A Milos Forman en los 90 le dio por rodar biopics. En 1996 dirigió el estupendo “El escándalo de
Larry Flint” y, en 1999, decidió, tras una conversación entre puros habanos con Danny DeVito, el devolver a la vida el genio de Andy Kaufman. Lo hizo a través de una película que al contrario que en las que había aparecido el auténtico Kaufman, resulta ser formidable. Para ello, Forman cuenta con el protagonismo de Jim Carrey, quién para meterse en el papel del comediante americano, lo hizo de forma concienzuda, llegando incluso a pedir a sus compañeros que durante el transcurso del rodaje, no se dirigieran a él como Jim, sino como Andy. Y en consecuencia a sus meticulosas formas de sumergirse en un personaje, se convirtió en un insufrible chalado intratable (de su excéntrica forma de ser, hay un documental completito que, sin ser una maravilla, si nos deja bastante claro de la pasta que está hecho Jim Carrey: “Jim y Andy” de Chris Smith).
Tomando su título de una canción que en 1992 el grupo R.E.M dedicó al humorista, “Man on the Moon” sería una cinta crucial para que el neófito comprenda, casi a la perfección, la idiosincrasia de Andy Kaufman.
Se trata de una película que condensa en poco menos de dos horas, los años de actividad del artistas de variedades, si bien, como dice el propio Jim Carrey en la piel de Kaufman al principio de la película, los hechos han sido alterados con fines dramáticos. Así, vemos muy de pasada la infancia de Kaufman, en la que se nos deja claro que el tierno infante estaba obsesionado con el mundo del espectáculo para, de golpe y porrazo, mostrarnos a un Kaufman adulto incapaz de hacer reír al respetable en sus actuaciones en los clubes de improvisación dónde inicia su carrera. Sin embargo, el aspirante a estrella, ya con un estilo más pulido, tiene algo que llama la intención del manager George Shapiro, por lo que Kaufman pasa a formar parte de su cartera de clientes y le consigue un papel en una sitcom titulada “Taxi”, dónde deberá interpretar el rol del extranjero que hasta ahora venía ofreciendo en sus actuaciones. Aunque este tipo de humor a Kaufman le parece estúpido, acepta, y así, obtendrá fama suficiente para poder hacer el tipo de espectáculos para toda la familia que en realidad le gusta. Sin embargo, un incumplimiento por parte de la cadena dónde se emite la serie para la que trabaja, la ABC, que no emiten bajo ningún concepto el especial que tenían apalabrado con el artista, le obligan a tomar cartas en el asunto convirtiéndose en una especie de loco que provoca al público y organiza combates de lucha libre en los que se batirá con mujeres, a las que, para más inri, humillará de manera verbal en el ring. Comienza a organizar así, toda una suerte de montajes que, lejos de reconocerle como el genio del humor que era, le granjean una impopularidad tan grande que incluso en el “Saturday Night Live” para el que trabajaba eventualmente, organiza una votación con el público para establecer así si Kaufman permanecería en el programa, o resultaría despedido. El público votó despedirle.
Por otro lado, somos testigos de cómo introduce en el mundo del espectáculo a su alter ego Tony Clifton, un cantante malhablado y alcohólico de Las Vegas, personaje este con el que ideó otra pantomima; dejó creer a todo el mundo que Clifton y él eran la misma persona para, en una de las actuaciones del primero, aparecer en escena juntos —cuando hacían estos montajes en la vida real, a Clifton lo interpretaba o su hermano menor Michael Kaufman, o su amigo y gancho Bob Zmuda, a su vez, interpretado en “Man on the Moon” por Paul Giamatti—.
Pronto, un cáncer de pulmón truncará una carrera llena de locura y excentricidad. La lucha contra el mismo, a través de dadaísmo y de la medicina esotérica, completa la película.
No está nada mal la película, pero nada, nada mal. Es una encomiable lección de cine. Milos Forman es perro viejo, y aún criticado, acusado de falta de personalidad incluso, y dándonos una película de fórmula, se las apaña para acabar dando el mejor resultado que se le podía dar a una película sobre la vida de Kaufman.
Curiosamente, el reparto está compuesto por personalidades que vivieron en primera persona los desmanes de Kaufman en vida, algunos interpretándose a sí mismos, otros interpretando a otras personalidades. Así, Danny DeVito, que fue compañero de reparto de Kaufman en “Taxi”, en la película interpreta a su manager George Shapiro, mientras que Shapiro aparece en la película, no interpretándose a sí mismo, sino haciendo las veces de Mr. Besserman. Bob Zmuda es interpretado por Paul Giamatti, pero Zmuda tiene un papel en la película dando vida a Jack Burns. Por otro lado, el resto de compañeros de Kaufman en “Taxi”, Marilu Henner, Carol Kane o Christopher Lloyd se interpretan a sí mismos, al igual que el presentador de televisión David Letterman o el luchador Jerry Lawler. Courtney Love, ex esposa de Kurt Cobain, lider del grupo grunge “Hole” y espantosa actriz dónde las haya, debía gustar mucho a Milos Forman por los motivos que fuesen (también le da un rol importante en “El escándalo de Larry Flint”), pero hace una interpretación de mierda, poniéndose en el pellejo de la novia de Kaufman, Lynne Margulies. En cuanto a las interpretaciones, estas son de lo más eficaces —si exceptuamos la de ese mueble con taras que, como ya he dicho, es Courtney Love— resultando la de Jim Carrey una composición de personaje de lo más elaborada y efectiva. Más que el de“El Show de Truman”, este sería el papel de su vida.
Los años finales de la década de los noventa, fueron cruciales para que al cómico Canadiense se le tomara en serio, y tanto “El Show de Truman” como “Man on the Moon”, le sirvieron a Carrey para ganar sendos Globos de Oro como mejor actor, en 1998 y 1999 consecutivamente. El Oscar se le resistió, así que, ya entrada la década de 2000, los esfuerzos de Carrey por conseguirlo le pasaron factura. No solo no llegó a conseguirlo, sino que nos regaló un buen puñado de películas absolutamente deleznables. Llegados a ese punto, Jim Carrey retomaría su rol de Caricato en 2011 con “Los Pingüinos del Señor Poper”, consciente de que cada actor tiene un registro y un lugar.
Por otro lado, y aunque cosechó críticas de lo más elogiosas —Enterteinment Weekly, sin ir más lejos, la calificó como mejor película del año— “Man on the Moon” significó un fracaso mayúsculo en taquilla, una de las grandes apuestas de Universal que, sin embargo, no generó nada más que deudas. Con un presupuesto inicial de 87 millones de dólares, se esperaba al menos el doble de recaudación en taquilla, pero tan solo obtuvo la mitad siendo 48 millones la recaudación total de la película a nivel mundial. Un fiasco absoluto. No es difícil buscarle explicación a este asunto. En los Estados Unidos Kaufman es de sobras conocido, pero quizás una película sobre la vida de un humorista de los años setenta y primeros ochenta, no es lo suficientemente atractiva como para arrastrar al público a las salas. Y los fans de Carrey, por otro lado, no quieren su crecimiento como interprete; es más prefieren la degradación. A Jim Carrey se le conoció haciendo muecas en “Ace Ventura”, y, más allá de eso, verle en roles serios no es un hándicap; para papeles serios las plateas tenían a John Malkovich. En el resto del mundo, Andy Kaufman tampoco es un personaje tan relevante como para tener en cuenta su biopic. Apenas hizo cine, el poco que hizo casi no se exportó, y sus míticas performances televisivas no llegaron a salir de los USA. Tan solo la serie “Taxi”, dónde para más inri era un personaje secundario, saltaron el charco con óptimos resultados, aun así, Kaufman era, fuera de los USA, un completo desconocido.
En España, los que se acercaron a alguna sala a verla, lo hicieron porque se trataba de una película de Jim Carrey, pero en realidad, se intuye que fueron muy pocos los espectadores con constancia de Kaufman o su obra. En consecuencia, la película tuvo una taquilla totalmente normalizada con un total de 295.655 espectadores. Y es que era un biopic sobre un auténtico desconocido. De cualquier forma, también sirvió para que neófitos se interesaran por la figura en la que se centra la película y ayudó a que, a día de hoy, sea un poco más popular.
En cualquier caso, es magnífica. Si no lo han hecho ya ¡hay que verla!
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viernes, 29 de enero de 2021
viernes, 8 de agosto de 2008
STORYTELLING
El elemento "extraño" de este film, inevitable de toda producción indie que se precie, es que nos habla del proceso de contar historias, una de ficción y otra de no ficción. La primera es narrada en apenas 15 o 20 minutos. La segunda, es el resto de la peli. Una descompensación, por otro lado, muy guasona.
Pues eso, la primera habla de una chavala (ssstupenda Selma Blair) que junto a su novio lisiado (¡como no! estamos en el universo de Todd Solondz), estudian literatura en la universidad con un profe que es un cabrón y que acabará follándosela (a ella). Esta escena fue la que tanta polémica suscitó en los USA por su contenido y, como siempre suele pasar, luego no es para tanto ni para la mitad. La segunda, mucho más retorcida, nos habla de un pobre pringao, el gran Paul Giamatti, que se lo monta para hacer un documental -casi amateur- de una familia que está hecha un cristo, en la que destacan un padre de tremenda mala leche (John Goodman) y un chaval nihilista y porrero que lo lleva por el camino de la amargura. Además, tenemos al hijo pequeño, absolutamente repelente, y a la sirvienta que, aunque parece un personaje muy segundón, acabará dándole a la trama su toque de (des)gracia.
Los que ya conozcan el cine de Solondz saben lo que les espera. Muchísima mala leche, crueldad, miserias humanas, humillaciones, dolorosas verdades como puños (destaco la secuencia en la que el chaval nihilista acude a un preestreno del documental y descubre que el público se parte la caja con sus desgracias) y un ingrediente de tragedia tremebunda. Todo ello rociado con un humor muy sutil, pero muy presente y ácido, que te arranca más de una sonrisa, a pesar de que lo que estás viendo no tiene ni puñetera gracia.
Destacan en el reparto caras tan sorprendentes y curiosas como las de Franka Potente, Steve Railsback, el presentador Conan O´Brien y Julie Hagerty, ¡la de "Aterriza como puedas"!.
No está tan lograda como "Palíndromos", pero tampoco aburre tanto como "Happiness". Digamos que cae en medio.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
SHOOT ´EM UP / EN EL PUNTO DE MIRA
Acción a raudales, fantasmadas por doquier, casquillos de bala y pólvora. "Shoot ´em up" no tiene historia, bueno sí la tiene pero te es absolutamente indiferente, lo único que importa es ver como supera la flipada anterior, y casi siempre la supera. El protagonista, al que llaman Mr. Smith aunque todos saben que es un nombre falso, dispara con precisión cualquier arma, come zanahorias y esta siempre enfadado. Este es todo el personaje que le dieron a Clive Owen, más que suficiente.
La película empieza sin créditos iniciales, directamente vemos a Mr. Smith sentado en un banco a las tantas de la noche mientras se come una zanahoria. Una embarazada salida de una clínica corre por la calle, pasa delante suyo y se mete en un almacén. Un coche dobla la esquina, se estrella contra otro aparcado, su conductor grita amenazas a la embarazada. Sale del coche, pasa por delante de Mr. Smith a quien pregunta "¿Que coño miras?", y antes de entrar en el almacén saca una pistola que deja bien a la vista. Mr. Smith, que hasta ese momento ni se ha inmutado, se levanta malhumorado y entra a repartir estopa. Mientras tiene lugar un tiroteo muy deudor de las pelis de gangsters chinas, Smith ayuda a la embarazada a dar a luz, y adivinen cómo corta el cordón umbilical. Exacto, de un tiro. La madre muere en el trajín, y el protagonista tiene que salir del almacén que cada vez se llena de más pistoleros, con el niño en brazos, al más puro estilo Chow Yun-Fat. Como el niño tiene que comer, se lo lleva a una prostituta especializada en autonepiofilicos a la que da vida Monica Bellucci. El malo es un sobreactuadisísmo, y a la vez genial, Paul Giamatti.
Las escenas de acción son cachondísimas, como decía muy inspiradas en las películas de tiroteos de Tsui Hark o John Woo, así que, por ese lado, estamos servidos. Pero la historia es tan insulsa que hace que nos olvidemos de la película al poco de verla. No marca como un "Hard Boiled" o un "A Better Tomorrow". No se si será por Clive Owen, pero es que todo lo que protagoniza es olvidable, no digo que no entretengan, sin embargo suelen ser productos insulsos. A pesar de ello, me ha gustado este "Shoot´em Up", así que si lo tuyo no son los tiroteos, las pistolas, las escopetas, las uzis y las fantasmadas, esta no es tu peli y nunca lo será.
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