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Benjamin Bathurst

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Benjamin Bathurst
Información personal
Nacimiento 18 de marzo de 1784 Ver y modificar los datos en Wikidata
Londres (Reino de Gran Bretaña) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 25 de noviembre de 1809 Ver y modificar los datos en Wikidata (25 años)
Nacionalidad Británica
Familia
Padres Henry Bathurst Ver y modificar los datos en Wikidata
Grace Coote Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge Phillida Call (desde 1805) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Diplomático Ver y modificar los datos en Wikidata
Cargos ocupados Ambassador of the United Kingdom to Austria (1809) Ver y modificar los datos en Wikidata
Empleador Foreign Office Ver y modificar los datos en Wikidata

Benjamin Bathurst (18 de marzo de 1784 – ¿25 de noviembre de 1809?) fue un enviado diplomático británico que desapareció en Alemania durante las Guerras Napoleónicas. Era el tercer hijo de Henry Bathurst, obispo de Norwich.

Bathurst desapareció alrededor del 25 de noviembre de 1809, provocando mucho debate y especulación sobre su destino definitivo, especialmente en historias de ciencia ficción, basadas en la extendida creencia (fomentada por fuentes secundarias) de que su desaparición fue particularmente repentina, quizás sobrenatural. Las investigaciones más recientes sugieren que las circunstancias de la desaparición de Bathurst fueron enormemente adornadas, y que seguramente murió asesinado.

Carrera

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Bathurst ingresó al servicio diplomático a una edad temprana y fue promovido al puesto de secretario de la legación británica en Livorno. En 1805, se casó con Phillida Call, hija de Sir John Call, un terrateniente y baronet de Cornualles.

En 1809, fue enviado a Viena como enviado por su pariente Henry Bathurst, Secretario pro tempore de Asuntos Exteriores. Su misión era ayudar en la reconstrucción de la alianza entre Gran Bretaña y Austria y tratar de alentar al emperador Francisco II a declarar la guerra a Francia, lo que hizo el emperador en abril.

Sin embargo, los austríacos se vieron obligados a abandonar Viena a las fuerzas francesas y finalmente demandaron la paz después de ser derrotados por los franceses en la Batalla de Wagram en julio de 1809. Bathurst fue rápidamente llamado a Londres y decidió que la ruta más segura era viajar al norte y tomar el barco de Hamburgo.

Desaparición

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El 25 de noviembre de 1809, Bathurst y su correo alemán, Herr Krause, viajando en tílburi bajo los alias de "Barón de Koch" y "Fischer" respectivamente, se detuvieron en la ciudad de Perleberg, al oeste de Berlín.

Después de pedir caballos frescos en la casa de correos, Bathurst y su acompañante caminaron hasta una posada cercana, el Cisne Blanco. Después de ordenar una cena temprana, se dice que Bathurst pasó varias horas escribiendo en una pequeña habitación que se le reservó en el local. La partida de los viajeros se retrasó y no fue hasta las 9 p. m. que les dijeron que los caballos estaban a punto de ser enganchados a su carruaje. Bathurst dejó inmediatamente su habitación, seguido poco después por Krause, quien se sorprendió al no encontrar a Bathurst en el tílburi cuando llegó y de hecho no le encontró por ninguna parte.

La desaparición no creó mucha emoción en el momento, dado que el país se encontraba infestado de bandidos, rezagados del ejército francés, y revolucionarios alemanes. Además, los asesinatos y los robos eran tan comunes que la pérdida de un viajero comercial (bajo cuya falsa identidad viajaba Bathurst) apenas se notaba, especialmente dado que en aquellos tiempos apenas existían autoridades legales en Prusia.

La noticia de la desaparición de Bathurst no llegó a Inglaterra en varias semanas, hasta que Krause logró llegar a Hamburgo y tomar el barco para Inglaterra. En diciembre el padre de Bathurst, el obispo de Norwich, recibió un citación del Secretario de Asuntos Exteriores, Richard Wellesley, para que le atendiera en Apsley House, donde Wellesley le informó de la desaparición de su hijo.

La esposa de Bathurst, Phillida, partió de inmediato para Alemania a buscar a su marido, acompañada por el explorador Heinrich Röntgen. Llegaron a Perleberg para descubrir que las autoridades ya habían estado encargándose del asunto y que el capitán von Klitzing había sido puesto al mando de la investigación. Una vez se le notificó la desaparición de Bathurst, había movilizado a sus tropas en una búsqueda enérgica, aparentemente trabajando en la suposición inicial de que el hombre desaparecido lo había hecho por voluntad propia. El día 26, el río Stepenitz fue rastreado, y los funcionarios civiles ordenaron una segunda búsqueda en la aldea. El 27 de noviembre de 1809 el valioso abrigo de pieles del inglés– valorado en 200 o 300 táleros prusianos– fue descubierto escondido en una dependencia propiedad de una familia apellidada Schmidt. Luego, el 16 de diciembre, dos ancianas que buscaban en el bosque cerca de Quitzow, tres millas al norte de Perleberg, se encontraron los pantalones de Bathurst.

La investigación rápidamente reveló que August Schmidt había estado trabajando como mozo de cuadra en el patio del Cisne Blanco en la noche en que Bathurst desapareció, y que su madre, quién también trabajaba en la posada, se había llevado el abrigo del inglés. Frau Kestern, una mujer empleada en la cafetería, atestiguó años más tarde que inmediatamente después de que Bathurst había visitado el establecimiento, August Schmidt había entrado, le preguntó a dónde había ido el visitante, luego corrió tras él y (suponía) aprovechó alguna oportunidad para atacarle.[1]

Una recompensa de 500 táleros se ofreció por cualquier noticia y se pagó dinero a los miembros de la policía local para agilizar las cosas. Esto, aun así, solo sirvió para enturbiar el caso cuando muchos informes falsos y ofertas de información fueron hechas por personas que solo buscaban la recompensa.

En marzo, la señora Bathurst inspeccionó toda la zona de Perleberg a un elevado costo, el cual incluyó el uso de perros entrenados, pero sus esfuerzos fueron en vano. Entonces viajó a Berlín y después a París (bajo un salvoconducto especial pues entonces Gran Bretaña y Francia estaban en guerra) para ver al propio Napoleón, esperando obtener de él algo sobre el destino de su marido. Aun así, cuando fue recibida por el emperador francés, este declaró su ignorancia sobre el asunto y le ofreció su ayuda.

Informes de prensa contemporáneos

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En enero de 1810, la prensa inglesa y francesa habían oído del asunto y habían empezado a hablarlo. The Times publicó un artículo en enero de 1810 el cual posteriormente apareció en otros diarios ingleses:

Hay demasiadas razones para temer que el relato de la muerte de Mr Bathurst, último enviado al emperador de Austria, insertado en un diario de París, tenga razón en cuanto al hecho principal. Se afirmó, en un artículo de noticias de Berlín, de la fecha del 10 de diciembre, que el señor Bathurst había mostrado síntomas de locura en su viaje por la ciudad, y que posteriormente había caído por su propia mano en las cercanías de Perleberg. Sin embargo, se ha recibido información en estos pocos días, que a la fuerza tiende a corregir la culpabilidad de la muerte o desaparición del señor Bathurst al gobierno francés. Parece que el señor Bathurst salió de Berlín con pasaportes del gobierno prusiano y excelente salud, tanto física como mental. Tenía que ir a Hamburgo, pero nunca llegó a Hamburgo. En alguna ciudad cercana a los territorios franceses fue secuestrado, como se supone, por un grupo de soldados franceses. Lo que pasó después no se conoce con precisión. Se han encontrado sus pantalones cerca de la ciudad donde fue capturado, y una carta en ellos a su esposa, pero nada más. El gobierno prusiano, al recibir la información, manifestó el arrepentimiento más profundo y ofreció una gran recompensa por el descubrimiento de su cuerpo. Ningún éxito, sin embargo, ha asistido a la oferta.
The Times, 20 de enero 1810

El gobierno francés se agitó ante la acusación de que habían secuestrado o asesinado a Bathurst y respondieron en su revista oficial, Le Moniteur Universel:

Inglaterra sola, entre todas las naciones civilizadas, ha renovado el ejemplo de pagar asesinos y fomentar crímenes. Según las cuentas de Berlín, el Señor Bathurst estaba trastornado en su mente. Esta es la costumbre del gabinete británico: dar sus misiones diplomáticas a las personas más tontas y sin sentido que produce la nación. El cuerpo diplomático inglés es el único en el que los ejemplos de locura son comunes.
Le Moniteur Universel, 29 de enero de 1810.

1852, descubrimiento

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El 15 de abril de 1852, durante la demolición de una casa en la carretera de Hamburgo a Perleberg, a trescientos pasos del Cisne Blanco, se descubrió un esqueleto enterrado bajo el umbral del establo. La parte posterior del cráneo mostraba una fractura como por el golpe de un instrumento pesado. Todos los dientes superiores estaban perfectos, pero uno de los molares inferiores mostraba signos de haber sido extraído profesionalmente por un dentista. El dueño de la casa, un albañil llamado Kiesewetter, había adquirido la casa en 1834 a Christian Mertens, quién había servido en el Cisne Blanco durante el periodo en que Bathurst desapareció.

La hermana de Bathurst, la señora Thistlethwaite, viajó a Perleberg pero no pudo decir concluyentemente si el cráneo pertenecía a su hermano o no.

Investigación reciente

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Una investigación detallada realizada por el escritor Mike Dash publicada en Fortean Times en 1990 concluyó que los detalles presuntamente misteriosos de la desaparición de Bathurst habían sido muy exagerados con los años, y que Bathurst casi ciertamente fue asesinado.

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El caso de Bathurst fue mencionado por Charles Fort en su libro Lo!.

En la ciencia ficción

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  • En el relato de ciencia ficción de H. Beam Piper de 1948 He Walked Around the Horses, Bathurst se desliza en un universo paralelo donde la Revolución Americana y la Revolución Francesa fueron suprimidas y no hubo Guerras Napoleónicas. En ese mundo alternativo Bathurst tiene una contraparte que sirve como teniente gobernador de la colonia de la corona de Georgia. El Bathurst de nuestro universo es juzgado como un loco o un espía y está preso. Intenta escapar y recibe un disparo mortal. Su último testamento es leído por un oficial británico de alto rango, que lo declara una obra de locura. Él está especialmente desconcertado por las referencias a un general llamado "Wellington". El oficial se revela como Sir Arthur Wellesley. Piper describe a Bathurst en el relato como "un caballero robusto, casi pasando la edad madura", aunque el verdadero Bathurst era un joven esbelto de veinticinco años al momento de su desaparición.
  • El relato corto A Toy for Juliette de Robert Bloch menciona a Bathurst como transportado a un futuro lejano donde sirve para satisfacer los placeres crueles del personaje principal, Juliette.
  • La novela corta Time Echo de Lionel Roberts (seudónimo de Lionel Fanthorpe) hace que Bathurst sea accidentalmente transportado a un futuro lejano donde su odio hacia Napoleón le hace unirse a los conspiradores que buscan derrocar a un tirano y conquistador.
  • En la obra de Avram Davidson Masters of the Maze, Bathurst forma parte de un grupo selecto de humanos (y otros seres sensibles) que han penetrado hasta el centro de un misterioso laberinto que atraviesa el tiempo y el espacio. Allí habitan en eterno reposo, en compañía del Enoc bíblico, el rey chino Wen y Lao-Tse, el griego Apolonio de Tiana, y otros varios sabios del pasado y el futuro, algunos de ellos marcianos.
  • En el "universo alternativo" de A. Bertram Chandler la astronave de los protagonistas cae accidentalmente en "una grieta entre los universos", un vacío sin ninguna materia, excepto las personas (y otros seres) que habían caído allí antes, y que (a menos que se encontraran en una nave espacial) se asfixian instantáneamente. Entre otros, ven flotando el cuerpo de un hombre con ropa de clase alta del siglo XIX, que parece ser Bathurst.
  • La desaparición de Bathurst es mencionada de pasada en el relato corto de Robert A. Heinlein Elsewhen, en la novela corta de Murray Leinster The Other World,en la novela de Poul Anderson Operation Chaos, "The Forest of Time" de Michael Flynn, "Guardians of the Flame" de Joel Rosenberg, en la saga de Simon Hawke TimeWars, en la novela de Jane Jensen Dante's Equation,[2]​ en la trilogía "Changewinds" de Jack L. Chalker, y en el capítulo '7 de noviembre' de la novela policíaca de 1942 de Anthony Boucher Rocket to the Morgue.
  • En el relato corto de Kim Newman "The Gypsies in the Wood", se menciona que El Club Diógenes investigó la desaparición.
  • En The Lurker at the Threshold (1945), novela corta de terror de August Derleth y H. P. Lovecraft, la desaparición de Bathurst y otros, es mencionada de pasada, junto con fenómenos forteanos, hacia el final.
  • En el relato corto de Harlan Ellison de 1992 "The Man Who Rowed Christopher Columbus Ashore", el protagonista Levendis casualmente destruye todas las pruebas y restos que explican las desapariciones de Bathurst, Amelia Earhart, Jimmy Hoffa, y Ambrose Bierce, y coloca sus huesos anónimamente en una "exhibición de los primeros artefactos estadounidenses". La historia fue seleccionada para ser incluida en la edición de 1993 de The Best American Short Stories.[3]

Véase también

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Referencias

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  1. Dash, Mike (Summer 1990). «The Disappearance of Benjamin Bathurst». Fortean Times (54). pp. 40-44. Archivado desde el original el 29 de diciembre de 2016. Consultado el 9 de abril de 2018. 
  2. Jensen, Jane (2003). Dante's Equation. New York: Del Rey Books. p. 6. ISBN 978-0-345-43037-3. 
  3. Kennison, Katrina and Erdrich, Louise (editors), The Best American Short Stories 1993, New York, 1993.

Enlaces externos

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