La actividad física es un factor importante no sólo para mejorar la calidad de vida, sino también para prevenir la progresión de la enfermedad, independientemente de si la etiología de la misma es física o mental. En la vejez aún toma más relevancia y es por eso que la reeducación psicomotriz ayuda a los ancianos a mejorar tanto la capacidad física como la cognitiva, así como la manera que tienen de relacionarse con sus congéneres y con el entorno.
Palabras clave: Fisioterapia, geriatría, envejecimiento, tipologías, síndromes, fragilidad.
Physical activity is an important factor not only to improve quality of life, but also to prevent the progression of the disease, regardless of whether its etiology is physical or mental. In old age it becomes even more relevant and that is why psychomotor reeducation helps the elderly to improve both physical and cognitive capacity, as well as the way they relate to their peers and the environment.
Keywords: Physiotherapy, geriatrics, aging, typologies, syndromes, frailty.
La capacidad del cuerpo para regenerar células se deteriora con el paso del tiempo[1]; los cambios en el cuerpo como resultado del envejecimiento son similares a lesiones en las distintas patologías. El envejecimiento es parte del ciclo vital humano, un proceso normal y progresivo de cambios biológicos, psicológicos y de comportamentales. Dependiendo de la herencia genética, de la raza, de las experiencias vividas…, este proceso es diferente para cada persona y se puede ver afectado por la existencia de enfermedades previas o por la presentación de otras nuevas.
Además, está sobradamente demostrada la relación de los grandes síndromes geriátricos (caídas, inmovilismo, incontinencia y deterioro cognitivo) con la aparición de algún grado de dependencia del adulto mayor[2].
La actividad física es un factor importante no sólo para mejorar la calidad de vida, tanto a nivel físico como cognitivo, sino que es una herramienta muy potente con la que podemos intervenir desde la fisioterapia para prevenir la progresión de la enfermedad. No sólo podemos influir en que el rendimiento funcional sea adecuado, sino también aumentar la seguridad del anciano en su entorno y la confianza en sí mismo para mejorar su independencia. Las personas mayores necesitan relacionarse con el entorno, expresar sus deseos y opiniones y pertenecer a un grupo, mantener una movilidad adecuada que les permita las relaciones sociales, poseer una imagen de sí mismos que corresponda con la realidad y expresarse sin miedo[3].
La reeducación psicomotriz tiene influencia en varios campos: pedagógico, preventivo y rehabilitador. Contribuye de modo efectivo a la mejora de la capacidad física e intelectual del individuo, desarrollando así la eficacia motora, la cognición, la sensibilidad y el bienestar. En el ámbito social en el que se desenvuelve, disminuye tanto la visión negativa como la discriminación que la sociedad actual muestra hacia los adultos mayores[4].
A lo largo de la historia se han adjudicado numerosas definiciones al envejecimiento, sin que ninguna de ellas consiga ser plenamente convincente para describir un proceso que es deletéreo, irreversible, complejo, progresivo, intrínseco y común a todos los seres vivos a consecuencia de la interacción genética de estos y su medio ambiente.
En el diccionario de la RAE se la definición que encontramos es: “La acción y efecto de envejecer”[5].
La Organización Mundial de la Salud (OMS) por su parte, habla de “proceso fisiológico que comienza en la concepción y ocasiona cambios en las características de las especies durante todo el ciclo de la vida; esos cambios producen una limitación de la adaptabilidad del organismo en relación con el medio”[6]. Estos ritmos de cambio se deduce que son diferentes en los distintos órganos y organismos.
El envejecimiento produce cambios en todos los tejidos, tanto morfológicos como fisiológicos, y su estudio permite identificar las diferencias fisiopatológicas entre el individuo anciano y el adulto.
Es un hecho que la población mundial crece y que el aumento de la esperanza de vida, hace que las distintas comunidades tengan cada vez una población más envejecida; esta tendencia afecta tanto a países desarrollados como a los que están en vías de desarrollo, lo que provocará en una gran presión social, a nivel de los sistemas de salud, de seguridad social y de la economía en general.
En 2050, un 16% de la población será mayor de 65 años (1 de cada 6 personas), más que la proporción en 2019 que era del 9% (1 de cada 11). Las previsiones indican que, en 2050, un 25% de los habitantes de Europa y América del Norte tendrán como mínimo 65 años.
Fuente: elaboración propia.
En 2018, los mayores de 65 años o más superaron en número a los niños menores de 5 años en todo el mundo. Se calcula que los individuos de 80 años o más se triplicará, pasando de 143 millones en 2019 a llegar a 426 millones en 2050.
Fuente: elaboración propia
El envejecimiento sigue ocupando hoy un puesto relevante dentro de la investigación científica, considerándose aún un gran desconocido. Se sabe cuáles son sus consecuencias, pero sólo parcialmente qué es o en qué consiste, dado que no sólo hay que considerar los propios factores del envejecimiento sino los patológicos que se mezclan con él y provocan variabilidad intersujeto.
Podemos afirmar que las teorías son complementarias, partiendo de una base común todas ellas como es el daño en distintas partes del organismo que conduce al deterioro.
A lo largo del siglo XIX con el auge de la investigación es cuando surgen más teorías, podríamos hablar de 300 aproximadamente, que han ido perdiendo apoyo con el avance de las investigaciones. Estas teorías fueron dividas en 2010 por Goldstein y Cassidy[7] en:
Defiende que el envejecimiento es programado dependiente de un número de variables limitado que siempre evoluciona igual.
El envejecimiento depende de variables aleatorias, el azar es fundamental.
Todas ellas conducen a la senescencia celular[9], proceso por el que la célula va dañándose debido al efecto de radicales libres y varias alteraciones de la homeostasis mitocondrial, produciendo el envejecimiento del organismo.
Actualmente se manejan tres teorías genéticas y estocásticas[10].
Se basa en la posesión de un conjunto de genes por parte de cada especie que aseguran su desarrollo y reproducción. Dependiendo de la capacidad de defensa del organismo, así será la duración de su fase de reproducción. Por tanto, el envejecimiento sería el desequilibrio entre los distintos factores que han permitido mantener la fase de reproducción.
Defiende que las células envejecen debido a una serie de modificaciones de la expresión genética que le llevan a su diferenciación terminal.
Diferentes modificaciones a nivel de ADN[11] y/o de expresión de genes sobre el ARN y las proteínas, provocarían el envejecimiento celular.
El envejecimiento provoca una serie de cambios en los tejidos tanto a nivel anatómico como a nivel funcional; dichos cambios son prácticamente innumerables y sería imposible analizar cada uno de ellos.
A continuación se detallan en tablas y por sistemas los más frecuentes y que provocan mayores alteraciones, determinando así la grandes diferencias entre un sujeto en edad adulta y sujeto anciano.[12],[13]
Tabla 1. Sistema cardiovascular
Cambios anatómicos
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Cambios fisiológicos |
-Aumento de matriz colágena en túnica media. -Pérdida de fibras elastina. -Hipertrofia cardiaca: Engrosamiento septum. -Disminución células musculares cardiacas.
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-Rigidez cardiovascular. -Aumento disfunción endotelial. -Volumen expulsado mantenido. -Aumento de arritmias.
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Fuente: elaboración propia.
Tabla 2. Sistema renal
Cambios anatómicos
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Cambios fisiológicos |
-Adelgazamiento corteza renal. -Esclerosis vascular glomerulares. -Crecimiento membrana basal del glomérulo.
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-Menor capacidad para concentrar orina. -Disminución de renina y aldosterona. -Disminución hidroxilación vit. D.
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Fuente: elaboración propia.
Tabla 3. Sistema nervioso central
Cambios anatómicos |
Cambios fisiológicos |
-Diminución masa cerebral. -Aumento LCR. -Disminución focalizada de neuronas. -Cambios ocasionales del árbol neural. |
-Disminución focalización neuronal. -Disminución velocidad procesamiento. -Disminución memoria de trabajo. -Disminución de destreza motora. |
Fuente: elaboración propia.
Tabla 4. Sistema muscular
Cambios anatómicos
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Cambios fisiológicos |
-Pérdida de masa muscular. -Infiltración grasa. |
-Disminución fuerza. -Caídas. -Fragilidad.
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Fuente: elaboración propia.
Tabla 5. Metabolismo de la glucosa
Cambios anatómicos |
Cambios fisiológicos |
-Acúmulo de grasa en vísceras. -Infiltración grasa en distintos tejidos. -Disminución de masa de células β.
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-Aumento de adipokinas. -Aumento de factores inflamatorios. -Aumento de resistencia a la insulina (diabetes). |
Fuente: elaboración propia.
Tabla 6. Sistema respiratorio
Cambios anatómicos |
Cambios fisiológicos |
-Disminución del número de alveolos y capilares. -Disminución de elastina en el tejido. -Disminución de la movilidad de cilios. -Aumento de curvas torácicas. -Debilidad diafragma e intercostales -Menor producción de IgA.
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-Disminución de los volúmenes respiratorios. -Aumento de moco. -Mayor facilidad de colapso de vías respiratorias. -Disminución del reflejo de la tos. |
Fuente: elaboración propia.
A medida que la población envejece, existe la prevalencia de enfermedades se eleva y use produce un aumento de la discapacidad, aunque puede asegurarse que el número de personas que llega a edades avanzadas con una salud óptima es cada vez más elevado.
Aproximadamente el porcentaje de ancianos de 70 años que no tienen enfermedades es de entre el 15 y el 40%. Con ambos datos se deduce que no se puede predecir la salud sólo en función de la edad[14].
Los individuos mayores de 65 años son heterogéneos. En la medicina actual se diferencian distintos tipos de ancianos, aunque los términos empleados para identificarlos suelen estar mal definidos, habiendo mucha variabilidad según los países o la bibliografía consultada.
Las definiciones que suelen usarse con más frecuencia en el entorno sanitario actual son5-[15]:
Individuo de elevada edad, que no posee patología diagnosticada, con una capacidad funcional bien conservada, independiente para ABVD y AIVD, sin alteración socio-afectivas achacables a su salud.
Individuo de edad avanzada sano que tiene una enfermedad aguda. Comportamiento semejante al enfermo adulto.
Es existencia de un proceso único les lleva a consulta o a ingresar en un hospital, no suelen presentar otras enfermedades asociadas importantes ni alteraciones mentales/sociales.
Su problemática de salud se puede resolver en los servicios sanitarios especializados correspondientes.
Fuente: Tratado de geriatría para residentes. Sociedad Española de Geriatría y gerontología. 2006.
Puede clasificarse como precaria su forma de independencia, con elevado riesgo de volverse dependiente. Con una o varias patologías que le permiten seguir con su independencia básica mientras están compensadas, y siempre con al apoyo socio-familiar.
Cualquier elemento disruptor que desestabilice ese equilibrio (caídas, cambios de medicación, hospitalización, etc.) pueden llevarlo a la dependencia, necesitando ayuda y recursos sanitarios/sociales.
El anciano frágil mantiene aparentemente conservada la capacidad funcional para las ABVD (autocuidado), aunque pueden presentar dificultades en AIVD.
La característica que mejor le define es que, a pesar de ser independiente, tiene un riesgo alto de volverse dependiente, pudiendo aseverar que posee una pre-discapacidad.
Anciano con enfermedad/es de base crónica y evolucionada, que presenta una discapacidad evidente.
Estos pacientes son dependientes para ABVD, precisan ayuda de terceras personas y frecuentemente presentan alteración mental y problemática social.
Aparecen entonces la dependencia y la discapacidad.
Los síndromes geriátricos empezaron a tomar importancia en la última parte de la década de los 60. Al comienzo, se hacía hablaba de las características más frecuentes que se observaban en los pacientes de edad avanzada hospitalizados en plantas geriátricas, comparándolos con otros servicios. Actualmente, se usa esta nomenclatura para referirse al conjunto de cuadros, originados por la conjunción de varias patologías con gran prevalencia en el adulto mayor, y que con frecuencia provocan incapacidad funcional/ social[16].
Presentan las siguientes características comunes[17]:
A pesar de que algunos autores incluyen hasta diez síndromes distintos, se considera que son cuatro los más importantes (inmovilismo, inestabilidad-caídas, incontinencia y deterioro cognitivo), tanto por su prevalencia como por las consecuencias derivadas de los mismos.[18],[19]
Limitación, involuntaria generalmente, de la capacidad de realización de movimiento y transferencia de una persona por motivos físicos, funcionales o psicosociales. Es considerado la vía por la que muchas alteraciones/enfermedades originan discapacidad en el anciano.
Los problemas de movilidad aparecen en el 20% mayores de 65 años, aproximadamente el 50% de los mayores de 75 años tiene dificultades a la hora de salir de su casa, encontrándose el 20% sin poder salir a la calle.
Fuente: elaboración propia.
Este síndrome posee una etiología es multifactorial, con causas variables como las traumatológicas (artrosis, fracturas, patología de los pies, etc.), reumatológicas, cardiacas (ictus, cardiopatía, hipotensión ortostática, diabetes, etc.), neuropsiquiátricas (demencia, enfermedad de Parkinson, depresión, etc.), obstáculos físicos, ingreso hospitalario, aislamiento, fármacos con efectos secundarios que aumentan la fragilidad (opiáceos, hipnóticos, neurolépticos, antidepresivos)[20].
Las consecuencias de la inmovilidad pueden verse en la tabla 7.
Tabla 7. Consecuencias del síndrome de inmovilidad |
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Rigidez articular-contracturas musculares |
Síndrome confusional |
Debilidad muscular |
Depresión |
Retención-Incontinencia urinaria |
Desnutrición |
Estreñimiento |
Inestabilidad-caídas |
Infecciones respiratorias |
Aislamiento social |
Trombosis venosa profunda |
Dependencia |
Osteoporosis |
Institucionalización |
Deshidratación |
Hipotermia |
Fuente: elaboración propia.
Se aplica la máxima existente en medicina que sostiene que la prevención es el mejor tratamiento. Las alteraciones de los sistemas musculoesquelético, cardiovascular y nervioso, implican gran riesgo de padecer inmovilidad. Aquel paciente que presente dichas alteraciones, debe ser estimulado para realizar un nivel de actividad física correspondiente a su estado de salud, y si se considera necesario, se debe pautar tratamiento rehabilitador mediante (fisioterapia, terapia ocupacional…).
Continuando con la prevención, la educación para la salud es muy importante, deben enseñarse al paciente anciano y/o cuidador las siguientes cuestiones:
Una caída es la precipitación repentina e involuntaria al sueldo, en que puede producirse o no, pérdida de conciencia. En los mayores de 75 años la sexta causa de mortalidad siguen siendo las caídas por accidente, aumentando el riesgo de manera considerable en ancianos hospitalizados, fundamentalmente los primeros días del ingreso.
De etiología multifactorial, destacan las enfermedades traumatológicas, reumatológicas, cardiovasculares, psiquiátricas, neurológicas o causas externas (obstáculos físicos, calzado, escaleras, etc.), sin olvidarnos de los fármacos y sus efectos secundarios.
En los factores de riesgo para su debut destaca la debilidad muscular, las alteraciones de marcha/equilibrio, alteraciones de funciones cognitivas, de las actividades de la vida diaria y la polifarmacia.
Pueden clasificarse las consecuencias de la inmovilidad en inmediatas y tardías. Las inmediatas más relevantes son:
Imprescindible resolver tanto las consecuencias agudas, como cualquier enfermedad subyacente, todo ello sin limitar la capacidad funcional, su propia independencia y las ABVD.
Las medidas de autocuidado más importantes para evitar la caída son:
Es la pérdida involuntaria de orina, objetivamente demostrable y que provoca un problema social e higiénico. Se ven afectados el 60% de ancianos hospitalizados y prácticamente el 50% de los institucionalizados. Por el contrario, en los que viven en la comunidad, la prevalencia afecta al 15%.
Fuente: elaboración propia.
A pesar de su elevada prevalencia, sólo la mitad de los pacientes busca ayuda en los servicios médicos, a pesar de estar limitado para muchas de sus actividades sociales.
De lo expuesto anteriormente se deduce que la incontinencia genera gran dependencia a quien la padece, así como aislamiento social y un elevado gasto sanitario su tratamiento correctivo o paliativo (colectores, absorbentes, etc.).
La clasificación más usada se basa en la frecuencia de aparición, encontrándonos la incontinencia en aguda/pasajera (3-4 semanas de duración) y la persistente/crónica (>4 semanas de duración).
También hablamos aquí de etiología multifactorial en ambos casos:
Las consecuencias pueden llegar a ser graves como infecciones urinarias, úlceras por presión, caídas, depresión, aislamiento social, dependencia, institucionalización y alto coste socio-sanitarios.
Resulta imprescindible tener un diagnóstico preciso del tipo de incontinencia para aplicar un tratamiento exitoso. Las opciones terapéuticas son múltiples según la etiología: ejercicios fisioterápicos para fortalecer la musculatura del suelo pélvico (ejercicios de Kegel o conos vaginales), fármacos o procedimientos quirúrgicos en incontinencias más graves.
En ocasiones los pacientes no están en condiciones de recibir ningún otro tratamiento que no sea el paliativo (colectores, empapadores…) dado que no hay curación posible.
La prevención continúa siendo el mejor tratamiento. Es básico que, tanto los profesionales de la salud como los pacientes, se conciencien de que la incontinencia no es una situación normal, ni tiene por qué ser irreversible, de ahí la importancia de un diagnóstico y tratamientos adecuados.
Las siguientes medidas preventivas ayudan a evitar la incontinencia:
Es la alteración con reducción/pérdida de funciones mentales superiores, pudiendo ser temporal o permanente, en individuos que las poseían intactas.
Están incluidos cuadros tan estudiados y frecuentes, como el síndrome confusional agudo o la demencia que se produce por distintas causas (enfermedad de Alzheimer, etiología vascular, formas mixtas, enfermedad por cuerpos de Lewy, etc.); pero también comprende otras alteraciones que lo son menos, asociados o no a problemas de salud, que se conocen como deterioro cognitivo leve, trastorno cognitivo asociado a la edad, etc…
Su prevalencia es muy variable, alcanzando a un 15% de los individuos que superaran los 65 años y que viven en comunidad, así como al 25-30% de los mayores de 80 años.
Al referirnos a los pacientes ancianos hospitalizados, la frecuencia está en torno al 25% alcanzando frecuencias entorno al 50-65%.
Fuente: elaboración propia
Tiene una etiología más complicada que los otros síndromes: infecciones agudas, alteraciones cardiovasculares, del sistema nervioso, metabólicas, retención urinaria, impactación fecal, inmovilidad, medicamentos (sedantes, anticolinérgicos, opiáceos, diuréticos, aines…).
Sus consecuencias pueden llegar a ser ansiedad/depresión, alteraciones del sueño, caídas/inmovilidad, incontinencia, riesgo aumentado de infecciones, aislamiento familiar y social, dependencia ABVD, alteraciones del comportamiento, desnutrición, sobrecarga para el cuidador, elevado gasto socio-sanitarios e ingreso en centro geriátrico.
El tratamiento conservador incluye la realización de ejercicio físico adaptado a sus necesidades, tratamiento médico rehabilitador sin fuera necesario y toma de medicación adecuada a su estado (antidepresivos, ansiolíticos, etc.).
Respecto a la prevención, en ancianos con alteraciones de memoria e incluso con los primeros síntomas de demencia, se debe hacer lo posible por mantener las capacidades cognitivas existentes y para ello puede hacerse uso de clases/actividades de memoria, orientación a la realidad, adaptar su entorno, etc.
Intervenir sobre los factores de riesgo cardiovasculares es importante, ya que influyen en la aparición de demencia vascular y la alteración cognitiva asociada a la edad.
En cuanto a la prevención en las apariciones agudas (síndrome confusional agudo), hay que reducir al máximo los fármacos que inducen su aparición, mantener la homeostasis, abogar por la compañía y presencia de la familia, mantener las ayudas técnicas habituales (gafas y audífonos) y adaptar el entorno.
En los últimos años el uso del concepto de fragilidad está ampliamente extendido en geriatría y en gerontología, pero la palabra frágil sigue siendo utilizada ocasionalmente de forma incorrecta.
La definición de la RAE es “algo débil que puede romperse con facilidad”. Extrapolándolo a la geriatría, podemos decir que un anciano frágil es aquel que, aun siendo todavía independiente, está en riesgo de volverse dependiente.
La palabra fragilidad se ha usado en la literatura anglosajona (frailty) para hacer referencia al riesgo de discapacidad.
Fuente: Baztán Cortés JJ. [21]
La fragilidad puede incluirse dentro de los síndromes geriátricos, por su frecuencia de presentación, por ir asociada al envejecimiento del individuo, por no responder a una enfermedad concreta, por alcanzar a varios órganos y sistemas, por ser multidimensional e implicar efectos adversos para la salud.
La génesis de la fragilidad recae en varias alteraciones relacionadas con el envejecimiento como son la sarcopenia, la desregulación neuroendocrina y la disfunción del sistema inmune, además de los factores medioambientales[22] (figura1):
Figura 1. Cambios fisiológicos relacionados a la edad en el Sind. Fragilidad. Fuente: Hazzard, W. Principles of Geriatric Medicine and Gerontology. McGraw Hill 1999
Disminución de la masa muscular asociada a la edad. Se considera el componente principal del síndrome, y se relaciona con la disminución de la velocidad de la marcha, de fuerza en las manos, el aumento de caídas y la dificultad para mantener la temperatura corporal. Se produce por una alteración funcional neuroendocrina e inmunológica relacionada íntimamente con el envejecimiento celular y con factores ambientales.
Para realizar el diagnóstico, nos basamos en la talla, circunferencia pélvica, peso corporal, fuerza del apretón de mano y los pliegues cutáneos[23].
Al envejecer se produce alteración funcional en el eje hipotálamo-glándula pituitaria-glándula suprarrenal produciéndose los siguientes cambios[24] (figura 2):
Figura 2. Disregulación endocrina. Fuente: Ciclo De Fragilidad. J Gerontol A Biol Sci Med Sci: 2001;56(3):M 146-M156.
Al envejecer en el organismo se elevan las citoquinas catabólicas (interleukinas y factor de necrosis tumoral) y con la bajada de la inmunidad humoral.
La testosterona en los varones frena la producción de citoquinas catabólicas, mientras que los estrógenos pueden favorecerla, contribuyendo a una mayor incidencia de fragilidad en las mujeres.
Hay evidencia científica de que la distinta forma del sistema inmune, en parte por las hormonas sexuales, hacen que los varones sean más susceptibles a la sepsis y a las mujeres a procesos inflamatorios crónicos y pérdida de la masa muscular20.
La disminución de la actividad física y la baja ingesta de calorías en mujeres, comparadas con los hombres, hace a las primeras más vulnerables a la aparición del síndrome de fragilidad20.
El fenotipo de Freid[25] es el más utilizado y define la fragilidad como un síndrome en el que se presentan tres o más de los criterios (tabla 7). Se considera a una persona frágil si cumple 3 o más, prefrágil si cumple 1 ó 2 y robusto/fuerte si no cumple ninguno.
Fuente: elaboración propia.
Rockwood y Mitnisky desarrollaron su definición de fragilidad basándose en la presencia de varias alteraciones a diferentes niveles que incluyen enfermedades, condiciones de salud, síndromes geriátricos o medidas de discapacidad (hasta 70 variables). Más adelante se asociaron con el fin de desarrollar una escala de siete niveles que abarca desde la fragilidad hasta la robustez. La principal crítica a estos criterios es la inclusión de ítems de discapacidad, ya que se parte de la afirmación de que la fragilidad es anterior a ellos.
Sin embargo hay autores que introducen en los criterios la existencia de algunos marcadores biológicos (sistema musculo esquelético=sarcopenia, endocrinológicos=testosterona/hormona del crecimiento/IGF-1, mediadores de la inflamación y de la inmunidad, e incluso cromosómicos) o de disminución de reserva funcional de los distintos sistemas del organismo, la presencia de síndromes geriátricos o el deterioro en pruebas funcionales, con resultados no concluyentes[26].
En la actualidad los criterios más usados hoy en día se exponen en la tabla 8.
• Fenotipo Fried: – Pérdida de peso. – Cansancio (CES-D). – Baja fuerza. – Lentitud. – Baja actividad física. • Índice de fragilidad de Mitnitski (20 déficits en la VGI). • Índice de fragilidad de Rockwood (70 ítems) • Escala de fragilidad clínica (7 niveles progresivos): – Robusto. – Bien, sin enfermedad. – Bien, con enfermedad controlada. – Vulnerable aparentemente. – Leve dependencia AIVD. – Ayuda en AIVD y ABVD. – Dependiente o terminal. • GCIC-PF (Studenski): – Movilidad. – Equilibrio. – Fuerza. – Resistencia. – Alimentación. – Función neuromotora. • Herramienta FRAIL (3 o más frágil, 1 o 2 prefrágil): – Esta usted cansado? – Es capaz de subir un piso de escaleras? – Es capaz de caminar una manzana? – Tiene más de cinco enfermedades? – Ha perdido más del 5% de su peso en los últimos 6 meses • Escala del Rasgo de Fragilidad (ETES): – Balance energético/nutrición. – Actividad física. – Sistema nervioso. – Sistema vascular. – Fuerza. – Resistencia. – Velocidad de la marcha. |
• Índice de fragilidad de Groningen: – Movilidad. – Visión. – Audición. – Nutrición. – Comorbilidad. – Cognición. – Psicosocial. – Estado físico (fitness). • VES-13. • Instrumento SOF: – Pérdida de peso. – Incapacidad para levantarse cinco veces de una silla. – Baja energía (CES-D). • Cuestionario FiND: – Dificultad caminar 400 m. – Dificultad para subir un piso de escaleras. – Pérdida de peso. – Cansancio. – Actividad física. – Índice de masa corporal. – Timed Up & Go. – Equilibrio. – Fuerza prensora. – Escala de cansancio abreviada. – Mini-Mental State Examination. – Escala de depresión CES-D. – Escala de ansiedad. – Escala de habilidades. – Escala de soledad. – Soporte social.
•Escala de Puts. • Escala Chin A Paw. • Escala Ravaglia
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Tabla 8. Instrumentos para valorar la fragilidad
CES-D: Center for Epidemiological Studies Depression scale. VGI: Valoración geriátrica integral. AIVD: actividades instrumentales de la vida diaria. ABVD: actividades Básicas de la vida diaria. VES-13: Vulnerable Elders Survey. SOF: Study of Osteoporotic Fractures. GCIC-PF: global clinical impression of change – physical frailty. LAPAQ: LASA Physical Activity Questionnaire. ETES: Estudio Toledo de Envejecimiento Saludable. FiND: Frail non-Disabled.
La valoración geriátrica integral (VGI) comprende un diagnóstico pluridimensional e interdisciplinario, usado para identificar y cuantificar las alteraciones que pueda presentar el anciano en cualquier esfera de la vida (física, funcional, psíquica y social).
Los objetivos de la VGI son[27]:
Para lograr dicho objetivo se utilizan tanto la historia clínica del individuo y la exploración, como escalas de valoración, que van a permitir detectar los problemas y hacer una evaluación de la progresión.
Las escalas de valoración permiten a los distintos profesionales implicados mejorar la comunicación y el entendimiento, pueden reproducirse con facilidad y aumentan la objetividad de la valoración[28].
La valoración geriátrica integral está compuesta, como puede verse a continuación en la figura 3, por distintas valoraciones: clínica, funcional, la mental (cognitiva y afectiva) y psicosocial.
Figura 3. Fuente: Elaboración propia.
Anamnesis detallada para recopilar todos los datos posibles de enfermedades sufridas por el paciente, recoger los hábitos de vida y tratamientos actuales, tanto farmacológicos como de otro tipo, así como la adherencia a los mismos.
Importante es también recoger información sobre la presencia de alguno de los síndromes geriátricos, así como la historia nutricional.
Si existieran dificultades de comunicación, hay que entrevistar a familiares o cuidadores para resolver las dudas o a completar la valoración.
Respecto a la exploración física, debe de ir más allá de las preocupaciones del paciente, ya que la forma de presentación de las patologías en los ancianos es particular, y determinadas situaciones deben de hacer sospechar al clínico.
Se utiliza la inspección, palpación, percusión y auscultación, aunque de forma más minuciosa y laboriosa dado que suelen encontrarse bastantes hallazgos relacionados con patologías tratables.
Si es necesario se complementa con las pruebas de laboratorio y radiología que se consideren oportunas, siempre y cuando vayan a aportar datos relevantes.
Compuesta por las capacidades del anciano para realizar las actividades de su vida diaria y mantener la independencia en su entorno.
Las actividades de la vida diaria (AVD) se clasifican en actividades básicas (ABVD), actividades instrumentales (AIVD) y actividades avanzadas (AAVD).
En la tabla 9 puede verse las características de cada grupo de actividades, así como las escalas más usadas en su evaluación (pueden consultarse en los anexos I-V).
Actividad |
Capacidades |
Escalas |
Ítems |
ABVD
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Tareas diarias para el autocuidado (aseo, vestido, alimentación…) |
Índice de Katz |
-Baño -Vestirse/desvestirse -Uso del retrete. -Movilidad -Continencia -Alimentación. |
Índice de Barthel
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-Baño -Vestido -Aseo personal -Uso del retrete -Transferencias -Subir/bajar escalones -Continencia urinaria -Continencia fecal -Alimentación |
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AIVD |
Interacción con el medio para mantener su independencia (cocinar, comprar, uso del teléfono, cuenta bancaria…) |
Índice de Lawton y Brody |
-Usar el teléfono -Preparar la comida -Realizar tareas del hogar -Lavar la ropa -Utilizar el transporte -Ir de compras -Controlar la medicación -Manejar dinero |
AAVD |
Participación en actividades sociales, recreativas, trabajo, viajes y ejercicio físico intenso
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Índice de Lawton y Brody |
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TODAS
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Equilibrio y marcha |
SPPB Tinetti |
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Tabla 9. Actividades de la vida diaria y escalas de valoración. Fuente: elaboración propia.
Se evaluarán también la marcha y el equilibrio, tratando de analizar la integridad articular y de aferencias propioceptivas, visuales y vestibulares, así como la coordinación neuromuscular.
La valoración de marcha y equilibrio es fundamental ya que alrededor de un tercio de los adultos mayores de 65 años sufre caídas, las cuales no se asocian con el deterioro funcional y de movilidad de los pacientes.
Aquí entran en juego no sólo los factores orgánicos y psicosociales de las enfermedades sufridas por el paciente (hipertensión, diabetes, alteraciones tiroideas, insuficiencia renal o hepática...), sino también la polimedicación y las alteraciones en los órganos de los sentidos.
Todos estos factores también tienen relación con la esfera afectiva (distimias, trastornos por ansiedad, depresión…); es por ello que la identificación de estos factores de riesgo y otros asociados ayuda a identificar al anciano en riesgo de fragilidad afectiva.
La prevalencia de problemas mentales es elevada, apareciendo en un 25% de los ancianos algún trastorno psiquiátrico.
Fuente: elaboración propia.
La más frecuente de todas es la depresión, que tiene una prevalencia del 20% en varones y hasta del 40% en mujeres, no siendo necesario recordar la gran importancia que tiene su impacto la calidad de vida de las personas.[29].
Fuente: elaboración propia.
Durante la anamnesis ya es posible detectar el estado depresivo del paciente, que puede confirmarse con escalas de valoración; la Escala de Depresión de Yesavage (ver anexo VI) es la más utilizada.
Las demencias afectan en España al 1,07% de las personas entre los 65-69 años; 3,4% en los 70-74 años; 6,9% en los 75-79 años; 12,1% en los 80-84; 20,1% en los 85-89; y 39,2% entre los mayores de 90 años.
Fuente: elaboración propia.
Cuando se habla de “demencia” se hace referencia a distintas enfermedades, generalmente progresivas, que afectan a la menor/comportamiento e impiden o pueden impedir que la persona realice las actividades cotidianas. Es frecuente que coexistan varios tipos de esta demencia sin tener unos límites claros entre unas y otras.
La enfermedad de Alzheimer es la más común de todas representando entre un 60% y un 70% de los casos. Otros tipos de demencia son: la vascular, la demencia por cuerpos de Lewy y un grupo de enfermedades que contribuyen a la demencia frontotemporal.
Para la valoración de la esfera cognitiva se usa frecuentemente el Mini Mental State Examination (ver anexo VII).
Debemos tener en cuenta algunos aspectos para identificar la relación existente entre el anciano y su entorno. Las características sociales en las que vive y convive podrían estar influyendo tanto en su estado de salud como en la evolución de sus patologías.
Esta valoración se centra en la familia, la red social y de apoyo del anciano, así como cualquier recurso externo que tenga un papel importante en el cuidado y atención del mismo.
Se debe conocer las condiciones de vivienda, los recursos económicos o de sostenimiento, el acceso a servicios de salud... Disponemos de numerosas escalas para recoger y valorar esta información; una de las más usadas es la escala socio-familiar de Gijón (ver anexo VIII).
El cuidador principal, de existir, debe de ser identificado y saber si está en preparado para poder de atender bien al paciente; otro dato a tener en cuenta es la sobrecarga que soportan los cuidadores e identificarla a tiempo para que se tomen las medidas para corregirla o evitarla y poder continuar con el plan de cuidados. La escala de Zarit (ver anexo IX) es un instrumento de para identificar estos casos.
En muchas ocasiones, todos estos datos influirán de manera fundamental en el diagnóstico, el tratamiento e incluso en decisiones como podría ser por la institucionalización o no del paciente.
Por otro lado, una vez conocidos y analizados estos aspectos, deben de tenerse en cuenta tanto en el plan de cuidados que se elabore y si fuera necesario, podría derivarse el caso para la evaluación y posible intervención del trabajador/a social.
La RAE la define como “el conjunto de técnicas que estimulan la coordinación de las funciones motrices y psíquicas”.
La palabra psicomotricidad hace referencia a la persona en su totalidad, no únicamente a su aspecto orgánico, implica aspectos motores y psíquicos (cognitivo y emocional) y tiene en cuenta que la persona forma parte de la sociedad, donde vive y se relaciona, lo que hace imprescindible analizar los factores sociales[30].
En 1920, Dupré es quien primero nombra la psicomotricidad, aunque sus trabajos de investigación sobre las debilidades motrices y mentales, empezaran en 1907. En 1925 llega a la conclusión, tras el estudio de muchos pacientes psicóticos, de que existe una relación íntima entre alteraciones psíquicas y motas.
Naudascher fue el autor que inició las primeras investigaciones sobre la fragilidad en 1908.
La revista L´Encéphale en 1923 publica estudios relacionados a la contracción muscular consistentes en la observación de los movimientos que presenta los diferentes segmentos de la pierna, los ojos, la faringe buscando la existencia de movimientos involuntarios.
Heuyer en 1936, manifestó que las relaciones existentes entre la psicomotricidad, el intelecto y la emotividad son el producto de la concepción del ser.
Wallon y Piaget realizaron una gran aportación a la psicología del desarrollo al demostrar el papel fundamental del movimiento en el desarrollo del niño.
En 1960 se publica el documento que primero hace referencia a la reeducación psicomotriz, donde se plasma la fundamentación teórica del examen psicomotor así como una serie diagnósticos y métodos de tratamiento de distintas alteraciones psicomotoras.[31].
Estudios realizados en los últimos años avalan el uso de la intervención psicomotriz en la mejoría de las funciones cognitivas (orientación, atención, concentración, lectura, funciones ejecutivas y funciones de evocación) y motoras (tonicidad, lateralidad, equilibrio, estructura espacio temporal, praxia global y praxia fina) en adultos mayores con deterioro cognitivo leve[32].
Históricamente han coexistido a nivel mundial dos modos de intervención psicomotriz, la dirigida y la vivenciada. Hoy en día hay un acercamiento entre ambos enfoques plasmado en la fundación de la Federación de Asociaciones de Psicomotricistas de España, el Fórum Europeo o la Red Fortaleza de Psicomotricidad en Latinoamérica.
Este acercamiento se materializa en las intervenciones, bien sean dirigidas o vivenciales, trabajando los contenidos psicomotores de las distintas áreas (cognitiva, motora y afectivo-social).30
Cuando se trata de ubicar la psicomotricidad, tanto desde el punto de vista intervencionista, como desde el de su fundamentación y labor profesional, se observa que los objetivos y posibilidades se encuentran en un cruce de caminos, que la sitúa entre la educación, la sanidad, la atención social y la prevención, es decir el campo actuación se extiende a esos ámbitos[33].
Al abarcar tantos ámbitos, así como las técnicas de intervención, son distintos profesionales (figura 3) los que pueden hacer uso de dicha disciplina y sus técnicas, dado que no existe un reconocimiento oficial de la profesión de psicomotricista, como en otros países de Europa y Latinoamérica; únicamente existen postgrados y títulos propios en algunas universidades tanto públicas como privas.
Figura 3. Ámbitos de la Psicomotricidad. Fuente: Elaboración propia.
Dado que el campo de trabajo de la psicomotridad como hemos visto se extiende por distintas disciplinas, es lógico pensar que también tiene distintas aplicaciones prácticas según el área en el que se use, ejemplo de ello son[34]:
Según la etiología de la alteración que se pretenda trabajar/tratar podemos encontrar los siguientes ámbitos de acción34:
Tiene su origen en la “educación vivenciada” iniciada por André Lapierre y Bernard Aucouturier, quienes defienden que el movimiento es un elemento imprescindible en el desarrollo infantil.
Está dirigida a personas sin patología, se trabaja en grupos, en un ambiente que estimulen el desarrollo a partir de la actividad motora y el juego.
Usada fundamentalmente en las escuelas, busca el desarrollo de la persona basado en el aprendizaje; educa la sensibilidad hacia el cuerpo y hacia el exterior, que conforman el esquema corporal.
Fundamentada en las bases de la neuropsiquiatría infantil, aparece en Francia a principios del siglo XX.
Dirigida a individuos con trastornos o retrasos en su evolución y usándose el cuerpo como medio para el tratamiento.
Se realizan intervenciones individuales adaptadas.
Puede trabajarse a cualquier edad en personas con trastornos graves, asociados ocasionalmente a trastornos de la personalidad.
La intervención es individual y la metodología adaptada a cada persona (psicosis, neurosis, ancianos con grave deterioro…).
Tiene como objeto el reaprendizaje o modificación de aquellos aspectos específicos del desarrollo psicomotor que, o bien no fueron asimilados correctamente, o han visto afectados por la presencia de algún trastorno o enfermedad.
La reeducación psicomotriz pretende conseguir que el individuo mejore su adaptación a su entorno (familiar, escolar, social), pueda desarrollarse plenamente, partiendo del conocimiento/dominio de su cuerpo y empleando herramientas de comunicación/intercambio con el entorno.
Al considerar el movimiento como el vehículo a través del cual el anciano se relaciona con el medio, podemos inferir que la reeducación psicomotriz modifica y mejora las relaciones interpersonales.
Debemos introducir aquí el concepto de esquema corporal que puede ser considerando la imagen mental que tenemos de nuestro cuerpo, primero en estático y posteriormente en movimiento, integrando sus diferentes partes y en relación con el entorno y los objetos que nos rodean[35].
Dentro de la reeducación psicomotriz, el trabajo del esquema corporal supone uno de los ejes centrales de cualquier intervención; su objetivo primordial es el de prevenir/retrasar en el anciano tanto el deterioro fisiológico como el psicológico que se asocian al envejecimiento y tratar de mantener la máxima independencia funcional en las últimas etapas de la vida.
Las dificultades más frecuentes que suelen presentar los ancianos que pueden ser susceptibles de reeducación psicomotriz son las que guardan relación con el esquema corporal[36]:
Son habilidades motoras adquiridas. Se dividen en ideomotora, ideatoria y constructiva. Existe una gran variedad de apraxias que indican diversas alteraciones de los hemisferios cerebrales.
Antes de realizar cualquier tratamiento/intervención de reeducación psicomotriz, es de vital importancia la realización de una entrevista por parte de fisioterapeuta que vaya a realizar la intervención y el anciano.
En esta primera toma de contacto, se intentarán averiguar los datos personales y establecer una relación de cercanía y confianza, aspectos fundamentales para que tenga éxito la intervención a realizar. En esta franja de edad, los sentimientos de soledad y de desconfianza son bastante frecuentes, lo que sumado a que muchos de ellos no son partidarios de realizar ejercicio, hace que un programa de reeducación psicomotriz pueda fracasar antes de ponerse siquiera en marcha.
A continuación, debe de realizarse un análisis de la actividad psicomotriz (valoración psicomotriz), así como tener en cuenta la evaluación geriátrica integral (VGI) realizada al anciano y vista en apartados anteriores, para poder asegurar la efectividad y el buen desarrollo de las sesiones de reeducación.
Los principales datos a tener en cuenta a la hora de analizar la actividad motriz y que nos servirán para plantear nuestra intervención son:
Es importante también tener en cuenta tanto la duración de las sesiones como la temporalización de las mismas, adecuándolas siempre a los resultados de la valoración.
Al igual que en cualquier otro tratamiento fisioterápico, en la reeducación psicomotriz hay que llevar un seguimiento de la evolución del paciente, recomendándose el uso de registro sistemático de las actividades, así como de la realización de valoraciones (ver anexo X) periódicas para conocer el estado de sus capacidades e ir adaptando las sesiones a su estado.
Dependiendo de la dependencia que presente el anciano, pueden plantearse sesiones grupales (con miembros reducidos 8-10) o sesiones individuales.
A los pacientes hay que recomendarles que cuando acudan a la sesión deben de llevar ropa cómoda, que no les presione en ninguna zona del cuerpo, así como un calzado cómodo y cerrado para evitar caídas.
Durante las sesiones de reeducación psicomotriz se diferencian tradicionalmente varios momentos o etapas.[38],[39]
Las actividades más frecuentes que suelen proponerse para ser realizadas en la reeducación psicomotriz son:
El fisioterapeuta se presentará y hará que cada uno se presente (si su estado cognitivo lo permite si no, recordará su nombre) y recuerde el nombre de los demás (si la sesión es grupal), recordará el día en el que estamos y el día de la última
Recordará verbalmente los ejercicios de la sesión anterior y si hubo alguna anécdota.
Explicará de forma clara y con lenguaje adaptado en qué va a consistir la sesión, su duración, qué ejercicios se van a realizar y las partes del cuerpo que se van a trabajar.
Comenzará el trabajo físico como tal con lo que se conoce como calentamiento general y se realizarán los siguientes ejercicios, siempre adaptándolos al paciente (usar ayudas técnicas, realizar los ejercicios en sedestación…):
Fuente: Vielva,S. 2010 Recuperado en: https://www.fisioterapia-online.com/articulos/que-ejercicios-puedo-hacer-si-tengo-paralisis-facial
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Fuente: Entrenamientos.com, 2022 Recuperado en: https://www.entrenamientos.com/ejercicios/flexion-cadera-sentado
Si fuera necesario podría realizarse agarrándose a una silla:
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Fuente: Monasterio, A. 2016. Prueba de marcha: talones puntillas. Recuperado en: https://www.blogdefisioterapia.com/prueba-marcha-talones-y-puntillas/
Se realizarán ejercicios para trabajar la actitud postural, reafirmando el tono muscular de cada parte del cuerpo, teniendo en cuenta que en todos ellos, siempre atendiendo a las condiciones del paciente, se pueden usar lastres (0,5-1-2 kg.) para incrementar la dificultad:
Fuente: SERMEF, 2022, Programa de ejercicios de rodilla. Recuperado en: http://www.sermef-ejercicios.org/webprescriptor/index.php?lang=&action=muestraSeleccionEjercicios&show=programa&cmd=addProg®ionid=8&patologiaid=16&sustituircesta=1
Fuente: Rodríguez Segura, F.F., 2015, Ejercicios de hombro (tendinitis del manguito rotador, síndrome subacromial). Recuperado en: https://traumatologiar.com/2015/03/03/ejercicios-de-hombro-tendinitis-del-manguito-sindrome-subacromial/
Fuente: SERMEF, 2022. Programa de ejercicios. http://www.sermef-ejercicios.org/webprescriptor/index.php?action=muestraEjercicio&ejercicioid=77&series=1&repeticiones=15&seleccionado=
Fuente: vivodeporte.com, 2022, Importancia de los ejercicios de fuerza en el adulto mayor. Recuperado en: https://www.vivodeporte.com.mx/fitness/fitness-bloque-1/ejercicio-fuerza-tercera-edad/
Fuente: SERMEF, 2022, Programa de ejercicios de rodilla. Recuperado en: http://www.sermef-ejercicios.org/webprescriptor/index.php?lang=&action=muestraSeleccionEjercicios&show=programa&cmd=addProg®ionid=8&patologiaid=16&sustituircesta=1
Fuente: SERMEF, 2022, Programa de ejercicios de cadera. http://www.sermef-ejercicios.org/webprescriptor/index.php?lang=&action=muestraSeleccionEjercicios&show=programa&cmd=addProg®ionid=7&patologiaid=15&sustituircesta=1
Fuente: SERMEF, 2022, Programa de ejercicios de dorsales. Recuperado en: http://www.sermef-ejercicios.org/webprescriptor/index.php?lang=&action=muestraSeleccionEjercicios&show=programa&cmd=addProg®ionid=2&patologiaid=3&sustituircesta=1
Fuente: SERMEF, 2022, Programa de ejercicios de dorsales. Recuperado en: http://www.sermef-ejercicios.org/webprescriptor/index.php?lang=&action=muestraSeleccionEjercicios&show=programa&cmd=addProg®ionid=2&patologiaid=3&sustituircesta=1
Fuente: SERMEF, 2022, Programa de ejercicios de ejercicios de dorsales. Recuperado en: http://www.sermef-ejercicios.org/webprescriptor/index.php?lang=&action=muestraSeleccionEjercicios&show=programa&cmd=addProg®ionid=2&patologiaid=3&sustituircesta=1
Fuente: SERMEF, 2022, Programa de ejercicios de dorsales. Recuperado en: http://www.sermef-ejercicios.org/webprescriptor/index.php?lang=&action=muestraSeleccionEjercicios&show=programa&cmd=addProg®ionid=2&patologiaid=3&sustituircesta=1
Cuando el paciente sea capaz de realizar estos ejercicios de forma correcta, se le puede añadir mayor dificultad usando algún tipo de plataforma inestable/cojín (bosu, cojín de aire, tabla de Freeman...
Fuente: Evasión y vistoria. Blog deportivo. 2016, Necesidad de la propiocepción en el calentamiento. Disponible en: http://evasionyvictoria-chechu.blogspot.com/2016/11/necesidad-de-la-propiocepcion-en-el.html
De esta manera conseguiremos aumentar la dificultad del ejercicio y avanzar en el trabajo del equilibrio.
A continuación, pueden verse dos ejemplos de trabajo con bosu y cojín:
Fuente: Entrenamientos.com 2022. Recuperado en: https://www.entrenamientos.com/media/cache/exercise_375/uploads/exercise/equilibrio-sobre-bosu-una-pierna-3281.png
Fuente: Herrero, V. Entrenamiento de Waff, el nuevo entrenamiento usando un cojín hinchable. Recuperado en: https://www.65ymas.com/uploads/s1/15/70/55/waffstudio-spain_1_621x621.jpeg
Una vez trabajado el tono muscular y equilibrio, daremos paso a una parte más lúdica, donde usaremos el juego para trabajar los distintos aspectos de la reeducación psicomotriz vistos previamente. Nos decantamos por juegos en pareja dado que se pueden aplicar tanto en sesiones individuales como en grupales:
Pueden ir alternando los turnos en fracciones de 2 minutos.
Fuente: seryaprender.mx, 2022, Ejercicio del espejo (adultos). Recuperado en: https://seryaprender.mx/wp-content/uploads/2020/10/Screen-Shot-2020-10-04-at-11.25.25-p.m.-1024x675.png
Es interesante ir incluyendo distintas variables, como lanzamientos a la persona que tengan enfrente y distintas formas de lanzar y recepcionar el balón.
Fuente: colisse.es, 2022, Juegos con pelotas para mayores. Recuperado en: https://colisee.es/blog/juegos-con-pelotas-para-mayores/
Fuente: canariasloteseduca.com, 2022, Circuito 20 aros. Recuperado en: https://canariasloteseduca.com/psicomotricidad-y-deporte/1350-circuito-20-aros-.html
Fuente: Maján J., Patiño D., Moya C. ,Perezagua A., Martínez P. , Ripoll E. 2011, Sesión con globos. Recuperado en: https://docplayer.es/52559000-Trabajo-de-educacion-fisica-sesion-con-globos.html
Otra opción puede ser formar un círculo y golpear una vez cada uno sin que caiga el globo al suelo.
Fuente: Entre sierras, 2015, El programa ´Depende de ti´ lleva la gimnasia con globos a Colmenar de Montemayor. Recuperado en: http://www.salamancaentresierras.com/2015/10/el-programa-depende-de-ti-lleva-la.html
Acabaremos esta parte central de la sesión con un juego de mesa, como el de los pinchos, menos exigente físicamente y que nos servirá como preludio de la vuelta a la calma. El anciano tendrá que reproducir un dibujo, o inventárselo si queremos desarrollar además un trabajo cognitivo mayor, introduciendo pinchos de colores en un soporte agujereado para tal efecto. Con este ejercicio trabajaremos la motricidad fina de ambas manos, así como la agudeza visual.
Fuente: Pérez V., 2018, Juegos que estimulan: Los pinchos, aplicaciones en TEA y discapacidad intelectual. Recuperado en: https://ydeverdadtienestres.com/juegos-que-estimulan-los-pinchos/
Es posible que alguno de los ancianos tenga problemas de motricidad fina derivados de alteraciones físicas (artrosis, artritis…) o neurológicas (parkinson, ataxia…) pueden usarse juegos con piezas más grandes como construcciones de madera para hacer distintas figuras.
Fuente: Toolea, 2022, Los 10 mejores bloques de madera para niños. Recuperado en: https://www.toolea.com/mejores-bloques-de-madera-para-ninos/
Para esta parte de la sesión elegiremos usaremos un método de relajación llamado relajación progresiva de Jacobson.
El creador de esta técnica de relajación fue Edmund Jacobson, médico de EEUU, a comienzos del siglo XX.
Se basa en suprimir paulatinamente todas las tensiones musculares, para provocar una relajación muscular. Dado que la tensión muscular va acompañada normalmente de ansiedad, podremos reducir la misma aprendiendo a relajar la tensión muscular.
Antes de empezar es importante que el anciano esté tranquilo, que mantenga una respiración regular y refiera tener sensación de bienestar. Para contribuir a ello se puede usar de fondo una música relajante con un volumen que no impida escuchar las instrucciones del fisioterapeuta, que debe usar un tono pausado, constante y de volumen medio para que su voz no altere el estado de relajación.
Debe de seguirse un orden sistemático para no olvidar ningún grupo muscular, empezando por los músculos de la cara y siguiendo por los grandes grupos musculares de manera descendente.
Las contracciones deben de ser de 2-5 segundos y mantenerlo después relajado 10-15 segundos antes de tensarlo de nuevo.
Es importante destacar que no se busca una contracción muy fuerte, sino un aumento medio de tensión en el músculo que facilite la relajación posterior, que no debe de ser brusca con el fin de sentir alivio y relax.
Una vez que se ha terminado la secuencia de contracción-relajación de los grupos musculares, se debe de revisar mentalmente todos ellos comprobando si se han relajado.
Este método de relajación concluye con una relajación mental, en la que el anciano debe de pensar en una escena agradable o lo que es más difícil, intentar poner la mente en blanco, todo ello con el fin de relajar la mente además del cuerpo.
El éxito de este método de relajación se basa en una práctica regular, con ella se irá perfeccionando la técnica de realización de la misma.
Científicamente se explica la eficacia de la relajación Jacobson radica en su efecto sobre el Sistema Nervioso Autónomo (SNA), responsable de controlar acciones involuntarias tales como la frecuencia cardíaca, respiración, sudoración, digestión…
El SNA está dividido en el sistema nervioso simpático, encargado de preparar al organismo para la acción y el parasimpático, encargado de preparar al organismo para el descanso.
El efecto relajante de esta técnica se basa en su capacidad para estimular la rama parasimpática, con ello hace que disminuyan los efectos de la rama simpática, que se activa en momentos de ansiedad y estrés.
Fuente: Martín Peña M., 2020, Técnicas de relajación. Recuperado en: https://medium.com/introducci%C3%B3n-a-la-psicolog%C3%ADa-ugr/t%C3%A9cnicas-de-relajaci%C3%B3n-6160d2ba0dec
Finalizaremos la sesión de reeducación psicomotriz intercambiando impresiones sobre las actividades realizadas, cómo nos hemos sentido, cómo hemos trabajado y en qué podemos mejorar para la próxima sesión.
Para que sea provechoso este intercambio de pareceres, debe de crearse un clima de confianza a lo largo de la sesión, para que el anciano se sienta libre, que no sienta miedo a expresar sus opiniones, tanto si la sesión es grupal como si es individual.
Indicación: Valoración de la realización ABVD.
Administración: Puede ser contestado por el propio enfermo si éste puede, sino familiares o cuidadores. Siempre deberá realizarse una exploración adecuada. La capacidad para realizar la tarea correspondiente se valora con 0, la incapacidad con 1.
Interpretación: Hoy en día se evalúa la puntuación final y se clasifica al enfermo en tres grados de incapacidad.
Originariamente los autores agrupaban cada uno de los ítems, señalando con diversas letras (A, B, C…etc.) el tipo de dependencia, según la función estudiada fuera clasificada de una forma u otra.
Indicación: Valoración de las ABVD.
Administración: Realizar las preguntas por bloques: movilidad, aseo y baño. Si en alguna actividad contesta que es incapaz entonces se matiza sobre ella. Posteriormente se calculan los puntos que no realiza y se resta de 100.
Interpretación:
Máxima puntuación: 100 puntos (90 en el caso de ir con silla de ruedas)
Dependencia Total: ≤ 20 Dependiente Grave: 20 – 40
Dependiente Moderado: 45-55 Dependiente Leve: ≥ 60
Reevaluación: Valoración anual o si condiciones del paciente cambian.
Indicación: Valoración de las AIVD. Cuando el índice de Barthel puntúe 100 o sólo haya dependencia en continencia urinaria y fecal A
Administración: Heteroadminsitrada.
Interpretación:
Dependencia 0-1 Total 2-3 Grave 4-5 Moderada 6-7 Leve 8 Autónoma
Dependencia 0 Total 1 Grave 2-3 Moderada 4 Leve 5 Autónomo
La dependencia en alguna de estas actividades nos indica riesgo de deterioro.
No resulta útil para evaluar respuesta al tratamiento o cambios funcionales en el tiempo.
Reevaluación: carácter anual cuando el índice de Barthel puntúe 100 o cuando sólo haya dependencia en continencia urinaria y fecal.
Indicación: valoración del equilibrio, valoración de la marcha en 4 m y la prueba de levantarse y sentarse de la silla.
Administración: Respetar el orden de las pruebas porque si empezamos por las levantadas, el paciente se podría fatigarse y dar resultados falsamente bajos en las otras dos. El tiempo medio de realización, con entrenamiento, es entre los 6 y 10 minutos.
Interpretación: Varía de 0 a 12 puntos; a menor puntuación, menor capacidad. Cambios en 1 punto tienen significado clínico real. Una puntuación por debajo de 10 indica fragilidad y alto riesgo de discapacidad/caídas.
Indicada: Detectar riesgo de caídas en ancianos a un año vista.
Administración: Intentar una aproximación realizando la pregunta: ¿Tiene miedo de caerse? Se ha visto que el valor predictivo positivo de la respuesta afirmativa es alrededor del 63% y aumenta al 87% en ancianos frágiles.
Tiempo de cumplimentación 8-10 min. Caminando el evaluador detrás del anciano, se le solicita que responda a las preguntas sobre la marcha. Para contestar sobre el equilibrio el entrevistador permanece de pie al lado del anciano.
La puntuación se totaliza cuando el paciente se encuentra sentado.
Interpretación: A mayor puntuación mejor funcionamiento.
La máxima puntuación de la marcha es 12, para el equilibrio 16.
La suma de ambas puntuaciones para el riesgo de caídas.
A mayor puntuación>>>menor riesgo.
<19=Alto riesgo de caídas, 19-24= Riesgo de caídas
Indicación: Cuestionario utilizado en pacientes mayores de 65 años.
Administración: Población general mayor de 65 años. Las respuestas correctas son afirmativas en los ítems 2, 3, 4, 6, 8, 9, 10, 12, 13 y 15, y negativas en los ítems 1, 5, 7, 11 y 14. Cada respuesta errónea puntúa 1.
Interpretación:
0-5 Normal
6-10 Depresión moderada
+10 Depresión severa
1- ¿Está básicamente satisfecho con su vida? SÍ NO
2- ¿Ha dejado abandonadas muchas actividades e intereses? SÍ NO
3- ¿Siente que su vida está vacía? SÍ NO
4- ¿Se siente a menudo aburrido? SÍ NO
5- ¿Está de buen talante la mayor parte del tiempo? SÍ NO
6- ¿Tiene miedo de que le suceda algo malo? SÍ NO
7- ¿Se siente feliz la mayor parte del tiempo? SÍ NO
8- ¿Se siente a menudo sin esperanza? SÍ NO
9- ¿Prefiere quedarse en casa más que salir a hacer cosas nuevas? SÍ NO
10- ¿Piensa que tiene más problemas de memoria que la mayoría? SÍ NO
11- ¿Cree que es maravilloso estar vivo? SÍ NO
12- ¿Piensa que no vale para nada tal como está ahora? SÍ NO
13- ¿Piensa que su situación es desesperada? SÍ NO
14- ¿Se siente lleno de energía? SÍ NO
15- ¿Cree que la mayoría de la gente está mejor que usted? SÍ NO
Indicación: Valoración del estado cognitivo.
Administración: Heteroadministrado.
No se puede ayudar ni corregir al paciente, simplemente valorar. Debe repetirse en tres ocasiones diferentes y valorar la media, para descartar los factores externos que puedan estar influyendo. También hay que contar con un familiar/cuidador para valorar la veracidad de los datos.
Interpretación: la puntuación total es de 30 y el punto de corte 23-24
Deterioro cognitivo leve: 19-23
Deterioro cognitivo moderado: 14-18
Deterioro cognitivo severo: < 14
Indicación: Valoración sociofamiliar del anciano con el objetivo de detectar riesgo social.
Administración: Heteroadministrada.
Interpretación: Valora cinco áreas: situación familiar, situación económica, vivienda, relaciones sociales y apoyo de las redes sociales.
- 5 a 9 Buena/aceptable situación social
- 10 a 14 Existe riesgo social
- >15 Problema social
Indicación: Medición del grado de sobrecarga subjetiva de los cuidadores de ancianos con alteraciones mentales/cognitivas.
Administración: Autoadministrada. Compuesta por 22 ítems, referidos a sus sensaciones cuando cuidan a otra persona, cada uno de los cuales se puntúa desde 1 (nunca) a 5 (casi siempre).
Interpretación:
- <47: No sobrecarga
- 47 a 55: Sobrecarga leve
- >55: Sobrecarga intensa
Reevaluación: Carácter anual. También cuando haya cambios en la situación del paciente o si se intuye sobrecarga en el cuidador.