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sábado, 27 de noviembre de 2010

La piedra

Anochece en San Carlos del Valle con la intensidad con las que anochece una noche de lluvia de noviembre en nuestros pueblos de La Mancha
Débilmente cientos de gotas se balancean desde el grisáceo (casi oscuro) cielo sobre la verticalidad de mi paraguas.
Avanzo a través de las calles dirigiendo mi paso decidido camino de la sierra.
No sé si es una locura o la necesidad de alcanzar la piedra desde donde todo tiene sentido.
Indudablemente, de vez en cuando, tengo la necesidad de este espacio en soledad y del silencio de la tarde donde reflexionar conmigo mismo.
Descubrí este enclave una tarde de viento. Un piedra aislada en mitad de la sierra, desde donde se puede contemplar lo pequeño que somos.
Declina la última luz de esta tarde de noviembre y un hombre solo camina entre la niebla buscando su destino, mientras desde el cielo la lluvia (lenta y suave) lo llena todo.
A veces, bastaría tan sólo con saber mirar a nuestro alrededor para descubrir las cosas.
Hay que mirar alrededor
para descubrir las cosas.

A nuestro lado
la vida
se llena de un contenido
particular
que nos afecta,
y de una idiosincrasia general
que nos influye

Porque no es sencillo
caminar solos la senda
de los días,
necesitamos que los versos
nos sostengan
los segundos de ausencia
que te escribo.

domingo, 31 de octubre de 2010

El cielo pinta gris

Esta tarde de otoño, de cielos grises que se agolpan en la distancia del horizonte, de viento que doblega los paraguas y los pensamientos de las personas, la lluvia es el regalo más hermoso.
El cielo pinta gris sobre los tejados mientras la lluvia golpea nuestras frentes y nuestros rostros para traernos las gotas más sinceras a la necesidad de esta tierra.
En estas tardes que la naturaleza nos regala de vez en cuando, se hace más preciso que nunca detenerse a reflexionar sobre la huella y el camino.
Pesa la tarde como una losa sobre nuestras cabezas mientras llovizna amor desde los cielos. Bajo el paraguas deambulo las calles sinuosas de mi querida La Solana y en la penumbra de sus recodos descubro el silencio más perfecto para llenarme por completo el instante en el que habito.
Hay tardes sin fecha y días sin calendario en los que es mejor dejarse llevar.