Un "hombre ilustrado" (con su cuerpo lleno de tatuajes) es vehículo de encadenamiento para varias historias cortas de Ray Bradbury. Cada tatuaje es una entidad viviente que cuenta su historia. The VELDT: En el futuro, el salón de juegos de los niños posee varios hologramas que parecen reales. Un matrimonio se da cuenta que sus hijos están obsesionándose con el salón de los hologramas. The LONG RAINS: Atrapados en un planeta que tiene permanentes lluvias, tres astronautas tratan de sobrevivir a como dé lugar. The LAST NIGHT of the WORLD: Luego del holocausto nuclear se predice que el mundo llegará a su fin cierta noche. Para evitar sufrimientos, los padres deciden sacrificar a sus hijos.
Ficha Técnica
Director: Jack Smight / Productores: Ted Mann y Howard Kreitsek / Guión: Howard B. Kreitsek, sobre relatos de Ray Bradbury / Fotografía: Philip Lathrop / Música: Jerry Goldsmith / Montaje: Archie Marshek / Efectos especiales: Ralph Webb / Intérpretes: Rod Steiger (Carl), Claire Bloom (Felicia), Robert Drivas (Willie), Don Dubbins (Pickard), Jason Evers (Simmons), Tim Weldon (John), Christine Matchett (Anna)) / Nacionalidad y año: EE.UU. 1969 / Duración y datos técnicos: 103 min. color 2.35:1.(V.O.S.E.)
Una prueba nuclear en el Ártico libera a un gigantesco dinosaurio. Los testimonios aportados por los supervivientes de sus aislados ataques son acogidos con incredulidad, pero el monstruo llega a la costa este de Norteamérica sembrando el terror...
Ficha Técnica
Dirección: Eugène Lourié. Productor: Jack Dietz para Mutual Pictures of California [Jack Dietz Productions], Warner Bros. Pictures. Guión: Fred Freiberger, Lou Morheim, Robert Smith, Daniel James, Eugéne Lourié, sobre una historia de Ray Bradbury. Fotografía: John L. Russell. Música: David Buttolph. Montaje: Bernard W. Burton. Diseño de producción: Eugène Lourié. Efectos especiales: Ray Harryhausen, Willis Cook, George Logfren, Eugène Lourié. Intérpretes: Kenneth Tobey (coronel Evans), Paula Raymond (Lee Hunter), Paul Hubschmid (profesor Tom Nesbitt), Cecil Kellaway (profesor Thurgood Elson), Donald Woods (capitán Phil Jackson), Lee Van Cleef (cabo Stone), Steve Brodie (sargento Loomis), King Donovan (Dr. Ingersoll), Ross Elliott, Jack Pennick, Ray Hyke, Michael Fox, Alvin Greenman, Frank Ferguson, Fred Aldrich, James Best, Edward Clark, Louise Colombet... Nacionalidad y año: Estados Unidos 1953. Duración y datos técnicos: 80 min. B/N tintado en sepia 1.37:1.(Doblada al Español y V.O.S.E)
Comentario
Primero de los filmes sobre gigantescos monstruos antediluvianos que se rodaron durante los 50, “El monstruo de tiempos remotos” marcaría la pauta para casi todas las producciones similares que le siguieron. Basado en el relato “The Fog Horn” de Ray Bradbury, publicado en el Saturday Evening Post, el film también serviría como debut (además de para su director Lourié) para el gran animador y técnico en efectos visuales Ray Harryhausen. Por lo demás, el guión acusa una excesiva dispersión narrativa, abundando en tiempos muertos que entorpecen sobremanera el discurrir del relato, si bien tal defecto rítmico queda soslayado un tanto gracias al buen hacer interpretativo de Paul Christian y Cecil Kellaway (no tanto de Paula Raymond) y lo eficazmente atmosférico tanto de la puesta en escena de Lourié como de la fotografía de Jack Rusell, aparte de los efectos del maestro Harryhausen, por supuesto. Con menos de 200.000 dótares de presupuesto, la película conseguiría alrededor de 5 millones de recaudación. Alisando así el camino, al menos financieramente, a cuantas “monster movies” fueron apareciendo durante el resto de la década. Entre las posteriores obras de Lourié hay dos nuevas Incursiones en el filón descubierto a raíz de su primera peIícula (y que los japoneses explotarían a conciencia): “Behemoth, the sea Monster” (1958) Y “Gorgo” (1961). Ambos filmes muestran el paulatino deterioro de una fórmula con una cada vez menor capacidad de sorpresa, pese a su potencial innato para obtener imágenes contundentes y estremecedoras a ojos infantiles. Algo diferente resultaría, sin embargo, “The Colossus Of New York” (1958), film en el que cambió la consabida criatura prehistórica por un enorme robot con el cerebro de un muchacho fallecido, cristalizando en un trasunto “catastrófico” de Frankenstein con elementos de comic book que el propio Lourié consideraría lo menos destacable de su carrera. Monstruos prehistóricos “Plan 9”.
Ciencia-ficción. Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros. Guy Montag, un disciplinado bombero encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno, conoce a una revolucionaria maestra que se atreve a leer. De pronto, se encuentra transformado en un fugitivo, obligado a escoger no sólo entre dos mujeres, sino entre su seguridad personal y su libertad intelectual. Truffaut retrata el mundo alienante del clásico de ciencia-ficción de Bradbury donde los libros estan prohibidos.
Ficha Técnica
(Título Original: "Fahrenheit 451") / Director: François Truffaut / productor: Lewis M. Allen / Guión: François Truffaut y Jean-Louis Richard, a partir de la novela homónima de Ray Bradbury / Fotografía: Nicolas Roeg / Música: Bernard Herrmann / Intérpretes: Oskar Werner (Guy Montag), Julie Christie (Clarisse / Linda Montag), Cyril Cusack (El capitán), Anton Diffring (Fabian / Directora), Jeremy Spenser (Hombre con la manzana), Bee Duffell (mujer-libro), Alex Scout (Hombre-libro: “La vida de Henry Brulard”), / Nacionalidad y Año: Reino Unido, 1966 / Duración y Datos Técnicos: 98' Color
Comentario
“La sola sospecha de que en el futuro el arte resultará devorado por la ciencia me angustia. Todos los días topamos con personas que desean la destrucción de la sabiduría humanista recogida por los hombres para poder manejar a estos como máquinas. Hitler, sin ir más lejos. El tema de Fahrenheit 451 surgió de esta obsesión y del descubrimiento de un documento de 1790 que exigía a los bomberos norteamericanos la quema de cualquier libro de influencia británica en las colonias. El firmante de esa orden era nada menos Benjamín Franklin”.
Ray Bradbury
Una distopía es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal, es decir, en una sociedad opresiva, totalitaria o indeseable. El término fue acuñado como antónimo de utopía y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia (frecuentemente emplazada en el futuro cercano) en donde las tendencias sociales se llevan a extremos apocalípticos. Los textos basados en distopías surgen como obras de advertencia, o como sátiras, que muestran las tendencias actuales extrapoladas en finales apocalípticos. En ese sentido difieren de las utopías, que no se basan en la sociedad actual, sino que transcurren en una época y un lugar remotos, o indeterminados, o luego de una ruptura de la continuidad histórica (por ejemplo, las obras de H.G. Wells). Por ello, gran cantidad de esos escritos entran de lleno en el campo de la ciencia-ficción, ya que plantean hipótesis de futuro, algunos de ellos en un contexto tecnológico diferente al actual, donde el dilema de lo que es bueno o es malo para el ser humano llega a conformar una sociedad manipulada por clases dirigentes manipuladoras. “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury, entra de lleno en ese género de novela distópica y nos muestra un mundo en el que la gente es anulada totalmente siguiendo dos vías principales. En primer lugar es necesario mantener a la gente sumisa, no debe cuestionar nada. No puede tener opciones. Para ello se erradica totalmente cualquier fuente de conocimiento: las ideas escritas, la cultura. Todo ello complementado con un, digamos, lavado de cerebro a través de la televisión y unos contenidos vacíos, superficiales… que hacen “feliz” a la gente pero le impide pensar. La alienación del hombre para conseguir un estado perfecto pleno en bienestar pero vacío en sí. Bradbury en esta obra, como otros novelistas de la época (véase George Orwell, “1984” o Aldous Huxley, “Un Mundo feliz”), nos muestra un posible futuro donde muchos son dirigidos y manipulados por unos pocos. La combinación de ciencia, tecnología y estado como forma de control. La cuadriculación en su máximo exponente. Todo está previsto, la monotonía es la reina, el control absoluto. Hay paz, estabilidad, tranquilidad, pero se anula al ser humano. Truffaut hace una buena adaptación en la “gran pantalla” de la novela de Bradbury, creando una fascinante historia futurista de una sociedad donde todos los materiales impresos están prohibidos. En este film se nos presenta una sociedad totalmente dominada por los medios masivos de difusión, los tranquilizantes y el conformismo, en donde lo individual no existe y todo el ocio se basa en actividades colectivas evitando así el recogimiento necesario para la reflexión propia del ser humano (la novela fue escrita en 1953, en plena guerra fría, cuando el régimen soviético del otro lado del telón de acero se podía describir en los mismos términos). En esta sociedad, los libros son un peligro para el Poder y por ello deben ser eliminados. Paradójicamente, los encargados de eliminarlos son los bomberos que han pasado de apagar incendios a crearlos puesto que, al haberse convertido en los guardianes del nuevo orden social, incendian las casas donde los disidentes conservan y leen los libros. Uno de ellos, Guy Montag, convencido destructor de libros, verá tambalear sus convicciones cuando conoce a Clarisse una lectora disidente quien se encargará de “contagiarle su vicio”. Esto lleva a Montag a una situación esquizofrénica en la que debe quemar libros que adora y que no es capaz de soportar durante mucho tiempo teniendo que huir y emprender un camino que le revelará un mundo diferente al suyo. La adaptación cinematográfica que de Farenheit 451 realizó Truffaut es bastante fiel (su título es también homónimo al del libro) y como tal defiende el mensaje del valor de la palabra escrita con la misma fuerza y convicción que lo hace el libro. Sin embargo, la primera experiencia de Truffaut en el mundo de la ciencia ficción es quizás su película más cuestionada. Esto puede achacarse a diversos factores que dificultaron en gran medida su realización. La barrera lingüística (fue rodada en inglés), las constantes reescrituras del guión y los cuatro años empleados para rodarla, los problemas entre la pareja protagonista (Oskar Werner, aunque en un principio se pensó en Paul Newman para el papel, y Julie Christie) no fueron el marco ideal para su realización. A esto se añade que fue filmada con pocos recursos, con lo que el relato no es apuntalado desde su vertiente visual presentando una escenografía que se nos antoja actualmente un tanto “retro”. A pesar de todo ello, la película es más que correcta, gracias sobre todo a una historia inquietante y lúcida, a una puesta en escena contundente (incluido el desdoblamiento de una impecable Julie Christie), sin olvidarnos de la música de Bernard Hermann, que evidencia todo ello el honesto intento por parte de Truffaut de mostrarnos el amor que siempre sintió por los libros y de hacer un rotundo homenaje a la literatura. En sus propias palabras: “Films-libros, libros-films, tal es el engranaje de mi vida puesto que mi amor gemelo por los libros y por los films me ha llevado a rodar ‘Jules et Jim’ homenaje a un libro en particular, o también ‘Farenheit 451’ que los engloba a todos”. Algo digno de mención en esta película es que los títulos de crédito iniciales son hablados, y no por escrito. No hay nada que leer en toda la película, excepto las páginas de los libros. Destacar que el primer libro que Truffaut hace quemar en el film es “Don Quixote”, una de las obras cumbre de la literatura universal, y también curioso es ver que el libro que muestra más tiempo como va a ser consumido por las llamas es “The world of Salvador Dalí”, donde vamos viendo la obra del genial pintor a medida que pasan las hojas, y nos preguntamos si el director quiere plantearnos una reflexión, buscar un símil, que al igual que las obras de Dalí son surrealistas e irreales, igual de irreal y surrealista es quemar libros
Una pareja, él astrónomo aficionado, ella maestra, ve en la noche desértica de Arizona caer un objeto. Creen que es un meteorito, pero en realidad es una nave espacial que queda enterrada por un desprendimiento de tierras. Sin embargo, los extraterrestres pronto comenzarán a hacer objeto de presencia en los terrenos circundantes...
Ficha Técnica
Director: Jack Arnold / Productor: William Alland para Universal / Productor ejecutivo: / Guión: Harry Essex, según el relato "The Meteor" de Ray Bradbury / Fotografía: Clifford Stine / Música: Irving Gertz, Herman Stein, Henry Mancini / Efectos especiales: Roswell A. Hoffmann, David S. Horsley / Montaje: Paul Weatherwax / Intérpretes: Richard Carlson (John Putnam), Barbara Rush (Ellen Fields), Charles Drake (sheriff Matt Warren), Russell Johnson (George), Joseph Sawyer (Frank Daylon), Alan Dexter (Dave Loring), Kathleen Hughes (Jane), Virginia Mullen, Dave Willock, George Eldredge, Budd Buster, Edgard Dearing, Robert S. Carson, Whitey Haupt... / Nacionalidad y año: Estados Unidos 1953 / Duración y datos técnicos: 78' B/N 3D 1.37:1.
Comentario
It Came from Outer Space (1953) fue la primera película producida por la Universal que podría instaurarse dentro de la corriente de la edad de oro de la ciencia ficción que aconteció durante la década de los 50. El éxito de diferentes cintas por parte de otros estudios instó a la productora del globo terráqueo a incursionar en el género, convirtiéndose en la principal instigadora de la temática durante la época, y ofreciendo los títulos que aportaron mayor equilibrio en cuanto a comercialidad y calidad. La trama podría considerarse como una especie de mezcla entre Ultimátum a la Tierra (The Day the Earth Stood Still, 1951) de Robert Wise, en lo que se refiere a la benignidad de los extraterrestres –pese a sus lógicas prevenciones-, y la posterior La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1956), de Don Siegel, la más importante de la gran corriente de la época sobre seres humanos reemplazados por duplicados alienígenas. Para dirigir la película se optó por Jack Arnold, cineasta formado en el campo del documental al lado del gran Flaherty –lo cual ayudará a dotar a sus films de sci-fi de un inusitado realismo- y que con anterioridad sólo había dirigido un largometraje de ficción, la juvenil Girls in the Night (1953). Arnold se definió ante los prebostes de la Universal como “un experto en ciencia ficción y efectos especiales”, y como no tenían a nadie mejor para tales fines, le pusieron al frente de las principales películas sobre la temática que producirían en la época. La presente, como dijimos, fue la primera, y una de las mejores.
El presupuesto fue de 750.000 dólares, una nimiedad para los cánones de la Universal. Ello inducía a economizar, lógicamente. La intención de Arnold era no mostrar a lo extraterrestres en momento alguno, y rodar todas sus apariciones en cámara subjetiva. Los productores instaron a que se mostrara a aquéllos, una especie de calabacín gigante con melena y un solo ojo en el centro del cuerpo. Las apariciones a lo largo del film no molestan, pero si el espectador efectúa mentalmente un nuevo montaje, eliminando esos planos, comprobará que la película ofrece mucha más fuerza aún.
Otro de los modos de economizar fue ambientar la acción en un pequeño pueblo desértico de Arizona, en lugar de una urbe populosa. Ello ayudó, igualmente, a otorgar a la cinta un aura de extrañeza, con los misteriosos y casi alienígenas paisajes del desierto, el silbido del viento, las polvaredas y los rastrojos arrastrados como criaturas de otro mundo. Arnold y esta película fueron los primeros, y a lo largo de los cincuenta, otras muchas películas, tanto de la Universal como de otras productoras, centraron las tramas extraterrestres en pequeños pueblos fronterizos.
Esta magnífica película se ve, por lo demás, apoyada por los típicos actores de serie B que se harían característicos en la temática, como un consistente Richard Carlson o una bellísima Barbara Rush. El resultado es un clásico del género, que con los años y los sucesivos visionados mejora, hace patente su condición de joya de aire semi-surrealista implantada en un tratamiento documentalista, con una fotografía en blanco y negro espléndida y con una sugestiva imaginería alienígena con la figura del hexágono como leit motiv principal.