Tenía un telescopio,beige y negro con el trípode de madera.
Estaba en un rincón de mi habitación,junto a la ventana,pero no solía mirar por ahí.
A mí lo que me gustaba era subirme a la azotea y plantar allí el telescopio.En un segundo viaje traía las lentes,una silla y si había...un vaso de limón granizado.En las noches de verano,entiéndase.
También cogía muchas veces el walkman,para escuchar sobre todo Vangelis y de paso aislarme de posibles ruidos provenientes de las casas de los vecinos.
Una vez instalada,daba un sorbito de limón y empezaba a colocar la lente.
Lo primero era aproximar el objetivo,siempre primero la luna,con la mirilla auxiliar.
Luego enfocando con cuidado...ohhh ahí estaba,tan brillante y con todos sus detalles albares tan nítidos.
Imaginaba que saltaba entre los cráteres -yo de pequeña quería ser astronauta- y me bañaba en aquella luz tan mágica.
Pero luego volvería a la luna,ahora tocaban las constelaciones,Venus,o esos luceritos que andaban refulgiendo solos,destellando como intermitentemente,como queriendo llamarme.
Eran tan bonitos.
Bueno,son.
Traguito de limón.
Darle la vuelta a la cinta del walkman,Blade Runner,guau...daban ganas de escaparse por aquel agujerito de cristal y montarse en una nave con Roy Batty.
De nuevo la luna,más limón y despedida.
Desmontar el chiringuito y bajar ya a acostarme.
Cerraba los ojos y los párpados parecían el cielo que acababa de ver,ahí estaban un montón de chispitas.
Muchas veces me quedaba dormida con la música sonando hasta que se acababa la cinta y sonaba un clack tan rotundo que yo daba un salto del susto.
Y así tantas noches de verano.
Hasta que en una mudanza desapareció la caja con las lentes.
No había repuestos y el telescopio quedó guardado en un altillo.
De todas formas en mi nueva casa no había azotea,ni el la siguiente ni...
Me quedé en lunática,eso sí.Y en seguidora cósmica y miradora de estrellas.
Un día encontré una muy especial y la regalé,pero...viene todas las noches conmigo.
Y cuando cierro los ojos está ahí...ese lucerito que reparte hechizos de plata en mis ojos.
Besos cintilantes,
Carmen.