Narración delicada y conmovedora de los últimos años en la vida de una mujer que zozobra en la senilidad, Mi madre es probablemente la novela más bella, emotiva y personal del autor de La escopeta de caza. En unas páginas autobiográficas inolvidables, Inoue plasma con sobrio lirismo la muerte de su madre, así como el previo e imparable proceso que la lleva a desvanecerse en vida, a fallecer de mil pequeñas maneras antes de cruzar los umbrales definitivos de la desaparición. Ésta es, a fin de cuentas, una historia tan vieja como el mundo, una amarguísima prueba por la que todo ser de carne y hueso debe pasar: ser testigo de la extinción de aquellos que le dieron la vida, y antes, vivir el no menos doloroso trance de ver cómo la edad convierte a los progenitores en niños indefensos en brazos de sus propios hijos, de pronto devenidos padres, cuidadores. El acercamiento de Inoue al tema es de gran sutileza, dejando espacio y tiempo a los hechos, los detalles, los pequeños momentos, que brillan aquí y allá a lo largo de ese declive, otorgándoles una humilde solemnidad. Más allá de las sombras que se proyectan en él, Mi madre es, en realidad, un libro lleno de amor que se erige, en última instancia, en un canto imperecedero a nuestra finitud, a nuestra infinita fragilidad y a la eterna e ineludible figura de la madre.
Yasushi Inoue (井上靖) was a Japanese writer whose range of genres included poetry, essays, short fiction, and novels.
Inoue is famous for his serious historical fiction of ancient Japan and the Asian continent, including Wind and Waves, Tun-huang, and Confucius, but his work also included semi-autobiographical novels and short fiction of great humor, pathos, and wisdom like Shirobamba and Asunaro Monogatari, which depicted the setting of the author's own life — Japan of the early to mid twentieth century — in revealing perspective.
1936 Chiba Kameo Prize --- Ruten,流転 1950 Akutagawa Prize --- Tōgyu,闘牛 1957 Ministry of Education Prize for Literature --- The Roof Tile of Tempyo,天平の甍 1959 Mainichi Press Prize --- Tun-huang,敦煌 1963 Yomiuri Prize --- Fūtō,風濤
I very much enjoyed Inoue’s ‘The Hunting Gun’ about 6 weeks ago and so ordered another one of his classics ‘The Bullfighter’ which I did not like as much, and a memoir from him about his mother. This memoir was a pleasant read (a solid 3 stars for me)…in paperback format, 164 pages, so it was a quick read for me.
He wrote it in 3 installments spaced about 10 years apart…when his mother turned 80 ‘Under the Blossoms’ (1964), when she turned 85 ‘The Light of the Moon’ (1969), and when she turned 89 and died 3 weeks before her 90th birthday ‘The Surface of the Sun’ (1974).
She essentially was suffering from dementia and it was getting worse as the years went on. She, according to Inoue (with corroboration from his sisters who took care of her), would progressively forget decades at a time. The first to go was the most recent decade, and so she forgot her life and memories when she was in her 70s (and so she forgot about her husband apparently although he was with her for many years prior to that so that did not make a lot of sense to me), and then she forgot when she was in her 60s and so. She also got up in the middle of the night and was shining her flashlight in other people’s eyes, apparently looking for her mother or looking for her child. You couldn’t ask her I guess...or if you did her answers didn’t make a whole lot of sense. She was still able to function although she had to be cared for my her daughters, first one daughter, and when she was going crazy bonkers from her mother, she handed the mother off to her sister—it was just frustrating to all who took care of her having to listen to her ask the same question or make the same comment every 10 minutes or so, as she forgot that she had asked that question or made that comment in the past.
One thing the mother was fixated on in one part of the memoir was making sure she gave funeral money gifts (Kouden). This is something I was clueless about. But after googling it, seems like a great idea to me. Sure beats people spending a boatload of money on fancy and expensive floral displays which get pitched in a pile after the funeral services are over. • ‘Kouden’ is a monetary gift to offer to the deceased and the survivors in place for incense or flower. This is to mourn the deceased and at the same time to show your sympathy to the survivors by supporting a part of the funeral expenses in the needy time. When you attend a wake, a funeral or a farewell service, you need to bring some money in a special envelope called ‘bushuugibukuro’. If you cannot attend any of them, you must send the money in the ‘bushuugibukuro’ via a registered mail. However, when the ‘fuhou’ notice says no ‘koden’ accepted, you don’t have to prepare ‘koden.’ • See this link for more details such as how much to pony up depending on relation of deceased to you, and how to prepare the envelop that contains the money, etc.: https://livinginjapan.net/2019/05/00242/
This writing near the end of the memoir was touching to me, which described the mother’s state of mind close to her death: • I wondered whether Mother had now truly reached the epitome of isolation. She was no longer moved by “the pain of parting from loved ones,” nor did she trouble herself with the deaths of others or their funeral gifts. …her body and mind had deteriorated too far for her to play a part in the dramas she created. She may have returned to childhood, when she was trained to be an arrogant little girl, but the stage lights had been turned off and all the sets enveloped to the night. Not only had she lost her husband, her life’s companion, she has also lost two sons and two daughters. Siblings, relatives, acquaintances, intimates—she had lost them all; or perhaps abandoned them all. When Inoue said she lost them all, some of her loved ones were still alive…she just was not aware of her relation to them because of her dementia.
And this is from part of a review in the New York Times by Edith Milton (6.26.1983)—I include it here because I wanted to end with the point that the memoir was not really a depressing read to me—it was a ‘good read’! • “…And yet, despite the negation of that existential image, which seems to me to hold the meaning of the book, Mr. Inoue's assessment is not really a despairing one. It is, instead, strangely decorous and graceful. What is important, what is most powerful in ''Chronicle of My Mother,'' is that it transforms the confusion of an old woman's mind into a statement of community, a sense that oblivion and resignation to loss are more than the distressing manifestations of a failing vitality; that they bind life's beginnings to its conclusion, and hold us in the unity of a shared bond.” http://booktrek.blogspot.com/2011/03/...
«como hijo sueles pensar que tus padres nunca te olvidarán, pero es un punto de vista muy ingenuo.» «Aunque viviera en un mundo de noches nevadas, yo no era capaz de interpretar ningún papel en las obras de ficción que ella misma inventaba porque su cuerpo y su mente estaban demasiado debilitados». «abuela, has empezado algo importante ¿verdad? has empezado a vivir en un mundo que solo te pertenece a ti era verdaderamente un mundo propio que no tenía validez para nadie más».
Dividida en tres partes: bajo los cerezos en flor, claro de luna y el rostro de la nieve, Inoue plasma pequeños fragmentos de la vida de su madre, con demencia senil y como la enfermedad la va haciendo desaparecer antes de que le llegue la muerte. ¿Cuántas preguntas se hace alguien que ve irse así a un ser querido?. Cómo no se puede acordar de mí, porque me olvidó antes que a mis hermanos, olvidó a mi padre, quién ese hombre que apenas recordamos el resto. También están los cuidados, el cansancio y agotamiento de los cuidadores, la burla de los más jóvenes por la incomprensión de una enfermedad que convierte a mujer de ochenta años en una niña.
Lo que nos encontramos en Mi Madre, es que Yasushi Inoue nos trae al final una pequeña carta de amor, de despedida, una novela que permanezca por si falla la memoria, dedicada a su madre. Con esa belleza que nos evoca lo japonés.
Súper duro pero a la vez súper sensible y dulce. Son unos textos autobiográficos de este señor japonés, que es escritor, sobre cómo su mamá, desde los ochenta años, se va deteriorando y de a poquito perdiendo la cabeza. La manera en que él y toda la familia lo enfrenta es muy asiática, por así decirlo, llena de respeto a los antecesores y de conversación y algo lindo que se ve es que su deterioro los une antes que separarlos.
Es una ternura, la verdad, y se lee súper rápido. Por supuesto que también da un poco de pena, todo lo que es el declive y la muerte de alguien, porque en algún momento será también la nuestra, y también da cierto existencialismo, pero igual vale la pena leerlo, en especial si se tiene curiosidad sobre el tema. Es muy interesante y está escrito con mucho cariño y con mucha dignidad y aceptación, sin nunca mirar a la señora en menos. Uno lo termina con una gran sensación de paz.
Cuatro estrellas y no cinco porque varias cosas que se repiten y algunos capítulos parecen superpuestos. Probablemente sea algo del formato, porque el autor escribió distintas cosas en distintos tiempos y luego publicó todo junto, pero igual echa a perder un poco la cosa eso de la mala continuidad.
Una cita que destaqué: " Con la muerte de mi padre también comprendí que una de sus misiones en vida había sido protegerme de la muerte. Mientras él vivía - o quizá precisamente porque vivía -, yo nunca había pensado en mi propia muerte (al menos no de forma consciente, solo como algo que tenía escondido en un rincón del alma). Pero cuando mi padre murió, el conducto que me separaba de la muerte se despejó de repente y quedó completamente abierto, así que me vi obligado a mirar una de las mitades del rostro de la muerte: empecé a pensar que a mí también me llegaría la hora.
Con la muerte de mi padre aprendí que él me había protegido a mí, su hijo, por el simple hecho de estar vivo. No es algo que se haga de forma consciente; no se trata de un pacto entre humanos ni de una cuestión de amor filial. Se trata de algo que hace de la simple relación entre un padre y un hijo y es, sin duda, el vínculo más genuino que pueda existir entre ambos. "
Libro autobiográfico en el que el autor cuenta, desde su propia mirada, los últimos años de su madre, afectada de Alzheimer, cuando los recuerdos y la propia identidad empiezan a difuminarse. Narrado con el mimo y la verdad propios de quien está viviendo la enfermedad en primera persona, me ha parecido una historia delicada y muy emotiva. Qué mejor homenaje a su madre que dejar su huella escrita en un libro
“Abuela…has empezado algo importante, ¿verdad? Has empezado a vivir en un mundo que sólo te pertenece a ti”
CHRONICLE OF MY MOTHER (translated into Spanish as MI MADRE) is Yasushi Inoue's autobiographical novel which explores the loss of both of his parents.
The first chapter describes his father's rather sudden death, however, the rest of the book recounts the last fifteen years of the author's mother's life and the way his family struggled to adjust to her increasing senility.
This is a short book, sensitive, poignant and tender, sometimes even humorous, which explores the process of aging and the way a vital, strong person's life dwindles irreversibly, little by little. It is also an account of the painful challenges a family with aging parents must face.
Inoue was a prolific writer who won many prestigious Japanese prizes and fortunately, some of his books are now available in translation.
Hermoso, sutil y elegante. Narra con profundo amor la demencia senil de su madre hasta el momento de su muerte. Personalmente he leído varios libros de este tema porque estoy viviendo este proceso y este ha sido el único que lo ha relatado de una manera poética, bella y tan real, me encanta como trataba de encontrarle simbolismos a los episodios de su madre y como se tejian las relaciones familiares en torno a esta enfermedad que si bien es durísima entrega inexplicables bendiciones.
"Ahora vivía sola en la casa donde había crecido. Todas las noches nevaba. Y ella solo miraba la blanca superficie de la nieve, el único recuerdo que conservaba de los lejanos y olvidados días de su juventud."
In the book, Shirobamba, we read about Yasushi Inoue's childhood in a small village in Japan, while the world is on the cusp of WWI and an era is about to be wiped away worldwide. Shirobamba's story of everyday life in Japan preserves a culture and time period that was soon gone.
In Shirobamba we briefly meet Inoue's mother, whom he does not live with, because she and his father live in Tokyo, where his father is an army doctor. Apparently having more than one child was too much for his mother to cope with so she sent him back where he is raised by Granny, a woman he is not related to but was once his great-grandfather's mistress.
His mother comes one time to the village and makes it her mission to make everyone miserable. Everyone needs to be corrected and reproved of all the deficiencies, of which, according to his mother are many. We see a domineering, self-absorbed woman who is unpleasant to be around. When she leaves on the train, looking back and glaring at everyone in disapproval while she waves, someone says, "Well, she's gone." And Granny says, "What a relief!"
Everyone laughs and Inoue's young Aunt says, "Yes! What a relief!"
That is the mother of which we get a glimpse in Shirobamba.
Chronicle of My Mother is comprised of three essays, each about four years apart. The first one, Under the Blossoms, starts with Inoue's father's death. Inoue gently describes his mother's gradual mental deterioration, starting in her late seventies and the behavior it causes as she lives with him, then, in turn, with his brother and sisters. Light of the Moon takes place four years later and the last essay, The Surface of Snow, four years after and his mother's final days.
The oncoming dementia begins to erase years of his mother's thinking. They realize that her mind is retreating backwards. First she cannot remember anything that happened in her eighties, then nothing beyond her sixties, until she is a teenager and she forgets her husband, no longer recognizes her children, and, because they are now "older" than her she starts addressing them as "Grandfather" and "Grandmother".
There is a lot of struggle and battle of the wills as his mother demands to go home, when there is no home to go to, or when she asks the same question over and over again because she does not remember asking it. Inoue and his family have the unsettling experience of finding his mother haunting the house, walking through the halls and into people's bedroom, peering at their faces with a candle she holds.
I can only tell what this story is about, but I cannot capture Inoue's poignant literary skill, as soft and beautiful as a poem picture scroll (Japanese landscape painting: shigajiku).
That is what Yasushi Inoue has written: a shigajiku of his mother.
Mi madre nos cuenta de manera delicada y conmovedora los últimos años de la vida de la madre del escritor Yasushi Inoue. El escritor nos narra de forma casi dolorosa las distintas muertes que sufre su madre en los últimos años de su vida por la demencia senil, y digo distintas muertes porque está cruel enfermedad avanza matando partes de tu vida, eliminándolas de tu memoria hasta que pasan a ser NADA. Es una cruel enfermedad, que por desgracia, a igual que muchos, vivo de cerca y cuanto más cercana más cruel y más difícil de entender. Me ha gustado mucho la lectura porque me he sentido muy identificada con mucha parte de ella: el querer entender la mente de alguien que sufre Alzheimer o Demencia Senil, una labor imposible pero inevitable si es un ser querido, siempre queremos entenderlo para sentirnos más cerca de quien ya nos ha olvidado...
Lectura un poco lenta pero muy placentera.
“ Para entender a una mujer de 84 años hay que ponerse en la piel de una mujer de 84 años”
“ Tal vez mi madre empezara a notar el peso del polvo que se nos acumula día tras día sobre los hombros, casi imperceptiblemente, por el simple hecho de vivir.”
Mostrar como progresivamente la demencia transforma a tu madre de verdad es desgarradora. Sin embargo al libro le faltó algo más de sentimentalismo para de verdad poder generar fuertes emociones. Sin embargo lo recomiendo y el que sea corto permite terminarlo rápidamente y tener una lectura amena.
Existen historias tan viejas como el mundo, y una de ellas, una prueba por la que casi todo ser humano debe de pasar, es la de ser testigo de la muerte de aquellos que nos dieron la vida, y como se lee en la contraportada: “padecer el trance de ver cómo la edad convierte a los progenitores en niños indefensos en brazos de sus propios hijos, de pronto devenidos padres, cuidadores”.
“Mi madre”, es un testimonio sobre los últimos años de vida de Yae Inoue, que Yasushi Inoue nos ofrece, en una lucida y conmovedora crónica sobre el deterioro mental que sufrió su madre, producto de la demencia senil que se disparó a partir de la muerte de su esposo. Texto escrito con delicadeza, lleno de amor y respeto, donde a través de los diálogos familiares, vamos conociendo la historia y la personalidad de la abuela, como la nombran toda familia.
Yasushi Inoue (1907-1991) no nos es muy conocido porque ha sido escasamente traducido al español, pero gozó de gran reconocimiento en su país natal, donde fue galardonado con casi todos los premios literarios que se entregan en Japón. Autor de poesía, novela, cuento y ensayo, también se dedicó al periodismo y algunas sus obras fueron llevadas al cine y a la televisión nipona. Gran acierto de Sexto Piso rescatarlo para nuestro mercado.
Dividido en tres partes que abarcan 8 años, narrado con una prosa delicada que alcanza en momentos tonos poéticos, “Mi madre” nos revela las reacciones, reflexiones y preocupaciones que provoca en toda la familia la situación de la abuela, en un sobrio retrato de la relación que cada miembro del clan guarda con la matriarca. Yasushi Inoue fue el primogénito de cuatro hijos: su hermano menor, cuyo nombre no recuerdo, y dos hermanas: Shigako y Kuwako, sobre quienes recayó la custodia de la madre.
Ellos, junto con sus parejas, sobrinos, hijos, dialogan sobre las conductas de la abuela, que van desde la constante repetición de las cosas, hasta el olvido -que en ocasiones parece selectivo- de personas y eventos que fueron relevantes en su vida, como el caso de su marido, al que nunca menciona, y de quién Inoue, al inicio del libro, nos hace una emotiva semblanza.
Todos ofrecen diagnósticos, suposiciones, ideas, reflexiones sobre las razones y sinrazones de lo que dice, no dice, repite y urde la abuela. Todos se preocupan, y dentro de sus alcances, intentan ayudar, hacerle más llevadera la vida, llenándola de compañía, amor y paciencia.
Escrito con delicadeza, con respeto hacia la madre y hacia los lectores, pues nunca dramatiza lo ya trágico, ni resalta la comicidad de situaciones que se producen en ocasiones, la historia fluye con una tonalidad conmovedora, moderada, nostálgica, evocadora.
Dudé mucho sobre la conveniencia de leer el libro. Mi madre, de 86 años cumplidos, presenta síntomas del deterioro que en la mente, produce el paso de los años. Pensé que me podía alterar su lectura. Sucedió lo contrario: me llenó de paz, de amor, indulgencia, mayor comprensión de la etapa que vive y grandes deseos de disfrutarla lo que nos quede de vida.
Libro hermoso, luminoso, emotivo; “Mi madre” es un “canto imperecedero a nuestra finitud, a nuestra fragilidad y a la eterna e ineludible figura de la madre”.
Como el mismo autor menciona este libro es un híbrido entre ensayo y novela, aunque para mí es más lo primero que lo segundo.
Uno no pasa por alto la manera tan delicada y melódica en que Yasushi Inoue transmite los últimos años de vida de su madre, o mejor dicho su versión de esos años.
Si bien esta novela sirve para recordar que nuestros padres no son eternos, también es un tributo a una mujer en los diferentes aspectos de su vida: una pequeña mimada, una niña pícara, una esposa sumisa y una madre. Y al final queda una mujer en un mundo que todos ignoran y al que no fueron invitados. Incluso, puede que sean varios mundos, varios tiempos que posiblemente la abuela no comprende tampoco.
También nos habla de los hijos, de los nietos, las personas que viven esta enfermedad desde fuera, con impotencia, con frustración, con resignación... pero sobretodo con amor.
Inoue narra los últimos años de la vida de su madre que va paulatinamente perdiendo la memoria debido a la demencia senil. Va contando como poco a poco ella vuelve a la infancia olvidando la mayor parte de su vida e incluso a su propios familiares. La familia la cuida con delicadeza y paciencia e incluso los nietos se involucran en su cuidado. A veces pienso que ese retorno a la infancia que a veces se da en la vejez es como un retorno a Dios de donde venimos y a donde vamos. La vejez poco a poco nos va llevando a ese tránsito final mientras nuestros seres queridos se esmeran en nuestro cuidado.
Muy bonita lectura y muy nostálgica Como debe ser una lectura asiática Primera vez leyendo al autor Es la historia de un matrimonio donde el esposo muere y los hijos ( ya mayores ) se dan cuenta de que su padre no era el único enfermo,su madre también lo estaba. Sufría demencia senil y a partir de ese momento comenzaron a cuidarla entre todos, descubren otro lado de su madre. La enfermedad empieza a deteriorarla cada vez más y se van dando cuenta de cosas que ella quizás había mencionado en alguna ocasión pero ahora estaba en otra etapa de su vida, cada vez iba recordando más de su juventud. Me gusta que los hijos siempre estuvieron ahí y no es el tipo de historia donde estaban apartados y esto los une, pero si les hace ver las cosas que marcaron un antes y después con su madre.
If an emotional love—even just a tiny fragment—has endured throughout a person's life, then one cannot say that life has been entirely wasted. (p. 33)
Inoue Yasushi (1907-1991) was primarily known as a historical novelist from Japan and author of such acclaimed works as Tun-huang. In Chronicle of My Mother, translated by Jean Oda Moy, the novelist wrote about the last decade of his mother's life. It followed the mother's aging, senility, and death, up to the late age of 89. The chronicle was divided into three parts. "Under the Blossoms," the first, was published in 1964. The succeeding, "The Light of the Moon" and "The Surface of the Snow," were published five years apart from each other. Inside these poetically titled sections, Inoue shared first-hand accounts of the difficulties he and his siblings faced while caring for their mother ("Granny"). The deterioration of Granny's physical and mental health was detailed in very concrete terms that were surprisingly devoid of self-pity. The children tried to rationalize the puzzling gaps in Granny’s memory. The events that she was able to recall from her past and the possible explanation for this selective memory were a constant preoccupation for Inoue. Granny's senility was evident from her utter forgetfulness, repetitiveness, and mood swings: "We first became aware of the severity of her condition when we realized that Mother herself did not understand, or accept, the fact that she kept forgetting what she said and repeated herself. . . . although she heard what was said, she retained it only that moment and promptly forgot about it." Despite Granny's condition, which was stressful for all those caring for her, her children were very understanding of her condition. They were supportive of each other and were very willing to attend to her needs.
The family culture that was described in the chronicle was exclusively Japanese, though the universal theme will resonate for anyone. In the translator’s introduction, Jean Oda Moy, an Asian American, described the increasing lack of regard for aging parents as a result of materialism: "With the unprecedented social and cultural changes taking place in Japan today, many traditional values which might appear to interfere with productivity and 'success'—in short, with rampant materialism—are losing ground. . . . In Japan as in the West, the elderly today are frequently shunted aside, ignored, or made to feel they are a burden." Inoue's family, as portrayed in the book, was one of those who adhere to a strong sense of duty and love for old parents. The economy of words, the poetry, and the lack of sentimentality made Chronicle of My Mother a touching and accessible read. It is a good example of "grief literature," one that was by no means a depressing elegy. On the contrary, the reader can sense positive feelings from the book and this could be attributed to Inoue's empathy, compassion, and love for his mother. He produced an intimate memoir, one that also served as a paean to motherhood and family ties.
Drei essayistische Texte: "Unter den Blüten" (1964), "Der Glanz des Mondes (1969) und "Die Schneedecke" (1974), in denen Inoue, einsetzend mit dem Tod seines Vaters, die zunehmende Demenz seiner zu der Zeit 80jährigen Mutter schildert. Zunächst verliert sie ihr Kurzzeitgedächtnis, sodass sie innerhalb von Minuten jedes ihrer Gespräche und jede Handlungen vergisst und sich daher andauernd wiederholt. In den 9 Jahren bis zu ihrem Tod bleibt sie körperlich gesund, jedoch verlöschen nach und nach ihre Erinnerungen, beginnend mit den jüngsten, bis ihr nur noch die ihrer Kindheit bleiben.
Selten verlässt Inoue seinen nüchternen Berichtsstil: "Auf meiner Netzhaut spiegelte sich das Bild, wie meine junge, dreiundzwanzigjährige Mutter auf der Suche nach mir, ihrem Baby, diesen Weg entlanglief. Aber noch ein anderes Bild befand sich darauf. Ich, nun über sechzig Jahre alt geworden, suchte meine fünfundachtzigjährige Mutter und lief denselben Weg. Das eine Bild war irgendwie kühl und glänzte feucht, das andere hatte etwas Erschreckendes an sich. Beide Bilder überlagerten sich und verschmolzen zu einem. In dem einen Bild war ich ein Baby und Mutter dreiundzwanzig Jahre. Auf dem anderen war ich dreiundsechzig Jahre alt und meine Mutter besaß das Gesicht einer Fünfundachtzigjährigen. Das 40. Jahr Meiji und das 45. Jahr Showa wurden eins, und die dazwischenliegende Zeitspanne von sechzig Jahren schrumpfte in dem Glanz des Mondes zusammen und dehnte sich wieder aus. Die Kühle und das Erschreckende vereinten sich und wurde von dem scharfen Mondlicht wie durchbohrt.«
Friedrich Dürrenmatt: »...Was mich bewegte, war, wie nicht nur Inoue, seine Frau und seine Kinder, sondern auch seine Brüder, seine Schwester und sein Schwager am Alterszerfall teilnehmen, wie sie wahrnehmen, ohne die alte Frau zu entmündigen oder abzuschieben, sondern mit unendlicher Ehrfurcht vor dem Abspulen eines Lebens ... wie sie überlegen, wenn die alte Frau des Nachts mit einer Taschenlampe die Zimmer durchstreift, ob sie als junge Frau ihren Sohn oder als kleines Kind ihre Mutter suche, bis sie endlich bemerken, daß sie alle für die alte Frau gestorben und daß sie alle für die alte Frau jemand anderes sind, Fremde.«
Konrad Feldt, der Protagonist aus Gerhard Roths Roman "Der Plan": »"Meine Mutter" war eine Glimmerschieferplatte in einer Wiese, die von einem suchenden Taschenlampenkegel erhellt wurde. Es war ein Nachtbuch, etwas von einem entsetzlichen, quälenden Schweigen ging von ihm aus und die Düsternis einer schwarzen Wolke, die einem Tintenfisch im Meer entquillt.«
Descubrí a un nuevo escritor japonés. Me da escalofrío pensar en una persona senil, viviendo en otro mundo, muriéndose de a poco con un cerebro en plena desintegración. Así le pasó a la madre del autor. En general, se me hizo largo y pesado. Sólo al final hubo algunos avances, hipótesis nuevas, conversaciones, recuerdos, viajes. El comienzo también es bueno pero dos tercios del libro son tediosos.
“Mi madre” narra, entre la novela biográfica y el ensayo, la muerte de la madre de Yasushi Inoue así como el previo e imparable proceso que la lleva a desvanecerse en vida, a fallecer de mil pequeñas maneras antes de cruzar los umbrales definitivos de la desaparición a causa de la demencia senil que padece. Una novela emotiva, conmovedora, muy tierna y llena de mucho amor y respeto a nuestros mayores, un aspecto que muchas veces se nos olvida en nuestra cultura occidental. Una historia que va calando al lector, sobretodo a quienes hemos tenido que ver el deterioro a diario de nuestros padres y hemos sido testigos de la extinción de aquellos que nos dieron la vida, y antes, vivir el no menos doloroso trance de ver cómo la edad convierte a los progenitores en niños indefensos en brazos de sus propios hijos, de pronto devenidos en padres y cuidadores.
«Tal vez mi madre empezara a notar el peso del polvo que se nos acumula día tras día sobre los hombros, casi imperceptible mente, por el simple hecho de vivir.»
Era bonito cuando profundizaba sobre la relación con su familia y se preocupaba por explorar aspectos de afecto y memoria (me gustó leer sobre el padre). Pero algunas veces sentía que se quedaba en una descripción, como si le faltara algo.
Creo que el libro es una compilación de varios escritos independientes porque a veces los capítulos se sentían separados y repetitivos, desde detalles que ya se habían dado a conocer hasta las reflexiones en general, no sé si eso sea una cosa de la temática.
3.5 En esta historia, Inoue nos narra la vida senil de su madre. De como, gradualmente la demencia va a ir absorbiendo sus recuerdos, haciendo de su cuidado toda una parafernalia entre divertida y triste hasta su último recuerdo. Muy emotiva.
No es casualidad que en la primera parte del capítulo inicial de la novela titulado “Bajo los cerezos en flor”, Yasushi Inoue hable primero de su padre. Un médico militar que antes de cumplir los cincuenta años decide retirarse al pueblo de Izu con su esposa y dedica los treinta años siguientes a no salir de casa y a cultivar un huerto que alimentándolo a él y a su pequeña familia le permite a su vez cultivar una misantropía que no lo abandona hasta que la muerte lo alcanza cuando cumple ochenta años.
Este preludio sirve al escritor japonés para ilustrar la cotidianidad que rodeó a sus padres durante tres décadas. En una sociedad patriarcal, que acababa de perder la Segunda Guerra Mundial y debió tener miles de desertores militares entre sus filas, la vida de una mujer y su posición dependían en gran medida de las decisiones que su padre o su marido tomaran. La madre de Inoue tuvo que acompañar, quisiera o no, a su esposo en ese retiro acaso injustificado y un poco anti heroico a sus ojos habiendo ella sido criada por su abuelo Kiyoshi, que también fue médico militar, pero cuyo prestigio duró más años y esfuerzo. Acaso ese retiro fue la semilla de donde nacería el olvido y desdén de la madre por su marido. Cinco años después de la muerte de este, la demencia comenzó a manifestarse en ella y fue olvidándose poco a poco de todos sus hijos, hermanos y nietos, pero en especial mostró desinterés por el hombre con el que compartió tantos años. Esta idea del rencor hacia el marido no obsesiona al escritor, pero la pulcritud de los detalles de su prosa permite a los lectores reflexionar sobre las costumbres japonesas: “es posible que durante una larga vida conyugal –y sin que tenga nada que ver con sentimientos como el amor o el odio–, los maridos impongan a sus mujeres esas obligaciones que se depositan en sus hombros como finas capas en forma de resentimiento. Si es así, el marido es el culpable y la mujer, la víctima”.
Este ejercicio de ficción escrito en 1975, que ve su versión en español gracias a Marina Bornas el año pasado, es un intento de Yasushi Inoue que tiene por objetivo situarse ante diversas interrogantes tales como qué significa esperar la muerte, qué vasos comunicantes hay entre realidad, pensamiento, memoria y cuerpo, cuál es la verdadera naturaleza del tiempo y qué impacto llegan a tener los afectos dados por la crianza. El escritor define este libro como un híbrido entre ensayo, novela y crónica. Diría que tiene un singular encanto, más allá del género literario. Para mí, su sentido hace eco en una entrada de los cuadernos de Albert Camus escrita en enero de 1936: “no se piensa sino por imágenes. Si quieres ser filósofo escribe novelas”. Mi madre, sin duda, es una pieza filosófica bien lograda. Su creación llevó una década por lo que, si hay algo que reclamarle, es cierta información repetida entre capítulos, señal de que tal vez la relectura no cobró fuerza en el proceso depurativo del autor. Nada que no se disculpe con la calidad de sus analogías; Inoue abre la narración con la imagen de su padre porque su pensamiento le ha revelado una conexión entre ciertas ausencias y el rostro con que nos escudriña la muerte: la partida del padre hace visible la mitad de dicho rostro y la de su madre hará lo propio con la mitad restante. No tener padres, de algún modo, permite que miremos de frente a nuestra propia muerte.
La batalla que libra su madre y los que la rodean con su demencia es el tema principal de la narración. Días, meses y años en que la anciana oscila entre la alegría y la malicia, el deterioro y el sobresalto, la repetición por olvido y la alucinación. La demencia es un planeta oculto en el “cerebro carcomido” de la madre al que los hijos no tienen acceso sino por medio de las suposiciones hechas mientras pisan la tierra de este, nuestro planeta racional. Comunicarse requiere de un esfuerzo mental donde la paciencia, el humor y la imaginación permiten respirar con alivio. No importa si se atraviesan ya solo puentes rotos. Todos se preocupan, pero son las mujeres quienes asumen el papel de cuidadoras. Los hijos tienen el privilegio del desapego ante los momentos críticos, si bien visitan y están pendientes de la condición de la anciana. Aun ella, en sus breves momentos de lucidez, pide que la cuiden sus hijas y no sus nueras. Parece ser lo más natural del mundo, una jerarquía familiar de los afectos poco cuestionada y aún funcional. La larga tradición, tanto oriental como occidental, nos dicta lo que conlleva ser hijo, ser hermana, ser padre o madre. Estas nociones suelen arraigar de tal manera en la mente de los involucrados que aun la madre de Yasushi Inoue es fiel a ciertas costumbres o prejuicios pese a la enfermedad: “Pero a Akio le habla de ese modo porque sabe que no es su hijo sino su yerno. A pesar de la demencia es perfectamente consciente de quién es quién”. La responsabilidad unida al sacrificio recae con mayor fuerza en las hijas y esto en la novela es expresado con dignidad. Ni Shigako ni la otra hermana se quejan o protestan humilladas; por el contrario, hacen de la empatía una virtud, del heroísmo un acto sencillo y cotidiano que se repite como las frases e historias que la “abuela” cuenta una y otra vez durante el día a sus nietos que la creen loca. Esto último no quita que la comodidad con que los varones aceptan dicha tradición de cuidado tenga algo de alarmante.
La lucidez y serenidad con que Inoue escribió Mi madre acaba por ser el mejor homenaje a la experiencia en que está basada la obra. No el sentimentalismo, ni la visceralidad de los desesperados, sino un punto de vista racional que intenta abarcar la complejidad de un momento para el que ninguno de nosotros nace preparado: cuidar a un anciano en la última etapa de su vida que, paradójicamente, guarda gran similitud con la de sus primeros años. El escritor vivió muy poco tiempo bajo el mismo techo de sus padres y hermanos, por lo que la distancia fue una atmósfera familiar común. A eso sumemos lo antes dicho, las hermanas se encargaron por años del cuidado exhaustivo, pero eso no anula las breves temporadas en que el escritor nominado al Nobel cuidó de la demencia de su madre. Esta distancia, reflejada en el estilo de la obra, la utiliza como motor para comprender y así narrar con mayor profundidad. La escritura es una batalla contra el lenguaje, la enfermedad también. Demente, su madre se aferra a obsesivas ficciones en lo cotidiano que acaban por ser su tregua con el lenguaje antes de la extinción. La madre anciana vuelve a ser niña, pierde seriedad y razón, pero aún juega. La realidad, como la literatura, tiene un carácter especular. No sorprende que, más allá de la convención jerárquica familiar, la novela sea un intento por iluminar las zonas oscuras del misterio de una vida. Al diseccionar los momentos compartidos con sus padres, Yasushi Inoue descubre que lo pasado posee una capacidad plástica capaz de dotar de ambigüedad toda acción y gesto humano. Cada hijo es lector de una realidad rica en matices “y siempre [acabamos] sacando la conclusión de que los hijos no saben gran cosa acerca de sus padres”.
A su vez la demencia moldea la personalidad de una mujer adulta y altera emociones y actitudes sin descanso. El escritor ve la enfermedad como una serie de espíritus que se posesionan de su madre por medio de deseos irracionales. La voluntad inquietante de la demencia despierta el interés de los hijos por contemplar de su madre “la titilante llama azul del instinto que ardía en algún lugar de su cuerpo y de su mente decadentes”. Entrar en contacto con esa intimidad a ratos tétrica permite a Inoue poner en duda que la vida vaya siempre hacia adelante. También nos forma el retroceso: volver a sentir y expresar lo ya vivido. Bajo ese influjo, envuelta en esa niebla densa que al avanzar entierra décadas de su vida, la madre se desconoce y a ciertas horas se reconoce, y este detalle extraído de su historia le permite sorprenderse, ¡ella vivió eso, ella estuvo ahí!
En medio del asombro, el desasosiego y la ternura, la memoria de la madre sufre una revolución que instala en el presente cierta tensión en la que participan todos los que la rodean. La enfermedad desdibuja una vida y a un tiempo deja al cuerpo encarnar épocas remotas. Una madre demente es un espíritu errante, puede ser una niña malcriada, una adolescente que no para de hablar de su primer amor, una madre que busca a su hijo perdido “como una gata busca a sus cachorros” o una abuela orgullosa que “preparaba el té para los invitados a pesar de que no había llegado nadie”. Ese “disco rayado”, esa “máquina estropeada” no deja de ser la última oportunidad que un hijo tiene de estar al lado de quien le dio la vida. Durante aquel último tramo de acompañamiento, Yasushi Inoue describe las dificultades de establecer una comunicación que no se apoye tanto en el pasado o en las referencias compartidas y ceda su sitio al estar incierto, a lo voluble. Los hijos adultos, como él, deben cambiar de papeles y hacerse cargo de los padres mediante una crianza que cultiva no un crecimiento en relación a los deseos futuros, sino tan solo un cuidado humano antes de la próxima desaparición. Es necesario dar un paso hacia la templanza y asimilar que “para tratar con una mujer de ochenta y cuatro años hay que ponerse en la piel de una mujer de ochenta y cuatro años”.
Mi madre fue llevada al cine en 2011 por Masato Harada y premiada en el Festival de Cine de Montreal. En términos de prestigio brinda a la carrera literaria de Yasushi Inoue una digna condecoración. No se convirtió en médico militar, como la protagonista de esta obra esperaba. Eligió el periodismo, las novelas, los cuentos, la poesía y se involucró en guiones para series televisivas y adaptaciones cinematográficas como Sword for Hire (1952) de Hiroshi Inagaki —con Akira Kurosawa en la fotografía— basada en la novela por entregas Sengoku Burai, que Inoue publicó en el medio Sunday Mainichi. Su lugar en la tradición internacional de las letras japonesas del siglo XX se sigue escribiendo. Su oficio, digno y lúcido, reivindica una historia entre millones dictada por un olvido violento. La demencia de su madre lo enfrentó consigo mismo y lejos de llevarlo a una resignación pudorosa y muda, lo condujo a una reflexión poética sobre la identidad y los afectos.
Nueve años de indagar en el sentido de una vida que apenas conoció, de interrogarse a sí mismo sobre la pertinencia de aferrarse a reparar lo que ya no tiene remedio: “la expresión que adoptaba mi madre cuando intentaba recordar —el cuello ladeado, la cabeza gacha y la vista fija en el regazo— contenía la humildad y la pena de un penitente obligado a confesarse. Pensé que no tenía ningún derecho a forzarla a evocar su pasado”. Nueve años de un cuidado amoroso, de un agradecimiento por esa espera espantosa e insólita que le permitió pasar más tiempo con su madre y recabar un archivo mental que después transformaría en esta obra literaria.
Cuando Yasushi Inoue se dirigía a Izu para velar a su madre “hacía un día radiante y el monte Fuji estaba precioso”, la imagen le hizo pensar “que era muy propio de [su] madre haber elegido un día tan radiante para morir”. Si bien la enfermedad algo tenía de ausencia anticipada, simbólicamente el funeral es el momento sagrado donde la ausencia definitiva de la persona muerta es la protagonista. Los japoneses son muy meticulosos en sus rituales, estos momentos graves y otros en apariencia intrascendentes llenan las páginas de Mi madre, una novela sobre el valor que tiene la vida sin importar la distancia que hay entre ella y el olvido o, su versión más fatal, la muerte.
Very moving, especially as the son and family tried to understand the motivation behind the mother's actions and words in what I think was an attempt to be closer to her even as she slipped further away. 'En effet, il s'agissait d'un univers auquel elle seule avait accès, qu'elle avait isolé du réel, par sa sensibilité, et réorganisé.' p.172.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que hablamos de la muerte de su padre en 1959 y la de su madre a principio de los 70. El libro fue escrito en 1975, pero por la bonita portada, a principio pensé que era un libro actual y por eso algunas cosas no cuadraban, como hablar en guerra.
Pronto me sitúe en el tiempo de los hechos, comprendí, la situación de su padre con la tendencia a la misantropía. Y tantos otros detalles que narra de la cultural oriental de una época posguerra. Me fascina conocer detalles de otras culturas y, aunque no es el objetivo del libro el autor siempre nos premia con detalles propios a ellos y tan distantes para nosotros, como por ejemplo que el hijo primogénito sea el único heredero de la familia.
El libro está dividido en 3 partes, Bajo los Cerezos en Flor, Claro de Luna y El rostro de la nieve. De mi punto de vista, Claro de Luna se repite mucho, así creo que mucho podría haber sido sustraído para agilizar la lectura.
Es muy bonita la relación de apoyo familiar y la atención que dan a la madre que sufre una demencia que se agrava de tiempo en tiempos.
Siempre me pregunté, mientras leía, si no habían médicos que podrían ayudar a la abuela y a la familia para sobrellevar las condiciones más extremas y peligrosas de la enfermedad. Solamente en las últimas páginas habla muy brevemente de un médico... no sé si a esa época la demencia no tenía tantos estudios y medicamentos para aportar mejor calidad de vida para el paciente y la familia. Lo bonito es que ellos se unieron para ayudar unos a los otros y dar lo mejor para la abuela, que día a día olvidaba algo más y hacía de la vida familiar un caos.
No faltó amor y respecto por esa anciana, y por los miembros de la familia que necesitaban ayuda, descanso de la función de cuidador, que nunca miramos, ni hablamos, pero es la que más sufre con la rutina.
¡Un lindo y delicado relato! Súper indico su lectura.
Mi madre es una narración que nace del dolor. Ser testigo de cómo la demencia va apoderándose de la mente de una madre, negras lagunas extendiéndose cada vez más, borrando recuerdos.
Yasushi Inoue escribe sobre la evolución de la enfermedad de su madre de una forma realmente lírica, una mirada llena de amor y tristeza que va deslizándose sobre los últimos años de su vida.
Al principio es incapaz de retener las pequeñas cosas del presente o aquello que acaba de suceder, mientras que el foco parece establecerse en aquellos momentos dichosos de su juventud. Un proceso en el que se distinguen las diferentes etapas y transformaciones. Su madre parecía haber experimentado una especie de regresión a aquellos primeros años de vida, en la que aparecían a veces destellos de lucidez o reflexiones propias de quien lleva el peso de demasiados años encima. Un cuerpo albergando a la vez a una niña y una mujer mayor.
Se trata de un libro precioso por fuera y maravilloso por dentro. No pude evitar emocionarme al terminarlo. Es una lectura que particularmente me ha llegado mucho!!
Es un libro tan bello y triste a la vez. Inoue nos relata la historia de su madre en sus últimos años de vida y cómo fue verla desvaneciéndose lentamente conforme se hacía más grande debido a la demencia. El relato es completamente personal y fue un recuento de la experiencia de Inoue, sus sentimientos en torno a lo que sucedía, lo que él pensaba que pasaba a través de la mente de su madre conforme iba olvidando acontecimientos y personas, hasta llegar a su muerte. Y aunque fue muy triste ver cómo ella iba desapareciendo cada vez más, también fue lindo ver que los hijos de todas formas recordaban todo lo que ella había vivido, y como trataron de hacerla sentir calmada hasta el fin, a pesar de que ella no los reconociera. Se siente como un alivio llegar al final, no tanto por pensar que ya va a descansar, sino porque como menciona el mismo Inoue en el relato, la habían perdido hacía mucho, y lo único que permanecía era el cuerpo de una mujer que se veía perdida. Me gustó mucho este libro, tiene las cantidades justas de nostalgia japonesa sin llegar a ser deprimente.
A memoir of the authorʻs final years with his aging motherʻs journey through dementia towards her death, "Chronicle of My Mother" is as well a mirror into his and his siblingsʻ and childrensʻ own understanding of aging and dementia. It is gently humbling as we see how the process affects not only the person experiencing dementia, but their loved ones, and how we can never accompany someone in their journey through dementia, as much as we may care for them. At the end of it all, i suppose we all face that journey alone.
Si ya me quedé enganchada con este hombre en "La escopeta de caza" con "Mi madre" me ha ganado. Aquí encontraréis el testimonio, muy bien escrito, muy al estilo tranquilo japonés, de cómo fueron los últimos años de la vida de una madre afectada de demencia senil y como una familia se vuelca, sin quejas, en su cuidado hasta el final. Una madre senil, unos hijos que la cuidan, y un pasado que desaparece sin dejar rastro. Sin duda muy recomendable este libro.