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lunes, 11 de marzo de 2024

TAP DANCING

La carrera de Gregory Hines es de lo más curiosa. Curtido y prestigioso bailarín de claqué con cierta bis cómica, debuta en el cine de la mano de Mel Brooks en “La loca historia del mundo” y de ahí, pasa a convertirse en un actor de éxito a mediados de los 80. Asimismo, también comienza a hacer sus pinitos en la canción de la mano de Luther Vandross, que le ayuda en todo lo concerniente a su carrera musical.
Le va bien en el claqué, le va bien como actor y le va bien en la música. Y aunque en la película “Noches de sol” puede lucirse como bailarín de claqué -su verdadera profesión-, en el resto de películas en las que aparece no hay demasiado baile, son comedias, cine de acción, etc, por lo que, en cierto modo, debía resultarle algo frustrante.
Por eso, en 1989, cuando el pico de popularidad del bailarín (como actor) es más alto, es cuando Tri Pictures decide que ya es hora de hacer una película a su medida, con un argumento que girase en torno al tap (una modalidad concreta de claqué que Hines dominaba). Para ello, se concibe un guion en el que todo el peso recae en la manera de bailar del actor y se las tiene que ver con su mentor, nada menos que Sammy Davis Jr. en su última película para cine (se cuenta que, en el lecho de muerte, Davis Jr. hizo a Hines el gesto de pasarle una pelota de baloncesto, como diciéndole: “continúa tú lo que yo he empezado”). Así, “Tap Dancing” sería su consagración definitiva, un film con dos genios negros del tap codo a codo compartiendo plano. Vamos, de Oscar.
Sin embargo, el claqué no es tan dinámico como para que el cine de los 80 nos ofrezca algo épico y vibrante. En los años 20 y 30 quizás sí funcionase, pero no en 1989, por lo que la gran película de Gregory Hines fue un fracaso mayúsculo. Pero, al margen de que se trate de una película sobre claqué, floja a rasgos generales. Una de esas películas en las que te enteras de la trama porque un personaje se la cuenta a otro, no porque esté bien rodada. Cosa que da igual, porque aquí lo que cuenta son los tres o cuatro numeritos de tap que se marcan Hines y Sammy Davis Jr.
Así pues, se nos cuenta la historia de un bailarín de claqué que, muy bien formado por el veterano de su padre, decide dejar el baile, que no le saca de pobre, y dedicarse a robar joyas. La mala suerte querrá que le pillen y acabe en prisión. Tras dos años enchironado, regresa al barrio con el fin de reencontrarse con su vieja novia quien intentará que vuelva a bailar como medio de vida, pero, tras verse humillado por un coreógrafo en una audición, se planteará si volver o no al crimen.
Como ya dije antes, y a pesar de ser una película técnicamente impecable (es un cliché esto que voy a decir, pero la fotografía es estupenda), al final estamos ante una soberana mamarrachada.
Hines se siente muy orgulloso de poner en los créditos su nombre como “imprógrafo”, porque la gran mayoría de pasos de baile que le vemos ejecutar, casi siempre en planos fijos para resaltar lo bien que baila, eran improvisados sobre la marcha. Pero el claqué no tiene mucha ciencia. Tan solo vemos a un tipo zapateando con zapatos enchapados sobre superficies de madera, emitiendo un sonidillo que tampoco es que sea demasiado musical. Vistos un par de pasos, vistos todos y, en resumidas cuentas, una película entera en torno a esta disciplina cansa al más pintado. Y eso que se intenta por todos los medios contar una historia dura y de la calle, supongo que para reducir el nivel de moñería que trae el claqué consigo (de hecho, en un momento de la película, un chaval se niega a aprenderlo porque lo considera un baile para homosexuales venidos a menos).
No solo lo que iba a ser la gran película de Gregory Hines fue un fracaso, si no que dejó a este condenado y obligado a sumergirse en el pantanoso terreno del bajo presupuesto, no volviendo a levantar cabeza en el mundo del cine hasta su fallecimiento en 2003 a causa de, como no, el jodido cáncer. Después de “Tap Dancing” hizo “Terminator Woman”, “Redada en Harlem”, “Un cangrejo en mis pantalones” y papeles secundarios en películas de estudio.
Dirige el espectáculo Nick Castle, director de simpática carrera que, además de esta, dirigió cosas completamente opuestas como, por ejemplo, “El último Starfighter” o aquella película igualmente ochentera y spielbergiana, con niño autista como protagonista, que gozó de cierta repercusión en su momento, “Más allá de la realidad”, o la adaptación a imagen real de “Daniel el travieso”. Ahí es nada. Además, Castle es popular por haber interpretado a Michael Myers tanto en “La noche de Halloween” original como en la trilogía contemporánea, y es amigo personal de John Carpenter, a quién homenajeó en su película de debut “TAG: El juego asesino”.
Por cierto, el título original de la película era sencillamente “Tap”, pero aquí en España, justo el año anterior se había estrenado “Dirty Dancing” y claro… había que explotar el filón.
Y si en USA fue un fracaso, aquí no la vio nadie (46.000 espectadores del año 89).
Con razón está completamente olvidada.

jueves, 23 de septiembre de 2010

EL ÚLTIMO STARFIGHTER

De toda la ralea de títulos míticos del cine juvenil de los 80, hay algunos que, por los motivos que sean, no lograron conectar conmigo ni tan siquiera en aquella década. De hecho, "El último Starfighter", que entra en esta categoría, me llamó tan poco la atención que ni siquiera fui a verla al cine. Esperé a su salida en VHS, y no me moló. Ayer noche decidí volver a verla por segunda vez, esperando que la nostalgia influyera en mi percepción... y sí, pero no.
Un chaval de esos que te venden como humildes, es aficionado a jugar a la máquina de matar marcianitos "Starfighter". Un día bate el récord y resulta que el invento era de procedencia interplanetaria, creado para localizar auténticos guerreros espaciales. Así pues, un extraterrestre simpático viene a la tierra y se lleva al chaval para que combata contra los megalomaníacos de turno. La primera -y agradecidamente lógica- reacción de él es salir por patas pero, obviamente (sino, no habría peli), cambia de opinión y decide lucharrrr.
Aún recuerdo que en el momento de su lanzamiento, se anunciaba en plan "esto es la rehostia en vinagre" que los efectos especiales de naves voladoras, planetas y lásers habían sido paridos mediante tecnología informática. Resulta curioso tal dato si tenemos en cuenta lo extendido que está a día de hoy el asunto. Naturalmente en ese sentido el material resultante es crudo y básico, en pleno siglo XXI esa baja calidad no la encontramos ni tan siquiera en productos televisivos, para ello hay que adentrarse en cinematografías de origen exótico. Ahora que lo pienso, es muy probable que eso mismo -el tema informático- fuese lo que me echara para atrás en su momento, ¡yo quería -y estaba acostumbrado a las- maquetas!. Sin duda se trataba de un auténtico acto premonitorio. Actualmente me he tenido que acostumbrar a esa clase de trucajes... ¡que remedio!, pero en el fondo, del fondo, del fondo del todo, siguen sin caerme simpáticos.
Efectos especiales a un lado, "El último Starfighter" no deja de ser otro remedo más típico entonces de los productos Spielberg/Lucas, dirigido en este caso por el Sr.Nick Castle, amigo de John Carpenter (hizo de actor para algunas de sus primeras pelis, destacando su caracterización de "Michael Myers" en el "Halloween" original) y director de otras cosas como "Más allá de la realidad". El guión corre a cargo de Jonathan R. Betuel, director de "Mi proyecto científico", otro residuo ochentero de la escuela Spielberg.
Anque en el reparto hay algun rostro reconocible, me quedo justamente con el único irreconocible por el maquillaje, el del actor Dan O'Herlihy, también conocido como "el viejo" en la saga "Robocop" o como el malo de la reivindicable "Halloween 3".
¿Y la peli, que tal?... hombre, un entretenimiento absoluto y total sin más. Cine "fast food" de cuando este aún no saturaba tanto la cartelera. Eso sí, el final es asquerosamente ñoño... aunque muy del momento.

jueves, 11 de octubre de 2012

EL CASTIGADOR (THE PUNISHER)

Esta era la segunda vez que se intentaba llevar al
vigilante de la Marvel al cine (la primera con la calavera en el pecho), sin mucho éxito en taquilla y tampoco en crítica que no quedó contenta. 
Yo,. por mi parte, me lo pasé pipa, tanto con esta como con la secuela aunque ya no la protagonizara Thomas Jane. Reconozco que Ray Stevenson fue un muy buen "Punisher", más cercano aun al cómic que Jane, pero aun así no le hago ascos a la versión que dio vida el actor de "Deep Blue Sea". Recuerdo ir a verla al cine con mi amigo Jorge y pasárnoslo genial durante el visionado, no sé si incluso llegamos a aplaudir en algún momento, así que al menos a nosotros nos funciono. Cierto que es escasa en sangre, el momento donde más canta es en la matanza de la familia de Frank Castle, donde no hay ni una sola gota salvo la que derrama el protagonista, pero imagino que sería para no llevarse una calificación por edad que impidiera a mucho chavalito acudir a verla.
Se modificó el origen del personaje, ya no era un veterano de guerra, sino un agente especial de la DEA, y el número de hijos, que aquí se quedó en un niño y no niña + niño como en los cómics. Tampoco la matanza ocurría en "Central Park", sino en una villa en Panamá, pero para compensarlo no solo los villanos matan a la mujer e hijo de Frank, sino que acaban con TODA su extensa familia. Esto es así porque, aunque el malo es muy malo, su mujer es mucho peor, y no estoy diciendo que las mujeres sean unas pécoras de mucho cuidado, pero la película así lo da a entender, al menos con esta señora.
A partir de ahí, la película nos muestra los inicios del "Punisher", como se prepara para llevar a puerto su castigo a los Saint -los villanos-, cuyo cabeza de familia fue interpretado por John Travolta, en un papel por el que no será recordado. Más interesantes que los Saint son los asesinos profesionales que mandan para acabar con el prota, El Tarántula, una especie de mariachi que no llega a dar mucho juego, y el que para mí es uno de los grandes malos del "Punisher" y su universo, El Ruso. Aunque en la película se supone que Castle mata al gigante soviético, perfectamente podría sobrevivir y volver aparecer en alguna secuela, lástima que en War Zone no aparecía.
Poco más nos cuenta la historia, es un simple aperitivo para lo que vendría después, con un Castle ya entregado al 100% en su guerra contra el crimen. A muchos fans les defraudó, como véis en mi caso no fue así, pero es que yo tengo un listón muy bajo cuando se trata de Marvel, joder si hasta la película de "Nick Furia" con David Hasselhoff me gusta.

lunes, 19 de febrero de 2024

TAG: EL JUEGO ASESINO

Película a mayor gloria de un Robert Carradine que despuntaba y al que, para variar, el papel de galán se le quedaba grande desde el día uno. Tuvo que hacer de feo de cojones en “La revancha de los novatos” para llegar al “estrellato” y, aún así, y más allá de eso, nunca acabó de florecer. “TAG: El juego asesino”, además, es un film completamente olvidado que no logró obtener el beneplácito del público ni tan siquiera con una segunda oportunidad; se estrenó cine mediante en 1982 bajo el título de “Everybody gets in the end” y no fue nadie a verla. Un par de años después se le hizo una limpieza de cara, se la vendió como una comedia y se estrenó en la televisión por cable y vídeoclubs bajo el título de “TAG: The Assassination Game”. Pero en los USA fue distribuida de tapadillo y, aunque se presume que los derechos pueda poseerlos Disney —que le pasa con el catálogo de películas medianas USA lo mismo que sucede aquí con el grueso del cine español y Don Enrique Cerezo—, a día de hoy no hay más copias que aquellas que sobrevivan a la única edición en vídeo de 1984, una un poco chusquera con la imagen oscurísima, dicho sea de paso. En España sucedió lo mismo; se estrenó directa a vídeo con el título que ilustra esta entrada y ya está. Ni la han emitido en televisión, ni nada que se le parezca. Tampoco es de extrañar porque, aunque en un principio la cinta sea interesante por lo que es, se trata de una comedieta con toques de thriller psicológico muy mal combinados entre sí, que pese a uno o dos buenos momentos, resulta una peliculucha bastante mala y con alma de telefilm, carente de interés más allá de esto que les cuento.
Sin embargo, el reparto es, como se suele decir, de campanillas, y no solo tenemos a Robert Carradine mostrando dentadura y correteando de aquí para allá, sino que además, debutaban para el cine en un papel protagonista Linda Hamilton (inmediatamente después se fue a hacer “Terminator”) y Bruce Abbot que interpreta al malo de la función (después se iría con Stuart Gordon a hacer “Re-Animator”). Se ve que se Hamilton y Abbot se llevaron bien durante el rodaje, echaron algún que otro polvo y después se casaron. No durarían mucho de todas formas. Como veterana tendríamos un pequeño papel para la “albondiguera” Kristine DeBell y, por primera vez en una pantalla, y casi en calidad de figuración —con frase el primero, sin ella el segundo— Michael Winslow y Forest Whitaker. Ahí es nada. Pero más allá de todas estas presencias anecdóticas, la película es, como ya les digo, flojita.
Cuenta la historia de una serie de estudiantes universitarios que se divierten jugando a un juego en el que, fingiendo ser espías, tienen que cazarse unos a otros con pistolas de juguete que disparan ventosas. La cosa es tan novedosa que llama la atención del redactor del periódico universitario, quien acompañará a una bella damisela en su periplo durante el juego. Por otro lado, un individuo que es hasta ahora el rey indiscutible del TAG (así se llama la tontería) al que nadie ha podido cazar y que se lo toma muy en serio, es disparado casi por accidente por un gordo purulento que, desnudo, se enjabona en la ducha. Ante la vergüenza y la frustración de haber sido vencido por ese desgraciado, pierde la cabeza, mata al gordo con una pistola de verdad y continuará el juego, esta vez asesinado de manera real a sus oponentes. El redactor y la damisela se dan cuenta de esto y tratarán de impedirlo.
Poco más.
También se trata del primer film como director de Nick Castle (ya saben, “The Shape” en varias de la saga Halloween), que rinde algún que otro homenaje aquí a su colega John Carpenter ya sea poniendo su nombre a un personaje, ya sea con tiros de cámara propios del director de “La cosa”.

lunes, 1 de julio de 2013

IRON MAN: LA REBELIÓN DEL TECHNÍVORO

Cuando vi las primeras imágenes de esta película de animación se me pusieron los ojillos brillantes. Por fin vería a un Punisher animado con todas las de la ley. El protagonista era Iron Man y también aparecerían La Viuda Negra y Ojo de Halcón, así que la cosa prometía, pero ya lo dice el dicho, “prometer y prometer, hasta meter, y después de metido, olvidar lo prometido”.

Mad House, el estudio de animación japonesa que nos trajo High School of the Dead, Gantz (en su versión animada), Perfect Blue, Shigurui y tantas otras, es la responsable de llevar a cabo la producción encargada por Marvel. Sus diseños de personajes son respetuosos con lo que Marvel dicta, aunque puede que el escote de la viuda sea más grande y este más relleno de lo habitual, aunque no seré yo quien le ponga pegas a esto. El único personaje que cambia un poco con el aspecto que tenemos en mente es Punisher, aquí algo más joven aunque con su indumentaria habitual (la actual, no la de las botas y guantes blancos) Probablemente esta rejuvenización sea para equipararlo más al actor de doblaje original, en este caso Norman Reedus, quien salto a la fama internacional por su papel de Daryl en The Walking Dead. De todas formas en España, el doblador es otro que no es quien pone la voz de Daryl (y eso que en TWD ha tendido dos voces), así que nos da exactamente igual.

La historia va tal que así, continúa tras lo ocurrido en Iron Man 2,  Iron Man/Tony Stark está a punto de lanzar un gran y potente satélite con el que podrá conectarse a todos los ordenadores del mundo para poder salvar vidas antes de que los desastres ocurran, o nada más empezar. Ezequiel Stane, hijo del difunto Obadiah Stane, se ha convertido en un hibrido humano /maquina. Los Technivoros, una nueva forma de vida que consume tecnología es la clave de su transformación. Ezequiel quiere tomar el control del satélite de Stark, acabar con toda la tecnología antigua y empezar un nuevo mundo de cero. Stark que cree a su amigo Rhodey muerto en un primer intento de Ezequiel por hacerse con el satélite, decide tomarse la venganza por su mano. Nick Furia manda a Ojo de Halcón y la Viuda Negra tras Iron Man ya que es el único testigo presencial del atentado que acabo con la vida de Maquina de Guerra.

Ese es el argumento del filme, pero sinceramente es lo que menos me interesaba, yo quería ver a Punisher. Y si, le ves en la película, pero su participación no suma más de 20 minutos, y creo que estoy siendo generoso. Así que vamos hacer la reseña de esta película desde el punto de vista del personaje que me interesa, Frank Castle. Frank anda currando en oriente medio, entra en una casa donde están haciendo un intercambio de armas biológicas por dinero. La primera en la frente, en la frente del que quería comprar los tubos de ensayo. Después el resto de esbirros/masillas/carne de cañón, que mueren tiroteados, sin tener la mas mínima posibilidad de disparar sus armas. Finalmente cuando Punisher tienen al importante contrabandista occidental contra la pared (literalmente) Frank dispara, pero un rapidísimo Iron Man atraviesa la pared y agarra la bala. Castle no es que esté contento, “las balas cuestan dinero, Stark”. Iron Man necesita información del traficante, Punisher le deja vivo a regañadientes para que el millonario enlatado consiga sus respuestas. Como Shield está siguiendo la pista de vengador, y el vigilante tiene información sobre Ezequiel, escapan juntos de una más que previsible redada de la organización que dirige el del parche en el ojo.

En un piso franco que tiene Punisher, se ponen a buscar los informes del chaval de Obadiah. Iron Man consigue su próxima pista y justo Shield les  localiza. Tony decide marcharse pero Ojo de Halcón inutiliza su armadura. Cuando están a punto de atrapar al millonario, Frank acude a su rescate. Una persecución por el desierto llevara a Frank a conducir su vehículo a toda velocidad con un Iron Man inactivo en el techo mientras Ojo de Halcón y la Viuda Negra les persiguen y disparan. Tras la refriega, Iron Man escapa usando de escudo el estrellado coche de Frank, y cuando nadie mira este coge la moto de La Viuda y se pira cual vaquero, salvo que en vez de ir hacia un sol poniente, lo hace en su contra. Y Fin. La peli sigue pero ya no para Frank Castle. Este dice una frase final, “Me debes una Stark” y aunque padece que podría haber una coñita final en la que Stark agradece sus servicios a Punisher, esta no llega, ni tras los créditos, salvo que yo me saltara algo.

En definitiva, ¿Qué tal la peli? Mejor que las últimas películas animadas de Marvel que he visto, pero tampoco es para tirar cohetes. Su precio en DVD, 16€, se me antoja cara para lo que es. Sosita, sin más aliciente (para mí) que el del Punisher, y como digo es un cameo alargado, y ya.