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jueves, 11 de noviembre de 2021

TRES PISOS (Tre piani de Nanni Moretti, 2021)

Si por algo echaba de menos el Festival de Cine Europeo de Sevilla, era por, entre otras cosas, las películas de directores como Nanni Moretti. Tres pisos, su flamante largometraje, es más un drama del estilo de La habitación del hijo (La stanza del figlio, 2001), que una comedia o crítica social similar a Caro diario (1993) y a la mayoría de las producciones que forman parte de su ya extensa filmografía.

 

Mientras en La habitación del hijo, la muerte del joven del título en un accidente de buceo desencadenaba toda la trama posterior, en Tres pisos también el accidente, esta vez de tráfico, del unigénito de la pareja protagonista hace que arranque la historia. El hijo se llama de nuevo Andrea y otra vez Moretti es el que da vida al padre, solo que bastante más maduro y estricto, al tiempo que la madre es Margherita Buy, colaboradora de Moretti y protagonista de Mia madre (2015), el último largometraje de ficción del director italiano, visto también en el festival sevillano.

Ahí se acaban las semejanzas entre las dos películas porque en Tres pisos Andrea sobrevive al siniestro, pero comete homicidio con el agravante de conducir bajo los efectos del alcohol. La ausencia del hijo es también el centro de atención, y no solo por los años de cárcel a los que le condenan, sino porque el padre ⸺a la sazón juez, por si había alguna duda del carácter autoritario del personaje⸺ es el que renuncia a verlo después de una fuerte discusión entre ambos, con maltrato del hijo hacia el padre incluido.

Y esta es una sola de las historias que desencadena la tragedia, las otras dos también arrancan en ese momento del accidente: el coche se empotra en la vivienda de un matrimonio joven que sospecha de su vecino, un anciano que ha podido abusar de la hija de la pareja. Por otro lado, una mujer con trastornos mentales heredados de su madre es testigo del atropello cuando se dirige sola al hospital a dar a luz, mientras su marido está ausente por trabajo.

Es decir, todos y cada una de los segmentos tienen que ver con la relación padres-hijos y las consecuencias de una educación fallida, por rígida, por abandono, por enfermedad o por desconfianza entre unos y otros. Primeros planos bien elegidos de Moretti, sin necesidad de palabra alguna, logran transmitir al espectador los críticos momentos en los que los personajes se dan cuenta de sus errores.

Son esos sucesos cotidianos los que configuran una cinta donde pequeños ⸺y grandes⸺ dramas confluyen hacia un brillante final con una secuencia made in Moretti. Conclusión que cierra el ciclo de un filme circular cuando tiene que ver con el edificio donde se desarrollan los tres episodios. Una metáfora donde finalmente el director reviste la historia de esperanza, y después de tanto disgusto parece querer decirnos que todavía se puede creer en el ser humano.      




sábado, 7 de noviembre de 2015

MIA MADRE (Nanni Moretti, 2015); RAMS: EL VALLE DE LOS CARNEROS (Hrutar de Grimur Hakonarson, 2015)

De satisfactorio tenemos que clasificar el arranque del festival de cine europeo, aquí en Sevilla, con dos películas bien distintas, pero con una factura más que correcta en ambas.

Mientras se celebraba la gala inaugural en el Teatro Lope de Vega con Two Friends (Les deux amis de Louis Garrel, 2015), nosotros elegimos dos cintas que compiten por el premio del público en la Sección EFA (European Film Academy), donde suelen encontrarse las mejores propuestas si tenemos en cuenta anteriores ediciones del certamen:

MIA MADRE

Alguien definía la figura del director de cine, y su cometido a lo largo de una jornada de trabajo, y lo resumía como aquel que se dedica a responder preguntas. En La Noche Americana (La nuit américaine, 1973), Francoise Truffaut hacía una aproximación exacta a la labor del realizador para mezclar ficción y realidad en una cinta imprescindible; con Mia madre, Nanni Moretti sigue la misma estructura —nada nuevo en su estilo que cabalga a lomos del documental—, pero le da una visión muy particular al tema. Digamos que se revuelve contra sí mismo y deforma la trama hasta volverla desencantada y pesimista; hasta llegar a decir que trabajar en el cine es lo peor a lo que uno se puede dedicar.





Pero Moretti hace trampa. Como suele ser habitual en él, el director también participa como actor, pero en esta ocasión deja el protagonismo, su alter ego, en otra persona, en la excelente Margherita Buy. En la actriz recae todo el peso del discurso de Moretti, como si fuera una marioneta en manos del realizador. Ella interpreta a una directora que también se llama Margherita, y que además de pasar por las dificultades propias de un rodaje, acaba de separarse de su pareja, se ha dado cuenta de que su hija adolescente se entiende mejor con su ex y, para colmo, su madre se está muriendo. Para enredarlo todo aún más, la estrella extranjera contratada por la realizadora es un actor (John Turturro) que se comporta de forma extravagante y hace que el rodaje sea aún más caótico.

La maniobra intencionada de Moretti lejos de ocultarla al público, se permite anunciarla cuando la protagonista sostiene que los actores deberían desdoblarse a la hora de interpretar su papel. Algo así como que cada personaje debería tener en todo momento al lado de él al actor que le da vida. Es lo que hace Moretti en la película con respecto a Margherita. Es el hermano de la directora en la ficción, el que se mantiene a su lado para aconsejarla, consolarla y para compartir los momentos duros. Como un ángel que vela por el personaje (hay una secuencia muy explícita en este sentido: un sueño en el que la directora y su hermano aguardan en la cola de un cine para ver El cielo sobre Berlín; el que haya visto la célebre película de Wim Wenders me entenderá). En Mia madre, Moretti juega con doble mano, la de la realizadora (es decir, él mismo) y la suya como actor. Un juego original e interesantísimo que gustará a los fans del cineasta pues es otra vuelta de tuerca más a su ya larga filmografía.


El filme es, por tanto, una delicia en su estructura, en su intención y en la realización. Un drama que no pierde el sentido del humor gracias a las escenas donde John Tuturro se hace con las riendas. Un personaje que, no obstante, tampoco se salva del halo de amargura que preside a la película. Turturro interpreta a un actor en decadencia que también se encuentra harto de su profesión y que pide a gritos, literalmente, volver a la realidad. De nuevo otro personaje que pronuncia las frases que Moretti no se atreve a decir por sí mismo; o mejor dicho que sí se atreve siempre y cuando lo haga utilizando el medio que domina como nadie: el cine.


RAMS: EL VALLE DE LOS CARNEROS

Sin cambiar el tono intimista, pero sí completamente la forma y el fondo, asistimos casi sin tiempo para respirar a la siguiente sesión de cine de autor, en este caso escandinavo:


En un valle de Islandia viven dos hermanos que llevan cuarenta años sin hablarse. Tan frío y distante es el paisaje como la relación entre Gummi y Kiddi. Los dos se dedican a la cría de ovejas a las que quieren como si fueran sus propios hijos. Ambos preparan y presentan a sus mejores carneros al concurso anual de la comarca. El hermano mayor, Kiddi, es el ganador, mientras Gummi se tiene que conformar con un segundo puesto que le sabe a derrota. Desolado, Gummi descubre que el carnero de su hermano tiene todos los síntomas de una enfermedad altamente contagiosa. El descubrimiento inicia una revuelta que pone en peligro todas las explotaciones de la región. Cuando se decreta que los carneros deben ser sacrificados, Kiddi comienza a sospechar que Gummi se ha inventado la epidemia por despecho. Mientras el enfrentamiento parece inevitable, el invierno comienza a hacer estragos.

El valle de los carneros es un drama familiar con una cantidad de premios importante dada su corta vida. Una película con tantos planos rodados en exteriores como intensas son las pulsiones interiores de los dos protagonistas. El director islandés, Grimur Hakonarson, decide narrar el largometraje desde el punto de vista de Gummi. Es el perdedor del concurso, el que desencadena toda una revolución que afectará aún más a la relación con su hermano, y a la sazón vecino, y con toda la región.


El realizador, rueda este drama con toques de comedia —ya decía John Ford que una película sin humor, aunque sea una tragedia, no vale nada—; con cierto suspense gracias a los bien llevados puntos de giro (el último con cambio en el punto de vista y, aunque previsible, muy impactante); y con rigor en la puesta en escena de planos muy bien rodados, donde destacan los bellos encuadres de la campiña islandesa. 

Rams puede parecer un largometraje con una trama sencilla en su enunciación, sin embargo resulta tan compleja como aristas tiene la mente humana. El orgullo y la intolerancia tienen su hueco en la historia; también se acomoda en ella el rencor enquistado que ha logrado bloquear una relación de la misma forma que la nieve obstruye las entradas de las viviendas. ¿Podrán Gummi y Kiddi pasar el invierno sin las ovejas? ¿Se hará la película con el premio del público?


lunes, 4 de febrero de 2008

MANUAL DE AMOR (Manuale d'amore de Giovanni Veronesi, 2005)

No hay nada mejor para combatir un lunes depresivo que hacerse con el DVD de Manuale d’Amore, la divertida película de Giovanni Veronesi. La cinta, en apariencia, es una comedia sin muchas pretensiones acerca del amor y de todo, o casi todo, lo que le rodea. Aunque su principal objetivo es entretener existe un trasfondo muy interesante de homenaje al género que vamos a tratar de analizar.



Lo primero es destacar su estructura narrativa en forma de cuatro capítulos levemente entrelazados. Es uno de los muchos guiños a los largometrajes italianos de los años sesenta donde era muy normal que varios directores se unieran para realizar películas episódicas. Aquí, cada uno de los “cortos” relata alguna de las fases por las que puede transcurrir toda historia de amor. Aunque la cinta está dirigida por el mismo cineasta –que además es el guionista- el tono va cambiando hábilmente conforme se adentra en cada mini-trama. Así, en el primer episodio, Veronesi utiliza un tratamiento de guión que podemos calificar de moderno; con un humor judío, muy del estilo de las películas de Woody Allen, para describir el enamoramiento de una joven pareja. Las situaciones por las que pasan los protagonistas –y su amigo Dante, casi lo mejor de esta primera historia- hacen que aparezcan las primeras sonrisas.

En el segundo capítulo, “La Crisis”, se produce un giro en todo los sentidos: en el guión, al mostrarnos una pareja madura en pleno conflicto; y en la forma de afrontar la comedia, al más puro estilo screw-ball comedy de los años treinta y cuarenta, es decir con diálogos rápidos y punzantes. A estas alturas aparecen ya las carcajadas para no cesar hasta el final del filme.



Gran parte de la culpa la tienen Sergio Rubini y Margherita Buy. “A veces me das miedo cuando te pones a decir esas cosas” le dice Rubini a su mujer –han estado casados en la vida real- cuando ella le propone una especie de ritual de lo más hortera, con velas y ante todo el mundo, para intentar salvar su matrimonio.

En el tercer episodio, una mujer, policía de tráfico, ve como su marido le es infiel y se dispone a vengarse de él y, de paso, de todo el género masculino. Es la historia más cercana a la “Comedia a la italiana”. El homenaje a directores como Mario Monicelli, Luigi Comencini o Dino Risi es evidente. Incluso la protagonista, Luciana Littizzetto, nos recuerda mucho en su forma de actuar a las maggiorate más famosas como Gina Lollobrigida, Silvana Mangano o Sophía Loren. Aquí se suceden los gestos, los gritos y las amenazas, todo al más puro estilo del neorrealismo rosado.

“El abandono” es el título de la última historia, donde un médico (Carlo Verdone), después de haberle dejado su mujer, intenta rehacer su vida. Giovanni Veronesi utiliza todas sus “armas” para echar el resto en este último capítulo y mezcla, con buen criterio, todo lo anterior además de buenas dosis de slapstick en el momento oportuno –la secuencia donde Verdone se escapa por una ventana es digna del mejor cine de Buster Keaton-; pero también recurre a la tragicomedia del mejor Fellini en sus comienzos, así el final bien podría haberlo firmado el genial director ya fallecido.

El amor debe ser, seguramente, el tema más tratado por el cine y por cualquier arte. Veronesi se sirve de él para hacernos pasar un rato divertidísimo. Con este Manual de Amor consigue que durante dos horas nos olvidemos de todos nuestros problemas, entre ellos el tener que soportar este maldito lunes.


Ver Ficha de Manual de Amor.
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