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viernes, 26 de abril de 2019
Llega el número 10 de Cuaderno Ático
Ya está por fin en el aire el número 10 de Cuaderno Ático. En esta nueva entrega contamos con poemas y textos inéditos de Lorenzo Oliván, Álvaro Valverde, Sara Caviedes, Juan Andrés García Román, Ben Clark, Martín López-Vega, Esther Muntañola, Ballerina Vargas Tinajero, Lawrence Schimel, Efi Cubero, Agustín María García López, Rosario Bolaño Wilson y Yoandy Cabrera.
Traducciones de ocho poemas de Thodorís Saringuiolis, a cargo de Manuel González Rincón y dos poemas de Gabriele D’Annunzio, cuya versión firma Ángel Sobreviela.
En la parte gráfica, ilustraciones interiores de Esther Muntañola (que nos vuelve a regalar por otro número más la imagen de portada) y de Katherine C. Shaw.
La versión en PDF se puede descargar en este enlace.
Y, como siempre, en breves días estará disponible también la versión impresa, en los puntos de venta habituales.
Feliz primavera a todos nuestros lectores.
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domingo, 9 de septiembre de 2018
Segalá
Traducir la Ilíada o la Odisea al español supone, queramos o no, entablar un diálogo inagotable con Luis Segalá y Estalella. Si traducir literatura es lo mismo que crear literatura en la lengua mal llamada «de llegada», entonces el gran helenista catalán no sólo hizo eso, sino también poner en marcha una tradición a la que no tendrá más remedio que adherirse todo traductor de Homero que se precie. No negaré que con don Luis acabaremos también sosteniendo muchos pulsos, pero no habrá tensión ni malos modos. Antes bien, serán contiendas amistosas, cordiales y, sobre todo, divertidas a la par que enriquecedoras. No podría ser de otra forma, si en aquellas versiones suyas, eternamente reeditadas por Austral, resonará siempre el eco de nuestras primeras lecturas adolescentes de Homero. En esa prosa torrencial que revive los viejos hexámetros. Muchas veces excesiva, sí, pero jamás enferma de artificio ni de la soez (por hueca) ampulosidad. Se ensancha con toda justicia porque ancho es el mar, y como él, puede darse a algún que otro capricho en brazos del azar y de las olas. Genuina la voz y auténtico el entusiasmo. Sólo así podemos hallar tantas alhajas, algunas dueñas de una belleza casi alucinatoria. Cómo no recordar, por ejemplo, ese «yelmo de tremolante penacho». Pero hay uno de esos diamantes que me fascina especialmente. En un pasaje de la Odisea, Proteo (u Homero: tanto da) le dice a Menelao sobre Egisto que iba (literalmente traducido) «maquinando cosas indignas». No es otro el significado del sintagma homérico ἀεικέα μερμηρίζων. Pero he aquí que Segalá se lanza a una de sus cabriolas de pura fe, y entonces Egisto lo que iba era «revolviendo en su ánimo indignas tramoyas». ¿No es hermoso de verdad? ¿No dan ganas de paladear cada palabra para después salir corriendo monte abajo entre alaridos de júbilo, agitando las manos y arrancándose a jirones la ropa?
Volviendo del mundo Homérico a este otro más plano y gris, quién sabe qué indignas tramoyas se estarán revolviendo también aquí ahora, y en qué ánimos o en qué cabezas. Mejor no averiguarlo y recrearse con los dones de esta preciosa tarde, prematuramente otoñal. Y releer bajo esa luz, si apetece, algún pasaje de don Luis.
Volviendo del mundo Homérico a este otro más plano y gris, quién sabe qué indignas tramoyas se estarán revolviendo también aquí ahora, y en qué ánimos o en qué cabezas. Mejor no averiguarlo y recrearse con los dones de esta preciosa tarde, prematuramente otoñal. Y releer bajo esa luz, si apetece, algún pasaje de don Luis.
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lunes, 22 de enero de 2018
Out To Lunch!
Siempre me hizo gracia aquella historia del espectador de un concierto de jazz que quería denunciar a los músicos porque, según su fino criterio, lo que tocaban no era jazz. Los puristas del jazz, como los de la poesía, el cine, incluso el sexo, son unos pelmazos de manual. Miles Davis, en sus últimas entrevistas, solía comentar (o insinuar) que a esas alturas ya no sabía a ciencia cierta cómo clasificar su música. Pero por una cierta pereza todos acabamos por llamarlo jazz. Bendita pereza, o lo que sea, prima hermana de la no menos bendita impropiedad del lenguaje humano. Al final todo es jazz. Safo componía jazz. Y hasta la poesía (con permiso de don Nicanor) puede llegar a ser, a veces, poesía.
Al hilo de estas impropiedades y de este lunes huérfano cualquiera, cómo no recordar esa maravillosa gamberrada de Eric Dolphy titulada Out To Lunch! (1964), con su impagable portada y el reloj que apunta a cualquier hora posible de regreso (cuando sepamos por fin qué es jazz, qué es poesía, volveremos de almorzar y se habrá acabado todo).
(El álbum comienza con «Hat and Beard», tema inspirado, al parecer, en la persona de Thelonious Monk:
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jueves, 30 de noviembre de 2017
Papiro 1231 (Safo)
Una parte del papiro 1231 de Oxirrinco, datado en el s. II de nuestra era y descubierto a principios del XX. Allí está preservado (izquierda) el fragmento 16 de Safo. Fue publicado por primera vez en 1914, y después de tantos siglos de silencio, como de una crisálida, renacieron, volvieron a escucharse "sobre la negra tierra" unos versos memorables. Aunque no como pudieron sonar en tiempos de la poeta de Mitilene. Pero da igual, pues la lengua en la que fueron dichos por primera vez sigue viva. Ni el tiempo ni las arenas del desierto han podido borrar la luz del rostro de Anactoria, su andar que mueve hacia el deseo, o ese verso que dice (gran verdad) que lo más bello es lo que se ama.
http://www.laoficinaediciones.com/?product=safo-poesias
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miércoles, 28 de junio de 2017
Sobre la presentación de la poesía de Safo en Madrid
El pasado miércoles 21 de junio estuvimos presentando en Madrid la nueva edición de mi traducción de las Poesías de Safo, recientemente publicada (y con qué belleza) por La Oficina de Arte y Ediciones. El acto fue en la siempre acogedora Librería Rafael Alberti, y tuve la suerte y el gran honor de estar acompañado por Helena Cortés Gabaudan, Araceli Striano y José Luis Gómez Toré. Vaya para ellos mi agradecimiento, así como para todos los amigos que estuvisteis allí presentes, tanto físicamente (a pesar de los calores) como en la distancia. Una concurrencia que no dejó de asombrarme, cuando traducir a la gran poeta de Mitilene (y viceversa) ha supuesto siempre para mí un proceso de rara intimidad. Una tarde abrasada de finales de junio en Madrid, Safo volvió a ser recordada, en una lengua que ella jamás llegaría ni a imaginar, al igual que sus versos recordaban a Anactoria, o al nombre de Anactoria. Y nuestra memoria que rehace los versos la mantiene viva a la vuelta de veintiocho siglos.
Y no quería cerrar esta brebe nota sin antes recomendaros este hermoso texto que José Luis Gómez Toré dejó en su blog, al hilo de su presentación y de las muchas y luminosas cosas que dijo en ella:
http://poesiaintemperie.blogspot.com.es/2017/06/el-tiempo-como-artista-proposito-de-safo.html
miércoles, 14 de junio de 2017
La poesía de Safo se presenta en Madrid
El próximo miércoles 21 estaremos presentando en Madrid la nueva edición (a cargo de La Oficina de Arte y Ediciones) de mi traducción de la poesía de Safo. Será a las 19:00 horas, en la librería Rafael Alberti (C./ Tutor 57), y en el acto tendré el honor de estar acompañado por Helena Cortés Gabaudan, Araceli Striano y José Luis Gómez Toré. ¡Ojalá podamos vernos por allí!
domingo, 16 de octubre de 2016
Cunqueiro, siempre
«No concibo un poema que no dependa, en última instancia, de la boca humana que lo dice. Reconozco, pues, a la poesía una esencial e insoslayable impureza.»
Álvaro Cunqueiro
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martes, 22 de marzo de 2016
sábado, 21 de noviembre de 2015
Crisantemos (María Polydouri)
CRISANTEMOS
¡Pálido púrpura! La lágrima se ha vuelto
una mágica gema en vuestra vestidura.
Qué importa que llevéis como corona regia
vuestra belleza en el oscuro invierno.
El beso del rubio sol, aunque fugaz
juegue por vuestra cabellera rubia de oro,
no será una esperanza, ni será un dulce sueño:
tan sólo sentiréis más fría vuestra nieve.
¡Pálido púrpura! Y el viento del norte
que os entona el «Hosanna» con todas las flores,
arranca vuestros pétalos antes de que se marchiten.
Y todas las alhajas que la escarcha humildemente deja,
y todos los exaltados cánticos de la tormenta,
en vuestro árido corazón florecen como lágrimas...
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lunes, 8 de junio de 2015
Safo fr. 16
***
[Safo, fr. 16 L.-P.]
Una tropa a caballo, dicen éstos; de infantes,
dicen ésos; y aquéllos, que una flota de naves
sobre la negra tierra es lo más bello; pero
yo digo que es lo que uno ama.
Y es muy fácil hacer que cualquiera lo entienda,
pues aquélla que mucho aventajaba
en hermosura a todos los humanos, Helena,
a su esposo, varón ilustre,
lo abandonó y se fue navegando hacia Troya,
y en absoluto se acordó de su hija
ni de sus padres, pues la conducía
enamorada la Chipriota.
... a mi ausente Anactoria
me ha hecho recordar ahora.
Quisiera ver su andar, que mueve hacia el deseo,
y el luciente destello de su rostro,
antes que ver los carros guerreros de los lidios
y a sus infantes bien armados.
(De Poesías, Safo, DVD Ediciones 2007. Traducción de Juan Manuel Macías)
*
[Safo, Fr. 16]
ο]ἰ μὲν ἰππήων στρότον οἰ δὲ πέσδων
οἰ δὲ νάων φαῖς’ἐπ[ὶ] γᾶν μέλαι[ν]αν
ἔ]μμεναι κάλλιστον, ἔγω δὲ κῆν’ὄτ-
τω τις ἔραται·
πά]γχυ δ’εὔμαρες σύνετον πόησθαι
π]άντι τ[ο]ῦτ’, ἀ γὰρ πόλυ περσκέθοισα
κάλλος [ἀνθ]ρώπων Ἐλένα [τὸ]ν ἄνδρα
τὸν [πανάρ]ιστον
καλ[ίποι]σ’ ἔβα ’ς Tροΐαν πλέοι[σα
κωὐδ[ὲ πα]ῖδος οὐδὲ φίλων το[κ]ήων
πά[μπαν] ἐμνάσθη, ἀλλὰ παράγαγ’αὔταν
Kύπρις ἔραι]σαν
... με νῦν Ἀνακτορίας ὀνέμναι-
σ’οὐ παρεοίσας,
τᾶ]ς κε βολλοίμαν ἔρατόν τε βᾶμα
κἀμάρυχμα λάμπρον ἴδην προσώπω
ἤ τὰ Λύδων ἄρματα καὶ πανόπλοις
πεσδομ]άχεντας.
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sábado, 22 de noviembre de 2014
Alberca
Esa piel en remanso del agua y el espejo
donde resbalan ciegos eslabones de días,
opacos, duros como labios inapelables al beso,
y sin embargo nítidos, enrojecidos
por la luz volatinera con que el sol se divierte en una onda repentina.
El filo de una alberca, la memoria
donde el invierno se desangra en racimos de nubes.
Y las últimas aves que arrebatan al aire escorzos, despedidas.
El filo preciso que separa el amor imposible de dos mundos
o una senda desdoblada:
Una parte que rueda hacia el ocaso
con la ruina de la tarde, y nuestra vida a cuestas, con todas las preguntas.
Otra parte que queda esculpida en silencio,
en la sombra creciente,
acumulando el poso inútil de lo que ya no es,
precipitándose en su propio abismo
y en el color cansado, vagamente sepia,
del agua y la mentira.
(De Tránsito, DVD Ediciones, 2011)
donde resbalan ciegos eslabones de días,
opacos, duros como labios inapelables al beso,
y sin embargo nítidos, enrojecidos
por la luz volatinera con que el sol se divierte en una onda repentina.
El filo de una alberca, la memoria
donde el invierno se desangra en racimos de nubes.
Y las últimas aves que arrebatan al aire escorzos, despedidas.
El filo preciso que separa el amor imposible de dos mundos
o una senda desdoblada:
Una parte que rueda hacia el ocaso
con la ruina de la tarde, y nuestra vida a cuestas, con todas las preguntas.
Otra parte que queda esculpida en silencio,
en la sombra creciente,
acumulando el poso inútil de lo que ya no es,
precipitándose en su propio abismo
y en el color cansado, vagamente sepia,
del agua y la mentira.
(De Tránsito, DVD Ediciones, 2011)
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viernes, 17 de octubre de 2014
Fragmento de una entrevista con Ati Solerti (traducida)
(Hará algo más de un año, Ati Solerti, magnífica poeta y traductora griega, me hizo una extensa entrevista, en griego, para la revista digital Vakxikon. Aquí va mi traducción de una parte de esa entrevista, sobre todo lo concerniente a traducción y poesía, por si pudiera interesar a algún lector español)
***
Mantiene
el blog que lleva por título Las diosas y las nubes. ¿Qué
le inspiró tal nombre?
El nombre de mi blog me vino, casi sin querer, por un soneto de Gerardo
Diego (poeta del 27 al que admiro bastante), titulado Nubes sobre
el desierto. El poema habla de unas nubes solitarias que pasan,
como diosas, sobre el desierto desolado, extendiendo sus sombras
sobre la arena, en un espejo mutuo. Me di cuenta de que esta metáfora
de la fugacidad era también muy apropiada para algo tan efímero y
transitorio como lo son la internet y los blogs.
¿Cree
en la inspiración como algo divino?
Creo
en la inspiración, aun cuando usemos tal palabra para referirnos a
algo que no sabemos con certeza qué es o de dónde procede. Sobre
esta cuestión, recuerdo una ironía de Borges, donde afirmaba que
Homero creía en la Musa, mientras que hoy algunos creen en el
Inconsciente Colectivo, pero esto --decía-- es simplemente mudar de
mitología. La poesía vive en el misterio, y tan sólo podemos
hablar de ella en su propia lengua, que es el lenguaje del mito. La
Musa / Diosa a la que se invoca en el comienzo del poema homérico
pertenece al mito más extremo, el de la creación, y a mi juicio es
una manera maravillosa de simbolizar lo ajeno, lo incomprensible que
da lugar al poema. En mi experiencia personal, mucho más prosaica y
humilde, naturalmente, que la de Homero, puedo decir que no sé cómo
se crea un poema. Como escribí en otra ocasión, siempre llego
demasiado tarde a mis poemas.
¿Por
qué escribimos poesía?
Esa
es la gran pregunta, que me atormenta desde que escribí el primer
poema de mi vida, y creo que lo seguirá haciendo cada vez que acabe
un poema, incluso si creyera que tal poema habría de ser el último. Amo
la poesía, y mi relación con ella es, esencialmente, la propia de
un lector, el estado que da más satisfacción, y que otorga el don de admirar.
El poeta, como dije antes, se mueve en la esfera de la mitología.
Los poemas que queremos tienen un halo de eternidad, como si
renacieran en otras voces, las cuales forman parte de nuestra vida,
incluso también la propia voz que oímos cuando leemos. Esto, para
mí, es el amor a la poesía. Escribir poesía es una cosa diferente,
algunas veces implica dolor. Para mí, es un acto inevitable.
Es
usted filólogo, helenista, poeta y traductor. Ha dedicado gran parte
de su actividad literaria a la traducción de poesía griega. Desde
los poetas griegos de la antigüedad (Homero, Alcmán, Alceo, Safo,
etc.) hasta los contemporáneos (Cavafis, Karyotakis, Polydouri,
etc.). Cómo surgió ese gran amor y devoción a la lengua y
literatura griegas?
Mi
primer contacto con la lengua griega llegó en la universidad, cuando
estudiaba Filología Clásica. Fue, naturalmente, a través del
griego antiguo. Quedé fascinado desde el principio con todo lo que
concernía a esta lengua, desde la primera vez que vi las letras que
el profesor escribía en la pizarra. Me fascinó ir descubriendo los
diferentes dialectos y autores, y los misterios del Lineal B en las
tablillas micénicas. Pero cuando estudiábamos así la lengua
griega, olvidábamos que el griego antiguo es sólo un fotograma de
la película, parte de un continuo. No se puede disecar lo que está
vivo y se mueve, tal empresa es una quimera. La clasificación de la
lengua griega en antigua y moderna, como toda clasificación, es un
artificio. A mi parecer, debemos entrar en la lengua griega siempre
desde el presente.
El
himno al amor, a la naturaleza, a la belleza, está extendido en la
lírica griega arcaica. ¿Qué cree que contribuye a la
intemporalidad de esa poesía?
Uno
de los más grandes helenistas españoles, Manuel Fernández Galiano,
afirmó que Safo fue la inventora del amor para Occidente. Suena como
una gran verdad. Cada palabra de aquellos poetas, tan variopintos, se
muestra siempre como recién creada, apenas con el rocío del
amanecer. Todo es limpio y sincero, todo está vivo. Las muchachas
del partenio de Alcmán quieren estar allí, en esos versos, y seguir
cantando para siempre, frente a la fatiga de los filólogos
alejandrinos. Arquíloco de Paros dice una vez y otra vez que el
hombre es una sucesión de ritmos: alegrías y penas. Tal vez eso es
la melancolía... Y parece también que Safo responde a Fernández
Galiano, diciendo que lo más bello es lo que uno ama. Schopenhauer
se refería al «Mundo como voluntad y representación». Pero cuánto
mejor comprendemos a la diáfana Safo.
¿Advierte
un algo común entre la escritura de los poetas griegos antiguos y la
de los contemporáneos?
Frente
a la idea artificial de «historia de la literatura» como algo
lineal y progresivo, creo que los poetas de diferentes épocas en una
lengua entablan un diálogo interminable entre ellos, respondiéndose
el uno al otro. Dicho diálogo siempre se lleva a cabo en el aquí y
ahora del lector. La lengua griega es un tejido inmenso, como el de
Penélope. A lo lejos se escucha la voz de Homero, que es quien
inició el diálogo. Su voz, aunque distante, sigue estando presente,
como el rumor del mar al fondo.
¿Qué
dificultades conlleva el trabajo de un traductor? ¿Donde surgen esas
dificultades a las que se enfrenta?
En
primer lugar (y creo que aquí el consenso es lo suficientemente
amplio), pienso que la poesía es esencialmente intraducible. Podemos
traducir las ideas, pero no las palabras. Y, como dijo Mallarmé, la
poesía se hace con palabras, no con ideas. Este es el primer
problema, el más insalvable. Sin embargo, cuando hablamos de poesía,
debemos entender el término «traducción» con un sentido
incorrecto. De tal modo, la «traducción» de un poema no debe
juzgarse en base al poema original, en términos de «fidelidad»,
sino en base a la lengua de destino, conforme a la poesía. La
traducción de un poema debe leerse como un poema. Naturalmente, es
necesario que el traductor conozca la lengua del poema original, y su
entorno. Pero, ¿a qué llamamos "conocer"? El traductor es siempre un
viajero en tierra extraña, y su propia sorpresa será de lo que se
nutra su traducción.
¿Existe
algún secreto para una buena traducción?
Como
dije antes, creo que traducir poesía es otra forma de escribir
poesía. Aquí también entra en escena «la inspiración». Cada
poema, original o traducción, proviene siempre a partir de una
realidad intraducible. Pensamos que una lengua, sobre todo, es una
herramienta de comunicación, de tal manera que no hay problema para
nombrar las cosas. Pero el corazón del lenguaje humano es su
imprecisión, que es, aun tiempo, lo que lo condena y lo salva. Las
palabras son también poemas. Pondré un pequeño ejemplo. La palabra
griega «σελήνη» y la palabra latina «luna», provienen de un
antiguo adjetivo sustantivado indoeuropeo *leuks-na, que significa
«la luminosa». No podemos referirnos a las cosas directamente, sino
mediante una metáfora («la luminosa»). La lengua humana no sabe
nombrar las cosas. Y este silencio sólo se puede llenar con la
música de las palabras. Realmente, ignoro cuál es el secreto de una
buena traducción. Pero sospecho que una traducción o un poema
pueden venirse abajo en un segundo, por el sobrepeso de información
y un deseo excesivo de comunicar.
El
tono melancólico, la sensación de soledad, la dulce nostalgia por
la belleza de todo tiempo que ya se ha marchado, la inocencia
infantil, la esperanza en un sueño no cumplido, los sentimientos
indecibles a la luz del alba, son la delicada canción de su decir.
¿Cuánto de biográfico tiene su escritura?
Siempre
hay una experiencia vital previa, ya que no podemos crear un poema de
la nada. Esta experiencia vital puede ser una persona, un
sentimiento, un lugar, un pensamiento, un sueño, algo que hemos
leído, una pieza musical, una obsesión, un presagio... Pero la
traducción de todo esto no puede ser nunca literal. «El poeta es un
fingidor», dijo Pessoa. En realidad, el poema es el que crea al
poeta, no al contrario. La poesía es fantasía, mentira, pero una
mentira verdadera. El poema quiere ser real, como aquella experiencia
que nos emocionó. Y será real, cuando alguien le preste su voz de
nuevo.
Pasado
-- Presente -- Futuro: ¿qué le inspira más?
El
presente, por supuesto. Aunque el presente sea un sueño fugaz, como
nosotros mismos, es el lugar a donde pertenecemos. Pero no es
aconsejable que nos volvamos unos nacionalistas del presente. Habitar
el presente es tan sólo nuestro destino.
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domingo, 23 de febrero de 2014
Eduardo Moga (en prosa y verso)
Como el sueño y la vigilia, el verso y la prosa no dejan de ser meras convenciones. Los primeros, para entender nuestro catálogo sucesivo de noches y de días; y los segundos, como límites y formas de la escritura, el texto y las artes gráficas. «Y, si no --vendría a decir con más razón que un santo Juan Ramón Jiménez-- que se lo pregunten a un ciego». Precisamente, el poeta Eduardo Moga, hábil y audaz viajero por los infinitos puntos que unen las dos orillas, acaba de regalarnos a sus lectores, casi sin solución de continuidad, un libro de versos y otro de prosas, y por ambos circula a su albedrío (para escucharla más que para verla) la siempre difícil, contradictoria y rara poesía. Sirva esta apresurada nota que aquí cuelgo para saludarlos.
El libro de versos se titula Décimas de fiebre y está editado por Los papeles de Brighton, joven e interesante proyecto editorial puesto en marcha por el escritor y crítico Juan Luis Calbarro, a quien, de paso, deseamos desde aquí mucha suerte y éxitos en este viaje. Un volumen compuesto por --nada menos-- cincuenta y cinco décimas espinelas, esa estrofa de arte menor cuyos delicadísimos cascabeles hicieron sonar con tanta gracia poetas del 27 como Jorge Guillén, Cernuda o Gerardo Diego. Las décimas de fiebre del poeta barcelonés no les van a la zaga:
Tengo años cuarenta y nueve,
que es lo mismo que decir
media vida sin reír
o tengo cuarenta y nieve.
No Eduardo: me llamo llueve,
y me inquina una tormenta
meticulosa, una lenta
casi nada que me guía,
con precisión de gumía,
a un ataúd de cincuenta.
Para este libro, buen ejemplo de que el arte, al igual que la naturaleza, también escoge a veces la simetría, un servidor ha tenido el honor de escribir un breve prólogo. Por lo demás, en este enlace pueden acceder a la editorial para adquirir el libro directamente. Imperdible:
http://lospapelesdebrighton.com/2014/02/12/eduardo-moga-decimas-de-fiebre/
El libro de versos se titula Décimas de fiebre y está editado por Los papeles de Brighton, joven e interesante proyecto editorial puesto en marcha por el escritor y crítico Juan Luis Calbarro, a quien, de paso, deseamos desde aquí mucha suerte y éxitos en este viaje. Un volumen compuesto por --nada menos-- cincuenta y cinco décimas espinelas, esa estrofa de arte menor cuyos delicadísimos cascabeles hicieron sonar con tanta gracia poetas del 27 como Jorge Guillén, Cernuda o Gerardo Diego. Las décimas de fiebre del poeta barcelonés no les van a la zaga:
Tengo años cuarenta y nueve,
que es lo mismo que decir
media vida sin reír
o tengo cuarenta y nieve.
No Eduardo: me llamo llueve,
y me inquina una tormenta
meticulosa, una lenta
casi nada que me guía,
con precisión de gumía,
a un ataúd de cincuenta.
Para este libro, buen ejemplo de que el arte, al igual que la naturaleza, también escoge a veces la simetría, un servidor ha tenido el honor de escribir un breve prólogo. Por lo demás, en este enlace pueden acceder a la editorial para adquirir el libro directamente. Imperdible:
http://lospapelesdebrighton.com/2014/02/12/eduardo-moga-decimas-de-fiebre/
El libro de prosas, La pasión de escribil [Relato de tres viajes a hispanoamérica] está editado, con su cuidado y pulcritud habituales, por la sevillana Isla de Siltolá, la benemérita, imprescindible editorial del poeta Javier Sánchez Menéndez. Un volumen que se imanta a las manos vertiginosamente, y al que cuesta Dios y ayuda colocarle el marcapáginas. Narración tan caudalosa como grata, de extensos pero precisos y biselados horizones, donde Moga consigue llevar en volandas al lector de ola en ola, de la intensa pulsión lírica a la ironía más mordaz, sucesivamente, como un moderno Cabeza de Vaca sin navío, que da cumplida crónica ante su atónito auditorio de los naufragios que pueblan ese curioso mar conocido como «la vida literaria».
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domingo, 17 de noviembre de 2013
La lluvia, de Antonio Rivero Taravillo, se presenta en Madrid
El próximo jueves 21 tendremos el gran honor de acompañar al poeta Antonio Rivero Taravillo en la presentación de su último y espléndido poemario, La lluvia (Renacimiento). El acto será a las 19:30 en la librería Rafael Alberti (C./ Tutor, 57).
***
PRESENCIAS
NO los años —ya tantos— que me falta,
sino los nueve meses
que fuimos uno.
Oír atentamente el mar, y en él
no oír el mar ya, sino escuchar
el ruido de una caracola.
Doblegar rigideces.
Como arrojar un pozo
al fondo de una piedra.
(Antonio Rivero Taravillo,
La lluvia, Sevilla, Renacimiento 2013)
La lluvia, Sevilla, Renacimiento 2013)
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