La Gran Guerra
Jugábamos a la guerra durante la guerra,
Margaret. Había mucha demanda de soldados de juguete,
aquellos hechos de arcilla.
Los de plomo los habían convertido en balas, supongo.
¡Nunca se vio algo tan bello
como aquellos regimientos de arcilla! Solía tirarme al suelo
por horas mirándolos a los ojos.
Recuerdo que me miraban a su vez maravillados.
Cuán extraño deben haberme sentido
parados tiesos en atención
ante una enorme e incomprensible criatura
con un bigote de leche.
Con el tiempo se quebraron o yo los quebré a propósito.
Había alambre en el interior de sus piernas,
dentro de sus pechos, ¡pero nada en las cabezas!
Margaret, me aseguré.
Nada, ninguna cosa en las cabezas...
Sólo un brazo, de vez en cuando, el brazo de un oficial,
enarbolando un sable en una grieta
del suelo de la cocina de mi abuela sorda.
(De "Gods and
Devils", 1990)
Supervisores Celestiales
¿Cuentan mis pasos meticulosamente?
¿Han llegado a una cifra
de muchos ceros separados por puntos?
¿Podría yo haber caminado hasta la estrella más cercana?
Rememoradme, por favor,
uno de mis primeros pasos,
quiero el traje planchado que usaba ese día
quiero que mi madre me coja la mano firmemente.
Esa debe ser mi abuela ahí
en el ataúd abierto. Sus manos están agrietadas
de tanto fregar
el suelo por el que caminamos con zapatos negros.
Los tres pasitos que di entonces
para que pudiera ser levantado y besarla,
y los tres igualmente pequeños que di para retroceder...
¿Todavía resuenan en magnitudes que retroceden eternamente?
¿Podría este perrazo sentado como una esfinge
junto a la gris costa atlántica
todavía oír crujir mis zapatos nuevos
al otro lado del mundo?
(De "Gods and Devils", 1990)
(Traducción Oscar E. Aguilera F. © 2001)
Tomado de:
https://web.uchile.cl/archivos/uchile/revistas/autor/simic/seleccion.html
PAREJA DE VIEJOS
Esperan a que los maten,
O los desahucien. Pronto
No tendrán nada para comer.
Mientras tanto, están sentados.
Creen que un dolor violento está por llegar.
Empezará en el corazón
Y subirá hasta la boca.
Los llevarán en camillas, aullando.
Esta noche vigilan la ventana
Sin dirigirse la palabra.
Ha llovido, y ahora parece
Como si fuera a nevar un poco.
Lo veo levantarse para bajar las persianas.
Cuando su ventana se queda a oscuras,
Sé que su mano ha alcanzado la de ella
Justo cuando iba a encender la luz.
DICIEMBRE
Nieva
y los vagabundos todavía
van
cargando con sus pancartas–
una proclama
el fin del mundo
la otra
los precios de una barbería local.
GUERRA
El dedo tembloroso de una mujer
Recorre la lista de víctimas
La noche de la primera nevada.
La casa está fría y la lista es larga.
Todos nuestros nombres están incluidos.
ENERO
Huellas de niños
en la ventana helada
de una pequeña escuela.
Un imperio, leí en alguna parte,
se mantiene gracias a
la crueldad de sus prisiones.
LA QUE DESAPARECIÓ
Ahora que hace calor como para sentarse hasta tarde en el porche
alguien se acordó de una vecina,
aunque han pasado más de treinta años
desde que salió a caminar un poco después de la cena
y nunca regresó con su esposo e hijos.
Nadie presente podía recordar gran cosa sobre ella,
excepto la manera en que sonreía y se quedaba pensativa
de repente sin contar por qué,
cuando se le preguntaba, como si ya tuviera un secreto
o el corazón roto porque no guardaba ninguno.
EL AMANTE
Cuando yo vivía en una granja, escribía cartas de amor
para los pollos que picoteaban en el patio,
o me sentaba en la letrina escribiendo a una araña
que enmendaba su tela sobre mi cabeza.
Fue cuando mi esposa se largó con el cartero.
Los vecinos se marcharon, también.
Su cerda y sus lechones chillaban
mientras corrían detrás del camión de la mudanza,
como lo hizo aquel espantapájaros que una vez até a un árbol
para que tuviera que escucharme.
EN EL JARDÍN TRASERO DE ALGUIEN
Qué hermosa escena
ver a dos amantes beber vino y besarse,
y a un perro sobre sus patas traseras
mendigando las sobras de la mesa.
LA VENTISCA
Oh, quién estuviera dentro de un buzón
en una esquina de la calle cubierta de nieve
acurrucado a una carta
que envía amor y ardientes besos
para algún tipo afortunado de ahí afuera.
La traducción es de Nieves García Prado.
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/9-poemas-de-charles-simic/
El Juguete de Madera
1
El caballo brillante
Tenía cara de niño
Y cuatro ruedas pequeñas
Bajo sus pies
Más una larga cuerda
Para llevarlo de un lado hacia otro
A través del piso,
Si se quisiera.
Una cuerda a la espera
Que resbaló
En muchas tretas
En toda y cada prueba.
2
Golpea y responderán,
Mamá me dijo.
Entonces trepé cuatro pisos de escalera
Y entré sin anunciarme.
Y encontré un pequeño juguete de madera
Para llevar
En el postrer vacío
Y en el declinar del día
Que todavía me estremece
Como si sostuviera la clave de los misterios en mi mano
3
¿Dónde está el departamento de objetos perdidos
Y la quieta entrada,
La película no revelada
De los pocos momentos claros
De nuestras borrosas vidas?
¿Dónde está la gota de sangre
Y el clavito
Que pinchó mi dedo
Mientras me inclinaba para tocar el juguete
Y captaba su mirada?
4
Luz del atardecer,
Hazme un domingo
Ve a encontrar sombra
Para mi juguete.
Mis más queridos recuerdos son
Huecos de escaleras empinadas
En polvorientos edificios
Sobre callejones sin salida
Donde hablo a las paredes
Y a las puertas cerradas
Como si me comprendieran.
5
El juguete de madera seguro y bonito,
No, más pacífico aún.
Como el sonido de los párpados
Abiertos de un villano
Shhh, alguien dijo a mis espaldas.
Tomado de:
https://www.vallejoandcompany.com/2014/02/05/charles-simic-el-huerfano-del-silencio/
Charles Simic
Charles Simic es una oración.
Una oración tiene un principio y un fin.
¿Es una oración simple o compuesta?
Depende del clima,
depende de las estrellas.
¿Cuál es el sujeto de la oración?
El sujeto es tu amado Charles Simic.
¿Cuántos verbos hay en la oración?
Comer, dormir y coger son algunos de sus verbos.
¿Cuál es el objeto de la oración?
El objeto, chiquitos míos,
todavía no ha aparecido.
¿Y quién escribe esta torpe oración?
Un chantajista, una chica enamorada
y un solicitante de empleo.
¿Terminará con punto o interrogación?
Terminará con una exclamación y una mancha de tinta.
Cameo
Tuve un papel pequeño, sin diálogos,
en una épica sangrienta. Fui uno
de los que huían del bombardeo.
A la distancia, nuestro gran líder
cacareaba como gallo desde un balcón,
¿o sería un gran actor
que simulaba ser nuestro gran líder?
Ese soy yo, ahí, le dije a los chiquillos.
Apretujado entre el hombre
que alza las manos vendadas
y la anciana con la boca abierta
como mostrando un diente
que le duele mucho. Rebobiné
la cinta unas cien veces,
pero ellos nunca me reconocieron
en esa enorme muchedumbre gris
igual a tantas muchedumbres grises.
Ya váyanse a dormir, les dije finalmente.
Yo sé que estuve ahí. Sólo
tuvieron tiempo de una toma.
Corrimos, los aviones nos rozaron el pelo
y desaparecieron,
dejándonos confusos en la ciudad ardiente.
Pero ya no filmaron eso, por supuesto.
El infinito
El infinito bosteza y sigue bostezando.
¿Tendrá sueño?
¿Acaso extraña a Pitágoras?
¿Las velas en las naves de Colón?
¿Acaso el sonido de la espuma le recuerda a sí mismo?
¿Acaso se sienta a veces a pensar con un vaso de vino?
¿Acaso ojea furtivo los espejos por las noches?
¿Acaso tiene una maleta con recuerdos arrumbada en algún lado?
¿Acaso le gusta acostarse en una hamaca con el susurro dulce del
viento en el oído?
¿Acaso entra en iglesias desiertas y prende una sola vela en el
altar?
¿Acaso le pareceremos un par de luciérnagas jugando
escondidillas en un cementerio?
¿Acaso querrá devorarnos?
Piedra
Meterme en una piedra,
eso quisiera.
Que otra gente se convierta en paloma
o triture con dientes de tigre.
Yo soy feliz siendo una piedra.
Desde afuera, la piedra es acertijo:
nadie sabe resolverlo.
Pero adentro se debe estar tranquilo y fresco
aunque una vaca te aplaste con todo su peso,
aunque un niño te aviente a un riachuelo;
la piedra se hunde, lenta, despreocupada,
hasta el fondo del agua
donde los peces tocan a su puerta
y escuchan.
He visto salir chispas
cuando se frotan dos piedras,
así que tal vez no esté oscuro allí dentro;
tal vez brilla una luna
de algún lado, como detrás de una colina;
apenas la luz suficiente para ver
los extraños signos, los mapas estelares
en los muros.
Tomado de:
https://revistamarabunta.net/una-mancha-de-tinta-6-poemas-de-charles-simic/