Welcome to the new profile
We're still working on updating some profile features. To see the badges, ratings breakdowns, and polls for this profile, please go to the previous version.
Ratings91
luisguillermoc3's rating
Reviews125
luisguillermoc3's rating
The humble people of the countryside, mostly, not want anything to live at peace with his family and neighbors. Caring for chickens, planting your garden and extract the milk of the cow daily what help them raise their children, are your greatest aspirations. They send their children to school only because they understand that being illiterate involves some limitations, but most are content to learn the skills that help them survive in communion with the earth, plants and animals.
The farmer did not understand much -or want to know- about politics, armed groups, no war, let alone understand the worries of power, expropriation and exile that encourage so many men who seem to have been dead soul. But, one day, the sun illuminating the land is colored gray, the rivers and crystal clear water not only flows but, every now and then, drag the dead body of someone who sided or simply refused to stand with one, and in the mountains, the wind does not blow with his characteristic freshness but ill-fated day brings news full of despair.
But in the midst of so much pain and distress, children are happy knowing that not everything is perfect. Encouraged the game, the color of the valleys and mountains, the proximity of their pets, the affection of his parents ... and above all, friendship.
It is in this environment, where the life of Manuel, the son of Ernesto and Miriam, for whom football has a great meaning, and whose father feels that "the community has nothing to do with the thing they (guerrillas and paramilitaries )". Julián is the big boy friend who collects different types of bullets that have cracked their land. And Genaro, whom they call "Little Light" is the albino child who trying to convince someone - without reason- that for this feature, your life expectancy will be short.
Results of a long wait and a few frustrations, "COLORS OF THE MOUNTAIN" It was like those who spend bamboo growing roots long, drawing directions, and calculating the size of the sky, and then emerge with impetus and glory. And then, reaffirms that the great and worthy is almost always the result of an big effort.
Emotional and convincing interpretations of those small, without any acting experience, won a huge natural. Well, once more, Hernán Méndez (recycleman memorable in "La primera noche"), as the loving father of small Manuel. And good for Natalia Cuellar, the beautiful teacher who seeks to restore hope of peace to children.
This is one of the best, poignant and true stories are told in Colombian cinema. Any recognition that can be made will be well deserved.
The farmer did not understand much -or want to know- about politics, armed groups, no war, let alone understand the worries of power, expropriation and exile that encourage so many men who seem to have been dead soul. But, one day, the sun illuminating the land is colored gray, the rivers and crystal clear water not only flows but, every now and then, drag the dead body of someone who sided or simply refused to stand with one, and in the mountains, the wind does not blow with his characteristic freshness but ill-fated day brings news full of despair.
But in the midst of so much pain and distress, children are happy knowing that not everything is perfect. Encouraged the game, the color of the valleys and mountains, the proximity of their pets, the affection of his parents ... and above all, friendship.
It is in this environment, where the life of Manuel, the son of Ernesto and Miriam, for whom football has a great meaning, and whose father feels that "the community has nothing to do with the thing they (guerrillas and paramilitaries )". Julián is the big boy friend who collects different types of bullets that have cracked their land. And Genaro, whom they call "Little Light" is the albino child who trying to convince someone - without reason- that for this feature, your life expectancy will be short.
Results of a long wait and a few frustrations, "COLORS OF THE MOUNTAIN" It was like those who spend bamboo growing roots long, drawing directions, and calculating the size of the sky, and then emerge with impetus and glory. And then, reaffirms that the great and worthy is almost always the result of an big effort.
Emotional and convincing interpretations of those small, without any acting experience, won a huge natural. Well, once more, Hernán Méndez (recycleman memorable in "La primera noche"), as the loving father of small Manuel. And good for Natalia Cuellar, the beautiful teacher who seeks to restore hope of peace to children.
This is one of the best, poignant and true stories are told in Colombian cinema. Any recognition that can be made will be well deserved.
La gente humilde del campo, en su mayoría, no desea otra cosa que vivir en paz con su familia y sus vecinos. Cuidar las gallinas, sembrar su huerta y tomar de la vaca la leche diaria que les ayude a levantar a sus hijos, son sus mayores aspiraciones. Envían a sus hijos a la escuela sólo porque entienden que ser iletrados conlleva algunas limitaciones, pero la mayoría se conforma con que aprendan los oficios que les ayuden a sobrevivir en comunión con la tierra, las plantas y los animales.
El campesino no entiende mucho -ni quiere saber- de política, de grupos armados, ni de guerra, y menos entiende de los afanes de poder, expropiación y destierro que animan a tantos hombres a quienes pareciera que se les ha muerto el alma. Pero, un día cualquiera, el sol que iluminaba sus tierras se tiñe de gris; por los ríos ya no corre solamente agua cristalina sino que, cada tanto, arrastra el cuerpo inerte de alguien que tomó partido o simplemente se negó a estar de lado alguno; y en las montañas, ya el viento no sopla con su característico frescor sino que trae a diario infaustas noticias que llenan de desesperanza.
Pero, en medio de tanto dolor y de tanta desazón, los niños siguen alegres aún sabiendo que no todo es perfecto. Les anima el juego, el color de los valles y de las montañas, la cercanía de sus mascotas, el afecto de sus padres y sobre todo, la amistad.
Es en este ambiente, donde transcurre la vida de Manuel, el hijo de Ernesto y Miriam, para quien el fútbol tiene un gran significado, y cuyo padre siente que "la comunidad no tiene nada que ver con la cosa de ellos (guerrilleros y paramilitares)". Julián, es el amigo mayorcito que colecciona los diferentes tipos de balas que han agrietado su tierra. Y Genaro, a quien ellos llaman "Poca luz", es el niño albino a quien alguien pretende convencer –sin razón alguna- de que, por esta característica, sus perspectivas de vida serán cortas.
Resultado de una larga espera y de unas cuantas frustraciones, "LOS COLORES DE LA MONTAÑA" fue como aquellos bambúes que se pasan largo tiempo echando raíces, trazando direcciones, y calculando la dimensión de la bóveda celeste, para luego brotar con ímpetu y esplendor. Y entonces, se reafirma que lo grande y meritorio es casi siempre el resultado de un gran esfuerzo.
Emotivas y convincentes interpretaciones de aquellos pequeños que, sin experiencia actoral alguna, lograron una naturalidad enorme. Bien, una vez más, por Hernán Méndez (el memorable cartonero de "La primera noche"), como el amoroso y firme padre del pequeño Manuel. Y bien por Natalia Cuéllar, la bella docente que busca devolver la esperanza de paz a los pequeños.
Estamos ante una de las mejores, conmovedoras y veraces historias que se hayan contado en el cine colombiano. Cualquier reconocimiento que pueda hacérsele será más que merecido.
El campesino no entiende mucho -ni quiere saber- de política, de grupos armados, ni de guerra, y menos entiende de los afanes de poder, expropiación y destierro que animan a tantos hombres a quienes pareciera que se les ha muerto el alma. Pero, un día cualquiera, el sol que iluminaba sus tierras se tiñe de gris; por los ríos ya no corre solamente agua cristalina sino que, cada tanto, arrastra el cuerpo inerte de alguien que tomó partido o simplemente se negó a estar de lado alguno; y en las montañas, ya el viento no sopla con su característico frescor sino que trae a diario infaustas noticias que llenan de desesperanza.
Pero, en medio de tanto dolor y de tanta desazón, los niños siguen alegres aún sabiendo que no todo es perfecto. Les anima el juego, el color de los valles y de las montañas, la cercanía de sus mascotas, el afecto de sus padres y sobre todo, la amistad.
Es en este ambiente, donde transcurre la vida de Manuel, el hijo de Ernesto y Miriam, para quien el fútbol tiene un gran significado, y cuyo padre siente que "la comunidad no tiene nada que ver con la cosa de ellos (guerrilleros y paramilitares)". Julián, es el amigo mayorcito que colecciona los diferentes tipos de balas que han agrietado su tierra. Y Genaro, a quien ellos llaman "Poca luz", es el niño albino a quien alguien pretende convencer –sin razón alguna- de que, por esta característica, sus perspectivas de vida serán cortas.
Resultado de una larga espera y de unas cuantas frustraciones, "LOS COLORES DE LA MONTAÑA" fue como aquellos bambúes que se pasan largo tiempo echando raíces, trazando direcciones, y calculando la dimensión de la bóveda celeste, para luego brotar con ímpetu y esplendor. Y entonces, se reafirma que lo grande y meritorio es casi siempre el resultado de un gran esfuerzo.
Emotivas y convincentes interpretaciones de aquellos pequeños que, sin experiencia actoral alguna, lograron una naturalidad enorme. Bien, una vez más, por Hernán Méndez (el memorable cartonero de "La primera noche"), como el amoroso y firme padre del pequeño Manuel. Y bien por Natalia Cuéllar, la bella docente que busca devolver la esperanza de paz a los pequeños.
Estamos ante una de las mejores, conmovedoras y veraces historias que se hayan contado en el cine colombiano. Cualquier reconocimiento que pueda hacérsele será más que merecido.
Hay vidas que parecieran signadas por la mala suerte. Se vive con dignidad, se lucha para salir adelante, se sirve a quien la vida coloca en el camino
pero nada de lo que esperas funciona para ti. Y para arropar más tus tristezas, te acusan injustamente, te condenan por lo que no hiciste, y te maltratan y vituperan aquellos que juzgan con la primera palabra. A esta situación, muchos la llaman "estar maldito", "embrujado" o "metido en un mundo al que no se pertenece".
Sin embargo, ocurre a muchos que, cada tanto, perciben luces de esperanza. Te apalean, pero alguien te levanta. Te cierran todas las puertas, pero alguien te abre una que no habías visto, por la que puedes escapar. Parecieran quitarte lo que más amas, pero de pronto lo recuperas como por arte de magia. Y así te das cuenta que la vida sólo te está haciendo claro, experimentado y compensado. Todo lo que hace falta es amor, perseverancia y aceptación.
"EL FINAL DEL RÍO" me atrae precisamente por esto. Recrea, con efectividad, la vida de un hombre, John Keith, que se parece a aquellas "marcadas por la derrota". Sindicado del asesinato de un hombre en 1918, es buscado durante semanas a través de las frías montañas del ártico. Cuando es atrapado, consigue escapar, pero Keith regresa porque teme que sus captores, el sargento Conniston y su ayudante Pat O'Toole, no logren sobrevivir. Después, por sugerencia del mismo O'Toole, Keith regresará con él al pueblo haciéndose pasar por el fallecido Conni y dispuesto a probar contacto con la novia de éste, y con sus jefes y compañeros de cuartel.
Es, esencialmente, una historia de amor que pareciera imposible, pero que termina haciendo realidad cualquier perdón y cualquier olvido, ante la promesa de un mejor trato y de un sentimiento sincero y comprometido.
Basada en la novela "River's end ", del renombrado escritor James Oliver Curwood -especializado en aventuras con animales donde la naturaleza ocupa un lugar privilegiado y que han sido llevadas muchas veces al cine-, la historia de esta película está llena de valores humanos y nos abre la perspectiva de que la esperanza siempre existe en cualquier estado.
Curtiz, crea un ambiente helado en aquella suerte de montañas que ya había domeñado en "La Avalancha" y que sirven de metáfora sobre lo que sucede, esta vez, en el corazón de un hombre digno. Después, pasa al pueblo, donde el calor humano que expele y que recibe Keith-Conni va despejando aquel frío lleno de pesadumbre.
Queda mencionar, que Curtiz prueba, con intachable éxito, la doble exposición fotográfica en una escena donde Charles Bickford –quien hace de sargento Conni y de Keith, el fugitivo- hablan sentados a una mesa con plena veracidad.
"EL FINAL DEL RÍO" vale para todos aquellos que piensan que ya en la vida no hay nada para ellos.
Sin embargo, ocurre a muchos que, cada tanto, perciben luces de esperanza. Te apalean, pero alguien te levanta. Te cierran todas las puertas, pero alguien te abre una que no habías visto, por la que puedes escapar. Parecieran quitarte lo que más amas, pero de pronto lo recuperas como por arte de magia. Y así te das cuenta que la vida sólo te está haciendo claro, experimentado y compensado. Todo lo que hace falta es amor, perseverancia y aceptación.
"EL FINAL DEL RÍO" me atrae precisamente por esto. Recrea, con efectividad, la vida de un hombre, John Keith, que se parece a aquellas "marcadas por la derrota". Sindicado del asesinato de un hombre en 1918, es buscado durante semanas a través de las frías montañas del ártico. Cuando es atrapado, consigue escapar, pero Keith regresa porque teme que sus captores, el sargento Conniston y su ayudante Pat O'Toole, no logren sobrevivir. Después, por sugerencia del mismo O'Toole, Keith regresará con él al pueblo haciéndose pasar por el fallecido Conni y dispuesto a probar contacto con la novia de éste, y con sus jefes y compañeros de cuartel.
Es, esencialmente, una historia de amor que pareciera imposible, pero que termina haciendo realidad cualquier perdón y cualquier olvido, ante la promesa de un mejor trato y de un sentimiento sincero y comprometido.
Basada en la novela "River's end ", del renombrado escritor James Oliver Curwood -especializado en aventuras con animales donde la naturaleza ocupa un lugar privilegiado y que han sido llevadas muchas veces al cine-, la historia de esta película está llena de valores humanos y nos abre la perspectiva de que la esperanza siempre existe en cualquier estado.
Curtiz, crea un ambiente helado en aquella suerte de montañas que ya había domeñado en "La Avalancha" y que sirven de metáfora sobre lo que sucede, esta vez, en el corazón de un hombre digno. Después, pasa al pueblo, donde el calor humano que expele y que recibe Keith-Conni va despejando aquel frío lleno de pesadumbre.
Queda mencionar, que Curtiz prueba, con intachable éxito, la doble exposición fotográfica en una escena donde Charles Bickford –quien hace de sargento Conni y de Keith, el fugitivo- hablan sentados a una mesa con plena veracidad.
"EL FINAL DEL RÍO" vale para todos aquellos que piensan que ya en la vida no hay nada para ellos.