Nos encanta el
cine de género. Las historias de capa y espada son especialmente amigas del
celuloide desde épocas tempranas, desde que las películas eran mudas y Douglas
Fairbanks acertaba en la diana para ganarse los favores de Marian o hacía
méritos para pertenecer al selecto cuerpo de los mosqueteros. Actores como Errol
Flynn o directores todoterreno del corte de Michael Curtiz pasaron a la
historia del entretenimiento estadounidense y, por extensión, al de todo el
mundo.
Paradójicamente, teniendo en cuenta que todas estas hazañas les correspondían a personajes del viejo continente, en Europa se retrasó el filón y no se vivió una época dorada hasta aquellas aventuras pop dirigidas por Philippe de Broca destinadas a la nueva generación de la posguerra. Sin embargo, ¡En Guardia!, realizada en la segunda mitad de los noventa, es como un reflejo tardío, como una mirada hacia atrás del realizador francés cuando se encontraba casi al final de su carrera.
De Broca adapta
para la ocasión la famosa novela "El Juramento de Lagardere" de Paul
Feval y la transforma en un largometraje —otros lo hicieron antes, también para
la gran pantalla, y alguno después para la televisión, de hecho es una de las
historias con mayor número de versiones— que se estructura en tres fases muy entretenidas
y diferentes entre sí. La primera recuerda a la excelente película de Ridley
Scott, Los Duelistas (The Duellists,
1977), narra como el caballero Lagardere (Daniel Auteuil en otro registro de categoría,
uno más para el mejor actor francés vivo a nuestro entender), sobrino de dos hermanos
que regentan una academia de esgrima, vive obsesionado por conocer la famosa y
letal estocada de Nevers. Para ello, no duda en venderse como asesino a sueldo
o en retar a duelo al mismísimo duque de Nevers (Vincent Perez al que le van
bien estas historias de época y parece especializado en personajes que manejan con
habilidad la espada), para aprender la preciada técnica de manos de su inventor.
El lector llegará a sabérsela de memoria de tantas veces que los distintos personajes
la ejecutan.
La segunda parte
arranca cuando Lagardere, ya amigo del duque, consigue salvar a Aurore (la hija
de Nevers) de una banda que intenta asesinarla. Perseguido por la justicia,
Lagardere y Aurore se hacen pasar por comediantes uniéndose a una troupe
ambulante hasta que la niña es mayor de edad. El tercer acto, muy del estilo de
las aventuras del Conde de Montecristo, se centra en las actividades de
Lagardere disfrazado de jorobado (de ahí el título original de la cinta: Le
Bossu) para conseguir devolver a Aurore el nombre y las riquezas que
le corresponden como hija del duque de Nevers y, de paso, vengarse del tirano
que le arrebató todo.
¡En
Guardia!, decimos, es una revisión de los filmes de De Broca de los sesenta
y primera mitad de los setenta, de las cintas de aventuras generalmente protagonizadas
por Jean-Paul Belmondo —nos acordamos de la excelente Cartouche— o de las películas
de acción y las parodias de los largometrajes al estilo James Bond con el mismo
actor encabezando el reparto. Como en todas ellas, De Broca se divierte con Le
Bossu y divierte al espectador gracias a escenas de acción muy bien
rodadas, la mayoría resueltas a la antigua usanza, sin necesidad de hacer uso
de efectos especiales, con un ritmo estupendo que huele a cine clásico de
sábado por la tarde; y hasta con cierto carácter didáctico —muy interesante y curiosa
la descripción del aún primitivo juego de la bolsa en las calles de París.
¡En
Guardia! es, por tanto, cine fresco que recupera el entretenimiento de
calidad de antaño para adecuarlo a los cánones cinematográficos de los albores
del siglo XXI y conseguir un producto europeo competitivo; altamente
recomendable.
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