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martes, 13 de agosto de 2013

RED SCORPION 2

Hace unos días un amigo me pasó un cortometraje en el que había participado activamente, esperando que lo consumiera y le diera mi parecer. A diferencia de lo que algunos de ustedes pueden dar por sentado, no me gustan los cortos y no suelo disfrutar viéndolos. Pero claro, se trataba de un amigo y no podía negarme, así que con toda mi santa paciencia me senté frente al televisor y le di al "play". Cuando apreté el "stop" una sola pregunta palpitaba en mi cerebro: "¿Y ahora qué le digo yo a este?". El problema no es que aquel corto fuera malo, el problema es que era infernalmente formal. Lo que contaba estaba trillado, pero no ofendía. Cómo lo contaba no resultaba imposible de seguir, pero tampoco parecía llevar a ninguna parte. Los actores no molestaban demasiado, pero igualmente carecían del mínimo brillo. Y técnicamente el resultado era tan correcto como poco deslumbrante. Muy de manual. A-B-C. Y yo eso, por lo general, no lo puedo sufrir. Mucho menos en formato corto, del que espero una mayor dosis de transgresión, riesgo, locura y ¿por qué no?, diversión. Así que, armado de honestidad pero también de una almohada rellena de plumas, le conté a mi amigo que el corto me había dejado frío e indiferente, en su normalidad era insulso hasta la muerte.... algo parecido a beber un refresco gaseoso tras pasarse dos semanas abierto dentro de la nevera.
¿Que por qué les cuento esto?, porque es una teoría perfectamente aplicable a "Red Scorpion 2", película que inesperadamente vi ayer noche en el siempre entretenido "Paramount Channel". Imagino que, a pesar de su garbeo fracasado por las salas de cine, "Red Scorpion 1", la original, tendría éxito en el video-club y a alguien se le ocurrió que rodar una secuela directamente para ese mercado podría reportar algo de guita  (aunque se estrenó unos días en los cines de países como Italia o la India, por cumplir papeleta, me supongo)
No hace falta ser muy listo para dar por sentado que la conexión con la película previa de Dolph Lundgren y Joseph Zito está bajo mínimos. ¿Dónde reside?, pues en un instructor militar ruso que, según cuenta en una escena, fue el responsable de entrenar al personaje de Lundgren en aquella, de ahí que sus nuevos cadetes se tatúen el escorpión rojo de rigor en el brazo. Eso es todo. Por lo demás, "Red Scorpion 2" narra la batalla de un comando de élite contra una secta neo-nazi. Es tal su inutilidad que infiltran a tres personas, y los tres son rápidamente descubiertos. De ahí que se dejen de sutilidades y planes inteligentes y rápidamente pasen a la acción a base de tiros y patadas, aunque la cosa sea bastante desangelada. Amigos, estamos en 1995, malos tiempos para la "sex & violence", así que, pal caso, no lucen todo lo que sería de desear. Tampoco tenemos héroe musculado y descamisado (a pesar de la engañosa portada) contra hordas de malvados skins, aquí nadie se descamisa y mucho menos va por libre. En realidad la peli me recordó bastante a ESTA otra, solo que al menos esa era más delirante e imaginativa.
Producto de mediocridad infinita, verla no duele, pero no verla tampoco. Ninguno de sus responsables ha pasado a la historia gracias a ella, ni lo hará jamás. Destacan tres actores en horas bajas, John Savage como histriónico jefe de los malos, Michael Ironside como jefe de los buenos y la guapa Jennifer Rubin (de "Pesadilla en Elm Street 3") enseñado las peras muy fugazmente. Al héroe lo interpreta el normalmente "doble de acción" Matt McColm, que si como actor no tiene más que series B/Z y telefilms, como "stunt" su nombre va ligado a grandes y famosas super-producciones Hollywoodienses. Que curioso contraste. 
El director dispone de una filmografía esencialmente plagada de telefilms y series, pero claro, con un nombre tan soso y anodino como Michael Kennedy, ¿qué esperabais?. El fichaje ideal para algo tan olvidable como "Red Scorpion 2".

jueves, 5 de febrero de 2015

LA MUJER DE HIERRO

La historia que nos narra "La mujer de hierro" ("Nowhere to hide" en versión original, es decir, "Ningún lugar donde esconderse") gira en torno a una happy family. Él es militar. Ella también, aunque anda retirada y se dedica ahora a hacer escultura. Ambos tienen un retoño al que le encanta jugar con los "Transformers" y viven entre risas y afecto infinito.
Un mal día, él comienza a investigar los misteriosos accidentes de un par de helicópteros del ejército y descubre que el problema es un defecto de fabricación. Alguien se está embolsando dineros y entrega piezas de baja calidad que provocan muertes. El muyayo se pira a casa preocupado y decidido a denunciarlo. Esa noche unos tipos encapuchados irrumpen en el dulce hogar y se lo cargan a balazos, dejando al hijo con un trauma y a la esposa viva, a pesar de que también intentan acabar con ella sin conseguirlo. Comienza aquí un culebrón en el que la viuda será perseguida sin descanso por los matones que, a falta de poder cepillársela debidamente, arrasarán con todos aquellos periodistas, militares o individuos que demuestren interés en el caso. La cosa alcanza su cénit cuando a los malos se les ocurre secuestrar al niño, lo que desencadenará la imparable ira de la hastiada mamá, efectuando lógica y necesaria venganza.
"La mujer de hierro" es una cinta de acción al uso, mitad yanki mitad canadiense, dirigida el año 1987 por alguien del que ya hemos hablado antes, el mediocre pero activo Mario Azzopardi, responsable de esa cosucha de terror ofensiva -por los motivos equivocados- titulada "Plazo Límite". En general luce un acabado más que solvente, buenas interpretaciones, el ritmo suficiente para no dormirse, unas dosis de dramón tampoco demasiado molesta y escenas de acción llevaderas, como persecuciones y tiroteos infinitos. Del pack destaca la presencia de Michael Ironside haciendo de, ¡oh, surprise!, buen tipo. En concreto da vida a un ex-militar que vive aislado del mundo en una cabaña y ayuda a la desesperada mujer. Entre lo peor, hay una secuencia que incluye la explosión de un coche y está tan mal montada o expuesta que no te pispas de quién muere, cómo y por qué, aunque lo supones y luego te lo confirman en un diálogo. No sé, podría ser fallo de la copia, porque en un momento dado la que estaba viendo en formato VHS (cortesía de "Weekend Video"... y de Javi de "Sin Audiencia", que la localizó junto a un container, nada menos. ¡Gracias chavá!) dio un misterioso salto de imagen, como si faltara algo... pero también podría ser la incapacidad del director. Véanla y juzguen vuesas mercedes.

Protagoniza la movida la actriz Amy Madigan (la has visto en "Calles de fuego", "Campo de sueños", "La mitad oscura" o "No es país para viejas") y la secundan -Ironside aparte- gente como John Colicos (anduvo por las "Star Trek" y "Galáctica, estrella de combate" originales, y también en "Al final de la escalera"), Robin MacEachern (quien interpreta al niño y que al año siguiente se dejaría ver en esa cosa rara titulada "Pin"), Chuck Shamata (el ligón acosado por macarras de "Fin de semana sangriento") y Maury Chaykin (en su extensa trayectoria repleta de títulos bien reconocibles destacan -en mi agenda- "Turk 182, El rebelde", "The Vindicator" o "Albóndigas 3: Los chicos están calientes").
Tras las cámaras, y posando en la foto junto a Mario, tenemos a Julie Corman (esposa de Roger) produciendo, Brad Fiedel (habitual de James Cameron) musicando y Alex Rebar co-escribiendo (suyo es el guión de la aburrida "Viscosidad" y de "Amityville IV: La fuga del diablo". El otro guionista, George Goldsmith, no se queda manco tampoco, dejó su firma en el "Los chicos del maíz" original y en la insufrible "Alerta roja en el gran hospital"... dirigida casualmente por William Fruet, responsable también de la antes mentada "Fin de semana sangriento", ¿se pasarían el rodaje Goldsmith y Shamata rajando de don Fruet?).
En fin, la verdad es que me la esperaba mucho peor... pero está visible y hasta medianamente entretenida, oiga.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Mc BAIN

Tampoco voy a decir aquí y ahora que soy fan de James Glickenhaus, cineasta especializado en películas de acción que entró a formar parte del firmamento exploitation tras dirigir "El Exterminador". Pero sí es cierto que despierta en mi cierto afecto y, por ello, he procurado ver toda su obra. Incluso aquella más olvidable. No obstante, desde hace ya demasiados años tenía una cuenta pendiente: "McBain", de 1991. No se por qué, nunca jamás la llegué a consumir... hasta ayer.
En cierto modo, "McBain" recuerda un poco a "Los Mercenarios" (la de Stallone y cía), por aquello del grupo de ex-combatientes maduros que curran para el mejor postor y corren hasta un país sudamericano dispuestos a derrocar al dictador de turno. En este caso lo que les mueve es la venganza personal. El tipo que salvó a McBain durante la guerra del Vietnam ha sido asesinado por el mentado dictador. Llegó el momento de saldar la cuenta pendiente. Así, el viejo equipo se rejunta y arranca el sarao.
En muchos sentidos, "McBain" parece un auto-homenaje por parte de Glickenhaus. Algunos aspectos del film recuerdan a otros de su pasado. Desconozco si es una cuestión de escasez de ideas, perrería o vanidad. Por ejemplo, como decía, toda la movida se inicia en Vietnam y nos presenta a un Steve James vestido de caqui como soldado eficiente, igual que en "El Exterminador". Resulta que James responde al apellido de Eastland, exactamente el mismo que tenía Robert Ginty en aquella. Luego, el equipo de McBain decide chinchar a un mafioso para que les entregue el capital necesario destinado a activar la operación, y da la casualidad que se deciden por el que salía en "El Exterminador", aquel al que Ginty colgaba sobre una trituradora para, luego, convertir en carne picada. Obviamente no es el mismo personaje, pero sí el mismo actor, Dick Boccelli, al que, encima, McBain y los suyos cuelgan de nuevo, esta vez a varios metros del suelo, amenazando con dejarle caer. Otra diferencia es que, aquí, no se lo cargan. Pero ya me dirán si esto es más un guiño pajero y gracioso de Glickenhaus que reciclaje. Ya puestos, yo habría llamado igual al personaje, pero aunque los apellidos resuenan parecido (Gino Pontivini versus John Gambotti), no lo son. Y luego tenemos uno de los carteles de "McBain" que, en parte, recuerda al de "Ultimatum / The Soldier". Tal vez Glickenhaus veía peligrar su carrera y, a modo testamental, quiso darse un gusto.
Obviamente, todo parecido con "El Exterminador" acaba aquí. "McBain" es una película mucho menos sórdida. Incluso menos violenta, aunque tenga sus momentos intensos. Además, para darle un toque variado, durante un buen cacho se decantan por escenas de acción situadas en altos vuelos, con aviones y cazas. Lo cierto es que no funcionan, se hacen eternas, les falta elemento vibrante e incluso cortan el rollo. A partir de ellas, la peli se resiente y desinfla levemente. Una pena, porque estaba siendo un rato entretenida. Justamente, es aquí donde presenciamos el instante más inverosímil y absurdo de la función, cuando McBain, metido dentro de su avión, saca una pistola y dispara a la cabina del caza enemigo que tiene justo al lado, matando al piloto. ¿Hein?... Vale, los aparatos podrían estar a una altura todavía con baja presión atmosférica, pero lo de no ver la bala perforar nada es raro. Rarísimo. Tanto como que Glickenhaus (autor también del guion) lo dejara pasar.
Por lo demás... pues bueno, sí hay unas cuantas escenas de acción -terrenales- bastante guapas, sendos "stunts" espectaculares y unas pocas explosiones bien gordas. Pero lo cierto es que la peli denota un leve aire telefílmico -incluso estéticamente- y eso pasa factura. O facturilla, cuanto menos (en un momento dado, McBain se compara en do de coña con el "Equipo A". "No lo sabes tu bien" pensé)
El reparto lo encabeza un Christopher Walken en su época gris. La inevitable -si hablamos de ambientación latina- Maria Conchita Alonso (idem para Luis Guzmán). El gran Michael Ironside y el mentado Steve James, tres años antes de su triste, inesperada y prematura muerte.
Aparte queda la guasa de que "McBain" es como se llama la parodia del típico "action hero" en la serie "Los Simpson" Una casualidad a la que inevitablemente recurren los que quieren hacer chota del film de Glickenhaus ya que, en algunos círculos, se considera "mala pero divertida". No lo veo yo así pero, en fin, de todo tiene que haber en este mundo.

lunes, 24 de enero de 2011

CAZADOR DEL ESPACIO, AVENTURAS EN LA ZONA PROHIBIDA

No cabe duda que esta peli nació con la sana intención de parir un nuevo héroe, y una nueva franquicia. Pero no coló. "Cazador del espacio, aventuras en la zona prohibida" hace tufo a "escuela Spielberg/Lucas", a cine espectáculo de los 80. Desde el logotipo del título (este incluído), hasta su rimbombante y animada banda sonora johnwilliamsesca (cortesía de Elmer Bernstein), pasando por sus arquetípicos personajes y situaciones. El héroe es un descarado remedo de Han Solo e Indiana Jones (interpretado con barba de cuatro días y actitud de golfo simpático por Peter Strauss), la chica que le sigue es la inevitable picarona graciosa que al inicio se lleva a matar con el prota, pero luego se pillan cariño mutuo (a la que pone planta Molly Ringwald, poco antes de convertirse en reina de la comedia romántica de la época), el socio del héroe, negro -cómo no- y con el que mantiene una masculina relación de amor/odio (el bueno de Ernie Hudson) y el malo, pues tan feo y cibernético como un "Darth Vader" de andar por casa, al que da vida el especialista en malvados Michael Ironside. Un buen plantel. Produce el invento nada menos que Ivan Reitman, un año antes de parir la mítica "Los Cazafantasmas" (con Ernie Hudson en el reparto, por cierto). El dire es un veterano de la caja tonta, Lamont Johnson. "Cazador del espacio..." se estrenó en formato 3D, pero de cuando dolía a los ojos y al cerebro.
Un crucero galáctico sufre un accidente. Las únicas supervivientes, tres mozas de buen ver, se salvan aterrizando con su cápsula en un planeta asolado por una enfermedad y habitado por dos "tribus" en constante batalla. Los buenos (vestidos con harapos) y los malos (vestidos con cuero negro). A todo esto, el Han Solo de nuestra historia se entera de que ofrecen una buena recompensa por las churris, y decide ir a por ellas, enfrentándose a toda clase de peligros.
Y sí, la trama es tan básica y lineal como parece. Un peligro tras otro, hasta llegar a la guarida del malo, armarla parda y salvar a las mozas. Puro videojuego, vamos. Ese es el mayor defecto de esta peli, lo previsible y aburrida que termina resultando. Se nutre de todo el material que en los 80 hacía triunfar en taquilla (añadan aquí una buena dosis de "Mad Max 2", con ese desierto por el que transitan grotescos automóviles), pero no sabe cocinarlos bien y el resultado es soso y carece de carisma alguno. Los efectos especiales no están ni tan mal, así como los maquillajes (entre los muchos responsables tenemos a Tom Burman y a ¡Kenneth J. Hall!, futuro director de "Engendro Satánico" y guionista habitual del David DeCoteau pre-gay). Tenemos un dragón de agua, unas amazonas, niños mutantes que lanzan bombas y unos gordos monstruosos. Pero como digo, esta es una peli de aquellas que suenan mejor contadas que visionadas, es todo aparatoso y una vez puesto frente a la cámara, no saben sacarle la espectacularidad requerida. Una lástima.
Para nostálgicos y curiosos.

sábado, 22 de junio de 2019

DOWN

Gracias a "El Ascensor", el holandés Dick Maas se convirtió en blanco de interés por parte de Hollywood. Le ofrecieron dirigir la segunda "Pesadilla en Elm Street" y un vehículo de lucimiento para Jean-Claude Van Damme. Pero Maas, quizás henchido de soberbia, los rechazó. A la larga, se arrepintió como se arrepienten los elefantes: enormemente. Tal vez por eso mismo, pasado un tiempo prudente, el cineasta se planteó "Down" como una nueva -¿y definitiva?- oportunidad para asentarse en el cine norteamericano. Pero no lo consiguió. Aunque esta vez hubo un motivo de peso: Los atentados del 11-S, ocurridos justo entre el final del rodaje de "Down" y la fecha de estreno, que se planeaba como muy amplia y fue finalmente cancelada (saliendo directamente en dvd dos años después). De hecho, nada más comenzar la película vemos un skyline con las torres gemelas. En un diálogo se hace mención a ellas y a su casi destrucción accidental. Y también se habla mucho de terrorismo. Junto al teaser del "Spider-man" de Sam Raimi y "La máquina del tiempo", "Down" fue una de las películas afectadas por tan terrible hecho. Siempre me pregunté por qué no supe de su existencia en el momento. Y por qué nunca llegó a España en ningún formato (o eso creo). Ahora ya lo sé. Y lo lamento por Dick Maas, fue un auténtico golpe de mala suerte que acabó con su sueño de conquistar América. Regresó a su tierra natal y ahí ha seguido haciendo cine hasta hoy (aunque no le va ni tan mal, ha triunfado como la cocacola en el mercado asiático con "Presa" y se prepara documental en torno a su persona).
Para la ocasión, Maas pensó que lo más fácil era hacer un remake de su película más conocida y respetada a nivel internacional, la misma "El Ascensor". Uno que contentara a la audiencia yanki. Así que aparcó los elementos oscuros, terroríficos y "humanos" de aquella (como los problemas de pareja del protagonista, en esta ocasión reducidos a la mínima expresión), se quedó con los más llamativos y los reorganizó aplicando un tono de carrusel, de montaña rusa, a ratos algo excesivo. Redujo también la seriedad del invento, añadiendo esas dosis de humor tan suyas y, por lo general, tan irritantes. El resultado es mucho más luminoso, espectacular, "grandilocuente", una auténtica fanfarria tan desmadrada que incluso un ficticio presidente de los Estados Unidos llega a formar parte de una trama que ya se deberían conocer: Los ascensores de un edificio cobran vida y comienzan a matar a la peña. Un mecánico y una periodista harán todo lo posible para resolverlo y sacar a la luz cierto misterio oculto.
Ese desesperado deseo de integración y aceptación hace suponer que Dick Maas contendrá la mala baba y los escasos pero impactantes toques truculentos del film de 1983. Sin embargo, y aunque tardan en hacerse ver, al final tenemos algo de chicha y mala uva. Retomamos las ideas que funcionaban en la original (el ciego que cae por el pozo. Encima este arrastra a su pobre perro. El vigilante decapitado. O la niña con la muñeca) y añadimos algunas nuevas bastante potentes (los odiosos patinadores y cómo la palma uno de ellos y, sobre todo, la gran escabechina que provoca el ascensor al abrir su suelo y dejar caer a un puñado de pasajeros que se estrellan salvajemente contra las bigas. Entre ellos, un niño). Al final lo que tenemos es un mejunje algo atolondrado, con momentos de considerable bajona -como su título-, pero que se salva gracias a otros bastante vibrantes.
El reparto es curioso y florido. James Marshall se había ganado un nombre gracias a "Twin Peaks", "Down" podría haber sido su vehículo de lucimiento, pero le pasó lo mismo que a Dick Maas, la mala suerte se cernió sobre él. Noami Watts, justo antes de protagonizar "Mulholland Drive", interpreta a la cargante periodista. Junto a estos, rostros tan populares como los de Michael Ironside, Edward Herrmann, Dan Hedaya, Ron Perlman y un jovencísimo Ike Barinholtz.
Ciertamente este "Down" es menos "de terror" de lo que era "El Ascensor"... y lo echamos de menos. No trasciende ni aporta nada que valga la pena rememorar, pero tampoco ofende. Como se suele decir, de Domingo por la tarde.

sábado, 22 de octubre de 2022

TRAICIÓN SIN LÍMITE

Hace ya días que vi esta película y mi intención quedaba lejos de reseñarla. No sé, será cosa de los calores (es decir, estoy escribiendo esto en pleno verano, aunque no tengo ni idea de cuando lo leerán ustedes) Sin embargo, fueron pasando las jornadas y no me la sacaba de la cabeza. Ni a la peli, ni a la "obligación moral" de decir alguna sandez sobre ella. ¿Por qué? pues porque, entre otros motivos, siendo un film de acción ochentero hasta las trancas, no suele aparecer en las respectivas listas confeccionadas por hipsters y críticos ignorantes, cosa muy injusta. Fíjense que sus productores son Mario Kassar y Andrew Vajna, papás de "Carolco" y responsables -tres escasos años antes- de "Rambo, acorralado parte 2". Fíjense que el director es un Walter Hill en plena forma, totalmente volcado en ese cine de acción masculino tan suyo. Y digo masculino, no "macho", etiqueta en la que cabrían "las otras", es decir, la mentada "Rambo", la maravillosa "Commando" y toda la ralea que las siguió. Esas sí han pasado a formar parte de la cultura popular, y se las revaloriza mucho, seguramente porque no dejan de ser tontunos divertimentos con fines palomiteros (dicho como algo extremadamente positivo). "Traición sin límite" es otro rollo (para empezar, cuenta con buenos actores, cosa que escasea en "las otras"). ¡Si hasta su título original molamil, "Extreme Prejudice"! Y, para rematar la jugada, John Milius entre los autores de la "story" original.
Digamos que la cosa va de dos tramas destinadas a entrecruzarse. Por un lado, el rudo policía y el malvado narcotraficante con una amistad forjada en el pasado (y, encima, enamorados ambos de la misma pava). Por otro, un grupo de mercenarios manejados secretamente por el gobierno con una misión. Todo hará "pum!" y nosotros lo agradeceremos.
Es indudable que "Traición sin límite" gasta una deuda más que chillona con algunos clásicos. Puesto que yo de cinéfilo tengo poco y, en general, el cine respetado y adorado por Garcis y cía me la suda, no me atrevo a meterme en semejante jardín. Alguien mentaría la camaradería propia entre hombres de Ford o Hawks. O la polvorienta ambientación de los espagueti westerns. Pero la única detectable con seguridad para estos cansados ojos (conectados a un no menos agotado cerebro) es la de Sam Peckinpah, y especialmente "Grupo Salvaje". Tanto canta, que ya en 1987 -fecha de estreno de la reseñada- se hablaba de ello en la prensa.
Lo que a mi me interesa de verdad es que la peli que consumo sea entretenida. Vibrante. Que contenga unos diálogos punzantes, perfectamente escritos, repletos de macarradas y frases lapidarias, pero facturadas con mucha clase. Y, sobre todo, tratándose de acción, lo que pido es una ingente cantidad de disparos acompañados de contundente violencia. "Traición sin límite" tiene todo eso. Los impactos de bala son sangrantes, dejando vistosas rosquillas rojas en los cuerpos. Y los momentos de andrenalina fluyen mientras te quitan la respiración. Especialmente esa matanza final brutal, intensa como ella sola, perfectamente realizada y montada. Un diez. De cuando se hacían las cosas de modo honesto, porque era lo normal. Nada forzado ni estéticamente recargado. Si a la sopa añadimos un desenlace sencillo, contundente, sin florituras, y un repartazo por el que pululan nombres como los de Nick Nolte (impagable e implacable antihéroe gélido, serio, de rostro pétreo y formidable look vaqueril), Powers Boothe (carismático villano), Michael Ironside, Maria Conchita Alonso (en un papel casi de florero, lo que es normal en una película totalmente de hombres, sudorosos y malcarados), Rip Torn, Clancy Brown (el malo de "Los inmortales" y voz original de Eugenio H. Cangrejo), William Forshyte, los hispanos Luis Contreras (habitual en las pelis de Alex Cox) y Marco Rodriguez (el villano del supermercado en "Cobra"), + un papelillo fugaz para Lin Shaye, pues entonces digo aquello de "Compro!".
Ya no se hacen como esta.

viernes, 27 de febrero de 2015

YO YO DANCER

Desde luego, un complemento ideal para disfrutar al 100% del documental sobre Richard Pryor “Omit the logic” (del que ya hablamos en el podcast nº 32) es ver este  biopic, “Jo Jo Dancer, You life is calling” que en nuestro país lleva la ridícula traducción de “Yo Yo Dancer” (¿Yo Yo, por qué?).
Y es que esta película supone muchas cosas, no se trata de un biopic normal y corriente. De hecho es una consecuencia de la personalidad del cómico afro americano; “Yo Yo Dancer” es, por un lado un testimonio, un exorcismo, pero también un ejercicio de megalomanía, una masturbación por parte de Richard Pryor, una manera de buscar prestigio y el debut en la dirección cinematográfica de un tipo que se hizo popular porque en sus películas improvisaba, no solo los diálogos, sino también las situaciones –sabía como iba a comenzar una escena, pero nunca como terminaría-  y también es una película valiente y honesta… el que no era honesto es Richard Pryor, que como la película medio fracasó, luego dijo que no se trataba de una película autobiográfica. Pero claro, Pryor era un yonkie sin remedio ¿Qué va a decir?
Y es que, aunque nosotros recordamos con nostalgia al Richard Pryor de “Su juguete preferido”, “El Gran Despilfarro” –gran película, por cierto- o “Superman III” este  que tanto nos gustaba de pequeños a los que nos acercamos o sobrepasamos la cuarentena, es el Richard Pryor en decadencia. Y eso que estas películas fueron éxitos. No tanto las posteriores, “Estado Crítico”, “Nos mudamos” o “Noches de Harlem”. Y consciente de que estaba haciendo una mierdecilla , Pryor, justo en medio, en 1986, decidió poner en marcha una película que narrase su propia vida, en la que se desnudase ante el público, que le valiera el reconocimiento del mundo del cine –vamos, que buscaba el Oscar  el gachó- y que le reportara pasta gansa. Así que pidió a Columbia que apadrinara su proyecto más personal, que además, él mismo produciría, dirigiría e interpretaría, co-escribiendo el guión junto a su colaborador habitual, Paul Money. Columbia, que se llenaba los bolsillos con sus películas, le brindó al cómico la oportunidad de llevar a cabo este narcisista proyecto que se tradujo en semi-fracaso – de hecho, a España, como la mayoría de sus películas de aquella época, llegó directamente a los videoclubes, sin pasar por las salas- y que no aportó a Richar Pryor el prestigio que demandaba. Y es que la película, que a mí, no obstante, me gusta mucho, es un poco mala. La dirección es torpona, descompensada, dedicando a ciertos pasajes de su vida un montón de minutos, para luego a otros de la misma importancia o mayor, pasar en un suspiro. Por no hablar de su interpretación. Pryor se interpreta a sí mismo durante cuatro décadas, y si como  cómico su currículun no deja mácula, como actor tragicómico, lo cierto es que deja mucho que desear. Además, el alter ego de Richard Pryor, traspasa de vez en cuando la cuarta pared, desdoblándose de su propio cuerpo y dándose la réplica a sí mismo, a veces se contesta, otras ni se oye, solo le escucha el público, lo que deja la narración un tanto confusa y descolocada. Es más, yo diría que si no sabes de antemano que se trata de un biopic, ese desdoblamiento, ni se entiende. Así que, esta película es un desbarajuste. Pero rollos técnicos a parte, a mi me parece que está  muy entretenida, y que es muy atrevida, más si tenemos en cuenta la época de la que proviene. Porque Pryor no se lleva a su terreno la película intentando excusar sus actitudes, digamos, políticamente incorrectas, no. En la película figura como lo que era: un yonkie que echaba a perder todo por culpa de la droga, y cuyo plato principal es el famoso incidente, ya conocido por todos, de prenderse fuego a si mismo y casi morir. Aquí eso no se esconde. Si lo dota, el director, de algo de misticismo dando a entender, que Pryor mata a Pryor que era una persona nefasta y ese fuego da a luz una persona nueva. El tiempo dejaría claro que churruscado o no, Pryor sería la misma nefasta persona hasta que la esclerosis múltiple le concienció un poco.
Así que no es de extrañar, que tras rodarse a sí mismo, preparándose  y fumándose una pipa de crack, bebiendo como cosaco o esnifando cocaína, al no ser un éxito la película, dijera que no se trataba de una autobiografía… pero que cara más dura.
La primera vez que la vi siendo niño, ni siquiera la detectaba como un biopic del propio Pryor, la vi, sin más, porque a mí me gustaba Pryor, pero si que la tenía en mi subconsciente como esa peli de Richard Pryor tan rara que no daba tanta risa. Muchísimos años después, cuando ya descubro que se trata de un  auto-biopic, corro a localizarla para que todo cobre sentido. Y me quedo a gusto con su visionado, eso si, descubriendo que en realidad es un debut como director bastante flojo, casi telefilmesco. Pero está bien.
El punto de partida de la película es el hospital, tras prenderse fuego Jo Jo Dancer (alter ego de Richard Pryor) estando drogado. Entre vendas, este sale de su propio cuerpo, para contarse la vida y darse ganas de vivir. Y vamos viendo los pasajes de esta, desde su infancia infausta – la madre de Pryor era puta y lo crió en un burdel- hasta el ascenso a la fama, pasando por sus desfases drogadictos.
Junto a Pryor, en el reparto tenemos a Debie Allen (una de las profesoras de “Fama”), Art Evans (“Noche de miedo”, “El negociador”), Michael Ironside y un papelito de putero para Ken Foree, entre otros cuantos.
Con todos sus fallos, que son muchos, y como dijo en su momento la crítica americana,  “Yo Yo Dancer” es el “All That Jazz” de Richard Pryor.

lunes, 28 de octubre de 2013

ÁNGELES GORDOS

No por muchos es sabido que el gran Manuel Summers fue un director de “éxito” en los U.S.A. Sus películas sobre adolescentes que se enfrentan a embarazos no deseados y que tontean con la masturbación y demás argumentos, tuvieron su hueco en los circuitos “Grindhouse” Neoyorquinos. Como lo leen, se estrenaban en sesión doble junto a “slashers” o películas de “kung-fu” como si de “exploitations” se tratara, puesto que, de tan raras para el espectador caucásico, alimentaban sobremanera el morbo de los mismos.
Así que no es de extrañar que los productores americanos pronto le ofrecieran rodar en los Estados Unidos. De este modo nace “Ángeles Gordos”.
Claro que la mentalidad de los mecenas poco tenía que ver con la de Manuel Summers. Me refiero a que, seguramente, esos querrían una película lo más morbosa posible, pensando, quizás, que Summers era un director perverso y mercenario, cuando su cine en un principio, al menos en nuestro país, era considerado casi de autor. El tema es que le financiaron una película para exhibirla en las salas de las famosas calles 42 y 74 de Manhattan; Ya saben,  cuanto más sórdido, mejor.  Pero para la propuesta, Summers, ajeno a las “grindhouse movies” y  la “explotaition”, se lo tomó como lo que en realidad era, su salto al charco en esto del cine. Así que gozando de plenas libertades, rodó, sin despeinarse, y con la ayuda de Chumy Chumez en el guion, una bonita comedia romántica a la americana, pero además, tuvo la certeza de añadir un aliciente, aplicarla a los problemas que tiene la gente obesa para relacionarse. Una película divertida, entrañable, entretenida y excelentemente filmada, que con cuatro duros que le dieron parece “alta comedia”.
En U.S.A. fue un rotundo fracaso. Habría que ver la cara de los productores cuando seguramente esperaban una historia de jovencitas que abortan en Londres, o adolescentes perdiendo la virginidad con su maestra, y recibieron algo de muy sutil buen gusto y apta para todos los públicos. En España no fue mucho mejor, pero, irónicamente, se trata, sin duda, de una de las mejores obras de su director.
Rodada en Nueva York, nos cuenta la historia de un joven músico de Broadway, obeso para más señas, que contesta a un anuncio de la sección de contactos del periódico, en el que una mujer busca novio. Las características de este, gustos y aficiones de ella, coinciden exactamente, así que surge el amor en la distancia. Pero claro, al ser un grasiento y purulento gordo de mierda, en vez de enviarle a la chica una foto suya, por vergüenza, le envía la del galán del musical en el que trabaja. Por otro lado, ella, resulta ser otra gorda que trabaja como criada, que le hace a él exactamente lo mismo: le envía una foto de la hija de su patrona, con lo que se liará la madeja cuando ella acude a  New York a conocerle. Pura comedia de enredo, con un argumento muy de película de aquí, pero mejorado por los escenarios y excelentes (aunque desconocidos) actores.
Y un argumento muy en vigencia porque, hoy día, ya no en los contactos del periódico, pero sí en las páginas de internet destinadas a lo mismo, es habitual  lo de las fotos. Si no de otras personas, sí  de las que buscan pareja, pero de veinte años atrás, como ustedes, queridos y pajilleros lectores, muy bien sabrán (Ja!).
Así pues, una más que recomendable película.
En el reparto destaca  Michael McManus, que luego hizo de secundario en cosas como “Poltergeist” o “Loca Academia de policía 4” o Jack Aaron, visto en las series “M.A.S.H”, “Ironside” o “Kojac” y del que Summers era admirador.