martes, 2 de diciembre de 2025

La paz interior

 

Ese escenario que en su ósmosis se reproduce en ti

con ensueño y a veces, con una fósil melancolía de paraísos rotos,

viene desde el norte de tu corazón y no sufre el duro impacto

que en las pupilas abiertas desnuda tu fe, agosta tu esperanza.


Son tus deseos al sol, de ángel o demonio, es el candil

que ilumina tu terquedad cuando el amanecer estalla

en olas fúnebres y el hoy anuncia lo improbable,

lo inusual, lo que llega así,

de pronto, sin avisar.


Pero al fin has encontrado una paz de lluvia alegre

y bajo la hendidura de tus pestañas un oasis de flores

fluye por el jardín de tu sangre mientras gritan la pasión

y el frenesí, la dulzura y el eclipse que ensombrece

los rayos puros que hieren el árbol donde tu sombra aún es azul,

como el mar o el cielo que contemplas

si abres los ojos al silencio del día, 

o al cenit de una noche imaginada.


lunes, 1 de diciembre de 2025

Nudos

 

Del cabo o punta la ilusión de volar, sin embargo el vínculo

fuerza ese cruzarse sin adioses por los invisibles caminos del aire,

en su núcleo la fuerte trabazón que anilla la piel del esparto

con la promesa de fidelidad al unir dos delirios que coinciden

en no reconocerse como pájaros; dibujos o símbolos en la sabia

herencia que entre los dedos fluye hasta que en la doblez

de los ojales la forma definitiva instaura una función, tal vez

de lazo que sostiene dos alas que nunca quisieron separar

su horizonte con la distancia que se propuso ser lejanía;

en su fiel designio no hay amor, una rosa múltiple, una flor

de pétalos de cáñamo es su estandarte, y desde la tenaz

sujeción solo un grito mudo responde a la hilatura libre

que fue demanda de un sueño: estoy aquí para que el abrazo

que te doy sea tu más constante y ejemplar compañía.

domingo, 30 de noviembre de 2025

Soy especie

 

Sabré que era pluma cuando el aire diga mi nombre

entre voces sin origen.


Puedo entender al río de novísimas moléculas

que ejercen su tiránica fe en remolino o en cascada,

tal vez armoniosas bajo un fluido lento de eternidad.


Y soy atril de palabras no mías, en un coro que suena engañosamente único.


Quisiera un mástil en mi barco, rotundo, noble con su velamen

que ante el viento no claudica.


O ser el estallido de la flor, una flor-roca que nunca conociera

la solidaridad del perfume, el racimo o la jactancia de hermandades

que en el jardín del tiempo se unen para testificar la armonía

de una misión común.


Pero, ¿y abril y los puentes rotos?, ¿dónde el fugitivo,

el apátrida que buscó un sello de identidad en los mapas de la luna?


Acaso fui alguna vez soliloquio entre la marea

si jamás supe del grito ante el silencio atroz de los pájaros.


Si solo en el ardid o el misterio, en la mentira que tapa las raíces

que extienden su mar por todas las esquinas

donde se dibuja la ingenua faz del individuo

hallé el rostro infantil de mi sombra.


Si mi latido sonaba a eco entre los corazones sin autor de los enjambres,

si en mis huellas no nacía ningún árbol en soledad.


Si volví a los surcos de la memoria solo para descubrir

que soy herencia de un crisol que en su núcleo no dejó más rastro

que el que deja el agua en el invisible tamiz del olvido.


Así es como con la luz fugitiva que ahora muere en la piel de los hombres

doy razón de mi paso sin dejar cicatriz, ni en la voz del recuerdo

ni en los ojos que ya no consiguen ver el perfil desnudo 

que desvela mi auténtica estatura.









sábado, 29 de noviembre de 2025

Con cautela

 

Porque no ignoras los pasos que llevan un día al sur

y otro día al norte, porque has aprendido que antes

de un pie va el otro, porque todo lo que ocurre

ya ocurrió y volverá a ocurrir, inevitablemente,

porque detrás de la luz hay sombra y detrás de lo real

hay sueños, porque el error es tan natural como el amanecer

o el ocaso; sé lo que intuyes que vendrá y no lo

que llega de improviso, si aún necesitas decidirte.


jueves, 27 de noviembre de 2025

Otoño

 

Sigue un orden como cortina dorada que asoma

a la luz cuando ya la luz ha perdido su imperial

esplendor, y a los calendarios llegan las cigüeñas

con el frío de los amaneceres y a las calles el velo

que anuncia la humedad prematura que cubrirá

de flores de escarcha los jardines, y a mi ocaso

llega el ocaso de un sol desnudo de vida que pierde

su raíz como las hojas pierden el vínculo que las une

a la savia de un árbol longevo, y en el humus de la tierra,

en los arco iris donde hay un río de color, en la desnudez

de los días que ya no son un éxtasis de luz, en la lluvia

que vuelve como un pájaro feliz al nido de su cielo

la dura voz del otoño nos reclama ya señorío.


miércoles, 26 de noviembre de 2025

Ser joven

 

Imaginó al pájaro que atraviesa el tapiz de las nubes,

con los ojos abiertos a la noche, con la corriente fría

que viaja por los vértices de la luz, con la isla distante

y un mar de cirros en calma, con la aventura por vivir,

con la fe del pájaro que migra porque no ha visto aún la isla

de los sueños, y sin ella de nada sirve tener las alas de un pájaro.


martes, 25 de noviembre de 2025

Cada noche persigo al fantasma que fuiste

 

Has convidado al solsticio, a la sangre del poeta,

al dios que elucubra, a tu rosa azul en el alfeizar.


Es un abril místico con el canto fúnebre del pájaro,

en qué papel escribiste líneas de nieve que se hacían largas

como disparos interminables en ráfagas de luz.


El tesoro llegó con el carámbano, con el frío de un hielo traslúcido

bajo los dinteles, me decías de la luna como si en tu rostro

la perla luminosa encendiera burbujas de champán

con la alegría de sabernos misión.


¿Cuándo la palabra mecida por el aire múltiple de las voces

hizo de mí una flor de amistad?


Porque era agua, porque había en ti risas de murciélago,

porque con el ojal desnudo de tu blusa

los pechos hablaban tras el color sin sombra del edén.


Porque el alba era un cisne en el lago de tus pupilas

y existió tanta penumbra, tanto interludio

que ya la música volvía a su jardín como si el hambre

buscara lombrices amargas entre los resquicios del sueño

con los segundos por enhebrar luces de carbón.


La noche me mira y descubro sus ojos de libélula,

sed de labios que se abren para sentir el matiz de los diálogos.


En qué latitud hallaré tu casa, dime, ahora que la lluvia es la paz

y en las farolas ríen los besos del pasado.


Ahora que te ves en la nube de los espejos de cualquier comercio de arrabal

y nos espían las golondrinas con el filo de sus alas agitándose

como parpadeos de locura en la siniestra oscuridad.


Adónde el rastro de fluorescencia que al caminar arrojas

desde el pedestal de tu columna breve; y si te busco al morir el día,

con rododendros, episodios florales entre los círculos de la alameda

y no encuentro tus huellas como heridas sin sangre

ni en el portal de los cines vagan tus élitros

para que yo dibuje las letras de tu nombre en los rótulos.


Si tampoco por el paseo junto al mar de la infancia o en las plazas recónditas,

en los bares cutres, en las páginas de los libros de segunda mano,

en las aceras que son como vías de un tren sin estación

existe ya un puente de amor, un ritual de deseos,

una brisa húmeda que nos moje a la vez las bocas

que, sin hablar, se volvieron un ósculo de piedra,

una voz sin la memoria en éxtasis de la juventud perdida.