Paul Schrader es una especie de geniecillo que, según el proyecto, o según la etapa de la vida en la que esté, puede hacerte una obra maestra con la misma facilidad con la que te hace una película del montón tirando a mala, indistintamente de si su labor consiste en escribir el libreto, dirigir el artefacto, o ambas cosas. Puede que sea uno de los cineastas más irregulares provenientes del nuevo Hollywood. Sin embargo, cuando acierta, que suele ser de vez en cuando, se convierte en un cineasta que está muy por encima de la media.
También es de recibo comentar que muchas de sus películas son el resultado del pedo que lleve o, sobre todo, la cantidad de cocaína — y eventualmente heroína— que haya consumido durante el proceso creativo. Conocidas son sus amarguras, manías y adicciones al respecto.
Entonces esta “El beso de la pantera”, película de resultado económico medio y críticas mixtas, es una de esas que Schrader confeccionó bajo influencia de psicotrópicos, hasta tal punto que, cuenta la leyenda, un día estaba tan colocado que se negó a salir de su camerino echando a perder toda una jornada de trabajo.
El caso es que, causa de las drogas o no, “El beso de la pantera” es una de esas películas que en su momento tuvo algo de relumbrón —tampoco demasiado— y que, sin ser un mega-clasicazo de los 80, a día de hoy se la recuerda menos que se la reivindica.
Yo no la había visto hasta hoy, nunca me apeteció verla. Y, bueno, se deja ver, tiene un par de cosillas (como los efectos especiales, artesanales y maravillosos) estupendas, pero a grandes rasgos no es una película notoria.
Remake del clásico de la RKO “La mujer pantera”, Schrader la adapta con cierta coherencia, pero haciendo una versión soberanamente moderna que al final, y salvo por los contados homenajes, nada tiene que ver con el clásico de los años 40. Entonces, a todo el rollo de la mujer que se convierte en pantera, se le añade un nuevo personaje, el hermano de la protagonista, que como pantero macho que es quiere cohabitar con su hermana, formar pareja incestuosa, del mismo modo que lo hacen estos felinos.
La cosa va de una mujer virgen que acude a visitar a su hermano y empieza a relacionarse con una serie de personas empleadas en el zoológico colindante. Ella no jode, porque como le de por echar un caliqueño se acabará transformando en una pantera. Mientras, el hermano, experto en estas lides, se dedica a ir matando toda suerte de personas, la prota se enamora del médico del zoo, con el que se planteará una relación amorosa a pesar de su pequeño problemilla. Y todo, naturalmente, se complica.
La película entera parece concebida para resaltar la belleza de su protagonista, Nastassja Kinski que, efectivamente, resplandece, así como es un muestrario de su cuerpo desnudo donde podemos divisar incluso ingentes cantidades de pelo. Más del 40 % del metraje la Kinski aparece desnuda. No es tontería si tenemos en cuenta que ella y Schrader mantuvieron una tórrida relación sexual mientras rodaban. Obviamente, él era un hombre fondón, con gafas gruesas y bastante feo. No como un demonio de feo, pero feo. Y Nastassja Kinski es probablemente una de las mujeres más guapas de Hollywood, y más todavía en aquel año del señor, 1982. Entonces sucedió lo evidente; Schrader se enamoró como una bestia de la Kinski y planeó pedirle matrimonio durante la fiesta de fin de rodaje. Llegado el día, Nastassja no solo no hizo acto de presencia, sino que tras el evento perdió todo contacto con el director. Pasaron unos meses hasta que este pudo localizarla y, al preguntarle por el desplante, la Kinski fue clara y le espetó: “Paul, me suelo follar a todos los directores con los que trabajo y contigo no ha sido fácil, ni agradable”. Schrader se quedó a cuadros y, en adelante, se notaría un toquecito misógino en todas y cada una de sus películas, por lo menos hasta bien entrada la década de los 00. Una historia que bien merecería una adaptación al cine… en cuanto a la que nos ocupa, sin estridencias, se deja ver sin más.
No fue un fracaso, pero tampoco un gran éxito de taquilla.
En el papel del hermano pantero de la Kinski tenemos a un sobreactuado Malcolm McDowell con el rostro un tanto devastado (¿a causa de las drogas también?) y a un galán que en pocos años se pondría gordo y grandón, y que no destacaría mucho más en papeles de fucker, Jonh Heard, al que después hemos visto vestir la talla XXL en toda suerte de clásicos mainstream como puedan ser “Big”, “A la caza del lobo rojo” o “Solo en casa”. Anette O’ Toole, más guapa todavía que la Kinski y también en pelotas, ejerce aquí un rol secundario como igualmente hizo en films como “Superman III”, donde dio vida a Lana Lang, o “Limite 48 horas”. El resto de reparto lo complementan dos futuros comediantes como John Larroquette y Ed Begley Jr. (poniendo el punto truculento, cuando su brazo es salvajemente arrancado por un felino), Lynn Lowry (rostro habitual en el crudo cine fantástico y de terror setentero) y una de las musas de Spike Lee, Ruby Dee (la única actriz del elenco que no sale en pelotas, porque ya era una anciana), como chacha esotérica que parece va a ser crucial en la trama y en realidad está ahí de adorno y, porque ambientando la película en Nueva Orleáns, es de recibo que salga algún negro. Con la pantera no tuvieron suficiente…
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martes, 24 de septiembre de 2024
viernes, 30 de diciembre de 2011
THE ARTIST
Es más, el hacer en estos tiempos que corren una película muda, es un snobismo de tres pares de cojones, así que en un principio, THE ARTIST, no era santo de mi devoción. Ahora, cuatro factores han sido decisivos a la hora de enfrentarme a ella; el trailer, me dejó boquiabierto. Un trailer tremendamente efectivo; El hecho de que la gente, tras verla, sale de la sala emocionada, e incluso bailando; y por ultimo, la autoría del director Michel Hazanavicius, responsable de dos “Explotations” bastante infectas de las pelis de James Bond facturadas en el nuevo milenio, que pasaron por nuestras salas con más pena que gloria: OSS 117: EL CAIRO, NIDO DE ESPÍAS y OSS 117: PERDIDO EN RIO. Con semejante curriculum, y a pesar de que esta película es carne de “gafapastosos” que no saben del reciente pasado del director, ni seguramente de cine mudo, me decidí a verla. Y efectivamente, es una pasada de peli. Pero ¡ojo!, no es una obra maestra como hay quien afirma en la prensa. Es una película muy bonita, muy entretenida y que destila un amor por el cine (¡¡Americano!! No confundirse…), que es el que ha hecho que me caiga tan simpática.
Favorita para las nominaciones en la carrera de los Oscar, no es ni de lejos un peliculón mítico y memorable, pero visto lo visto es de lo mejor que este año ha ofrecido la cartelera, pero, aunque bonita, no es para tanto. Pero es que la gente no está acostumbrada a ver cine, y cuando sale algo majo, pues ale, a fliparlo en colorines.
Ahora bien, huelga decir que sin ser fan del cine mudo, si que lo soy de Harold Lloyd (como Jackie Chan) y estoy acostumbrado a ver cine mudo, por culpa del de las gafitas y la mano de goma, EL HOMBRE MOSCA, ¡AY QUE ME CAIGO! y otras tantas.
Vamos con la peli.
George Valentin, es una estrella de cine mudo (que curiosamente, es estrella en películas de género), portador de un desmesurado ego y una gran fortuna, que conoce a una chica aspirante a actriz llamada Peppy Miller, a la cual, por simpatía, abre camino en la industria cinematográfica. Con la llegada del cine sonoro, aumenta la popularidad de la chica, mientras que, lógicamente, desciende la de Valentin, con lo que, es despedido del estudio para el que trabaja. Este, en un alarde de megalomanía y sin tomarse demasiado en serio el cine sonoro, gasta toda su fortuna en una súper producción muda, que obviamente, con el sonoro ya impuesto, le deja en la ruina. El resto… sería contar el desenlace.
Aunque procedente de Francia, la película está rodada en inglés (pero no oímos los diálogos ¡Ja!) y cuenta con mogollón de estrellas americanas en su reparto, como puedan ser Penelope Anne Miller, James Cromwell, John Goodman o Malcolm McDowell.
Bien, una historia sencillita, que gracias al buen hacer de Hazanavicius y la honestidad que desprende el film desde un principio (simplemente un homenaje al cine mudo), engancha, cautiva y se deja disfrutar durante todo el metraje. Pero el éxito de la película, no radica en su propuesta, si no en la presencia de Jean Dujardin, al que hemos visto haciendo de LUCKY LUKE y en las dos entregas de OSS117, enorme (por tamaño) actor gabacho que para la ocasión se deja de dar ostias y pegar tiros, y se le caracteriza con un look absolutamente deudor de los galanes del cine mudo, se antoja lo mejor de la película con su desmesurada interpretación. Desde luego, el personaje se presta a la desmesura.
Por lo demás, lo agradable de la película, lo sencillito del argumento y, por raro que parezca teniendo en cuenta el tipo de público para el que es reclamo, su falta de pretensiones, hacen el resto.
Muy maja.
viernes, 25 de mayo de 2018
MOVIDA EN WALL STREET
Sin embargo la cosa no salió como se esperaba en un
principio y la película se quedó prácticamente aparcada, apareciendo en su
momento, 1987, únicamente en vídeo de alquiler distribuida por New World. Para
más mala suerte, New World la distribuyó justo en el momento en el que se
declaró en bancarrota. Con todo, la película tuvo su distribución en vídeo en
nuestro país, siendo a día de hoy una película oscura e ignota de la cual ni
tan siquiera existe una edición en DVD más que en Australia. Pero nosotros
tenemos, como no, un VHS…
“Movida en Wall Street”, “Buy & Cell” en su versión
original, cuenta la historia de un individuo medio nerdo que trabaja en bolsa.
En una de estas que por un accidente muere el presidente de la empresa en la
que trabaja, y que tiene trampas como para parar un tren, este es engañado por
uno de los socios, que le propone ser el director de la empresa. Este acepta y
en consecuencia, irá a la cárcel como responsable de todos esos pufos. Una vez
en prisión, la relación con los presos propicia que, entre rejas, cree su
propia empresa de inversión para rentabilizar el dinero de los presos, cosa
esta, que al malvado alcalde de la cárcel le parece fatal, por lo que se pondrá
a tocar un poco los huevos.
Sencillita, sin artificios y con un par de gags correctitos,
“Movida en Wall Street” es, sin embargo, un entretenimiento agradable y
simpático que funciona a todos los niveles, en parte gracias al reparto de
grandes que sostienen la película para que no se haga añicos, siendo el rey de
la función el bueno de Michael Winslow.
La película asimismo, se nutre de todos los éxitos de las
comedias más punteras de la época, por eso tenemos a Carradine en
representación de “La revancha de los novatos”, Michael Winslow en
representación de “Loca academia de policía” así como procura mantener detrás
de su cutre y cochambrosa fotografía, una estructura narrativa similar en
temática y formas a la de “Entre pillos anda el juego”, pero rodada con lo que
en esas producciones se gastaron tan solo en papel higiénico. Y sale airosa.
Para echar un ratillo, sin más ni más. Mucho mejor que otras
películas más gordas, y una rara avis para el catálogo de Empire pictures.
Dirige Robert Boris, también productor y guionista en mayor
medida, que aunque firmó pocas películas como director, no dejan de ser
videoclubadas hoy míticas. Suyas son “Oxford Blues”, uno de los primeros éxitos
de Rob Lowe, y “Justicia de acero”, una película que presentaba al secundario
Martin Kove como absoluto protagonista.
sábado, 9 de enero de 2021
STAR TREK, LA PRÓXIMA GENERACIÓN
No es esta la primera vez que hablamos de "Star Trek" en el blog. Cuando tocó, le di un muerdo a la cuarta y quinta entregas. Y Aratz hizo lo mismo con el olvidable reboot. Pero me he dado cuenta que siempre que reseñamos alguna película de la franquicia, comenzamos hablando de nuestra relación con ella, los títulos que vimos en nuestra infancia, nos justificamos diciendo que no somos "trekkies", mentamos a "Star Wars", bla, bla, bla. Bien, eso se acabó.
"Star Trek, la próxima generación" significa el "paso del testigo" de la saga clásica a la que, entonces, se consideraba la moderna, la nueva, aquella encabezada por la tripulación de Jean-Luc Picard y que ya arrastraba sus añitos. Así pues, tenemos a unos cuantos de los integrantes originales, Kirk, Scotty y Chekov, inaugurando el nuevo Enterprise. Sin embargo, durante el viaje en cuestión, se lía parda y Kirk muere. O no. En realidad no, porque de lo contrario nos dejaría a todos cojeando. Sabemos que volverá a salir y currará mano a mano con Picard. Pero antes, toca entender de qué va todo y disfrutarlo en el proceso.
La trama es cojonuda. Existe un lugar maravilloso llamado Nexus al que, todo aquel que va, vive inmerso en la más absoluta felicidad. Pero para llegar, hay que esperar a una especie de espiral gravitacional gigantesca que estalla en medio del universo cada treintaypico años. No puedes adentrarte en ella con una nave porque sería destruida, así que el villano (al que da vida un muy adecuado Malcolm McDowell) elabora un plan acojonante: Hacer explotar dos estrellas para desviar la espiral y que pase por en medio de un planeta, donde él la estará esperando. El problema es que dicha explosión se llevará por delante un sistema solar entero y, concretamente, una civilización al completo. Los integrantes de la Enterprise se enteran del cristo y deciden intervenir.
Todo ello coincidiendo con una subtrama (o puede que la subtrama sea lo que les acabo de narrar) en torno a la madurez, el paso del tiempo y la pérdida de las ilusiones. Lo que combinado con las posibilidades de felicidad eterna que ofrece el Nexus, da mucho juego a los dos personajes principales más afectados por la acumulación de años, los captains Kirk y Picard. Curioso que, recientemente, este último haya protagonizado su propia serie de "Star Trek" en torno, nuevamente, a la madurez.
El resultado a todo esto es "Star Trek, la próxima generación", un film tremendamente entretenido y dinámico que les recomiendo si quieren pasar un buen rato. El aroma del buen cine mainstream.
En el Nexus deben hacerse pelis como esta.
"Star Trek, la próxima generación" significa el "paso del testigo" de la saga clásica a la que, entonces, se consideraba la moderna, la nueva, aquella encabezada por la tripulación de Jean-Luc Picard y que ya arrastraba sus añitos. Así pues, tenemos a unos cuantos de los integrantes originales, Kirk, Scotty y Chekov, inaugurando el nuevo Enterprise. Sin embargo, durante el viaje en cuestión, se lía parda y Kirk muere. O no. En realidad no, porque de lo contrario nos dejaría a todos cojeando. Sabemos que volverá a salir y currará mano a mano con Picard. Pero antes, toca entender de qué va todo y disfrutarlo en el proceso.
La trama es cojonuda. Existe un lugar maravilloso llamado Nexus al que, todo aquel que va, vive inmerso en la más absoluta felicidad. Pero para llegar, hay que esperar a una especie de espiral gravitacional gigantesca que estalla en medio del universo cada treintaypico años. No puedes adentrarte en ella con una nave porque sería destruida, así que el villano (al que da vida un muy adecuado Malcolm McDowell) elabora un plan acojonante: Hacer explotar dos estrellas para desviar la espiral y que pase por en medio de un planeta, donde él la estará esperando. El problema es que dicha explosión se llevará por delante un sistema solar entero y, concretamente, una civilización al completo. Los integrantes de la Enterprise se enteran del cristo y deciden intervenir.
Todo ello coincidiendo con una subtrama (o puede que la subtrama sea lo que les acabo de narrar) en torno a la madurez, el paso del tiempo y la pérdida de las ilusiones. Lo que combinado con las posibilidades de felicidad eterna que ofrece el Nexus, da mucho juego a los dos personajes principales más afectados por la acumulación de años, los captains Kirk y Picard. Curioso que, recientemente, este último haya protagonizado su propia serie de "Star Trek" en torno, nuevamente, a la madurez.
El resultado a todo esto es "Star Trek, la próxima generación", un film tremendamente entretenido y dinámico que les recomiendo si quieren pasar un buen rato. El aroma del buen cine mainstream.
En el Nexus deben hacerse pelis como esta.
viernes, 30 de junio de 2017
UN REGALO PARA PAPÁ
Por una serie de vicisitudes, esta puta acaba yéndose con
los niños a la urbanización escapando de sus chulos, e instalándose en la casa
de uno de los niños; el padre cree que es profesora de matemáticas –en niño lía
las cosas- y ella cree que él sabe que es prostituta, por lo que se acaba
enamorando de él, al tratarle este como la señorita respetable que él le cree,
y no como la meretriz callejera y maloliente que en realidad es. La cosa se
complicará, cuando el padre del niño descubra que es una vulgar ramera y no la
coqueta profesora de matemáticas que él cree que es.
Una buena muestra del tipo de comedia romántica que se
estilaba en los 90, así como también lo es de un subgénero que se dio mucho
dentro de la comedia romántica: el de furcias de buen corazón que acaban
enamorándose de un señor ajeno a su universo sórdido y carnal. El estandarte de
ese subgénero, “Pretty Woman”, esta “Un regalo para papá” (“Money Milk” en su
versión original (¿), una peliculilla del montón.
No obstante, estando Kathleen Kennedy y Frank Marshall en la
producción, y situándose en el tiempo tampoco demasiado lejos de la década de
los ochenta, además de película de
prostituta aspirante a princesita, es un film deudor de los clásicos juveniles
de los ochenta. La primera mitad de la película, la más soportable, es
totalmente una consecuencia de la era Spielberg. Niños de barrios residenciales
que salen a vivir aventuras en sus bicicletas decoradas con banderines; como
“Los Goonies” o “Cuenta Conmigo” y que acaban metidos en problemas. Unos
primeros 40 minutos funcionales y divertidos, se echan a perder en el momento
en el que la prostituta irrumpe en la casa del niño, y a partir de ahí,
con Ed Harris haciendo de padre viudo y
poniendo caras de buen tipo, todo lo que sucede nos importa un bledo. Y se va a
tomar por el culo tan ricamente, toda la película.
Rozando ya los años en los que se impondría la corrección
política imperante hoy en día, al menos
aquí vemos como la puta les enseña las tetas a los críos –sin que el espectador
las vea, por supuesto- en un alarde de
inofensiva pederastia a cambio de dinero y, más impensable todavía, vemos como
los críos se echan, incluso, un cigarrito tras verle las tetas a la ramera,
cosa que para 1994, año del que data la película, sería algo que veríamos ya
muy poquitas veces.
Por otro lado, advertir a todos esos pajilleros que se la
zurran con pan de molde, y por ende con Melanie Griffith, antes de llevar el
nombre de Antonio en el brazo, que
interpreta a la vivaz prostituta, que efectivamente, el erotismo no buscado es
más excitante que la sucia pornografía; no hay nada de sexo en la película, ni
tan siquiera una intención de que lo haya, sin embargo, es muy sugestivo ver lo
suelta que va la Griffith en la película, sobre todo con camisón de estar por
casa. Como va sin sujetador con aquello bamboleante, en su inocencia, resultan
esos planos más pajeables que los que sale ella vestida como una puta
provocativa, que da cierta grimilla, en parte por esas piernas con menos carne
que la pata de un canario. Pero aún así, la Griffith, era mucha Griffith. Qué
mujer.
El autor del libreto, John Mattson, batió el record de
dinero recibido por el guion de una comedia, recibiendo por parte de Paramount
la friolera de millón y cuarto de dólares, lo que suponía un pastón para un
guion de una comedia de estas características. En esta tesitura, los ejecutivos
quisieron contratar a Michael Finell para que produjera y Joe Dante para
dirigir la película, pero recibirían muy poco dinero por hacerlo, así que estos
rechazaron la oferta, recayendo así la dirección en manos de Richar Benjamín
(“Esta casa es una ruina”) quien se movía por estos parámetros como pez en el
agua.
La película resultó demasiado cara, y no recaudó en taquilla
lo que debería. Aquí en España de hecho, la vieron en cines poco más de 166.000
espectadores, que son bastante pocos para una película Paramount.
Ante este dispendio, se rumoreó –y seguramente algo de
cierto había en esto- que la película fue el proyecto personal de una serie de
ejecutivos de Paramount aficionados a las putas. Y al recibir el guion, este les
llegó al corazón, porque se trataba de una película sobre el único tipo de
mujer que conocían: las putas. Es decir, una película sobre putas, hecha por
puteros, ni más ni menos.
Por lo demás, puro fast food: la ves, te medio entretiene, y
a dormir.
Por cierto, además de ñoña, decir, para, que nunca en una
película estuvieron los protagonistas
tan espantosos. Tanto Melanie Griffith,
como Ed Harris, parecen muñecos de cera. Sin embargo, a la hora de ser nominada
la película a los Razzie, fue el guion el que se llevó la palma, sin embargo
quién se llevó tan preciado anti-galardón fue “Los Picapiedra”, espantosa a
todo efecto.
También se pasea por la película con muy poquito que hacer,
o decir, Malcolm McDowell.
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