Pasajes del Terror

Narrado por Juan Antonio Cebrián, Pasajes del Terror explora los casos más estremecedores de asesinos en serie y sucesos criminales reales que marcaron la historia. A través de una narración envolvente y minuciosa, Cebrián guía al oyente por un viaje al corazón del horror humano: caníbales, psicópatas, cazadores de personas, depredadores sexuales y mentes perturbadas desfilan por cada episodio con una mezcla de documentación rigurosa y dramatización inquietante. Desde el carnicero de Milwaukee, Jeffrey Dahmer, hasta Albert Fish, el ogro de Nueva York, pasando por Robert Hansen y su caza humana en los bosques de Alaska, este podcast revela cómo opera el mal en su estado más puro. ¿Qué impulsa a alguien a matar por placer? ¿Qué hay detrás de una mente capaz de convertir el asesinato en un ritual? Pasajes del Terror no solo relata los crímenes, sino que se adentra en las motivaciones, los traumas, y las sombras que dieron forma a estos monstruos reales.

Temporada 1

  1. EPISODIO 1

    Jeffrey Dahmer, el carnicero De Milwaukee

    En este estremecedor episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos sumerge en la mente retorcida y oscura de Jeffrey Dahmer, un asesino en serie estadounidense cuya trayectoria delictiva entre 1978 y 1991 sacudió a la opinión pública por su crueldad, sadismo y rituales necrofílicos. Dahmer, retraído desde niño, creció entre el abandono emocional de sus padres, el aislamiento social y una obsesión enfermiza por la anatomía. Su fascinación por los huesos, la muerte y la inmovilidad corporal fue el germen de una espiral de crímenes que dejó al menos 17 víctimas, en su mayoría jóvenes homosexuales, afroamericanos y asiáticos. Desde temprana edad, Dahmer experimentaba con animales muertos, disecándolos y blanqueando sus restos. Con el tiempo, trasladó esa compulsión al terreno humano. En su búsqueda de compañía absoluta, desarrolló una macabra necesidad de inmovilizar a sus víctimas, llegando incluso a perforar sus cráneos e inyectar ácido para convertirlos en zombis obedientes. La historia de sus crímenes es un catálogo de horrores: estrangulamientos, necrofilia, canibalismo, profanaciones, fotografía meticulosa de cadáveres y una colección de restos humanos que incluía siete cráneos, órganos en frascos y un altar de huesos y genitales. La voz narrativa de Cebrián, entre el asombro y el análisis, nos guía por los detalles del caso: la infancia marcada por una operación traumática, los primeros asesinatos en casa de su abuela, el apartamento de la calle 213 donde construyó su "santuario del horror", y su caída final, cuando una víctima logró escapar y alertar a la policía. Al ser detenido en julio de 1991, el espanto de los agentes ante las pruebas físicas y las confesiones detalladas de Dahmer se convirtió en un símbolo del mal absoluto. Su historia estremeció tanto a la sociedad estadounidense que incluso sus vecinos dispararon contra la fachada del edificio donde vivía.  Dahmer fue condenado a 15 cadenas perpetuas por sus crímenes, pero apenas cumplió dos años en prisión: en 1994, un compañero de celda lo asesinó a golpes. Su caso se convirtió en paradigma del asesino sin empatía, del depredador que busca el control total sobre el cuerpo y la voluntad del otro. Su legado es uno de los más oscuros del siglo XX y sigue despertando un macabro interés en criminólogos, psiquiatras y en la cultura popular. En este episodio, se  ofrece una de las reconstrucciones más lúcidas y aterradoras del monstruo de Milwaukee.

    50 min
  2. EPISODIO 2

    Albert H. Fish, el ogro de Nueva York

    En este estremecedor episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos adentra en uno de los casos más perturbadores de la criminología del siglo XX: la historia de Albert H. Fish, un anciano aparentemente inofensivo que escondía tras su aspecto apacible a uno de los asesinos en serie más sádicos y despiadados que hayan acechado las calles de Nueva York. A través de una narración envolvente y documentada, descubrimos cómo este hombre, padre y abuelo ejemplar a ojos de sus vecinos, se transformaba en un depredador de niños movido por impulsos sexuales, sadomasoquismo y un profundo trastorno mental. Fish comenzó su macabra trayectoria a los 40 años, en la década de 1910, operando durante casi dos décadas sin levantar sospechas. Su modus operandi era frío y metódico: ganarse la confianza de las familias para luego desaparecer con los pequeños, a quienes asesinaba y, en muchos casos, devoraba. El caso más infame fue el de la pequeña Grace Budd, cuya desaparición en 1928 acabó revelando el verdadero rostro de Fish años después, cuando una carta anónima con detalles caníbales llegó al domicilio de sus padres, reavivando una investigación que daría un giro crucial. Gracias al detective neoyorquino William F. King —transformado aquí en el arquetipo del sabueso de novela negra— y a una minuciosa investigación policial, se logró localizar a Fish en una pensión de la calle 52. Lo que allí encontraron fue escalofriante: recortes sobre asesinatos de niños, una obsesión malsana por otros criminales caníbales como Fritz Haarmann y una Biblia desgastada que acompañaba sus aberraciones. Tras su detención, Fish confesó sin remordimientos, como si relatara hazañas personales, narrando con mórbido detalle sus crímenes. Las cifras exactas de sus víctimas se desconocen hasta hoy, oscilando entre 15 y 400. El juicio, celebrado en 1935, sacudió a la opinión pública. Pese a que los expertos confirmaron su locura y diagnosticaron un severo sadomasoquismo —llegando a descubrirse 29 agujas oxidadas clavadas en sus genitales—, el jurado sentenció que debía morir en la silla eléctrica. Fish la recibió con entusiasmo, asegurando que sería el mayor placer de su vida. Y así fue: tras una primera descarga fallida, posiblemente obstaculizada por las agujas, una segunda descarga más potente puso fin a su existencia. El ogro de Nueva York había muerto, pero su historia sigue provocando escalofríos, recordándonos que el mal puede esconderse bajo las formas más insospechadas.

    20 min
  3. EPISODIO 3

    Andrei Romanovich 'Chikatilo', la bestia de Rostov

    En este episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos transporta al corazón más oscuro de la antigua Unión Soviética para contar la historia de Andrei Chikatilo, el asesino en serie más temido del bloque comunista. Apodado la bestia de Rostov, el destripador ruso o el carnicero del ferrocarril, Chikatilo sembró el terror entre 1978 y 1990, dejando un reguero de más de 50 víctimas, muchas de ellas niños y adolescentes, asesinadas de forma brutal, mutiladas y, en algunos casos, incluso devoradas. La narración comienza con su infancia en la Ucrania devastada por las hambrunas estalinistas y la Segunda Guerra Mundial. Marcado por la miseria, la ausencia del padre, el bullying escolar y una severa disfunción sexual, Chikatilo desarrolló una vida interior llena de complejos, represión y resentimiento. Su obsesión por la sangre y la violencia se manifestó por primera vez como maestro rural, donde comenzó a acechar a menores y a disfrutar con el sufrimiento ajeno, una tendencia que pronto se convirtió en un impulso homicida irrefrenable. Durante más de una década, burló a la policía soviética, matando en bosques, estaciones y terrenos baldíos, aprovechando la burocracia y las limitaciones tecnológicas del sistema para mantenerse en las sombras. Cebrián narra con maestría cómo el asesino utilizaba el engaño como principal arma: se ganaba la confianza de sus víctimas para luego desatar su furia, combinando sadismo, necrofilia y canibalismo en un ritual personalísimo de horror. Su extraña costumbre de extraer los ojos de las víctimas y sus confesiones detalladas lo convirtieron en un caso sin precedentes para la criminología moderna. El episodio culmina con la impresionante operación de captura y el juicio que conmocionó a toda Rusia. Chikatilo fue finalmente detenido en 1990 y ejecutado en 1994, pero su figura sigue generando fascinación y espanto. Desde su última entrevista hasta la puja internacional por su cerebro —que él mismo ofreció a la ciencia—, la historia de este monstruo humano plantea una inquietante pregunta: ¿nace un asesino o se fabrica? Una entrega espeluznante que nos recuerda cómo, incluso en los regímenes más férreos, el mal puede crecer en silencio hasta estallar con una violencia inhumana.

    34 min
  4. EPISODIO 4

    Belle Gunnes, la viuda negra de Indiana

    En este espeluznante capítulo de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos sumerge en la oscura biografía de Belle Gunness, una mujer que pasó de ser equilibrista de circo en su Noruega natal a convertirse en una de las asesinas en serie más temidas de la América profunda. Emigrada a Estados Unidos en busca de fortuna, Belle supo aprovechar las oportunidades de su tiempo, aunque por medios tan siniestros como eficaces: seguros de vida, incendios "fortuitos", desapariciones misteriosas y una astuta manipulación de los hombres que se cruzaban en su camino. Tras la muerte sospechosa de su primer marido y el cobro de una suculenta indemnización, Belle encadenó tragedias seguidas de indemnizaciones: incendió una fonda, una pastelería y, finalmente, compró una granja en Indiana donde desarrolló su macabro plan. Con la excusa de buscar marido, publicó anuncios en la prensa en los que se ofrecía como mujer joven, rica y deseosa de formar un hogar. A cambio, pedía que los pretendientes visitaran su propiedad... con un mínimo de 5.000 dólares en el bolsillo. Muchos acudieron, ninguno volvió. El descubrimiento de una fosa común en su granja sacó a la luz el verdadero alcance de su monstruosidad: cuerpos mutilados, desmembrados y enterrados bajo tierra revelaron que Belle no solo estafaba, sino que asesinaba con métodos atroces. Martillos, cuchillos, hachas, veneno... todo servía para acabar con sus víctimas. Pero el clímax llegó cuando, tras un incendio que redujo su casa a cenizas, apareció un cadáver decapitado que supuestamente era el suyo. ¿El detalle inquietante? Nadie pudo confirmar su identidad con certeza. El caso dio un vuelco cuando Ray Lamphere, su antiguo amante y posible cómplice, confesó antes de morir haber ayudado a cometer hasta 42 asesinatos, asegurando que Belle había fingido su muerte para huir con sus riquezas. Desde entonces, su figura se convirtió en leyenda, avivando rumores y testimonios que aseguraban haberla visto viva en distintos lugares del país. Así se forjó el mito de la Viuda Negra de Indiana: una mujer que, bajo su apariencia maternal y modesta, escondía a una de las mentes criminales más enigmáticas de su tiempo.

    26 min
  5. EPISODIO 5

    Alexander Pearce, un caníbal irlandés en Australia

    En este relato, Juan Antonio Cebrián nos sumerge en uno de los episodios más oscuros de la historia colonial británica: la vida y los crímenes de Alexander Pearce, un ladrón irlandés condenado al exilio en la lejana y temida isla penitenciaria de Van Diemen, la actual Tasmania. Lo que comienza como una historia de pobreza y castigo desproporcionado —Pearce fue sentenciado por robar seis pares de zapatos— se convierte en una odisea de supervivencia marcada por la desesperación, el horror... y el canibalismo. Tras años de sufrimiento en uno de los penales más brutales del Imperio Británico, Pearce protagonizó una fuga junto a otros siete prisioneros. Lo que parecía una huida hacia la libertad se transformó en una lenta y agónica travesía a través de un territorio inhóspito, sin comida ni refugio, donde la única salida para seguir con vida fue devorarse entre ellos. Uno a uno, los fugitivos fueron cayendo, y sus cuerpos se convirtieron en alimento. El relato avanza con ritmo creciente, desde el asesinato del primero por traidor, hasta una paranoia final en la que los dos últimos hombres se vigilaban mutuamente, sabiendo que solo uno saldría con vida. Alexander fue ese único superviviente, el que más carne humana probó y el que más lejos llegó. Tras su captura, negó los hechos, pero las pruebas, los testimonios y una nueva fuga con idéntico desenlace (otro compañero devorado) lo condenaron definitivamente. En 1824, fue ejecutado por decapitación. Su historia horrorizó a la sociedad colonial de la época y se convirtió en leyenda macabra. Su cabeza, sin embargo, encontró un destino insólito: fue enviada a la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia, donde aún permanece como parte de una colección de cráneos "ilustres" del siglo XIX. Este episodio no solo reconstruye con detalle la pesadilla de Pearce, sino que también reflexiona sobre los extremos a los que puede llegar el ser humano cuando se enfrenta a la desesperación absoluta. A medio camino entre la historia penal, la antropología del horror y la tragedia humana, el caso de Alexander Pearce nos recuerda que, en condiciones extremas, los monstruos no siempre están fuera... a veces nacen dentro.

    24 min
  6. EPISODIO 6

    Burke y Hare, ladrones de cadáveres

    En este oscuro capítulo de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos guía a través de una de las historias más macabras de la medicina moderna: los crímenes de William Burke y William Hare, dos hombres corrientes que, seducidos por el dinero fácil y la demanda de cadáveres para disección, decidieron que matar era más rentable que esperar a que la muerte hiciera su trabajo. En el Edimburgo de principios del siglo XIX, cuando los cuerpos para prácticas médicas escaseaban y se pagaban a precio de oro, estos dos oportunistas encontraron una solución siniestra para abastecer al ambicioso doctor Robert Knox. Todo comenzó con una muerte "oportuna": un inquilino de la pensión donde vivían falleció por causas naturales y su cadáver fue vendido a un médico local por el equivalente a seis meses de salario. El negocio era redondo. Pero cuando los cuerpos frescos no llegaban con la rapidez que exigía la avaricia, Burke y Hare idearon su propio método de "suministro": asesinar a personas vulnerables —alcohólicos, prostitutas, vagabundos, ancianos e incluso niños— mediante asfixia con una almohada, evitando así dejar señales visibles de violencia. Durante meses, su rastro fue invisible. Los cadáveres eran entregados a la ciencia, los pagos llegaban puntualmente y su estilo de vida mejoraba. Pero la avaricia y la imprudencia los delataron. El hallazgo de un brazo oculto en su habitación destapó el horror, y una empleada de la pensión acabó denunciándolos. Tras la detención, Hare aceptó delatar a su cómplice a cambio de inmunidad. Burke fue condenado a muerte y ejecutado públicamente en 1829. En una ironía escalofriante, su cuerpo fue donado a la ciencia y su piel, convertida en bolsos vendidos como recuerdo. Este episodio no solo revela un crimen espeluznante, sino también el contexto social y científico que lo permitió: una medicina sin ética clara, leyes ambiguas y una ciudad desesperada por el progreso a cualquier precio. La historia de Burke y Hare quedó impresa en la memoria colectiva del Reino Unido y fue fuente de inspiración para autores como Charles Dickens o Sir Walter Scott. Un relato perturbador donde el afán de conocimiento y la codicia humana se entrelazan con la muerte, el engaño y la más pura oscuridad.

    23 min
  7. EPISODIO 7

    Carmen Broto Buil, la Cenicienta de Barcelona

    En este sobrecogedor episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián reconstruye la trágica historia de Carmen Broto, una joven que pasó de ser criada en casas burguesas a convertirse en una figura enigmática y deslumbrante del Barcelona de posguerra. Su belleza y ambición la llevaron a ascender rápidamente en la escala social, convirtiéndose en la amante de poderosos hombres de negocios y miembros de la élite catalana. Pero su fulgurante ascenso estaba condenado a acabar en tragedia. Durante los años 40, mientras la mayoría de los españoles vivía entre privaciones, Carmen se paseaba por los salones más exclusivos vestida con pieles, rodeada de lujos, y despertando tanto admiración como envidia. Pronto entabló una intensa relación con Jesús Navarro, un joven atractivo pero sin rumbo, y su inseparable amigo Jaime Viñas. Aunque Carmen se enamoró perdidamente de Jesús, él solo veía en ella una fuente inagotable de beneficios. El trío se convirtió en habitual de fiestas, playas y noches de desenfreno, hasta que la situación se volvió insostenible. Instigados por la codicia y el rechazo de la familia de Jesús, los tres idearon un plan macabro: asesinar a Carmen para quedarse con sus bienes. La noche del 11 de enero de 1949, alquilaron un coche de lujo —un Ford que más tarde se convertiría en pieza clave del caso— y, en las afueras de la ciudad, Jaime golpeó brutalmente a Carmen con un mazo hasta matarla. Intentaron deshacerse del cuerpo en un solar, pero el coche se averió misteriosamente y la escena del crimen fue rápidamente descubierta por la policía. El caso conmocionó a la Barcelona franquista y acaparó los titulares de la prensa. El padre de Jesús y Jaime Viñas se suicidaron, mientras que Jesús fue detenido cuando intentaba huir con su nueva amante, Pepita. Condenado a muerte, fue finalmente indultado por el propio Franco, gracias a las súplicas de su madre. Pero el daño ya estaba hecho: Carmen Broto, la joven que soñó con una vida de lujo, acabó asesinada por aquellos en quienes más confiaba, víctima de una ambición que desató uno de los crímenes más célebres de la posguerra española. Una historia de luces y sombras que aún resuena en la memoria de Barcelona.

    23 min
  8. EPISODIO 8

    Ed Gein, el asesino que inspiró a Hollywood

    En este estremecedor episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos adentra en la mente de Ed Gein, el perturbado granjero de Wisconsin cuya vida real se convirtió en el germen de algunos de los villanos más aterradores del cine: Norman Bates (Psicosis), Leatherface (La matanza de Texas) o Buffalo Bill (El silencio de los corderos). Bajo una apariencia inofensiva y un carácter dócil, Ed ocultaba un mundo interior profundamente distorsionado, marcado por la influencia opresiva de una madre dominante y fanáticamente religiosa. Gein vivió recluido en su granja junto a su madre hasta su muerte en 1945. Desde entonces, comenzó a desarrollar una obsesión malsana por los cuerpos femeninos, convencido de que podía "reconstruirla" a través de ellos. Lo que comenzó como la exhumación de cadáveres en cementerios cercanos degeneró en un auténtico culto macabro al cuerpo femenino: pieles humanas convertidas en máscaras y lámparas, cráneos usados como cuencos, cinturones de pezones, y hasta un chaleco hecho con senos. En su lúgubre casa, Gein llevó al límite la fusión entre enfermedad mental, necrofilia y bricolaje siniestro. Aunque se le atribuyen varias desapariciones, solo se le pudo juzgar por el asesinato de Bernice Worden, a quien mató y colgó como si fuera una res de carnicería. Al ser detenido en 1957, la policía descubrió el verdadero infierno en el que vivía: un hogar convertido en mausoleo, museo y laboratorio de horrores. Gein fue declarado mentalmente incapaz y pasó el resto de sus días en una institución psiquiátrica, donde, paradójicamente, fue considerado un interno ejemplar. La leyenda de Ed Gein no murió con él en 1984. Al contrario, su figura se transformó en ícono del horror moderno, alimentando guiones, novelas y películas. Su historia plantea preguntas incómodas sobre la fragilidad de la mente, la influencia del entorno y los límites del morbo colectivo. Un caso real que demuestra cómo la locura, la represión y la soledad pueden dar forma al monstruo perfecto... y convertirlo en inmortal.

    19 min
  9. EPISODIO 9

    Robert Hansen, el depredador de Alaska

    En este escalofriante episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos lleva hasta los paisajes helados y remotos de Alaska para contar la historia de Robert Hansen, un panadero aparentemente intachable que escondía un lado oscuro y monstruoso. Tras una infancia marcada por complejos físicos, tartamudez y un odio profundo hacia las mujeres, Hansen canalizó su frustración en una serie de crímenes que estremecieron a la ciudad de Anchorage en los años 80. Nadie sospechaba que detrás de aquel hombre afable se ocultaba un sádico cazador humano. Con su propia avioneta y una cabaña en medio del bosque, Robert Hansen desarrolló un método perverso para cazar mujeres como si fueran animales salvajes. Raptaba a prostitutas y bailarinas de clubes nocturnos con falsas promesas de dinero, las llevaba a su refugio aislado y les ofrecía dos opciones: someterse a sus deseos o morir. A las que se negaban, las soltaba en el bosque completamente desnudas y desarmadas… para luego perseguirlas, acecharlas y matarlas con un rifle o un arco, disfrutando del miedo y del dolor de sus víctimas como parte de su propio “juego de caza”. Durante años, decenas de mujeres desaparecieron sin dejar rastro. Muchas de ellas eran inmigrantes, sin documentación ni familia que las reclamara, lo que facilitó el silencio y la impunidad. Pero en 1982, una de sus víctimas logró escapar y denunciarlo, aunque fue desacreditada. No fue hasta el año siguiente, cuando unos cazadores encontraron un cuerpo enterrado junto a casquillos de un arma registrada a Hansen, que la policía pudo actuar. Lo que descubrieron superó cualquier pesadilla: Robert había mapeado sus crímenes, guardando un registro meticuloso de sus víctimas, como si se tratara de trofeos de caza. Confesó al menos 17 asesinatos, aunque se sospecha que pudo haber más. En 1984 fue condenado a más de 400 años de prisión por uno de los crímenes más atroces jamás cometidos en territorio estadounidense. Cebrián reconstruye con su habitual maestría este relato que combina el instinto depredador con la perversión humana, en un entorno tan salvaje como el propio asesino. Un episodio que nos recuerda que incluso en los paisajes más hermosos puede esconderse el horror absoluto.

    27 min
  10. EPISODIO 10

    La casa de Amityville, la familia DeFeo

    En este inquietante episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos traslada a uno de los lugares más emblemáticos del horror contemporáneo: el 112 de Ocean Avenue, en Amityville, una aparente casa familiar en un tranquilo vecindario de Estados Unidos que se convertiría en epicentro de uno de los crímenes más atroces y de una de las leyendas paranormales más influyentes del siglo XX. Todo comenzó el 12 de noviembre de 1974, cuando Ronald DeFeo Jr., el hijo mayor de la familia, asesinó a sangre fría a sus padres y a sus cuatro hermanos mientras dormían, desatando una ola de conmoción en la comunidad y marcando con sangre las paredes de la vivienda. Tras el juicio y condena de DeFeo, la casa permaneció vacía… pero no por mucho tiempo. Atraída por el bajo precio, la familia Lutz se instaló allí poco después, sin imaginar que su estancia duraría apenas 28 días. Desde la primera noche comenzaron a experimentar fenómenos inexplicables: ruidos, olores nauseabundos, sustancias viscosas que brotaban de las paredes y apariciones fantasmales, entre ellas un cerdo espectral que la hija pequeña afirmaba haber visto y adoptado como amigo invisible. Alarmados, invitaron a un sacerdote a bendecir la casa, pero una voz le ordenó huir: “¡Lárgate de aquí!”. El terror solo había comenzado. A medida que pasaban los días, los sucesos se intensificaron. El patriarca George Lutz cayó en una espiral de obsesión, insomnio y paranoia. Aseguraba que su esposa levitaba, que su aspecto se transformaba por las noches y que los espíritus habitaban los rincones de la casa, emergiendo incluso desde un inodoro oculto en el sótano. Presas del pánico, los Lutz huyeron dejando todo atrás. Este abandono repentino, sumado a los antecedentes sangrientos del lugar, avivó la leyenda y convirtió Amityville en sinónimo de casa maldita, dando pie a libros, películas y teorías cada vez más desbordadas. Aunque nunca se probó que la casa estuviera construida sobre un cementerio indio —como luego se llegó a afirmar—, la historia real, teñida de muerte, miedo y misterio, bastó para alimentar el mito durante décadas. Lo que ocurrió realmente entre esas paredes sigue siendo motivo de debate, pero su impacto en el imaginario colectivo es incuestionable. Un caso en el que la tragedia y el morbo se entrelazan, dando forma a uno de los relatos de terror más influyentes de la cultura popular. Así es Amityville, la casa que nunca dejó de respirar.

    17 min
  11. EPISODIO 11

    David Berkowitz, el asesino del calibre 44

    En este episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos adentra en la mente retorcida de David Richard Berkowitz, un joven solitario, acomplejado y obsesionado con el dolor, el rechazo y la violencia. Criado en la oscuridad emocional y social de la Nueva York de los años 70, Berkowitz encontró en la comida basura y en las fantasías sexuales un refugio enfermizo que, con el tiempo, desembocaría en uno de los casos criminales más perturbadores de la historia de Estados Unidos. Todo comenzó en Nochebuena de 1975, cuando David, armado con un machete, cometió su primer asesinato: el brutal apuñalamiento de una joven de 15 años. Aquello fue solo el inicio. Pronto sustituyó el cuchillo por un revólver Bulldog del calibre .44, con el que emprendió una macabra cacería contra jóvenes parejas que encontraba en coches aparcados, en zonas solitarias de la ciudad. Su odio hacia el amor, la belleza femenina y la felicidad ajena lo llevó a atacar en 17 ocasiones, provocando seis muertes y múltiples heridos, algunos de ellos con secuelas permanentes. Durante más de un año, el miedo se apoderó de las calles de Nueva York. La policía no encontraba un patrón claro más allá de las balas del calibre .44. Berkowitz firmó algunas de sus cartas como "El Hijo de Sam", alegando que un demonio le hablaba a través del perro labrador de su vecino y le ordenaba matar. Esa extraña coartada, basada en delirios demoníacos y mensajes telepáticos, casi le sirvió para ser internado como enfermo mental. Pero la irrupción de un curtido agente del FBI cambió el rumbo del caso: en una simple conversación en su celda, Berkowitz confesó fríamente que había matado porque le dio la gana. Este episodio no solo repasa los crímenes y la detención de uno de los asesinos más infames de EE. UU., sino que también retrata el impacto mediático y social de sus actos, incluyendo campañas de marketing insólitas y una ola de paranoia colectiva. Berkowitz, atrapado entre la frustración, el odio y un ego monstruoso, se convirtió en símbolo del mal sin sentido, de ese terror urbano que transforma cualquier ciudad en un escenario de pesadilla. La suya es una historia tan real como aterradora, un caso que aún hoy estremece por su crudeza, su locura y su legado.

    18 min
  12. EPISODIO 12

    Fritz Haarmann, el vampiro de Hannover

    Juan Antonio Cebrián nos traslada al corazón de la Alemania de entreguerras, donde la miseria, el caos social y la desesperanza se mezclaron con uno de los crímenes más espeluznantes del siglo XX: la historia de Fritz Haarmann, un carnicero de profesión que convirtió su buhardilla en Hannover en un matadero humano. En plena crisis de los años 20, entre huelgas, hambre y una sociedad devastada tras la Primera Guerra Mundial, decenas de jóvenes desaparecieron sin dejar rastro… hasta que el río Leine comenzó a escupir sus huesos. Fritz Haarmann, hombre corpulento, epiléptico y marcado por una infancia de violencia y abuso, encontró refugio en los márgenes del sistema: era homosexual en una época represiva y delator de la policía, lo que le daba cierta impunidad. En su apartamento, junto a su amante y cómplice Hans Grans, atraía a jóvenes vagabundos —muchos de ellos adolescentes— a los que violaba, asesinaba con un mordisco en la tráquea y luego descuartizaba meticulosamente. Con la carne de las víctimas, Haarmann fabricaba salchichas, que él mismo comía y vendía en su tienda bajo la etiqueta de “carne de caballo”. Los huesos, los lanzaba por la ventana al río. La impunidad terminó cuando unos niños encontraron cráneos humanos en las riberas del río Leine. La policía pronto conectó los hallazgos con Haarmann, conocido entre sus vecinos por regalar huesos “demasiado blancos”. Al registrar su vivienda, encontraron sangre por todas partes, restos humanos y salchichas de carne no identificable. Fritz confesó parcialmente los crímenes, aunque sus relatos eran imprecisos y desconcertantes. Se le imputaron al menos 27 asesinatos, aunque las autoridades creían que la cifra real podía superar los cien. Fritz Haarmann fue ejecutado en 1925 mediante guillotina, sin mostrar arrepentimiento. En sus últimas declaraciones afirmó que no pedía perdón, que solo deseaba morir para liberarse de los demonios que lo habitaban. Su caso dejó una cicatriz profunda en la historia criminal europea y generó una oleada de pánico, morbo y especulación. Fue el monstruo oculto tras la máscara de un hombre afable, el horror cotidiano disfrazado de comerciante. Así lo recuerda Cebrián: como el perfecto símbolo del mal alimentado por la miseria, la locura y la indiferencia.

    23 min

Acerca de

Narrado por Juan Antonio Cebrián, Pasajes del Terror explora los casos más estremecedores de asesinos en serie y sucesos criminales reales que marcaron la historia. A través de una narración envolvente y minuciosa, Cebrián guía al oyente por un viaje al corazón del horror humano: caníbales, psicópatas, cazadores de personas, depredadores sexuales y mentes perturbadas desfilan por cada episodio con una mezcla de documentación rigurosa y dramatización inquietante. Desde el carnicero de Milwaukee, Jeffrey Dahmer, hasta Albert Fish, el ogro de Nueva York, pasando por Robert Hansen y su caza humana en los bosques de Alaska, este podcast revela cómo opera el mal en su estado más puro. ¿Qué impulsa a alguien a matar por placer? ¿Qué hay detrás de una mente capaz de convertir el asesinato en un ritual? Pasajes del Terror no solo relata los crímenes, sino que se adentra en las motivaciones, los traumas, y las sombras que dieron forma a estos monstruos reales.

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