La sibila es una personificación artística y literaria de mujeres que encarna un aspecto universal de la trascendencia humana: el don de la profecía. De origen mítico, el arquetipo de este personaje está vinculado a misterios literarios y se manifiesta en distintos ambientes artísticos, mientras plantea cuestiones polémicas: históricas, antropológicas, iconográficas, teológicas. De origen babilónico, el mito se trasladó al universo grecorromano y, de allí, al resto de Europa y a las colonias ibéricas en América. Su principal atributo constitutivo en toda la tradición grecorromana es el estatus de portavoz poseída por la divinidad, actuando como un canal de comunicación sin intermediarios entre los niveles divino y humano. Sobreviviendo en diversas culturas, las sibilas transitan eficazmente del paganismo al judaísmo y al cristianismo – tanto católico como reformado. Con innumerables representaciones en todo el mundo, en diferentes lenguajes artísticos y abarcando los más diversos períodos históricos, las figuraciones de las sibilas no fueron muy numerosas en Portugal. En el caso de la pintura en azulejos, solo conocemos una representación del siglo XVIII, en el Palacio de Belmonte, en Lisboa. El azulejo representa a la sibila Cumana, quien, junto a Eneas – escena de la obra de Virgilio –, lo acompaña al mundo de los muertos para encontrarse con su padre. Este trabajo estudia sus bases iconográficas e iconológicas, transitando entre grabados y literatura.
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