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Mostrando las entradas etiquetadas como luna

Matilde sueña

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Matilde sueña Sueña con barriletes de colores sobre un campo de  anémonas que semejan  rubíes desplegados en edredón de encaje y terciopelo. En su sueño,  asoman pájaros que beben el rocío hasta el hartazgo, para luego volar dibujando  figuras en el cielo, cual ráfagas de etérea geometría. Palidecen jazmines, naranjales se doblan al peso de  frutos en sazón. Y en un rayo de luna, Matilde se estremece de azucenas, entona un canto dulce como un rezo y se tiende a la espera de amaneceres portadores de ventura, para enderezar el rumbo de aquellos que tejen el destino con alambres forjados en el odio. Matilde sueña. Y en su sueño de espejos y glicinas, un ángel se desprende de sus alas y se aleja silbando hacia la noche. Catalina Zentner Marzo, 2012 Imagen: La niña sueña, de Paul Gauguin

Partir

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Partir cuando es de noche en el silencio colgado de la enagua de la luna despojado febril irreverente como suele ocurrir en los destierros voluntarios o acaso inapelables. Partir diciendo adiós frente al espejo revelador de palmas e infortunios como quien se despoja de cordura para afrontar oráculos vencidos. Partir es naufragar en el enclave de  litoral barrido por el viento rémora  que anticipa vuelo ignoto quebradura de ayer inconsistente. Partir y retornar esa es la historia cautiva de la mente si soñamos que es posible encender luz en la niebla en vuelo hacia el ocaso que nos llama Catalina Zentner Buenos Aires, 2012 Imagen tomada de Internet

Mujer de nadie

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Mujer de nadie madre de los desposeídos virgen del barro y la desidia caprichos de una vida y la siguiente talco de luna cáliz de rocío tus pies marcan la tierra que transitas en medio  del más aterrador de los silencios.

Quise contarla a la luna...

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Quise contarle a la luna, de remotas pasiones disueltas en cenizas, de vacío de ausencias, recuerdos congelados, remolinos nacientes, pecados y naufragios. Quise contarle a la luna, que cabalgo al galope de sueños imposibles, de amores extraviados en medio de la niebla, de vírgenes y bosques, de espacios infinitos. de lo que no se nombra, más allá del espanto. Quise contarle a la luna de tormentas y playas, de oscuros precipicios, de obsesiones que inquietan, ahogan y estremecen, de los últimos fuegos y mapas de poesía, de umbrales y magnolias teñidas con mi sangre. La luna me sonríe, como si comprendiera. y me abrazo a su luz, aunque no me responda. Catalina Zentner