Mostrando las entradas para la consulta "Tony Isbert" ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta "Tony Isbert" ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

viernes, 26 de febrero de 2016

JUVENTUD DROGADA

Adscrita al subgénero del “Cine Quinqui”, no sería una película meramente quinqui, sino un acercamiento “exploit” al género, sensacionalista a más no poder, y donde la deshonesta crítica social imperante en las películas de José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia, desaparece a favor del espectáculo malintencionado y puramente comercial. Aquí de lo que se trata es de alimentar el morbo de una platéa habituada al “Cine de pipas” que no quiere que le echen monsergas. En ese sentido, “Juventud Drogada” -¡maravilloso título!- estaría más en la línea de filmes como “No Matarás”, “Aborto Criminal” o, más afín inclusive al género quinqui, “Los violadores del amanecer” del  Iquino.
Cuenta la historia de un niño de papá, hijo de un empresario farmacéutico, que frecuenta la misma discoteca que unos camellos zarrapastrosos. Sin saber muy bien como, este señor acaba metido de lleno en las fiestas drogadictas de estos tunantes, quedando encantado con las drogas que le proporcionan, y con los encantos femeninos de una señorita que por allí pulula. La idea de los maleantes es enganchar, al desdichado,  a las sustancias psicotrópicas, y de paso, ver si con su ayuda pueden acceder al almacén farmacéutico de su padre para afanarle las provisiones de drogas duras.
La gracia es que si en el “Cine Quinqui” propiamente dicho, los protagonistas suelen ser jóvenes delincuentes –y/o drogadictos-  reales, en “Juventud drogada”, lejos de tirar por estos derroteros, los drogadictos y delincuentes son interpretados por actores que tienen pinta de todo menos de yonkies, como puedan ser Antonio Mayans, el boxeador Dum Dum Pacheco (visto en “Yo hice a Roque III”) o  Eduardo Bea, mientras que el niño bien –que por constitución física da más el tipo de drogadicto y delincuente que Mayans- es interpretado por todo un clásico del cine más populachero, Tony Isbert, en su eterno rol de Tony Isbert, eso si, dándole al porro y a la farlopa –e incitando a su pareja a que también le dé- cosa mala.
Por otro lado y como buena cinta “Exploit” española, aquí no hay medias tintas, y estos delincuentes son mostrados como lo peor de lo peor, esto es, que no solo trafican y consumen todo tipo de estupefacientes, sino que además, violan y asesinan, y actúan con toda la mala idea que se le pueda ocurrir a un guionista, en este caso, Esteban Cuenca, que ya nunca más escribió para el cine, fíjense ustedes.
Por otro lado, la comedia involuntaria, inevitablemente, como es habitual en todo producto de serie B o Z que se precie, hace acto de presencia, por un lado, con el cantoso pelucón Afro que me luce Antonio Mayans, y por otro, los elementos bizarros y fuera del tiesto que contiene la película; volviendo a Mayans: mientras que su compañero para intimidar a sus víctimas usa una navaja, este usa ¡Nunchakus!
A eso añádanle algún que otro Karateca por ahí desperdigado, boxeadores chungeros y hasta creo recordar –si la memoria no me falla… y eso que la he visto hace escasa media hora- que aparece un monje budista.
¿Veredicto? Mala de pelotas, zetosa y cutre, costrosa y lenta, pero con otros elementos que la convierten en interesante y, sobretodo, curiosa. Porque aquél que a estas alturas ande buscando buen cine en un producto de estos, o peor aún, aquel que afirme que una ponzoña netamente “Trash” como es “Juventud Drogada” es buena, es que es un esnob o un enfermo mental, porque es que no llega ni a entretenida. Eso sí, simpática y curiosa lo es un rato. Luego ya, depende de la predisposición del espectador que, insisto, si anda buscando esto es porque sabe lo que se va a encontrar más o menos.
En la taquilla española, como casi todos estos funcionales productos de entretenimiento populachero, cubrieron presupuestos de sobra y el negocio fue rentable, con una cifra de espectadores que en estos caso oscilas entre los 250.000 y lo 300.000 espectadores. Dentro de este target se mueve “Juventud Drogada”.
El director del tinglado no es otro que José Truchado, conocido por esa horripilante parodia de “El Equipo A” a mayor gloria de Antonio Ozores que es “El Equipo ¡AAAAGGHH!” o aquella chanchullera  parodia de “Canción triste de Hill Street” a mayor gloria también de Ozores que es “Canción triste de…” (Ver en el pestseller), pero entre las muchas tareas que desempeñó en el mundo del cine, tales como escribir guiones, actuar o  producir, dirigió grandes zarrios de nuestra cinematografía más outsider como puedan ser “Tarzán y el tesoro Kawana” o “Matad al buitre”.

lunes, 15 de marzo de 2021

CAUTIVOS EN LA SOMBRA

Resulta curioso el comprobar que dentro de los listados existentes en internet, que clasifican todo aquello que huela a “cine quinqui”, no se suele tener en cuenta esta cinta de Javier Elorrieta que, sin ser eminentemente quinqui, sí que guarda una gran deuda y parentesco con aquellas películas de los 70 y 80.  Y es que “Cautivos en la sombra” es un film un tanto ignoto que quizás se les ha escapado a los estudiosos del subgénero.
La película, basada en la novela “La otra orilla de la droga” de José Luis Tomás —un comisario de policía reciclado a escritor que dice haberse basado en hechos reales para la confección de su libro—, está totalmente impregnada por la firma de Elorrieta, que suele ser bastante irregular y a veces no atina, y en “Cautivos en la sombra”, se nota, más que en ninguna otra de sus películas, sus carencias y virtudes. En ese sentido, siendo la película técnicamente muy mala, te la comes con patatas y arroz porque, aunque lo que sucede en pantalla es bastante difuso y los actores están para matarlos, la película está plagada de humor involuntario, que siempre se agradece, y, entre unas cosas y otras, finalmente resulta un artefacto de lo más entretenido.
Durante el visionado pasaban muchas cosas y ninguna. Hay un exceso de montaje que propicia que las escenas de acción se desarrollen en pocos minutos —algunas escenas, en segundos—, para luego recrearse en las escenas de actores durante largas conversaciones vacías e irrelevantes, que parecen no terminar nunca. La película es un caos absoluto, pero uno muy divertido.
Es todo tan disperso, que no he sabido redactar una sinopsis. Y buscando las de la red, veo que las que hay tampoco son muy profusas…
Dos politoxicómanos, tras salir de la cárcel, se reúnen con sus novias. Estas, para traer dinero a casa se prostituyen, pero además, una de ellas va a castings porque es actriz (¡!). Por otro lado, tienen una especie de banda organizada para atracar joyerías. A eso hay que sumarle sus problemas de drogodependencia,  el embarazo de una de las prostitutas, y la venganza de un individuo que el protagonista, Manuel Bandera, tenía como rival en la cárcel y que le anda buscando para, literalmente, darle por el culo. Todo eso (y más) sucede en la película entre persecuciones, disparos y mucho, mucho aspaviento.
En definitiva, que entre unas cosas y otras, se ve relativamente bien. Además, a mí Elorrieta me cae muy bien y, su estilo, tanto cuando acierta como cuando no, me parece muy personal y único. Vamos, que me gusta Elorrieta.
En el reparto tenemos al mastuerzo de Manuel Bandera, que por aquel entonces, 1994, estaba de moda tras haber protagonizado “Las cosas del querer”, era un tipo guapo al que habían metido en las películas porque las señoras de 50 años se ponían cachondas con solo verle, pero en realidad era un actor espantoso que merecía el olvido en el que está sumido hoy. Bien, pues te descojonas vivo con él. Verle cabreado o escupiendo los diálogos de la película se convierte en una experiencia casi religiosa, sólo comparable a la que supone el contemplar los largos planos en los que su inexpresividad es la verdadera protagonista. Le secunda Antonio Flores que, amén de estar tan resultón como en todas sus intervenciones en el cine, aquí, ante el desconocimiento sobre el mundo de la droga por parte de Elorrieta, Flores hace de asesor, diciéndole al director en todo momento como debía enfocar el uso de la droga en cada secuencia. No olvidemos que este asesoramiento viene precedido de los años de yonki que le otorgaron al actor y cantante la experiencia suficiente como para dar consejos sobre el tema en la película. En los roles femeninos tenemos a la hija del tenista Manolo Santana,  Beatriz Santana, que también podemos darla de comer a parte. Cuando interpreta a Juana de Arco en uno de esos castings a los que asiste su personaje, da pena escucharla. Ni siquiera comprendo cómo esta chica pudo trabajar como actriz, porque hay que tenerlos bien cuadrados para darle un papel a la Santana, viendo lo estrepitosamente mala que es. Para completar el cuarteto principal y que den la serenata, tenemos a Neus Asensi que, si por norma general y siendo discretita, según el rol que se le asigna suele interpretar medianamente bien, aquí suelta los diálogos como leyendo de carrerilla y parece como si le hubiera dado un chungo… En cualquier caso, y a juzgar por una escena gratuita en la que tanto ella como Beatriz Santana se bañan en la playa en porretas y tiran piropos a los runners (¡!), lo único que puedo decir es que, con todo, tiene un culo estupendo.
Por lo demás, desfilan por la pantalla a toda hostia, a la velocidad del rayo y casi sin que nos inmutemos, actores de la talla de Tony Isbert, Tony Fuentes, Manolo Zarzo y, en un rol altamente dramático, el humorista Tony Antonio.
“Cautivos en la sombra” es un desmadre técnico y artístico, un exceso, mala de solemnidad... pero ¡Me encanta!

jueves, 25 de julio de 2013

NO MATARÁS

Como ustedes habrán podido intuir por el cartel y el título, nos enfrentamos a una película de conservador mensaje. Una película anti aborto.
Ignacio F. Iquino también rodó una de título aún más explicito, “Aborto Criminal”, y es que a mediados de los setenta, estas películas anti aborto se pusieron muy de moda, no ya por una ideología o unos principios, sino en su vertiente más “explotation” buscando el sensacionalismo más sórdido, que llevaba culos a las butacas, lógicamente, y más en tiempos de  Franco. De no ser porque se jugaban la cárcel, o váyase usted a saber qué, estoy convencido de que hubieran hecho película pro abortistas, que, si hubieran sido llevadas por esos derroteros del sensacionalismo, hubieran sido cojonudas.
El caso es que me gusta todo este tipo de cine español, el valiente, el desvergonzado, el osado, de cuando había industria. No como ahora, que gracias al cielo, el cine Español está condenado a la extinción inmediata (fíjense como estará la cosa, que Elena Anaya o Ernesto Alterio tienen que hacer publicidad) y eso lo que hará  es crear una industria nueva, más pequeñita, pero culturalmente más enriquecedora donde habrá cabida para todo tipo de género. Por fin morirá la dictadura del cine Español…
Pero a lo que vamos:
Una  jovencita de 16 años conoce a un individuo algo mayor que ella y vivirán un romance. Pese a que ella quiere llegar virgen al matrimonio porque no es una cualquiera, la libido del chico es desmedida, se muere por follársela, y al final ella cae en sus garras como una perdida y queda embarazada. Al darle la noticia a su novio, pedirle que se casen etc... este no queda muy contento con el asunto y su falta de entusiasmo delata las pocas ganas que tiene de contraer matrimonio y, mucho menos de tener hijos, por lo que a ella le dice que en esas condiciones prefiere abortar. Un amigo les recomienda una enfermera que, clandestinamente, practica abortos en su casa, así que deciden ir a verla.
-SPOILER- Tras practicarle el aborto, ella muere desangrada. Castigo de Dios.-FIN DEL SPOILER.
Como ven, todo un argumento para conseguir en pantalla, en un país católico y cristiano como es España, el mayor morbo posible.
Lo gracioso del tema, es el ver cómo pintan a la enfermera que practica los abortos; poco menos que como el mismo diablo; mala, avara, fea, egoísta, sin escrúpulos… como lo peor de lo peor. Incluso, echa a la pareja a patadas de casa tras ver que se complica la cosa –SPOILER-  y el tonto del novio, que ve que se está muriendo, y aunque la abortera le sugiere que se la lleve a una clínica, que tendrán más medios para curarla, este no mueve un dedo… la deja morir allí, para luego cantarle el pollo a la abortera y acusarla de asesina… ¡Tremendo! –FIN DEL SPOILER-.
El tema es que como curiosidad, como película meramente morbosa, como producto de su época, está que te cagas. Entretenida, densa, y con capacidad para escandalizar al espectador, al anti abortista y al pro abortista.
La película supuso el debut en la pantalla grande de una jovencísima y guapísima Angela Molina (si a alguna mujer le afecta la edad, sin duda alguna, es a esta, puesto que con lo guapa que está aquí, a los pocos años le aparecieron las arrugas por las que es tan famosa) que convence bastante. Junto a ella, en el reparto, tenemos a galanes feos de la época como puedan ser Tony Isbert, en el papel del novio, o Simón Andreu, que recomienda a la abortera interpretada por Luisa Sala, que al final es lo mejor de la película.
El director es un cineasta incansable, César Fernández Ardavín,  cuya filmografía la componen decenas de cortometrajes y para poder comer, de vez en cuando, hacía alguna película. No demasiadas, eso si.

jueves, 7 de mayo de 2009

DESCANSE EN PIEZAS

Nada como la sinceridad para empezar una reseña: Esta película es jodidamente mala... o mucho peor, aburrida del cagarse. Está contada con lentitud y una parsimonia que induciría al sueño al más nervioso de los seres humanos. Sin embargo, tengo muchos y buenos recuerdos asociados a ella, y dado que este es mi blog, pues me sale de los cojones enrollarme al respecto.
Lo mejor de "Descanse en piezas" (título aparte) es su caratula.... yo diría más, su funda videoclubera, ahí de color rojo. Tenerla entre las zarpas se la pone dura hasta al más exigente de los fetichistas. Pero vamos, que lo que mola es la maravillosa ilustración del póster (muy Sciotti... ¿o es que será de Sciotti?).
La primera vez que la vi fue, justamente, en una Maratón de Cotxeres de Sants, de cuando se celebraba solo un Sábado en un cine de barrio. A esta la acompañaban "Cujo", "Pesadilla en Elm Street 3" y "El destripador de Nueva York". Como ahora es toda una costumbre en tan maravilloso evento, ya entonces el público reaccionaba muy apasionadamente ante lo proyectado, y en el caso de "Descanse en piezas" fue con palmas siguiendo el tema musical de los créditos, gritos con el primer sustazo (el único, de hecho... lo mejor junto a la notable escena de los músicos de cámara) y berridos de desaprobación con cierto giro argumental bastante tramposo. Como ven, no es para menos que me emocione hablando de "Descanse en piezas".
Con este título el previamente reputado José Ramón Larraz iniciaba su trilogía de los terrores, al que seguirían la todavía-más-aburrida "Al filo del hacha" (como "Descanse en piezas", producida por el inefable José Frade) y la todavía-muchísimo-más-aburrida "Deadly Manor". En el reparto tenemos a gentes asociadas al terror hispánico (o el eurotrash en general) tan entrañables como Jack Taylor, Patty Shepard, Tony Isbert o Fernando Bilbao. Por encima de todos ellos, y en plan rol estelar, está la estrella de segunda, venida muy a menos, Dorothy Malone. El guión corre a cargo del prolífico Santiago Moncada, con una laaaarga serie de libretos afincados en el cine popular, entre los que destacan -no por buenos, sino por curiosos- aquellos dirigidos por Jesús Franco.
La historia va de una pareja que recibe como herencia unas propiedades, o algo así, habitadas por una serie de personajes de lo más siniestros. Poco a poco, la rubia prota (que se pasa media peli levantándose en pelotas de la cama para ponerse una bata) irá descubriendo que todos ellos son muertos vivientes... y comenzarán los problemas... problemas que recuerdan un poco a lo que se desarrolla a nivel vecinal -y marital- en "La semilla del diablo"... o no.
Lo dicho, la peli es durilla... pero también se trata de un producto curioso y exótico surgido en un momento en el que el terror estaba totalmente olvidado por la industria nacional -buenos tiempos-, así que, aunque solo sea por ello, "Descanse en piezas" merece mi simpatía.

miércoles, 2 de enero de 2013

EL CLAN DE LOS NAZARENOS

Que maravillosos tiempos, incluso antes de que yo naciera, cuando en España se hacía cine popular. Maravilloso poster. Tan maravilloso, como engañoso. Se nos vende, bajo el título del “El clan de los nazarenos” a tres individuos, ataviados de semana santa, conduciendo motos y portando metralletas. Una idea muy “cool” para los tiempos que corren, incluso parece una idea desenfrenada de esas que copian Tarantino o Robert Rodríguez, pero que en la época salía de manera natural. Y además, es que es mentira. Efectivamente, en la película, los protagonistas van encapuchados para hacer sus fechorías, pero en ningún momento van de nazarenos como se nos promete en un principio. Simplemente usan pasamontañas morados. Pero para que nadie pueda poner en duda la mezcla de acción y religión, dentro de la película existe un fuerte componente religioso.
Un monje de clausura, harto de dedicar su vida a dios sin encontrar pruebas de su existencia, decide que va a delinquir para ver si así consigue atraer la ira de dios y comprobar si existe o no existe. Para ello se convierte en el líder de una organización criminal, junto a un grupo de delincuentes (un boxeador que mató a un tipo a puñetazos, un quinqui y un asesino) con los que robará, asesinará, secuestrará y extorsionará. Las diferencias entre este grupo, surgirán en el momento en el que hacen acto de presencia una mujer de la que el monje se enamora, y un macarra con ansias de poder y dinero.
Antes alababa las bondades del cine popular español de los setenta, porque venía a cuento y por la idea inicial de esta película, cuanto menos descabellada, pero, sinceramente “El clan de los nazarenos” es un coñazo, que sí que tiene momentos más o menos divertidos, pero que en definitiva es más mala que un día sin pan. Y es que la peli está muy mal explicada. De pronto nos encontramos al grupo de delincuentes actuando, pero no sabemos nada de ellos, y en la tercera escena ya está la trama muy avanzada, como si el montaje fuera malo o la película hubiera sido sometida a severos cortes, cosa que no sería de extrañar. Nos vamos enterando del palo que van los personajes a medida que avanza la película y entre ellos se van contando sus historias.
Y aunque en un principio la cosa arranca y parece que va a ir bien, finalmente, a mitad de película, estando los protas en la casa en la que habitan, se queda parada. Y no avanza. Continúa el metraje, pero la cosa sigue sin avanzar… y el tedio se apodera del espectador. Cuando termina la película, nos damos cuenta de que en realidad es una chorrada sin ningún interés. Conocida también con el título de “El profanador”, una de sus ediciones en video fue titulada absurdamente ¡¡”El clan de los sicilianos”!! así que adjunto abajo el cartel de cine y el de esa ignota edición videográfica (sobre temas caratuliles, pueden ver más aquí).
En los papeles protagonistas tenemos al versátil Javier Escribá, Tony Isbert, Alvaro de Luna o Antonio Sabato. El responsable de este coñazo es Joaquín L. Romero Marchent, conocido por los Spaguetti Western de principios de su carrera, la película “Las fantasías de Cuni”, para lucimiento de un pre adolescente Lolo García, pero sobretodo, por dirigir la mítica serie de televisión “Curro Jímenez”.

lunes, 6 de mayo de 2019

HAZ LA LOCA, NO LA GUERRA

Un grupo de homosexuales con las manos muy largas (para robar, no para golpear), salen de la cárcel. Fuera, como buenas mariquitas, se dedican a colmar de atenciones a la nueva cantante de moda, Lola Reyes, cuya madre, controladora y déspota, solo deja que se relacione con homosexuales, no sea que se la desfloren. Por otro lado, un joven y apuesto galán se enamora de la chica y se presta a pintarle un retrato. Como los mariquitas, partidarios de esa relación,  saben que no tendrá nada que hacer ante la madre como heterosexual, le colarán en esa santa casa como si fuera uno más de la troupe, así que haciéndose pasar por gay, seducirá a la muchacha y pintará el retrato.
El inefable José Truchado pone al servicio de una emergente Lolita sus habilidades tras la cámara  para una película llena de buenas intenciones, pero, como diría cierto crítico cinematográfico, “difícilmente empeorable”. Y es que Truchado es uno de esos directores de los cuales me cuesta creer que haya tenido una carrera, aunque por otro lado, me encanta que la haya tenido. Sobre todo por que no se le reivindica, ni como buen, ni como el peor de los directores patrios.
Al margen de esto “Haz la loca… no la guerra” sería una de las películas, tras la muerte de Franco,  que darían visibilidad y normalidad a personajes homosexuales, si bien, estos aparecen retratados en el film como un manojo de estereotipos —son todos locazas— e interpretados por actores clásicos del cine español completamente heterosexuales, que no consiguen, a pesar de sus dotes interpretativas, hacer creíble a estos. Antonio Ozores, que interpreta a uno de los mariquitas, se limita a hacer de Antonio Ozores, y sabemos que es homosexual porque se hace referencia en algún momento, pero no porque en su actuación nos lo deje claro. Con todo, en sus memorias, Ozores dice que le hizo mucha ilusión interpretar a un homosexual. Pedro Valentín, Alfonso del Real, Tony Isbert, que exudan heterosexualidad por todos sus poros, consiguen, asimismo, interpretaciones vergonzantes. Sin embargo, estas no desentonan con el tono caótico e incompetente que destila toda la cinta ya que, como todo el cine de Truchado, este adolece de una total falta de ritmo, de gracia y de ideas. En definitiva, esto es un coñazo de los que hacen época. Además, comprender la simple trama, se convierte en una tarea ardua para el espectador, justamente por la mala ejecución del guion, que está tan mal llevado a escena, que resulta de lo más confuso e inentendible.
El guion curiosamente está firmado por un tal José Gonmac, que no es otro que el productor Enrique González Macho, que firmaría bajo pseudónimo uno de los dos guiones que escribiría antes de convertirse en todo un mecenas del cine español más ortodoxo y exhibidor con cada vez menos cines en su haber.
Por otra parte tenemos dentro del grupo de homosexuales protagonistas, la presencia de un gran artista del mundo gay de los 60 y 70, Paco España, que al margen de colar en el film alguna que otra canción, nos regala uno de los papeles protagonistas del cual no nos podemos hacer una idea muy acertada de cómo fue, dado que su personaje aparece doblado nada menos que por el gran Pepito Moratalla. Y quizás lo sea por su condición de homosexual real, pero del grupo, lógicamente, es el único que da el pego.
Como anécdota, decir que este es uno de los primeros papeles de Lolita en el cine. Su carrera como actriz quedó truncada hasta los albores de la pasada década, cuando fue nominada al Goya como mejor actriz revelación por su intervención en la película “Rencor”, en parte, por culpa de esta película. Al verla sus padres, Lola Flores y “El Pescailla”, quedaron muy descontentos con el resultado, y controlando como controlaban la carrera de su retoño, rechazaron todos los guiones que vinieron después, que dicho sea de paso, estaban todos adscritos al destape, por lo que no volvió a actuar en 30 años.
Mala a rabiar, su poca importancia se debe más a un contexto histórico y a unas circunstancias, que a su calidad cinematográfica que es nula: ¡Es de Truchado!

viernes, 16 de enero de 2015

GARUM, FANTÁSTICA CONTRADICCIÓN

“Garum, fantastica contradicción” es una de esas películas “malditas” del cine español por las que babean los aficionados al fantástico patrio, y que generan en mí una insana curiosidad, precisamente por las babas vertidas sobre sus títulos. Cierto es que es una película que permaneció en las lastas tras su estreno hasta que, gracias a Internet, sus responsables pudieron ponerla a disposición de los aficionados previo pago, como pasa con tantas ignotas películas españolas que no gozaron de repercusión en su momento, o no llegaron a estrenarse. Pero cuando pasa eso, lo que significa es que, más tarde o más temprano, alguien la va a ripear y poner en circulación de manera ilegal. Ya tardaba en ocurrir eso con “Garum”, pero al fin le eché el ojo.
Con este tipo de películas, siempre pasa lo siguiente; puede haber alguna que verdaderamente merezca la pena, pero por lo general son todas un puto coñazo que solo sirven para que, como ya he dicho antes, los aficionados, que se rigen más por la pasión que por el criterio, babeén, pero, por lo que sea, siempre resultan interesantes. Puede que sean malas, cutres, chabacanas y aburridas, pero siempre tienen ese “nosequé” que hace que las guarde en mi colección. “Garúm” no sería menos.
La película fue concebida para ser extraña y desasosegante, y lo consigue por momentos, pero también es una película cuyo bajo presupuesto la beneficia enormemente. Porque esta película, rodada con un buen presupuesto, sería como una película mala de Polanski –sirva como ejemplo “La novena puerta”- y por lo tanto mediocre. Con estas carencias, el resultado es una cosa verdaderamente rara. Teniendo el satanísmo en su trama, casi parece una película satánica de verdad…
Lo que me llega de esta película, es el ver como sin un puto chavo  en las arcas se intenta hacer algo digno. No es que se consiga, pero al menos la película no cae en el más absoluto de los ridículos como suele ser habitual. Peeeeeero,  no hay por donde cogerla… Es un puto cáos narrativo.
Basada en la novela “ Procés de contradicció suficient”de un controvertido escritor catalán llamado Manuel Pedrolo y del que, dicen, el gobierno y la iglesia le tienen apuntado en una lista negra (¡), la cosa trata de un individuo, pintor,  que va al pueblo de Garum a hacer unos negocios con algo parecido a un marchante de arte, y por el camino le ocurren un montón de cosas raras, como ver a uno de los Hernández  y Fernández caminando por la carretera y mofarse de él, no inmutarse ante camareras que le sirven en tetas o follarse a una chavalita con una facilidad pasmosa. Entre corte y corte en el que falta metraje (o es que está muy mal montada) acaba en el pueblo ese, dónde folla con todas sin ningún tipo de problemas y donde una de ellas le confiesa ser el diablo, cosa esta que no es óbice para que deje de follársela. Por otro lado, una especie de secta con túnicas moradas quieren que forme parte de ella, y el rollo satánico que se gasta la película se resuelve a base de lucecitas y trasparencias varias, gracias al bajo presupuesto del que hace gala la película.
El supuesto rollo filosófico y profundo que pretende tener la película, no me deja demasiada huella.
Lo bueno es que, rollos filosóficos a parte, se trata de una película española genuinamente de género, rodada en unos tiempos (1988) en que ya los derroteros del cine español iban por otro lado y al estilo del cine fantástico Español de esa misma década y la de los setenta, por lo que no me extraña el ignotísmo de la película, ni el  que pasara tan inadvertida. Tan solo la vieron 12.000 espectadores de ese año, en el que cosas como “Aquí huele a muerto” pasaban del millón de espectadores sin ningún tipo de problemas.
Así pues, es mala hasta decir basta, pero, me cae simpática. Y en cierto modo, tiene algo envolvente que atrapa –cómo su mísmo título reza, mis pareceres son una “Fantástica contradicción-.
En el reparto tenemos a Tony Isbert tan mal actor como de costumbre, pero con ese aire de actor yankie, Eulalia Ramón ( “Goma 2”, “Fanny Pelopaja”) y una serie de actores catalanes secundarios, vistos en montones de películas, como pueda ser el caso de Felip Peña, que era la voz del laser en “Osar, Kina y el Laser” –dificilísima de localizar- , Sergi Tula que aparecía brevemente en “Más allá de la muerte”o Francesc Jarque, visto en “Los Bingueros”.
Dirige y saca provecho a las quince pesetas que costó producirla, el también ignoto Tomás Muñoz quien firma su única película, tras haber realizado algún que otro corto. Después de “Garum”, no volvemos a saber de él. ¿Será una película rodada por el diablo? En todo caso por el demonio negro.
Una cosa a tener en cuenta únicamente por su naturaleza rara. Lo que si lo piensan bien, es fascinante.

viernes, 26 de marzo de 2021

CHRISTINA Y LA RECONVERSIÓN SEXUAL

Producción clasificada “S” producida por Andrés Vicente Gómez en extraña co-producción con Estados Unidos junto a  Harry Alan Towers (quien también produjera en algún momento algunos títulos de Jess Franco) y dirigida por Francisco Lara Polop que, como es de suponer, no aporta absolutamente nada  al subgénero más allá de un título en castellano la mar de musical y chanante, el hecho de que puede que sea una de las últimas producciones clasificada “S” que se estrenó en salas (ya en 1984), y la refrescante presencia de Jewel Shepard , scream queen y diva screwball de baja alcurnia a la que hemos visto hasta las amígdalas en “Movida en la universidad”, “My Tutor” o “El regreso de los muertos vivientes” y que, si bien destaca por unos atributos físicos extraordinarios, aquí finge muy mal estar pasándoselo bien en las escenas de folleteo.
La gracia del asunto es que tiene toda la pinta de que “Christina y la reconversión sexual” planeaba convertirse en una suerte de Emmanuelle de los 80, y para ello, se toma prestado al personaje principal de unas novelas eróticas firmadas por Blakeli St. James que fueron best seller en su época, en las que una rica heredera, Christina Van Bell, malgasta su fortuna y se folla a todo bicho viviente.  Por supuesto, la película que nos ocupa, adapta todo ese material como buena película “S”, como por inercia, sin ganas, sin brío.
Así, consta de una sucesión de escenas que desfilan por la pantalla en las que a la tal Christina le pasa de todo; Desde ser secuestrada por unos terroristas, hasta tener que vérselas con una organización de lesbianas luchadoras para, en todo momento, acabar haciendo el amor con unos y otros de la manera más lúdica.
Se ve que en un principio, y al ser una producción destinada a ser rodada en España, Towers concibió esta película con la idea de fuese dirigida por Jesús Franco, pero las relaciones no debieron ser muy cordiales en anteriores experiencias y, Franco, directamente ni contestó las llamadas de Towers. Para su sustitución, se pensó en otro artesano del entorno, que no fue otro de Paco Lara Polop.
Por supuesto, la película es un coñazo insufrible en la que lo único que cuenta son las escenas de sexo, y estas son toscas y chabacanas, casi anti libido, pero tiene cierta gracia, por ejemplo, ver la interactuación en un par de escenas de la Shephard con el bueno de Emilio Linder. Mientras que ella no parece muy cómoda en esas escenas de follambre, Linder parece ponerse las botas. Obviamente, damos por hecho que ambos están interpretando, así que, a todos los efectos, con su manita introduciéndose en lugares donde no se debe, Linder resulta infinitamente mejor actor… él sí que parece gozar.
En aquel 1984, las salas X ya estaban legalizadas y había un circuito marginal más especializado para el cine de folleteo, por lo que “Christina y la reconversión sexual” llegó demasiado tarde y, aunque debió salir rentable, apenas la vieron unos escasos 36.000 espectadores. La clasificación “S” agonizaba.
Por otro lado, La Shephard, habló en su blog en 2013 a cerca de esta película, ya que se trata de la única de cuantas rodó en la que fue la principal protagonista, y renegó bastante. Dice que le vendieron una película erótica de buen gusto con desnudos artísticos al lado de la Torre Eiffel, y se encontró regateando con el productor  negociando en cuantas escenas aparecería desnuda, pasando más frío que vergüenza y rodando en exteriores de tapadillo, cuando se ya habían ido los guardias a las 7 de la mañana del lugar estipulado para el rodaje.
Como curiosidad se le puede echar un ojillo pero, vaya, más cine “S” desalmado y sin vida, aunque, paradójicamente, histórico para nuestro país.
Junto a la Shephard y Emilio Linder, vemos en pantalla a Tony Isbert, Emiliano Redondo y una actriz acreditada como ¡¡Pepita Full James!!

sábado, 21 de octubre de 2023

TEX Y EL SEÑOR DE LOS ABISMOS

Teniendo en cuenta que el western no me tira casi nada, y su versión italiana muchísimo menos, ¿qué demonios hago yo viendo y reseñando una "del ramo"? Pues porque hay una historia detrás que marca cierta diferencia. "Tex" es, junto a "Diabolik" y "Dylan Dog", uno de los astros indiscutibles del comic ítaloparlante. Supe de su existencia a raíz de que mi querida y recurrente prensa francesa hablara en sus páginas de "Tex e il signore degli abissi", la primera traslación a la gran pantalla, en carne y hueso, del personaje, encarnado además por alguien tan adecuado como el gran Giuliano Gemma y dirigida por un auténtico especialista, Duccio Tessari. ¿Y a qué se debía tal interés si, como digo, la cosa iba del oeste? Porque, tal y como lo vendían en Francia, parecía la enésima versión "exploitativa" de "Indiana Jones", más teniendo en cuenta que el film venía fechado nada menos que en 1985, cuando el western -espagueti o no- andaba casi casi bajo tierra (la gran excepción aquí sería "Silverado" de ese mismo año, pero ya me entienden) Así pues, aprovechando mi viaje de fin de curso a Italia, recorrí los quioscos de la zona buscando un tebeo de "Tex", hasta que lo encontré y me llevé una gran decepción al descubrir que eran las historias de indios y vaqueros tradicionales (nota: en uno de aquellos intentos, topé con un quiosquero veneciano que no me lo quiso vender por ser del país que era/soy. Además, entonces desconocía por completo que el personaje había sido editado en España) Por todo ello, cuando finalmente la película llegó a nuestros video-clubs, cortesía de "Vision Films Video", mi posible interés se había reducido a cero.
Hay que aclarar que lo del parentesco con "Indiana Jones" es exclusivamente cosa de uno de los carteles disponibles, gloriosamente ilustrado por E.Sciotti. Ahí aparece hasta con látigo -utensilio que "Tex" NO usa en la película-, y unas pintas más propias del famoso arqueólogo, metido en un especie de templo maldito. El cartel oficial es distinto, y no resulta tan tramposo, mucho más fidedigno al lenguaje genuino del western de toda la vida. Entonces, ¿el rollo "Indy" es cosa del aquí expuesto o está en el largometraje? Pues estar, está.
Al no haber leído con atención ningún tebeo de "Tex", no puedo afirmar ni negar que esos toques más fantasiosos sean cosa exclusiva del film. Pero algo me dice que fue una imposición de los productores, teniendo claro como tenían que, en plenos años 80, y con el cine Spielbergiano de aventuras fantásticas petándolo, era el único modo de encarar la materia si pretendían despertar el interés del público, especialmente el de tirón juvenil, bastante ajeno al western. No es la primera vez que lo vemos. Un caso muy muy parecido -y mucho más descarado- lo tenemos en la traslación del aviador británico de novela "Biggles" a la gran pantalla, metiéndolo en un berenjenal de ciencia-ficción nada propio de él.
En cualquier caso, la historia de "Tex y el señor de los abismos" gira en torno a un carro mangado repleto de rifles. Recurren al prota para localizarlo y castigar a los culpables. Entre medias, aparece una tribu de indios que odian al blanco invasor y, con la excusa de adorar a un dios azteca, solo quieren destruirlo. Esta última parte es la que toma prestados más elementos del cine Spielbergiano. Para empezar, los dardos que lanzan convierten instantáneamente a sus víctimas en momias gracias a un encantador, aunque algo tosco, efecto especial (cortesía de los hermanos Paolocci, quienes a partir de ahí currarían en títulos tan variados como "Miedo Azul", "Body Count", "Los bárbaros" y algunas películas de Bruno Mattei o Claudio Fragasso). Además, responden a las órdenes del tal señor del abismo, un menda vestido con harapos instalado en una gruta repleta de lava. El enfrentamiento final con "Tex" es de lo más tonto y deslucido (induce a pensar aquello de "¿tanto rollo para esto?") aunque, eso sí, da pie a que la gruta se derrumbe y el volcán estalle. Ya saben.
Entre las cosas buenas, los tiroteos, intensos. Los "stunts", algunos espectaculares. La polvorienta ambientación. Y que no hay historia de amor. De hecho, el único personaje femenino de toda la película es una india malvada de escasa presencia. Curioso.
Al estar rodada en España -inevitable-, los rostros autóctonos ya legendarios son innumerables, algunos con roles escuetísimos: Aldo Sambrell, José Luis de Vilallonga, Charly Bravo, Frank Braña o Ricardo Palacios. Diría que también ronda Tony Isbert. Completa la tarta "eurotrash" la presencia de William Berger como el habitual colega de "Tex", "Kit Carson".
Me gustó más el arranque que la parte final, pero bueno, considerando su naturaleza, el visionado terminó resultando pasable. Ya es algo.