La adoración del nombre de Dios (pintura)

La adoración del nombre de Dios
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Pintura clasicista, bien dibujada, en la que abundan los tonos en ocre y marrón y que "narra" una escena en varios planos. Para eso juega de manera magistral con las perspectivas. Un triángulo en el tercio superior, que contiene el tetragrama divino con el nombre de Dios, ocupa el centro de la escena.
Datos Generales
Autor(es):Francisco de Goya y Lucientes
Año:1772
País:Bandera de España España
Datos de la Pintura o dibujo
Estilo pictórico:Barroco
Técnica:Pintura al fresco
Dimensiones:700 X 1500 cm
Localización:Basílica de Nuestra Señora del Pilar, Zaragoza, España
Otros datos
Valor estimado:331 libras en fecha 31 de julio de 1772


La adoración del nombre de Dios. Pintura mural al fresco de Francisco de Goya que decora el techo del Coreto de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, conocida además como La Gloria. Es el excelente boceto o "modello" de presentación que Goya que realizó a finales de 1771 y comienzos de 1772 para el fresco de la bóveda del Coreto de la Virgen, en la basílica de Ntra. Sra. del Pilar de Zaragoza. Ese fresco sería la primera obra importante que Goya realizaría en Zaragoza, al poco de regresar de Italia. En él fundió la escenografía tardobarroca romana con lo rococó. Sobre distintas masas de nubes dispuso ángeles músicos y cantores, que alaban la Gloria de Dios; se aprecia la magnífica sensación de profundidad espacial conseguida por Goya mediante contrastes de luces y sutiles efectos claroscurales. Los ángeles mancebos de los extremos de la composición recogen la atención del espectador y le conducen hacia el triángulo luminoso del fondo, que representa a Dios en las tres personas de la Trinidad. En la parte inferior del cuadro se aprecian una serie de “pentimenti” o cambios, que el paso del tiempo ha desvelado bajo la pintura que los cubría. Se localiza esta obra en Planta 2, Sala Goya.

Historia

Estando el Cabildo Metropolitano de Zaragoza interesado en pintar al fresco la bóveda de la capilla situada frente a la Santa Capilla del Pilar, comúnmente denominada Coreto, se consideró la posibilidad de encargar el trabajo a Goya, quien había vuelto recientemente a Zaragoza de su viaje a Italia. La Junta de Fabrica del Cabildo, en su sesión del 21 de octubre de 1771, acordó: Para la pintura que corresponde a la bóveda del Coreto, en el espacio que demuestra el dibujo de don Ventura [Rodríguez, arquitecto de la Santa Capilla], hará Goya los bocetos: y si merecen la aprobación de la Real Academia [de San Fernando], se tratará de ajustes. En la Junta celebrada el día 11 de noviembre se dio cuenta de que Goya había pintado un cuadro al fresco para muestra y prueba de que tenía experiencia para esta especie de pintura, y que había merecido la aprobación de los inteligentes.

Ofrecía Goya llevar a cabo el trabajo por la cantidad de 15.000 reales de vellón, incluidos los gastos de peones y aparejos. Frente a otra oferta que había presentado Antonio González Velázquez por importe de 25.000 reales, la Junta confirmó el encargo a Goya, pero imponiendo una condición: para proceder con acierto y seguridad, deberá [Goya] formar unos bocetos que representarán la Gloria y remitirlos a la Corte para la aprobación de la Academia; y teniéndola, se cerrará el ajuste y firmará la contrata.

Basílica de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza

Según el acta del 27 de enero de 1772: Presentó Goya el boceto de la pintura que ha de haber en la bóveda del Coreto, del que estaban ya informados los señores de ser pieza de habilidad y especial gusto; lo aprobó la Junta y, no obstante lo resuelto en la Junta anterior sobre presentarlo a la Real Academia para su aprobación, fueron de dictamen que comience luego la obra, haciendo antes su contrata, que la arreglará el señor Administrador. Al día siguiente firmó Goya el contrato y el 31 de enero se le abonó un primer plazo de 5.000 reales (265 libras, 12 sueldos y 8 dineros); el 30 de marzo recibió el segundo plazo (200 libras) y el 31 de julio de 1772 el tercer y último plazo (331 libras, 5 sueldos). El 1 de junio el canónigo Administrador de Fábrica, Matías Allué, informaba a la Junta de que los trabajos se estaban concluyendo.

Regreso de Goya

Tras su vuelta de un viaje de formación a Italia en 1771, Goya recibe el encargo de decorar al fresco la bóveda del Coreto de la Basílica del Pilar en Zaragoza, con una pintura sobre la adoración del nombre de Dios, su primera obra importante tras volver de este país, con la que deseaba consagrarse artísticamente en Zaragoza.

De la obra se conservan varios bocetos y dibujos preparatorios que muestran mayor atrevimiento que el que adquiere la [[pintura de la [[bóveda tal y como se puede contemplar en la actualidad, aunque es necesario tener en cuenta que esta ha sufrido cuatro restauraciones en 1887, 1947, 1967 y 1991. En su ejecución final, la obra involucra características propias la pintura religiosa católica tardobarroca; se aprecia la magnífica sensación de profundidad espacial conseguida por Goya mediante contrastes de luces y sutiles efectos claroscurales.

Descripción analítica de la pintura

El Cabildo encarga a D. Francisco de Goya la decoración de una nueva cúpula con otra de las advocaciones del Rosario, la Reina de los Mártires o "Regina Martirum", realizada en 1781, por el pintor

El Triángulo Trinitario domina el conjunto pictórico desde la parte superior central, en el lugar más adecuado para la contemplación del fresco desde el exterior del Coreto. Multitud de ángeles mancebos y ángeles niños se esparcen entre nubes adorando al símbolo, distribuidos según una composición en aspa dentro de la general agitación atmosférica.

En el grupo central de ángeles, situado bajo el símbolo trinitario, destaca la figura del que porta una partitura en las manos, emblema de los coros celestes; hacia la derecha un segundo grupo despunta con un gran ángel turiferario que agita el incensario y tiene junto a sí otro ángel acostado; y en la izquierda dos ángeles de pie que se arrullan mutuamente prefiguran la naturalidad de los ángeles de San Antonio de la Florida.

La pintura posee un perímetro rectangular, con laterales rematados en arcos peraltados que se adecuan a la suave concavidad de la bóveda. Respecto al color destacan los ocres amarillentos, típicos en la representación de la luminosidad celestial, así como algún amarillo, rosa fuerte y azul intenso que, junto al acentuado claroscuro, contribuyen a animarlo.

Véase también

Fuentes