontró un mundo como una torre enterrada
hundiendo su espiral más abajo de todas
las hojas de color de ronco azufre:
más abajo, en el oro de la geología,
como una espada envuelta en meteoros,
hundí la mano turbulenta y dulce
en lo más genital de lo terrestre.'
'Eras realidad entre fantasmas
encarnizados, eras
la eternidad de la ternura
sobre la ráfaga del castigo.
De combate en combate tu esperanza
se convirtió en precisas herramientas:
la solitaria lucha se hizo rama,
el llanto inútil se agrupó en partido.'
'Las vértebras del cobre ataban húmedas,
descubiertas a golpes de sudor
en la infinita luz del aire andino.
Para excavar los huesos minerales
de la estatua enterrada por los siglos,
el hombre construyó las galerías
de un teatro vacío.'
'Te atestiguaron, te pusieron sellos
en la camisa, te forraron
el corazón con hojas y papeles,
te sepultaron en edictos fríos,
y cuando despertaste en la frontera
de la más despeñada desventura,
desposeído, solitario, errante,
te dieron calabozo, te amarraron,
te maniataron para que nadando
no salieras del agua de los pobres,
sino que te ahogaras pataleando.'
'Escribo para una tierra recién secada, recién
fresca de flores, de polen, de argamasa,
escribo para unos cráteres cuyas cúpulas de tiza
repiten su redondo vacío junto a la nieve pura,
dictamino de pronto para lo que apenas
lleva el vapor ferruginoso recién salido del abismo,
hablo para las praderas que no conocen apellido
sino la pequeña campanilla del liquen o el estambre quemado
o la áspera espesura donde la yegua arde.'
'Cuando la gente no nos oye no sabe
que escuchamos llover sobre árboles y techos
de cine, y que aún amamos a la telegrafista.
Aquella, aquella muchacha que como nosotros
conoce el grito hundido de las locomotoras
de invierno, en las comarcas.'
'Fundamentales aguas, paredes de agua, trébol, y avena combatida,
cordelajes ya unidos a la red de una noche
húmeda, goteante, salvajemente hilada,
gota desgarradora repetida en lamento,
cólera diagonal corteando cielo.
Galopan los caballos de perfume empapado,
baja el agua, golpeando el agua, interviniéndola
con sus ramajes rojos de pelo, piedra y agua [...].'
'Hace ya
cuarenta años, era yo entonces
un niño hambriento. Los mineros
me recogieron. Fui aprendiz
en las oscuras galerías [...]
y aquí estoy, pues, capitán,
despedido de los trabajos,
dígame donde me voy
nadie me conoce en Oruro,
estoy viejo como las piedras,
ya no puedo cruzar los montes,
qué voy a hacer por los caminos,
aquí mismo me quedo ahora
que me entierren en el estaño,
sólo el estaño me conoce.'
'Pero el hambre y el frío y el fuego que devora
nuestra raza, la flor, los cimientos de Chile,
los harapos, la casa miserable,
eso no se raciona, siempre hay bastante
para que cada minuto hay un herido
y cada hora un muerto.'
'Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.'
'[...] los árboles desesperados
agarrándose a las quebradas,
la ropa colgada en los brazos
de las mansiones inhumanas,
el ronco silbato de pronto
hijo de las embarcaciones,
el sonido de la salmuera,
de la niebla, la voz marina,
hecha de golpes y susurros,
todo eso envolvía mi cuerpo
como un nuebo traje terrestre,
y habité la bruma de arriba,
el alto pueblo de los pobres.'
'Cabrías en un frasco marinero
con tus pequeñas casas y el "Latorre"
como una plancha gris en una sábana
si no fuera porque la gran tormenta
del más inmenso mar,
el golpe verde,
de las rachas glaciales, el martirio
de tus terrenos sacudidos, el horror,
subterráneo, el oleaje
de todo el mar contra tu antorcha, te hicieron magnitud de piedra umbría,
huracanada iglesia de la espuma.
Te declaro mi amor, Valparaíso'
'Entrad, señor, comprad patria y terreno,
habitaciones, bendiciones, ostras,
todo se vende donde llegasteis.
No hay torre que no caiga en vuestra pólvora,
no hay presidencia que rechace nada,
no hay red que no reserve su tesoro.
Como somos tan « libres » como el viento,
podéis comprar el viento, la cascada,
y en la desarollada celulosa
ordenar las impuras opiniones,
o recoger amor sin albedrío [...]'
'Todo era ser, substancia temblorosa,
pétalos carniceros que mordían
acumulada cantidad desnuda,
palpitación de plantas seminales,
sangría en las húmedas esferas,
perpetuo viento azul que derribaba
los límites abruptos de los seres.
Y así la luz inmóvil fue una boca
y mordió su morada pedrería.'
'Ya entrasteis en el círculo
de donde no saldréis sino a morir.
No a la muerte del mar, con agua y luna,
sino a los desquiciados agujeros
de la necrología, porque ahora
si queréis olvidar, estáis perdidos.
Antes la muerte tuvo territorios,
transmigración, etapas, estaciones,
y pudisteis subir bailando envueltos
en el rocío diurno de la rosa
o en la navegación del pez de plata:
hoy estáis muertos para siempre'
'Hermano, ésta es mi casa, entra en el mundo
de flor marina y piedra constalada
que levanté luchando en mi pobreza.
Aquí nació el sonido en mi ventana
como en una creciente caracola
y luego estableció sus latitudes
en mi desordenada geología.'