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lunes, 21 de agosto de 2017

UNA PANDILLA DE LUNATICOS

Los años 1988, 1989 y 1990,  son ese limbo de transición entre los 80 y 90 durante los cuales las películas que salen de aquella época suelen ser un tanto sosainas y desubicadas. Sin saber el año, no sabríamos deciren que fechas fueron rodadas. Asimismo, en lo que a la comedia se refiere,  de esos años salieron unas cosas asépticas, blancas y carentes de imaginación, de las que esta “Una pandilla de lunáticos” sería un claro exponente. Ya lo dije en la entrada perteneciente a los fotocromos de la misma; que no aguantan el visionado.
Sin embargo, tengo comprobado que según edad y momento con el que se revisa una película, la percepción de la misma puede cambiar… y en mi caso, pongo como ejemplo, también esta “Una pandilla de lunáticos”,  porque viéndola anoche, de madrugada, con las expectativas de dormirme mientras la veía, finalmente me entretuvo y la vi tan ricamente.
Pero no vengo a reivindicarla como comedia imperecedera. Lo cierto es que es una película mala a más no poder, verla y olvidarla. Pero por lo que fuera, anoche la disfruté lo suficiente como para acabarla con una sonrisilla en la cara.
Se trata de una comedia que, aunque inspirada en la novela homónima de Ellis Weiner, homenajea, parodia, (se nutre de) –llámenlo como quieran – claramente en el clásico de Milos Forman “Alguien voló sobre el nido del cuco”. Toma los elementos divertidos de la película de Forman –que los hay- y les da una vuelta para convertir esos elementos en una comedia para todos los públicos. De hecho, en referencia a esta “inspiración”, la crítica yankie del momento, decía de la película que chupa tanto de “Alguien voló sobre el nido del cuco” que parecía que en cualquier momento iba a aparecer por ahí Jack Nicholson. Aunque no lo hacía, porque el personaje del protagonista, Michael Keaton, es un sosias del que hacía Nicholson. Misma enfermedad mental, misma conducta, misma actitud. Y aunque a día de Hoy Michael Keaton sea un actor reivindicado y de prestigio, en aquello años, intuyo que pre-Batman –Aunque en España, “Una pandilla de lunáticos” se estrenó inmediatamente después de la del hombre murcielago, quizás para aprovechar el tirón- no tenía nada que ver con Nicholson, más allá de haber compartido protagonismo en “Batman”.
La idea de base de “Una pandilla de lunáticos”, es la misma que la de “Alguien voló sobre el nido del cuco”; un grupo de enfermos psiquiátricos que salen  del hospital de excursión y la cosa se les complica. En este caso, un doctor quiere llevarlos a un partido de Baseball con tan mala suerte que, presenciando por error un asesinato, a este le malogran llevándole al hospital y dejando a los enfermos a su suerte, que tendrán que ingeniárselas para resolver el entuerto, encontrar a su doctor, y que todo se solucione de tal manera que ni despidan al médico, ni les atiborren a ellos a pastillas.
Simpática, a decir verdad. Veremos dentro de unos años, si la reviso, que tal me sienta verla de nuevo.
Junto a Michael Keaton –y su Mullet- un grupo de actores en absoluto estado de gracia como son Peter Boyle, Stephen Furst acabando sus días de mayor gloria, e inmenso, Christopher Lloyd.
Dirige el asunto Howard Zieff, director asiduo de comedia, quien cuenta, en su escueta filmografía, con títulos que en su momento fueron tan populares como “Combate de fondo” o “La recluta Benjamín”, finalizando sus días en la dirección cinematográfica con esos éxitos de principios de los noventa que fueron “Mi Chica” y “Mi Chica 2” al servicio de Macaulay Culkin y Ana Chlumsky, que aunque no acabó tan drogadicta como Culkin, si que acabó de lleno en la televisión, no acordándose de ella a día de hoy, ni su puñetera madre.

sábado, 20 de mayo de 2023

JOHNNY PELIGROSO

Recuerdo cuando "Johnny Peligroso" se estrenó en 1985 y los medios de comunicación le dedicaron unos breves minutos. Al fin y al cabo, solo era otra comedia tonta más para lucimiento de ese actor de comedias tontas llamado Michael Keaton. Las imágenes me llamaron la atención por absurdas, dando a entender que aquello era una "spoof movie" con todas las de la ley. Sin embargo, a pesar de ser devoto del subgénero, no fui a verla. Su ambientación gangsteril rollo años 30 no me llamó -ni me llama- cinematográficamente hablando. Pasaría un tiempo hasta que la consumí en vídeo. Y otras tantas décadas para que se ganara mi simpatía.
Efectivamente, "Johnny Peligroso" es puro "spoof", y de los gordos. En 1984, que es cuando se rodó, el tema aún tenía tirón... aunque por poco tiempo (fue el año de "Top Secret!" y su fracaso en taquilla). Así, como todo buen producto del ramo, el argumento podría servir perfectamente para una película seria: Auge y caída de un gangster. Cómo entra en una poderosa familia, escala puestos, le sale un competidor, aparece una chica de la que se enamora y su hermano se convierte en su mayor perseguidor al ejercer de fiscal. En realidad, nada nuevo. Es el modo de contarlo donde, obvio, reside la gracia. Y, pal caso, dicho más a conciencia que nunca.
De entrada, sorprende, y para bien, que el tema musical central lo canturree Weird Al Yankovic, un nombre perfectamente vinculado al formato de la bufa absurda, quien hizo exactamente lo mismo para "Espía como puedas", además de marcarse un buen puñado de cameos en la saga "Agárralo como puedas". Y, hablando de la reina de Roma, hay un gag en la primera de ellas que lo habíamos visto cuatro años antes en "Johnny Peligroso". ¿Plagio? Mmmmh... no sabría decir, debemos tener en cuenta que en los créditos finales se menciona a Pat Proft y Neal Israel -entonces casado con la directora del film- como "consejeros". Juntos y revueltos, los nombres de esos caballeros se asocian a una ristra de títulos cómicos que quitan el hipo: Varias 
"Locas academias de policía", varios "Agárralos como puedas", "Locademia de conductores" o "Despedida de soltero". Es decir, dos titanes de la nueva comedia yanki asentada en los ochenta.
Por todo ello (y teniendo en cuenta que entre los guionistas de "Johnny Peligroso" localizamos también a Norman Steinberg, quien formó parte de los creadores de "Sillas de montar calientes" nada menos) el humor del film no es solo tonto hasta el tuétano, además de un modo absolutamente orgulloso y abundante. Hay tantísimos gags que la calidad varía, pero desde luego sin llegar jamás a la basura arrastrada de muchas muestras recientes de "spoof" (salvo, quizás, "Weird", justamente apadrinada por Weird Al Yankovic). Entre los mejores, y que me hicieron reír, destacaría la guasa a costa de las antiguas películas sobre higiene sexual, en esta concretamente nos muestran -incluida animación- como el exceso de sexo puede hacer estallar los testículos. El retrato robot de Johnny Peligroso que, según los rasgos del dibujo, es... ¡el jodido Sylvester Stallone! La anciana madre de Johnny, con su pelo blanco y arrugas, que resulta contar únicamente con 29 primaveras, "Espero llegar a los 30", anhela. El polvo entre Johnny y su interés amoroso viene acompañado por la inevitable ristra de fuegos artificiales en los cielos. Al verlos su jefe desde otro lado de la ciudad, exclama: "Yo diría que Johnny está follando". Un titular de la prensa reza así: "Moroni deportado a Suecia. Dice que no es de allí" (con esta me descojoné a gusto). El médico que visita a la madre de Johnny, y siempre le encuentra pupas, afirma con vehemencia: "Es la tiroides", "¿Qué le pasa?" pregunta el hijo,"Que no la encontramos". Un gag muy agradecidamente de la época, por su tono políticamente incorrecto, hace referencia a la sirvienta experta en insultos racistas para todas las etnias imaginables. Tenemos un coche con los frenos manipulados que, al acelerar, acelera también la velocidad de la canción que suena por la radio. Y así seguiría y seguiría, porque quedan un buen montón de coñas más igual de graciosas y que, sin hacer de "Johnny Peligroso" un entretenimiento infalible, sí resulta una comedia loca la mar de simpática que te ayudará tranquilamente a pasar una tarde, o echar algo de claridad a un exceso de negros nubarrones.
Contribuye, y mucho, el amplio reparto, generoso en toda suerte de rostros familiares, algunos en primera fila, otros casi en función de extra. Todos entrañables. Aparte del mismo Michael Keaton, exultante en su momento de gloria como comediante, encontramos a Joe "Estamos muertos... ¿o qué?" Piscopo, seguido de un sensacional Peter Boyle, Griffin Dunne, el gran Dom De Luise en un cameo absolutamente idiota y, por tanto, muy gracioso, un inesperado Danny De Vito (protagonizando un gag surrealista que aún no sé si calificarlo de brillante o ridículo. Él y Keaton coincidirían de nuevo en "Batman Vuelve"), el cómico clásico Ron Carey (como con De Luise, habitual de Mel Brooks), Ray Walston (protagonizando un gag de "vendedor de periódicos agredido" que recuerda mucho a otro visto en "La última locura" de... sí, Mel Brooks). Alan Hale Jr, que menciono únicamente porque en 1975 aparecía en "The giant spider invasion" de Bill Rebane, y eso es motivo suficiente. Scott Thompson, uno de los esbirros del Teniente Harris en "Loca academia de policía". Gary Watkins quien, justo después, protagonizó el "Ruedas de fuego" de Cirio H. Santiago, nada menos. El feo y carismático Hank "El justiciero de la ciudad" Garrett. Jack "Cabeza Borradora" Nance haciendo de cura. Rick Rosenthal, director de "Halloween 2 (Sanguinario)", como juez. Y un titán del calibre de Carl Gottlieb, cuyo nombre va ligado a títulos de variable pero significativo peso como "Cavernícola", "Tiburón", "Un loco anda suelto" o "Amazonas en la luna", dando vida a un médico. Algo menos llamativas son las actrices principales, como Marilu Henner (habitual de la famosa serie "Taxi") y Maureen Stapleton quien, habiendo recibido un Oscar -por otra peli, of course-, debería conocer... pero no es el caso, lo que delata mi ignorancia supina. La lista sigue, no se crean, sin embargo, para ir terminando ya, me centraré en los roles vistos y no vistos de otro gran feo del cine, Vincent Schiavelli (el fantasma del metro en "Ghost" o el director de la cadena televisiva en "Man on the moon", era inseparable de Milos Forman) y un jovencísimo Lukas Haas -con sus enormes orejas- dando vida a la versión infante de Griffin Dunne. ¡¡BUF!! agotado estoy, oiga.
Todo esto lo cocina, en funciones de directora, Amy Heckerling, quien posteriormente alcanzaría una notable relevancia al responsabilizarse de "Las vacaciones europeas de una chiflada familia americana", las dos primeras entregas de "Mira quien habla", "Clueless" y un mogollón de series televisivas, algunas bastante conocidas. Resulta curioso ver cómo la mujer no tuvo manías en materializar muchos de los chistes tirando a machistas y generosamente vulgares. Sí, tal vez solo quería currar y recibir el cheque (de hecho, el fracaso comercial de "Johnny Peligroso" propició que decidiera escribir sus propios libretos, en lugar de filmar los de otros). O, tal vez, entonces estas cosas se tomaban menos a la tremenda que ahora. Buenos tiempos aquellos.
Como colofón simpático, mencionar que, por lo visto, Brian De Palma es muy fan de "Johnny Peligroso". El día del pre-estreno se partía de risa con ella.

miércoles, 15 de julio de 2009

BATMAN (1989)

La vez que pasé por taquilla para ver esta película, lo hice cargado de odio y dispuesto a detestarla. Reconozco que no fue una experiencia tan negativa... vamos, que no me desagradó todo lo que hubiese deseado, pero es que más que aborrecer el film lo que me sacaba de quicio eran dos cosas: la saturación de propaganda y la nueva batmanía impuesta a hostia pura por los medios. El logo de Batman estaba en cada puta esquina.
Vista ahora, a la -larga- distancia, libre de prejuicios, manías, neurosis y motivada mi curiosidad por la lectura reciente de un libro sobre el personaje, debo reconocer que me ha gustado bastante... me ha entretenido... y eso para mi es ya un punto muy a su favor.
¿Puntos flacos?, básicamente Michael Keaton. Es un actor que no me desagrada, y la idea de no recurrir a un guaperas típico, ni a una super-estrella, para hacer del superhéroe está muy bien... pero Keaton no era la persona adecuada. Al menos no en esta peli (debería revisar la secuela, pero esa sí me da una pereza notable), le falta carisma, es soso y algo acartonado. Jack Nicholson, como bien sabéis todos y los hijos de los todos, se come la función a su gusto, "Joker" es el verdadero protagonista de la historia, y carga... pero es que ha de cargar... también carga el "Joker" de la peli de Christopher Nolan, pero dado que el actor que lo interpretó está muerto, nadie lo dice.
El "Batman" de Tim Burton cambió la forma de entender el cine de superhéroes, le dio una pátina de seriedad y respetabilidad, y demostró que los enmascarados que se mueven por territorios tenebristas también pueden funcionar perfectamente (y la banda sonora del Sr.Elfman es la última de su estilo que ha dejado huella). Fue un exitazo, generó continuaciones y la cosa ha durado hasta hoy. Y sigue...
Lo dicho, está maja la peli (es un gusto ver maquetas y animaciones por el método clásico) y, sí, es mucho más divertida y gozable que el tostoncillo de "The Dark Knight".

lunes, 14 de agosto de 2017

SPIDER-MAN: HOMECOMING

Apenas lleva tres semanas en cartel y ya ha acumulado cerca de 800 millones de dólares en todo el mundo. Y es que “Spider-Man: Homecoming” era el "reboot" que al trepamuros le hacía falta. “Volver a casa” era absolutamente necesario. La decisión de "Columbia", poseedora de los derechos del personaje para el cine, de compartir estos con "Marvel Studios" es la mejor que se ha tomado en el cine de súperhéroes desde que este se ha convertido en el principal sustento de la industria Hollywoodiense. Y el incluir a un personaje tan querido como "Spider-Man" dentro del universo cinematográfico de "Marvel", un soplo de aire fresco, y más teniendo en cuenta como se ha planteado al nuevo "Spider-Man" y su entorno.
Como fan del personaje —es el superhéroe "Marvel" que más he leído— he de decir que ninguna de las películas existentes al respecto me han defraudado. Las de Sam Raimi me gustaron, el primer "reboot", las de “Amazing Spider-Man” un poco menos, pero también las tengo en alta estima. Sin embargo, “Spider-Man: Homecoming” es tan buena que hace parecer a todas las anteriores una puta mierda, e incluso es posible, bajo mi punto de vista, que estemos ante mi película del "Universo Marvel" favorita.
Y es buena, básicamente por tres motivos: La idiosincrasia del personaje exige que no sea tan espectacular como el resto, a saber, “ Los Vengadores” o “Guardianes de la Galaxia”. Y eso aquí es respetado. No es que no tenga escenas espectaculares, si que las tiene, pero a la altura urbana de nuestro amigo y vecino. En segundo lugar, todo el mundo sabe el origen de "Spider-Man", así que no nos lo cuenta otra vez. No hace falta. Se limita a recordarnos que ya estuvo presente en “Capitán América: Civil War” y a partir de ahí se desarrolla un nuevo personaje de sobras conocido por todos. Y en tercer lugar, la película es cojonuda porque se salta a la torera todos los protocolos del universo clásico de "Spider-man" y, aún así, es el "Spider-Man" que el lector mejor identificará con los tebeos. Aquí el traje no se lo cose el propio "Peter Parker", se lo fabrica "Tony Stark", así, tenemos un atuendo robotizado que se ajusta al cuerpo mecánicamente, mueve los ojos e incluso, al igual que la armadura de "Iron-Man", tiene un asistente parlanchín con el que "Parker" se comunica. Así como todos los gadgets típicos del "Spider-Man" más clásico; el rastreador araña, la linterna araña, etc, y algunos extra que no desvelaré por no "spoilear" más de la cuenta.
Por otro lado, las principales motivaciones de "Spider-Man" no son otras que ingresar en "Los Vengadores", por lo que hará méritos en su día a día. Aquí no hay tío "Ben" que haga sentir culpable al muchacho, ni una responsabilidad anexa a un gran poder. Y aunque la aparición de "Stark" y el resto de referencias al universo "Marvel" son importantes, está todo introducido de una manera tan sutil, y tan hábil, que en posteriores entregas de la saga, si es que las hay, estará todo preparado para que ya no sean tan necesarias, y disfrutemos de las aventuras del hombre araña sin necesidad de cameos de "Iron-Man", "Capitán América" y demás.
Otro punto que me ha llamado la atención es la distinción de clases; mientras que los "Vengadores" son un grupo de élite, poco menos que millonarios haciendo de las suyas con su pasta y/o súper poderes, “Spider-Man: Homecoming” quiere dejar claro que "Spidey" es un súperhéroe del proletariado, un chaval de Queens (el Queens mejor recreado del cine hasta ahora, donde, casi, el único hombre de raza blanca que se sitúa en ese barrio es nuestro "Peter Parker") y que, por lo tanto, no tiene mucho que hacer con sus coetáneos megalomaníacos. No puedo decir más sin spoilear.
Por otro lado, Tom Holland está estupendo como "Peter Parker" / "Spider-Man", es sin duda el mejor de los tres que lo han interpretado en los últimos 17 años, y consigue un personaje simpatiquísimo con el que empatizamos, nos divertimos y que resulta tierno y entrañable. Un acierto.
Otra jugada maestra es la inclusión de Michael Keaton como "El Buitre". Resulta un revulsivo para "Marvel", y una patada en los huevos al subnormal de Iñarritu, ya que, intencionadamente o no, "El Buitre" es la respuesta de "Marvel" a “Birdman”, y lo hace con el actor que interpretó esa oda anti superhéroes. Al margen de eso, Keaton está estupendo también, y al igual que "Spider-Man", "El Buitre" es un villano del proletariado, un autentico currela, un albañil, hasta la polla de los poderosos y de los destrozos que causan. Esos destrozos precisamente cobran un interés especial en esta cinta, ya que además de los motivos de la ira del "Buitre", son la excusa perfecta para introducir a otros personajes muy queridos del universo "Marvel" de los cómics: "Control de Daños", la unidad especial encargada de reparar los cristos ocasionados por los súperhéroes.
En definitiva, que está todo perfecto en este “Spider-Man: Homecoming”, amén de ser una película endiabladamente entretenida y vibrante; cada vez que "Spider-Man" entra en acción, la platea vibra.
El argumento es sencillo: En su afán por ingresar en "Los Vegadores", "Spider-Man" trata de hacer méritos en su cuidad luchando contra el crimen, hasta que un peligroso "Buitre" entra en escena con planes más malévolos que le tocan de lleno a los "Vengadores". Spidey hará todo lo posible por evitar la catástrofe.
El director, Jon Watts, venía de hacer “fan movies” de “Robocop”. Pronto saltó al cine con “Coche policial” y "Clown", y ahora nos ofrece este mastodonte con el que dará que hablar (para bien) durante el resto de su carrera. "Marvel" no es tonta… y cuenta con esta joven promesa para “Spider-Man”, igual que para la próxima “Black Panther”, contará con uno de los directores más interesantes del panorama actual, Ryan Clooger, dire de la magnífica “Creed”.
Así da verdadero gusto ir al cine.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

HERBIE A TOPE

Película familiar que pretende tocar la fibra sensible de quienes crecimos con el Wolkswagen escarabajo y ya de paso atraer a jóvenes admiradores. Lo primero casi lo consigue, lo segundo no lo se, ya no estoy en ese target. Los jóvenes americanos tenían una razón para ver la película, y esa no es otra que Lindsay Lohan, a la que yo conozco por sus escándalos con el alcohol y las drogas. Allí, en los USA la Lohan es conocida por su participación en series de TV y no se si en algún programa tipo Club Disney o similar, pero bueno eso es lo de menos, vamos con la reseña en si.

Herbie se hizo famoso en los circuitos de carreras, pero según iban pasando los años se fue quedando obsoleto, con lo que le era casi imposible ganar ninguna carrera (no aclaran si por temas mecánicos o que su conductor era un paquete) Sea como fuera, el escarabajo acaba en un desgüace. De allí acaba pasando a las manos de los Payton (no me preguntéis como, en ese momento estaba en el baño) que son una familia dedicada desde hace tres generaciones a las carreras de Nascar. El padre, un cameo largo de Michael Keaton, tiene serios apuros para mantener el equipo adelante. El corredor estrella, su hijo, no es tan buen piloto como su padre o su abuelo, así que se las ven bastante jodidas para poder clasificarse. Además, debido a los malos resultados los patrocinadores les van dejando tirados. Maggie (La Lohan) tuvo un accidente hace un tiempo en una carrera ilegal, así que su padre le prohibe competir, pero ella no esta dispuesta a dejar de hacer lo que siente en sus venas (joder que asquerosamente cursi queda eso) Así que con un amigo suyo aficionado a la mecánica, acondicionan un poco a Herbie y se van a una concentración de mascachapas....digo, de aficionados al tunning y la velocidad. Allí y por cabezoneria del propio Herbie, acaban desafiando al campeón del momento, Trip Murphy (Matt Dillon) y derrotándole frente a sus fans. Murphy no puede soportarlo y organiza una competición, el que quede primero se batirá con el en duelo, confiando que Herbie llegue a la final para poder derrotarlo. Trip Murphy me recordó un poco al Apollo Creeck de la primera Rocky, es el antagonista pero tampoco es un malo malvado. Y hasta aquí las comparaciones con el cine de verdad.

Herbie esta mas vivo que nunca, se mueve, se retuerce y es mas expresivo, pero es casi todo CGI, teniendo un par de escenas en los que dan ganas de sacarse los ojos, pero como es una peli para críos, casi que se le perdona. Dirige una tal Angela Robinson que no ha hecho mas que series de televisión y un par de pelis chungas, entre ellas esta. Si alguno se pregunta porque meto esta reseña, esta bien claro, porque Aquí Vale Todo, incluso el cine familiar mas palomitero. Y esperense que esta película ha tenido una cosa buena, y es que me den ganas de volver a verme todas las películas de Herbie, otra cosa es que lleve esa empresa a puerto. Pero como las vea, se tragan las reseñas, como hay Dios huelga. Porque era hoy ¿no?. Encima de reseñar changas, esquirol.

martes, 4 de agosto de 2009

JACK FROST

Leyenda del folklore británico readaptada por Hollywood en dos o tres ocasiones, Jack Frost es el nombre de un muñeco de nieve con vida propia. Existe la versión infantil, con Michael Keaton en cabeza, y otra -de idéntico título- adscrita al terror... pero a un terror muy de los 90, que es la que me dispongo a comentar ahora.
Un asesino psicópata muy peligroso (de nombre Jack Frost, claro) es rociado accidentalmente por un líquido experimental que funde su cuerpo con la nieve reinante en épocas navideñas. Aprovechando su nueva forma, el asesino intentará vengarse del policía que lo atrapó y, de paso, se cargará a unos cuantos por el camino.
En 1996 estaban totalmente asentados los asesinos / monstruos carismáticos de verborrea fácil. Todo se lo debemos a Freddy Krueger, por supuesto, pero en el caso de la peli en cuestión, también hay cierta influencia de Chucky. De hecho, si lo vas a mirar, la idea es la misma: criminal reencarnado en "objeto" normalmente inofensivo, de uso infantil. A este Jack Frost le encanta hacer chistes malos, sobre todo después de cometer los asesinatos, algunos de ellos bañados de notable humor negro. Y es que, naturalmente, y dada su trama, esta peli tira mucho del cachondeo... de hecho, no da miedo ni lo pretende, es pura comedia de horror. Los mismos responsables saben que no pueden tomarse muy en serio el material que manejan, y se permiten notables bromas, algunas descabelladas, y unos títulos de crédito finales rociados de frases riéndose del mismo film que acabamos de ver. A todo esto, y sin salir del tema créditos, mencionar que los de arranque son muy originales, la cámara va siguiendo los nombres del reparto y equipo técnico escritos en varios adornos que cuelgan de un árbol, mientras de fondo oímos un adulto contarle, con retorcido placer sádico, el cuento de Jack Frost, versión terrorífica, a una niña asustada.
En este film la criatura es capaz de muchas cosas... lanzar estalactitas por las manos cual dardos, "violar" a una moza utilizando su zanahoria como arma atacante (por cierto, que la violada es Shannon Elizabeth, la tipa que enseñaba las tetas en "American Pie"), derretirse y volver a formarse con facilidad o convertir sus dientes en puntiagudos trozos de hielo con los que desgarrar la carne humana (aunque no se hagan ilusiones, que en cuanto a gore la cosa es muy estándar). Y es que los efectos especiales son uno de los fuertes del film, pero no por su máxima calidad, al revés, sino por su condición de artesanía pura, "puppets" con todas las de la ley, muñecotes simpáticos que hoy día serían pasto de ordenador, algo que le restaría mucho encanto al despiporre (anotar que el responsable de su diseño no es otro que Kenneth J. Hall, habitual de la serie Z, guionista de David DeCoteau y director de "Evil Spawn").
Con todo, y gracias a sus elementos más gilipollas, "Jack Frost" termina resultando una tontería muy simpática (y muy de los 90, repito) para ver con los amigotes. Tan bien funcionó en los vídeo-clubs, que llegó a producirse una secuela de fascinante subtítulo, "Jack Frost 2: Revenge of the Mutant Killer Snowman" (en esta sí habían efectos infográficos).

miércoles, 6 de abril de 2016

LOS FOTOCROMOS DE "UNA PANDILLA DE LUNATICOS"

Hay un tipo de comedia más ligera, más aseptica, que se cultivó a finales de los 80 y principios de los 90 ( "A mí que me registren" con Christopher Lambert, "Dulce Hogar...¡A veces!", esta) que tienen una carácteristica especial. Por un lado, ni dios se acuerda de ellas, por otro, aguantan soberanamente mal el paso del tiempo. No soportan el visionado. Digamos que tuvieron su tironcillo en el momento del estreno, y con las mismas, pasaron a ser ignoradas y olvidadas. Pues a esa hornada de peliculillas pertenece esta "Una pandilla de lunáticos" con un Michael Keaton post "Batman" que bien podía ser un reclamo por aquél entonces.
La película es una especie de parodia amable - e inconfesa-  de "Alguien voló sobre el nido del cuco", totalmente respetuosa con la original, que vista hoy es un autentico suplicio. Pero sus fotocromos, están majos...
Doy las gracias por ellos a Ricar, que nunca se las doy.















jueves, 6 de junio de 2019

I DUE GATTONI A NOVE CODE... E MEZZA AD AMSTERDAM

Aunque represente un fenómeno equiparable, en más de un aspecto, al de ciertos dúos cómicos patrios (sin ir más lejos, Los hermanos Calatrava, con los que coincidirían en el tipo de humor, así como en la laya de los films que protagonizaron), el descomunal éxito cosechado por la pareja compuesta por Franco Franchi y Ciccio Ingrassia causa asombro y pasmo, en retrospectiva y desde una perspectiva no italiana, y no solo por el hecho de haber conseguido encabezar el reparto de más de un centenar de títulos (en su momento de mayor apogeo llegaron a rodar 23 películas en solo dos años, llegando incluso a codearse con estrellas de Hollywood de la talla de Buster Keaton, Jayne Mansfield o Vincent Price) sino, sobre todo, por haber gozado de una manera tan prolongada del favor popular protagonizando películas que, en su mayoría, eran rematada, inaceptablemente malas.
Lejos de erigirse en una moda pasajera, la carrera cinematográfica de los contrahechos Ciccio y Franco se desarrollaría durante algo más de tres décadas cimentándose en una clara estrategia comercial basada a su vez en esa ley del mínimo esfuerzo tan común, por otra parte, a la idiosincracia derivativa de la cinematografía transalpina de género: esto es, aprovechar el último éxito de taquilla para bautizar a una serie de películas en el fondo indistinguibles entre sí y que, en la mayoría de los casos, poco o nada tenían que ver con el título "parodiado". Así, y sin un criterio definido, los cómicos milaneses se atrevieron a "adaptar" a su peculiar manera desde prestigiosos ejemplos de cine de autor (por ejemplo, a costa de "El gatopardo" surgiría "I figli del leopardo"), del spaghetti western cómico con "I due figli di Trinitá" (o sea, la parodia de la parodia) e incluso de blockbusters yanquis como "El justiciero de la ciudad" o "El exorcista" con "Il giustiziere di mezzogiorno" y "L'Esorciccio", respectivamente.
Aunque sí que llegaron a filmar algún spoof  en sentido estricto tal y como los conocemos hoy en día (por ejemplo, en "El guapo, el feo y el cretino" se recreaban personajes, escenarios y situaciones directamente extraídas de "El bueno, el feo y el malo") en la mayoría de los casos, y teniendo en cuenta esa ley del mínimo esfuerzo que antes comentábamos, se tomaba el film a explotar como mero punto de partida a partir del cual trazar una mínima línea argumental en la que el privativo, localista y vodevilesco sentido del humor de la pareja (basado en el slapstick, en los equívocos verbales de índole más o menos sexual y/o escatológica y, sobre todo, en las estomagantes muecas de Franchi) pudiera desenvolverse sin ningún tipo de obstáculo ni cortapisa.
En un nivel intermedio de esta tendencia nos encontraríamos con el anteriormente citado exploit del cine de justicieros protagonizado en solitario por Franchi, en el cual, y aunque se emularan algunas de las escenas del film de Michael Winner como la del calcetín lleno de monedas (“¿Me podría cambiar estas cinco mil liras en monedas de 100? ¿Me las podría meter en este calcetín?”), la supuesta parodia acababa tomando unos derroteros argumentales que se alejaban radicalmente de los del título en el que, en teoría, se basaba. En un nivel aún más extremo de dejadez y desvergüenza se encontraría esta "I due gattoni a nove code... e mezza ad Amsterdam", que si bien alude de manera evidente al segundo esfuerzo tras las cámaras del sobrevalorado Dario Argento no tiene absolutamente ninguna relación en aspecto alguno con el título que pretendidamente toma como modelo, más allá del hecho de que aquí Franco y Ciccio interpretan a dos periodistas, profesión que comparten (y yo diría que casualmente) con el personaje protagonista de "El gato de las nueve colas". Esta clamorosa falta de conexión nos lleva a pensar inevitablemente en dos opciones: 1) los responsables de esta película se inspiraron exclusivamente en el tráiler de la de Argento a la hora de escribir su guión, o  2) la pareja protagonizó un film absolutamente random al que rápidamente cambiaron de nombre tras el éxito de la otra.
Y es que si en esta última la historia trataba de las pesquisas que se desarrollaban en torno a una clínica privada que estudiaba la influencia genética en la formación del carácter del asesino, en este caso el par de caricatos estelarizan una trama de espías en la que la investigación de una muerte, de la que son testigos fortuitos, desembocará en el descubrimiento de una red de tráfico de diamantes (¿¡!?) Para alejar más aún uno y otro título, la mayor parte del metraje de "I due gattoni a nove code..." se situará como bien indica su título en la capital de Holanda, con el puterío que ello conlleva además de la consabida introducción de los dos cuarentones protagonistas en el mundo de las drogas blandas cuando estos entren en contacto con el ambiente de la juventud de la época, en una escena, por cierto, calcada de otra de la española "Crimen imperfecto", en la cual los detectives encarnados por López Vázquez y Fernán Gómez también se hacían pasar por jipiosos con el objetivo de resolver un asesinato, disfraz con peluca y abalorios, y caladita de porro, incluida.
Lejos de mostrar una voluntad por ofrecer algo novedoso, este cambio de rumbo con respecto al original denota una dejadez que posteriormente se confirmará y agravará en una sucesión de escenas absolutamente genéricas y previsibles (que incluye un enfrentamiento en una academia de karate, seguramente para aprovechar también la pujanza en aquella época del cine de artes marciales, género del que la pareja haría mofa un par de años después en "Ku fu? Dalla Sicilia con furore"), siendo la película dirigida por el todoterreno Osvaldo Civirani, colaborador habitual de la pareja, tan poco graciosa y aburrida que llega a funcionar más como thriller o spy movie que como comedia. Finalmente, y a pesar de alcanzar un considerable nivel de idiocia durante todo su metraje, "I due gattone a nove code..." no es ni de lejos tan irritantemente mongólica como otros trabajos del dúo, aunque por desgracia el único interés que a día de hoy pudiera deparar el visionado de un título de esta calaña (es decir, la curiosidad que podría despertar la comparación entre original y copia) queda frustrado por su condición de parodia encubierta o, más bien, de "no parodia" parca en referencias identificables por parte del espectador. Hasta en ese sentido resulta una película decepcionante.