Si existe algo próximo a una secuela de la mítica "Made in USA" esa es, indudablemente, "Amazonas en la luna". No ya por su parecido formal, a base de aunar gags donde se parodian anuncios, programas de televisión y películas, también por la incursión directa de personal implicado en aquella y algunas de sus coñas, entre ellas la "aparición" de "Samuel L. Bronkowitz", el ficticio productor de cine que para la ocasión es acreditado como tal en la película dentro de la película. Si en "Made in USA" aquella era una chota a costa de "Operación Dragón", aquí toca reírse de las epopeyas de "serie B" de ciencia ficción cincuenteras (con especial fijación en "Cat-Women of the Moon") a base de diálogos ridículos, guiños (esos trajes espaciales idénticos a los de "Planeta Prohibido"), efectos especiales voluntariamente chapuceros (hilos sujetando planetas y naves) y el constante salto de escenas, ya sea por la interrupción de divertidos cortes bruscos causados por el supuesto mal estado del celuloide, o la lluvia imparable de anuncios/sketchs (en la versión española la locución de los primeros los hace el mismo doblador de "Made in USA"). Estos se dividen entre los graciosos y los insípidos. En el grupo de los primeros tenemos el del hospital donde un doctor pierde el bebé recién nacido de una ilusionada pareja e intenta disimularlo cambiándolo por un "Señor Potato" -siendo a mi juicio el mejor- . El entierro en el que son invitados una serie de famosos cómicos reales yankis que harán coñas a costa del difunto. El programa de misterio donde el mismo presentador se refiere a todo como "chorradas" (impagable la "recreación" del hundimiento del Titanic). El hijo del hombre invisible que no lo es. O el que se nos reserva para después de los créditos, una parodia de la típica película "exploitation" con supuestos fines moralistas. Luego están los flojicos, que los hay, como el del chaval que quiere comprar condones a escondidas y acaba convertido en una celebridad o el del paté que se estira y rebota para mayor regocijo de los invitados a una fiesta.
Honestamente, "Amazonas en la luna" no es una película con la que te partas de risa, o te descojones hasta las lágrimas. Para nada. Sin embargo, sí resulta un visionado muy entretenido, pero mucho, que te deja una sensación harto positiva y saludable. Sonríes unas cuantas veces y el buen rollo general se te contagia. Será por esa iluminación tan clara (tan televisiva, cosa que opino es expresa) o porque, aunque hay algunos gags de tirón erótico -luego hablamos de ellos-, el humor no es especialmente escabroso ni ofensivo, en este sentido "Made in USA" era mucho más hijaputa. Así que, a pesar de que el nivel de comedia queda lejos de ser excepcional, puede arreglarte perfectamente una tarde insípida o una noche aburrida.
Aunque para excepcional, y sorprendente, el personal implicado tanto delante como detrás de la cámara. Es realmente impresionante, de verdad. Hagamos el repaso completo. Entre los actores más o menos de primera división, localizamos a Arsenio Hall, Michelle Pfeiffer, Griffin Dunne, Joe Pantoliano, Rosanna Arquette, Steve Guttenberg, Henry Silva, Robert Picardo, Charlie Callas, Ed Begley Jr., Kelly Preston, Marc McClure, Andrew Dice Clay, Carrie Fisher y Paul Bartel. Existe una versión de la película para la televisión y el mercado del dvd estadounidense con unos pocos sketchs inéditos para nosotros. En estos actúan Jenny Agutter, Bernie Casey, Ronny Cox y Robert Loggia.
Si descendemos unos peldaños y nos centramos en actores más de culto, localizamos a Sybil Danning (básicamente haciendo el mismo papel que luego haría en "Los Dreggs"), William ("Blackula") Marshall, Dick Miller, Lyle Talbot (habitual en los repartos de Ed Wood) y Joey Travolta (hermano de...)
Tampoco se queda corta la lista de cameos, por ahí asoman Forrest J. Ackerman, B.B. King, Ira Newborn (habitual compositor. Suya es la banda sonora de "Amazonas en la luna", salvo cuando usan música de archivo. Sin ir más lejos, en un momento dado podemos oír un tema que también sonaba en el soundtrack de "Creepshow") y el más curioso del pack, Russ Meyer in person.
Ya que hablamos de tetas, la antes mentada ración de erotismo se la podemos agradecer a las presencias y ubres impresionantes de dos chicas Penthouse, Corinne Wahl y, cómo no, la legendaria Monique Gabrielle que se marca uno de los gags más celebrados.
En la dirección, dos que no necesitan presentación: John Landis (sí, responsable de "Made in USA") y Joe Dante. Les acompañan Carl Gottlieb (director de "Cavernícola" pero conocido y respetado sobre todo por su faceta de guionista, donde encontramos "Tiburón 1 y 2" y "Un loco anda suelto"), el legendario productor Robert K. Weiss (a quien debemos la existencia de un porrón de míticas comedias, comenzando por la misma "Made in USA", pasando por "Granujas a todo ritmo" y terminando con la saga "Agárralo como puedas") y el poco llamativo Peter Horton.
La pareja de guionistas, Michael Barrie y Jim Mulholland, eran auténticos maestros de la comedia televisiva desde los años 70, lo que explicaría muy mucho por qué "Amazonas en la luna" se fija en este medio más que ningún otro.
En definitiva, una película altamente recomendable por su buenrollismo y capacidad de amenizar cualquier velada.
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sábado, 23 de enero de 2021
sábado, 30 de julio de 2011
EQUINOX
Originalmente lo rodó el año 1967 como mediometraje estudiantil un ambicioso/joven Dennis Muren, devoto del fantástico y el stop-motion que acabaría currando en títulos de tanta solera como "La guerra de las galaxias", "Encuentros en la tercera fase", "El retorno del Jedi", "Terminator 2" o la reciente "Super 8" y ganando algunos Oscars. Ahí es nada. Para la ocasión, contó con otros colegas suyos que, como él, con el paso de los años tendrían mucho que aportar al cine en cuanto a efectos especiales se refiere: Dave Allen (habitual de los productos "Empire") y Jim Danforth ("Furia de Titanes", "La Cosa", "En los límites de la realidad", "El día de los muertos", "Commando" o "El príncipe de las tinieblas"). Encima, como asistente de cámara nos topamos con Ed Begley Jr., el reconocible actor rubio que acompañaba a Jeff Goldblum en "Transylvania 6-5000".
Total, que dadas las circunstancias, y el bajo presupuesto, "Equinox" no quedó ni tan mal. Tanto es así que fue adquirida por una compañía para su comercialización (y actualmente luce en un lujoso dvd de "Criterion", sello especializado en pelis de "cualité" y arte y ensayo!!!!). El problema estaba en la duración, así que contrataron a un habitual técnico de efectos de sonido (también con lustroso curriculum), de nombre Jack Woods, quien se encargó de rodar y, ya de paso, protagonizar material nuevo. La chungo es que, finalmente, la peli se estrenó en 1970 y Woods figuraba como único director, relegando a Dennis Muren a funciones de productor y efectos especiales. Por cierto, su distribuidor no fue otro que Jack H. Harris, famoso por producir el original "The Blob". "Equinox" es en esencia un producto totalmente amateur y casero. Los efectos especiales, a base de criaturas animadas mediante stop-motion, son crudos y sangrantemente artesanos, lo que, por otro lado, le confiere mucho encanto. Los actores son bastante malos, y hay unos cuantos suculentos momentos para el cachondeo (sobre todo cuando el jeta de Jack Woods acerca sus morritos al objetivo de la cámara). En cuanto al parecido con "Posesión Infernal" (e incluso "Terroríficamente muertos" y "El ejército de las tinieblas"), se trata de algo totalmente casual según han afirmado Sam Raimi y Tom Sullivan. Y sí, superado el susto inicial de la trama, en realidad guardan muy poco parecido... pero algo hay, incluso ciertas resoluciones visuales o momentos tan reconocibles como cuando los jovenzuelos, sentados en círculo, leen lo que el profesor ha escrito sobre el misterioso libro. O la secuencia en la que una de las chicas es poseída y ataca a otra, con la imposibilidad de detenerla por parte de uno de los mozos. Claro que "Posesión Infernal" no es la única... también el "Phantasma" de Don Coscarelli guarda cierto parecido, sobre todo en el momento en que los chavales encuentran una entrada a otra dimensión -descubierta alargando el brazo que desaparece en la nada-, una dimensión filmada con filtro rojo y que nos muestra a un grupo de monjes encapuchados andando por parajes desérticos. ¿Suena, eh?.
Sin embargo, dejando de lado parecidos, nombres famosos, amateurismo y cultos varios, hay que reconocer que "Equinox" es, como dicen en la misma peli, "heavy stuff"... traducido en los subtítulos como "Un coñazo".
domingo, 9 de agosto de 2015
LOS FOTOCROMOS (Y EL PÓSTER) DE “TRANSYLVANIA 6-5000”
Hablar de "Transylvania 6-5000" significa hacerlo de un personaje que desde chavalín siempre me llamó la atención, Rudy De Luca. Si algo destaca en su curriculum es la larga asociación que mantuvo con Mel Brooks, para quien co-escribió guiones ("La última locura", "Máxima Ansiedad") y actuó ocasionalmente ("La loca historia del mundo", "Spaceballs" o en la misma "Máxima Ansiedad" interpretando su personaje más mítico, el del asesino que se pirra por matar. Años después lo retomaría a modo de homenaje en "El silencio de los borregos", donde hizo amistad con su director, el infame Ezio Greggio. Tanto es así que volvería a colaborar con él como escritor en otro de sus spoofs, "Box Office 3D: il film dei film"... la tengo por ahí pero no me atrevo a verla). Cuando no curraba para el director de “Los Productores”, De Luca ponía su estampa en otras comedias bien reconocibles como “Cavernícola”. Todo esto, y un par de leves experiencias como director en la caja tonta, dio alas al caballero para debutar el año 1985 en el largometraje para cines con "Transylvania 6-5000", una comedia de terror. Resulta curioso que cuando los colaboradores de Brooks pasan a la dirección han de facturar, cuanto menos, una comedia de terror, caso también de la peli que comentamos hace un par de semanas, "Terrorífica luna de miel" de Gene Wilder. Es como si pensaran "Bueno, si se me asocia con Mel Brooks, y Mel Brooks es famoso por "El jovencito Frankenstein", eso quiere decir que lo más lógico sería hacer algo por el estilo". Craso error, porque tanto "Terrorífica luna de miel" como esta "Transylvania 6-5000" son productos criminalmente fallidos... en todo, pero especialmente en lo único que esperas de ellos: hacer reír. De hecho, después de esta peli, Rudy De Luca no volvió a dirigir absolutamente nada más (curiosidad: se asoció de nuevo con Mel Brooks para otro parodia del cine de terror ya en la etapa chunga del judío, la muy mediocre "Drácula, un muerto muy contento y feliz").
“Transylvania 6-5000” llegó aquí de la mano del infame/fascinante José Frade. Recuerdo que el cartel me flipaba, y no es pa menos -como pueden comprobar- porque está muy bien. Pero no fui al cine a verla, lo hice con la familia en casita gracias a las bondades del VHS. Desafortunadamente nos aburrió y no nos hizo desternillarnos de risa ni nada que se le parezca. La verdad es que no he vuelto a verla desde entonces, igual debería probar... tal vez..... Aunque tras lo experimentado con "Terrorífica luna de miel" no albergo muchas esperanzas.
La cosa va de unos periodistas de personalidades muy opuestas (uno muy escéptico, el otro todo lo contrario) que son enviados a investigar en un castillo de Transylvania porque dicen haber visto a la criatura de Frankenstein y otros monstruos. Cosas que recuerdo: el gag de cuando todo el personal del lugar sufre un ataque de risa al preguntar uno de los periodistas por los mentados seres (empezaba bien, pero se hacía muy largo) o el asqueroso, forzadísimo y estúpidamente meloso "happy end".
Sin embargo, en lo que "Transylvania 6-5000" sí destaca y mucho es en su extenso, florido y notable reparto. Tenemos a Jeff Goldblum, que no necesita presentación. Joseph Bologna (curiosamente venía de interpretar a uno de los amigos de Gene Wilder en "La mujer de rojo"). El rubito Ed Begley Jr. Carol Kane (de "Llama un extraño"). El pederasta Jeffrey Jones. Una erotiquísima Geena Davies, medio enseñando las tetitas, en su tercer papel pal cine que a mí de chaval me puso mu farruquito (fue en este rodaje donde ella y Goldblum se conocieron pa liarse más adelante). La actriz de comedia Teresa Ganzel, que mostraba las tetorras en "La gran locura americana" (lástima que de cara deje bastante que desear). El hoy detestado -por sus comentarios racistas- Michael Richards de "Seinfeld" interpretando a un agotador mayordomo obsesionado en resultar gracioso (otra de las cosillas que recordaba de la peli) y el propio Rudy De Luca parodiando a "Lawrence Talbot", el hombre lobo clásico, llamándose "Lawrence Malbot".
Para 2016, Rudy anuncia su regreso a la escritura cinematográfica abiertamente cómica con una cosa titulada "Big Finish". ¡Molt bé, home!.
Todo este macro-rollo tiene una utilidad: Introducir los fotocromos y el póster de la época que José Frade se encargó de fabricar para promocionar en las Españas "Transylvania 6-5000", cortesía, cómo no, de Alex Gardés...
“Transylvania 6-5000” llegó aquí de la mano del infame/fascinante José Frade. Recuerdo que el cartel me flipaba, y no es pa menos -como pueden comprobar- porque está muy bien. Pero no fui al cine a verla, lo hice con la familia en casita gracias a las bondades del VHS. Desafortunadamente nos aburrió y no nos hizo desternillarnos de risa ni nada que se le parezca. La verdad es que no he vuelto a verla desde entonces, igual debería probar... tal vez..... Aunque tras lo experimentado con "Terrorífica luna de miel" no albergo muchas esperanzas.
La cosa va de unos periodistas de personalidades muy opuestas (uno muy escéptico, el otro todo lo contrario) que son enviados a investigar en un castillo de Transylvania porque dicen haber visto a la criatura de Frankenstein y otros monstruos. Cosas que recuerdo: el gag de cuando todo el personal del lugar sufre un ataque de risa al preguntar uno de los periodistas por los mentados seres (empezaba bien, pero se hacía muy largo) o el asqueroso, forzadísimo y estúpidamente meloso "happy end".
Sin embargo, en lo que "Transylvania 6-5000" sí destaca y mucho es en su extenso, florido y notable reparto. Tenemos a Jeff Goldblum, que no necesita presentación. Joseph Bologna (curiosamente venía de interpretar a uno de los amigos de Gene Wilder en "La mujer de rojo"). El rubito Ed Begley Jr. Carol Kane (de "Llama un extraño"). El pederasta Jeffrey Jones. Una erotiquísima Geena Davies, medio enseñando las tetitas, en su tercer papel pal cine que a mí de chaval me puso mu farruquito (fue en este rodaje donde ella y Goldblum se conocieron pa liarse más adelante). La actriz de comedia Teresa Ganzel, que mostraba las tetorras en "La gran locura americana" (lástima que de cara deje bastante que desear). El hoy detestado -por sus comentarios racistas- Michael Richards de "Seinfeld" interpretando a un agotador mayordomo obsesionado en resultar gracioso (otra de las cosillas que recordaba de la peli) y el propio Rudy De Luca parodiando a "Lawrence Talbot", el hombre lobo clásico, llamándose "Lawrence Malbot".
Para 2016, Rudy anuncia su regreso a la escritura cinematográfica abiertamente cómica con una cosa titulada "Big Finish". ¡Molt bé, home!.
Todo este macro-rollo tiene una utilidad: Introducir los fotocromos y el póster de la época que José Frade se encargó de fabricar para promocionar en las Españas "Transylvania 6-5000", cortesía, cómo no, de Alex Gardés...
miércoles, 15 de septiembre de 2021
EL BAÚL DE TÍO VICENTE - 13
Desconozco qué es lo que me pasa con "Transylvania 6-5000", porque tenemos todos sus fotocromos + el hermoso póster, y ahora destacamos este recorte extraído de las páginas de "Shows", dedicado a promocionar el lanzamiento en vídeo -de la mano de José Frade- del debut en la dirección cinematográfica de Rudy De Luca, colaborador habitual de Mel Brooks. Pero lo cierto es que nunca me ha gustado. Me parece una comedia de lo más mediocre que comete el mayor error de todos: no hacerme reír. No sé, será que tal sensación se convirtió en un trauma, de ahí que insista tanto, como si esperara algún día encontrarle algo positivo.
En el caso del recorte, lo único que encuentro es una cagada enorme, otorgar a Joseph Bologna el rol de uno de los dos periodistas protagonistas, cuando en realidad ese papel recayó en manos del eterno Ed Begley Jr. (del otro se encargó Jeff Goldblum). Estos chicos de "Shows" no hacían bien sus deberes.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
En el caso del recorte, lo único que encuentro es una cagada enorme, otorgar a Joseph Bologna el rol de uno de los dos periodistas protagonistas, cuando en realidad ese papel recayó en manos del eterno Ed Begley Jr. (del otro se encargó Jeff Goldblum). Estos chicos de "Shows" no hacían bien sus deberes.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
martes, 24 de septiembre de 2024
EL BESO DE LA PANTERA
Paul Schrader es una especie de geniecillo que, según el proyecto, o según la etapa de la vida en la que esté, puede hacerte una obra maestra con la misma facilidad con la que te hace una película del montón tirando a mala, indistintamente de si su labor consiste en escribir el libreto, dirigir el artefacto, o ambas cosas. Puede que sea uno de los cineastas más irregulares provenientes del nuevo Hollywood. Sin embargo, cuando acierta, que suele ser de vez en cuando, se convierte en un cineasta que está muy por encima de la media.
También es de recibo comentar que muchas de sus películas son el resultado del pedo que lleve o, sobre todo, la cantidad de cocaína — y eventualmente heroína— que haya consumido durante el proceso creativo. Conocidas son sus amarguras, manías y adicciones al respecto.
Entonces esta “El beso de la pantera”, película de resultado económico medio y críticas mixtas, es una de esas que Schrader confeccionó bajo influencia de psicotrópicos, hasta tal punto que, cuenta la leyenda, un día estaba tan colocado que se negó a salir de su camerino echando a perder toda una jornada de trabajo.
El caso es que, causa de las drogas o no, “El beso de la pantera” es una de esas películas que en su momento tuvo algo de relumbrón —tampoco demasiado— y que, sin ser un mega-clasicazo de los 80, a día de hoy se la recuerda menos que se la reivindica.
Yo no la había visto hasta hoy, nunca me apeteció verla. Y, bueno, se deja ver, tiene un par de cosillas (como los efectos especiales, artesanales y maravillosos) estupendas, pero a grandes rasgos no es una película notoria.
Remake del clásico de la RKO “La mujer pantera”, Schrader la adapta con cierta coherencia, pero haciendo una versión soberanamente moderna que al final, y salvo por los contados homenajes, nada tiene que ver con el clásico de los años 40. Entonces, a todo el rollo de la mujer que se convierte en pantera, se le añade un nuevo personaje, el hermano de la protagonista, que como pantero macho que es quiere cohabitar con su hermana, formar pareja incestuosa, del mismo modo que lo hacen estos felinos.
La cosa va de una mujer virgen que acude a visitar a su hermano y empieza a relacionarse con una serie de personas empleadas en el zoológico colindante. Ella no jode, porque como le de por echar un caliqueño se acabará transformando en una pantera. Mientras, el hermano, experto en estas lides, se dedica a ir matando toda suerte de personas, la prota se enamora del médico del zoo, con el que se planteará una relación amorosa a pesar de su pequeño problemilla. Y todo, naturalmente, se complica.
La película entera parece concebida para resaltar la belleza de su protagonista, Nastassja Kinski que, efectivamente, resplandece, así como es un muestrario de su cuerpo desnudo donde podemos divisar incluso ingentes cantidades de pelo. Más del 40 % del metraje la Kinski aparece desnuda. No es tontería si tenemos en cuenta que ella y Schrader mantuvieron una tórrida relación sexual mientras rodaban. Obviamente, él era un hombre fondón, con gafas gruesas y bastante feo. No como un demonio de feo, pero feo. Y Nastassja Kinski es probablemente una de las mujeres más guapas de Hollywood, y más todavía en aquel año del señor, 1982. Entonces sucedió lo evidente; Schrader se enamoró como una bestia de la Kinski y planeó pedirle matrimonio durante la fiesta de fin de rodaje. Llegado el día, Nastassja no solo no hizo acto de presencia, sino que tras el evento perdió todo contacto con el director. Pasaron unos meses hasta que este pudo localizarla y, al preguntarle por el desplante, la Kinski fue clara y le espetó: “Paul, me suelo follar a todos los directores con los que trabajo y contigo no ha sido fácil, ni agradable”. Schrader se quedó a cuadros y, en adelante, se notaría un toquecito misógino en todas y cada una de sus películas, por lo menos hasta bien entrada la década de los 00. Una historia que bien merecería una adaptación al cine… en cuanto a la que nos ocupa, sin estridencias, se deja ver sin más.
No fue un fracaso, pero tampoco un gran éxito de taquilla.
En el papel del hermano pantero de la Kinski tenemos a un sobreactuado Malcolm McDowell con el rostro un tanto devastado (¿a causa de las drogas también?) y a un galán que en pocos años se pondría gordo y grandón, y que no destacaría mucho más en papeles de fucker, Jonh Heard, al que después hemos visto vestir la talla XXL en toda suerte de clásicos mainstream como puedan ser “Big”, “A la caza del lobo rojo” o “Solo en casa”. Anette O’ Toole, más guapa todavía que la Kinski y también en pelotas, ejerce aquí un rol secundario como igualmente hizo en films como “Superman III”, donde dio vida a Lana Lang, o “Limite 48 horas”. El resto de reparto lo complementan dos futuros comediantes como John Larroquette y Ed Begley Jr. (poniendo el punto truculento, cuando su brazo es salvajemente arrancado por un felino), Lynn Lowry (rostro habitual en el crudo cine fantástico y de terror setentero) y una de las musas de Spike Lee, Ruby Dee (la única actriz del elenco que no sale en pelotas, porque ya era una anciana), como chacha esotérica que parece va a ser crucial en la trama y en realidad está ahí de adorno y, porque ambientando la película en Nueva Orleáns, es de recibo que salga algún negro. Con la pantera no tuvieron suficiente…
También es de recibo comentar que muchas de sus películas son el resultado del pedo que lleve o, sobre todo, la cantidad de cocaína — y eventualmente heroína— que haya consumido durante el proceso creativo. Conocidas son sus amarguras, manías y adicciones al respecto.
Entonces esta “El beso de la pantera”, película de resultado económico medio y críticas mixtas, es una de esas que Schrader confeccionó bajo influencia de psicotrópicos, hasta tal punto que, cuenta la leyenda, un día estaba tan colocado que se negó a salir de su camerino echando a perder toda una jornada de trabajo.
El caso es que, causa de las drogas o no, “El beso de la pantera” es una de esas películas que en su momento tuvo algo de relumbrón —tampoco demasiado— y que, sin ser un mega-clasicazo de los 80, a día de hoy se la recuerda menos que se la reivindica.
Yo no la había visto hasta hoy, nunca me apeteció verla. Y, bueno, se deja ver, tiene un par de cosillas (como los efectos especiales, artesanales y maravillosos) estupendas, pero a grandes rasgos no es una película notoria.
Remake del clásico de la RKO “La mujer pantera”, Schrader la adapta con cierta coherencia, pero haciendo una versión soberanamente moderna que al final, y salvo por los contados homenajes, nada tiene que ver con el clásico de los años 40. Entonces, a todo el rollo de la mujer que se convierte en pantera, se le añade un nuevo personaje, el hermano de la protagonista, que como pantero macho que es quiere cohabitar con su hermana, formar pareja incestuosa, del mismo modo que lo hacen estos felinos.
La cosa va de una mujer virgen que acude a visitar a su hermano y empieza a relacionarse con una serie de personas empleadas en el zoológico colindante. Ella no jode, porque como le de por echar un caliqueño se acabará transformando en una pantera. Mientras, el hermano, experto en estas lides, se dedica a ir matando toda suerte de personas, la prota se enamora del médico del zoo, con el que se planteará una relación amorosa a pesar de su pequeño problemilla. Y todo, naturalmente, se complica.
La película entera parece concebida para resaltar la belleza de su protagonista, Nastassja Kinski que, efectivamente, resplandece, así como es un muestrario de su cuerpo desnudo donde podemos divisar incluso ingentes cantidades de pelo. Más del 40 % del metraje la Kinski aparece desnuda. No es tontería si tenemos en cuenta que ella y Schrader mantuvieron una tórrida relación sexual mientras rodaban. Obviamente, él era un hombre fondón, con gafas gruesas y bastante feo. No como un demonio de feo, pero feo. Y Nastassja Kinski es probablemente una de las mujeres más guapas de Hollywood, y más todavía en aquel año del señor, 1982. Entonces sucedió lo evidente; Schrader se enamoró como una bestia de la Kinski y planeó pedirle matrimonio durante la fiesta de fin de rodaje. Llegado el día, Nastassja no solo no hizo acto de presencia, sino que tras el evento perdió todo contacto con el director. Pasaron unos meses hasta que este pudo localizarla y, al preguntarle por el desplante, la Kinski fue clara y le espetó: “Paul, me suelo follar a todos los directores con los que trabajo y contigo no ha sido fácil, ni agradable”. Schrader se quedó a cuadros y, en adelante, se notaría un toquecito misógino en todas y cada una de sus películas, por lo menos hasta bien entrada la década de los 00. Una historia que bien merecería una adaptación al cine… en cuanto a la que nos ocupa, sin estridencias, se deja ver sin más.
No fue un fracaso, pero tampoco un gran éxito de taquilla.
En el papel del hermano pantero de la Kinski tenemos a un sobreactuado Malcolm McDowell con el rostro un tanto devastado (¿a causa de las drogas también?) y a un galán que en pocos años se pondría gordo y grandón, y que no destacaría mucho más en papeles de fucker, Jonh Heard, al que después hemos visto vestir la talla XXL en toda suerte de clásicos mainstream como puedan ser “Big”, “A la caza del lobo rojo” o “Solo en casa”. Anette O’ Toole, más guapa todavía que la Kinski y también en pelotas, ejerce aquí un rol secundario como igualmente hizo en films como “Superman III”, donde dio vida a Lana Lang, o “Limite 48 horas”. El resto de reparto lo complementan dos futuros comediantes como John Larroquette y Ed Begley Jr. (poniendo el punto truculento, cuando su brazo es salvajemente arrancado por un felino), Lynn Lowry (rostro habitual en el crudo cine fantástico y de terror setentero) y una de las musas de Spike Lee, Ruby Dee (la única actriz del elenco que no sale en pelotas, porque ya era una anciana), como chacha esotérica que parece va a ser crucial en la trama y en realidad está ahí de adorno y, porque ambientando la película en Nueva Orleáns, es de recibo que salga algún negro. Con la pantera no tuvieron suficiente…
jueves, 14 de agosto de 2014
¿Y SI NOS COMEMOS A RAUL?
Tras pasarse una temporada como realizador netamente "exploitation" bajo mandato del imperio Corman (suyas son la jodidamente aburrida "Neurosis asesina" -que produjo el hermano Gene-, la simpática y entrañable "La carrera de la muerte del año 2000" y la planísima "Cannonball") el director y actor Paul Bartel se encuentra sin curro ni posibilidades de dirigir. Transcurridos varios años opta por una estrategia desesperada: idear un proyecto sencillo, buscar financiación entre amigos y familia y parirlo desde la más rutilante independencia a base de culos de celuloide desechado y un año y pico de rodaje. El resultado es este "Eating Raoul", "¿Y si nos comemos a Raul?" en España, que contra todo pronóstico acabó convertido en un hito del cine "cult" de su época, inicios de los 80, y dio nuevos bríos a la carrera de su director, que a partir de entonces se especializó en comedia, género al que, esencialmente, pertenece "Eating Raoul"... eso sí, una comedia tirando a excéntrica, o eso pretendía el muchacho, aunque vista hoy resulte de lo más normalita a pesar de sus notables remalazos de humor negro.
Un matrimonio de lo más inocente y casto sueña con inaugurar un restaurante, pero las cosas no les van demasiado bien. Además de ir escasos de capital, resulta que la gente que les rodea es ruda y pervertida, cosa esta que los tiene hartos. Un día, y de modo totalmente accidental, asesinan a un indeseable y le roban, descubriendo así un modo ideal de ganar dinero fácil. Después de todo, hacen un favor a la sociedad borrando gentuza del mapa.
Con semejante actitud en mente, organizan un especie de servicio sexual como gancho para cazar viciosos. Todo va de perlas hasta que entra en juego un hispano que les descubre y se ofrece a ayudarles para ampliar las ganancias y repartírselas. ¿Cómo?, vendiendo los cadáveres resultantes a una empresa que los convierte en comida para perro, nada menos. Pero el pendejo no se contenta con eso, quiere más, quiere a la esposa del protagonista, a la que poco a poco va convirtiendo en aquello que más odian. Como era de esperar, las cosas se complicarán cacho ante tan retorcida situación.
Dadas las peculiares condiciones en las que se rodó "Eating Raoul" no hace falta decir que el resultado dista mucho de ser espectacular o aparatoso. Bartel se decanta por una puesta en escena hiper-sencilla y básica y, sobre todo, por los diálogos, el "efecto más barato del cine", como decía aquel. Y sí, la cosa tiene su gracia, pero tampoco es que sean chispeantes o tremendamente ingeniosos.
A pesar de la trama criminal y canibalística, el nivel de violencia está bajo mínimos, ni gota de sangre, todo es como muy de “cartoon”. Sí que veremos un par de tetillas y algún momento inspirado (como el asesinato en grupo del jacuzzi, previo topetazo con la cámara), pero en general la verdad es que "Eating Raoul" no termina de funcionar. Se me hizo algo pesadita y no puedo decir que me riera mucho. Tal vez en su momento se trataba de algo fresco y rompedor, aunque solo fuese por su origen genuinamente “indie” (de cuando aún no estaba de moda el término y este tipo de cine era realmente independiente), pero desde luego no ha envejecido demasiado bien, en ningún sentido. Aún así, el culto que arrastra es innegable y años después incluso llegó a generar una versión teatral en formato musical. ¡Estupendo!.
Ese mismo éxito contribuyó a que Paul Bartel pudiese seguir rodando películas, como "Prohibida su publicación", la famosa pero fallida "Lust in the dust" (un homenaje al cine del mangante John Waters pasado por el tamiz del western), "Contra todo pronóstico", su paso por la serie "Cuentos asombrosos" y otro de sus títulos populares, "Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills". Las cosas no deberían irle demasiado bien cuando lo intentó de nuevo en plan super-indie con "Shelf Life", pero casi nadie se enteró de su existencia.
La compañera femenina del actor/director en "Eating Raoul" no era otra que Mary Woronov, una actriz de culto para el cine de culto. Su carrera arrancó en la factory de Andy Warhol. Seguidamente se adentró en los pantanosos parámetros del "exploitation" más puro, participando en toda suerte de productos, algunos tan legendarios como "Noche silenciosa, noche sangrienta" o “Terrorvision”. Visita Imdb si te corroe la curiosidad.
Bartel y la Woronov llevaban tiempo compartiendo créditos, como actores estuvieron juntos en "Rock n´roll high school", pero a partir del éxito de "Eating Raoul" se oficializaría su condición de pareja en la ficción y saldrían como tal en algún que otro film más, como "Kill Bots" de Jim Wynorski donde, literalmente y por nombre y apellido, retoman sus personajes del título reseñado. Curioso. Hoy día Mary Woronov sigue saliendo en películas zetosas y rimbombantes, pero también en cosas más potentes como "La casa del diablo" o "Los renegados del diablo". Muchos diablos.
Al hispano calentorro le da vida Robert Beltran, de longeva, activa y televisiva carrera. Volvería a verse con Mary Woronov en la mediocrísima "La noche del cometa", y con ella y Bartel en "Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills". También le podéis localizar en esa hiper-chunguez grabada en vídeo por Alex Cox el año 2009 titulada "Repo Chick".
Otras curiosidades del reparto son: Buck Henry (reputado actor, guionista y amigo de George Kuchar), Ed Begley Jr., Edie McClurg (notoria actriz cómica –lucía una permanente traga lápices en “Todo en un día”-), Don Steele (famoso disc jockey de hiperbólica personalidad que ya había trabajado para Paul Bartel en "La carrera de la muerte del año 2000" -interpretando, cómo no, al agotador locutor de televisión-. Saldría en "Gremlins" haciendo de, pos sí, DJ). Para finalizar, y si no pestañeamos demasiado, podremos ver los cameos de John Landis y Charles Griffith (incansable guionista de la factoría Corman -suyo es el libreto de, entre muchas otras, "La pequeña tienda de los horrores" y "La carrera de la muerte bla, bla"- y director de notables basuras como "Up from the depths", que el propio Corman consideraba una mierda, o "Wizards of the Lost Kingdom II").
En la banda sonora suena una versión muy simpática, y en castellano, de "Devil With a Blue Dress On" cortesía de "Los Lobos".
El misterioso productor y co-guionista de "Eating Raoul" se llama Richard Blackburn. Como director dispone únicamente de un capítulo para la serie "Historias del más allá" y del rarísimo largometraje de terror "Lemora", de la que yo misma hablé en una ocasión. Otro proyecto que Bartel y Blackburn tenían entre manos, desafortunadamente nunca realizado, era una comedia horrorífica titulada "Frankencar", sobre un tipo que, desprovisto de sus extremidades, controla mentalmente un super-buga como arma vengadora contra aquellos que le agredieron y le dejaron inválido. Tremendo.
Paul Bartel llegó a idear una secuela directa de "Eating Raoul" titulada "Blind Ambition" y en la que iba a salir Chevy Chase como el villano de la función. Tenía el dinero, la confirmación de Mary Woronov y las ganas, pero desafortunadamente su inesperado fallecimiento el año 2000 truncó cualquier posibilidad de materializarla.
Perra vida esta.
Un matrimonio de lo más inocente y casto sueña con inaugurar un restaurante, pero las cosas no les van demasiado bien. Además de ir escasos de capital, resulta que la gente que les rodea es ruda y pervertida, cosa esta que los tiene hartos. Un día, y de modo totalmente accidental, asesinan a un indeseable y le roban, descubriendo así un modo ideal de ganar dinero fácil. Después de todo, hacen un favor a la sociedad borrando gentuza del mapa.
Con semejante actitud en mente, organizan un especie de servicio sexual como gancho para cazar viciosos. Todo va de perlas hasta que entra en juego un hispano que les descubre y se ofrece a ayudarles para ampliar las ganancias y repartírselas. ¿Cómo?, vendiendo los cadáveres resultantes a una empresa que los convierte en comida para perro, nada menos. Pero el pendejo no se contenta con eso, quiere más, quiere a la esposa del protagonista, a la que poco a poco va convirtiendo en aquello que más odian. Como era de esperar, las cosas se complicarán cacho ante tan retorcida situación.
Dadas las peculiares condiciones en las que se rodó "Eating Raoul" no hace falta decir que el resultado dista mucho de ser espectacular o aparatoso. Bartel se decanta por una puesta en escena hiper-sencilla y básica y, sobre todo, por los diálogos, el "efecto más barato del cine", como decía aquel. Y sí, la cosa tiene su gracia, pero tampoco es que sean chispeantes o tremendamente ingeniosos.
A pesar de la trama criminal y canibalística, el nivel de violencia está bajo mínimos, ni gota de sangre, todo es como muy de “cartoon”. Sí que veremos un par de tetillas y algún momento inspirado (como el asesinato en grupo del jacuzzi, previo topetazo con la cámara), pero en general la verdad es que "Eating Raoul" no termina de funcionar. Se me hizo algo pesadita y no puedo decir que me riera mucho. Tal vez en su momento se trataba de algo fresco y rompedor, aunque solo fuese por su origen genuinamente “indie” (de cuando aún no estaba de moda el término y este tipo de cine era realmente independiente), pero desde luego no ha envejecido demasiado bien, en ningún sentido. Aún así, el culto que arrastra es innegable y años después incluso llegó a generar una versión teatral en formato musical. ¡Estupendo!.
Ese mismo éxito contribuyó a que Paul Bartel pudiese seguir rodando películas, como "Prohibida su publicación", la famosa pero fallida "Lust in the dust" (un homenaje al cine del mangante John Waters pasado por el tamiz del western), "Contra todo pronóstico", su paso por la serie "Cuentos asombrosos" y otro de sus títulos populares, "Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills". Las cosas no deberían irle demasiado bien cuando lo intentó de nuevo en plan super-indie con "Shelf Life", pero casi nadie se enteró de su existencia.
La compañera femenina del actor/director en "Eating Raoul" no era otra que Mary Woronov, una actriz de culto para el cine de culto. Su carrera arrancó en la factory de Andy Warhol. Seguidamente se adentró en los pantanosos parámetros del "exploitation" más puro, participando en toda suerte de productos, algunos tan legendarios como "Noche silenciosa, noche sangrienta" o “Terrorvision”. Visita Imdb si te corroe la curiosidad.
Bartel y la Woronov llevaban tiempo compartiendo créditos, como actores estuvieron juntos en "Rock n´roll high school", pero a partir del éxito de "Eating Raoul" se oficializaría su condición de pareja en la ficción y saldrían como tal en algún que otro film más, como "Kill Bots" de Jim Wynorski donde, literalmente y por nombre y apellido, retoman sus personajes del título reseñado. Curioso. Hoy día Mary Woronov sigue saliendo en películas zetosas y rimbombantes, pero también en cosas más potentes como "La casa del diablo" o "Los renegados del diablo". Muchos diablos.
Al hispano calentorro le da vida Robert Beltran, de longeva, activa y televisiva carrera. Volvería a verse con Mary Woronov en la mediocrísima "La noche del cometa", y con ella y Bartel en "Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills". También le podéis localizar en esa hiper-chunguez grabada en vídeo por Alex Cox el año 2009 titulada "Repo Chick".
Otras curiosidades del reparto son: Buck Henry (reputado actor, guionista y amigo de George Kuchar), Ed Begley Jr., Edie McClurg (notoria actriz cómica –lucía una permanente traga lápices en “Todo en un día”-), Don Steele (famoso disc jockey de hiperbólica personalidad que ya había trabajado para Paul Bartel en "La carrera de la muerte del año 2000" -interpretando, cómo no, al agotador locutor de televisión-. Saldría en "Gremlins" haciendo de, pos sí, DJ). Para finalizar, y si no pestañeamos demasiado, podremos ver los cameos de John Landis y Charles Griffith (incansable guionista de la factoría Corman -suyo es el libreto de, entre muchas otras, "La pequeña tienda de los horrores" y "La carrera de la muerte bla, bla"- y director de notables basuras como "Up from the depths", que el propio Corman consideraba una mierda, o "Wizards of the Lost Kingdom II").
En la banda sonora suena una versión muy simpática, y en castellano, de "Devil With a Blue Dress On" cortesía de "Los Lobos".
El misterioso productor y co-guionista de "Eating Raoul" se llama Richard Blackburn. Como director dispone únicamente de un capítulo para la serie "Historias del más allá" y del rarísimo largometraje de terror "Lemora", de la que yo misma hablé en una ocasión. Otro proyecto que Bartel y Blackburn tenían entre manos, desafortunadamente nunca realizado, era una comedia horrorífica titulada "Frankencar", sobre un tipo que, desprovisto de sus extremidades, controla mentalmente un super-buga como arma vengadora contra aquellos que le agredieron y le dejaron inválido. Tremendo.
Paul Bartel llegó a idear una secuela directa de "Eating Raoul" titulada "Blind Ambition" y en la que iba a salir Chevy Chase como el villano de la función. Tenía el dinero, la confirmación de Mary Woronov y las ganas, pero desafortunadamente su inesperado fallecimiento el año 2000 truncó cualquier posibilidad de materializarla.
Perra vida esta.
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