Mostrando las entradas con la etiqueta Recortes. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Recortes. Mostrar todas las entradas

W.H. Auden / Giles Deleuze: La opinión sobre los otros

Novedades Barnacle


Mis textos publicados por Barnacle Ediciones. 2025



Poesía por narradores




Ciclo Coliseo de Poesía: Poesía por Narradores, en el Museo del Libro y de la Lengua

Contra los recitales de poesía

por Darío Jaramillo Agudelo 

¿Odio las lecturas de poemas? No creo. El odio es un sentimiento activo, consciente,  deliberante, militante, constante. El odio ocupa la atención. El odio es obsesivo como su contrario, el amor.

No, no odio las recitaciones públicas de poemas pero no me interesan, me aparecen aburridas, monótonas, inapropiadas: nunca he ido a ninguna. Solo a aquellas en donde a mí me toca leer —o recitar.

Las lecturas consisten en poner a leer en público a alguien que no lo sabe hacer bien o que, si lo hace bien, es por pura coincidencia de dos talentos en una persona, cosa que no siempre ocurre. Y nadie dice nada porque no hay crítica de las lecturas como sí hay crítica de toros o crítica de recitales de música. Nadie dice que este lee bien o aquel es monótono.

Es muy difícil que un individuo pueda tener dos talentos al tiempo, el primero, ser capaz de escribir buena poesía y, el segundo, ser capaz de leerla bien en voz alta.

Ya se sabe, todos los poetas verdaderos pertenecen a la sociedad de poetas muertos y los vivos que escribimos versos apenas somos modestos aprendices. Entonces el problema es peor, porque la mayoría de los poetas que leen en esos actos públicos tampoco tienen el talento para escribir, la mayoría no son buenos poetas sino entusiastas de la poesía que hacen sus honestos intentos, algunas veces incluso consiguen algún prestigio por sus tentativas. El problema, para peor, es que, no teniendo el talento para escribir, tampoco tienen la capacidad para leer.

El asunto es más duro cuando uno ve a individuos muy talentosos, muy sensibles, buenos poetas, haciendo el ridículo por cuenta de sus buenos versos. Intentando transmitir con sus voces opacas, sus repeticiones, sus equivocaciones de lector, sus tosecitas, unos textos que ellos mismos escribieron pensando en un lector silencioso, solitario, apartado del ruido mundanal. ¿Se puede leer en voz alta algo que fue pensado para la lectura silenciosa

Lo grave de todo esto es que, reticente a ir a lecturas de poemas a ver a otros poetas o aprendices de poetas, con la duda constante acerca de mis propios versos, consciente de que no soy un buen perifoneador, siempre cometo el atribulante error de aceptar asistir como lector de mis poemas cuando me invitan a hacerlo.

La contradicción es, si se quiere, más patética, por hacerme presente en un escenario a compartir el ridículo con otros poetas más. Y compartir no lo hace a uno dueño solo de una partecita del ridículo total: compartirlo es potenciar con el ridículo ajeno el ridículo que uno mismo puede hacer. La contradicción es, creo, más profunda porque acceder a estar ante un público es ir contra el origen mismo de la vocación: uno escribe poemas porque es un solitario, porque le gusta el aislamiento, el silencio, la contemplación; y uno lee poemas en público, con ruido, rodeado de gente que no conoce y en una circunstancia en que, tímido y con pánico escénico, uno se siente autor deliberado de un doble engaño: leer en voz alta, mal leídos, textos que fueron compuestos para ser leídos mentalmente. Dios —que fue poeta antes de ponerse a inventar el mundo— me perdone.

El biombo de Byron, o notas para una poética al modo de Pérec, por José Carlos Llop


Byron tenía un biombo en el que iba pegando con goma arábiga fragmentos de crónicas de la época, siluetas de boxeadores y recortes de bustos y figuras literarias, filosóficas o aristocráticas de entre los siglos XVII y XIX. Luego se tumbaba a descansar junto a él. Desde que descubrí la existencia del biombo de Byron, pensé que ese biombo era una suerte de poética contemporánea, porque la vida de un hombre contemporáneo es una vida hecha a base de fragmentos y el tiempo el diván donde a veces nos tumbamos para contemplarla. Recuerdo una frase que George Steiner le dijo a un periodista: ‘Se me ha reprochado con frecuencia y con vehemencia mi fascinación por el pasado... Calibro en todo su alcance el rigor y la precisión de tal reproche. Desgraciadamente, no me ha sido dado regir el tiempo verbal que rige mi sensibilidad. Una tarea ardua de memoria, de rememoración, de recuerdo, se impone a mí...’
Intento recordar el retrato del artista adolescente, o este verso de Péguy que leí en un ensayo sobre la casa: en los estantes de la memoria y en los secretos de los muebles.

Recuerdo que el primer poeta que tuve entre mis manos fue Rilke. Nunca me cansaré de agradecer ese encuentro. El libro era la Antología poética que publicó Austral en 1968 traducida por Jaime Ferreiro Alemparte, del que nada sabía entonces y nada supe después.

Recuerdo esa antología como un libro misterioso e inacabable, un territorio en el que me reconocí dueño de un secreto que tenía que desentrañar a lo largo de mi vida y supe también que ese era el único territorio del que no quería que me expulsaran jamás. Aquel secreto y se mostraba en todo su esplendor en las Elegías rilkeanas. Y en este verso del poeta: las cosas cercanas no se tomaban el trabajo de hacerse comprensibles para mí. El nombre de las cosas está antes que Rilke. Se contaba en casa que
la primera palabra que celebré fue Sputnik. Pero esto no es un recuerdo. Por lo visto corría por los pasillos recitando un mantra cósmico con entusiasmo. Sputnik, sputnik, sputnik... Mis padres no le
dieron la mayor importancia, algo que les agradezco mucho pues de haberlo hecho al revés, sospecho que toda mi vida hubiera querido ser un poeta vanguardista.
Lo que sí recuerdo es que aprendí en ciertas palabras de los Evangelios –lámparas de aceite, huerto, olivos, agua, vino, enfermedad, consuelo...– el sentido trascendente de la palabra. Y lo aprendí ahí, en
las palabras sencillas y no en la cámara de ecos solemnes que es a menudo el Antiguo Testamento –como lo es también la Historia– cuando dice que en el origen está el verbo. Y recuerdo que asocié esa
trascendencia a la esencialidad. Y que ambas eran el alimento de la poesía. Pero de ese aprendizaje me di cuenta muchos años más tarde. 

Recuerdo que el segundo poeta que tuve entre mis manos fue Bécquer. Recuerdo que pensé que era un hombre muy guapo al que las mujeres debieron de amar mucho. Del mismo modo que Rilke era un
hombre feo al que las mujeres sí amaron mucho o eso parecía con aquellas dedicatorias suyas, siempre a damas aristocráticas a ser posible con chateau y un gran jardín a ser posible lleno de rosales. 
Recuerdo que cuando leí a Bécquer pensé en los estudios y los nocturnos de Chopin –a quien entonces yo escuchaba tanto como a Bob Dylan o a Leonard Cohen–. Recuerdo que pensé en dos conceptos: luz y claridad. 

Recuerdo que la primera vez que leí el poema Luis de Baviera escucha Lohengrin, pensé que Cernuda se había adelantado a la estética novísima de los 70 como poco en quince años, y recuerdo también
que en ese poema hallé una forma de explicar el misterio que se celebra en el acto de creación poética, cosa que hasta entonces –yo debía de tener 16 años– no había leído en parte alguna. Los versos a los que me refiero dicen: Asiste a doble fiesta: una exterior, aquélla de que es testigo; otra interior allá en su mente, donde ambas se funden (como color y forma se funden en un cuerpo), componen una misma delicia. Así, razón y enigma, el poder le permite a solas escuchar las voces a su orden concertadas.
He citado la palabra misterio. Como citaré más adelante la palabra verdad. Porque la poesía es eso: un misterio y también una verdad. Sin misterio ni verdad no hay poesía.
El misterio siempre ha estado emparentado con la mística, como la poesía, y Einstein –que es, sospecho, como citar a Lichtenberg hablando de pararrayos– ya dijo que el misterio es la experiencia
más bella y profunda que pueda sentir el hombre. ...

Continúa en Fundación Juan March
Imagen en Babelio

Rebecca Solnit: Lo lejano y lo cercano

Rescato este párrafo, entre tantos para señalar en un maravilloso libro, "Una guía para el arte de perderse" 


".. Esa mariposa acabó liberándose, aun-que quizá demasiado tarde para que sus alas se desplegaran. El proceso de transformación consiste sobre todo en descomposición, seguida de esta crisis en la que la emergencia de aquello que hubo antes tiene que ser abrupta y total. Pero no todos los cambios en la vida de una mariposa son tan dramáticos. También están los estadios por los que pasa entre las sucesivas mudas de piel, ya que una oruga, igual que una serpiente, igual que Cabeza de Vaca en su periplo por el sudoeste, se desprende de su piel una y otra vez a medida que va creciendo. La oruga sigue siendo una oruga mientras pasa por las sucesivas fases entre mudas, pero no siempre es la misma oruga con la misma piel. Existen rituales que celebran estas rupturas —graduaciones, actos de adoctrinamiento, ceremonias de transición—, pero la mayoría de los cambios tienen lugar sin que los alentemos o señalemos tan explícitamente. El término inglés que refiere a los estadios de desarrollo de los insectos, instar, que contiene la palabra « estrella» [star], conlleva algo a la vez celestial y enterrado, divino y funesto, y quizás el cambio sea así, unas veces espectacular y otras más discreto, algo visible y a la vez oculto, una constante oscilación entre lo lejano y lo cercano." 


"El acto de perderse tiene muchas dimensiones: si es posible perderse en un territorio, también lo es extraviarse mentalmente, perder el rumbo en sentido figurado y literal, desorientarse y desaparecer. Pero la pérdida puede llevarnos a un hallazgo, y es esta sutil transacción la que Rebecca Solnit explora con inteligencia y sensibilidad en estos ensayos.

 

Desde las expediciones extraviadas en el continente americano hasta la pérdida de la memoria familiar, la representación de lo perdido en la distancia y en el tiempo y la extinción de especies naturales, este libro nos embarca en una travesía afectiva e intelectual por las muchas formas de la perdición y, sin brújula aparente, encuentra a cada paso imágenes y observaciones perdurables..."




Guía para el arte de perderse
REBECCA SOLNIT
: "Una guía sobre el arte de perderse", Fiordo Editorial, 2020
Traducción: Clara Ministral
Imagen: Lapahm's Quarterly

Hablar de poesía N° 47

revistas de poesia online

 por Alejandro Crotto[1]     

Básicamente, traducir poesía consiste en comprender desde la emoción un poema en otro idioma y trasponerlo creadoramente en el propio. Es una forma de escribir poesía, entonces, cuya especificidad radica en que la inspiración técnica al escribir se orienta a dar cuenta de una experiencia de lectura.

            Al igual que la escritura de poesía, la traducción es una actividad siempre un poco misteriosa, que la inteligencia ilumina solo parcialmente, en la que las generalizaciones fracasan y en la que los excesos taxonómicos pueden resultar contraproducentes, paralizantes.

            Al igual que escritura de poesía, hay en la traducción un primer momento que está por fuera de la escritura en sí. Y también en este terreno la intensidad con la que se lo viva resulta decisiva. En el caso de cualquier traducción feliz, el primer paso es ser tocado íntimamente por un poema.

            Subrayar como primer paso esa vivencia subjetiva puede parecer un exceso romántico de mi parte, pero es sobre todo algo práctico: en ese ser tocado por el poema, como veremos, está el norte que puede guiar nuestra traducción. Porque traducir un poema tiene, además de algo misterioso, inexplicable, algo de metódico proceso sucesivo: es enfrentar una serie de situaciones concretas, cada una de las cuales admite soluciones de muchos matices desde la reescritura libérrima a la severa literalidad… por lo general todas objetables.

            Pero veamos todo esto en un poema en particular, por ejemplo este de Robert Frost:

 

STOPPING BY WOODS ON A SNOWY EVENING

Whose woods these are I think I know.  
His house is in the village though; 
He will not see me stopping here  
To watch his woods fill up with snow.    

My little horse must think it queer 
To stop without a farmhouse near  
Between the woods and frozen lake   
The darkest evening of the year.  

He gives his harness bells a shake  
To ask if there is some mistake.  
The only other sound’s the sweep  
Of easy wind and downy flake.    

The woods are lovely, dark and deep,  
But I have promises to keep, 
And miles to go before I sleep,  
And miles to go before I sleep.

 

            Un poema célebre y, a primera vista, sencillo: alguien se ha detenido junto a un bosque que le es familiar en una noche en la que nieva. Mi caballo, conjetura, debe de estar pensando que es raro haber parado acá, en la mitad de la nada en esta noche negra y fría. Efectivamente, el caballo sacude la cabeza, como preguntando si no hay algún error, y se oyen las campanitas de su arreo, y enseguida, cuando se apagan, el sonido del viento y de los copos que caen. El bosque es apacible, oscuro y hondo, sí, pero hay promesas que cumplir, y mucho que andar antes de dormir. Y mucho que andar antes de dormir.

(…)

 [1] Esta entrada del Portal Web es la introducción del artículo “Traducir poesía” publicado en el número papel Hablar de Poesía 47 (julio 2023).

Donde dice https://epo2daepoca...Debe decir: https://epoelpoetaocasional.blogspot.com

 

El poeta ocasional cambió de dirección

El poeta ocasional cambió de dirección: ahora es https://epoelpoetaocasional.blogspot.com. Siempre con excelentes poemas 



Premio Storni 2023

https://www.cck.gob.ar/convocatoria-premio-storni-de-poesia-2023/28015/


ConvocatoriasLiteratura     

El Centro Cultural Kirchner convoca a poetas a la edición 2023 del Premio Storni de Poesía. Se trata de un premio a una obra inédita que tiene como objetivo reconocer y fomentar la producción poética argentina. Entendemos que en las últimas décadas la poesía ha ganado protagonismo en distintos espacios de la cultura nacional, y con este premio buscamos colaborar y continuar este proceso.

Aun cuando el premio contempla la compensación económica para lxs ganadorxs, la su creación como evento cultural otorga otro tipo de reconocimiento a la actividad poética (de escritores y lectores) dentro del campo de la literatura nacional.

Buscamos generar un espacio para el ejercicio creativo y la difusión de obras que de otra manera no llegaría a los lectores en las librerías del mercado editorial. En un contexto social y económico complejo para el desarrollo de actividades literarias en general, y poéticas en particular, intentamos con este premio tender una trampa a las lógicas de mercado y visibilizar las voces de un país con una enorme diversidad cultural, lingüística y estilística.

En el mundo urgente que hoy se nos presenta, la poesía no es un punto de fuga, ni un escape, ni una desconexión, sino una forma muy concreta de habitar el espacio y el tiempo que nos toca.

Fundamentalmente, la poesía es la que nos permite, aún y a pesar de todo, pensar que otro mundo, otros mundos, son posibles.

La inscripción para concursar por el premio estará abierta del 14 de febrero al 14 de abril de 2023. Las obras a concursar deberán ser presentadas de forma anónima.

Para participar de las convocatorias se requiere ser mayor de 18 añosposeer domicilio real en el país y realizar la inscripción a través del Registro Federal de Cultura, somos.cultura.gob.ar.

Se aceptará solo una obra por persona y se otorgará un primer premio de 400.000 pesos, y un segundo y un tercer premios de 200.000 pesos.

Podés consultar las bases y condiciones en este enlace
Podés descargar una nota modelo de autoría compartida en este enlace
Por dudas o consultas, podés escribir a convocatoriascckirchner@cultura.gob.ar




Celedonio Flores: Corrientes y Esmeralda



Amainaron guapos junto a tus ochavas 
Cuando un cajetilla los calzó de cross 
Y te dieron lustre las patotas bravas 
Allá por el año 902. 
 
Esquina porteña, tu rante canguela 
En una melange de caña, gin, fitz 
Pase ingles y monte, bacará y quiniela 
Boracha de grappa y locas de pri 
 
El Odeon se manda, la real academia 
Rebotando en tangos el viejo Pigall
Y se juega el resto, la doliente anemia
Que espera el tranvía para su arrabal

De Esmeralda al norte, p'al la'o de Retiro
Franchutas papusas caen en la oración
A ligarse un viaje, si se pone a tiro
Gambetendo el lente que tira el botón

En tu esquina un día, Milonguita, aquella
Papirusa criolla que Linnig cantó
Levanto un atado de ropa plebeya
Al hombre tragedia, tal vez encontró
Tu glosa en poemas, Carlos De La Púa
Y Pascual Contursi, fue tu amigo fiel
En tu esquina rea, cualquier cacatúa
Sueña con la pinta de Carlos Gardel




CELEDONIO FLORES (1896 / 1947, Ciudad de Buenos Aires, Argentina)
Tango: Celedonio Flores / Francisco Pracánico

Wallace Stevens en Hablar de poesía

Antonio Di Benedetto: Mariposas de Koch

 

Dicen que escupo sangre, y que pronto moriré. ¡No! ¡No! Son mariposas, mariposas rojas. Veréis.

Yo veía a mi burro mascar margaritas y se me antojaba que esa placidez de vida, esa serenidad de espíritu que le rebasaba los ojos era obra de las cándidas flores. Un día quise comer, como él, una margarita. Tendí la mano y en ese momento se posó en la flor una mariposa tan blanca como ella. Me dije: ¿por qué no también?, y la llevé a los labios. Es preferible, puedo decirlo, verlas en el aire. Tienen un sabor que es tanto de aceite como de yerbas rumiadas. Tal, por lo menos, era el gusto de esa mariposa.

La segunda me dejó sólo un cosquilleo insípido en la garganta, pues se introdujo ella misma, en un vuelo, presumí yo, suicida, en pos de los restos de la amada, la deglutida por mí. La tercera, como la segunda (el segundo, debiera decir, creo yo), aprovechó mi boca abierta, no ya por el sueño de la siesta sobre el pasto, sino por mi modo un tanto estúpido de contemplar el trabajo de las hormigas, las cuales, por fortuna, no vuelan, y las que lo hacen no vuelan alto.

La tercera, estoy persuadido, ha de haber llevado también propósitos suicidas, como es propio del carácter romántico suponible en una mariposa. Puede calcularse su amor por el segundo y asimismo pueden imaginarse sus poderes de seducción, capaces, como lo fueron, de poner olvido respecto de la primera, la única, debo aclarar, sumergida --muerta, además-- por mi culpa directa. Puede aceptarse, igualmente, que la intimidad forzosa en mi interior ha de haber facilitado los propósitos de la segunda de mis habitantes.
No puedo comprender, en cambio, por qué la pareja, tan nueva y tan dispuesta a las locas acciones, como bien lo había probado, decidió permanecer adentro, sin que yo le estorbase la salida, con mi boca abierta, a veces involuntariamente, otras en forma deliberada. Pero, en desmedro del estómago pobre y desabrido que me dio la naturaleza, he de declarar que no quisieron vivir en él mucho tiempo. Se trasladaron al corazón, más reducido, quizás, pero con las comodidades de un hogar moderno, por lo que está dividido en cuatro departamentos o habitaciones, si así se prefiere nombrarlos. Esto, desde luego, allanó inconvenientes cuando el matrimonio comenzó a rodearse de párvulos. Allí han vivido, sin que en su condición de inquilinos gratuitos puedan quejarse del dueño de casa, pues de hacerlo pecarían malamente de ingratitud.

Allí estuvieron ellas hasta que las hijas crecieron y, como vosotros comprenderéis, desearon, con su inexperiencia, que hasta a las mariposas pone alas, volar más allá. Más allá era fuera de mi corazón y de mi cuerpo.

Así es como han empezado a aparecer estas mariposas teñidas en lo hondo de mi corazón, que vosotros, equivocadamente, llamáis escupitajos de sangre. Como véis, no lo son, siendo, puramente, mariposas rojas de mi roja sangre. Si, en vez de volar, como debieran hacerlo por ser mariposas, caen pesadamente al suelo, como los cuajarones que decís que son, es sólo porque nacieron y se desarrollaron en la obscuridad y, por consiguiente, son ciegas, las pobrecitas.






ANTONIO DI BENEDETTO
, Mundo animal / El cariño de los tontos, Adriana Hidalgo Editora, 
Imagen en Los Andes

J.D. Salinger / William Saroyan por Ricardo Mariño


Hacia 1941 Salinger era novio de Oona O´Neill, hija del Premio Nobel Eugene O´Neill. Eran los primeros años de la Segunda Guerra y Salinger, alistado en el ejército, mandaba a la chica cartas de amor que Oona solía mostrarle a su mejor amiga, Carol Marcus. A su vez Carol era la prometida de William Saroyan, escritor admirado por Salinger. Cuando Saroyan fue llamado a filas Carol sintió terror de quedar expuesta ahora que la relación quedaría limitada al intercambio de cartas. Le pidió ayuda a Oona: “le dije que tenía miedo de que William descubriera lo idiota que soy y que decidiera no casarse conmigo. Por eso ella remarcó los mejores pasajes de las cartas de Salinger y me permitió copiarlos en mis cartas a William”. Sólo que cuando volvió a reunirse con Saroyan éste le dijo que no estaba seguro de querer casarse. Su opinión sobre Carol había cambiado después de leer las “locuaces tonterías” que abundaban en las cartas. Carol se apuró a admitir el engaño y a Saroyan lo tranquilizó saber que eran obra de Salinger. Se casaron en febrero de 1943. (contado por Kenneth Slawenski en “Salinger, una vida oculta”)   
                                                                    
Fuente: Facebook
Imagen en Art Class

La guerra de Crimea por Diego Bentivegna





Una de las imágenes que más me quedó de una Historia Universal que mi familia había comprado en casa es de la Guerra de Crimea, del siglo XIX, cuando Francia, Italia y el Reino de Piamonte intervinieron contra Rusia y a favor del Imperio Turco. No sé bien por qué: en la imagen se veían unos soldados piamonteses, que parecían un poco azorados en las playas de esa península rusa, o ucraniana, o turca, que sin embargo es bañada por el Mar Negro. allá donde Ovidio había sido desterrado.
Había sido colonizada en su momento por los griegos, que fundaron varias colonias en sus costas. Más tarde, llegaron los genoveses y, con ellos, los asentamientos más o menos estables de comerciantes italianos, que permanecieron, pese a todo, hasta el siglo XX. Stalin, el "padre de los pueblos", ordenó en su momento la deportación de esa población, por considerarla potencialmente peligrosa durante la invasión alemana, de la que participaron varios contingentes italianos. Pasolini de quien se recuerda mañana los cien años de nacimiento, tenía en su juventud un gran amigo, al que llamaban Ermes, que termina siendo enrolado en la división italiana en Rusia y del que se pierde todo rastro. Un primo de mi mamá, que vivía en Capri, la deliciosa isla del Tirreno napolitano, fue enviado también a Rusia como soldado y no regresó nunca. Eso se narraba mucho en mi familia. El primo disperso en las estepas. Una de las películas más lindas de Vittorio De Sica, "Los girasoles de Rusia", narra la historia de un napolitano que se hace pasar por loco para no ir a la guerra y es enviado a Rusia, donde pierde la memoria (¿Luria?) en una batalla con los rusos y termina reconstruyendo su vida en la posguerra, casándose con una mujer rusa. Perdiendo, tal vez con un poco voluntad, los recuerdos de su vida anterior en las playas italianas. De los italianos que fueron deportados no sobrevivieron muchos y, según leí, no sobrevivió ninguno de los niños. ¡Los niños de Vallejo! Al parecer, la Argentina compró remesas militares a los turcos, sobre todo los pantalones inflados, las "babuchas", que los habitantes de las pampas llamaron "bombachas" y todavía hoy forman parte de la indumentaria campestre de la zona.

Extraído de Facebook, 04/03/2022



Lo hicieron otra vez



TENGO que decir que la ex revista Ñ volvió a publicar un "balance" anual de los [mejores] libros -y otras formas del arte- y le destinó solo un recuadro en muchas páginas -en todas sus páginas- a la poesía. La evaluación, a cargo de Nora Catelli, notable ensayista rosarina que menciona solo tres libros... de autores rosarinos.
El poco espacio dedicado a la poesía en estas encuestas y en general en las publicaciones literarias no solo consterna porque desconoce una parte sustancial de la literatura -cuya historia escriben estas encuestas, entre otros artilugios- sino también porque funciona de acuerdo con la estrategia de mercado de las editoriales en general: no se vende poseía, no se publica, no se comenta. Que no haya memoria de ella es lo de menos.


JORGE AULICINO en Facebook
Enlaces: Revista Ñ | Jorge Aulicino, poemas

Siete mujeres: Poesía alemana actual

Por Gabriela Schuhmacher   


Siete mujeres. Poesía alemana actual es una antología bilingüe de poesía alemana contemporánea. Los poemas seleccionados y traducidos al castellano por Micaela van Muylem conforman — como ella misma lo aclara en la nota preliminar — “una pequeña muestra de los diferentes caminos que recorre en la actualidad la literatura alemana. Sin embargo, trazada esta puerta de ingreso a su trabajo, advertimos que el lector queda invitado a ser parte de un hallazgo, a escuchar lo que subyace en el corpus o artificio creado...

Seguir leyendo en Solo Tempestad





Poetas alemanas

SIETE MUJERES  / Poesía alemana actuaL


Novedades de Barnacle Libros



Falso inanimado/ Hernán Sagristá     


Lo supieron los arduos alumnos, los comprueban casi a diario los poetas menores de la antología: la ansiedad es la droga más dura. Hernán Sagristá en “Falso inanimado” se ocupa, con sosegada lentitud y un idioma neto ("La palabra floreció con la insistencia"), de las rocas; tiende a exponer su asombro e indagación ante aquello que se hace o se repite cada día, ante un entorno (un pasado) de aislamiento y acritud. Imbuido de una ironía taciturna no pacta con las palabras y se guarda de presentar excusas o, peor aún, explicar circunstancias ("Quizás, deberíamos volver a designar la roca por lo que es, materialidad sin suspicacia"). Nicolás Rosa tenía para sí que es lo propio de la materia resistir; el presente libro encierra la secreta misión de salvar al mundo; y en la momentánea suspensión voluntaria de la incredulidad, su autor añade, modifica, inventa, escribe todo más de una vez para que no converjan entre sus páginas sólo recuerdos o una mera retahíla para la memorización de otro alfabeto ("gruta de la virgen de Itatí que levantó un albañil por un milagro que solo él sabe").


El pico de los pájaros/ Catalina Boccardo     

El libro mayor de la poesía argentina cristalizó la idea del cantor que realiza, en su impulso o frenesí, una práctica de transferencia de una lengua a otra: como el ave solitaria con el cantar se consuela. En "El pico de los pájaros", Catalina Boccardo no reseña con tanta minucia un libro como el ramito de violetas olvidado entre sus páginas; le llama más la atención la brisa que el andén. Un suceso extraordinario, la irrupción de un ser vivo, una torcaza en medio de la ciudad destruida por las luces de neón, la predispone a la pesquisa y a la incógnita permanente ("hasta que su imaginación indica/ dónde, / cómo, qué"). Acaso le deba una incitación o un modelo a cierta sugerencia minimalista: escribir con los atributos de lo inmenso, con un poder renovado ("Yo encontré la salvación, un pájaro herido"); y en el trance inexacto y leve, de una lengua a otra, indaga ("Seguiré preguntando: cuál lenguaje"), consciente de que esa pequeña distancia lo justifica casi todo y de que la belleza admite escasas enmiendas.


Año nuevo/Judith Filc     

Si como quería el Poeta el tiempo es un enemigo que mata huyendo, Judith Filc emplea las palabras con un arrojo que sospecha centelleante y vano, acaso porque una epopeya futura no habrá de dar forma a ningún destino singular, pero ha de hacer constar a través de todo acontecimiento propio la idea de la comunidad y en cada página manuscrita una crítica de su época (“Lo que no se sabe se olvida./ Lo que se olvida se abandona”); entonces es lícito afirmar el hecho de que un poema puede equivaler a una tarjeta postal y a una granada de mano: siempre posible, siempre presente. En “Año nuevo”, su sexto poemario, incrementa la dificultad y magnitud de esa percepción (“No recuerdan el rumbo./ Necesitan sentarse./ El camino que tomaron no acaba nunca”): un mundo descubierto y no imaginado, que no olvida el precio del carbón ni las indolencias de los corazones y que sin evanecerse intenta querer todo cuanto se promete (“se enjuga el sudor, junta sus manos en cuenco/ y se inclina hacia el cauce. /Y espera”).

Pintura sueca: Carl Larsson

https://www.infobae.com/cultura/2020/11/14/la-belleza-del-dia-in-the-corner-de-carl-larsson/







Donde arde la memoria, por María Seoane



Conocí a Aníbal Cedrón en el invierno de 2002, cuando nos unió la misma desesperación por las ruinas en las que estaba sumida la Argentina después del estallido de 2001. Esa conmoción común, la sensibilidad por el sufrimiento de los otros y la necesidad de modificar desde nuestro lugar de artistas e intelectuales el destino maldito que trazaba el neoliberalismo sobre nuestra patria, nos unió en una amistad profunda. Empujado por una sensibilidad exquisita, en estado de conmoción permanente, Cedrón construyó una obra que nos retrata en nuestra condición de argentinos como pocos artistas lo lograron. 
Fue en ese tiempo azaroso que me pidió nombrar uno de sus cuadros sobre el Cordobazo, la rebelión obrera y popular que fue el comienzo del fin a una de las tantas dictaduras que padecimos en el siglo XX. Lo llamó Donde arde la marea, definición que parecía referirse siempre al estado de rebeldía contra la injusticia, el estado natural de Cedrón no sólo en su vida como argentino, como miembro de la generación del setenta, sino como artista que podía retratar las travesías de su pueblo y de su tiempo. 
Ahora que ha pasado más de una década de esa obra; ahora que mi amigo ya no está porque lo llevó una enfermedad maldita el 5 de octubre de 2017; ahora que muchos miles verán por siempre sus pinturas que sobreviven en la historia de la plástica nacional, quiero hacerle este homenaje a quien, como definió también su amigo y maestro Luis Felipe Yuyo Noé, fue “el más grande dibujante de su generación”. Pero también porque Aníbal fue un intelectual, un artista, un militante --reconocido como una personalidad destacada de la Cultura de esta ciudad que amó poco antes de morir-- que no sólo dejó una obra inolvidable sino un instrumento en la defensa de los artistas al fundar la Unión Nacional de Artistas Visuales (UNAV) --que hoy lo considera su padre inspirador-- luego de mucho batallar para que los plásticos tuvieran una protección social y estatal que los liberara de la intemperie pero también mitigara su eterna soledad ante la creación. 
Puedo recordarlo también en la fotografía --eternizada en el registro periodístico de la noche del 29 de julio de 1966-- del joven militante comunista y estudiante de arquitectura que a los 18 años resistió junto a otros los golpes y la cárcel durante la Noche de los Bastones Largos, cuando la dictadura de turno violó la autonomía universitaria y reprimió a sangre y fuego a profesores y estudiantes que resistían en la entonces Facultad de Ciencias Exactas, en la Manzana de las Luces. 
Por esa condición de luchador y artista talentoso, Cedrón siempre insistió en que no hay eternidad mayor en una obra que registrar la historia de los otros, los propios, tu pueblo. Y recorriendo momentos de su vida, como siempre, me vuelvo a preguntar qué nos dice Cedrón con su arte. Y repaso su obra, tal como hice en su último catálogo: nos habla de rebelión, nos habla del carácter profundamente subversivo del arte, de dejar registrado en cada huella digital con las que compone sus autorretratos, con la que define la cabeza aindiada del Quijote argentino que la política y el arte pueden revolcarse como una pareja apasionada e interminable en cada trazo, y establecer el grito exacto de la rebelión. Cedrón nos habla en La Nación inconclusa de quienes somos, de aquello que no fuimos, de aquello que nos debemos como argentinos; del vuelo de las cacerolas, de la República en cruz o crucificada. Y desde esa evocación nos lleva a la serie Civilización y Barbarie para recordarnos una y otra vez el pecado original de Adán y Eva en América porque sobre el cuerpo americano, y esta nuestra porción del sur, se llamó Civilización y la Barbarie. Y entonces Adán y Eva derivarán en ese trazo desesperado, porque la condición de la barbarie ante la que el artista se revela es una Humanidad en tránsito, el No lugar como destino, como destierro, y por qué no como inicio de la búsqueda del artista del trazo exacto para refutar la dependencia y la esclavitud para el destino latinoamericano. 

Novedades 2020 de Barnacle libros


  • ANDREINI, VANNA, Fatebenefratelli

  • CERVERO, VALERIA, Ctalamochita

  • CISNEROS, ALBERTO,  Akata Mikuy

  • FILC, JUDITH, Lagos

  • GARCÍA, DIEGO L., Las calles nevadas

  • JADUSZLIWER, RAQUEL, Ángel de la Enunciación

  • MACOR, LAURA, La niña bajo la cama

  • OLGUÍN, CECILIA A., Jardín animal

  • PANIAGUA, ANDRÉS, (Una banda de punk llamada) Rattus

  • RIZZI, MARCELO, Driftwood


Designed by OddThemes | Distributed by Blogger Template Redesigned by PRD