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luisguillermoc3
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Los colores de la montaña (2010)
También en el infierno es posible la amistad
La gente humilde del campo, en su mayoría, no desea otra cosa que vivir en paz con su familia y sus vecinos. Cuidar las gallinas, sembrar su huerta y tomar de la vaca la leche diaria que les ayude a levantar a sus hijos, son sus mayores aspiraciones. Envían a sus hijos a la escuela sólo porque entienden que ser iletrados conlleva algunas limitaciones, pero la mayoría se conforma con que aprendan los oficios que les ayuden a sobrevivir en comunión con la tierra, las plantas y los animales.
El campesino no entiende mucho -ni quiere saber- de política, de grupos armados, ni de guerra, y menos entiende de los afanes de poder, expropiación y destierro que animan a tantos hombres a quienes pareciera que se les ha muerto el alma. Pero, un día cualquiera, el sol que iluminaba sus tierras se tiñe de gris; por los ríos ya no corre solamente agua cristalina sino que, cada tanto, arrastra el cuerpo inerte de alguien que tomó partido o simplemente se negó a estar de lado alguno; y en las montañas, ya el viento no sopla con su característico frescor sino que trae a diario infaustas noticias que llenan de desesperanza.
Pero, en medio de tanto dolor y de tanta desazón, los niños siguen alegres aún sabiendo que no todo es perfecto. Les anima el juego, el color de los valles y de las montañas, la cercanía de sus mascotas, el afecto de sus padres
y sobre todo, la amistad.
Es en este ambiente, donde transcurre la vida de Manuel, el hijo de Ernesto y Miriam, para quien el fútbol tiene un gran significado, y cuyo padre siente que "la comunidad no tiene nada que ver con la cosa de ellos (guerrilleros y paramilitares)". Julián, es el amigo mayorcito que colecciona los diferentes tipos de balas que han agrietado su tierra. Y Genaro, a quien ellos llaman "Poca luz", es el niño albino a quien alguien pretende convencer –sin razón alguna- de que, por esta característica, sus perspectivas de vida serán cortas.
Resultado de una larga espera y de unas cuantas frustraciones, "LOS COLORES DE LA MONTAÑA" fue como aquellos bambúes que se pasan largo tiempo echando raíces, trazando direcciones, y calculando la dimensión de la bóveda celeste, para luego brotar con ímpetu y esplendor. Y entonces, se reafirma que lo grande y meritorio es casi siempre el resultado de un gran esfuerzo.
Emotivas y convincentes interpretaciones de aquellos pequeños que, sin experiencia actoral alguna, lograron una naturalidad enorme. Bien, una vez más, por Hernán Méndez (el memorable cartonero de "La primera noche"), como el amoroso y firme padre del pequeño Manuel. Y bien por Natalia Cuéllar, la bella docente que busca devolver la esperanza de paz a los pequeños.
Estamos ante una de las mejores, conmovedoras y veraces historias que se hayan contado en el cine colombiano. Cualquier reconocimiento que pueda hacérsele será más que merecido.
Los colores de la montaña (2010)
También en el infierno es posible la amistad
La gente humilde del campo, en su mayoría, no desea otra cosa que vivir en paz con su familia y sus vecinos. Cuidar las gallinas, sembrar su huerta y tomar de la vaca la leche diaria que les ayude a levantar a sus hijos, son sus mayores aspiraciones. Envían a sus hijos a la escuela sólo porque entienden que ser iletrados conlleva algunas limitaciones, pero la mayoría se conforma con que aprendan los oficios que les ayuden a sobrevivir en comunión con la tierra, las plantas y los animales.
El campesino no entiende mucho -ni quiere saber- de política, de grupos armados, ni de guerra, y menos entiende de los afanes de poder, expropiación y destierro que animan a tantos hombres a quienes pareciera que se les ha muerto el alma. Pero, un día cualquiera, el sol que iluminaba sus tierras se tiñe de gris; por los ríos ya no corre solamente agua cristalina sino que, cada tanto, arrastra el cuerpo inerte de alguien que tomó partido o simplemente se negó a estar de lado alguno; y en las montañas, ya el viento no sopla con su característico frescor sino que trae a diario infaustas noticias que llenan de desesperanza.
Pero, en medio de tanto dolor y de tanta desazón, los niños siguen alegres aún sabiendo que no todo es perfecto. Les anima el juego, el color de los valles y de las montañas, la cercanía de sus mascotas, el afecto de sus padres
y sobre todo, la amistad.
Es en este ambiente, donde transcurre la vida de Manuel, el hijo de Ernesto y Miriam, para quien el fútbol tiene un gran significado, y cuyo padre siente que "la comunidad no tiene nada que ver con la cosa de ellos (guerrilleros y paramilitares)". Julián, es el amigo mayorcito que colecciona los diferentes tipos de balas que han agrietado su tierra. Y Genaro, a quien ellos llaman "Poca luz", es el niño albino a quien alguien pretende convencer –sin razón alguna- de que, por esta característica, sus perspectivas de vida serán cortas.
Resultado de una larga espera y de unas cuantas frustraciones, "LOS COLORES DE LA MONTAÑA" fue como aquellos bambúes que se pasan largo tiempo echando raíces, trazando direcciones, y calculando la dimensión de la bóveda celeste, para luego brotar con ímpetu y esplendor. Y entonces, se reafirma que lo grande y meritorio es casi siempre el resultado de un gran esfuerzo.
Emotivas y convincentes interpretaciones de aquellos pequeños que, sin experiencia actoral alguna, lograron una naturalidad enorme. Bien, una vez más, por Hernán Méndez (el memorable cartonero de "La primera noche"), como el amoroso y firme padre del pequeño Manuel. Y bien por Natalia Cuéllar, la bella docente que busca devolver la esperanza de paz a los pequeños.
Estamos ante una de las mejores, conmovedoras y veraces historias que se hayan contado en el cine colombiano. Cualquier reconocimiento que pueda hacérsele será más que merecido.
River's End (1930)
Donde acaba el río de la mala racha comienza a salir el sol
Hay vidas que parecieran signadas por la mala suerte. Se vive con dignidad, se lucha para salir adelante, se sirve a quien la vida coloca en el camino
pero nada de lo que esperas funciona para ti. Y para arropar más tus tristezas, te acusan injustamente, te condenan por lo que no hiciste, y te maltratan y vituperan aquellos que juzgan con la primera palabra. A esta situación, muchos la llaman "estar maldito", "embrujado" o "metido en un mundo al que no se pertenece".
Sin embargo, ocurre a muchos que, cada tanto, perciben luces de esperanza. Te apalean, pero alguien te levanta. Te cierran todas las puertas, pero alguien te abre una que no habías visto, por la que puedes escapar. Parecieran quitarte lo que más amas, pero de pronto lo recuperas como por arte de magia. Y así te das cuenta que la vida sólo te está haciendo claro, experimentado y compensado. Todo lo que hace falta es amor, perseverancia y aceptación.
"EL FINAL DEL RÍO" me atrae precisamente por esto. Recrea, con efectividad, la vida de un hombre, John Keith, que se parece a aquellas "marcadas por la derrota". Sindicado del asesinato de un hombre en 1918, es buscado durante semanas a través de las frías montañas del ártico. Cuando es atrapado, consigue escapar, pero Keith regresa porque teme que sus captores, el sargento Conniston y su ayudante Pat O'Toole, no logren sobrevivir. Después, por sugerencia del mismo O'Toole, Keith regresará con él al pueblo haciéndose pasar por el fallecido Conni y dispuesto a probar contacto con la novia de éste, y con sus jefes y compañeros de cuartel.
Es, esencialmente, una historia de amor que pareciera imposible, pero que termina haciendo realidad cualquier perdón y cualquier olvido, ante la promesa de un mejor trato y de un sentimiento sincero y comprometido.
Basada en la novela "River's end ", del renombrado escritor James Oliver Curwood -especializado en aventuras con animales donde la naturaleza ocupa un lugar privilegiado y que han sido llevadas muchas veces al cine-, la historia de esta película está llena de valores humanos y nos abre la perspectiva de que la esperanza siempre existe en cualquier estado.
Curtiz, crea un ambiente helado en aquella suerte de montañas que ya había domeñado en "La Avalancha" y que sirven de metáfora sobre lo que sucede, esta vez, en el corazón de un hombre digno. Después, pasa al pueblo, donde el calor humano que expele y que recibe Keith-Conni va despejando aquel frío lleno de pesadumbre.
Queda mencionar, que Curtiz prueba, con intachable éxito, la doble exposición fotográfica en una escena donde Charles Bickford –quien hace de sargento Conni y de Keith, el fugitivo- hablan sentados a una mesa con plena veracidad.
"EL FINAL DEL RÍO" vale para todos aquellos que piensan que ya en la vida no hay nada para ellos.
The Perfect Specimen (1937)
Alguien se inspiró en El Quijote para buscar su libertad
En la productora Warner Bros. se descansaba trabajando. ¡No había paro posible! Sólo pasabas de un esfuerzo extenuante a un esfuerzo más liviano, pero un director bajo contrato, podía ser encargado de 4, 5 o 6 películas en un año
si le quedaba tiempo para ello. En los años 30, el director Michael Curtiz no bajó de cuatro películas como mínimo y hubo un año, 1933, que alcanzó a rodar ¡8 películas! Y como aún le quedaban unos cuantos días libres, le pidieron que rodara unas cuantas escenas para añadirle a la película "Por el mal camino" que acababa de rodar el director Archie Mayo.
En 1936, Curtiz rodó seis películas, entre ellas títulos tan extenuantes como "La carga de la brigada ligera", "Kid Galahad" o "En busca del oro". Después de Galahad, el "descanso" le llegó con "EL PERFECTO EJEMPLAR", una comedia ligera con la que también se buscaba permitirle un relax a la estrella Errol Flynn pues, las dos comedias que hizo con Curtiz, fueron los únicos momentos en que el estrés no les colmó los ánimos y consiguieron llevarse bien durante todo el rodaje.
Escrita en colaboración por Norman Reilly Raine, el guionista que luego se luciría con "Las aventuras de Robin Hood" y "Las vidas privadas de Elizabeth y Essex", esta película dejaba en claro que lo de Flynn era la acción y que, para la comedia, pocón pocón con esa cosa que llaman histrionismo.
Se trata aquí de un hombre apuesto, culto y de moderadas costumbres, cuya rígida abuela ha convertido en el perfecto ejemplar de hombre que necesitan –según ella- las nuevas generaciones. Pero hay alguien que no cree en eso, la inquieta y osada Mona Carter, y motivado por sus encantos, y muy especialmente por "El Quijote" de don Miguel de Cervantes cuyas aventuras viene leyendo, el contenido Gerald Wicks decide desfogar todas sus energía y, en poco tiempo, hará de viajero incansable, boxeador, cocinero, fugitivo
y hasta de supuesto secuestrado pues la abuela así lo cree.
La acción es bastante liviana, los diálogos son ágiles, pero no despiertan demasiado interés, y no obstante que Curtiz se armó de un buen refuerzo de actores de reparto (May Robson, Allen Jenkins, Edward Everett Horton, Harry Davenport, Dennie Moore
) las cosas sólo se levantan del piso, encantadoramente, durante el encuentro que la pareja protagonista sostiene con Pinky, el boxeador pendenciero y su singular Clarabelle.
Tiene sentido romper la verja que te separa de una vida social y de aventura. Es necesario luchar con valor y atacar los molinos de viento que impiden tu felicidad. Hay que decir no al aislamiento y a llevar una vida lejos de la magnífica gente que te rodea. Estas son las proposiciones atinadas de este filme. Pero, entre lo que propone la abuela y lo que aplaude Mona, creo yo que el punto medio entre ambas proposiciones, sería lo ideal.
Mammy (1930)
Un toque de Berlin, muchas caras pintadas y un curioso romance
Curioso filme, realizado por Michael Curtiz para aprovechar el gran éxito popular que traía el entertainer Al Jolson, tras su aparición, tres años atrás, en "El cantante de jazz". Es claro que todo está hecho para su lucimiento y para repetir situaciones que hicieron de aquel primer filme sonoro una obra imperecedera. La Warner adquirió los derechos del musical de Irving Berlin "Mr. Bones" y se contrató a actores muy calificados como Lowell Sherman (posterior director de la inolvidable "Gloria de un día" con K. Hepburn) quien, en su rol de Westy, el amigo y rival de Al Fuller (Jolson) demuestra un gran talante que motivaría luego el ambiguo final con que Curtiz ha redondeado la historia. También se tuvo a Lois Moran, una chica con un magnífico registro a quien se recordaba por su labor en "Stella Dallas" de Henry King y quien fue, nada menos, el rostro que inspiró al escritor F. Scott Fitzgerald para el personaje de Rosemary en su novela "Tierna es la noche".
El rol que da título a la película, le fue asignado a la veterana, Louise Dresser, quien ya había trabajado con Curtiz en "El tercer grado" y en "La Madonna de la Avenida A". Su presencia es la de una madre sensible y tierna, siempre dispuesta a acoger a su hijo
Pero, aquí es donde yo choco con la historia y siento que, quien está fuera de lugar es, precisamente Al Jolson.
Veamos por qué: Durante cada encuentro entre Louise Dresser y Jolson en el filme, yo les sentía como dos amantes cándidos y románticos, y me resultó imposible verlos como madre e hijo. Intrigado por este sentimiento, me puse a hacer cuentas y llegué finalmente a lo siguiente: Al Jolson nació en 1886, o sea que, en 1929 cuando se rodó la película, tenía 43 años. Louis Dresser había nacido en 1878 y tenía entonces 51 años. 8 años de diferencia, no dan para que ella -mejor conservada incluso que Jolson-, pudiera resultar creíble como su madre
y más cuando el maquillaje se reduce a encanecerle el cabello. Por esto, a ratos se tiene la impresión de una relación incestuosa, pues los besos entre ellos son frecuentes y casi siempre en la boca. Además, la mamitis de Fuller es crónica, al punto de fugarse innecesariamente de la policía y hacer un largo viaje, peligrosamente colgado de un tren, sólo para despedirse de su queridísima mammy. Todo esto hace que, una historia de amor y de amistad que resultaba interesante, ronde la cursilería y se balancee en una sensiblería bastante desentonada.
Creo que ahora entiendo en que se parecen Irving Berlin y Gabriel García Márquez: Ambos han sido grandes en lo suyo, los dos vivían fascinados con el cine
pero ninguno de los dos ha logrado nunca que alguien haga una memorable película con una de sus obras.
Título para Latinoamérica: "¡MADRE MÍA!"
The Unsuspected (1947)
La impotencia que se viste de prepotencia
Quizás, una de las más tristes condiciones emocionales en que puede hallarse un ser humano, es cuando su rabia interna lo lleva a erigirse en dios, porque, desde entonces, se dará contra las paredes, maltratará a los que le rodean y se volverá agresivo e intolerante con sus seres más queridos. A gritos, repetirá con frecuencia que Dios no existe, y que él se basta y se sobra para conseguir lo que necesita
y por más pruebas que le dé la vida de que los errores los carga a diario en el bolsillo, él insistirá en su prepotencia hasta ese día en que tal vez, sea ya demasiado tarde.
Los "diosesillos humanos" no merecen odio, merecen firmeza por parte de los demás para no caer en su yugo, y sobre todo, necesitan comprensión, porque hay algo muy profundo en su psique que los lleva a comportarse de esa manera: en su inconsciente hay complejos, menosprecios acallados, y miedos que ansían vencer a como dé lugar.
Y, hay otra clase de "diosesillos" que son cultos, prósperos y de trato delicado. Su prepotencia aflora, ocasionalmente, con algunos lapsus, y de vez en cuando se enojan, pero mantienen un autocontrol sorprendente. Así, reprimen y reprimen, hasta que llega la hora en que es apremiante liberar lo contenido
y es cuando pueden cometer actos que nadie jamás imaginaría.
"SIN SOMBRA DE SOSPECHA" tuvo a un director comprometido, Michael Curtiz, quien demostró su destreza para acceder al film noir con los mejores recursos del género y sirviéndose de la luz expresionista como los grandes maestros. Siluetas, reflejos, sombras entrecruzadas, profundidad de campo, primeros planos y contrapicados, los aplica Curtiz con maestría, logrando precisos efectos psicológicos y dando pistas sabiamente conjugadas entre la acción y el sentimiento.
Pero le fallaron dos cosas: Un grupo de actores con mayor personalidad y un guión sólido y sostenible. El que le dieron a Curtiz posee interesantes diálogos, pero es muy débil en estrategia argumental y, es con su técnica, que el director consigue exponer los mejores rasgos de sus personajes. Los recursos que usa el guionista Ranald MacDougall, son a veces falsos o poco creíbles, y a los personajes les faltan razones que expliquen algunos de sus comportamientos. Uno se hace muchas preguntas:¿Qué conflicto interno motiva el asesinato de la secretaria Roslyn?, ¿Qué ocurre para que Steven Howard consiga aliarse con Jane Grandison?, ¿Cómo puede ser que Matilda le halla seguido el juego a un desconocido que la compromete y engaña, al punto de llevarlo a que se quede en su casa?, ¿Cómo así que Steven avisó a la policía y luego lo vemos desordenado y descompuesto acabado de salir del cajón en que le metieron?, ¿Qué sentido tenía pasear este cajón por toda la ciudad?...
Muchos baches narrativos, sólo un actor digno de recordarse (Claude Rains como Victor Grandison, observen bien el apellido del personaje), y un director digno del mayor aprecio, para un filme que nada en aguas muy significantes.
Jitterbugs (1943)
Laurel & Hardy entre timadores
Después de terminado su largo contrato con la MGM, en 1938, Laurel & Hardy se pasearon por la RKO, la United Artists y luego, aún en tiempos de guerra, pasaron a la 20th Century Fox, productora con la que hicieron seis películas, cuatro de ellas asignadas al notable director Malcolm St. Clair, siendo "LADRÓN QUE ROBA A LADRÓN" la primera de ellas y, a todas luces, su primer acierto.
Esta historia ya había sido rodada, en 1933, con el título "Arizona to Broadway", dirigida por James Tinling y con la linda Joan Bennett como la joven que busca resarcir a su pariente estafada. Ahora, en un eficiente tono de comedia gansteril, St. Clair logra extraer el mejor partido de la encantadora pareja y los convierte en dos luchadores por una estupenda causa: Timar a expertos timadores.
Se trata de un comienzo descarriado: Laurel & Hardy se unen al ingenioso Chester Wright, el hombre que "inventó" una innovadora píldora que resolverá de una vez por todas la escasez de combustible que ha traído la época. Basta echar una de estas pastillitas en cualquier vasija con agua y ésta, de inmediato, se convertirá en gasolina que, además, aumenta el rendimiento del motor. Todo ha sido cuidadosamente pensado para que la estratagema funcione
pero, llegan las ocasiones en que la vida quiere sacarte del mal camino, y te la pone bailando para que elijas si haces una buena obra o sigues aprovechándote de la credibilidad de tu prójimo.
En el camino de Chester se cruza entonces la cantante Susan Cowan, y al enterarse de que su madre ha sido timada en diez mil dólares, su corazón (y su razón) se ponen del lado de ella, y seguido por su par de aliados, se proponen resarcirla timando a los timadores.
La trama es bien ingeniosa y nuestros héroes de ocasión se lucen con eficaces estratagemas para redondear su objetivo. La fotografía es bien cuidada y el filme es rodado en atractivos sets donde se logran momentos de alta eficacia en la acción.
Como en las comedias de los Hermanos Marx, aquí me parece que sobran las tres largas canciones que interpreta Vivian Blaine, una bien parada chica, pero poco motivadora como actriz. De resto, el filme tiene solidez argumental, unas deliciosas interpretaciones del gordo y el flaco, y puede sumárseles, Lee Patrick, quien logra una deliciosa secuencia como la seductora Mary.
Es seguro que van a divertirse.
Título para Latinoamérica: ¡QUÉ PAR DE VIVOS!
Bonnie Scotland (1935)
Esperando una herencia encontrarán aventuras
Stanley MacLaurel y Oliver Norvelle Hardy, son un par de pícaros americanos que se fugaron de una cárcel y se colaron como polizones en un barco de ganado, sólo para llegar hasta Escocia a donde fueron llamados para recibir la herencia de un pariente que se murió de tristeza porque su hijo se casó con una chica de la farándula. También, la linda nieta Lorna MacLaurel, está incluida en el testamento y, de un lado habrá frustración y del otro una esperanza sin mucho anhelo
porque implica un viaje a la India en conflicto.
Pero, el universo cada tanto ayuda para que las cosas tengan que darse, y así, Lorna pisará suelo indio para estar con el coronel Greg MacGregor –leal a su corazón y administrador de su parte hasta que ella alcance la mayoría de edad-; y Allan, su enamorado, marchará junto a Stan y Ollie quienes se han enrolado en el ejército cuando aspiraban a otra cosa
y son enviados derecho a la India.
"DOS FUSILEROS SIN BALAS" es una atractiva comedia, con un ritmo equilibrado, una historia bien planteada en la que abundan los gratos momentos, una que otra lección de merecida observancia, y algunas escenas bastante divertidas. El romance alterno funciona como intento de manipulación de una chica enamorada para defender intereses egoístas de otra "dama", pero, en general, uno se la pasa muy entretenido con todo lo que sucede.
Es indudable que el flaco Laurel se roba el show con sus siempre frescas salidas, pero también es de grata presencia el siempre irascible James Finlayson, quien hace aquí de sargento "Morrotieso".
Siento que, "FUSILEROS SIN BALAS", puede sumarse a las buenas comedias que nos legó, con su eterno encanto, esa pareja que permanecerá para siempre entre los buenos recuerdos de todo aquel que les haya conocido.
El director James W. Horne, logró una atractiva realización y una esmerada aventura pese al austero presupuesto, y me resulta, una vez más, como uno de los que mejor dirigió a los encantadores comediantes. "Big Business" y "Laurel y Hardy en el oeste" lo confirman.
Our Relations (1936)
Un anillo, dos busconas y cuatro hermanos confundidos
-Shakespeare. -Cervantes. -¿Qué sale por la chimenea? -Humo.
Del calibre de este diálogo, útil para desatar un repentino acuerdo
o para motivar, quizás, alguna inquietante búsqueda, es la historia de esta simpática comedia de Laurel & Hardy, en la cual, dos hermanos están ad portas de tener su primer encuentro con sus otros dos hermanos gemelos, quienes han llegado a puerto en el pueblo donde ellos viven. Estos, Alf y Bert, sabiendo de las tentaciones que ofrecen los puertos, le han dado a guardar, a su inefable capitán Fin (¡sí, sí, Fin de Finlayson!) todo el dinero que llevaban consigo –excepto un dólar- con la condición de que no se los devuelva por ninguna razón, para así no gastarlo y poder un día hacerse millonarios. De otro lado, les han encargado a nuestros amigos un valioso anillo que deben entregar en una particular tienda.
Pero, las tentaciones siempre se ponen al alcance de los seres humanos para darles la deliciosa posibilidad de elegir de nuevo. Es el juego de la vida: eliges lo correcto o eliges lo incorrecto. Avanzas o te rezagas. Superas una debilidad o sigues en ella con sus inevitables consecuencias. ¿Cuál es la decisión de Laurel & Hardy, es decir, de Alf y Bert los mellizos que vienen de Singapur? Eso tienen que verlo, porque se desatará entonces una comedia de enredos encantadora, donde sucederán unas cuantas cosas que, estoy seguro, les sacarán unas buenas risas.
Basada en la historia "La caja del dinero" del novelista, humorista y cuentista inglés, W. W. Jacobs (William Wymark Jacobs), ésta podría llamarse La Comedia de las Frustraciones, porque todo lo que está a punto de suceder, casi nunca sucede. Por ejemplo: Alf y Bert están cerca de entregar el anillo, y no lo entregan. Cuando quieren que les devuelvan el dinero, no se los devuelven. Cuando más desean seguir con las busconas y glotonas, Alice y Lily, no logran hacerlo. Cuando van a pagar la cuenta del restaurante, ya sus hermanos la han pagado. Cuando reclaman el anillo, ya a sus hermanos se los han regresado
Con una efectiva fotografía de Rudolph Maté y un conjunto de actores secundarios bastante ajustado, creo que, "DOS PARES DE MELLIZOS", es una de las películas que mejor se recuerda de los inolvidables Laurel & Hardy.
Pardon Us (1931)
Dos simpáticos contrabandistas en chirona
Laurel & Hardy se han metido a contrabandear con licores en tiempos de la Ley seca
y ¡claro! no tardan en ser pillados y llevados a la cárcel donde, luego de recibir los consejos respectivos del alcaide, son metidos en una celda donde, entre otros hombres se encuentra Tiger, un brabucón quien, para su suerte, encuentra muy valiente el chasquido que, delante suyo, hace Laurel
con un diente que está a punto de caérsele.
Aprovechando que, en los Estudios MGM, se estaba rodando al mismo tiempo la película "El presidio" (The big house) de George W. Hill, el productor Hal Roach se aprovechó de los inmensos sets y de los eficaces exteriores construidos para esta película e incluso tomó a algunos extras para que hicieran de prisioneros aquí como allá. De paso, parodió algunos elementos de este filme como la entrevista de Kent Marlowe con el alcaide de la prisión.
"DE BOTE EN BOTE" fue el primer largometraje de Laurel & Hardy, y sin duda resulta divertido de principio a fin, con toques a veces brillantes como la famosa escena donde se encuadra una celda vacía y oscura mientras, en off, se escucha al gordo y al flaco teniendo una conversación bastante sospechosa. También encuentro divertidísima la escena de la escuela en prisión con James Finlayson haciendo de profesor.
Sobra, quizás, alguna de las canciones, pero resulta muy agradable e integradora la secuencia con los algodoneros, donde la pareja se camufla haciendo de negros, y en una noche de nostálgicas canciones, Oli entona la canción del sur "Lazy Moon".
James Parrot, uno de los directores que más cerca estuvo de la sin igual pareja, en cortos como "Two Tars", "They Go boom", "Brats" y otros, fue el encargado de asumir este primer largo que abriría un camino para muchos otros, contribuyendo así a la inmortalidad de una de las parejas más entrañables del cine.
Sé que van a divertirse, y además, comprobarán algo que parece absurdo pero, con frecuencia, las estupideces tienden a hundirnos y llevarnos al fracaso, pero de cuando en cuando, las estupideces conducen al éxito
o a la libertad.
Noah's Ark (1928)
Al final del sendero habrá siempre un arco iris
Tras toda tormenta volverá a salir el sol. Tras toda noche habrá un nuevo amanecer. Tras todo intento del hombre por arrasar al hombre, este sobrevivirá triunfante a la luz del arco iris. La verdad es la meta final, la paz es el último camino y la felicidad es el derecho inalienable del hombre. No perdamos jamás la esperanza porque, ésta, es la única que siempre nos dice que todo será mejor.
He aquí un filme que sabe de futuro, que revela el fin último de toda iniquidad y que da cuenta, sin perder el optimismo, de lo poco que viene avanzando el hombre a lo largo de la historia. Nos habla del pasado y del ahora, de la prodigiosa aventura de Noé con su arca salvadora y de la cruenta experiencia de la Primera Guerra Mundial. Entre estos dos hechos, la arrogancia del hombre se mantiene a flote con sueños prepotentes, y la humildad ilumina el camino apoyada siempre por la Providencia.
En ambas épocas, una pareja es la protagonista: Travis-Marie (durante la guerra) y Japheth-Miriam (en los tiempos bíblicos). George O'Brien y Dolores Costello hacen ambos roles con gran carisma, y se deja así sentado que el hombre es el mismo con el paso de los tiempos y que, sólo lo que haya logrado en evolución, lo hará un poco distinto.
Y el centro clave de las relaciones entre los hombres es el amor y la amistad: fuerzas impulsoras de la solidaridad y el compromiso, puentes hacia la hermandad, y meta del hombre para poder alcanzar la ansiada felicidad.
Con un presupuesto de más de un millón de dólares (cifra astronómica en 1928), el director Michael Curtiz ha logrado un filme magistral en su puesta en escena, su efectivo montaje alterno, sus magníficos efectos especiales y en la composición general de la historia, tan abundante en simbología espiritual como, quizás, ningún otro de sus filmes.
Muchas historias se han contado sobre la espectacular secuencia del diluvio de "EL ARCA DE NOÉ" y siempre este filme ha sido incluido en las listas del cine épico más notable, pero, yo diría que es aún más significativo por su ímpetu pacifista y su sueño de desterrar para siempre la guerra entre los hombres.
The Devil's Brother (1933)
Locuras en la hostería de Terracine
Esta es una película basada en la ópera cómica "Fra Diavolo o L'hotellerie de Terracine" escrita por uno de los más prolíficos compositores franceses, Daniel-Francoise Auber (1782- 1871), de quien, muchos, seguro conocen su obra "Manon Lescaut". El guión fue escrito por Jeannie MacPherson, bailarina, actriz y guionista cinematográfica de gran trayectoria, conocida sobre todo por su labor en los grandes filmes de Cecil B. de Mille ("Los diez mandamientos", "Rey de Reyes"
). El protagonista, Dennis King, fue un calificado barítono y actor teatral con amplia trayectoria en Broadway. Y la protagonista, Thelma Todd, fue una polifacética y encantadora actriz quien, a los 29 años, ya había aparecido en unas cincuenta películas y en cerca de setenta cortos, hasta que halló la muerte envenenada con el monóxido de carbono de su auto, en circunstancias que hicieron presumir un asesinato (pero ¡al día de hoy, el caso no ha sido resuelto!). Y con ellos, Laurel & Hardy entran en el juego para añadir un puñado de gags y de rutinas que ponen el toque gracioso que complementa la aventura.
Todo parecía dado para lograr un película inolvidable
pero faltó algo esencial: un director con talento. Hal Roach era un empecinado Productor, con mucho que ver en las carreras de Harold Lloyd y de Laurel & Hardy, pero como director –lo que hacía de vez en cuando- apenas sí logró que alguna bola le diera a las otras dos. Y el co-director, Charles Rogers, tenía experiencia como actor, más en la dirección apenas estaba sembrando pálidas semillas.
Esto hace que, lo que sobresale del filme, sean las agradables canciones de Auber (especialmente el tema "Fra Diavolo" con el que hace presencia el temido bandido), la pícara y sensual presencia de Lady Pamela (que con tanta coquetería representa la rubia Todd), y unos cuantos gags con los que el gordo y el flaco nos motivan algunas risas.
Queda faltando una historia con sustancia y calidez. La presencia de Laurel & Hardy, en ocasiones luce como pequeñas pausas en la ópera para animar el ambiente. Y los juegos de manos que propone Laurel –aunque simpáticos y ahora ampliamente conocidos- son puro relleno sin ilación alguna con la anécdota -no historia- que se nos viene contando.
Para Roach, la ópera cómica de Auber era un grato recuerdo que conservaba de sus años mozos. Por eso, cuando se enteró que no tenía que pagar un centavo por los derechos de autor, pues la obra era de dominio público, se apresuró a llevarla al cine. Y para satisfacer su deseo, él mismo se animó a dirigirla
pero olvidó que, además de deseos, hay que tener talento e inspiración para poder hacer una película memorable.
Gold Is Where You Find It (1938)
El derecho a la tierra es la razón de ser del pueblo
Terminada la Guerra de Secesión, en los EEUU comenzó otra guerra no menos cruenta. Se la llamó, elegantemente, la Fiebre del Oro, pero bien pudo ser llamada la Barbarie de la Ambición porque, se trataba de quedarse con las tierras donde hubiera oro, a costa de expropiar, pisotear y masacrar a quienes perteneciesen o a quienes se opusiesen.
Pero, además de esta rapiña, cruel e inescrupulosa, había también gente buena, con dignidad y fe en su país, que eligió el oro amarillo llamado trigo para hacer llegar el pan a sus conciudadanos. Sembraban sus tierras y vivían en comunidad sirviéndose los unos a los otros con el mayor espíritu de servicio.
Entre estos dos sectores, solía darse otro tipo de enfrentamiento porque aquellos montaban sus explotaciones mineras sin tomar en cuenta que, con sus aguas, inundaban y arruinaban los sembrados de los cosechadores de trigo y, en ocasiones, hasta ponían en riesgo sus vidas.
Un caso de estos, es el que nos narra el director Michael Curtiz en este primer Technicolor de la Warner Bros. en el cual, los Ferris, se convierten en el centro del embrollo cuando en su pueblo Tenspot, Sacramento, se construye una mina con su respectiva represa, y con estas aguas, comienzan a afectar las tierras de sus vecinos. Jared Whitney, es el ingeniero de turno que da la impresión de ser una buena persona, y no tarda en hacerse amigo de Chris Ferris, pero sobretodo de su hijo Lance y de su hija Serena, por quien se sentirá profundamente atraído. Pero, pronto, ambos sectores entrarán en conflicto y se dará inicio a una lucha de clases de la que habrá de enterarse toda la nación.
Curtiz logra un western político pleno de firmeza y energía
y del brazo con el pueblo, donde se deja sentado el derecho a defenderse, valiéndose primero de la ley, y luego de las armas, si se vuelve imprescindible. La fotografía es impecable y al menos la escena de la represa resulta espectacular.
Sus personajes son coherentes, con un Chris Ferris (Claude Rains) que cuida del honor de su hija y defiende la legitimidad de la ley antes de cualquier otra salida. Whitney (George Brent) es el hombre que hace lo suyo con profesionalismno, pero sabe muy bien que todo compromiso tiene un claro límite. Y Lance y Serena (Tim Holt y la siempre adorable Olivia de Havilland) son los hijos que habrán de estar donde tienen que estar.
Como es común en el cine de Curtiz, un sólido grupo de actores de reparto consolida una historia que merecería mayor reconocimiento.
After.Life (2009)
Después de la vida antes de la muerte
Quizás, alguna vez habrán ustedes experimentado una de aquellas terribles pesadillas que son, tan reales y sentidas, que uno no sabe a ciencia cierta si está soñando o está despierto. Por algo así, debe de haber pasado la debutante directora Agnieszka Wojtowicz-Vosloo
o acaso su esposo Paul, pues ambos firman el guión de esta sensible historia que, inevitablemente te atrapa con su cuidada ambivalencia.
Anna Taylor es una educadora que pasa por una crisis interna que, de paso, afecta a su novio Paul, el cual empieza a sentirla distante y desamorada. Tras accidentarse en su auto, la joven despierta en una elegante sala de funerales, dándose cuenta de que está en manos del preparador de cadáveres, quien ha comenzado a coserle las heridas. Eliot Deacon -así se llama el extraño personaje- le asegura que está muerta y que, si ella puede hablar y moverse, es porque él posee el privilegiado don de ver y hablar con los espíritus.
Sucederán, entonces, una serie de hechos muy bien delineados -con una eficaz fotografía y un maquillaje excelente-, que trazarán un constante juego entre el aquí y el más allá, entre la vida y la muerte
y entre lo espiritual y lo perverso. Y liado a esto, nosotros nos debatiremos entre creer que Anna está viva o está muerta, pues muchas preguntas comenzarán a agitarse en nuestra mente ¿Anna vive y Eliot la está usando con intereses macabros?, ¿Eliot es un buen hombre y Anna sólo manifiesta la ansiedad de su espíritu? Si su alumno Jack, sostiene que la vió, pero no afirma que está viva, ¿quiere decir tan sólo que posee el mismo poder de Deacon?, ¿Por qué Anna desiste de atacar cuando puede hacerlo?, Si está viva ¿cómo es que, al mirarse en el espejo, luce como un cadáver?... Sin embargo, gradualmente, habrá otras pistas que, si se está alerta, pueden llevarnos por buen camino.
Más que una película de terror, yo sentí a "AFTER.LIFE" como un filme de suspenso anti-esotérico que, de alguna manera, tiende a confirmar que lo del más allá no es un cuento inverosímil (hasta en esto cuaja su ambigüedad). También puede verse como una denuncia contra los graves peligros de los dictámenes médicos (y de ciertos sedantes), pues, la colección de fotografías que posee el amigo Deacon, está casi a la altura de la que suele verse en las estaciones de policía.
Liam Neeson fue una afortunada elección para este singular papel, pues su común protagonismo cinematográfico, genera una inevitable resistencia en los espectadores. Y, Christina Ricci, convence plenamente como la atontada jovencita que no logra tener la certeza de si aún sigue en esta tierra o ha entrado ya en la dimensión desconocida.
La imagen de Shakespeare, flota inevitablemene en nuestro pensamiento, quizás por aquel fantasma del padre de Hamlet o por aquel triste encuentro entre Romeo y Julieta.
El secreto de sus ojos (2009)
El amor en tiempos de profunda injusticia
Esta película argentina, interesantísima por donde se mire, puede analizarse desde diferentes perspectivas. Primero, como un thriller en el que dos empleados de un juzgado, Benjamín Espósito y Pablo Sandoval, son encargados de buscar al asesino de una joven y bella profesora que ha sido violada y atacada brutalmente en su propia casa. El esposo de la víctima, Ricardo Morales, curiosamente, no desea la muerte para el criminal sino que viva muchos años para que sienta la nada de los años por venir. Aquí hay una historia de gran solidez estructural, donde se aplican estrategias dignas del cine grande que se hacía en otros tiempos, y el director Juan José Campanella, construye unos personajes que nos llegan al alma porque, no sólo están inmiscuidos en una intrincada y novedosa trama policial, sino que desnudan emociones muy sentidas y posiciones bien claras sobre la sociedad en que se mueven.
Por otro lado, el filme puede verse como una historia de amor entre un jubilado que escribe una novela sobre un hecho vivido, y una abogada, socialmente más alta, que sigue a su lado con el pasar de los años, mientras él la ama en silencio y ella le valora y apoya, pero sin darle la llave que abre su corazón. Este, para mi gusto, podría ser el mayor acierto del filme, pues está lleno de fuerza y emocionalidad, haciendo efugio de sensaciones calibradas que consiguen hacernos vibrar más allá de la epidermis.
Después, el filme deja entrever un importante tinte político y con marcada sutileza plantea su alegato contra la incompetencia de los estrados. Y, aunque su historia se ubica en 1974, no es ajena a la realidad actual pues, los desmanes y la inoperancia de la vergonzosamente llamada justicia, sigue siendo un horror de cada día en casi todo el paisaje Latinoamericano.
Hasta aquí, hay un filme significativo y de gran efectividad narrativa, en la que se nota la mano de un director calificado que, es ya claro, que ha logrado la trascendencia
Pero -tengo que decirlo-, la película tiene dos notables falencias: La primera en la vocalización de Ricardo Darín (Espósito) y de Pablo Rago (Morales) quienes, en sus diálogos más íntimos, resultan tan ininteligibles y atropellados que, en algún momento, llegué a desear que la cinta tuviese subtítulos. Y, finalmente, esa aceptación de Espósito con el recurso atroz con que se desenlaza el thriller, demuestra complacencia con una acción que nos pone aún más lejos de la verdadera justicia.
Aplaudo las actuaciones de Soledad Villamil quien crea un personaje lleno de preciosos matices emocionales; de Guillermo Franchella quien añade el tono de comedia que suaviza los eventos; y de Javier Godino quien, como Isidoro Gómez, consigue impactar en un momento clave del filme
¡Ah! Y creo que nunca podré olvidar a Carla Quevedo, pues es el primer cadáver que he visto en mi vida que me ha resultado profundamente atractivo
¡aún con ese espantoso pubis!
Cleopatra (1963)
Un lujoso tratado sobre la prepotencia humana
Ningún hombre podrá jamás hacerse dueño del mundo, porque el mundo ya tiene dueño
y ese dueño es incontestable e inamovible. Toda pretención del hombre por arrogarse el poder ilimitada e indefinidamente, recibirá precisas respuestas del universo. Una: siempre surgirá alguien más poderoso que tú. Y dos: no puedes escapar de la enfermedad ni de la muerte, y con ésta, lo único que puedes llevarte, es lo que hayas dado de tu propio ser.
"CLEOPATRA", es un efectivo tratado de la demencia humana, cuando la soberbia lleva a los hombres, y a una que otra mujer como La Reina del Nilo, a sentir que pueden apropiarse de toda la tierra. Pueden ser muy edificantes las intenciones, como cuando Cleopatra dice a Julio César: "Recoge el sueño de Alejandro (Magno) y su insaciable deseo: Que haya un sólo pueblo sobre la tierra viviendo en paz", pero, cuando se usa la fuerza y la destrucción para lograr este objetivo, todos los esfuerzos serán en vano, porque es ley de la vida que, será la persuasión y no la imposición, la que produzca un día el cambio definitivo.
César, Marco Antonio y Cleopatra vivieron obnubilados con sus aires de grandeza y por eso pasaron a la historia como tantos otros gobernantes: Fueron dueños del poder inicuo y cuando lo tuvieron "todo", supieron que no tenían nada. El director Joseph L. Mankiewicz logra plasmar, con lujo de detalles, toda la rimbombancia y la vanalidad del mundo de los "poderosos", y el filme se prolonga, hasta el hartazgo, con aquel frustrante existir donde no hay lugar para la alegría ni el sosiego.
En lo que a mí respecta, después de dos horas me provocaba gritar: ¡Basta, ya tuve bastante de seres que presumen de ser los más grandes del planeta, pero que son impotentes para el amor y la justicia! Mankiewicz los mira compasivo, esforzándose por rescatar su lado humano y dejándonos ver su conflicto interior, pero no consigue que sintamos amor por ellos, excepto quizás por Cleopatra, una mujer más víctima del poder que usufructuante del mismo, por más que pareciera mantener la rienda.
El Julio César shakesperiano, que ya Mankiewicz había llevado al cine con notable acierto, resurge aquí combinado con la visión de Plutarco, Suetonio y Apiano, y el más reciente historiador, Carlo Maria Franzero, quienes supieron ver las grandes sombras que cobijan a los gobernantes prepotentes. En tal sentido, el efecto es contundente.
Pero, además de "pecar" por lo excesivo, creo yo, que el filme adolece de una cara de la moneda. Se centra de pleno en la vida pala-ciega y no da cuenta de la vida del pueblo ni del atroz efecto que generaban los excesos de sus dirigentes. Prescindiendo de estos matices, la vida pareciera comenzar y terminar en el palacio, siendo que fuera de aquellas paredes, es donde realmente comenzaba la vida. Pero, con todo, queda bien sentado que ningún poder humano tendrá sentido sino está guiado por el amor.
Hachi: A Dog's Tale (2009)
Si esto es la fidelidad estamos de regreso a la era victoriana
Ésta dizque fue una historia verdadera ocurrida en Japón a comienzos de siglo. Hasta monumento le mereció al perro protagonista, y de seguro, muchos Hachi comenzarán a venderse a partir de este intrascendente melodrama que, por haber hecho sacar pañuelo a más de uno, piensan ahora que es una maravilla. Si a esto vamos, puedo recomendar unas cuantas telenovelas que, día de por medio, harán fluir las lágrimas a chorros.
Y ¿Qué es lo valioso de ésta película? La historia de pleno es bastante insulsa: Un perrito de gran alcurnia -preferido por emperadores- es puesto en la carga de un tren y al llegar a su destino se escapa de la jaula. Un profesor de música, a quien el perrito elige –sí, elige- para que lo cuide, por más que se esfuerza como Umberto D (primer "gran aporte" del guionista) para dejarlo en buenas manos o regresarlo a su dueño, no lo logra y le "toca"" quedarse con él como si el animalito hubiera caído del cielo destinado, al parecer, para una "gran tarea" en la vida del profesor. En un viaje en tren donde no se permite llevar mascotas, el profesor ladrará simulando ser el perro que está a punto de delatarlo (segundo "gran aporte" del guionista
tomado de Harold Lloyd)
¿Y cuál es la emocionante misión del perro? 1. Seguir a su amo todos los días hasta el tren. 2. Mostrarle que es muy orgulloso y que no recoge las pelotas que le lanzan. 3. Recoger la pelota sólo como señal de que algo malo va a ocurrir. Y 4. Mostrar que por nada del mundo acepta que le abandonen y que está dispuesto a esperar el regreso del amo hasta que san Juan agache el dedo. Así, aquella escultura en el parque del Japón, bien podría llamarse el monumento a la terquedad. (Y si el perro se hubiera amañado en aquel parque sólo por las salchichas y demás comida que a diario le daban los buenazos que lo apreciaban
¿No cabe pensarlo?)
La larga espera del perro, los más románticos la han asumido como un canto a la fidelidad. Pero ¿es eso fidelidad? Hasta donde yo sé, fidelidad es lealtad al amigo, al pariente, o al amo, en nuestra relación de convivencia. Y no, ¡nunca jamás! condenarme a la soledad y a la amargura, a la espera inútil de un regreso que no ha de producirse, ¡esto es locura y negación del derecho a seguir viviendo! ¡Y nada tiene que ver con la fidelidad!
Lo racional es que el ser humano sepa que la separación es consecuente a toda unión, y tras el comprensible proceso de duelo, lo correcto es seguir viviendo procurándose el bienestar que siempre nos merecemos. Cuando se sabe dar gracias por lo que se tuvo, uno no lamenta lo que un día pierde. Esto es conciencia y fidelidad a la dicha para la que fuimos creados. Hasta Toby, mi común Schnauzer, lo sabe.
Ojalá que este malogrado filme, no vaya a animar a nadie a guardar luto toda la vida o a sentarse a diario frente a la tumba de su pareja o de su hijo, con la esperanza de que le hagan un monumento... o a la espera de recibir salchichas sin esfuerzo alguno.
The House of the Spirits (1993)
El cine que nos acerca a la historia
Brillante adaptación de la novela que hiciera famosa a la pariente del sacrificado presidente chileno Salvador Allende.
En el ambiente de un latifundio que surge de las ruinas, convirtiéndose a fuerza de explotación, de abusos y de ultrajes, en una hacienda de lujo para beneficio del arribista Esteban Trueba y de su inmerecida familia, el brillante director danés Bille August recrea, en micro, lo que al tiempo habría de ser el proceso que llevaría a la mayor infamia de su historia a la aguerrida nación chilena, y cuyo principal protagonista sería Augusto Pinochet (las semejanzas de Esteban con éste son inevitables: recuérdese, como ejemplo, aquella imagen del senador con gafas oscuras que le hace el guiño al general para que inicie la toma de palacio).
Bille August acude a un reparto excepcional en el que sobresale Jeremy Irons, cuyo personaje pasa de la soberbia y la crueldad más extrema, a la dura lección que siempre nos trae la vida para casi obligarnos al cambio. En Esteban se aplica a cabalidad la ley de resonancia que, con gran sapiencia, Salomón describe con estas palabras: "las cosas con las que pecas son las mismas que te servirán de castigo".
Inolvidable Glenn Close interpretando a Férula, la mancillada hermana de Esteban, cuyo pecado, inducido por la soledad, fue amar espiritual y platónicamente a la nívea esposa de su cruel hermano. Brillante también Meryl Streep, una mujer cuyo nombre, Clara, le venía como anillo al dedo. Con poderes de telequinesia, precognitivos y mediúmnicos, esta aguerrida mujer, leal a su obtuso y conservador marido, da prueba del carácter y del autocontrol que desearíamos para nosotros y para todos los seres humanos.
Cada personaje es un retrato de virtuosismo (como Blanca la digna rebelde, Pedro Segundo el líder inconforme...) o un retrato de la ignominia, como Esteban Jr, el hijo bastardo del Senador, quien sirve de instrumento para el regreso del búmerang.
La película nos conmueve las entrañas, nos recrea unos hechos que no deberían repetirse jamás, pero que absurdamente todavía suceden (Colombia es un triste ejemplo) y nos vuelve a recordar que, contra todo, la vida es maravillosa, porque siempre existirán seres humanos como los que Isabel Allende y Bille August acaban de inmortalizar.
Pinocchio (2002)
La ternura de lo simple
Que a la mayoría del público no le haya gustado el "Pinocchio" de Roberto Benigni se comprende perfectamente: su nuevo paradigma cinematográfico son los efectos especiales. Al grueso de la gente le encantan las películas donde una máquina, un auto, un robot... son los protagonistas. Han dejado en segundo término los sentimientos para poner en primera instancia a los objetos. Es la razón por la que la mayoría se hace querer dando, en vez de hacerse amar, siendo.
Pero, todavía quedamos algunos bichos raros que seguimos reconociendo el valor de lo simple, lo natural, lo espiritual. Y estos somos los que nos enamoramos de una película como "Pinocho", un filme donde la ternura es la protagonista y donde los actores endulzan su alma para entregar sentimientos verdaderos y un mensaje de superación a los millones de niños que merodean por el mundo sin estímulo ni reconocimiento.
Roberto Benigni, el gran maestro de "La vida es bella", ha querido ser fiel al cuento original que su compatriota, Carlo Collodi, publicara por entregas en un periódico italiano entre 1882 y 1883, y como él, hace su denuncia abierta del vicio y la holgazanería, a la vez que exalta la fe, la paciencia y la comprensión conque una bella hada (madre sustituta) se empeña en salvar al chico de la perdición.
El Pinocho que representa Benigni es encantador, pícaro, divertido y se le acoge sin objetar que el original era un niño. Este es un niño grande, y viene al caso, porque hay muchos de estos que aún siguen perdidos.
Quien pueda prescindir de los derroches efectistas, gozará de lo lindo con esta tierna película. Benigni sabe mucho de corazones. Eso nadie se lo puede negar.
Jubal (1956)
Sé quien realmente eres
"Hay dos tipos de seres humanos que me merecen toda consideración: aquellos hombres que consiguen dinero a toda costa porque consideran que sólo de esta manera podrán hacerse valer ante una mujer y aquellas mujeres que, atraídas sólo por el dinero, deciden entregarse a tales hombres.
He aquí garantizada una relación infeliz. Primero: como él se subestima y es, en consecuencia, profundamente celoso, cree que por el hecho de haber pagado muy bien a la mujer (a quien sacó de la nada, según dice) tiene derecho a que ella sea su esclava. No admite que mire a nadie, que hable, que salga o que tenga otro hombre como amigo que no sea él. No quiere que estudie ni que trabaje para que no entre en contacto con otros hombres que puedan sentirse atraídos por su belleza. En definitiva, es un hombre con tanto miedo e inseguridad que, si pudiera, la encerraría en una jaula de la que sólo él tuviera la llave.
Segundo: ninguna mujer, medianamente lúcida, está dispuesta a vivir en tales condiciones. Y, entonces, al sentirse amargada por la persecución y el encierro, y al comprender que los objetos materiales no la llenan, y que el carácter abierto y el afecto profundo que toda mujer desea, no lo encuentra en aquel hombre, la mujer comienza a ser dura con él, se muestra despectiva y no responde a las caricias íntimas como él quisiera.Y así comienzan las golpizas, las borracheras, las infidelidades a como dé lugar
y una eterna amargura colmada de llanto y frustración, hasta que uno de los dos decida que tiene que alejarse de aquella relación".
Este comentario, que he tomado textualmente de mi libro "Mañana Saldrá el Sol", define una experiencia parecida a la que recrea, con gran eficacia, ese maestro del arte cinematográfico llamado Delmer Daves en su película "Jubal", historia de un terrateniente cincuentón (el siempre brillante Ernest Borgnine) casado con una bella y sensualísima joven (Valerie French) que sólo ve en él a un hombre tosco, tapado de dinero. Luego se cruzará en sus vidas un pastor llamado Jubal (Glenn Ford) que, estimado por el ganadero, se convertirá en su capataz y en el tipo de hombre que atraerá definitivamente a la amargada chica.
Daves se ocupará luego de definir unos perfiles humanos que resultan creíbles, porque están matizados y cuentan con razones verdaderas que explican sus actuaciones. La puesta en escena es sobria, todo un latifundio de soledad sirve de escenario para aquel choque de emociones encontradas.
"Jubal" es un western psicológico donde la acción se centra, esencialmente, en las emociones y en las suspicacias de los personajes, pasando los tiroteos y las peleas a un segundo plano, sin que decaiga en lo más mínimo el ritmo o la fuerza de la historia.
Un filme para cualquier antología de clásicos del western.
Million Dollar Baby (2004)
La magia de arriesgarlo todo por un sueño que nadie ve más que tú
Hay en el ser humano motivaciones tan íntimas, sentimientos tan arraigados, y necesidades tan poderosas que, además de que entran a determinar el comportamiento futuro, son la raíz de aquello que nos mantiene vivos. Cuando se nos franquea la entrada para que podamos acceder a un cuadro humano de esta naturaleza -y al respecto, este filme lo logra con eficacia absoluta, con sus tres protagonistas-, no queda otro camino que la comprensión, la aceptación y la indulgencia pues, todo lo que se comprende, deshace la necesidad de perdón.
Es curioso pero, no obstante la aversión que he tenido siempre por el boxeo y la lucha libre -deportes que me parecen brutales, nocivos y rodeados de corrupción-, de niño sentí una gran simpatía por Santo el Enmascarado de Plata, y ya mayorcito, muchos filmes sobre el boxeo me han tocado sensiblemente (Sueño Dorado, El ídolo de barro, Más dura será la caída, Requiem por un campeón, Toro salvaje, Rocky
) y ahora tengo la sensación de que, sobre ningún otro deporte, han llegado a hacerse tan buenas películas.
"MILLION DOLLAR BABY" es la historia de Maggie Fitzgerald, una chica de 31 años que creció sabiendo una sola cosa: ¡Que no valía nada! Pero ya ella no se lo cree y está decidida a mostrarle al mundo que hay algo que sabe hacer: boxear, y está dispuesta a perfeccionarse a como dé lugar. Tiene a su favor: paciencia, constancia, certeza
y un gran olfato para identificar a los hombres que pueden enseñarle. Este será su camino hacia la redención.
A su vida entra entonces Frankie Dunn ¿o es ella la que entra en la vida de Frankie? Dueño y entrenador del gimnasio, Dunn es un hombre sesentón y solitario cuya mayor nostalgia es una hija que tuvo y a la que ya no ve. No sabemos las razones, pero pronto entenderemos que Margaret es para él su ocasión de redimirse.
Y con ellos está Scrap, un ex-boxeador entrado en años, con un ojo apagado en sus ejercicios, y quien aún lamenta no haber llegado a su pelea 110. Y él también espera, en su fuero interno, la ocasión de alcanzar su cometido.
En el camino, se tomarán decisiones que no compartimos, pues no comulgan con nuestros principios pero, cuando las vemos a la luz de las personalidades que el filme recrea, las comprendemos. Y al poder entender que todo lo hicieron guiados por el afán de realizar un sueño y de alcanzar su redención; con un amor mal entendido, pero amor al fin y al cabo; y con un afán de sujetarse a lo que sienten correcto, aunque no sea quizás lo realmente cierto, los aceptamos incondicionalmente y los vemos tan valiosos como a cualquier ser humano que viva a plenitud.
Talvez, lo que resulte al fin, más que una redención sea una nueva frustración, pero quedará, al menos, la sensación de que se hizo lo que se pudo para intentar vivir.
¡Ah! Y las actuaciones son inmejorables.
Título para Latinoamérica: "GOLPES DEL DESTINO"
Life with Father (1947)
En esta casa jamás sabes lo que pasará mañana
Creo que Michael Curtiz nunca hizo otra comedia tan alegre, sofisticada y tan certera como ésta en su crítica a una época. Estamos en New York, en 1883, plena Era Victoriana. La familia Day (algo así como la familia de Hoy), está liderada por un negociante de Wall Street (Clarence), un cincuentón pelirrojo como sus cuatro hijos, quien aplica con todo rigor las finanzas, en su oficina como en su propia casa (lo de pelirrojo podría aludir a liberalidad). Es un hombre de ideas precisas y francas, y acostumbrado a que le obedezcan, pero, curiosamente, este Clarence es muy liberal en sus ideas respecto a la iglesia y un claro detractor de la medicina convencional.
Su esposa, Vinnie, es una mujer generosa, pero conservadora y tradicional, amiga de la iglesia y de su sacerdote, no obstante que en su familia se tiene muy claro que sólo maneja una financiera "celestial". La guapa señora Vinnie, conserva además bastante arraigada, la idea de que al cielo no puede irse si no se está bautizado, y para colmo, resulta que su querido esposo... ¡No lo está!
Con una impecable recreación de época, una correctísima fotografía en technicolor y un conjunto actoral de inmejorable presencia, el director húngaro Michael Curtiz, logra redondear con enorme éxito, una hilarante y sofisticada comedia que le significó varios dolores de cabeza: Compleja elección de su protagonista femenina, pues al rol aspiraban también Bette Davis y Rosalind Russell. Él quería a Shirley Temple para el rol de Mary, pero el Estudio le impuso a la muy joven Liz Taylor (lo que resultó afortunado). Tuvo frecuentes choques con su cinematografísta. Y de ñapa, todos los protagonistas se enfermaron, lo que obligó a varias suspensiones del rodaje.
Basada en los sketches que escribiera Clarence Day Jr, convertidos luego en una exitosa obra teatral escrita por Russel Crouse y Howard Lindsay, esta película sobresale, a mi manera de ver, por su gran solidez argumental en la que fluye un humor mordaz, y muy fino, que se sustrae en buena medida, de los reveses que nos plantean las costumbres y los principios de aquella obtusa época victoriana que, aunque creemos que ha quedado atrás, mantiene un pesaroso resurgir con el montón de sectas fanáticas que pululan en estos años.
Muy bien puesto William Powell (Clarence Day) quien consigue una de las mejores actuaciones de su vida, y cuyo personaje, no obstante su apego compulsivo al papel moneda, se afana por sobreponerse a aquella dogmática e hipócrita era. Sus monólogos son inolvidables. Y, Irenne Dunne (Vinnie), recrea con efectividad a la dama tradicional por "excrecencia", empeñada en que su marido se bautice, porque con esto, cree, se abrirán para él las sagradas puertas del cielo. Con ellos, y el buen conjunto de actores que les secunda, una de las mejores comedias de los años 40.
Título para Latinoamérica: "VIVIR CON PAPÁ"
The Long Gray Line (1955)
Como malograr cincuenta años de tu vida
Ocurre con mucha frecuencia: los primeros años de la vida pasan llenos de aventuras, de deseos y esperanzas, de situaciones jocosas, de amores y de sueños
pero vienen luego los años de la adultez (el más alto grado de perfección que logramos con la experiencia) y lo que vivimos es la adustez (seriedad, sequedad, severidad). Y la vida así, pesa e incomoda, y se convierte en la fórmula perfecta (sésese) para atraer la tristeza, el tedio y la tragedia. Así viven muchos y así vivió el personaje que protagoniza esta película.
"CUNA DE HÉROES" es un biopic que usa como señuelo la vida de un soldado, Marty Maher, un don nadie que pasó 50 años de su vida (en su autobiografía habla de 55), sirviendo al ejército norteamericano en la academia de West Point. Inmigrante irlandés, ingresó en 1898 y alcanzó el rango de Sargento Maestro ejerciendo largo tiempo como instructor de natación. Eso fue todo. Pero, el objetivo principal, amén de que a John Ford le atraía todo lo que tenía aroma a Irlanda, fue hacer un homenaje a una institución considerada por algunos como símbolo patrio de los colosos del norte.
Y así, todo empieza con notable encanto y uno siente que está ante una refrescante comedia donde se logra alguna hilaridad. Son los inicios del primíparo que conllevan tropiezos, metidas de pata, platos rotos, caídas al agua
Y tenemos entonces la –ilusa- impresión de que vamos a estar ante algo parecido a "El Hombre Tranquilo" con la preciosa tigresa, Maureen O'Hara, incluida.
Pero, O'Hara es aquí una increíble mansa paloma, y la historia pronto se transforma en un drama familiar (telenovela style) y en una emblemática aproximación a la mencionada institución militar. Y todo esto, huele a pólvora y a rancio patriotismo, porque, amén de los generales y sus opacas familias, no creo que alguien más le interese semejante derroche de vanagloria a una institución que, lo único que puede contar a puñados, son las agresiones que ha cometido en decenas de países.
Tyrone Power, logra mostrarse eficaz como el comediante de la primera parte, pero se esfuma luego su ímpetu histriónico, cuando entra el ocioso drama a hacer de las suyas. Maureen O'Hara, aunque igual de bella, me resulta una total desconocida sin ese talante agresivo que me fascina en sus demás filmes, y hasta diría que es aquí un pobre ejemplo de mujer, pues es de aquellas que no deja huella.
Y Ford no nos brinda nada novedoso y, en resumidas cuentas, es ésta la triste historia de un pobre hombre que embolató cincuenta años de su vida al servicio de la nada.
Queda sólo para la reflexión la única frase certera, e intrusa, del filme: "La mejor juventud del mundo la traemos aquí, los instruímos, les hablamos del deber, del honor y de la patria
y luego los enviamos al matadero".
Duel in the Sun (1946)
Historia de un manoseo cuyo resultado fue una buena película
King Vidor había concebido está película como una especie de "Sólo ante el peligro" en su intensidad y en su sobria puesta en escena. Pero, el productor David O. Selznick, quería otro filme como "Lo que el viento se llevó", con el cual pudiera complacer plenamente a su muy amada Jennifer Jones, la actriz que ya había puesto en la más terrible crisis al también actor Robert Walker, cuando decidió separarse de él. Y fue pues él, quien añadió la majestuosidad al filme, incluyó la escena de apertura, llamó a otros directores para que realizaran secuencias adicionales y contrató a tres de los mejores cinematografistas de Hollywood para que rodaran simultáneamente algunas escenas.
Selznick estaba obsesionado. Aumentaba el personal de reparto, las segundas unidades
todo lo bueno que encontraba lo ponía en la película. No economizaba en nada. Durante el rodaje, otros directores hicieron su parte: Otto Brower, William Cameron Menzies, Sidney Franklin. Estos dos últimos actuaban en pareja cuando se trataba de escenas que involucraban a los protagonistas. Franklin era bueno con los animales y Menzies se defendía muy bien en la acción. Dos días antes de finalizar el rodaje, Vidor se agotó ante el método irrespetuoso e intromisorio de Selznick, y renunció. William Dieterle fue llamado entonces y además de escribir para él algunas escenas adicionales como la apertura en el Salón Presidio, Selznick lo puso a rodar algunas escenas de las que ya Vidor había filmado. Y hasta Joseph von Sternberg, el gran director austríaco, fue contratado, finalmente, para que añadiera cualquier cosa que se le ocurriera. Al final, el crédito como director se le dió a Vidor quizás por aprovechar su renombre, pero la película debió atribuírsele al prepotente productor, quien metió las narices en todo lo que pudo, o mejor, al archifamoso Alan Smithee, por las razones que ya usteden saben.
Lo curioso es que de todo este manoseo, "DUELO AL SOL" resultó una buena película. Una tragedia pasional, con algo de Shakespeare y de su Rey Lear, que cuenta la historia del amor imposible entre el hijo de un gamonal, y una joven y sensual mestiza, que llega a vivir a su hacienda tras la muerte de su padre. Lewt (Gregory Peck en un rol bastante singular) es un hombre detallista, interesante, impredecible
y aferrado a su libertad por encima de cualquier deseo. Perla (una sugestiva Jennifer Jones) es una joven provocadora e indecisa, quien se aferra a Lew cuando lo siente despectivo ante el matrimonio. En el medio, está Jesse, el hermano galante y enamorado también de Perla, pero quien choca con la mentalidad prepotente de su padre, y termina expulsado del hogar cuando osa ponerse en su contra.
La fotografía y la puesta en escena son de un lujo fordiano y el drama pasional consigue interesarnos por la fuerza de los caracteres protagonistas. Al final, se queda con la sensación de una historia contada a catorce manos, pero que, contra todo, mantuvo la coherencia.
Stealing Heaven (1988)
Abelardo y Eloísa: Juntos para siempre
Revolucionarios en su época (siglo XII), Abelardo y Eloísa mantienen una vigencia indeclinable ocho siglos adelante. Existieron entonces con grandes contradicciones, con una pasión ferviente e inagotable y con una inconformidad que derribaba costumbres y creencias. Y siguen existiendo en sus polémicas obras (Historia Calamitatum, Conócete a ti mismo
escritas por Abelardo), en las que aún pesa la trascendencia y veracidad de muchas de sus ideas y, muy especialmente, Abelardo y Eloísa se preservan en la fuerza de ese amor que contuvo, con su espíritu de sacrificio, un aroma a eternidad.
Pedro Abelardo se puso por encima del dogmatismo y el oscurantismo que lo rodeaban y trató de poner, en cada frase y en cada acto suyo, una reflexión y una crítica racional sobre todo lo preconcebido. Revistió las viejas costumbres de una nueva libertad, y de ahí, la profunda admiración que despertaba en sus jóvenes discípulos, como también la animadversión y la condena de los más duros "doctos".
Aspirante a canónigo, Abelardo rompió con muchas reglas y dio a sus detractores el blanco perfecto para sus ataques: se enamoró de Eloísa, la bella y escéptica sobrina del eclesiástico Fulberto.
Con marcada sutileza, el director Clive Donner, nos adentra en esta fascinante pero peligrosa relación, y nos enseña sutiles detalles que delatan el amor secreto que Fulberto sentía por su sobrina. Quedará, debidamente esbozada, la razón más honda que motivará su actitud ante Abelardo.
Enemiga, por principio, de la institucionalización del afecto, Eloísa es un personaje atractivo y contrastante con ese desesperado afán de vuelo, con su gracia y sus bemoles.
La película cumple a cabalidad con los principales patrones del romanticismo: el sentimiento se impone a lo razonable, la inspiración trasciende toda norma, y al deber ser, se antepone la libertad y la pasión individual. Y así, fluye con alegría y sufrimiento -imbuídos siempre en toda bella historia-, y nos trae para el recuerdo una de las más fascinantes experiencias de amor prohibido que podamos conocer.
Algunos aspectos de la historia, fueron quizás omitidos para no alertar a las censuras, pero en el filme se preserva la base central de aquella relación y el objetivo libertario que la mantiene viva. Lo ocurrido en Francia, 1.100 años después de Cristo, fue el efecto combinado de una fortaleza -y una liviandad- humana que todavía late en los senderos de la religiosidad. Lo primero buscando la luz de manera indefectible. Su contraparte, empeñada en eternizar las tinieblas.
Título para Latinoamérica: "PASIÓN BAJO EL CIELO".