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miércoles, 9 de abril de 2025

Otra vida por vivir. Theodor Kallifatides


 

     Escribir bonito es un arte más allá de escribir. Por eso me gusta Kallifatides, porque lo logra dando la impresión de ser algo natural. Hoy traigo a mi estantería virtual, Otra vida por vivir.

      Conocemos al autor, nacido en Grecia y emigrado a Suecia hace casi cuatro décadas. Allí es donde ha desarrollado su profesión y ha llevado su vida. Superados los setenta ampliamente se encuentra en un momento de bloqueo, ha perdido la ilusión y las ganas y eso le hace regresar a su país natal. Es ese momento en el que toda Europa miraba con preocupación hacia Grecia creyendo que la crisis económica tenía allí su mayor foco.

     Como decía al comienzo de esta entrada, estamos ante un libro hermoso. Kallifatides habla de sí mismo, de su salida de Grecia, que no es ni mejor ni peor que la de cualquier emigrante que busca una mejor vida en otro lugar. Él fue a Suecia donde formó una familia, escribió, disfrutó... pero al igual que también les sucede a muchos emigrantes, siempre sintió que le faltaba algo. Como si eso que llaman morriña en Galicia se le hubiera instalado sin nombre haciéndole notar que había dejado atrás una parte de él junto con sus orígenes. Y quizás por eso va perdiendo la ilusión y las ganas y finalmente decide regresar a esa otra vida. Aprovechando un premio en su pueblo se embarca en un regreso que llena de reflexiones, recuerdos, voces y amigos. El autor observa las diferencias entre lugares, reflexiona sobre la vida y lo hace, curiosamente, en griego. Como si eso también fuera una parte faltante, quizás por eso le dicen lenguaje materno y en realidad nunca terminamos de abandonarlo del todo por años que estemos sin usarlo. En el libro aparece un poco de todo, mirando atrás y al frente desde la sabiduría de toda una vida. El griego que vio como su país de acogida cerró fronteras a sus compatriotas; el escritor que se viene abajo al no poder escribir; el padre, el marido, el abuelo... todas esas personas son la voz múltiple de una sola que es la que toma la pluma en este breve libro. Qué es ser griego, qué es ser persona, qué es ser libre... todas estas reflexiones toman camino en un libro que no puedo dejar de recomendaros.

     Otra vida por vivir es un libro precioso que crece a medida que se avanza e invita a la reflexión. Pareciera que más que leerlo a Kallifatides en esta obra se le escucha.

     Y vosotros, ¿os fijáis en cómo están escritos los libros o sois más de argumento?

     Gracias.

miércoles, 5 de febrero de 2020

Canta sucio niñato. Kevin Maher


     "Cuando Jack murió yo era muy pequeño, más todavía que ahora, y dije, en un ataque de rabia, que no permitiría que volviera a pasa. Jack era nuestro gato. Un birmano pardo oscuro con unos dientecillos afilados, unas garras que arañaban y se enganchaban en todo, y que, cuando deambulaba por la casa tambaleándose sobre sus patas inseguras, respiraba resollando con estertores que le estremecían de arriba abajo como un extraño coro cantarín. También fue la primera y última vez que intentamos, como familia, tener una mascota".

     Hay tantas etiquetas literarias que solo le encuentro sentido a aquellas que sigo casi con devoción. Hoy traigo a mi estantería virtual, Canta sucio niñato.

     Quien nos cuenta su historia es Jim, un niño de 13 años con cinco hermanas mayores, que nace y vive en Dublín. Nos cuenta su historia que no es otra que la de un casi adolescente en pleno proceso para llegar a la edad adulta. Tiene su amigo bueno y al malo, su prisa por crecer y las bicis, las chicas y también tiene un terrible momento en el que la vida cambia.

     Quizás suene pretenciosa la sentencia con la que comienzo hoy la entrada, pero es algo que llevo observando tiempo. Las etiquetas literarias proliferan hasta casi lo absurdo, y eso teniendo en cuenta que muchas mueren durante su concepción como esa "literatura híbrida" que se nombraba no hace tanto en un suplemento cultural. Otras sin embargo llegan para quedarse y lo hacen normalmente en otros idiomas como es el caso del domestic noir que, si uno lo piensa y lo traduce de forma literal como doméstico (inglés) negro (francés) ve claramente que novela negra de andar por casa le da mucho menos glamour que el término bilingüe que hemos adoptado. La novela de hoy es un Bildungsroman (novela de crecimiento) otro término que queda bien para hablar de aquellos libros en los que sus protagonistas están en plena transición a la vida adulta. Y, personalmente, me gustan (creo que por eso aprendí tan rápido el término).

     En este caso estamos ante una primera novela en la que el protagonista toma una voz que busca la frescura y el descaro, incluso el humor. Y digo busca porque esa frescura se va perdiendo por el camino hasta dar un un final que no ha terminado de convencerme. Pero, como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes.

     La novela mezcla elementos clásicos de la literatura irlandesa como la religiosidad o la política con otros contemporáneos en los que vemos Dublín como una ciudad moderna que parece ser evitada por una literatura que se empeña en no dejarla avanzar. En este entorno y con una situación temporal en los ochenta que permite a muchos lectores empatizar con el protagonista mediante los elementos comunes que ya se miran con cierta añoranza, el autor nos presenta a Jim. O, mejor dicho, deja que se presente a sí mismo. Un niño de familia media, hermanas mayores, conversaciones familiares sobre los vecinos y trastadas y bravatadas que poco tienen de sorprendente pero que acomodan al lector para seguir la novela. Incluso nos permite momentos de humor cliché cuando sitúa el orgullo irlandés en el número de "bh" o "dh" que contiene un nombre. Y cuando ya nos ha situado y llega la religión, el autor decide dar un giro a la novela y el padre O'Culigeen quiere a Jim de monaguillo. Sé lo que estáis pensando, "ya estamos ante otra novela sobre un cura que abusa de un niño". Y es cierto que este también parece ser otro género propio, por eso Maher lleva a cabo en este punto el mayor acierto de la novela. Maher no habla de la iglesia en sí, Maher dibuja al padre O'Culigeen. Eso hace que el secreto de Jim tome fuerza y también el del hombre que lo daña excusándose en la perversión más absoluta de la palabra "querer", pero lo destroza. O'Culigeen es el cura, se le admira, tiene incluso poder. Y Maher lo convierte de forma individual en un monstruo y también en un gran personaje (recordemos que no han de ser buenos) al mover la voz de Jim y hacer al mismo tiempo que avance con su vida mientras nosotros nos sentimos asqueados por ese hombre cada vez que es nombrado.
Jim crece, ahora es de él de quien se habla, se enamora, está en la edad, y lo hace como tantos otros adolescentes, de una chica mayor, Saibhdh (recordar lo del orgullo y las letras ahora). Es en este punto en el que la novela comienza a desdibujarse perdiéndose el interés que había creado en mi. De hecho, si os soy sincera, jamás pensé que la chica fuera a mirar a Jim y, cuando vi que lo hacía, creí que el autor no había dado fuerza a la chica para no tener que justificar la gratificación que le estaba dando por los males padecidos. Pero no es el caso. La relación avanza y con ella la novela, aunque llegados a este punto no seguiré hablando del argumento, y lo hace, para mi, con escaso interés pese a que Maher impulsa la historia utilizando el entusiasmo de su narrador en Londres. Un narrador al que lleva a un final que... no. Y no digo más. Aunque me acabo de dar cuenta de que no he hablado del uso del lenguaje, uno de los puntos fuertes de la novela.

     Canta sucio niñato es una novela con un buen despegue pero que, a medida que avanzaba, iba perdiendo interés. No tengo claro si voy a repetir con el autor.

     Y vosotros, ¿qué opináis de las etiquetas?

     Gracias.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Los lanzallamas. Rachel Kushner


     "Valera se había apartado de su escuadrón y estaba cortando los cables del faro de la moto de otro motorista. El motorista, Copertini, estaba muerto. Valera no sintió tristeza y eso era raro, porque Copertini había sido su compañero de fatigas, un colega con el que había recorrido a toda velocidad la Vía del Corso, iluminada por neones blancos, mucho antes de que ambos se presentaran voluntarios para formar parte del batallón de motoristas en 1917."

      Sucede una cosa extraña con el libro que traigo hoy y es que no conozco a nadie que lo haya leído y no haya terminado entusiasmado. Claro que tampoco conozco a demasiada gente que lo leyera, tal vez sea eso. Sin embargo, no deja de ser curioso al menos estadísticamente. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los lanzallamas.

     Conocemos a Reno, aspirante a artista que se traslada al Nueva York de los años setenta desde Nevada. Y conocemos en otro hijo a T.P. Valera, un apasionado de las motocicletas en Italia, en un periodo entre finales de la Primera Guerra Mundial y los años cincuenta. El nexo de unión entre ambas será el hijo de Valera, Sandro, novio de Reno que decide llevársela a Italia a casa de su familia.

     Utilizando a estos personajes Kushner nos introduce con facilidad en esenarios ya representados de los que tenemos buenas referencias. Y lo hace ultilizando alguna suerte de truco para que seamos capaces de visualizar cada escena, con un estilo que oscila entre lo crudo y lo poético a ratos que decide llenarlo de analogías. Reno, protagonista indiscutible, nos muestra un círculo que lee a Plath y ven cine de culto, un círculo con unas ideas sobre la vida y sociedad que la llevan en Italia, a las protestas del 77. Valera por su parte, será un Arditi. Y de este modo, ambos, como si fueran armados con esos lanzallamas, parecen dispuestos a quemarlo todo y esperar que salga algo hermoso de las cenizas. Aunque tengamos la sensación de que no tienen muy claro el qué. Y es que Kushner parece situar a Reno siempre al borde del éxito que produzca la marca y diferenciación para finalmente convertir esa ambición en humo. Y será esa falta de éxito, esa aparente irrelevancia, la que marque a los protagonistas incluso para el lector. En una novela en la que "no dejan de suceder cosas" aunque parezca no tener un hilo argumental definido y recto, veremos como les obliga a aprender su importancia en la vida, la real, mientras parecen empeñados en reclamar su sitio. Reno es un personaje en constante aprendizaje de éxitos y frustraciones, provocando incluso alguna reflexión de cómico realismo ante su desventura con Sandro. Y será ese el humor perceptible en la novela, no una sátira común, sino una reflexión. Una novela que se irá poco a poco adaptando, como lo hace la sociedad o las hormonas pasados unos años, y cuyo tono irá cambiando de la lucha al desencanto, tal vez a la melancolía, sin que eso signifique en ningún momento que sea una historia triste.

     Los lanzallamas es una magnífica novela que también está llena de pasiones: la pasión por las motocicletas de Reno y Valera, por los lanzallamas de Sandro y por el arte. Ese arte que es al final el verdadero nexo de unión junto a las ya nombradas motos. Porque será Reno sobre una moto quien busque las líneas en el suelo, y serán carreras de motocicletas las que abran las historias, y será relevante la moto en la que iba Reno para que exista la historia. Porque las historias existen en cualquier parte y las vidas, parece decirnos Kushner una y otra vez, tienen relevancia aunque no estén situadas en los estratos más altos. Y todo esto nos lo cuenta en un libro que se llena de reflexiones y arte, en el que hay proyectos y fotografías y en el que podemos encontrar la belleza incluso en unas magulladuras que desaparecerán pasados unos días.

     He disfrutado mucho con este libro del que he copiado citas una y otra vez en mi cuaderno. Un libro que admite tanto la lectura voraz como la pausada, apto por lo tanto, para todo tipo de lectores.

     Y vosotros, ¿recordáis algún libro del que hayáis visto únicamente buenas opiniones?

     Gracias.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Noir. Robert Coover


     "Estás en el depósito de cadáveres. Donde hay una luz extraña. Sin sombras, pero como en negativo, como si la luz misma fuese sombra, al revés. Los fiambres no están a la vista, temporalmente archivados en cajones como datos de carne, congelados a su propia temperatura desangrada. Sus historia s no han concluido, sólo que ellos no podrán leerlas. En tu oficio, no es tanto un lugar donde las cosas terminan como un sitio en donde empiezan."

     Hace un par de semanas leí mi primer libro de Coover, se puede ver en el blog el tiempo que hace que saqué Pinocho en Venecia. Lo dije ya entonces, me había encantado y pensaba repetir sin tardar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Noir.

     Conocemos a Philip M. Noir, detective privado en un sórdido New London. Un hombre ajado con un despacho compartido por su secretaria Blanche, la que pone las cosas en orden. Recibe la visita de una mujer viuda, que quiere saber quién es el responsable de la muerte de su marido y evitar de paso morir ella. Tras aceptar el caso buscará informadores, bares y sombras, seguidor por Blue, acechado por una viuda que pronto aparece muerta.

     Noir es una novela negra, debería de comenzar diciendo. Hay un crimen, hay un detective, un policía y un misterio. Una ciudad fea, muchos malos, confidentes, copas, peleas, más confidentes, algún filete de lomo, más bares y, como no, mujeres. De esas que tiene que haber en todo clásico del género. Pero decir todo eso no deja de ser repetirse en los clichés de las historias de detectives mal afeitados y de ropa arrugada, y eso lo sabe Coover y lo utiliza en su novela. Porque de eso va realmente Noir, con esa narración en segunda persona que se clava en la retina del lector desde las primeras frases, cortas, certeras, visuales. En esta novela está todo medido, desde la atmósfera hasta los nombres de los personajes, pasando por la longitud de esas frases. Y el resultado funciona, qué duda cabe.

     Coover nos deja una novela sobre tipos duros del cine más clásico. Cada página nos suena por haber visto algo similar, solo que Coover lo revisa, lo enlaza consiguiendo ironizar sin parodiar, convirtiendo esta novela en la retorcida broma de un genio de las letras. Porque hay que ser muy bueno, para permitirse un libro como Noir y salir airoso de él. Jugar con un lector que se divierte tanto como posiblemente el autor mientras concebía el juego. Saltar por esa prosa casi fragmentada que parece divertirse con el desconcierto que provoca su comienzo, y no necesitar hacer equilibrios para no perderse. Buscar la expresión más baja, el juego, la historia de esa amante, ahora prostituta, que dos hombres llenaron de tatuajes para contarse una historia que se convirtió en obra de exposición. Y no pensar si viene a cuento detener una huida para que la veamos, porque sabemos que debemos verla aunque no nos importe el motivo porque Coover ya ha conseguido que nos subamos a su diabólico tren.
     La ambientación es casi literal. La novela está plagada de referencias a la luz y las sombras que no hacen más que acentuar esa sensación cinematográfica de la que hablaba al principio, logrando que visualicemos cada escena como un capítulo en blanco y negro. Las calles oscuras, las lámparas luminosas, la ropa interior blanca, las sombras negras y la tinta... también. Y aún no he hablado lo suficiente de su protagonista, tan ajado y cansado como le corresponde y a su modo desconectado de los avances de un mundo moderno cuando aún no era moderno. Un hombre tan capaz en sus actitudes como desorganizado en sus aptitudes que persigue la sombra de un caso, el velo negro en realidad, del que olvidó hacer demasiadas preguntas tal vez ocupado mirando las piernas de aquella viuda que un día entró en su despacho. Una vez más una suma de clichés capaz de construir al protagonista perfecto para esta historia cuya trama se desarrolla hasta la última página, dejándonos un final que, por usar palabras del propio autor, tienes clara una cosa: "nada podría haber ocurrido de otro modo. Estás, concluida la partida, donde debes estar." Pero claro, eso lo sabes una vez finalizado el libro, y yo no os lo voy a explicar.

     Noir es una novela divertida, un inteligentísimo homenaje retorcido a un género ahora de moda, que serpentea jugando a montar y desmontar clichés para deleite del lector. Lo sigo diciendo, Coover es un descubrimiento.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias