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domingo, 5 de octubre de 2025

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (XI)

Ya hemos dicho al comienzo del capítulo lo estrechamente relacionadas que se encuentran las películas de Frank Capra. Si nos atenemos a secuencias concretas, podemos acudir posiblemente a la mejor escena de Estrictamente Confidencial: muy bien fotografiada por Joseph Walker y hábilmente montada por Gene Havlick, se trata de una serie de planos de angulaciones extremas donde personajes de todo tipo de condición, sexo y raza hablan por teléfono para extender un rumor (figuras 3.25 a 3.28). Es la misma escena que Capra rodó en La Locura del Dólar, sólo que allí lo que filtraba la chismosa operadora era una información acerca del poco dinero en efectivo que disponía el banco, mientras aquí de lo que se trata es de apostar por Broadway Bill.[1] 


Si lo que queremos analizar es la temática del filme o el mensaje social, la semejanza no es con una cinta en particular, sino con todas en general: Dan es el típico héroe que solemos asociar con los largometrajes del director, el hombre idealista, algo revolucionario, que ataca al que acumula el dinero, al que intenta eliminar a los competidores, al sistema capitalista que condujo a la crisis, y que vive, o quiere vivir, según sus principios. El discurso rooseveltiano del arranque, por el que Dan le echa en cara a Higgins su comportamiento con los pequeños empresarios, es toda una declaración de intenciones de la pareja Capra-Riskin; muy similar, y volvemos de nuevo a La Locura del Dólar, al que Walter Huston utiliza contra el consejo de administración del banco.[2] La solidaridad del ideario democrático para salir de la crisis también preside la película (el muchas veces citado mensaje de la unión hace la fuerza), y hasta un ser irracional como Broadway Bill se convierte en todo un símbolo del New Deal cuando representa en la carrera a los pequeños ahorradores, a la gente corriente que han apostado únicamente un par de dólares por el caballo, frente a los grandes especuladores y a los corruptos que se juegan grandes fortunas. “El caballo de los desesperados”, llegan a llamarlo en algún momento de la carrera, el héroe que ha muerto por ellos, una metáfora del cristianismo que tampoco es nueva en el cine de Capra (véanse los filmes que tratan el tema del mesianismo como The Miracle Woman, El Secreto de Vivir o Juan Nadie).

Por último, igual que en Dama por un día, Capra también roza el tema del acercamiento entre clases. Dan trata a Whitey,[3] el criado de color, con la familiaridad de un amigo, más que de un amo —tampoco vemos el racismo al que alude McBride en su ensayo— y le golpea cariñosamente de la misma forma que lo hace con el mayordomo (3.29). Y es que Dan se siente más a gusto con la clase trabajadora que con la opresora a la que pertenece accidentalmente gracias a su matrimonio con Margaret.  

Estrictamente Confidencial se estrenó en Diciembre de 1934, a las puertas de los premios de la Academia. Un poco oscurecida por el éxito de Sucedió una Noche, recibió buenas críticas y obtuvo ganancias. La cinta, vista hoy, resulta una agradable comedia sobre el mundo de la hípica con escenas tan graciosas como la de la disciplinada cena en casa de los Higgins, donde todos los comensales manejan la cuchara a la vez (3.30), o la estratagema de Dan y el Coronel para irse sin pagar de un restaurante; y excelentes tomas, casi documentales, de las carreras de caballos, de los establos y el hipódromo. Capra habló de ella como de una película divertida, pero le quedó el mal recuerdo del actor protagonista, de lo poco predispuesto que estaba a ser filmado junto al caballo. También declaró por entonces su deseo de cambiar de género: “No tengo la intención de estar indefinidamente haciendo esta mezcla de drama y comedia. Estoy ansioso de probar con un musical” (Scheuer 1934, p.13). Para ver cumplidos ambos deseos, el de dirigir a un actor amante de la hípica y que además cantase bien,[4] Frank Capra tendría que esperar hasta 1950.



[1] Por cierto, la operadora rubia platino de Estrictamente Confidencial es una casi desconocida Lucille Ball (3.25).

[2] Y a los argumentos que esgrimía James Stewart o Gary Cooper en El Secreto de Vivir, Vive como quieras, Caballero sin espada, Juan Nadie o ¡Qué bello es vivir!

[3] Interpretado por Clarence Muse, un actor negro que apreciaba a Capra —y viceversa—, que participó en varias películas del director, entre ellas el remake de Estrictamente Confidencial.

[4] Warner Baxter canturrea en la película en un par de secuencias junto a Myrna Loy, pero lo hace tan mal que la propia Myrna exclama “¡Qué descanso!” cuando Baxter le asegura que no volverá a cantar más.



domingo, 27 de julio de 2025

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (X)

El guion de Estrictamente confidencial lo escribieron Riskin y Capra pensando en el actor protagonista, en Clark Gable.[1] Con lo que no contaron, consecuencia del éxito de Sucedió una Noche y la consiguiente subida del caché de la estrella, fue con la negativa de la Metro a prestar de nuevo a Gable. Un inconveniente que se saldó con la contratación de Warner Baxter. Si bien el veterano actor se parece físicamente a Gable, resulta mucho mayor que su pareja en la película (Myrna Loy) (3.21), lo que le resta credibilidad a la historia, y, además, se nota que no le gustan demasiado los caballos. Ambas circunstancias se ven reflejadas en pantalla: la relación entre Dan y Alice es bastante fría, “carece del humor y la tensión sexual que había entre Clark Gable y Claudette Colbert” (Girona 2008, p. 215). 

 

También la relación con el equino dista mucho de lo que quería lograr el director en pantalla, que llegó a afirmar que “en realidad es una historia de amor entre un hombre y su caballo“. Capra no pudo rodar muchas de las escenas “calidas” que había entre Dan y Broadway Bill por la fobia que tenía Baxter a los caballos “en especial a aquellos que tenían la cola levantada” (Capra 2007, p.417). Si nos fijamos en dichas secuencias, es cierto que el actor siempre procura mantener una distancia con el pura sangre (3.22).

Cosa que no ocurre con Myrna Loy (3.23), actriz prestada de la MGM que dio muy buen resultado a pesar de no trabajar con su compañero habitual de esos años, William Powell. Su personaje era, en cierto modo, parecido al de Claudette Colbert en Sucedió una Noche: una rebelde que lucha contra el materialismo y el poder del dinero; contra todo lo que representa su padre, de nuevo encarnado por Walter Connolly que hace el mismo papel en las dos películas: un tiburón de los negocios que se comporta como una “ballena” al engullir empresas más pequeñas en quiebra, pero que al final se convence de que lo importante no es la riqueza que uno va acumulando a lo largo de la vida.[2] 

 

Es evidente, por tanto, la afinidad que existe entre Estrictamente Confidencial y Sucedió una Noche. Se puede decir que la primera nació a la sombra de la segunda, por argumento, mensaje social, personajes y actores en común.[3] Algo que también sucede con Dama por un día: de nuevo Connolly participa con un registro que pertenece a la misma clase social de Higgins, el del conde español; por otro lado, el personaje del “Juez”, el que interpreta Guy Kibbee en Lady for a Day, es muy parecido al del “Coronel” en Broadway Bill (3.24); y no digamos el caso de su compañero de estafas, “Happy” McGuire, un sujeto ácido que siempre está de mal humor, y que Riskin bautiza con el mismo nombre del gánster de Dama por un día. Incluso se permite un guiño elegante en la secuencia del hipódromo cuando el Coronel y su amigo apuestan por Bill como ganador: Riskin hace que Happy pronuncie una frase similar a la de su tocayo de 1933: “Esto es como creer en un cuento de hadas”.

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[1] En contra de la política de la Columbia en aquella época, según comentó el propio Capra: “En este estudio tenemos una ventaja. Nos tomamos tiempo para seleccionar una historia. No tenemos la necesidad de escribir para una estrella. La Columbia no tiene estrellas. Es la historia, el tratamiento, lo que cuenta. Después, salimos y conseguimos que los actores encajen en la historia” (Scheuer 1934, p.13).

[2] Otro personaje recurrente en la filmografía de Capra, recordemos el que interpreta Edward Arnold en Vive como quieras.

[3] No sólo Walter Connolly colabora en ambas, también lo hacen otros secundarios como Ward Bond o Alan Hale.



domingo, 4 de mayo de 2025

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (IX)

3.2. Mi Reino por un Caballo.

3.2.1. Estrictamente Confidencial (Broadway Bill de Frank Capra, 1934). 

La tendencia alcista en el cine de Frank Capra, a partir de Dama por un día, fue confirmada en 1934 —más bien explotó— con Sucedió una Noche. Sin ser todavía consciente del éxito de esta película (no se daría cuenta hasta el año siguiente en la ceremonia de los Óscar), Capra se embarcó en su siguiente proyecto con la intención de repetir la fórmula.[1] Para ello se hizo con el mismo equipo técnico, con una historia parecida y con unos personajes similares. La Columbia compró “On the Nose”, un relato corto de Mark Hellinger,[2] y enseguida Capra puso a trabajar a Riskin. La idea era escribir un guion que fuera casi una continuación del anterior: con una pareja protagonista de distinta clase y con un trasfondo social. Aunque no resulta una road movie como la cinta protagonizada por Claudette Colbert y Clark Gable, Estrictamente Confidencial también se basa en una huida hacia delante para escapar de una vida materialista:

Dan Brooks (Warner Baxter) es el marido de Margaret, una de las cuatro hijas del magnate J.L. Higgins (Walter Connolly). Como todos los yernos del empresario, Dan dirige una de las fábricas de Higginsville, pero a diferencia del resto, no le gusta ser el esclavo de J.L. y prefiere dedicarse a entrenar a su caballo de carreras, Broadway Bill. Sólo parece comprenderle su cuñada Alice (Myrna Loy), la única de las hermanas Higgins que aún permanece soltera. Alice ansía alejarse de todo lo que representa el imperio capitalista de su padre, mientras lo consigue, ayuda a Dan a cumplir su sueño: a lograr que Bill gane una importante carrera. 

Con el objetivo de inscribir a Bill en la competición, Dan y Alice abandonan Higginsville. Ambos pasarán por multitud de dificultades antes de conseguir que el caballo participe en la gran carrera. Gracias a la ayuda del “Coronel” Pettigrew, de su sicario “Happy”, de “Whitey”, el criado de color, y de algún competidor, Bill consigue participar y ganar la carrera, pero al cruzar la meta se derrumba y muere en la pista. El caballo es enterrado en el hipódromo y su gesta hace que Dan se divorcie de Margaret, se dedique a la cría de caballos y se case con Alice. Dan no es el único que cambia de vida: Higgins también se da cuenta de que no se puede vivir aprovechándose de las desgracias de los demás y devuelve las empresas a sus dueños originales antes de irse con Dan y Alice. 

El argumento de Broadway Bill es el propio de una comedia romántica al que se le añade un final dramático, un giro brusco que sorprende y que se incluyó en el guion bastante después de que Riskin finalizase su trabajo. De hecho, el escritor se hallaba de vacaciones en Europa cuando Capra se dio cuenta de que la historia tenía una conclusión muy floja. Gracias a un amigo,[3] que le sugirió la idea de la muerte del caballo, Capra pudo cambiar el final y “salvar la película” (Sidney Buchman citado en McBride 2011, p.315).[4]

Salvo la secuencia de la carrera y la del entierro del pura sangre (3.19), el resto es obra de Robert Riskin; pero también de Capra, a pesar de que Joseph McBride se empeñe en lo contrario. Nosotros damos credibilidad a lo que apunta Capra en su libro cuando afirma que ambos, Riskin y él, participaron activamente en la creación de las historias:

 Trabajamos juntos en guiones, cada uno puliendo y desarrollando las ideas del otro. Ambos éramos creadores y público. En general, yo iba por delante de él, pensando en las nuevas escenas que, cuando nos pusiéramos de acuerdo, el trasladaría al guion (Capra 2007, p.174).

La clave para no dudar del director nos la da, paradójicamente, el propio McBride cuando afirma que en el guion de Estrictamente Confidencial hay muchas similitudes con la vida de Frank Capra. En efecto, el personaje de Dan Brooks puede ser el trasunto del propio realizador: ambos, Frank y Dan, proceden de una clase social baja y se casan con la hija de un magnate de los negocios (Capra contrajo matrimonio con Lu Warner, hija del millonario Myron Warner); además, sus suegros poseen una comunidad propia: Warnerville en la vida real y Higginsville en la ficción (3.20). 

Capra quería conseguir un éxito en su trabajo como cineasta (un Óscar, que lo logra con Sucedió una Noche) para equipararse con su familia política; igual que Dan ansía el éxito de Bill en la carrera sin recurrir a la ayuda financiera de Higgins. Frank y Dan logran sus objetivos y también que sus suegros se unan a sus vidas: en el último plano de la película, Higgins lo deja todo y se va con Alice y Dan; en la vida real, Warner llegó a trabajar para Frank supervisando los negocios y las tierras del director. Demasiadas coincidencias personales para que no fuera el propio Capra el que las incluyese en el guion.

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[1] Igualar el éxito iba a resultar casi imposible: la hazaña conseguida por Sucedió una Noche en 1935, ganar los cincos Óscar más importantes (actores protagonistas, director, productor y guionista), no se repitió hasta 1976 con Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew over the Cuckoo’s Nest de Milos Forman, 1975).

[2] Escritor de talento al estilo de Damon Runyon, Mark Hellinger fue columnista de Broadway, autor de relatos, creador de personajes de cine negro y brillante productor.

[3] La idea partió de Albert Lewin, por entonces productor de la MGM, aunque no aparece en los créditos.

[4] Una exageración, la de Buchman, que no es de extrañar ya que fue él el que escribió las escenas finales.





lunes, 7 de abril de 2025

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (VIII)

Ese afán por finalizar todas las subtramas es otro punto negativo de Un Gangster para un Milagro. Y por explicarlas hasta la saciedad, por repetir frases aclaratorias que en su redundancia terminan por cansar. La buena suerte de las manzanas en boca de uno y otro personaje, la presencia física del cónsul español[1] o la referencia explícita al cuento de la Cenicienta por parte del mayordomo, son claros ejemplos de la preocupación por dejar todo bien claro y mascado al público. Da la impresión de que Capra había olvidado aquella idea de que la audiencia era suficientemente inteligente como para suplir con su imaginación la falta de información. 

 

Por las subtramas innecesarias y por el diálogo reiterativo, la sutileza y el ingenio conseguidos en Dama por un día se pierden con su actualización, pero también por el cambio en personajes como el citado mayordomo. Interpretado por el veterano secundario, Edward Everett Horton, abandona su hiriente parquedad de la versión original para obtener mayor protagonismo. Su complicidad con el Juez (Thomas Mitchell) (3.15), en lo que parece la reunión de dos viejos amigos de la gran pantalla,[2] hace que ambos pierdan su gracia como personajes individuales, en especial el criado que en la cinta de 1933 se mantenía en un segundo término y sólo destacaba cuando lanzaba algunas de las frases más ingeniosas del guion de Riskin, como aquella en la que resu­mía su personalidad: “si tuviera que batirme con usted, elegiría la oratoria como arma”. La frase se la lanzaba a Happy, la mano derecha de Dandi, interpretado en 1961 por Peter Falk. El actor, conocido más tarde por su serie de televisión Colombo (Columbo, 1971-2003), es uno de los pocos que se salvan del extenso reparto. Falk hace un Happy[3] más sobreactuado que el de Ned Sparks, también con demasiada presencia, pero que esta vez se agradece al resultar tan gracioso o más que su antecesor. 

La razón que explica tales cambios (el mayor protagonismo de los actores que oscurece la labor del guionista) es la misma que motivó el uso del technicolor, el excelso vestuario,[4] la inclusión de un número musical en la trama (el de la debutante Ann Margret) (3.16), o el rodaje en formato panorámico: todo para ganar la lucha de medios frente a la competencia televisiva al ofrecer mejores prestaciones.

Tampoco la puesta en escena y el manejo de la cámara destacan en Un Gangster para un Milagro. Los movimientos del objetivo ya no persiguen la misma finalidad dramática que en la versión original. Si nos ceñimos a lo apuntado en el epígrafe anterior, veremos que el punto de giro se mantiene en la visita de los mendigos a Dandi, pero ahora es un contrapicado nada espectacular el que lo subraya (compárese 3.17 con 3.8); en el mismo sentido, se pierde el efecto de suspense en la ejecución de los dos travelling protagonizados por May Robson en Lady for a Day. De hecho, en el remake, el primero se convierte en una panorámica y el último, el más trágico, simplemente desaparece.

Sólo cuando Capra rueda como Capra, cuando mantiene el ritmo de la primera cinta y respeta el guión de Riskin, consigue transmitir sensaciones parecidas a las de Dama por un día. Así, la secuencia dramática de Annie escribiendo a su hija, o la simpática escena de la banda de Dandi ensayando para la recepción, ambas calcadas a las originales, son de lo mejor del filme. También lo es una novedad con respecto al primer largometraje: la escena en la que Annie se viste para la gala y se mira al espejo (3.18). Bette Davis no reconoce su imagen reflejada y tiene que volver a coger su cesta de manzanas y gritar “¡manzanas, manzanas!”. Capra utiliza el espejo para desdoblar al personaje en sus dos vertientes, la real y la imaginaria. 


 

A pesar de algunas escenas tan notables como ésta, para la mayoría de críticos no hay duda de que la película no mejora al original. Capra, sin embargo, mantuvo por un tiempo su preferencia por Pocketful of Miracles, quizás para promocionarla. Las malas lenguas aseguran que incluso se mostró reticente a la hora de sacar a la luz el único negativo que quedaba de Lady for a Day para impedir la comparación entre las dos versiones,[5] para evitar que el público se diera cuenta de que la más reciente era mucho peor (McBride 2011). Sea como fuere, una vez retirado de la profesión, en su etapa de conferenciante y de comentarista de sus propias películas, el propio Capra reconoció, en las citadas entrevistas con Schickel, por lo que tuvo que pasar para realizar el remake:

  Un Gangster para un Milagro no funcionó, me vi excluido del negocio porque me negué a que los actores supervisaran mi trabajo, a dejarles que me dijeran cómo hacer una película. Así de simple. Me alegré de dejar de trabajar”.


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[1] En la versión doblada al castellano, tanto el conde español, como su hijo, el prometido de Louise, y el cónsul, son de nacionalidad italiana.

[2] Para Thomas Mitchell, otro de los secundarios con más experiencia de Hollywood, Un Gangster para un Milagro significó su despedida del cine: murió al año siguiente.

[3] Aquí se llama “Joy” y en la versión española “Alegre”. La actuación de Peter Falk se considera de las mejores de su carrera: consiguió por esta película su segunda nominación al Óscar. Un papel, el de Joy, que es una parodia del realizado un año antes cuando recibió la primera nominación por el gánster de El Sindicato del Crimen (Murder, Inc. de Burt Balaban y Stuart Rosenberg, 1960).

[4] La película consiguió otras dos nominaciones a los Óscar en las categorías de mejor diseño de vestuario y mejor canción original: “Pocketful of Miracles”, letra de Sammy Cahn y música de Jimmy Van Heusen.

[5] El original se quemó en un incendio, Capra mantenía una copia en su poder que fue la que se utilizó en certámenes y retrospectivas.





domingo, 9 de febrero de 2025

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (VII)

El rodaje de Un Gangster para un Milagro fue bastante convulso.[1] Capra tuvo que aguantar las exigencias de Glenn Ford y, según el propio director, “había una atmósfera de dolor, tensión y recelos” (Capra 2007, p.487). Algunas de esas exigencias obligaron a cambiar el guion de Riskin para ampliar el protagonismo de la estrella[2] y el de su pareja en aquella época, Hope Lang.[3] Así, una de las principales diferencias entre la cinta y el original radica en la inclusión de una subtrama que muestra la relación entre Ford y Lang desde que se conocen, en el arranque de la película, hasta que al final deciden casarse. Una batalla de sexos que sobra totalmente y no aporta nada a la historia. 

En Dama por un día, dicha relación se limitaba a un par de rechazos de Dandi a los besos de Missouri (alguno bastante picante por el comentario de Happy: “lo que quiere Dandi son manzanas, no limones”), y a la resignación del mafioso cuando accede a presentar a Missouri como su pareja para continuar con la farsa. En Un Gangster para un Milagro, el personaje de la novia de Dandi se llama Queenie y no mejora en nada al de Missouri por más que se empeñe en hacerse notar con peleas absurdas a lo largo de toda la película, con escenas donde Dandi le arranca el vestido y ella le lanza todo tipo de objetos. La única secuencia que se salva es aquella en la que Queenie le devuelve a Dandi todas las cosas que el gánster le ha regalado, más bien se las tira al suelo, entre ellas una liga que descaradamente se quita delante de todos (3.11).

La relación entre Dandi y Queenie no es la única historia que garantiza más minutos de pantalla a Ford. También se incorpora a la película una subtrama donde Dandi negocia el control de Nueva York con la banda de Darcey, otro gánster recién llegado a la ciudad. No enriquece el argumento original y para lo único que sirve es para aumentar la duración de la cinta hasta las dos horas y cuarto finales. Excesivo metraje que sólo consigue que se diluyan los chispazos de ingenio de Riskin entre una serie de secuencias aburridas que no estaban en el guion inicial; el mismo que Capra había tomado como base[4] (olvidando el relato de Runyon definitivamente), pero que no dudó en cambiar cuando aceptó darle mayor protagonismo, no sólo a Dandi y a Queenie, sino también al personaje de Annie Manzanas.    

 

Las intenciones de Capra —o más bien las de Ford— se adivinan ya con la primera imagen de la película (3.12): en un plano medio, Bette Davis brinda por el público con una botella de ginebra, en lo que parece una felicitación navideña si nos atenemos al villancico que suena a continuación acompañando a los créditos. De este sencillo encuadre se desprenden varias de las “traiciones” de Capra al guión de Riskin: en primer lugar, el protagonismo indiscutible de Bette Davis frente al resto de vagabundos. Si recordamos, el filme de 1933 arrancaba con varios planos de los indigentes donde Annie, que aparecía la última, era una más del grupo. Ahora, no sólo es la primera que se presenta sino que es la jefa de una especie de banda de mendigos a los que cobra un porcentaje de las limosnas. Tanto en la ficción como en la realidad, ella está por encima del resto. Digamos, que se pierde el anonimato de Annie en beneficio del estrellato de Bette. También se reduce algo de la magia de la cinta, y de la sorpresa, puesto que a nadie le extrañará la posterior transformación de Bette Davis en una dama (3.13).


 

La segunda “traición” tiene que ver con el contexto de la historia, o mejor dicho, con la falta de contexto. Pocketful of Miracles se estrenó en los años sesenta, y pese a que seguía ambientada en los treinta, el entorno de la cinta original provocado por la Depresión, y la empatía del público hacia el personaje de Annie, ya habían desaparecido. Suponemos a Capra consciente de esa circunstancia y resuelto a cambiar el espíritu de solidaridad ante la crisis por otro más inocuo y a la vez comercial como es el navideño (3.14). Con ese nuevo enfoque, los guionistas tuvieron que cambiar el final para que se sucedieran los milagros a los que alude el título y para permitir, entre otras cosas, que Dandi abandonara la mala vida para casarse con Queenie. Una conclusión, ésta, poco creíble y muy forzada, pero que entra den­tro del planteamiento de que “todo puede pasar en Navidad”.

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[1] Y no sólo entre Capra y Glenn Ford, sino también entre las estrellas, al menos eso se desprende de las declaraciones de Ford durante el rodaje que aseguraba que le había dado una oportunidad a Bette Davis. Ella montó en cólera al enterarse de las palabras de su compañero y espetó: “ese hijo de puta… no le permitiría que me ayudara a salir ni de una cloaca” (Quirk 1990, p. 411)

[2] El cambio del título en castellano de “Dama por un día” a “Un Gangster para un Milagro” es bastante significativo.

[3] Capra quería a Shirley Jones para el papel de la novia del gánster, pero Glenn Ford “recomendó” a Hope Lang, algo que irritó bastante a Capra y le produjo más de un dolor de cabeza, literalmente.

[4] El guion de Un Gangster para un Milagro es de Hal Kanter y Harry Tugend.




domingo, 1 de diciembre de 2024

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (VI)

3.1.2. Un Gangster para un Milagro (Pocketful of Miracles de Frank Capra, 1961) 

El cambio que experimentó Hollywood y su sistema de producción desde el estreno de Dama por un día hasta su remake, fue tan radical como lo fue el sufrido por Frank Capra. La Segunda Guerra Mundial lo apartó temporalmente del cine, la ley anti-trust lo convirtió en productor independiente y la persecución macarthista lo volvió a desterrar de las pantallas.[1] Desde 1951 hasta su retirada sólo realizó dos películas: Millonario de Ilusiones (A Hole in the Head, 1959) y Un Gangster para un Milagro, ambas bastante alejadas de sus grandes cintas de los treinta y cuarenta.

Dos filmes en diez años[2]. Y no porque Capra no tuviera proyectos o ideas que llevar a cabo, sino por los continuos rechazos de las productoras que ya no se fiaban de un director proscrito. Compañías que se regían por diferentes criterios que los de antaño cuando lo que predominaba era una buena historia frente a cualquier otra consideración como, por ejemplo, la de hacerse con un reparto de altura. Capra lo explica con claridad en las entrevistas que le hizo Richard Schickel en 1973 para la televisión, luego resumidas en un reciente documental de TCM:[3]

“Con el auge de la televisión, las compañías despidieron a gente, anularon contratos, etc. A William Morris y MCA, dos agencias de talentos, se les ocurrió reunir a todos sus clientes y crear producciones independientes financiadas por los bancos. Así nace la producción independiente en Hollywood. Pero los bancos, antes de dejar dinero, querían saber quiénes actuaban en las películas. Los sueldos de los actores subieron. Si un actor gana diez veces más que un director, se cree diez veces más importante para la película, por tanto exige parte de la película y se convierte en el verdadero productor y eso hace que gente como yo no pueda hacer películas”.

La amarga conclusión de Capra se refería a la intromisión de las estrellas en la producción y dirección de los largometrajes, algo al parecer inevitable a finales de los cincuenta. Si Frank Capra quería volver a dirigir, su única posibilidad para seguir trabajando era someterse a las exigencias de una estrella, a los caprichos del único aval que permitía la financiación, y además hacerlo con un proyecto que asegurase el éxito, como por ejemplo una versión de Dama por un día. Esas fueron las razones para que Capra se decidiera a rehacer su filme de 1933 con Glenn Ford de protagonista.[4] De una forma similar a Millonario de Ilusiones,[5] Capra tuvo que crear una productora entre el director y la estrella principal para poder sufragar Un Gangster para un Milagro: la empresa se llamó FranTon Productions (nombre compuesto de Frank Capra Productions y Newton Productions, la compañía de Glenn Ford).

No era la primera vez que Capra intentaba llevar de nuevo a la gran pantalla la historia de “Annie Manzanas”. En 1956, cuando estuvo a punto de volver a la Columbia, ya propuso recuperar la historia de Runyon, escrita por Riskin, pero el proyecto no llegó a cuajar. Sólo cuando Capra firmó el contrato con la empresa de Glenn Ford, y la Columbia vendió los derechos a United Artists,[6] se pudo comenzar el rodaje.

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[1] Fue acusado de comunista por su pasado con escritores progresistas como Dalton Trumbo, por su viaje a la URSS o por su capítulo de la serie “Why We Fight”, The Battle of Russia.

[2] En ese periodo también realizó para la televisión cuatro producciones educativas de divulgación científica.

[3] Entrevistas TCM: Frank Capra.

[4] Capra había pensado en Dean Martin o Frank Sinatra para el papel, pero finalmente se lo llevó Glenn Ford, o mejor dicho su productora.

[5]Una experiencia previa con Frank Sinatra de protagonista que, aunque no fue tan mala como con Glenn Ford, “porque Sinatra era un tipo listo, que le daba vía libre a la gente que sabía lo que hacía”, tampoco fue del todo satisfactoria. Millonario de Ilusiones, producida por la compañía independiente SinCap (Sinatra y Capra), fue escrita por Arnold Schulman, que adaptó su propia obra de teatro, y tuvo bastante éxito. La cinta originó una moda de comedias de padre-viudo-con-hijo como la muy similar El Noviazgo del padre de Eddie (The Courtship of Eddie’s Father de Vincente Minnelli, 1963), precisamente con Glenn Ford en el papel estelar.

[6] UA fue la compañía que distribuyó Un Gangster para un Milagro




domingo, 22 de septiembre de 2024

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (V)

Para este viaje entre el melodrama y la comedia, Dama por un día se apoya en una correcta puesta en escena y en la excelente fotografía de Joseph Walker,[1] otro de los colaboradores habituales de Frank Capra.

La mayoría de las secuencias arrancan con planos generales de situación (3.7) para luego gestionarse con encuadres medios y americanos nada barrocos. Capra sólo se permite el lujo de un fuerte picado para resaltar el punto de giro principal de la película, cuando los mendigos le explican a Dandi el problema de Annie (3.8). En el resto del metraje, la dinámica cámara de Walker sigue los movimientos de los actores con tanta elegancia como en los dos travellings, intencionadamente similares, que acompañan a May Robson en las secuencias más dramáticas: más rápido cuando Annie entra en el hotel y se dirige a recepción para recuperar la carta de Louise, y más pausado cuando decide contar toda la verdad, casi al final de la película (3.9 y 3.10).

Con la técnica de Walker y la narrativa de Capra, con leves pinceladas, y con cierto grado de suspense, descubrimos el secreto que guarda Annie celosamente: una breve conversación con el botones, que le entrega sobres y papel con el membrete del hotel; una fotografía que da la vuelta[2] cuando se dispone a beber un trago; o un disco que todos los vecinos escuchan a la misma hora cuando ella escribe a su hija. No hace falta explicar la historia con largos diálogos, sólo tres secuencias son suficientes para plantear el drama.

Los diálogos se los reservaron Riskin y Capra para el tipo de comedia que sin querer estaban descubriendo para el cine: la screwball comedy.[3] Porque Dama por un día es un antecedente directo del género que se consagraría con películas como Sucedió una noche, todavía más exitosa que Lady for a Day.[4] La comedia “alocada”, como se conoció en España, se caracterizaba por diálogos punzantes que presidían situaciones absurdas donde el ritmo era endiabladamente rápido. 

Si la pertenencia de Dama por un día al nuevo género no está muy clara no es por la falta de frases ácidas, casi siempre surgidas del lacónico mayordomo o de los matones de Dandi cuyos apodos irónicos iban en consonancia con la personalidad de cada uno: el malhumorado Happy y el medio analfabeto Shakespeare. “Esa cabaretera no te deja pensar”, “Durante el día no pienso en ella”; “Trae mala suerte ser supersticioso”; o “Mi mujer es una maniática, no le gusta que vaya por ahí casándome con la gente”, son algunos ejemplos de los muchos que pueblan el ingenioso guion. Quizás la parte melodramática de la trama y la contención en el ritmo en algunas secuencias cómicas, es la que resta elementos para considerarla una película screwball pura, pero la utilización del diálogo como arma arrojadiza entre los personajes ya estaba ahí.

Con respecto al uso del diálogo como herramienta narrativa, el propio Capra hablaba de una revolución cuando lo defendía por encima de la acción al poco de estrenarse la película; aunque matizaba: “La acción importante no es la que sucede en pantalla, sino la que tiene lugar en la mente del público. […] Lo que necesitamos es suplir la acción esencial con diálogo que la sugiera […] La imaginación es mejor artista que el guionista o el director. Nuestro objetivo es hacer mayor uso de la imaginación por parte del público” (Freedman 1933, p.10). El cine comenzaba a superar el trauma del paso del mudo al sonoro y profesionales como Capra se estaban dando cuenta de que los diálogos no eran el fin sino un recurso más de la narrativa cinematográfica. Las talkies, donde la parte hablada era la razón de ser comercial, como una atracción más, estaban dando paso a filmes con un uso más racional de la palabra. Ahora sabemos que el director siciliano fue fundamental en ese proceso de transformación.

Capra y Riskin consiguieron estimular la imaginación del público gracias a la suya propia y al buen trabajo de todo el elenco. Con May Robson conduciendo el drama, y la banda de Dandi la comedia, todos bajo la atenta mirada de Capra, el filme resultó una perfecta mezcla entre los dos géneros. Un cuento de hadas que combinaba la fantasía con la cruda realidad de la Depresión; donde se van superando las complicaciones con elegancia y con precisión de relojero en el último minuto. Tanto que para algunos autores es la película de Capra más cercana a la perfección (Willis 1988). También era la preferida de John Ford y, en alguna ocasión, el propio Capra no dudó en confesar que era su favorita (Dalio 1944).  

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[1] Un gran profesional que acumuló numerosas patentes a lo largo de su vida, entre ellas la invención del primer zoom. Fue contratado por la Columbia en 1927 y, desde entonces hasta su retirada en 1952 fue, prácticamente, un fijo como director de fotografía de Frank Capra.

[2] Un plano calcado al que ya rodó Capra un par de años antes en The Miracle Woman cuando Barbara Stanwyck, avergonzada por ser cómplice de una estafa, da la vuelta a la fotografía de su difunto padre.

[3] El nombre viene de una jugada de béisbol donde el pitcher lanza la pelota para que gire en el sentido contrario a las agujas del reloj. Un lanzamiento especialmente propenso a las lesiones de codo. En la screwball comedy se especializaron la Paramount y la Columbia. Nació en la primera mitad de los años treinta y se extendió hasta la siguiente década para dar obras tan importantes como La Fiera de mi niña, La Pícara puritana o Historias de Filadelfia, entre muchas otras.

[4] Sucedió una noche, interpretada por Clark Gable y Claudette Colbert, ganó cinco Óscar: los que se llevaron la pareja protagonista más los obtenidos por Capra, Riskin y la Columbia.



domingo, 16 de junio de 2024

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (IV)

El espíritu comunal (una cinta donde no hay un protagonista claro, donde triunfa la sinergia) es una de las claves de la historia de Dama por un día. Se puede decir que todo el cine de Capra, aunque aboga por la iniciativa individual y el tesón de los protagonistas, al final hace que estos logren sus propósitos con la ayuda de familiares y amigos. Es lo que le ocurre a "Annie Manzanas" y a casi todos los personajes del director a lo largo de su carrera.[1] Una característica que tiene mucho que ver con los tiempos en los que se rodaron la mayoría de sus éxitos, los años de la Depresión, y que sigue los principios del New Deal: la política intervencionista del presidente Roosevelt ideada para acabar con la crisis. Se puede decir que desde La Locura del Dólar (otro guion de Robert Riskin)[2] Capra opta por un cine de realidad social, que poco a poco se va comprometiendo cada vez más con las ideas y principios del partido Demócrata. 

Dama por un día también sigue por ese derrotero, aunque sólo sea por el entorno en el que se desarrolla la trama  y por la crítica al estamento político (véase el último tercio de la película). Capra plantea pronto el ambiente de la historia: la primera imagen es de un ciego (que no lo es) que toca el acordeón mientras pide unas monedas. El mendigo se encuentra con un colega amputado de las dos piernas[3] y con el resto de indigentes que sobreviven en las calles de Nueva York; entre ellos, Annie Manzanas. Un colectivo que parece extraído de una novela de Dickens (y esto nos recuerda a Browning y a sus freaks) o de la cinta alemana contemporánea, M, el vampiro de Düsseldorf (M de Fritz Lang, 1931). 

Para conseguir que la trama se impregnase del ambiente de la crisis, Riskin cambió la actividad original de Annie. La anciana pasó de vender flores, según la idea original de Runyon, a vender manzanas. De esta forma, Riskin creó un personaje que el público enseguida identifica­ría con la vida real, un personaje que era muy habitual verlo transitando por las aceras de Nueva York en la época de la Depresión. Además, gracias a las manzanas, a Riskin se le ocurrió la idea que provoca la intervención de Dandi para ayudar a la vieja: la superstición por la fruta, la necesidad de que Annie siga vendiendo las manzanas de la suerte. Aunque esta sea la razón “oficial”, a nadie se le escapa que el mafioso y el resto de la banda tienen en el fondo buen corazón y ayudan a la vieja por compañerismo. Igual que lo hacen los políticos corruptos y la policía cuando se enteran del motivo de la farsa. 

A pesar de la tímida motivación que Riskin está obligado a presentar, la del chantaje de Dandi que tiene secuestrados a varios periodistas, el público sabe que todos quieren contribuir a sacar adelante la pantomima por pura empatía con Annie, por solidaridad. De nuevo tenemos el espíritu comunal del New Deal. Al final, todos se sienten tan bien consigo mismos que se vuelven agradables con sus subordinados: el gobernador suspende la supervisión de la alcaldía, el alcalde confiesa haber sido duro con el comisario, el comisario pide perdón a los policías y éstos les dicen a los periodistas que olviden lo sucedido.

Dentro de esta temática social tan del gusto de Capra, hay que señalar, por último, el acercamiento de clases como una de las obsesiones particulares de su cine.[4] Un tema ideal para la comedia, que Capra y Riskin explotarían en su siguiente proyecto, Sucedió una noche (It Happned One Night, 1934), pero que en Lady for a Day también se encuentra presente aunque funcione al revés: los que se acercan a los ricos son los pobres y no al contrario como suele ser habitual. Una aproximación que aquí funciona como una fábula, como un cuento de hadas que transita entre la comedia y el melodrama, pero que tiene un final realista: “la Cenicienta” vuelve a las calles una vez que su hija parte hacia la felicidad.

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[1] Podríamos enumerar las películas que se basan en este principio, pero serían casi todas las de Frank Capra. Aquí van algunas: Dama por un día y Un Gangster para un Milagro, La Locura del Dólar, ¡Qué bello es vivir!, Juan Nadie, El secreto de Vivir, etcétera. 

[2] Una cinta que se ha vuelto muy actual al tratar la crisis financiera desde el punto de vista del director de un banco que defiende las ayudas a los pequeños empresarios en contra de la especulación, “que se fía más de las ideas que de los avales”. Una trama en cierto modo parecida a la de ¡Qué bello es vivir! y también presente en el arranque de Estrictamente Confidencial.

[3] Es el discapacitado físico al que llaman “Shorty” que se trata, en realidad, de un mendigo que conoció Capra en la infancia cuando el director vendía periódicos por las calles. El resto de extras también los reclutó de los barrios bajos de Los Ángeles y a ellos les dedica las primeras imágenes.

[4] Tema central de otro gran número de películas del director: Dama por un día y su remake, Estrictamente Confidencial y su remake, Sucedió una noche, El Secreto de Vivir, Vive como quieras, Juan Nadie, etcétera. 





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