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jueves, 15 de diciembre de 2011

El apocalipsis de la modernidad

Edgar Flores "Saner"



Diciembre de 2011. Último tranco de un año terrorífico para un taurinismo que, después de llevar dormitando durante varios lustros, parece despertar con el crochet al mentón que le ha atizado la soberana realidad. Le ven las orejas al lobo. Y como corderos apunto de ser degollaos, intentan guarecerse del peligro en el cobijo calorro y asfixiante del hedor a bosta de su propio rebaño. Error. En su decadente huída hacía delante, en cuya meta espera una hipotética subsistencia de la tauromaquia en siglo XXI, van dejando como muertos vivientes, a lo Walking Dead, las raíces ancestrales de la tauromaquia.

Y a mi me da vergüenza ajena verlos, escuchar de ellos en los medios, defenestrando la ciencia taurómaca - en el latín, scientia, "conocimiento", nada de musas enchochadas ni georgeclooneys agitanaos- a arte bananero y liturgia santera. Lo mires por donde lo mires, se te caen los piños al suelo. El pliego de las Ventas, la unión de Matilla, Casas y Martínez Uranga, es la asquerosa ecografía de como tiene las entrañas esta aldea. Van a mandar en la primera plaza del mundo, que debe ser estrella polar de las demás, un tío que cacarea por los codos sin entenderse consigo mismo, a lo Antonio Ozores, junto a una pareja que lleva años trabajando con más sincronía y precisión que un reloj suizo: uno pone la cara y el otro jode, como Esteso y Pajares. Vamos, que la película venteña de los próximos años fue un éxito cañí al principios de los ochenta con aquel Yo hice a Roque III.

Los toreros, algunos, han vendido su imagen al diablo, a una tal All Sports Management, para negociar con la televisión, poniendo en jaque, y casi mate, las corridas de toros del Plus, que es la única mirilla que le queda al castigado aficionado para viajar desde el sofá a otras ferias de España. En su derecho están, aunque sea a costa de capar el futuro y de ridiculizar y liquidar con naderías como esta la palabra "torería".

Lo de Quito ha sido para recordar, para que cada aficionado grabe en su mente los nombres de los que allí han estado, prestando colaboración a los antitaurinos, desde Castella, el matador efímero que sucumbió a las gazmoñadas del arte, hasta David Mora, que con cinco años de alternativa antes de decidir si mataba o no a un bichejo infame tuvo que llamar a su abogado. Y sacando pecho, oiga.

Y mientras se enterraba a Antoñete y Diego Puerta, despedidos por las figuras con sentidos pésames desde el tuiter, los espabilaos de la ILP pidiendo limosna a los toreros y buscando cinco mil primos que aporten veinte garabatos por barba -menuda forma de "afeitar" que son cien mil las firmas que faltan- para que defendamos, o ataquemos para la reconquista, en este caso, el resto de aficionados el gran legado que ellos no han querido ni sabido conservar.

Con este percal les va a firmar Rita la Cantaora...


sábado, 3 de diciembre de 2011

Desequilibrio



...Como todo el que haya alcanzado lo que hoy ya puede llamarse antigüedad taurina, rindo un culto fervoroso a la memoria de Rafael Molina (Lagartijo) y de Salvador Sánchez (Frascuelo), los lidiadores de reses bravas más completos y definitivos que a mi juicio han existido desde su época hasta el presente, en su aspecto integral de toreros y de matadores.

De subsistir lo que se pensaba en aquella época, no debiera admitirse la separación, hoy corriente, de estos dos términos. Faltando cualquiera de las condiciones, la figura del diestro queda imperfecta y desequilibrada. Al carecer de la primera, el matador aislado, no conseguirá llegar al resultado final, falto de medios para la indispensable preparación, mientras que sin la segunda, queda el torero, únicamente torero, incapacitado para el requisito esencial que resume la lidia del toro desde que traspasa el portón del toril hasta que entra en la carnicería arrastrado por las mulillas. Si atendemos a lo que dice Montes, la obligación del diestro que cobra como matador, se reduce a acabar con el toro de la mejor, más pronta y más brillante manera posible. Sobre que puede haber tanto arte en una estocada, ya sea recibiendo, arrancando, a volapié o hasta a la media vuelta, como en el mejor pase de muleta, y además de que, según confesión de todos los lidiadores habidos y por haber, la suerte más difícil y más peligrosa de la tauromaquia es precisamente la de estoquear. Donde haya un buen diestro, jefe de cuadrilla, no puede darse aislada una de las dos cualidades; son condiciones que se suman y complementan.

Hoy, naturalmente, quien sobresale en uno de los dos aspectos, pero si gana notoriedad y dura temporadas delante de los toros, ya puede afirmarse que no es una nulidad en la especialidad más débil. El Gordito, Ángel Pastor, Fernando Gómez, el sobrino de Lagartijo, solamente toreros, no pudieron vivir desahogadamente en la plaza de Madrid; nadie se acuerda de Felipe García, matador sólo. Luis Mazzantini fue una celebritdad excepcional y aparte, a la que no faltaron bastantes condiciones de torero, como intentaré demostrar cuando llegue el turno.

Y no hago referencia a lo que actualmente ocurre con determinados diestros, porque lo de hoy cae por fuera de todo comentario y de la más rudimentaria lógica. El más cuerdo pierde la razón al enterarse de que las cosas negras de otro tiempo aparecen hoy blancas como el armiño, como la nieve y como la leche ante la mayoría de deslumbrados o poseídos. 

Después de expuesta la radical afirmación de que no concibo al matador sin torero ni al torero sin matador, vuelvo a...



F. Bleu
Antes y Después del Guerra



jueves, 20 de octubre de 2011

Padilla vive, la Fiesta sigue...

Toreros de Cultura




Menuda cara de gilipollas que se le queda al aficionado viendo la mariconada de cartel en el que se anuncian nuestras figuras en el cachibache ese de Quito, donde los toros serán finiquitados a balín y pistola por carniceros en un matadero rodeados de cabritos, gallinos y cochinos. Los ves ahí, sonrientes, con un fondo rosita, y sus nombres escritos en letritas muy lindas, que en vez de tres matadores de toros parecen tres novelas de Corín Tellado. Talavante, Abellán, Castella, Fandi, Ponce, Fandiño, David Mora y hasta Ruíz Miguel, con lo que ha sido, se apuntan, por cuartos, por que otra cosa va a ser, a la parodia de un rito, a la burla de un arte que nunca ha estado más desapegado de la verdad que ahora. Con sus actos, subvecionan moralmente a todos aquellos que intentan enterrar la tauromaquia, y de paso, cultivan en el resto de la sociedad la idea de que sí que puede haber corridas de toros sin muerte, y que de ahí también puede salir "arte".



Torero de Interior


Contrasta todo tremendamente con las imágenes de Padilla saliendo del hospital. Con la fortaleza de ese hombre pálido y enjuto que vagamente recuerda al turbulento Ciclón. El rosa, y las letras moñas, aquí se han sustituido por cicatrices de guerra, por la ceguera de un ojo, pero también por el cariño y la admiración de todo el mundo, que esto es serio, señores. La verdad está aquí, con tantos Padillas que se juegan la vida sin mentiras durante muchas tardes, con hierros que están destinados a perderse en el recuerdo de los tiempos gracias a la asquerosa moto que quieren vendernos con el artista de piloto y el torito de copiloto.


El slogan que se han inventado para el putiferio quiteño reza que "la feria vive... la Fiesta sigue..." No pueden estar más equivocados. La solución, es otra: con más tíos como Padilla, siempre habrá un hálito de esperanza para el toreo. Y si no, pues ya se está viendo lo que hay.

Padilla vive... la Fiesta sigue... #fuerzapadilla


lunes, 16 de mayo de 2011

Quito necesita un quite





Leía el domingo en el Aula Taurina de Granada, sobre la castración de la libertades de gran parte del pueblo quiteño. Les quitan los toros, como quien dice. Y la verdad es que me avergüenzo del tratamiento ególatra y tercermundista que le hemos dado a nuestros hermanos de afición. Apenas ha habido cobertura de la noticia, no he visto ningún torero español -de los mismos que van en invierno a trincar- poner el grito en el cielo, la Mesa del Toro, los aficionados -todos sin excepción-, pasando del tema, que nos pilla en la otra punta del mundo. Así somos. Lamentablemente. Dejo a continuación un artículo sobre el tema publicado en la Razón, que explica brevemente lo que está pasando. Una pena.
   





«¿Está usted de acuerdo que en su cantón se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal?», fue una de las diez preguntas que debió responder la ciudadanía. A nivel nacional, el «Sí» se ha impuesto con 61%, contra 39% que votó «No». Ahora cada comarca deberá aplicar el resultado de su propia votación... Y peligra Quito, donde la Feria de Jesús del Gran Poder es uno de los encuentros taurinos anuales más importantes a nivel continental.

La prohibición de Catalunya sirvió de argumento de los antitaurinos, así como la asimilación del toreo con una fiesta colonial, que evoca el discurso anticolonialista de Correa. Correa, señaló que los ecuatorianos se pronunciaron sobre esta «práctica de la burguesía». «Vamos a desterrar en este país toda forma de violencia», indicó. El mandatario manifestó días atrás «será el pueblo ecuatoriano el que decida si somos un territorio libre de esos espectáculos que en el siglo XXI son anacrónicos».

Al comienzo, Correa pretendía prohibir totalmente las corridas, pero luego flexibilizó su postura e introdujo el concepto de la muerte del toro y las torturas a los animales. Por tanto, las corridas podrían celebrarse si no se mata ni maltrata al animal. El propio vicepresidente de Ecuador, Lenin Moreno, reconoció ser aficionado a las corridas. Ahora, el torero ecuatoriano Álvaro Samper pide a Moreno que devuelva los trajes de luces que le regalaron El Fandi y Sebastián Castella, matadores granadino y francés, respectivamente. «Asiste a muchos festejos taurinos, a tentaderos en el campo, yo he estado con él y es, más bien dicho era, un buen aficionado», declaró Samper.

El presidente ecuatoriano presentó el pasado 17 de enero un total de diez preguntas a la Corte Constitucional, cinco de las cuales son enmiendas, pues reforman parte de la Carta Magna del país, mientras que las otras son preguntas sobre asuntos generales. El 15 de febrero la Corte Constitucional dio luz verde a la consulta y mantuvo lo fundamental de las preguntas, aunque con algunos cambios.